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La señorita malcriada

Comedia moral en tres actos

Tomás de Iriarte



[Nota preliminar: Edición digital a partir de la edición de Madrid, Oficina de Benito Cano, 1788 y cotejada con la edición crítica de Rusell P. Sebold, Madrid, Castalia, 1978.]




Ridiculum acri
Fortius et melius magnas plerumque secat res.


Horacio, Lib. I, Sat. X                



Con más acierto y vigor
que la severa invectiva,
una crítica festiva
corta el abuso mayor.



PERSONAJES
 

 
D.ª PEPITA,   señorita.
D. GONZALO,   su padre; hombre mayor, pero alegre, distraído y abandonado.
D.ª AMBROSIA,   amiga, vecina y compañera de D.ª PEPITA; viuda joven.
D.ª CLARA,   hermana de D. GONZALO; señora de carácter serio.
D. EUGENIO,   caballero de apreciables circunstancias; amigo de D. GONZALO.
D. BASILIO,   marido de D.ª CLARA.
EL MARQUÉS DE FONTECALDA,   viajante charlatán.
D. CARLOS,   sobrino de D.ª AMBROSIA.
EL TÍO PEDRO FERNÁNDEZ,   mayordomo de la casa de campo de D. GONZALO; hombre rústico, pero de buena razón.
BARTOLO,   hortelano de la misma casa; payo malicioso.
Cuadrilla de MAJOS y MAJAS.
 

La escena es en una casa de campo muy cercana a Madrid. La acción empieza por la mañana temprano, y concluye antes de mediodía.

 




ArribaAbajoActo primero

 

El teatro representa una parte de jardín con vista de una casa que tiene salida a él por el frente, y a los lados varias calles de árboles.

 

Escena I

 

Al levantarse el telón, aparecen en el foro algunas parejas de MAJOS y MAJAS bailando seguidillas, que cantará otro de la cuadrilla, acompañadas sólo con la guitarra. Entretanto, el TÍO PEDRO FERNÁNDEZ va colocando en fila, a un lado, algunas sillas que le van trayendo; y de cuando en cuando mira con ceño a los bailarines. BARTOLO en el lado opuesto riega el suelo mirando a ratos el baile con ojos de alegría. Antes de acabarse la primera seguidilla, el TÍO PEDRO hace parar la guitarra, y dice a BARTOLO con enfado:

 
TÍO PEDRO
¿Qué sirve regar ahí
si ellos por acá levantan
más polvareda que un hato
de carneros?

 (A los MAJOS.) 

Camara[d]as,
con la música a otra parte. 5
MAJO 1.º
A bien que la tierra es ancha.
MAJO 1.º
¿Si faltará dónde armar
baile, habiendo buenas ganas?
MAJO 2.º
Aelantre. Calla, Curra.
Aquí no hay que echar bravatas, 10
que estamos en casa ajena.
MAJO 1.º
Pues ya. Ca[d]a gallo canta
en su mula[d]ar. Abur.
MAJO 2.º
¡Qué hombres éstos! ¡Y lo aguantan!
Que nos lo vengan a icir 15
en la calle de la Palma.
MAJO 1.º
Estamos del otro la[d]o.

 (Al de la guitarra.) 

¡Copete! Toca la marcha.

 (A la cuadrilla.) 

Armas al hombro.

 (Al TÍO PEDRO.) 

A más ver.
 

(Los MAJOS toman las capas y sombreros que están en el suelo, y se van todos juntos, gritando confusamente al son de la guitarra.)

 
LOS MAJOS
Ji, ji, ji, ji.


Escena II

 

El TÍO PEDRO y BARTOLO.

 
TÍO PEDRO
¡Qué algazara!
20

 (Con mucha flema.) 

¿Oyes, Bartolo?
BARTOLO
Bien oigo.
TÍO PEDRO
Llégate acá.
BARTOLO
Vaya en gracia.
TÍO PEDRO
Di.
BARTOLO
Diré.
TÍO PEDRO
¿Soy o no soy
mayordomo de esta casa?
BARTOLO
De la casa, del jardín, 25
de la huerta, de la cuadra,
del gallinero, y de to[d]o
lo que cogen estas tapias.
TÍO PEDRO
Ya sabes quién soy.
BARTOLO
¿Usté?
TÍO PEDRO
Sí, yo. Mírame a la cara. 30
BARTOLO
Es usté, Pedro Fernández.
TÍO PEDRO

 (Con enojo.) 

Pues Pedro Fernández manda
que sin su licencia no entren
aquí majas ni guitarras.
BARTOLO

 (Con sorna.)  

¿Y bastará la licencia 35
de la señorita?
TÍO PEDRO
Basta.
BARTOLO
Pues con su licencia entraron
las guitarras y las majas.
TÍO PEDRO
¿Trujeron orden?
BARTOLO
Trujeron.
TÍO PEDRO
¡Ah! Siendo así, vaya.
BARTOLO
Vaya.
40
TÍO PEDRO
Pues a cuidar de la huerta.
BARTOLO
Por hoy ya está bien cuida[d]a.
TÍO PEDRO
En oliendo que hay junción,
holgueta.
BARTOLO
Ya eso es de tabla.
Y tengo puesta la ropa 45
del día de fiesta. ¡Guarda!
Hoy que el amo don Gonzalo
vendrá con tantas ma[d]amas
y tantos señores... ¡Toma!
¡Poquita será la zambra! 50
Una olla están puniendo
que es mayor que una tenaja.
Pues aunque hubiera una boda.
TÍO PEDRO
Hombre, pue[d]e ser que la haiga.
BARTOLO
¡Calle, calle! ¿Es hoy, tío Pedro? 55
TÍO PEDRO
No [d]igo que hoy ni mañana;
pero como la Pepita
burla burlando ya pasa
de los veinte, y...
BARTOLO
Sí. La fruta
pesa ya un poco en la rama. 60
Patrón, digo acá énter nos,

 (Bajando la voz.)  

