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Alargóle Terpsícore la
mano
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A tu mano, a tu frente de
alabastro,
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De las lúbricas gracias el
prestigio
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Despléganse los brazos con
blandura
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Divina Isbel, tu cuerpo con
molicie
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El bello aspecto enajenó las
almas;
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El sonoroso coro de
instrumentos,
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Hija de la inocencia y la
alegría
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¡Cuántos tributos de
ternura y gozo
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¡Oh, si volviendo atrás
su fugitivo
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¿Dónde vas?,
¿dónde estás?, la flauta gime;
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¿Quién goza, sino
tú, el poder divino
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Mas ¡ay! que ruborosas de las
cumbres
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Mas ¿qué mudanza
súbita? La orquesta
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Mas tú sigues
risueña, y perfilando
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Muestra el desnudo la indulgente
falda
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Ni el presto pensamiento
seguiría
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Ninfa gentil, serena los
enojos.
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No abuses de ellas, no, mi ninfa,
espera;
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Perdona, Isbel, perdona el
extravío
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Tu imperio ya no luce, aunque se
extiende
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Vuelve a sonar con trémulo
suspiro