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Lección III



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De la agricultura y de las otras Artes primitivas(20).

     Las Artes se dividen en unas que producen materias de nuevo, y otras que dan nueva forma a las materias primeras y las acomodan a los usos de los hombres: estas se llaman artes secundarias aquellas primitivas, de las quales es nuestro propósito tratar en la presente Lección. Pero antes hemos de hacer una observación, que esperamos sirva de ilustración a todos los asuntos que nos restan por explicar, y es que el número de labradores, de artesanos, y de los que exercen otras facultades, o profesiones, es proporcionado a los empleos, o modos de vivir, y a la necesidad que hay de aquellas artes, o trabajos. Porque si hubiera más de alguna arte, o profesión de los que hallan en ella ocupación, era preciso que estos supernumerarios o saliesen de su país a buscar el sustento o pereciesen de miseria dentro de él. Y de esta observación se colige que es imposible aumentar el número de los labradores, o artesanos sin aumentar el consumo de los frutos y artefactos: por consiguiente que sería de mucha utilidad acostumbrar a los naturales del país a fabricar aquellos géneros que se suelen introducir por los extrangeros.

     Tratando ahora de las artes primitivas(21), se conoce claramente que es interés así del Príncipe, como de los proprietarios el que florezcan las artes primitivas, y con especialidad la agricultura; porque como son sus productos los que han de dar en cambio de las obras y trabajos de los otros, quanto más florezca el cultivo de los campos, tanto mayores réditos se pueden prometer, con que compensar y adquirir las comodidades que esperan sacar del sobrante de sus rentas. Por esto nosotros habíamos destinado esta Lección para tratar de los medios de aumentar la agricultura: mas como la caza, la arte que llaman pastoricia, la pesca, y la metalúrgica son las otras artes que producen materias de nuevo, hablaremos también de ellas en esta Lección.

     El arte más antigua de los hombres fue la caza(22); y aunque viven de ella naciones enteras, con todo parece la menos a propósito para mantener a los hombres. Porque un pueblo cazador necesitando de un distrito muy dilatado para exercer la caza, nunca puede ser muy numeroso. Y aunque es verdad que las pieles forman ahora un ramo considerable de comercio; con todo siempre el exercicio de la caza cederá en utilidad a las otras profesiones. Pero quando la caza no sea incompatible con la agricultura, seran muy útiles las leyes, que prohibiendo en ciertos tiempos la caza o el cazar con algunos instrumentos, sirvan para perpetuar en la Nación el gusto, y utilidad de este exercicio.

     La pesca(23), que se puede llamar la agricultura del mar, es de mucha mayor utilidad que la caza. Se hallan todavía pueblos ichthyophagos, como los habitantes de las Islas Australes. Los harenques y bacallao son dos manantiales riquísimos para los Ingleses, Holandeses, y Franceses; y la pesca de la ballena se ha hecho ya necesaria para muchas artes. Pero con todo eso la razón pide que en el pueblo donde puede florecer la agricultura, y abundar en ganados, como en los pueblos que están situados al Mediodía, se atienda más al cultivo de los campos, y cuidado de los ganados, como cosas más ciertas y seguras. Al contrario sucede a los pueblos del Septentrión, a los que la necesidad y su misma situación parece que les lleva a dedicarse y emplearse en la pesca.

     La tercera arte primitiva es la pastoricia, la que sin duda alguna es más rica y provechosa que la caza, y más segura que la pesca; mas no por eso se debe llevar la primera atención; porque es contraria a la población. Los pueblos pastores y cazadores siempre han sido poco numerosos; ni el exemplo de los Germanos prueba lo contrario, como algunos se lo han querido persuadir. Por esto en un país apto para la agricultura el cuidado de los ganados solo merece el segundo lugar. Dar a los ganaderos privilegios y exenciones de que no gozan los labradores, es querer despoblar el país. En nada manifestaron mas su acierto los Ingleses que en haber prohibido la extracción de las lanas y haber premiado la de los granos; con lo que no sólo favorecieron las fábricas, sino que también dieron el primer lugar a la agricultura sobre el arte pastoril.

