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La «Tercera parte de las comedias de Lope de Vega Carpio y otros autores», falsificación sevillana

Jaime Moll


Biblioteca de la Real Academia Española



Dentro de los numerosísimos problemas bibliográficos que plantean las partes de comedias de Lope de Vega, la Tercera parte se nos presenta con una doble problemática: su pertenencia a la serie y la localización de su primera edición. Lo segundo va a ser el objeto de este trabajo, pues no creemos necesario insistir en que, a pesar de incluir comedias de otros autores, dicha parte está integrada en la serie de tomos de comedias de Lope. El éxito comercial de las dos primeras partes y del nombre de Lope de Vega impulsó a los editores a proseguir la serie, aunque no dispusiesen de suficientes comedias del mismo. Tal es también el caso de la Flor de las comedias de España, de diferentes autores, Quinta parte, de Alcalá, 16151. Cuando Lope asumió la preparación de la edición de sus comedias, después del pleito fallido con Francisco de Ávila sobre las partes VII y VIII2, aceptó -y con él sus editores- continuar la serie ya iniciada y explotar en su beneficio el éxito.

La Barrera3 fue el primero en señalar la existencia de la edición barcelonesa de 1812 -que encontró en 1841 en la Biblioteca Nacional, de la que dedujo que «la original debió de hacerse en Valencia, año de 1611 o 1612», frente a las conjeturas de Schack y Münch Bellinghausen de que existía una edición perdida de Sevilla, según se desprendía de la censura que figura en la coedición de 1614, de Sebastián de Cormellas y Juan de Bonilla. Salvá4 señala esto último, pero acepta la demostración dada por La Barrera de la existencia de una perdida edición valenciana. Primera edición valenciana de 1611 (?), seguida de la barcelonesa de 1612 la madrileña de 1618, la sevillana de 1618 (?) y de nuevo una edición impresa también por Cormellas, en Barcelona, en 1614, son las ediciones que se han venido aceptando hasta la fecha por los copistas y otros estudiosos de nuestro teatro5.

Curioso es el caso del ejemplar de la Biblioteca Nacional, descubierto por La Barrera en 1841. En la edición inglesa de The life of Lope de Vega, publicada en 1904, H. A. Rennert señala su desaparición de la B. N.6. Lo mismo figura en la versión castellana, traducida y añadida por Américo Castro, publicada en Madrid, en 19197. Dicha desaparición ha sido aceptada hasta nuestros días por todos los investigadores que han tenido necesidad de usar dicho ejemplar, suplido desde 1927 por el conservado en la Biblioteca Vaticana, dado a conocer por Restori8. Sin embargo, Américo Castro añadió a su ampliada, traducción un resumen de la bibliografía de obras dramáticas de Lope del propio Rennert9, donde «se añaden entre [...] las signaturas de la Biblioteca Nacional de Madrid». En la página 44610, al dar noticia de la Tercera parte, figura después de la edición de Barcelona, 1612, la signatura E. 14098, que tenía en 1919 y conserva en la actualidad11. Un descuido del gran Américo Castro al no corregir la frase de Bennert sobre la desaparición de dicho ejemplar y la poca curiosidad de los investigadores en ojear los libros que manejan ha hecho que se considerase perdido durante medio siglo un volumen que no se movió de la Biblioteca Nacional. Es probable que a finales del siglo pasado o principios de éste, con motivo del traslado de la Biblioteca a su actual edificio, del que se derivó un cambio de signaturas, no se pudiese localizar. Pero desde 1919 la signatura ha figurado impresa en una obra leída por todos los lopistas.

Al ver por vez primera el ejemplar de la edición de Barcelona, 1812, nuestra impresión subjetiva fue de que no era posible que hubiese salido la edición de las prensas de Sebastián de Cormellas. La diferencia de calidad que tenía en relación con las impresiones de Cormellas era demasiado grande para atribuirle esta edición. A ello hay que añadir el hecho de que en la censura de la edición barcelonesa de 1814 se haga constar que las comedias fueron impresas en Sevilla. Un análisis interno y externo de la edición de 1612 demuestra sin lugar a dudas que dicha edición es una falsificación hecha en Sevilla en dicho año, reeditada en 1618 en Madrid y al año siguiente en Barcelona, esta vez impresa por Sebastián de Cormellas.

