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Acto III


Escena I

 

BASILIO. CAMILO.

 
 

En esta escena y las siguientes se verá a SANCHO durmiendo a alguna distancia.

 
 

CORO de doncellas galanamente vestidas, que vayan saliendo con algún baile sencillo hasta dividirse en dos bandas.

 
CORO I
Ven, Amor poderoso,
y une en firme lazada
la bella desposada
con el feliz esposo.
CORO II
Corónalos de flores, 5
y el beso delicado
dales, en que has cifrado
tus más tiernos favores.
CORO I
Ven, y dale al amante,
dale su dulce esposa. 10
CORO II
Dale a Quiteria hermosa
su mayoral constante.
CORO I
Dale su dulce esposa.
CORO II
Ven, y dale al amante.
AMBOS COROS
Dale a Quiteria hermosa. 15
 

(BASILIO y CAMILO irán saliendo por el lado opuesto mientras pasa el CORO.)

 
BASILIO
Dale a Basilio mísero la muerte
con ese triste canto,
luto a su pecho, y a sus ojos llanto.
Camilo, yo no puedo,
no puedo sufrir más. Déjame, amigo, 20
el placer doloroso
de turbar su alegría
¡ay! con la muerte mía.
Ni me envidies cruel este consuelo,
que solo a mi dolor concede el Cielo. 25
¡Oh Quiteria traidora!
¡Quiteria engañadora!
¡Más venenosa que áspero torbisco
para este mal hadado!
CAMILO
Excesos tales
modera si no intentas 30
tu ventura perder.
BASILIO
¿Puede la fuente
suspender su corriente?
¿Su lumbre el Sol? ¿Su ligereza el viento?
¡Oh! ¡Con cuanto contento,
en este mismo sitio yo la hablaba 35
en días más serenos y felices!
Aquí me recibía cariñosa:
aquí, Camilo mío me juraba
su fementido amor, aquí a los cielos
en mis justos recelos 40
con promesa alevosa
por testigos traía:
aquí dijo mil veces que era mía.
CAMILO
Y lo será si en vez de lamentarte
procuras ayudarla, 45
y de temor y esclavitud sacarla.
BASILIO
¿Como? ¿Di?...
CAMILO
Si la vieras
entre enemigos fieros,
que con sangrientos dardos amagasen
su delicado pecho, ¿di?, ¿temieras 50
acometer por las agudas puntas
a darle libertad?
BASILIO
¡Qué me preguntas!
Por ellas tan furioso me metiera,
cual la tigre ligera
lanzarse suele al cazador que osado 55
sus hijos le ha robado.
CAMILO
Pues Camacho y Bernardo
los enemigos son que lidiar debes,
si a rescatar te atreves
a Quiteria infelice 60
de entre sus manos fieras.
BASILIO

 (Queriendo partir con ímpetu.)  

Corre, corre, ¿qué esperas,
venturoso Basilio?...
CAMILO

 (Deteniéndole.)  

No la furia
nos debe dar, sino la industria sola,
zagal, el vencimiento. 65
Quiteria es cual rapaza, y cual doncella
tímida y vergonzosa; la porfía
de Camacho, y el duro mandamiento
del severo Bernardo al fin vencella
importunos lograron: 70
mas en su pecho el fuego no apagaron.
No, Basilio feliz, ella te quiere
mucho más hora que jamás te quiso,
y por darte la mano ciega muere.
BASILIO
¡Ay! ¡Conozco el ardid! Tú mis dolores 75
intentas halagar con tan suaves
lisonjeras palabras.
CAMILO
¿Pues no sabes
que la mujer por condición precisa
ama lo que le vedan,
sigue tenaz su antojo, 80
huye del que la sigue con enojo,
y a aquel que huyendo va, sigue importuna?
BASILIO
Fueme siempre contraria la fortuna.
CAMILO
Si tan tierna, y tan firme no te amase,
solo por la porfía 85
de Camacho Quiteria te amaría.
BASILIO
No, Camilo cortés, mi suerte escasa
no es digna de su fe, ni mi pobreza
me da esperar que de su grado deje.
Al felice Camacho y su riqueza 90
por el triste Basilio.
Conozco bien lo duro de mis hados:
por demás te fatigas; mis cuidados
solo habrán fin cuando Basilio muera.
Contino suena en mi doliente oído 95
una voz infelice,
que en lúgubre gemido
muere, muere me dice.
Sombra fue mi esperanza y mi ventura:
pasó mi amor, pasó el abril lozano; 100
y el diciembre inhumano
vino de mi amargura.
Amar sin esperar es mi destino,
y sellar este amor con muerte dura.
CAMILO
¡Qué ciego desatino! 105
No mereces la dicha que te espera
por ese vergonzoso abatimiento,
que el amante cobarde jamás hubo
ni premio, ni favor. En un momento
Quiteria va a llegar, ella te quiere; 110
insta, ruega, importuna,
llora, suspira, y cuanto más temiere,
sé tú más esforzado,
que tú serás dichoso.
BASILIO
¡Ay! ¡Deme Amor un corazón osado! 115