¿no es verdá usté que nuestra ama...
TÍO PEDRO
Sí...
BARTOLO
La señorita...
TÍO PEDRO
Estoy.
BARTOLO
Parece...
TÍO PEDRO
¿Qué?
BARTOLO
Una muchacha...
TÍO PEDRO
Ya.
BARTOLO
Un sí es no es...
TÍO PEDRO
Bien.
BARTOLO
No [d]igamos
65
loca, pero... alborota[d]a.
TÍO PEDRO
¿Alegre?
BARTOLO
Pues.
TÍO PEDRO
¿Correntona,
ella?
BARTOLO
Cabal.
TÍO PEDRO
¿Así en chanza?
BARTOLO
Y de veras.
TÍO PEDRO
¿Algún rato?
BARTOLO
No. Siempre.
TÍO PEDRO
Bartolo, calla.
70
Vamos con tiento, que al fin
son amos; y por más claras
que se están viendo las cosas,
siempre es güeno...
BARTOLO
Echar la capa.
Ya lo entiendo.
TÍO PEDRO
Las verda[d]es,
75
como [d]ijo el otro, amargan;
y aunque le dé gana a un hombre
de escupirlas, no. Tragarlas.
BARTOLO
Pero la culpa es de aquella
doña Ambrosia. Ya, ya es maula. 80
Con achaque de amistá
gobierna to[d]a la casa:
al padre, a la señorita,
a los cria[d]os... Lo paga
to[d]o por su mesma mano, 85
y ya ve usté que quien anda
con la miel...
TÍO PEDRO
¿Quie[r]es callar?
BARTOLO
¡Ea! Pues no he [d]icho na[d]a.
TÍO PEDRO
No [d]ices na[d]a, y parece
que te caes y te agarras. 90
BARTOLO
El que hoy vendrá también es
aquel marqués faramalla
que ha corrido tantas tierras...
¡Válgame Dios! ¡Lo que parla!
La pronuncia es de español; 95
pero qué sé yo cómo habla,
que la metá no le entiendo...
Lengua como chapurra[d]a...
TÍO PEDRO
Términos que allá deprenden
por Francia o por Alimaña. 100
BARTOLO
Y diz que a la señorita
la tiene medio emboba[d]a,
y que si consiente el padre...
TÍO PEDRO
¡Dale bola!
BARTOLO
Yo, en sustancia,
lo que [d]igo es que la quiere. 105
¿Y qué?
TÍO PEDRO
Pues su alma en su palma.
BARTOLO
Seguro.
TÍO PEDRO
¿A ti qué te importa?
BARTOLO
Na[d]a. ¿Y a usté?
TÍO PEDRO
Menos.
BARTOLO
Pata.
Ello es que habrá mucha gente.
TÍO PEDRO
Pero ¿de dónde lo sacas? 110
BARTOLO
Ya le [d]igo a usté. La olla
es aquello que se llama
una olla, y por lo mesmo
echaba la cuenta larga.
TÍO PEDRO
Yo la echo corta. Miá115
qué pronto que está ajusta[d]a.
El amo y la hija...
BARTOLO
Dos.
TÍO PEDRO
La viuda...
BARTOLO
Tres. No hará falta.
TÍO PEDRO
El marqués y don Ugenio...
BARTOLO
Ya van cinco.
TÍO PEDRO
Doña Clara,
120
seis...
BARTOLO
¿Quién? ¿La hermana del amo?
TÍO PEDRO
La propia. ¡Aquélla es muy guapa!
Su marido don Basilio...
Son siete... y aquí se acaba.
BARTOLO
¿Conque doña Clara? ¡Hay cosa! 125
¿No icían que esa hermana
y ese cuñao del amo
ha tantos tiempos que estaban
reñíos con él?
TÍO PEDRO
Reñíos,
y ca[d]a uno en su casa 130
sin verse ni oírse.
BARTOLO
¿Y vienen
hoy en amor y compaña?
TÍO PEDRO
Ya han güelto a las amista[d]es,
y vienen a celebrarlas
aquí.
BARTOLO
Por eso es la fiesta.
135
¿Conque ello es...?
TÍO PEDRO
¡Lo que sonsacas,
hombre! Tan preguntón eres,
tan curioso, que le arrancas
a un hombre poquito a poco
cuanto tiene en las entrañas... 140
Y al cabo, mormuración.
BARTOLO
Platicar de lo que pasa.
Pues aquí ¿qué mormuramos?
TÍO PEDRO
Mucho, y en pocas palabras.
Que la viuda doña Ambrosia 145
es la que to[d]o lo manda;
que la Pepita es alegre
de cascos y algo atrona[d]a;
que el marqués es un tunante,
y que anda tras de pescarla... 150
BARTOLO
Pero también ya usté ve
que del amo que nos paga
(aunque él tiene allá sus cosas
porque es muy de bulla, y anda
divertío como un mozo) 155
no hemos dicho...
TÍO PEDRO
Eso faltaba.
BARTOLO
Tampoco del don Basilio,
marío de doña Clara,
de ella, ni de don Ugenio
hemos dicho cosa mala. 160
TÍO PEDRO
¿Qué has de icir si ellos dos
son güenos, y ella una santa
señora? ¡Así jueran to[d]as!
 

(Suena adentro la guitarra y la algazara de los MAJOS, como que atraviesan por detrás de la casa.)

 
BARTOLO
Pues digo ¡los de la danza
dende temprano la toman! 165
TÍO PEDRO
Ya verás cómo se cansan,
antes que encomience el baile,
las piernas y las gargantas.
¡Hola! Pues ya está aquí el amo.


Escena III

 

D. GONZALO, con escopeta y demás avíos de cazador. El TÍO PEDRO y BARTOLO, que van a recibir a su amo.

 
TÍO PEDRO
¡Oh, señor! ¿Tan de mañana 170
y a pie?
D. GONZALO
De Madrid aquí
es tan corta la distancia,
que he venido paseando.

 (Entrega la escopeta al TÍO PEDRO, y a BARTOLO dos o tres pajarillos.)  

Toma. ¡Mira qué gran caza!
BARTOLO
Ni aun pájaros hay hogaño. 175
D. GONZALO

 (Sentándose y limpiándose el sudor.) 

Parece que está la casa
divertida, y me reciben
con música. Esto me agrada.
TÍO PEDRO
Al fin, nuestro amo, usté tiene
un genio, una buena pasta 180
que se divierte con to[d]o.
D. GONZALO
El mismo soy, a Dios gracias,
hoy que el que era a los veinte años.
Hay envidiosos que rabian
de verme siempre de fiesta; 185
pero de aquí no me sacan.
Buen humor y buena vida.
No, sino que me tomara
cuidados y pesadumbres,
teniendo renta sobrada 190
para reírme de todos.
BARTOLO
¡Pardiez que sí!
TÍO PEDRO
¡Buena gana!
D. GONZALO
A fe que ya no soy niño
(si no, dígalo la calva);
y, sin embargo, en Madrid 195
todos esos tarambanas
pisaverdes, que parecen
contentos como una pascua,
no se divierten ni el diezmo
de lo que yo.
TÍO PEDRO
¡Pues bien haiga
200
su alma de usté!
D. GONZALO
Todo el año
vivo como un patriarca.
Que haya guerra, que haya paz,
buena cosecha, o escasa;
que uno diga que las cosas 205
van bien, y otro rematadas;
que se escriban papelotes,
que se tiren de las barbas;
yo, adelante: divertirme,
y lo demás patarata. 210
Donde hay gente, allí estoy yo,
clavado como una estaca.
Voy lo mismo a una comedia
que a ver una encorozada.
Viene algún predicador 215
famoso, no se me escapa.
Que hay una ópera nueva, a verla.
Una boda, a presenciarla.
Un gigante, un avechucho,
un monstruo a tanto la entrada, 220
volatines, nacimientos,
sombras chinas y otras farsas,
el primerito. En el Prado,
mi silla por temporada.
Si hay concurso en el café, 225
allí fijo como el alba;
y finalmente en la Puerta
del Sol, mi esquina arrendada.
¿Las tertulias? Así, así.

 (Señalando con los dedos.)  

