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Novelas que no figuran en ningún repertorio bibliográfico sobre autores del siglo XIX. En la clásica Antología de la novela histórica española (1830-1844), F. Buendía (ed.), Madrid, Aguilar, 1963, se señala al respecto lo siguiente: El Diario de Barcelona de 12 de diciembre de 1832 cita una obra de López Soler, El pirata de Colombia (publicada en 1822) que parece ser no existe», ibíd., p. 41.

J. F. Montesinos desconoce ésta y otras novelas de López Soler en su Introducción a una historia de la novela española del siglo XIX. Seguida del esbozo de una bibliografía española de traducciones de novelas (1800-1850), Madrid, Castalia, 1960, al igual que A. Palau y Dulcet en Manual del Librero hispano-americano, Barcelona, Librería Palau, 1954, t. 7, p. 664. Juan Ignacio Fereras no sólo prescinde de esta obra, sino que atribuye varias de López Soler a Ramón Soler, como el Bachiller Cantaclaro. Curso completo de Gramática parda y Las señoritas de hogaño y las doncellas de antaño. en Los orígenes de la novela decimonónica (1800-1830), Madrid, Taurus, 1973. Esta última es de dudosa paternidad a tenor de los juicios emitidos por el propio Ferreras. Vid. al respecto E. Rubio y M.ª A. Ayala (eds.), Ramón López Soler. Jaime el Barbudo. Las señoritas de hogaño, Sabadell, Caballo-Dragón, 1988, y Ramón Soler. Adela y Matilde o los cinco últimos años de la dominación española en el Perú, Introducción de J. Marco, M. P. Gomis Martí y J. Benjamín González Nebot (eds.), Sabadell, Caballo-Dragón, 1991. (N. del A.)



 

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R. López Soler, El pirata de Colombia. Relación histórica de los crímenes y aventuras del famoso delincuente, que acaban de ahorcar en Nueva York, Valencia, Oficina de López, 1832, pp. V-VII. (N. del A.)



 

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R. López Soler, Jaime el Barbudo o sea la sierra de Crevillente. Novela, Barcelona, Imprenta de A. Bergnes y Compañía, 1832.

En el prólogo de la presente novela el lector se encontrará con una visión del protagonista modélico en el crimen, perverso hasta la saciedad y envés del auténtico héroe novelesco. Sin embargo la realidad es bien distinta, pues conforme transcurre la acción Jaime el Barbudo se identifica con los personajes generosos y con un alto concepto del honor. Esta actitud contradictoria entre lo que figura en el prólogo y el material novelesco narrado es posible que se deba al temor de la censura del gobierno de Fernando VII. En el prólogo tampoco se aluden a las intrigas palaciegas y, sin embargo, López Soler introduce en su mundo de ficción un personaje, Leopoldo de Moncadi, que representa con claridad al cortesano adulador, cobarde e intrigante. (N. del A.)



 

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R. López Soler, Kar-Osman, memorias de la casa de Silva por D. Gregorio Pérez de Miranda, Barcelona, Imprenta de A. Bergnes y Comp., 1832. (N. del A.)



 

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Ibíd., p. 5. (N. del A.)



 

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Sería, por ejemplo, el caso de la novela de R. López Soler, Las señoritas de hogaño y las doncellas de antaño, por D. G. Pérez de Miranda, Barcelona, A. Bergnes y Compañía, 1832.

En la «Advertencia» que figura al frente de la novela se informa a los lectores de la siguiente forma: «[...] ofrecemos al público esta imitación de uno de los más selectos partos de la pluma de Scribe. Su trama es sencilla, los caracteres bien dibujados y el desenredo natural y sin violencia, como suceder debía en una novelita de tal clase», ibíd., p. 5. (N. del A.)



 

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E. de Cosca Vayo, La conquista de Valencia por el Cid. Novela histórica original, Valencia, Imprenta Monpié, 1831. (N. del A.)



 

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M. J. de Larra, El doncel de don Enrique el Doliente. Historia caballeresca del siglo XV, Madrid, Imprenta de Repullés, 1834. (N. del A.)



 

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En el primer capítulo de la novela se aclaran una serie de aspectos relacionados con la trama argumental desarrollada: «No se crea tampoco por el cuadro que rápidamente acabamos de bosquejar, que sea preciso entrar con horror a desentrañar las costumbres de tan inexplicable época; lejos de nosotros esta idea; también se ofrecen en ella virtudes colosales que no son por cierto de nuestros días: el amor, el rendimiento a las damas, el pundonor caballeresco, la irritabilidad contra las injurias, el valor contra el enemigo, el celo ardiente de la religión y de la patria, llevado el primer alguna vez hasta la superstición, y el segundo hasta la odiosidad contra el que nació en suelo apartado; si no son prendas todas las más adecuadas al cristianismo, no dejan por eso de tener su lado hermoso por donde contemplarlas, y aún su utilidad manifiesta, dado sobre todo el dato del orden de cosas entonces establecido, las hacía tan necesarias como deslumbradoras», ibíd., t. 1, pp. 8-9. (N. del A.)



 

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Con respecto a la veracidad del relato, Larra confiesa que «no hay crónica ni leyenda antigua de donde hayamos trabajosamente desenterrado; así que, el lector perdiera su tiempo si tratase de irle a buscar comprobantes en ningún libro antiguo ni moderno: respondemos sin embargo de que si no hubiese sucedido, pudo suceder cuanto vamos a contar [...]», ibíd., t. 1 p. 17. (N. del A.)