Escipión, «¿Indiferencia?», El País, 6 de octubre de 1895, p. 2. El título del artículo se refiere a la aparente indiferencia del pueblo español ante los «numerosos desastres» que parecen conjurarse contra el país. (N. del A.)

Escipión, «Pro Autonomía», El País, 1 de enero de 1896, p. 1. (N. del A.)

Carlos Serrano, «El PSOE y la guerra de Cuba (1895-1898)», Estudios de Historia Social, 8-9 (enero-julio 1979), pp. 287-310. Habría que ver si esa negación de la patria se ha de hacer también extensiva a los cubanos, como dice Serrano; precisamente por la perspectiva predominantemente española de esas críticas, en la que Serrano ha insistido, quizás haya que entender más bien esa negación de la patria como respuesta a la campaña patriotera que el gobierno y la prensa burguesa lleva a cabo; al fin y al cabo; la guerra había sido provocada por la resistencia del gobierno a conceder un mayor grado de autonomía a la isla, es decir, a partir de la idea de una patria indivisible. En cualquier caso, no hay que descartar, como ya he comentado, una notable falta de información por parte de los sectores progresistas españoles acerca de los contenidos ideológicos y del componente revolucionario de la emancipación cubana. Serrano cita casos de obreros españoles, fundamentalmente anarquistas, detenidos por su colaboración con los rebeldes, y apunta el dato significativo de que el PSOE no estuviera organizado en la isla (v. p. 289). (N. del A.)

Carlos Serrano recuerda la influencia que debió de tener en ese cambio de actitud la resolución aprobada por el 4° Congreso de la Internacional, que tiene lugar en Londres entre julio y agosto de 1896, en la que se manifestaba la «simpatía por todos los que luchan por conquistar su nacionalidad» (p. 293), además de una moción específica en favor de la independencia cubana (p. 294), aunque El Socialista fue muy prudente a la hora de recoger dicha resolución. Prudencia que va a estar presente en casi todas las manifestaciones relacionadas con el conflicto y que tiene que ver con la censura imperante -algunos de sus militantes fueron procesados y encarcelados- y con la obsesión del Partido, que ha aceptado la participación en el juego parlamentario, de evitar «salirse de la legalidad» (p. 307). (N. del A.)

V., por ejemplo, Rotuney, «El Central Consuelo», Germinal, 12 (23-VII-1897), pp. 6-7; publicado como «Una huelga en Cuba» en El País, 16-XI-1897; «Fiebre y vómito», Germinal, 19 (10-IX-1897), pp,6-7; o «Deportado», Germinal, 23 (8-X-1897), p. 4. (N. del A.)

Rotuney, «¿Qué se debe hacer de Cuba? Cuatro palabras con sentido común», Germinal, 14 (6 de agosto de 1897), pp. 8-9; recogido en Artículos desconocidos (1897-1904) (edición de E. Inman Fox), Madrid, Castalia, 1977, pp. 59-64. (N. del A.)

Ibid. pp. 63-64. (N. del A.)

Rotuney, «Carta abierta. Para el ministro de la guerra», El País, 30-X-1897, p. 2. V. también Rotuney, «Novelerías», El País, 27-IX-1897, incorporado a Hacia otra España con el título de «Una novela de Loti»; Rotuney, «Crónica», El País, 8-XI-1897, p. 1, recogido en Hacia otra España como «Un suicidio»; y Rotuney, «Carta certificada. Para El Nacional», El País, 19-XI-1897, p. 2. (N. del A.)

Así lo hace por lo menos hasta octubre de 1896; en esa fecha, Timoteo Orbe le recomienda que se contenga y no hable en La lucha de clases de temas que, como éste, «le pueden ocasionar disgustos en el estado terrorista y de bárbaro derecho en el que nos hallamos», y le sugiere que deje a Valentín Hernández, el director del periódico, ese terreno (v. carta fechada en Sevilla, 27 de octubre de 1896; reproducida en D. Gómez Molleda, El socialismo español y los intelectuales, Salamanca, Ediciones de la Universidad, 1980, p. 182); paradójicamente éste será encarcelado a principios de 1897 por un editorial escrito por Unamuno pero sin firmar (v. «Tribunales militares», 119, 9 de enero de 1897, p. 1). (N. del A.)

Recogidas en Sergio Fernández Larraín (ed.), Cartas inéditas de M de Unamuno, Santiago de Chile, Zig Zag, 1965, pp. 230 y 235-236. (N. del A.)