¿Fiestas de campo? Como agua. 230
¿Academias? Más que hubiera.
¿Conmilitonas? ¡No es nada!
Nunca deshago partido.
Que hay juego, tomo las cartas.
Que van a bailar: minué, 235
seguidillas, contradanza,
y a poco que me lo rueguen
bailo también la guaracha.
Así vivo, así me huelgo;
y todos a una voz claman: 240
¡Si no hay otro don Gonzalo!
¡Qué humor tiene! Es una alhaja.
TÍO PEDRO
Muy bien va todo eso... pero...
el cuidao de la casa...
el gobierno...
D. GONZALO
Cabalmente
245
eso es lo que no me causa
inquietud. Mi casa está
grandemente gobernada.
Mire, tío Pedro, soy viudo...
TÍO PEDRO
Por esta Semana Santa 250
se cumplieron... ¿cuántos años?
diez... de la muerte de mi ama
(Dios la haiga da[d]o su gloria),
y ha hecho bastante falta.
D. GONZALO
Vamos al caso. Estoy viudo. 255
Mi caudal puesto a ganancias
con toda seguridad.
Mando que en mi casa no haya
miserias ni economías...
BARTOLO
El que lo tiene lo gasta. 260
D. GONZALO
Que Pepita se divierta
cuanto la diere la gana;
que baile, que represente,
que juegue, que entre y que salga;
que aprenda trato de mundo 265
en una tertulia diaria,
y se porte como todas
las que en Madrid hacen raya.
TÍO PEDRO
¿Y qué tal? ¿La señorita
se va dando buena maña 270
a aprender eso?
D. GONZALO
Es un pasmo.
Todas las gentes la alaban;
todo el pueblo la conoce;
y por conseguir entrada
en mi casa, hay mil empeños. 275
TÍO PEDRO
Y eso, habiendo puerta franca,
¿qué fuera si sus merce[d]es
la tuvieran atranca[d]a?
Pero, señor, yo icía...
Perdone usté... Con mi mala 280
desplicación, y acá drento
me entiendo las cosas.
D. GONZALO
Vaya,
explíquese como quiera.
TÍO PEDRO
Digo que si yo me hallara
con una chica sin madre, 285
y en la edá que acá se llama
el tiempo de la vendimia,
cuando me desapartara
de su la[d]o ni un menuto...
Y más con lo adelanta[d]a 290
que está hoy día la malicia...
BARTOLO
¡Y en Madril, digo, donde andan
tantos de los pitimetres,
osías a la que salta!
TÍO PEDRO
Porque, mire usté, en mi pueblo 295
había una moza hidalga,
que to[d]os gustaban de ella
porque era como una plata,
hija de viudo también;
y sólo porque se andaba 300
suelta sin padre ni naide,
toícos la requebraban;
pero casarse, nenguno.
Y hoy está llena de canas,
triste, y sin más compañía 305
que la rueca. ¡Y cómo rabia
cuando la llaman doncella!
BARTOLO
Ya la conozco. La beata,
la que va siempre a encender
la lámpara de Santa Ana. 310
TÍO PEDRO
Ni sirve pa[r]a otra cosa.
D. GONZALO
Diréis dos mil patochadas.
Mirad, no estáis en los puntos
de crianza cortesana.
En las aldeas las mozas 315
recogidas y aplicadas,
las que más bajan los ojos,
son las que más bien se casan.
Acá va por otra regla.
En no habiendo buena labia, 320
desparpajo, garabato,
compostura un poco extraña,
no bailando unas boleras,
no cantando una tirana
con su ¡Ay! y no frecuentando 325
las concurrencias de fama
para darse a conocer,
perdidas. No pasa una alma.
TÍO PEDRO
Ya. ¡Lo que es el no entendello!
BARTOLO
En ca[d]a tierra su usanza. 330
D. GONZALO
Y después, ¿quién os ha dicho
que yo permito que salga
sola mi chica? No voy
cargado con la arracada
de la hija a todas partes, 335
que eso fuera extravagancia
ridícula y ser yo esclavo;
pero siempre la acompaña
mi señora doña Ambrosia,
que aunque moza, es una dama 340
de juicio y talento, viuda
y de muchas circunstancias.
Para mí es un grande alivio.
TÍO PEDRO
Y pa[r]a ella será ganga.
D. GONZALO
¿Por qué?
TÍO PEDRO
Porque tiene mesa
345
y diversiones baratas,
y coche pa[r]a mecerse
to[d]o el día. Nos contaba
el cochero la otra tarde
que las mulas no descansan 350
ni pa[r]a tomar el pienso.
D. GONZALO
¿Quién da crédito a canallas?
BARTOLO
Si mormuran sin conciencia...

 (Tirando de la manga al TÍO PEDRO.) 

Y hay hombres que no reparan
que al fin los amos son amos, 355
y las verda[d]es... se tragan.
TÍO PEDRO
Creo que la doña Ambrosia
no está muy acomoda[d]a
desque la faltó el marido.
¿Él era hombre de importancia? 360
D. GONZALO
Sí, fue un rico negociante;
pero tuvo la desgracia
de que un trapalón malvado
le engañó con artimañas,
y le empeñó en un proyecto 365
que se volvió sal y agua.
Le estafó gran cantidad;
y huyendo fuera de España,
le dejó casi arruinado.
El buen hombre, que tomaba 370
las cosas a pechos, tuvo
de verse en tal lance tanta
pesadumbre, que murió
aquella misma semana.
TÍO PEDRO
¡Vaya usté viendo! Y esotro 375
que se escapó, ¿dónde para?
D. GONZALO
Un tal don Carlos, sobrino
del difunto, es el que hoy anda
en busca del gran bribón
allá por Flandes y Francia; 380
y al cabo, según avisa,
como hay pocas esperanzas
de dar con él, debe ya
volver muy pronto. Heredaba
parte del caudal del tío, 385
y quedaba destinada
otra parte a doña Ambrosia;
pero se perdieron ambas.
Cuatro años habrá que vino
a vivir junto a mi casa 390
la viuda, muy pocos días
después que riñó mi hermana
conmigo. La visité
como a una vecina honrada;
cobró cariño a mi hija, 395
y la chica se lo paga.
Se tutean, y tan sólo
para dormir se separan.
Ellas contentas, y yo
en una paz octaviana. 400
Allá gobiernan las cosas
domésticas necesarias;
pago, sin examinar
mecánicas, que me matan;
y Dios me ha venido a ver. 405
Me cuidan, nada me falta,
y en mi casa envían todos
la tristeza enhoramala.
¿No es una fortuna?
TÍO PEDRO
Ya.
Pero, señor, mi matanza 410
es si, endilgando las cosas
del mo[d]o que usté relata,
encuentra la señorita
un novio como Dios manda.
D. GONZALO
¡Qué pregunta!
TÍO PEDRO
No lo [d]igo
415
sino porque m'alegrara
que tuviera una fortuna
como una reina de España.
En lo [d]emás no me quiero
meter [d]onde no me llaman. 420
D. GONZALO
Novios hallará de sobra.
TÍO PEDRO
Pues lo celebro en el alma;
y más, si es aquel señor
don Ugenio, que cuando habla,
se conoce de conta[d]o 425
que es leído, y tiene traza
de ser caballero en forma
y hombre de bien, porque él trata
con güen aquél a los probes,
y es garboso...
D. GONZALO
Callad. ¿Para
430
algún coche?
BARTOLO
Pues que sí.
D. GONZALO
¡Eh! Mudaos, que ya basta

 (Levantándose.)  

de conversación. Tened
las cosas bien arregladas
para el almuerzo. ¿Quién viene? 435

 (Adelantándose hacia la puerta de la casa a recibir a los que llegan.) 

TÍO PEDRO

 (Mirando hacia el foro.)  

Don Ugenio y doña Clara.
BARTOLO
El otro será el marío.
TÍO PEDRO

 (Enojado.)  

El marido es. Vamos, marcha.
BARTOLO
Yo por oír cosas que uno
no sabe, de güena gana 440
me queara aquí a un laíto.
TÍO PEDRO
Mira... Si agarro una tranca...
BARTOLO
Pues yo no me he de quear
sin ver to[d]o lo que pasa.
 

(El TÍO PEDRO se va, llevándose por fuerza a BARTOLO, que vuelve la cara a mirar a los que acaban de llegar. D. GONZALO viene con D.ª CLARA, D. BASILIO y D. EUGENIO, que salen vestidos de campo, los hombres sin espadas.)

 


Escena IV

 

D. BASILIO, D. GONZALO, D.ª CLARA con quitasol en la mano, y D. EUGENIO.

 
D. GONZALO
Bienvenidos, caballeros. 445
Mucho madrugas, hermana.
D. EUGENIO
En todo es esta señora
muy puntual.

 (Mirando su reloj.)  

