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201

CASARES, M., Residente privilegiada, Argos Vergara, Barcelona, 1981, p. 351 (primera edición, en francés, 1980). (N. del A.)

 

202

No conocemos la función que ha tenido Bernard Clesca en la escritura del texto: no aparece su nombre en el paratexto, pero fue él quien propuso a María Casares ese «medio para buscar una identidad extraviada» y quien «a lo largo del invierno, de la primavera y del verano, escuchaba con la curiosidad y la prudencia apasionada -que sólo puede tener el que sabe- cómo yo buscaba...» (p. 415).Aunque escrita en francés, creo que Residente privilegiada se puede considerar como parte integrante del corpus de la escritura autobiográfica española. (N. del A.)

 

203

ZAMBRANO, M., Los bienaventurados, Madrid, Siruela, 1990, p. 36. (N. del A.)

 

204

ZAMBRANO, M., La confesión: género literario y método, Liminar, México D. F., 1943, pp. 16 y 19. (N. del A.)

 

205

Tenemos en cuenta aquí sólo la escritura autobiográfica retrospectiva (proyecto cerrado), y no otras formas de relatos fragmentarios, como son los diarios, los epistolarios, las crónicas etc., en que no hay una visón a posteriori de lo acaecido (obra abierta). (N. del A.)

 

206

No podemos dejar de mencionar la fecha de su fallecimiento: 21 de noviembre de 1996. (N. del A.)

 

207

Es la configuración gramatical de lo que Henri Bergson definiría «distinción inmanente», es decir, el acto con el cual el yo del pasado colabora y al mismo tiempo se opone al yo del presente, enriqueciéndole pero también anulando la identificación entre el yo que recuerda y el yo objeto del recuerdo. (N. del A.)

 

208

En 1935, junto con Álvarez del Vayo, Pablo Neruda y González Tuñón, viajó a París como representante de la comisión española del Primer Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura. Los antecedentes, convocatoria y desarrollo del presente congreso ya han sido analizados por AZNAR SOLER, M., Primer Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura (París, 1935), Conselleria de Cultura, Educació i Ciència de la Generalitat Valenciana, València, 1987, 2 vols. Plaja ha explicado en más de una ocasión los «azares» que le llevaron a formar parte de la delegación española que viajó a París; vid. su carta a AZNAR SOLER, M. reproducida en su II Congreso Internacional de escritores para la defensa de la cultura (1937). Vol. II. Literatura española y antifascismo (1927-1939), Conselleria de Cultura, Educació i Ciència de la Generalitat Valenciana, València 1987, pp. 380-381. (N. del A.)

 

209

Se trató sin duda, en el primer caso, de un más que fructífero encuentro con la intelectualidad antifascista europea e hispanoamericana. Más concretamente, al contacto con las ideas de Gide y Malraux debe en gran parte Plaja la madurez de su reflexión teórica y poética en los años anteriores a su destierro. Para este punto léase GIDE, A., Defensa de la Cultura, traducción de Julio Gómez de la Serna. Seguida de un comentario y dos cartas de José Bergamín y Arturo Serrano Plaja, S. Aguirre, Madrid, 1936. Existe una reimpresión facsímil, editada y prologada por CAUDET, F., Ediciones de la Torre, Madrid, 1981. Las opiniones expuestas en esta ocasión se enriquecen en la fundamental «Ponencia colectiva», de cuya autoría es responsable Serrano Plaja, Hora de España, Valencia, VIII (agosto 1937), pp. 81-95. (N. del A.)

 

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Sobre todos estos momentos existen emotivos y valiosos testimonios de SÁNCHEZ BARBUDO, A., «Leyendo y recordando a Juan Gil-Albert» y «El grupo de Hora de España en 1939» en Ensayos y recuerdos, Laia, Barcelona, 1980, pp. 49-105; y GIL-ALBERT, J., «Memorabilia (1934-1939)» en Memorabilia, Tusquets, Barcelona, 1975, pp. 264-276. Manuel Aznar Soler ha recogido como testimonio de esta experiencia el cruce de cartas entre estos exiliados españoles y Jean Richard Bloch en el «Apéndice 2. Los escritores españoles y la solidaridad internacional», de su II Congreso internacional de escritores para la defensa de la cultura, (1937), op. cit., pp. 419-431. (N. del A.)