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Fernando Claudín y Jorge Semprún, entre otros, protagonizaron una de las múltiples polémicas que sufrió el PCE durante los años del franquismo. Ellos defendían la creación de un nuevo partido marxista o bien la renovación del PCE y su fusión con otros grupos marxistas, pero Santiago Carrillo y la mayoría del Comité Central no compartieron esas ideas y les acusaron de «derechismo» y fueron expulsados del partido en 1964. (N. del A.)

 

632

CLAUDÍN, F., Documentos de una divergencia comunista, Editorial Libros del Viejo Topo, Barcelona, 1978. (N. del A.)

 

633

GONZÁLEZ-CALERO, A., «Ruedo ibérico. La contrahistoria del franquismo», Triunfo, año XX-XII, n.° 792, 1 abril 1978, pp. 26-28. (N. del A.)

 

634

Entrevista de Roberto Mesa a José Martínez en La Calle, 1978, «Ruedo ibérico: Una aventura afortunada». (N. del A.)

 

635

El País, 15 marzo 1986, p. 29. (N. del A.)

 

636

Muchas veces se publicaron números dobles o incluso triples, con lo que la revista se retrasaba en su aparición cuatro o seis meses. (N. del A.)

 

637

El propio José Martínez decía en una entrevista: Mi vida política es similar a la de cualquier muchacho de mis características. Nazco en una familia de izquierdas, concretamente anarco-sindicalista. Milito en las Juventudes Libertarias. Me pongo a trabajar muy joven y entro en la sede de la Federación Regional de Campesinos de Valencia de la CNT. En GONZÁLEZ-CALERO, A., «Ruedo ibérico. La contrahistoria del franquismo», Triunfo, año XXXII, n.° 792, 1 abril 1978, p. 26. (N. del A.)

 

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SÁNCHEZ ALBORNOZ, N., El País, 15 marzo 1986, p. 28. (N. del A.)

 

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Su hermano Jesús recuerda cómo «intentó primero salir por Cataluña, pero falló la operación. Al final, llegó a Francia por el País Vasco, después de cruzar a nado el Bidasoa», El País, 11 noviembre 1992, p. 29. (N. del A.)

 

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Nicolás Sánchez-Albornoz acababa de huir, junto con Manuel Lamana, del campo de trabajos forzados de Cuelgamuros (el episodio fue novelado por Manuel Lamana en su libro Otros hombres, publicado en su exilio en Buenos Aires en 1956), con la ayuda de la joven norteamericana Barbara Probst Solomon quien también estuvo presente en el encuentro con José Martínez, como ella misma ha contado en su libro Los felices cuarenta: Mientras tanto, teníamos nuestras propias cosas en que pensar. Otro muchacho, de unos veinte años, había pasado la frontera recientemente. Se llamaba Pepe Martínez, era tímido, usaba gafas y no tenía la menor pinta de héroe. Se trataba de un joven anarquista valenciano, que tras cumplir condena en la cárcel de Valencia, había llegado caminando a París... Aunque al principio hablaba muy poco, resultó ser el más fuerte de todo el grupo y, a la postre el más revolucionario. (N. del A.)