Las ocho dadas.
D. BASILIO
A esta hora nos citaron.

 (Dejando el quitasol sobre una silla.)  

Pues no serán tan exactas 450
doña Ambrosia y mi sobrina.
D. GONZALO
No, todavía no tardan.
Si no las han acabado
ciertos vestidos de majas
que vienen hoy a lucir 455
aquí, no estarán de gracia,
y dejarán la función
si falta esta circunstancia.
D. EUGENIO
La plausible de este día
que tanto gozo nos causa, 460
señor don Gonzalo, amigo,
es la de ver sepultada
la discordia que entre hermanos
ya demasiado duraba.
Yo, yo he sido el medianero 465
de la renovada alianza
que felizmente nos une
hoy en esta amena estancia.
Y no sólo participo
de alegría tan colmada, 470
sino que, ufano, blasono
de que acerté a procurarla.
D. BASILIO
No sabes, hermano mío,
cuán repetidas instancias
ha costado a don Eugenio 475
el reducir a tu hermana
a que habiéndose extrañado
cuatro años ha de tu casa
por motivos que no ignoras,
haya vuelto a frecuentarla. 480
Estos se llaman oficios
de buen amigo.
D. GONZALO
Y yo estaba
muy pronto a reconciliarme
siempre; porque, en dos palabras,
el autor del rompimiento 485
no he sido yo, sino Clara.
D.ª CLARA
Es cierto, hermano. Yo he sido
la autora; mas tú, la causa.
Atiéndeme. Nuestros genios
siempre han estado en batalla. 490
Tú, descuidado, indolente,
distraído, haciendo gala
de vida alegre y ociosa
que a tu edad ya no se adapta,
o no conoces u olvidas 495
las estrechas, las sagradas
obligaciones de padre.
Bien lo prueba la enseñanza
que te merece una hija
en quien alabas por gracias 500
lo que se llama descoco
entre la gente sensata.
Así eres tú. Yo, aunque dicen
peco de española rancia,
por el pundonor gradúo 505
el mérito de las damas,
por el juicio, discreción,
cortesanía y constancia.
Reconvine a mi sobrina
con la mayor eficacia; 510
pero mis exhortaciones,
lejos de ser apreciadas,
me conciliaron un odio
que tú no desaprobabas.
Llegué a pasar por la tía 515
más impertinente y rara.
Te lo expuse, no hubo enmienda,
clamé, nada aprovechaba.
Insultáronme por fin,
faltóme la tolerancia; 520
y no pudiendo evitar
la franqueza inmoderada
que en tu casa permitías,
resolví no autorizarla.
Me retiré, y he logrado 525
no tener parte en la fama
que va cobrando Pepita.
¡Ojalá no fuera tanta!
D. GONZALO
Pues tener fama es muy bueno.
D.ª CLARA
Cuando la fama no es mala. 530
D. GONZALO
¿Conque pretendéis reforma?
D. EUGENIO
Y debemos esperarla
del ejemplo y los prudentes
consejos de doña Clara,
que olvidando desde ayer 535
las disensiones pasadas,
vuelve a ver a su sobrina,
a ser su amiga y su guarda.
Bien reconoce que en ella
no son nativas las faltas, 540
que todas son adquiridas
y ya casi involuntarias;
y que caprichos, errores,
vivezas, extravagancias
por hábito se contraen, 545
no por índole viciada.
Su hija de usted, don Gonzalo.
tiene unas potencias claras,
un corazón muy benigno;
y con estas dos ventajas 550
corregirá lo demás
quien tenga paciencia y maña.
Yo me aplico a tal empresa,
y si pudiese lograrla,
pienso que la señorita 555
desde luego asegurara
su dicha y la del esposo
que deseara con ansia,
más que amar y ser amado,
poder estimar lo que ama. 560
No tengo dominio alguno
en su hija de usted. Mis armas
no son la reconvención,
el precepto, la amenaza;
sí, la advertencia oportuna 565
y la persuasión más blanda.
Debemos ser indulgentes
con las flaquezas humanas,
compadecer y guiar
al que sigue senda errada. 570
D. GONZALO
Obra de misericordia.
Pero usted, ¿por qué se afana?
D. EUGENIO
Por su bien... y por el mío.
D. GONZALO
Expliquémonos en plata
y sin rodeos. A usted 575
le hace fuerza la muchacha;
pero antes de pretenderla,
quisiera verla enmendada
de esas faltillas que sólo
mi hermana y usted reparan, 580
¿no es esto?
D.ª CLARA
Como hombre cuerdo,
hace bien en repararlas.
¿Y no me dirás, Gonzalo,
qué mejor suerte preparas
a mi sobrina? Ya tienes 585
experiencias reiteradas
de la amistad, de las prendas
de don Eugenio.
D. GONZALO
Negarlas
fuera injusticia, y le debo
finezas extraordinarias. 590
Mira, yo soy un perdido
que en dos días malgastara
mi caudal. Le tengo en manos
del señor, puesto a ganancias,
y parte liberalmente 595
conmigo cuantas ventajas
le produce en Cataluña
la fábrica celebrada
de que es dueño. Cobro limpia
mi renta de polvo y paja, 600
y tengo mi capital
asegurado. Esta gracia
merece que en cuanto penda
de mi arbitrio le complazca.
D.ª CLARA
¿Y si aspira a ser su yerno? 605
D. GONZALO
Desde ahora le doy amplia
licencia y mi bendición.
Pero resta ver si agrada
esta elección a la chica,
porque eso de violentarla 610
yo la voluntad es cuento.
Ella dice que la cansan
las serias moralidades
con que el amigo declama,
y que en vez de oír requiebros, 615
no oye más que repasatas.
Luego, como la pretende
el marqués de Fontecalda,
y ella se afirma en que es ésta
la boda que más la cuadra, 620
yo ¿qué he de hacer?
D.ª CLARA
Esa boda...
D. GONZALO
¿Qué tiene?
D.ª CLARA
Es disparatada.
D. GONZALO
Pero el marqués es un mozo...
D.ª CLARA
A quien no conoces.
D. GONZALO
Basta
para conocerle ver 625
cómo se porta, cómo habla,
su buen modo, su instrucción...
D.ª CLARA
La tiene en todo y en nada.
D. GONZALO
Ha corrido cortes...
D.ª CLARA
Muchas,
pero sin provecho.
D. GONZALO
¡Hermana!
630
D. BASILIO
Los que viajan deseando
ser útiles a su patria,
observan más y hablan menos
que el marqués. Pero gran charla,
no profundizar las cosas, 635
decidir con arrogancia,
y hacer un cruel estrago
en la lengua castellana,
es todo el fruto que logran
esos que tan sólo viajan 640
para decir que han viajado;
y que en muy pocas semanas,
corriendo la posta, adquieren
los principios que les faltan.
D. GONZALO
Yo sé que es noble el marqués. 645
Sé que nació por extrañas
casualidades en Cádiz,
y se ha criado en España;
mas su familia, sus rentas
y título son de Italia. 650
D. BASILIO
¿Te ha mostrado documentos?
D. GONZALO
Algunos, y otros se aguardan
antes de efectuar la boda.
D. BASILIO
¿Luego la tienes tratada?
Y tan de veras que ya 655
he soltado mi palabra.
D.ª CLARA
Inconsideradamente.
D. GONZALO
Sea, pero está empeñada;
y sobre todo, la chica
lo quiere. Allá se las haya. 660
D.ª CLARA
La conformidad alabo.
D. GONZALO
Doña Ambrosia me la alaba
también; aprueba esta boda;
y sabrá sacar la cara
por el marqués contra todos. 665
D.ª CLARA
Y por ella, ¿quién la saca?
D. GONZALO
Yo, que defiendo su genio,
su hidalguía, su crianza,
su entendimiento y buen trato.
Aunque por una desgracia 670
ya no es rica, y su marido
fue comerciante...
D. EUGENIO
¡Oh qué falsa
opinión! Pues ¿por ventura
haber estado casada
con un negociante honrado 675
es desdoro?
D.ª CLARA
No se trata
de linajes. La conducta
es la que humilla o exalta.
Doña Ambrosia ha sido siempre
superficial y voltaria. 680
D. GONZALO
Ya. De toda mujer viva,
alegre y de rompe y rasga
se dice lo propio. En fin,
callemos. No tiene gracia
que viniendo a divertirnos, 685
nos trabemos de palabras.
¡Eh! No hay que tratar aquí
de negocios; allá en casa.
Hoy, fiesta y bulla. Y si no,
oigan ustedes la que anda. 690
 