     La agricultura(24), que como hemos dicho, es la que forma la época de la vida culta y civil, y de la qual depende el aumento, o diminución de la población, es la que merece el primer cuidado y atención de una nación civilizada. Tiene esta arte varios ramos, como el cultivo del trigo, del aceyte, del vino, &c. Entre ellos merece sin duda alguna el primer lugar el cultivo del trigo, porque de todas las semillas es la más apta para el mantenimiento del hombre: pues se ha observado que las naciones que se mantienen de pan de trigo, son más robustas, e ingeniosas que las que hacen pan de otras semillas. Con razón llama Homero al trigo la medúla del hombre. Y es de admirar que ningún cultivo haya sufrido tantas dificultades y contradicciones. La Tasa y la prohibición de su comercio son sus contrarios, y la Inglaterra con premiar a los que extrahen el trigo, aseguró el no verse falta de él.

     El aceyte merece el segundo lugar en la agricultura, porque no sólo sirve de alimento a los hombres, sino también es necesario para muchas artes, y un grande artículo de comercio: porque los pueblos septentrionales carecen de él, y aunque en parte le suplen con el aceyte que sacan de los peces, con todo no es de tan buena calidad; y así en esta parte siempre han de necesitar y depender de las naciones de Mediodía. Las viñas también merecen un lugar muy distinguido en la agricultura, porque es uno de los ramos más ricos del comercio. El vino dado por los Dioses, como decía Homero, para aliviar a los mortales de sus tristes cuidados, es más deseado de los pueblos septentrionales, que carecen de él, que de los pueblos del mediodía, donde se produce con más abundancia. Son también útiles las viñas para la población, porque como necesitan de más labores que las mieses, aumentan el número de los labradores.

     Otra de las producciones riquísimas de la tierra es la seda, materia de infinitas artes de luxo, pero de un luxo tan común, que ya entra en parte de nuestras necesidades; y la naturaleza ha dispuesto de tal manera estos frutos, que parece les ha partido el campo, porque los granos producen mejor en las llanuras, los olivos y las viñas en los collados, y no se oponen estas dos plantas. En el Piamonte las moreras, o morales sirven de cercas a los campos, y para sostener las parras; y aprovechando la hoja que dan dos veces al año, logran dos cosechas aquellos industriosos labradores. El cáñamo, lino, y algodón son otros ramos de la agricultura de no menor consideración. Tiene a más de esto la agricultura otros ramos, como las raíces, las frutas, las flores, y otros infinitos; y respecto a esto se debe decir, que de todos se ha de procurar sacar la mayor utilidad posible. El más rico país es aquel donde se usan todos los frutos de la agricultura; y el más sabio, donde se cuida de cada uno de ellos, según lo que contribuye al provecho y aumento del Estado.

     Si la agricultura se considera sólo respecto de sí misma y de la utilidad que produce al Estado, es ya digna de la primera atención, así del Príncipe, como de los proprietarios. Pero si se considera que ella es el fundamento y apoyo del comercio(25), entonces se comprehenderá toda su utilidad para hacer rica y populosa a una nación. Y en verdad que no hay cosa alguna que más pueda hacer florecer al comercio que la agricultura: así como esta recibe del comercio el mayor incremento: porque el comercio se aumenta quando la agricultura produce con mas abundancia los frutos o materias primeras sobre que se exerce el comercio; y por otra parte quando el comercio da salida a los granos y demás producciones de la tierra, se aumenta con el provecho la aplicación, e industria de los labradores. De esta manera la agricultura es el mayor fomento del comercio, y este de la agricultura.

     Es digno de advertir, que los primeros hombres no tenían otros instrumentos con que exercer las artes primitivas, que algunos muy rudos e imperfectos hechos de leño y de piedra, o de hastas y huesos de animales, quales son los que hoy todavía usan muchas naciones de la África y América; y los Mexicanos y del Perú quando fueron descubiertos por los Españoles, todavía no conocían el hierro, y aun del cobre hacían muy poco uso. La invención del hierro fue uno de los mayores progresos que hizo la Sociedad humana. Con razón de Prometheo, el primero que enseñó a los hombres a fundirlo, se dice, que había robado el fuego del cielo. Con esta invención no sólo se adelantó y perfeccionó la agricultura, sino que fue la fuente de todas las artes, que dan nueva forma a las primeras materias que la tierra produce. Por eso merece la mayor atención la Metalúrgica(26), pues no sólo es cimiento de todas las artes secundarias, sino también necesaria para la agricultura.

