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Según mis datos, no hay muchas otras ocasiones en que los hispanohablantes formulen deseos para personas ausentes de la interacción, pero vinculadas por lazos de parentesco con el interlocutor (o el hablante mismo). En los cuestionarios que distribuí, una informante mexicana especificó que, si alguien hace referencia a sus hijos o a sus padres, el deseo habitual en su pueblo es ¡Que Dios te los guarde! Este tipo de interacción es muy común en griego (según Katsiki) y en rumano, donde cada vez que alguien menciona su edad o la de un familiar cercano, se le dice Mulþi înainte! -o sea, «muchos (años) adelante»- y se agrega, en el caso de los miembros de la familia cuya edad se acaba de mencionar, Sã-þi trãiascã! («que le vivan», donde te es un dativo ético).

 

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En inglés, especialmente después del 11 de septiembre de 2001, se ha hecho cada vez más usual desearte a la persona en cuestión un viaje más bien seguro, carente de riesgos (Have a safe trip!) en lugar del tradicional viaje bonito (Have a nice trip!). En español no he oído todavía una fórmula similar, pero no sería imposible que se pusiera de moda.

 

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Algunos ejemplos recogidos por Kalsiki (2001) son: Bon petit café!, Bonne cigarette! (al salir alguien a fumar en el balcón), Bon Derrida (antes de un seminario sobre este autor). Bon Budapest! (antes del congreso de pragmática en el que la autora tuvo un póster). Bon déménagement!, Bon vernissage!, e incluso Bon dentiste!, Bon Gay Pride! y Bon 40! (el número del autobús que debe tomar la respectiva persona a la hora punta).

 

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Los hispanos estadounidenses usan a veces, en este caso, un calco del inglés, ¡Que tengas un buen tiempo!Have a good time!»). El deseo ritual rumano en este caso es Petrecere bunā o Distracþie placut? -equivalentes nominales de las fórmulas verbales españolas Que lo pases bien y Que te diviertas, respectivamente-.

 

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Canossa (1987:177) insiste en que lo apropiado es decir Buena suerte (o sea, lo contrario de Mala suerte) para despedirse, y no simplemente Suerte, con lo cual «no hacemos más que nombrar un sustantivo que solo no dice nada».

 

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Según Tannen y Öztek (1981), el primero en analizar actos de habla similares en yiddish fue Matissof, quien los llamó «psycho-ostensives» y los dividió en actos de habla destinados a invocar lo bueno («bono-petition») y actos de habla destinados a alejar lo malo («malo-fugition»). Las autoras citadas incluyen en la segunda categoría la numerosas expresiones existentes en turco, griego, y otras lenguas (como el árabe, por ejemplo, y el propio rumano) destinadas a evitar el «mal de ojo».

 

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Véase, por ejemplo, Ferguson (1983) para un detallado estudio de los deseos que invocan a Dios en el árabe sirio. Sin embargo, este autor nota -y creo que la observación se puede aplicar al español también- una marcada disminución del uso de estas fórmulas entre las jóvenes generaciones, que tienden a adoptar formulas de cortesía más laicas, siguiendo el modelo del inglés y del francés, que hace muy poco uso de los «God-wisnes».

 

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Por ejemplo, en Haverkate (1994:35) se afirma que «la racionalidad constituye la base de la cortesía en general y [...] de la cortesía lingüística en especial».

 

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Sin llegar a afirmar abiertamente que se trata de actos de habla corteses. Brown y Levinson (1987: 98) reconocen la existencia de una categoría de «consejos simpatéticos» (sympathetic advice) que se ofrecen «without any mitigation», «to convey the speaker's care about H and therefore about H's positive face», un ejemplo de los cuales sería Enjoy yourself («que disfrute»). Estos autores no profundizan en este tema, pero está claro que su idea se puede hacer extensiva a una amplia gama de deseos, todos ellos dirigidos a la imagen positiva del interlocutor, como en el caso de otros actos de habla corteses antes estudiados.

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