(Suenan adentro guitarras y vocería. La cuadrilla de MAJOS, formada en corro, trae en medio de él a D.ª PEPITA, que sale vestida gallardamente de maja, como también D.ª AMBROSIA, la cual viene al mismo tiempo con toda la cuadrilla, aunque fuera del corro.)

 


Escena V

 

D.ª PEPITA, D.ª AMBROSIA, D. GONZALO, D.ª CLARA, D. EUGENIO, D. BASILIO, el TÍO PEDRO, BARTOLO, y todos los MAJOS y MAJAS brincando al son de la música y tirando los sombreros al aire con grande algazara.

 
UNOS
¡Que viva la señorita!
OTROS
¡Que viva la flor de España!
 

(D.ª AMBROSIA saluda a los concurrentes, y cesa la música.)

 
BARTOLO
Diga usté también conmigo,
tío Pedro: ¡Que viva el ama!
TÍO PEDRO
Tú déjalos que alboroten. 695
¿Por qué te metes en danza?
D.ª PEPITA
¡Chicos! Prosiga la broma.
¿De qué sirve esa guitarra?
D.ª CLARA
Pero saluda a las gentes;
ten más modo.
D.ª PEPITA
¡Qué sustancia!
700
D.ª CLARA
¿Has perdido el juicio?
D.ª PEPITA
Pues,
me le habré dejado en casa.
¿Lo dice usted porque vengo
alegre? Pues el que traiga
mal humor, que se lo cure 705
como le diere más rabia.
¿Es esto función de campo,
o algún duelo? ¿A qué nos llaman?
¿A estarnos siete personas
mirándonos a las caras? 710
Tasadamente sería
una fiesta muy salada
si no hubiera yo pensado
en traer para animarla
esta cuadrilla, que toda 715
es de la cáscara amarga.
¡Toma! Y esperaba yo
que me dieran muchas gracias
de que les traigo al famoso
Repulgo, a la Amotinada 720
y a Curra, que bailarán
en la punta de una lanza.
Con éstos nos divertimos
en forma, y no con fantasmas
espetados.

 (Al de la guitarra.)  

Canta aquellas
725
seguidillas que me agradan
tanto, las del seis y siete.
Vamos allá.

 (A una de las MAJAS.) 

Y tú, Arbolaria,
¿te vienes sin el pandero?
Tía mía, me alegrara 730
que usted la oyera. Ejecuta
con un gusto y una gracia...
D.ª CLARA
Es delicado instrumento
y de mucha expresión.
D.ª PEPITA
Basta
que a mí me guste. Cabal. 735
Toca, si quieres. Aguarda,
sacaré mis castañuelas.

 (Las saca y se las pone.) 

D. GONZALO
¡Qué alegre! ¡Qué vivaracha!
Hija de padre por fin.
D.ª AMBROSIA
Pero si en Madrid no se halla 740
señorita más jovial,
más complaciente, más llana...
D.ª CLARA
En efecto: de llanezas
no suele ser muy escasa.
D.ª PEPITA
¡Qué! ¿Sermoncito tenemos? 745
Temprano. Pues ya no hay nada
de lo dicho.
D. GONZALO
No te enfades,
hija.
D.ª PEPITA
Pronto se despacha
esta comisión. Afuera,

 (Quítase las castañuelas y las arroja.)  

afuera galas profanas. 750
Se acabó el baile.
D.ª AMBROSIA
¡Pepita!
D.ª PEPITA
Dame unas tijeras.
D.ª AMBROSIA
Vaya.
¿Para qué?
D.ª PEPITA
Dámelas.
D.ª AMBROSIA
Toma.

 (Dáselas D.ª AMBROSIA.) 

D.ª PEPITA
¡Ea! Venga esa guitarra.

 (El MAJO se la entrega.)  

D.ª AMBROSIA
¿Qué quieres hacer?
D.ª PEPITA
Justicia.
755
D.ª AMBROSIA
¿Con quién?
D.ª PEPITA
Con esta malvada,
para que no venga aquí
a alborotarnos la casa.

 (Corta las cuerdas, y vuelve la guitarra al MAJO.) 

D.ª CLARA
¡Qué prontitudes tan necias!
D.ª PEPITA
Si quiero.
D.ª CLARA
Quiero es palabra
760
de rey.
D.ª PEPITA
Pues si no, diré
que me ha dado la regana.
¿Es palabra de rey ésta?
D.ª CLARA
Ésa es de gente ordinaria.
D.ª PEPITA
Lo sabré para otra vez. 765
¿Tío Pedro?
TÍO PEDRO
Aquí estoy, nuestra ama.
D.ª PEPITA
Usted, como mayordomo...
TÍO PEDRO
Anque endino, lo soy.
D.ª PEPITA
Haga
que den muy bien de almorzar
a toda esta gente honrada. 770
Adentro, amigos, adentro;
a remojar la palabra;
y luego, ya que a vosotros
y a mí también nos desairan,
un pie tras otro a Madrid. 775
D.ª AMBROSIA
Pero...
D.ª PEPITA
No hay pero que valga.
Allá me portaré yo
con todos. Hasta mañana.
TÍO PEDRO

 (Yéndose con todos los MAJOS.) 

Escurrámonos de aquí,
que el tiempo está de borrasca. 780
BARTOLO

 (Presentando a D.ª PEPITA las castañuelas que ha recogido.) 

Señora, las castañuelas...
si usté las quiere...
D.ª PEPITA
Arrojarlas
al pozo.
BARTOLO

 (Guardándoselas en la faltriquera.) 

Vengan acá.
A la postre algo se saca
de la pendencia.
D.ª PEPITA
Señores,
785
la pelotera está armada,
y toda la diversión
se ha vuelto agua de cerrajas.
Conque así... ¡Bartolo!
D. GONZALO
Ustedes
sufocan a la muchacha. 790
D.ª PEPITA
Di que no quiten el coche.

 (A D.ª AMBROSIA.) 

Podemos tomar la rauta,
amiga, que aquí las dos
ya estamos de sobra. A casa.
Y ustedes se quedarán 795
a hacer vida solitaria.
D. GONZALO

 (A D.ª AMBROSIA.) 

Deténgala usted, vecina.
D.ª AMBROSIA
Niña, espera.
D.ª CLARA
No. Dejarla.
El fin es que esté contenta.
D.ª PEPITA
Ya. ¿Quiere usted que me vaya? 800
Pues me quedo.
D. GONZALO
Ea, tratemos
de aprovechar la mañana.
Vamos a dar una vuelta
por aquí mientras nos llaman
al desayuno. Ven, hija. 805
D.ª PEPITA
¿Yo? Luego iré.