Escena II

 

BASILIO. CAMILO. QUITERIA. PETRONILA.

 
 

Las dos hermanas hablan al un extremo sin ver a BASILIO y CAMILO. PETRONILA saca de la mano a QUITERIA que la sigue con timidez.

 
QUITERIA
No, no puedo; no puedo, Petronila,
su vista soportar: déjame, hermana,
llorar triste, y a solas mi amargura.
PETRONILA

 (Sacándola.)  

Ven, y nada receles...
QUITERIA

 (Resistiéndose.)  

Su ternura
será mi confusión.
PETRONILA
Será alegría
120
para ti, para él triste,
que impaciente te espera.
QUITERIA
No puedo, no: mi pecho lo resiste.
CAMILO

 (Viéndolas.)  

Llega, hermosa Quiteria, y no severa
huyas de quien te adora. 125
BASILIO

 (Viendo a QUITERIA.)  

¡Ay Quiteria!
QUITERIA

 (Viéndole a BASILIO.)  

¡Ay Basilio!
CAMILO
Dejémoslos a solas, Petronila,
quejarse en libertad; y de ese lado
tú vela, que este queda a mi cuidado.
 

(Pónense de los dos extremos de manera que apenas se descubran.)

 


Escena III

 

BASILIO. QUITERIA.

 
 

Estarán los amantes algún breve tiempo sin hablarse, y como sorprendidos.

