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61

Ibid., cap. III, I. T. I, p. 91.

 

62

Ibid., cap. III, II. T. III, p. 11.

 

63

Ibid., id., p. 14. Creo probable que ambos agregados hayan sido hechos por Mármol después de su viaje a Lima en 1853, durante el cual pudo estar en contacto con las realidades del interior del país. (Cf. Jimena Sáenz. «Un viaje poco conocido de José Mármol». En La Prensa. Buenos Aires, domingo 10 de octubre de 1971. l.ª secc. ilustrada, p. 5).

 

64

L. V. Mansilla, op. cit., p. 258. Cf. también V. Gálvez, «Treinta años antes...», ya cit., p. 286.

 

65

Ibid., p. 272.

 

66

Bien advirtió Antonio Pagés Larraya el «venero riquísimo» que en este sentido ofrece Amalia. (Cf. su «Buenos Aires en la novela». En Revista de la Universidad de Buenos Aires, 3.ª época, Año IV, n.° 2. Buenos Aires, abril-junio 1946. pp. 253-275).

 

67

El rastreo -por demás arduo- de esos testimonios me ha permitido documentar, aparte de los aspectos consignados, la casi totalidad de los rasgos característicos de la vida cotidiana en 1840 que ofrece la novela. Me ocupo de ellos en un trabajo en elaboración sobre el espacio novelesco de Amalia.

 

68

Citado supra, n. 2.

 

69

Cf. A. Alonso, op. cit., passim.