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Acto IV


Escena I

 

CAMILO. PETRONILA.

 
CAMILO
No, cara Petronila, no desmayes;
que yo esperanza tengo,
de que logren un término dichoso
los dos en sus amores.
PETRONILA
En vano deshacerme estos temores, 5
zagal, en vano intentas.
CAMILO
¿Tan dudoso
su estado te parece?
PETRONILA
Dudoso no; más sí desesperado.
CAMILO
No, amada, no; que el medio,
que te dije...
PETRONILA
Excusado
10
será cualquiera, y por demás discurres,
en atajar un mal do no hay remedio.
El mísero Basilio de Quiteria
la mano perderá...
CAMILO
Pues si la pierde,
dale por acabado en su miseria. 15
Tú sabes cuál la adora;
mas después que se vieron, tal se aflige
tal se lastima, y llora,
tenaz en su furor, que en vano, en vano
ha de ser persuadirle sin la mano 20
de su amada Quiteria; ya del ruego,
ya del rigor te valgas.
PETRONILA
Pero dime:
¿al instante no van a ser las bodas?
¿No están ya juntas las personas todas
para la gran comida, 25
que celebrarlas debe?
¿Muchos no son, dispuestos, y animosos,
los parientes, y amigos de Camacho?
¿Y él mismo por unirse a su querida,
no pugna de amor ciego? 30

 (Aparte.)  

¡Petronila infeliz! ¡Que en vano alientas!
¡Y en tantas ansias engañarte intentas!
CAMILO
Todo, amada, es verdad; no te lo niego.
PETRONILA
Quiteria es recatada y temerosa
Basilio desdichado cuanto pobre, 35
imposible el empeño, y poderosa
la parte que lidiamos.
¡Oh Camilo! ¡Que en vano nos cansamos!
CAMILO
No; no ha de ser en vano, que este medio
llevarnos puede a un término felice. 40
Él es ocasionado, mas la empresa
no lo es menos, y siempre
son en los graves daños
los remedios difíciles, y extraños.
Alienta, Petronila, alienta, amada, 45
que tú feliz, Quiteria afortunada
seréis a un tiempo mismo.
PETRONILA
¡Ay! ¿Yo Camilo?...
CAMILO

 (Con gesto de conocer su pasión secreta.)  

Tú, Petronila: mas el tiempo vuela.
Ve, ve, y de nuevo ensaya 50
con cuidado a Quiteria, y con un velo
tráela cubierta aquí dentro de un rato:
que esto es preciso hacer, cual ya te dije,
para el ardid que trato.
PETRONILA
¡Oh cómo temo!...
CAMILO
Por demás se aflige
55
tu corazón cobarde.

 (Ve a BASILIO entre la enramada.)  

Mas Basilio... Ve, pues, que se hace tarde.


Escena II

 

BASILIO. CAMILO.

 
BASILIO

 (Sin ver a CAMILO, y muy acelerado.)  

Aquí manda Camilo que le espere:
yo le obedezco fiel... mas él es ido.
Tarde, tarde he venido. 60
La ocasión se perdió... Yo no le veo...
¡Oh cuán en balde anhela mi deseo,
cuando contino el crudo Amor me clama,
que mi solo remedio es ya la muerte!
Yo moriré: mi lamentable suerte 65
será ejemplo, y memoria a los pastores...
¡Ay, Camilo! ¿Qué nuevas?...
CAMILO
Avisado
está ya Don Quijote, cual te dije,
y su auxilio en tu nombre demandado
con lastimera voz. Él aquí debe 70
llegar en un momento.
Esfuérzate, Basilio, y a sus plantas
rendido, con humilde sentimiento,
con tono triste, y ademán quejoso
llora, suspira, gime, y ansias tantas 75
dile, que le enternezcas.
BASILIO
¡Qué dudoso,
dulce Camilo, tu precepto sigo!
Yo no quiero, no quiero de estas artes,
ni de engaños valerme...
CAMILO
Pues Quiteria
de Camacho será.
BASILIO
¡Ay sin ventura!
80
¡Cruel extremidad!
CAMILO
El tiempo apura.
En nada, en nada dudes, ni te apartes
de mis avisos, si en mi ingenio fías,
y tu ventura anhelas.
BASILIO
¡Que aún porfías,
zagal, en tan extraño desvarío! 85
¡Ah! Deja al dolor mío
de una vez acabar. Todo remedio
inútil ha de ser... ¡Que con un loco
quieras darme salud, Camilo amado!
¡Te lo parezco en mis desdichas poco! 90
CAMILO
¿Pues qué? ¿Si así no fuera,
ayudarnos pudiera?
Él es determinado, y con respeto
todos aquí le miran.
Ninguno su flaqueza ha conocido. 95
Es cortés, es discreto, y comedido;
y, o mi ingenio me engaña,
o tú has de haber por su locura extraña.
Remedio en tu locura.
BASILIO
¿Tu amistad lo asegura?
Yo te obedeceré: ni un solo punto 100
saldré de tu querer. ¡Ay mal hadado!
¡Que estoy viendo la muerte,
y aun la esperanza por salud anhela,
y en desvaríos tales se consuela!
CAMILO

 (Empieza a descubrirse DON QUIJOTE para entrar en la escena.)  

