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20

J. María Pereda, La Montálvez, 2.ª parte, cap. VIII (1888).



 

21

L. Alas, Su único hijo, cap. IX (1890).



 

22

El Imparcial, 188 9-VIII-12.



 

23

Rafael Fernández Esteban, en Instantáneas (1899-I-7); apud. C. García Barrón, Cancionero del 98, Madrid, Edicusa, 1974.



 

24

Pío Baroja, La busca, 2.ª parte, cap. I (1903).



 

25

Al aludir Costa, en su imprescindible Oligarquía y caciquismo, al reflejo de este nuevo tipo en la literatura contemporánea lo contrapone al modelo del hidalgo en la sociedad tradicional: «el tipo del patriciado español no lo constituye, desgraciadamente, la familia de los Cuesta de Tudanca, modelo romancesco de Pereda, sino el pervertido Gustito o Augustito de la novela de Queral: La ley del embudo, o el Brevas de la de Nogales, Mariquita León, tomados asimismo de la realidad».



 

26

En la Serafina de Mor de Fuentes escribe su protagonista: «Si viniese con el tiempo a establecerme en Daroca, quizá trataría de abrir una escuela gratuita de agricultura, y como viese que los caciques desaprobaban mi celo, éste sería un nuevo incentivo para inflamarlo» (carta 123). Galdós en la figura de doña Perfecta sirve un arquetipo aproximado al de los caciques de las novelas regeneracionistas, aunque en el personaje galdosiano no aparecen los rasgos de ductilidad política que encontramos en los otros.



 

27

(27) Para una comprensión en profundidad del fenómeno caciquil véanse los iluminadores trabajos de Joaquín Romero Maura, «El caciquismo: tentativa de conceptualización» y de José Varela Ortega, «Los amigos políticos: funcionamiento del sistema caciquista», publicados en Revista de Occidente, núm. 127, octubre, 1973.



 

28

Carlos García Barrón, Cancionero del 98, Madrid, Edicusa, 1974, 278 págs.



 

29

La Época, 1898-V-11.



 
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