 
BASILIO
Quiteria infiel, un día 130
consuelo, y alegría
del mísero Basilio, hora tormento.
Un tiempo vida, hoy muerte.
QUITERIA
¡Ay mal aventurada!
BASILIO
¿Está contento
tu corazón cruel? ¿Tienes más penas, 135
más agudas espinas, más rigores
para este siervo mísero y paciente,
que de la edad más tierna a ti obediente
amarte es su pecado?
QUITERIA
¡Ay zagal! ¡Cuán errado 140
juzgas de tu Quiteria!
BASILIO
¡Cabe, ¡cuitado yo! mayor miseria!
¡Cabe más amargura!
¡Oh zagala mudable,
tanto a los ojos bella y agradable, 145
cuanto cruel y dura!
¿Qué te hizo tu Basilio? ¿Qué en su triste
pecho en tu ofensa ¡ay enemiga, viste?
¿Es este el galardón, el premio es este
que dispuesto le habías? 150
¿Es esta infiel la fe que le debías?
¿Y esto pudo esperar de tu fineza?
¡Oh no vista crudeza!
Yo mismo a la serpiente ponzoñosa,
que ahora me envenena, abrí mi pecho. 155
A una paloma mansa y simplecilla
di nido, y se ha tornado
águila sanguinosa,
que el tierno corazón me ha devorado.
QUITERIA
No con agravios tales 160
culpes una infeliz: tú mismo, aleve,
tú eres la causa de tan crudos males:
tú de las penas, sí; del pecho mío:
tú de este ciego llanto,
que en vano, en vano detener porfío. 165
¡Cuitada! ¡Quién creyera
que Basilio ultrajarme así pudiera!
BASILIO
¡Y quién imaginara
que Quiteria a Basilio abandonara!
QUITERIA
Yo no te abandoné: tú ciego y loco, 170
ciego de furia, y loco de recelos,
cobarde huiste cuando
menos huir debieras,
a mí triste dejando
sola y desamparada en ansias fieras. 175
¿Yo mísera que haría?
¿A quién me volvería?
¿Con quién pude llorar, o aconsejarme?
¿Con quién huir los ruegos y amenazas
que contino sufría? 180
¿Con qué ejemplo alentarme?
Gemir fue mi destino, cual viuda
tórtola solitaria a quien el hado
robó su dueño amado.
Pero gemir sin fruto. ¡Aleve! ¡Aleve! 185
¡Qué poco a tu fineza mi amor debe!...
¡Tú me dejaste, y mi constancia acusas!...
¡Oh Basilio! ¡Basilio! Tu partida
a ti eternos dolores,
y a esta infelice costará la vida. 190
BASILIO
¡Ay me! De ti por pobre desdeñado,
trocados en olvido los favores,
Camacho preferido,
yo de celos y angustias consumido,
en tan acerba suerte 195
otro medio no hallé sino la muerte.
QUITERIA
Debieras esperar, y dar ayuda
a esta triste, que nada
a tu lado temiera,
ni en tamañas desdichas hoy se viera. 200
BASILIO
No, ingrata, yo partía
despechado a morir; mas no quería
darte el bárbaro triunfo
de acabar tus ojos.
Un lazo, el hierro, un precipicio horrendo, 205
las bocas sanguinosas
de los lobos voraces,
eran fácil camino
para mi dulce fin, y ya en mi furia
intentado le hubiera... 210
QUITERIA
¡Ay infeliz!
BASILIO
Si con mejor destino
no me inspirara el Cielo, que ahora torne
a turbar la alegría
de este horroroso día
con mi mísera muerte. Ante tus ojos, 215
me verás acabar en el momento,
de tus infieles bodas.
Mi imagen lamentable
turbará tu contento:
te inquietará, traerate al pensamiento 220
tu dura ingratitud: jamás esperes,
gozar de los placeres
sin este amargo, que de noche y día
te ha de aquejar ¡ay enemiga mía!
QUITERIA
¡Ah! ¡Qué dices, cuitado! 225
¡Tú, mi dulce Basilio!
¡Tú acabar despechado!
¡Tú perder esa vida más preciosa
a la infeliz Quiteria,
que su inocente hijuelo 230
a cordera amorosa!
En aquel punto el Cielo
cerrará para siempre estos mis ojos.
Yo, yo soy la culpada,
muera yo triste, y cesen tus enojos. 235
BASILIO
No, mi bien, no: Basilio morir debe,
pues te pierde, y perdida
le es por demás la vida.
QUITERIA
¡Tú morir!... Vive, vive,
vive, Basilio, y sea 240
tuya esta sin ventura, pues lo quieres.
BASILIO

 (Como fuera de sí.) 

¿Qué dices? ¿Qué palabra
pronunciaste? ¿Es posible
que de mí te apiades?...
QUITERIA
¡Oh terrible
extremidad! No puedo, 245
no puedo más. Basilio, alienta, alienta,
¡ay! Duélete de mí, y alienta, amado.
Mi corazón es tuyo,
dispón dél a tu grado:
tu corazón es mío, 250
de su verdad y su fineza fío.
Tuya soy; busca modo
como esto pueda ser sin que yo falte
al paternal respeto,
ni a la ley del recato. 255
¡Bárbara ley!...
BASILIO
¡Oh! pueda,
pueda el feliz Basilio
gozar tanta ventura,
mostrarte su ternura,
adorarte, servirte! ¿Sueño? ¿Sueño? 260
¿O es verdad, vida mía,
tal bien, tanta alegría?
SANCHO

 (Despertando, y movido de su natural curiosidad.)  

¡Qué es esto, requebrándose Quiteria
con un zagal a solas!...
¿Cuánto va que es Basilio? 265
Bueno, bueno, ¿no asamos,
Quiteria, y ya empringamos?

 (Haciendo en la boca una señal de silencio.)  

Mas callar, que a hablar tornan.
QUITERIA
¡Ay Basilio! Imagina
algún término honesto 270
con que pueda alentarse mi esperanza.
¡En qué extremo tan triste se halla puesto
nuestro amor sin ventura!
Mi padre es inflexible:
el tiempo va a acabar: Camacho, apura. 275
¡Ay de mí! No es posible,
no; que medio haber pueda...
¿Pues dividirnos?... De pensarlo muero.
BASILIO
No, dulce bien, primero
Basilio triste perderá la vida 280
que de ti le separen.
Camacho no me asombra; amigos finos
tengo, y determinados.
QUITERIA

 (Con mucho abatimiento.)  