Vele allí venir ya: tu desventura, 105
si encarecerse puede,
encarécela, y llega con respeto.
BASILIO
Yo llegaré: mas tiene tan sujeto
mi labio Amor, que apenas me concede,
¡oh triste! Suspirar en mi miseria. 110
¡Ay! ¡Si a perderte llego, el hierro agudo
solo, bella Quiteria,
podrá aliviarme en un dolor tan crudo!


Escena III

 

BASILIO. CAMILO. DON QUIJOTE. SANCHO.

 
 

BASILIO y CAMILO se adelantan a recibir a DON QUIJOTE: este vendrá con el reposo y talante caballeresco, y SANCHO algo detrás como escudero.

 
CAMILO
Llegad, llegad, ilustre Don Quijote,
luz del valor y la virtud, sustento 115
de los tristes, amparo
de los que poco pueden.
Vos sois aquel, a cuyo esfuerzo raro
la palma todos ceden.
Aquel, a quien los cielos 120
padre de desvalidos constituyen,
para acallar sus duelos.
Flor de los caballeros olorosa,
en la vega escogida,
llegad, y con piadosa, 125
blanda mano acorred este cuitado,
cuya infelice vida
sin vos acabará.
DON QUIJOTE

 (Muy ufano.)  

Cortés Camilo,
los loores, que has dado
a mi persona, propios 130
solo a mi profesión, yo te agradezco;
y con firme propósito me ofrezco
de todo mi talante a remedialle.
CAMILO
Así él lo espera, y su socorro libra
en vuestra gran bondad, y brazo fuerte. 135
DON QUIJOTE
Yo le haré salvo de la misma muerte.
Cuéntenos su dolor, y a cargo mío
déjese lo demás.
BASILIO
Es tan aguda,
tan terrible mi pena,
que de todo remedio el alma duda. 140

 (Arrodillándose.) 

Señor, un infeliz a vuestras plantas
os demanda rendido,
lo que a tantos habedes concedido.
Amparadme, amparadme...
DON QUIJOTE

 (Levantándole.)  

Alzad del suelo,
y decid vuestro duelo, 145
acuitado zagal.
SANCHO
¡Por vida mía,
que es como un brinco de oro, y que impaciente
estoy ya de escuchalle!
DON QUIJOTE
Sancho calla.
BASILIO
Manera el labio de empezar no halla
en tanta desventura. 150
Amor, ingratitud, pobreza dura,
mis enemigos son, y ya rendido
fallece el corazón sin esperanza.
De mi dulce Quiteria la mudanza
causa tan grave mal. Yo la servía 155
desde que vio la luz el primer día
de su vida dichosa.
¡Oh nunca fuera, nunca tan hermosa!
Yo soy Basilio el pobre, y a su lado
desde niño criado, 160
¿pudiera no querella?
¡Ay! No: yo la adoré, y ella a mi ruego
correspondió cortés, y el Amor luego
nos echó su lazada,
la fe sellando por los dos jurada. 165
Siete abriles así firmes vivimos
gozando mil ternuras:
mas Camacho por rico ya me quita
mi amada palomita.
¡Ay mísero Basilio!... Yo celoso, 170
y en mi dolor furioso,
corrí a los montes, y en la cruda muerte
remedio buscar quise
a mi deshecha deplorable suerte.
De un alto precipicio iba a lanzarme, 175
y una voz imperiosa de repente
me dice: tente, tente.
Torno la vista, y a mi lado veo
un venerable anciano,
luengo el cabello y cano, 180
la barba prolongada a la cintura,
y de una negra túnica vestido.
Con un bastón nudoso,
que en la diestra traía,
el suelo hirió, y estremeciose el suelo. 185
Yo, lleno de pavor y de recelo,
ni a mirarle asombrado me atrevía;
mas él con blanda voz, y faz serena
vuelve, dijo, Basilio a la alquería,
que yo vengo a librarte de la muerte. 190
Allí hallarás para acorrerte a un fiero,
a un soberbio león, con cuyo amparo
Quiteria será tuya; mas la suerte
luego declinará, y además caro
¡ay! te costará el bien, si no repara 195
algún sabio tu amarga desventura:
que al punto morirás. Así los cielos
premiando con su mano tu ternura,
castigarán con muerte tus recelos.
DON QUIJOTE
¡Extraño caso!
SANCHO
En escuchallo solo
200
temblando estoy. ¡Oh qué visión tan fea
para mirada a solas!
BASILIO
Yo obediente me vuelvo a la alquería,
y hállola envuelta toda en alegría
por esta boda infausta. ¡Ay infelice! 205
Yo moriré: no huyo
la muerte, no; mis lastimeros hados
con esto cesarán; mas antes quiero,
que, pues por ella muero,
me de su mano mi Quiteria amada. 210
Con este leve bien, no ya angustiada
el alma partirá, ni congojoso
el último suspiro podrá serme.
Acabe, acabe de Quiteria esposo,
pues que debe acabar este cuitado. 215
Yo a Camacho no estorbo la ventura:
goce en buen hora, goce su hermosura,
pues así plugo al Cielo,
y lleve yo en mi fin este consuelo.
Camilo, y mis amigos 220
su voluntad ganaron,
y ella compadecida a tal fineza
sufre por un instante de ser mía.
Mas yo recelo, que en mi suerte impía
Camacho me lo estorbe: su riqueza, 225
sus deudos, sus amigos
contra mí se armarán. A vos os toca
ampararme, señor. Vos sois el fuerte,
bravo león, que el Adivino dijo,
vos sois mi apoyo, y mi sustento, humilde 230
a vos me acojo; no dejéis que gima
un triste a vuestras plantas sin consuelo,
ni que el poder a la humildad oprima.

