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No ha sido raro el caso de ciertos grupos de exiliados vascos que después de suspirar por el regreso durante más cuarenta años, cuando éste se hizo realidad debido al hecho de la democratización española, encontraron un país que en nada se parecía al que ellos habían creado y recreado emocionalmente. El choque fue tan fuerte y la asimilación tan difícil que optaron por la vuelta, convirtiéndose en representantes reales del exilio exterior e interior. Un buen ejemplo de esta ruptura extrema con la tierra de origen es la novela autobiográfica de ELIO, M.ª L., Tiempo de llorar, Ediciones del Equilibrista, México, 1988. (N. del A.)

 

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Hubo casos dentro del exilio vasco, me consta igualmente que se dieron entre exiliados republicanos, de familias que permanecieron durante años sin deshacer las maletas, pensando diariamente en un regreso inminente al hogar familiar de origen. Este fue el caso, por ejemplo, de la familia Quintana Uranga en Caracas, cuyos hijos actualmente representan puestos cimeros en la vida social y cultural de Venezuela. (N. del A.)

 

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Estos planteamientos no pueden tener una aplicación única. Existen ejemplos para todos los gustos y respuestas para ofrecer teorías opuestas a las aquí presentadas. Existen casos de exiliados de distintas generaciones que tienen clara la idea de integración en los nuevos países. Los ejemplos de Justo Gárate, familia Loubet, Cástor Narvarte, etc., así lo vienen a confirmar. Esta conciencia de integración necesariamente no significa ruptura con el país de origen. Algunos de ellos siguen rememorando y luchando por el país y la cultura de origen. Justo Gárate escribe diversos libros y cientos de artículos sobre temas de la realidad vasca. Cástor Narvarte publica en Santiago de Chile Su perfil biográfico del pueblo vasco. En otros casos, la integración será plena, como el caso de Enrique Loubet. (N. del A.)

 

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La posición de los hijos de los exiliados hacia su país propio, tierra de exilio para sus padres, y su país familiar, tierra de origen para sus progenitores, es diferente según se trate de exilio nacionalista o de exilio republicano. Sin poder generalizar, como en todos los puntos que se están tratando en el presente trabajo, se puede decir como razón dominante que los hijos del exilio republicano se integran plenamente en sus países de origen. Son simplemente hijos de su tierra. Sin embargo, el caso de los hijos del exilio nacionalista es diferente y muy peculiar. Se identifican plenamente con su país de origen, pero no reniegan de su tierra familiar. Incluso, ideológicamente se identifican con posiciones políticas dominantes en la actualidad del País Vasco. Esta realidad paradójica aparentemente, se explica por el hecho de la actualidad y presencia de todo lo que ocurre en el País Vasco a través de los Euskal-etxeak o de las vivencias de dicha realidad en sus hogares respectivos. En varias entrevistas sostenidas con hijos del exilio nacionalistas, los nacidos ya en los nuevos países de adopción paterna se sentían primero chilenos, argentinos o venezolanos, etc., después vascos. Convivían sin ningún tipo de trauma o desgarrón afectivo la doble nacionalidad: la propia y la paterna. (N. del A.)

 

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Un ejemplo clarificador de lo que se está exponiendo es el caso chileno. Chile sólo aceptaba mano de obra cualificada. Los exiliados que adoptaron Chile como lugar de residencia aparecen en las fichas de control de entrada como trabajadores de muy diferente especialización, cuando algunos de ellos eran claramente hombres de cultura como maestros o profesores o pertenecientes a profesiones liberales. Éste es el caso de Bernardo Estornés Lasa. Sandalia de Tejada, insigne musicólogo, tuvo que aducir su condición de campesino para poder entrar en Colombia. Santo Domingo fue otro ejemplo claro de esta situación. Según el dictador Trujillo, el exilio vasco le servía para trabajar la tierra y para «blanquear la raza». Son diversos los testimonios de exiliados vascos en este país. (N. del A.)

 

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También existieron republicanos nacionalistas, de manera muy especial en el área de Eibar, Elgoibar, etc. Un buen ejemplo de esta posición la puede representar el eibarrés Toribio Echevarría. (N. del A.)

 

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En este contexto no se puede confundir la realidad de los vascos o catalanes de ideología republicana que sintonizaban con las peculiaridades del exilio español. Me refiero en concreto a los gallegos-vascos-catalanes de ideología nacionalista y compromiso independentista o federalista. Para el caso del exilio vasco, véase el respecto el trabajo «El exilio vasco como realidad cultural», en La cultura del exilio vasco I, op. cit., pp. 9-54. (N. del A.)

 

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GAOS, J., «Los transterrados españoles de la filosofía en México», en Filosofía mexicana de nuestros días, Imprenta Universitaria, México, 1954. Véase igualmente MONCLÚS, A., «José Gaos y el significado de transterrado», en El pensamiento español contemporáneo y la idea de América, (2 Ts.), Anthropos, Barcelona, 1989, pp. 33-68; ANDÚJAR, M., «Los exiliados-transterrados y las Américas», en El exilio de las Españas de 1939 en los Américas, op. cit., pp. 127-132; ROMERO, M., «Análisis del éxodo y actividad política», en El último exilio español en América, op. cit., pp. 19-25; etc. (N. del A.)

 

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Sacerdotes de cultura euskaldún eran destinados a pueblos castellanos de Álava o La Rioja, etc., como medidas de castigo o purificación contra sus «excesos» nacionalistas. Por ejemplo, Manuel Lecuona, gran patriarca de la cultura vasca, pasó años en la localidad de Calahorra. Al margen de las valoraciones que dichos personas pudieran hacer de sus lugares de destino y del sentido de sus misiones, por lo general en la línea de su obediencia sacerdotal, en la filosofía de estos destinos se halla el hecho de un claro destierro. La Álava castellana, igualmente, fue tierra de exilio para numerosos sacerdotes de cultura e ideología vascas. (N. del A.)

 

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A partir de este momento, me voy a referir de manera única al fenómeno del exilio vasco por ser tema de mi trabajo de investigación, aunque a primera vista parece lógico que las características atribuibles al hecho de la diáspora vasca puedan ser aplicables a los exilios catalán y gallego. (N. del A.)