     Aunque no es de nuestro propósito tratar de los medios de mejorar el cultivo de los campos, porque esto mas pertenece a la Filosofía natural que a la Moral; con todo será razón observar, que por mucho que se haya adelantado la agricultura, siempre se han de esperar mayores aumentos y más crecidos lucros del cultivo de los campos(27); y así aunque se haya conocido el modo de mejorar los terrenos mezclando tierra de otra clase, y haciendo cercas; lo que es muy antiguo. Pues ya en las leyes de los Visogodos se hace mención de las sepes, o cercas; y el modo de aumentar prodigiosamente el ganado en menos terreno por medio de los pastos artificiales: con todo siempre se ha de continuar haciendo nuevas experiencias y observaciones para adelantar y mejorar el cultivo de los campos.

     Entre los medios políticos, así de aumentar la agricultura como las otras artes primitivas, sin duda es el primero el facilitar el consumo, así con la libertad del comercio, como construyendo caminos y canales para facilidad del transporte: porque, como hemos observado arriba, el número de labradores y artesanos es igual al consumo de los géneros y artefactos, y es inútil cosa el esperar que los hombres se dediquen a un tramo, del qual no esperan manifiesta utilidad.

     Habiendo escrito Magon el de Cartago una docta obra sobre la agricultura, comienza sus precepsos agrarios con una máxima digna de saberse por todos los proprietarios: Qui emit agrum, vendat domum quam habet in urbe. En efecto no hay medio más eficaz para adelantar la agricultura, como el que los proprietarios tomen por sí mismos el cuidado de fomentarla. Porque una de las cosas que más tiene abandonado en nuestros países el cultivo de los campos, es la pobreza de los labradores(28), los que no pueden poner y anticipar aquellos gastos que las tierras requieren para su labor y abono; y entre las cosas que han contribuido para hacer floreciente la agricultura de Inglaterra, ha tenido sin duda alguna la mayor parte el ser los renteros gente rica, que toman los arriendos por largo tiempo(29); y así sin temor de perder el fruto de su trabajo, se dedican a la mejora de los campos arrendados; por consiguiente la ley, o el derecho civil, que prescribe el tiempo de ocho años por término de los arriendos, es contrario al adelantamiento de la agricultura.

     Concluiremos con observar, que el empleo de las tierras en unos géneros con preferencia a otros depende del gusto y modo de vivir de los proprietarios. Porque como a ellos pertenece el tercio de los frutos, que es por lo que regularmente se computa el arriendo; y los renteros, a quienes junto con los jornaleros pertenecen los otros dos tercios, suelen imitar sus costumbres y modo de vivir; serán más caros aquellos frutos y géneros en los que suelen los proprietarios expender sus sobrantes, y los renteros hallando un mayor lucro en aquellos productos, a porfía emplearán sus tierras en aquellos frutos, que son del gusto de los proprietarios: por exemplo, si es costumbre entre ellos mantener muchos criados y allegados, se empleará mayor porción de tierra en trigo, así para la manutención de estos como de los artesanos que ellos necesitan; pero si los proprietarios usasen mantener muchos caballos, perderían los renteros que habían aplicado toda su tierra a trigo, y habrían ganado mucho los que la tenían dedicada a pastos. Con este exemplo se moverían los demás a emplearla igualmente en pastos. Luego lo que decide del empleo de las tierras es el gusto, o capricho de los proprietarios(30). ¿Y si en algún país empleasen los proprietarios sus sobrantes en comprar géneros extrangeros? Entonces sería menester emplear las tierras, que habían de mantener a los naturales, en aquellas producciones que los extrangeros quisiesen tomar en cambio de sus manufacturas, como lanas y vinos; y este país sería pobre, y se disminuiría notablemente, como lo demostraremos en la Lección de la población.

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