 (Se arrodilla de nuevo.)  

DON QUIJOTE
Alzad, alzad del suelo,

 (Le levanta.) 

desdeñado zagal, y en mi animoso 235
espíritu librad vuestra justicia.
BASILIO
Hágaos por siempre el Cielo venturoso.
DON QUIJOTE
Yo soy mucho a Camacho agradecido
por el buen hospedaje y agasajo;
aunque esto al caballero hacerse deba, 240
que en pro común al áspero trabajo
de las armas se ofrece: empero nunca,
nunca consentiré, que la malicia
a la inocencia denostar se atreva,
ni al puro Amor. ¿Qué va a perder Camacho 245
en haceros feliz un solo instante?
Presupuesto que debe todo andante
a los menoscabados dar ayuda,
y ahuyentar de do asista
la violenta opresión. Ya con la mano 250
contad, Basilio el pobre, de Quiteria,
y ojalá el Adivino
en la vuestra miseria
a acorreros viniese. Pero nada.
Faré por vos a ley de caballero, 255
si Quiteria primero
con libre voluntad a ello no asiente
en la presencia mía.
CAMILO
Mi verdad os la fía.
DON QUIJOTE
Esto non basta, non.
CAMILO
Pues a traerla
260
yo me ofrezco ante vos.
DON QUIJOTE
Id al instante,
y non curéis en al.
 

(Vanse por QUITERIA, CAMILO y BASILIA.)

 


Escena IV

 

DON QUIJOTE. SANCHO.

 
SANCHO
Señor, dejallos
ha de ser lo mejor; ¿y quién nos mete
en unir voluntades ni a Basilio
en quererse tan mal? Allá las haya 265
con su gusto en buen hora,
y case, o no con esa su pastora.
DON QUIJOTE
¿Qué entiendes, Sancho el necio, de aventuras?
SANCHO
Temo, no por nosotros hoy se cuente:
que do cazar pensamos, 270
cazados nos quedamos.


Escena V

 

DON QUIJOTE. SANCHO. BASILIO. CAMILO. PETRONILA. QUITERIA.

 
CAMILO

 (Sacando de la mano a QUITERIA, que vendrá cubierta con un velo.)  

Angustiada Quiteria, aliente, aliente
tu corazón, y llega
ante el gran Don Quijote,
que vado sabrá hallar a tu cuita. 275
Aquí le tienes, su piedad implora,
gime, suspira, llora

 (Arrodíllase.) 

compasiva a sus pies. Y vos, famoso,
ilustre caballero,
no neguéis el valor de vuestro brazo 280
a dos tiernos y míseros amantes,
que se adoran constantes.
DON QUIJOTE

 (Levantándola.)  