 (A BARTOLO.) 

Que me traigan
el bastidor de bordar.
BARTOLO
¿No es un armatoste...?
D.ª PEPITA
Marcha.
BARTOLO
¿... como aquello en que se pone
la ropa para enjugarla?
D.ª PEPITA
bruto, bestia...
810
BARTOLO
¿El que ha venido a la zaga
del coche?
D.ª PEPITA
Mira, bribón,
no te harte de bofetadas.
BARTOLO
Voy allá. (¡Qué malas pulgas!)

 (Vase.) 

D.ª CLARA
¡Bien pensado! 815
En Madrid pasas
mano sobre mano meses
enteros; y hoy que se trata
de gozar del campo, venga
la labor. ¡Moza aplicada! 820
D.ª PEPITA
Estoy bordando un chaleco,
y le he de acabar sin falta
mañana mismo.
D.ª CLARA
Adelante.
Vamos, señores.

 (A D.ª PEPITA.) 

Trabaja.
D. GONZALO
¿Se queda usted, doña Ambrosia? 825
D.ª AMBROSIA
Es preciso acompañarla.
 

(Vanse por la izquierda D. GONZALO, D.ª CLARA, D. EUGENIO y D. BASILIO. Vuelve BARTOLO con el bastidor armado.)

 
BARTOLO
Aquí lo traigo.
D.ª PEPITA
Una silla.

 (Acerca BARTOLO una silla alta.)  

BARTOLO
Aquí la pongo.
D.ª PEPITA
Una baja,
alarbe.
BARTOLO
Aquí está.

 (Acerca una silla baja.) 

¿Qué más?
D.ª PEPITA

 (Sentándose.) 

Que te mudes.
BARTOLO
Pues mudanza.
830

 (Vase.) 



Escena VI

 

D.ª PEPITA, bordando; y D.ª AMBROSIA.

 
D.ª AMBROSIA
¿Quién como el marqués merece
que esas manos delicadas
se empleen...?
D.ª PEPITA
No le hará daño.
D.ª AMBROSIA
¿Cómo no? Pues tú pensabas
regalarle ese chaleco. 835
D.ª PEPITA
Es verdad.
D.ª AMBROSIA
¿No te idolatra?
¿No es ya tu novio, aprobado
por don Gonzalo? ¿No le amas?
D.ª PEPITA
Ya estoy de otro parecer.
Murió el marqués, y en sus barbas 840
he de hacer esta fineza
a don Eugenio.
D.ª AMBROSIA
¡Inconstancia!
¡Injusticia! ¿A don Eugenio,
que te pone tantas tachas,
que con sus exhortaciones 845
ridículas te empalaga?
D.ª PEPITA
Cierto, pero el marquesillo
me tiene muy enfadada.
D.ª AMBROSIA
¿Porque ofreció acompañarnos
hoy...?
D.ª PEPITA
Y nos dejó plantadas.
850
D.ª AMBROSIA
No habrá podido tal vez...
D.ª PEPITA
Pues que pueda, pese a su alma.
D.ª AMBROSIA
¿Quejitas? Yo haré las paces.
D.ª PEPITA
Bien. Como yo no las haga...
D.ª AMBROSIA
Él te desenojará. 855
D.ª PEPITA
¡Que si quieres!
D.ª AMBROSIA
Calla, calla.
Ya le tenemos aquí.
¡Qué presencia tan gallarda!
Mírale.
D.ª PEPITA
Muy buen provecho.
D.ª AMBROSIA
Cuidado cómo le tratas. 860


Escena VII

 

D.ª PEPITA, D.ª AMBROSIA; y el MARQUÉS, muy petimetre, aunque sin espada.

 
MARQUÉS
¡Ah, que vengo penetrado
de un dolor cruel! ¡Madamas!
He faltado al randevú.
Como es correo de Italia
hoy precisamente, quise 865
dejar escritas mis cartas...
¿Y bien, amable Pepita?
¡Qué! ¡Recibirme indignada!
¿No merezco un golpe de ojo
lisonjero? ¿Una palabra 870
consolante? Me delato.
Soy un criminal...
D.ª PEPITA
¡Machaca!
MARQUÉS
Tenga usted la complacencia
de hacerme, por pura gracia,
el honor de querer darse 875
la pena de oír la causa
de tal inexactitud.
Ese aire brusco me alarma.
Sí, mi delito es enorme,
atroz; me cubre de infamia; 880
pero yo haré mis excusas,
o esta casa de campaña
será para mí el teatro
de una escena sanguinaria.
¡Ah! Yo la conjuro a usted... 885
D.ª PEPITA
¿Estoy acaso endiablada?
D.ª AMBROSIA
Vamos, Pepa... Marquesito,
ésta será alguna chanza.
MARQUÉS
Pero a bien que justamente
traigo aquí con que aplacarla, 890
un sacrificio que ha días
juré ofrecer a sus aras
como el más tierno homenaje...

 (Saca un montón de papeles.) 

Una lista detallada
de las jóvenes bellezas 895
que han sido objeto de varias
intrigas galantes mías
en Londres, París, La Haya
y otras cortes. Éstos son,
sin que parezca jactancia, 900
billetes que me han escrito
en lengua inglesa, italiana,
francesa, etcétera; algunos
retratos que conservaba
de mis favorecedoras 905
y otras pequeñas alhajas,
que cuando no conocía
a la beldad que hoy me encanta,
eran para mí de un precio...
Pero ya sólo ella manda. 910
Todo se lo sacrifico.
Y además...
D.ª AMBROSIA
Niña, levanta
la cabeza. ¿No agradeces
semejante expresión? Habla.
MARQUÉS
A lo menos yo obtendría 915
mi perdón como escuchara
Pepita esta producción
en verso, que a su alabanza
he escrito ayer. No imagino
que su labor la distraiga 920
tanto que dude acordarme
la bondad de oír. En Francia
las que ponen más en boga
unos versos, son las damas.
Llenas de conocimientos, 925
todas son allá ilustradas.
Yo leo.
D.ª AMBROSIA
Pues atendamos.
MARQUÉS
Ésta es la primera octava:

 (Lee.)  

«Tu ascendiente feliz, que me electriza,
pone en juego del alma los resortes; 930
y si el nupcial concierto se organiza,
él hará remarcables mis transportes.
Mi pasión con la tuya simpatiza,
batiendo el corazón pianos y fortes;
y de esta vibración interesante 935
tú eres muelle real, y yo el volante.»
D.ª AMBROSIA
¿No oyes qué graciosos versos?
D.ª PEPITA

 (Con mucha prontitud.)  

¡Ay, doña Ambrosia de mi alma!
¡De lo que me acuerdo ahora!
D.ª AMBROSIA
Di: ¿por qué te sobresaltas? 940
D.ª PEPITA
¡Ah, mi perrito Jazmín!
Se nos ha quedado en casa.
Lo primero que encargué...
¡La tonta de mi criada!
Voy a enviar por él.

 (Gritando.) 

¡Bartolo!
945

 (En voz más baja.)  

La despediré. ¡Qué rabia!

 (Gritando.) 

¡Tío Pedro! Nadie responde.
Mejor será que yo vaya.
¡Ah, mi pobre Jazminito!
¿Qué hará solo allá sin su ama? 950

 (Vase precipitada por la puerta del frente.) 