¡Ay! no; fuerzas no quiero.
BASILIO
Amor tiene, zagala, otros caminos. 285
QUITERIA
¡O como nos engaña lisonjero!


Escena IV

 

BASILIO. QUITERIA. CAMILO. PETRONILA.

 
CAMILO
Basilio...
PETRONILA
Hermana mía...
CAMILO
Si más os detenéis, es arriesgado
que alguno os pueda ver.
PETRONILA
Por ti venía,
no sin algún cuidado, 290
preguntando Isabela, y aún me dijo
que padre te buscaba; yo a la fuente
la encaminé sagaz. Vamos, Quiteria,
que por esta vereda fácilmente
llegar podremos antes.
QUITERIA

 (Mirando a BASILIO con ternura.)  

¡Ay Basilio!...
295
BASILIO

 (Con igual expresión.)  

¡Ay Quiteria!... yo temo...
PETRONILA
Vamos, vamos
por aquí...
QUITERIA
¡Oh desgraciada!
BASILIO
¡Oh Basilio infeliz! Quiteria amada,
ten lástima de mí.
QUITERIA
Téngala el Cielo
de esta triste, pues ve mi desconsuelo. 300
 

(Vanse las dos hermanas.)

 


Escena V

 

BASILIO. CAMILO.

 
 

SANCHO hace como que quiere levantarse, y viendo que sigue el diálogo, vuelve a reclinarse, y escuchar.

 
BASILIO

 (Mirándolas y muy afligido.)  

¡Qué amarga división!... Camilo amado,
mi suerte se ha trocado.
Envidia, envidia, amigo, mi alegría,
mi gloria, mi esperanza, mi contento.
Quiteria me ama fiel, Quiteria es mía. 305
Diome victoria Amor. ¡Feliz tormento!
CAMILO
¿Qué me dices? ¿Ser puede?...
BASILIO
Sí, Camilo.
Quiteria me adoraba,
y en mi ausencia lloraba,
y a la dura violencia no pudiendo 310
oponerse, a Camacho... de mi labio
huya este nombre aleve.
Al fin resuelta a resistir se atreve,
y a premiar con su mano mi firmeza.
Yo vi cual mustia rosa su belleza 315
de padecer marchita, y vi sus ojos
en lágrimas bañarse, y casi desmayarse,
y luego rebosar en alegría
al decir que era mía.
CAMILO
¡Oh dichoso Basilio!
BASILIO
Pero ¡triste!
320
¡Triste! ¡Cómo a lograrla llegar puedo!
¡Ah! ¡Mi ventura es poca! Ya la mano
irá a dar a Camacho, su riqueza,
sus amigos, Bernardo... ¡Cuán tirano
el hado me fue siempre! Cede, cede 325
Basilio miserable, a tu destino,
y olvida con morir tal desatino.
CAMILO
¿Cuál es el que te arrastra?
¿Zagal a estás en ti? ¿De tu ventura
tan cerca, y tan cobarde? 330
¿Así de tu Quiteria la ternura
quieres pagar? ¡Oh ciego!...
BASILIO
Camilo, yo lo estoy; no te lo niego...
Pero veo imposible,
que el punto tan terrible 335
término pueda haber para mi dicha.
A hacerse van las bodas:
si Quiteria resiste, ¿cómo puedo
ayudarla? Si cede a su desdicha,
¡ay mi muerte!
CAMILO
A tu lado
340
para todo estaré determinado.
Mas alienta, que aún hallo de remedio
alguna breve luz.
BASILIO
¿Qué feliz medio
puedes hallar, Camilo? Dilo, acaba.
De tu agudeza mis venturas fío: 345
piensa sagaz, discurre... ¿Qué? ¿Te ríes?
¿Tan corto te parece el dolor mío?
CAMILO
El medio es tal que a risa me provoca.
BASILIO
Dilo, y aquieta mi esperanza loca.

 (SANCHO hace que escucha con mayor atención.)  