Alzad, alzad del suelo,
fermosa, lastimada, y non hayades
empacho en mi presencia, 285
que yo sé bien de Amor por experiencia.
Mas decidme: ¿queredes vos, pastora,
la vuestra mano dar en esta hora
al infeliz Basilio? ¿Él os violenta?
¿Convenís de buen grado 290
en el don demandado?
¿O solo por ceder a su porfía?
PETRONILA
Su extremada vergüenza y cortesía
la lengua le embarazan;
mas yo por ella humildemente os ruego, 295
que la amparéis, señor: ella se aviene
en dar esta postrera
prueba de su cariño al sin ventura.
Por Quiteria su hermana lo asegura.
No hagáis, no, que el poder se lo embarace. 300
Y el mezquino Basilio muera al menos
con este bien, pues este bien le place.
CAMILO
¡Ay infeliz zagal!
BASILIO

 (Muy tierno.)  

Si dicha tanta
logro, no lo seré...
DON QUIJOTE

 (En tono caballeresco.)  

Muy bien parece
la honestidad, zagala, en las fermosas, 305
cual joya inestimable que ennoblece
su nativo valor: empero nunca
ser debe en demasía,
menguando la discreta cortesía.
Ni es usanza además, que una doncella 310
por muy gentil, apuesta, y recatada,
haya de estar velada,
ante el su caballero, al tiempo mismo
que trata en su cüita defendella.
Alce pues, alce el velo 315
la angustiada Quiteria y de su hermosa
vista no nos defraude vergonzosa;
que por mí queda el acallar su duelo.
¿Y diga si consiente en que yo tome
sobre mí su defensa? ¿Y si a Basilio 320
se entrega de su grado?
QUITERIA

 (Alzándose el velo y arrodillándose otra vez.)  

¡Ay señor! Excusado
El decíroslo es; el dolor mío,
mi confusión, mis lágrimas, mis ansias
lo publican bastante.

 (DON QUIJOTE la levantará.)  

SANCHO
¡Santo Dios! ¡Qué semblante! 325
¡Qué belleza! ¡Qué brío!
Pardiez que en solo vella no soy mío.
Un reino vale lo que encima lleva.
¡Qué arracadas! ¡Qué sartas! ¡Qué corales!
Pues tomadme las manos adornadas 330
de anillos de oro, y perlas orientales:
o los luengos cabellos,
que a mi fe tiene el Sol envidia de ellos.
No sino ved su talle y gentileza,
y no la comparéis con una palma, 335
que cargada de dátiles se mece;
que a mí tal con los dijes me parece.
Juro, juro en mi alma...
DON QUIJOTE
Sancho, habrás de callar...
QUITERIA
Señor, doleos
del mezquino Basilio, de esta triste 340
a vuestros pies rendida.

 (Volverá a querer arrodillarse, y DON QUIJOTE a levantarla.) 

Mi desdicha mirad, mi edad florida,
mi inocencia, mi amor, el don tan leve
que humildes os pedimos.
Él por mí morir debe, 345
¿y yo mi mano le negara dura,
muy más que dura roca?
¡Ay de mí!... No; yo quiero
cuanto él puede querer, de su albedrío
un leve punto no se aparta el mío. 350
¡Ay Basilio infeliz!... ¡Ay desdichada!

 (Como desmaya sobre PETRONILA.)  

BASILIO
¡Ay Quiteria adorada!
DON QUIJOTE
Llevadlos, buen Camilo, que me acuitan
el corazón sus penas;
y dejad lo demás a cuenta mía. 355
BASILIO
Viva tanto valor y cortesía.
CAMILO
El Cielo, caballero generoso,
te haga en tus lides siempre venturoso.
PETRONILA
Dete el Amor cuanto tu fe desea.
Vamos, hermana, vamos... 360
 

(Vanse, y QUITERIA aún como desmayada.)

 
DON QUIJOTE
¡Oh ingrata, incomparable Dulcinea,
si así en los pechos rústicos él hiere,
que el sandio sentirá que por vos muere!


Escena VI

 

DON QUIJOTE. SANCHO.