D.ª AMBROSIA
Marqués mío, vamos; que estos
caprichos pronto se pasan.
En todo caso, recojo
los billetes y esa octava,
que a su tiempo harán efecto. 955
El asunto de importancia
que tenemos entre manos
es ejecutar la traza
que usted ha inventado, a fin
de que don Eugenio caiga 960
hoy de la gracia del padre.
¿Se ha fingido ya la carta
consabida?
MARQUÉS

 (Sacando una carta.)  

Aquí la traigo.
D.ª AMBROSIA
Pero no viene cerrada.
MARQUÉS
Abierta y sin sobrescrito. 965
D.ª AMBROSIA
De ese modo se solapa
mejor el engaño. Ahora
pensemos cómo dejarla
caer en la faltriquera
de don Eugenio.
MARQUÉS
Con maña
970
el golpe de mano es fácil.
Se acerca usted, verbigracia,
cuando él esté distraído;
y muy pronto en la casaca...
D.ª AMBROSIA
Venga la carta, que yo 975
así a la disimulada...
MARQUÉS
No se apercibirá de ello.
D.ª AMBROSIA
Y si acaso lo repara,
diré que iba a darle un chasco.
Estoy viendo ya que él gana 980
a don Gonzalo, y aun temo
que tal vez a la muchacha,
como no andemos muy listos.
Le protege doña Clara,
que está muy mal con usted 985
y conmigo. Alguna trama
discurriremos también
para que hermano y hermana
vuelvan a descomponerse,
porque si esta remilgada 990
no salta luego de aquí,
dos bodas nos desbarata.
Ni usted logrará a Pepita,
ni yo seré su madrastra.
MARQUÉS
A propósito, señora, 995
¿lleva usted muy avanzada
su pretensión con el padre?
Él hace ver repugnancia
al matrimonio. ¿Y qué importa?
Redoble usted sus instancias. 1000
No es joven, pero el carácter
es dulce. No para en casa.
En fin, será un buen marido.
Y luego son tan escasas
las bodas ricas...
D.ª AMBROSIA
En eso
1005
estoy. La ocasión es calva,
y ya sobre la materia
le he dado alguna puntada.
Pero aún más le estrecharé
hoy.
MARQUÉS
Sí, con toda eficacia,
1010
mi adorable protectora;
y mientras usted ataca
al padre, yo con la hija...
D.ª AMBROSIA
¡Chito! Que ya está en campaña
don Eugenio. Aquí entra el golpe. 1015
MARQUÉS
Pues, amiga, ¡alerta! ¡Al arma!
Este plan, este complot
es nervio de nuestra alianza.


Escena VIII

 

El MARQUÉS, D. EUGENIO; D.ª AMBROSIA, leyendo el papel de los versos.

 
D. EUGENIO
Señor marqués, bienvenido.
MARQUÉS
Servitor.
D.ª AMBROSIA
¿Y la comparsa?
1020
¡Usted separarse de ella!
Pero ya. Lo que allá falta
es lo que usted busca aquí.
D. EUGENIO
No, señora. Esto buscaba.

 (Toma el quitasol que dejó sobre una silla, y hace ademán de irse.)  

D.ª AMBROSIA
¿Ese quitasol?
D. EUGENIO
Le pide
1025
mi señora doña Clara.
D.ª AMBROSIA
Don Eugenio, ¿tan de prisa?
Quiero, antes que usted se vaya,
que lea y juzgue estos versos.

 (Se los entrega.)  

Son de un nuevo autor que calla 1030
su nombre. Con libertad
diga usted. Esa elegancia
no es muy común.
D. EUGENIO

 (Después de haber leído.)  

Antes pienso
que en nuestros tiempos no es rara.
¡Como esto se escribe tanto! 1035
¡Triste lengua castellana!
¡Qué transportes remarcables!
¡Y qué resortes del alma!
MARQUÉS

 (Riéndose.) 

¡Ah! ¡Miserables puristas!
¿Y han de ser los que no viajan 1040
conocedores en lenguas?
¡Qué absurdidad!
D. EUGENIO
Las extrañas
aprenden viajando algunos
razonablemente, y gracias;
pero después a viciar 1045
la suya nadie les gana.
MARQUÉS
Ni tampoco a enriquecerla.
D. EUGENIO
Según. Porque hay abundancia
que es superfluidad y vicio.
 

(D.ª AMBROSIA introduce al descuido la carta en el bolsillo de la casaca de D. EUGENIO, mientras éste disputa con el MARQUÉS.)

 
MARQUÉS
¡Cómo! ¡Sin salir de España 1050
se atreven a razonar!
D. EUGENIO
Es muy poco lo que gana
en viajar el que no lleva
la instrucción anticipada,
y enseña el ver muchos libros 1055
más que el ver muchas posadas.
MARQUÉS
¡Y sostendrán que no es éste
el taller de la ignorancia!
D. EUGENIO
Aborrezco las disputas;
y más, siendo de esta casta. 1060

 (Volviendo el papel a D.ª AMBROSIA.) 

Usted me dé su licencia;
que en semejantes demandas
del que más habla es el triunfo,
y la razón del que calla.

 (Vase.) 

MARQUÉS
Aquí el sentido común 1065
y el gusto van a la diabla.
Después de darse los aires
de mi rival, ¡así ultraja
a personas de mi rango!
Ya nos veremos.
D.ª AMBROSIA
Cachaza,
1070
marqués. Sosiéguese usted,
y al negocio. La artimaña
salió muy bien. Cuando él vea
lo que contiene la carta,
y don Gonzalo reciba 1075
la otra que aquí le traigan
confirmando el mismo aviso
de que están de mala data
en Cataluña las cosas
de la fábrica, ya se arma 1080
una buena tremolina.
No le arriendo la ganancia
al don Eugenio. Si entrando
los dos en desconfianza,
riñeran...
MARQUÉS
Lo creo bien.
1085
Nada mejor.
D.ª AMBROSIA
Y quedaba
por nuestro el campo en logrando
desquiciar a doña Clara.
MARQUÉS
¡Ah! No existe una mujer
más secatora, montada 1090
a la antigua, misántropa
y sin una idea exacta
del buen tono y del gran mundo.
Es muy probable que nazca
de sus funestos consejos 1095
la mutación tan extraña
que encuentro en la señorita.
Procuraré de calmarla;
porque al fin, dejando aparte
que me agrada la elegancia 1100
de su figura, es partido
excelente, me entusiasma.
Y aunque veo que en el fondo
ella está mal educada,
el dote no es bagatela. 1105
Cuento sobre él, y tomadas
tengo todas mis medidas
para llevármela a Italia.
Allí se vive, señora...
D.ª AMBROSIA
Ya viene.


Escena IX

 

D.ª AMBROSIA, el MARQUÉS, D.ª PEPITA, que sale por la puerta del frente; y después el TÍO PEDRO.

 
D.ª AMBROSIA
¡Qué cabizbaja!
1110
¡Qué suspensa! ¿Y Jazminito?
D.ª PEPITA

 (Sentándose.) 

He mandado ya que parta
Bartolo a Madrid por él.
D.ª AMBROSIA
Estarás tranquilizada
con eso, y harás más caso 1115
del marqués.
MARQUÉS
Usted pensaba
en un pequeño animal
más que en su amante. Trocara
mi situación por la suya.
D.ª AMBROSIA
Perdónale ya su falta. 1120
D.ª PEPITA

 (Risueña.)  

Vaya, a trueque de no oír
lástimas... por perdonada.
MARQUÉS
¡Qué delicia! Estas bondades
sobrepasan mi esperanza.
Permita usted que a esos pies 1125

 (Arrodíllase.)  

yo me prosterne, me abata,
me confunda. ¡Ah, qué sonrisa
tan insinuante!
TÍO PEDRO

 (Saliendo de repente, y quedándose suspenso al ver al MARQUÉS.) 