La mala calidad del papel, la estructura y mala redacción de la portada, el tamaño más pequeño de la caja ya predisponen a no aceptarlo como obra de Cormellas. Pero podrían ser considerados aspectos subjetivos. El estudio y análisis de otros elementos aportarán conclusiones más objetivas.

El libro está dedicado a «Don Luys Ferrer y Cardona, del Abito de Sanctiago, Coadjutor en el oficio de Portantvezes de General Gouernador desta Ciudad, y Reyno, y señor de la Baronía de Sot». Que se dedique el libro a un caballero y literato valenciano a quien ya se le había dedicado en 1808 -tres años antes, si se supone que es de 1611 la perdida edición de Valencia- la colección Doze comedias famosas de quatro poetas naturales de la insigne y coronada ciudad de Valencia no es cosa anormal. Pero la anormalidad surge cuando la dedicatoria es la misma, sólo que acortada. Aurelio Mey dedicó las Doze comedias con una serie de tercetos. Firmada por el mismo Aurelio Mey se repite en la Tercera parte la dedicatoria, suprimiendo siete tercetos. Dos hojas constituyen los preliminares y no había espacio para la dedicatoria completa. El pie de imprenta es el mismo que figura en la edición barcelonesa de las Doze comedias, de 1609, reduciendo Gotart a Gotar12. Falta la marca del impresor y editor que figura en la edición barcelonesa de las citadas Doze comedias13, sustituida por un adorno a base de piezas tipográficas, quizá queriendo imitar muy burdamente alguna de las marcas tipográficas de Cormellas con el corazón mellado14.

Analicemos los preliminares. Toda obra impresa en Barcelona precisaba de la licencia del ordinario de su diócesis, que encargan su censura previa. Cuando no se solicitaba privilegio de edición acostumbraba a ser suficiente la licencia eclesiástica, aunque a veces -legalmente debía ser siempre- figuraba también la licencia del virrey, el cual hacía censurar de nuevo la obra. Si se solicitaba el privilegio para el Principado de Cataluña era el virrey, en nombre del rey, el que lo otorgaba, después de haber sido aprobada la obra por la persona que designaba. Si una obra había ya sido editada en los reinos de Castilla, en alguno de los otros reinos de la Corona de Aragón o en el reino de Navarra era muy frecuente repetir las aprobaciones -a veces, incluso las licencias, pero no el privilegio- que figuraban en la edición primitiva, con lo que se avalaba la calidad de la obra y se facilitaba su difusión en los otros reinos. Es interesante notar que muchas impresiones de Cormellas -y otros editores de la Corona de Aragón- reproducen la certificación de la tasa fijada por el Consejo de Castilla, aunque suprimiendo el número de pliegos y el precio total si no hay coincidencia de pliegos entre la edición copiada y la nueva. La reproducción de las aprobaciones ordenadas por el Consejo de Castilla y de su tasa obedecía a facilitar la libre circulación de estas ediciones por los reinos de Castilla, ya que estaba prohibida la importación de obras impresas fuera de los mismos sin que fuesen previamente censurados y tasados por el citado Consejo.

La Tercera parte de comedias de Lope, de Barcelona, 1612, carece de la censura encargada por el ordinario de la diócesis y de la licencia del mismo, que figuran siempre en las obras impresas por Sebastián de Cormellas. Únicamente figura una aprobación del cronista valenciano Gaspar Escolano, por mandato del arzobispo de Valencia, el patriarca Juan de Ribera. Esta aprobación es copia de la que figura en la edición barcelonesa de las Doze comedias, con una variante sin importancia y cambiando sólo el título de la obra y el año -no el mes ni el día- de la aprobación original15. Los falsificadores desconocían que el 6 de enero de 1811 había fallecido el patriarca Juan de Ribera16 y que las censuras y aprobaciones eran encomendadas por el vicario general de la archidiócesis, «sede vacante», como figura en los libros valencianos impresos entre la muerte del citado patriarca y la entrada de su sucesor, fray Isidoro Aliaga, en 161217.

Los anteriores hechos prueban que los editores tomaron como base para su falsificación de la portada y preliminares un ejemplar de las Doze comedias, impreso por Cormellas en 1609. La persona a quien dedicaron la obra, el nombre del impresor barcelonés y del librero zaragozano, la aprobación -con los cambios señalados- y le dedicatoria de Aurelio Mey -eliminando los tercetos 5, 9, 18, 14, 15, 18 y 19- fueron tomados de la obra citada.