CAMILO
Una vez, si te acuerdas, 350
a ver las grandes fiestas que se hacían
en la Corte, Basilio, fui curioso.
Y entre mil invenciones los astutos
ciudadanos fingieron un encanto,
que dejara dudoso 355
de ser cierto a cualquiera, y temeroso
por sus invocaciones y conjuros:
tan bien lo remedaban.
Un mágico... Más gente: aquí seguros
 

(Pasarán a lo lejos algunos zagales de la fiesta.)

 
no podremos hablar, ven al vecino 360
bosque, y oirás el caso peregrino
que nos puede valer...
BASILIO
Pues vamos, vamos,
y Amor nos dé la dicha que buscamos.
 

(Vanse.)

 


Escena VI

 

SANCHO.

 
SANCHO

 (Con los ademanes de un villano que despierta.) 

¡Qué bien se lo han charlado! 365
¡Qué engaños! ¡Qué marañas! Si; bien dicen,
que debajo los pies le sale al hombre
cosa donde tropiece. ¡La taimada!
¡Qué pucheros, y qué melificada!
Cierto, mujer hermosa 370
loca, o presuntuosa.

 (Meneando la cabeza.)  

¡Ay Camacho! ¡Camacho! Mucho temo
que la boda en bien pare.
Que Amor todo lo vence:
y diz que es un rapaz ese Cupido 375
artero y atrevido,
que en nada se repara: y el deseo
hace hermoso lo feo.
Mas, Sancho, en todo caso
a Camacho con ello. ¿Soy yo acaso 380
algún escuderillo como quiera?
Y montas, que cantárselo de coro
no sabré bien. Dormíos,
y ingenio no tengáis: reparos fuera,
que ese te quiere bien, que llorar te hace. 385
A Camacho al instante.

 (Empieza a andar muy apresurado y alegre.)  



Escena VII

 

DON QUIJOTE. SANCHO.

 
DON QUIJOTE

 (Llamándole.) 

Sancho, Sancho.
Ven acá, ¿cuando, dime,
aquel día será que a saber llegues,
cómo debe servir un escudero?
¿Quién solo dejará su caballero 390
como tú me has dejado?
¿No hay más, don descuidado,
que olvidarse de mí, comer, y holgarse?
¿Cuándo al fiel Gandalín se vio apartarse
de su señor? Tú estás a mis mercedes, 395
y el trabajo non curas.
SANCHO
¿Soy de bronce?
¿Entre tantos afanes quien hubiera
que la lacería escuderil sufriera,
sin reposar en estos entrevalos?
DON QUIJOTE
Intervalos dirás.
SANCHO
No acabaremos.
400
Digo, que su nobleza, y su señora,
su encantador, y profesión andante,
hacen llevar tamañas desventuras
de grado al caballero.
¿Pero el pobre escudero 405
tiene más que estrecheces y amarguras?
¿Puede no ser ferido? ¿O melecinas
tiene para curarse por ensalmo?
¿Sin comer, ni dormir pasarse puede?
¿Vence lides, gigantes, y vestigios 410
de solo a solo? ¿Reinos, o provincias
de acá para allá gana? ¿Las infantas
se le rinden? ¿Le cuidan las doncellas?
en los altos palacios, ya folgando,
ya sus fechos contando, 415
su señor con los reyes se entretiene;
y él solícito y fiel entre desdichas
de la esperanza sola se mantiene.
Señor, señor, diz al doliente el sano,
habed salud, hermano. 420
DON QUIJOTE
Bien, Sancho el bueno, ponderallo sabes;
y a fe de Don Quijote que de oírte
he gran placer. Mas ven acá, ¿las penas,
y menguas en que vive el caballero,
halas Sancho por dicha un escudero? 425
¿Lidia, acomete empresas desiguales?
¿Suda, se acuita, o vese perseguido
de malos hechiceros sin dar vado
a sus imaginados pensamientos?
¿Encantado se ve? ¿Se ve ferido 430
cual él o en cosas tales
que al andante ejercicio van anejas?

 (Entonado.)  