¡Naranjas!
¡Con qué devoción está!
 

(La señorita y el MARQUÉS, sin atender al recado que da el TÍO PEDRO, continúan hablándose en secreto.)

 
TÍO PEDRO
Señora...
D.ª AMBROSIA
¿De qué se trata?
1130
TÍO PEDRO
Un reca[d]o...
D.ª AMBROSIA
No es ahora
tiempo.
TÍO PEDRO
Es que el perrito...
D.ª AMBROSIA
Nada.
TÍO PEDRO
Parece ser, según dice
el lacayo...
D.ª AMBROSIA
¡Qué matraca!
TÍO PEDRO
Oiga su mercé.
D.ª AMBROSIA
Dejarlo.
1135
TÍO PEDRO
Que es excusa[d]o que vaya
Bartolo por él...
D.ª PEPITA
¿Qué ha dicho?
D.ª AMBROSIA
Tontunas. Tío Pedro, basta.
TÍO PEDRO
Pues, volviendo a lo del chucho,
diz que hoy a la madruga[d]a... 1140
D.ª AMBROSIA
¡Dale!
TÍO PEDRO
Dejaron la puerta
abierta, y se jue de casa.
D.ª PEPITA
¡Ay, querido mío!
MARQUÉS
¡Amable
belleza!
D.ª PEPITA
¡Prenda de mi alma!
¡Qué hermosos ojos!
MARQUÉS
Favor
1145
que no merezco.
D.ª PEPITA
¡Qué cara!
MARQUÉS
Ella y todo es de Pepita.
D.ª PEPITA
¡Tan vivo, con tanta gracia!
MARQUÉS
¡Ah! Me sonrojo...
D.ª PEPITA
¡Y qué fino!
MARQUÉS
Fino sí soy.
D.ª PEPITA
¡Y unas lanas
1150
como la seda, una cola
tan larga, tan enroscada!
MARQUÉS
¡Cómo! ¿Quién? ¿Jazmín? ¡Ah! Sí.
Yo pensé que usted hablaba
conmigo...
D.ª PEPITA

 (Levantándose irritada.) 

Con el demonio
1155
hablaré, ¡voto a la trampa!
Le haré poner en el Diario
dos veces cada semana.
D.ª AMBROSIA
Aquietarse, que tu tía
vuelve hacia aquí, acompañada 1160
de toda la gente seria.
D.ª PEPITA
Pero, amiga, aquella mancha
rubia que tenía en medio
del lomo...
D.ª AMBROSIA
Pepita, calla.


Escena X

 

Los mismos y D.ª CLARA con quitasol, D. GONZALO, D. EUGENIO y D. BASILIO.

 
D. GONZALO
Llegó usted por fin, marqués. 1165
 

(El MARQUÉS hace, sin hablar, dos o tres cortesías afectadas.)

 
D. GONZALO
Vamos adentro a la sala,
que el almuerzo está esperando.
TÍO PEDRO
Y se enfriarán las magras.

 (Vase.) 

D. GONZALO
Pepa, ven.
D.ª PEPITA
Estoy ahora
de mal humor. Si probara 1170
bocado, se me volviera
veneno.
D. GONZALO
Pero, muchacha...
D.ª PEPITA
¿Ustedes se han paseado?
Pues ahora me da gana
de pasearme también. 1175
D.ª CLARA
Para llevar la contraria.
D.ª PEPITA
Y para estar sin fiscales;
que cuando tengo mis rabias,
me las paso yo solita
(muy buen provecho me haga), 1180
sin incomodar a nadie
con respingos ni alharacas.
Y sobre todo, ¿me explico?,
a quien ponga mala cara,
otra peor; que quien debe 1185
y paga, no debe nada.

 (Vase.) 

D.ª CLARA
¿Lo ves, Gonzalo?
D. GONZALO
¿Y a mí
qué me dices? Vaya, hermana,
marqués, doña Ambrosia, entremos.
MARQUÉS
¡Ah, señor! ¡Que yo privara 1190
a usted jamás del derecho
de dar el brazo a esta dama!
Adelante, alón.
 

(D.ª AMBROSIA se va por la puerta del frente con D. GONZALO, dándola éste el brazo.)

 
MARQUÉS
¿No viene
mi señora doña Clara?
D.ª CLARA
Entre usted, que ya seguimos. 1195
MARQUÉS

 (Encogiéndose de hombros, y haciendo una reverencia.)  

San fason. Esta antigualla
de la etiqueta es inútil.

 (Vase.) 

D.ª CLARA
Y si lo es, ¿para qué usarla?
Don Eugenio, mi sobrina
confirma su extravagancia 1200
cada vez más.
D. EUGENIO
Con todo eso,
no me parece tan ardua
la empresa de corregirla.
Su afecto de usted le engaña.
El tiempo dirá: veremos 1205
cuán poco fruto se saca.
Yo estimo a usted por su juicio,
por su honradez consumada;
y estoy previendo el sensible
desaire que le amenaza. 1210
D. BASILIO
Lidiamos, amigo mío,
con una gente muy rara.
Novio, un marqués que en dos meses
logra aquí tal confianza,
sin más motivo que haber 1215
bailado dos contradanzas
con la chica no sé dónde,
y ofrecerle ella la casa.
Protectora, una vecina
imprudente, casquivana, 1220
que fomenta los caprichos
de esta niña malcriada.
Testigo de todo, un padre
que nunca se inquieta, vayan
como vayan los negocios. 1225
Por una parte, declara
que la Pepita será
de usted, como la persuada;
por otra, que ella prefiere
al marqués, que violentarla 1230
la voluntad no es posible,
y que él dio ya su palabra.
Luego ha dicho que las cosas
están tan adelantadas,
que ya doña Ambrosia cuida 1235
de la elección de las galas
para la boda. Y lo bueno
es que el tal marqués se encarga
del aderezo, diciendo
que le hace venir de Francia, 1240
y le introduce por alto.
Yo me temo alguna maula,
porque mi hermano soltó
para comprar esta alhaja
diez mil pesos; y aunque dice 1245
el marqués que está girada
la letra a París, ¿quién sabe
si tal vez...? Con verlo basta.
D.ª CLARA
¿Y para venir a ser
testigo de una desgracia, 1250
ha querido usted sacarme
de mi retiro? ¿No estaba
mejor lejos de un hermano
incapaz de remediarla?
Le exhortaré nuevamente 1255
para que se apuren cuantas
diligencias penden ya
de mi influjo. Saldrán vanas;
pero a lo menos me empeño
en quedar acreditada 1260
con usted de buena amiga,
y con él de buena hermana.
D. BASILIO
Yo ayudaré por mi parte.
Mas ya adentro nos aguardan.
Vamos.
D. EUGENIO
No me desalientan
1265
las disposiciones dadas
por don Gonzalo. Me estima,
y puede aún revocarlas.
D.ª CLARA
¿Y el marqués?
D. EUGENIO
Le falta seso,
y podrá perder la gracia 1270
de hija y padre.
D. BASILIO
¿Y doña Ambrosia?
D. EUGENIO
Por lo mismo que ya manda
demasiado, es muy posible
que llegue a no mandar nada.
D.ª CLARA
Pues ¿qué falta para el logro 1275
de tan buenas esperanzas?
D. EUGENIO
Que tenga yo tal industria,
tan persuasivas palabras,
que muestre a la señorita
los vicios de su crianza 1280
y la pruebe que llevando
siempre la razón por pauta,
quien los detesta de veras,
de veras los desarraiga.



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