¿Dónde se hizo la falsificación? En muchas ocasiones es imposible localizar el lugar y la imprenta de las ediciones falsificadas y contrahechas del siglo XVII. En este caso, un remate, que se repite varias veces al final de acto o de comedia si sobraba espacio en la página, permite con seguridad atribuir la falsificación a la imprenta sevillana de Gabriel Ramos Bejarano.

Impresor en Córdoba desde 1585, Gabriel Ramos Bejarano trasladó en 1609 su imprenta a Sevilla, donde debió fallecer en 1623 o 1624. Durante su etapa sevillana hizo una fugaz aparición en Córdoba, en 1620, para imprimir unos Discursos para todos los Evangelios, de Gaspar López Serrano18. En varias de sus impresiones figura un remate decorativo con las iniciales G. R. B., a manera de marca de impresor19. Es el mismo remate usado reiteradamente en la Tercera parte20.

La edición falsificada se hizo en el año 1612, lo que además reafirma su atribución a la imprenta de Gabriel Ramos Bejarano, y no es el caso -frecuente- de aprovechamiento posterior de antiguas tacos. Un año después, el librero Miguel Martínez la reedita en Madrid, imprimiéndose en casa de Miguel Serrano de Vargas. La licencia -no el privilegio- por una vez y la tasa figuran solicitadas por el también librero Alonso Pérez, padre de Juan Pérez de Montalbán, mientras que la certificación de concordancia, con el original presentado y aprobado por el Consejo, indica que fue impreso por -debía decir para- Miguel Martínez21. Son muchos los casos de edición de un libro por un editor, en tanto que las licencias han sido obtenidas por otro. Cabe la posibilidad de una coedición declarada, en cuyo caso hay dualidad de portadas, una para los ejemplares financiados por cada editor. También hay casos de cesión de la licencia de otro librero-editor. Hasta el momento, todos los ejemplares vistos figuran a costa de Miguel Martínez, con lo que parece más verosímil la última alternativa.

La edición de Miguel Martínez está basada en la sevillana de 1612, pero impresa con una dignidad muchísimo mayor. En la portada figura un medallón con un busto romano coronado de laurel. El mismo taco ya fue usado en 1579 en la impresión que hizo Francisco Sánchez de la traducción castellana de las obras de Ausias March. En gran parte se copió a página y renglón la edición sevillana, y, como en ésta, las comedias están preparadas para venderse desglosadas como sueltas, excepto las dos primeras, que en ambas ediciones figuran unidas.

En 1614, Miguel Martínez editó Doze comedias famosas, de quatro poetas naturales de la insigne y coronada ciudad de Valencia, eliminando el nombre de Luis Ferrer y Cardona y la dedicatoria en tercetos de Aurelio Mey que figuraba en la edición original de Valencia, pero que ya había impreso en su edición de la Tercera parte. Sin dedicatoria, en los preliminares figuran sólo el índice y los textos obligados.

La tercera edición de la Tercera parte fue realmente impresa en Barcelona, en 1614, por Sebastián de Cormellas en coedición con el librero de Zaragoza Juan de Bonilla22. Cormellas se basó en un ejemplar de la edición sevillana, conservando la dedicación a Luis Ferrer y Cardona, pero suprimiendo la dedicatoria en tercetos de Aurelio Mey, que ya figuraba en su edición de 1609 de las Doze comedias. Mientras en esta obra copia la aprobación y licencia valencianas junto con las barcelonesas, en la Parte tercera sólo da la aprobación y licencia de la diócesis barcelonesa. Cormellas sabía que la edición fraudulenta a él atribuida era sevillana y pudo ver cómo se había falsificado la aprobación. Su conocimiento de la falsificación no lo denuncia en ningún prólogo o nota preliminar. Figura sólo en la aprobación de fray Alberto Soldevila de «la tercera Parte de las Comedias de Lope de Vega y otros Autores, con sus loas y entremeses, impressas en Seuilla». Esta edición no es desglosable en comedias sueltas, como lo son todas las impresiones de Cormellas de las partes de Lope de Vega, con la excepción de la cuarta, del mismo año 1614.

Falsificación impresa en Sevilla23, el contenido de la Tercera parte ha de estudiarse como colección de comedias recopiladas es dicha ciudad. ¿Quién fue el autor de la selección? Frente al conocimiento que tenemos de los recopiladores de las demás partes anteriores a la novena24 en que Lope de Vega inició su edición, la Tercera parte mantiene hasta ahora su anonimato.





 
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