Sancho, mírame a mí, y a ti te mira,
si es que tal vez te quejas,
yo sudo, y tú reposas: 435
tú duermes, y yo velo:
mi espada vence, y los despojos ganas.
¿De qué encuentro, o peligro, me recelo,
por espantable, o desigual que sea?
El escudero sirva, y acompañe 440
fiel, callado, y paciente,
mientras que su señor lidia, y guerrea,
y del descanso, y bien andanza goce
que en su casa no habría.
Bien como tú, pues mientras yo non curo, 445
sin atender la pública alegría,
en al, que en acorrer menoscabados,
regocijado, suelto, y bien seguro
comes, bebes, y ríes,
sin otros pensamientos, ni cuidados. 450
SANCHO
No hay camino tan llano, que no tenga
su barranco y afán: y a veces caza
quien menos amenaza:
y en los nidos de antaño
no hay pájaros hogaño: 455
ni hay en nadie fiar: caza y amores
un gusto, y mil dolores...
DON QUIJOTE
Podrás, Sancho, acabar. ¿Hay aventura?
SANCHO
Mala ventura sí.
DON QUIJOTE
¿Pues qué tenemos?
SANCHO
Yo lo diré: que no le duelen prendas 460
al que es buen pagador: y en esta vida
no hay bien seguro: y mucho tiempo pide
el calar las personas: y a las veces
uno se busca, y otro se tropieza:
y do menos se piensa...
DON QUIJOTE
Acaba, acaba
465
en dos palabras, Sancho.
SANCHO
Pues, señor, a Quiteria
ahora Basilio requebrando estaba.
Yo los vi de mis ojos, que al ruido,
aunque estaba dormido, 470
despabilé, y quedaron
en casarse los dos. Punto por punto
voy con todo a Camacho, que cabeza
mayor, quita menor...
DON QUIJOTE
¡Oh Sancho! ¡Sancho!
Eso no puede ser: yo no lo creo. 475
Tú eres un vil, un sandio, malicioso,
descompuesto, ignorante,
mal mirado, infacundo, y atrevido.
¡Así de las doncellas hablar osas
en la presencia mía! 480
Esto quédese aquí...
SANCHO
Si los he oído.
DON QUIJOTE
Sueño tuyo sería,
y sueño como tuyo, y de tu genio
embustero, y villano. En todo caso
yo te vedo, que pienses, o imagines 485
en tamaña sandez contra el decoro
de la honesta Quiteria, o que te atrevas
a revelalla. Sancho
llaman al buen callar, selo tú ahora;
que el caso es arduo entre personas tales. 490
Y pues yo estoy aquí, no, no receles
ningún desaguisado.
SANCHO
Hágalo Dios: y vamos, que ya empiezan
las carreras.
DON QUIJOTE

 (Con autoridad.)  

Cuidado.
 

(Suena alguna algazara, como de empezarse los regocijos.)

 
 

(CORO III DE ZAGALES.)

 
UN ZAGAL
Celebremos la ventura, 495
cantemos el fausto día,
que a todo el valle asegura
su más rico mayoral.
TODO EL CORO
Amor, Amor nos le envía:
gocemos de sus favores, 500
y entre todos los pastores
su memoria sea inmortal.
UN ZAGAL
Celebremos la ventura,
que a todo el valle asegura.
Su más rico mayoral. 505
CORO I
¡Oh qué de bienes
contigo tienes,
amable Paz!
Baja del cielo,
gócete el suelo, 510
amable Paz.
CORO II
¡Oh qué de males
ven los mortales,
y huye la Paz!
Todo es temores, 515
iras, rencores,
si huye la Paz.
CORO I
Por ti en el prado
vaga el ganado,
amable Paz. 520
Y los pastores
cantan de amores,
amable Paz.
CORO II
Mísero el seno,
que de ansias lleno 525
deja la Paz.
Porque lloroso
huye el reposo,
si huye la Paz.
UN ZAGAL
Celebremos la ventura, 530
que a todo el valle asegura
su más rico mayoral.
CORO I
¡Feliz lazada!
¡Afortunada
dichosa Paz! 535
CORO II
Ven, que la vega
te implora y ruega,
dichosa Paz.
UN ZAGAL
Celebremos la ventura,
que a todo el valle asegura 540
su más rico mayoral.
TODO EL CORO
¡Feliz lazada!
¡Afortunada
dichosa Paz!
Ven, que la vega 545
te implora y ruega,
dichosa Paz.
UN ZAGAL
¡Afortunada
dichosa Paz!
TODO EL CORO
Ven, que la vega 550
te implora y ruega,
dichosa Paz.



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