 
SANCHO
¿Podrá ya Sancho hablar?
DON QUIJOTE
Di lo que quieras,
pero breve, y al caso. 365
SANCHO
¿Pues, señor, quién os mete en sus amores?
¿O en hacer usos nuevos?
¿Ni por qué la zagala así se aflige?
Quien bien ha, y mal escoge,
por muy mal que le venga no se enoje. 370
Ella tiene a Camacho;
déjese de Basilio: habilidades,
que vendibles no son, no valen nada:
y el bien no es conocido,
hasta que es ya perdido: 375
Dios bendijo la Paz: coja en buen hora
Basilio otra pastora,
que mil encontrará, que bien le quieran.
DON QUIJOTE
¿Y sufriré, si en mi valor esperan,
que el poder los oprima, 380
y acüitada a mis pies Quiteria gima?
¡Oh! Tú de Amor non sabes, yo ferido
de sus flechas estoy, y ayudar debo
a los amantes fieles. ¡Ay señora!
¡Ay alta, y encantada fermosura! 385
SANCHO
Mire, señor, no cara la aventura
nos cueste, que Camacho es poderoso:
de juro han sus parciales de ayudalle.
Nosotros somos solos: nadie puede
saber lo por venir...
DON QUIJOTE
¿Y qué? ¿No basta
390
para todos mi aliento?
SANCHO

 (Algo socarrón.)  

¿Y así queréis pagalle
el buen acogimiento?
DON QUIJOTE
Yo ingrato no le soy, porque le prive
por un mínimo instante de Quiteria,
mientras muere Basilio mal ferido. 395
SANCHO
¿Pues los habéis creído?
Para mí no: que la mitad del año
con arte y con engaño,
y luego la otra parte
con engaño y con arte... 400
DON QUIJOTE
¡Que imagines tamaño desvarío!
¿Así ante mí denuestas,
traidor, a una doncella? ¿Puede darse
más sencilla intención en los cuitados?
Miren lo que demandan...


Escena VII

 

DON QUIJOTE. SANCHO. Un PASTOR.

 
PASTOR
A brindarse.
405
Va, señor, por los novios, y allegados
todos los convidados,
solo a vos os aguardan...
DON QUIJOTE
Al momento,
zagal te sigo.

 (A SANCHO.) 

Sancho, a Rocinante
no me le olvides. 410
SANCHO
Le veré al instante.

 (Vase.)  



Escena VIII

 

DON QUIJOTE. CORO.

 
DON QUIJOTE

 (Lleno de un entusiasmo caballeresco.) 

Gracias vos rindo, soberanos cielos,
que de mis claros fechos la noticia
habedes por el mundo así extendido,
haciendo un valor aún conoscido, 415
de los rudos selváticos pastores.
Gracias vos rindo cada vez mayores.
Y en tamaña merced de nuevo juro,
ser como bueno valedor y amparo
de míseros opresos. Y vos, alta 420
emperatriz, dechado de hermosura,
acorred ¡oh señora! en la aventura,
que acomete por vos, a este cautivo,
pues mi pecho alentáis, y por vos vivo.
No afinquéis mi esperar con crudo fecho: 425
que si vos me acorréis, mi brazo fuerte
sabrá extender vuestra sin par belleza,
a pesar del olvido, y de la muerte,
de do el Sol muere, a do a nacer empieza.
 

(CORO IV DE ZAGALES Y ZAGALAS.)

 
TODO EL CORO
Amor poderoso, 430
los votos recibe
de un pueblo dichoso,
que solo en ti vive.
Pueblo bien hadado,
pues de ti le viene 435
su feliz estado,
todo el bien que tiene.
En tan fausto día
recibe los votos,
que humilde te envía 440
entre himnos devotos.
UNA ZAGALA
¡Ay! sus favores
temed, pastores,
porque el Amor
es un traidor, es un traidor. 445
TODO EL CORO
No, Amor, tú no eres
traidor, ni engañoso;
sino delicioso
dios de los placeres.
Ni crían dolores 450
las süaves llamas,
con que el pecho inflamas
de tus servidores.
Ni cuando los prendes
en tus redes de oro, 455
con amargo lloro
sus ojos ofendes.
UNA ZAGALA
¡Ay! Sus favores
temed, pastores,
porque el Amor 460
es un traidor, es un traidor.
TODO EL CORO
No es traidor, es blando,
fácil o compasivo,
contino burlando,
travieso, y festivo. 465
Él da al valle flores,
las selvas enrama,
y en dulces ardores
las aves inflama.
No hay dicha en el suelo 470
si en ella no entiende.
Hasta el alto cielo
su imperio se extiende.
UNA ZAGALA
¡Ay! Sus favores
temed, pastores, 475
porque el Amor
es un traidor, es un traidor.
TODO EL CORO
¿Quién dirá los bienes,
y alegres cuidados,
¡oh Amor! que guardados 480
a tus siervos tienes?
¿Quién del fino esposo
dirá la ventura?
¿Dirá la ternura
de su dueño hermoso? 485
Quién traidor te llama,
tus dichas no sabe:
solo aquel te alabe,
que goza tu llama.
UNA ZAGALA
¡Ay! Sus favores 490
temed, pastores,
porque el Amor
es un traidor, es un traidor.



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