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Lorenzo Hervás y Panduro

José del Rey Fajardo





El 20 de julio de 2007 sacaba a la luz pública en Madrid la Editorial Libris una obra muy codiciada por los especialistas que estudian los movimientos culturales y científicos, en Italia, de los jesuitas españoles y americanos expatriados por el rey Carlos III en 1767 y extinguidos por el Papa Clemente XIV en 1773.

El autor es Lorenzo Hervás y Panduro, personalidad demasiado conocida en el ámbito de los estudios de enciclopedismo, pedagogía, lingüística, etnografía y bibliología. Para sintetizar estos vastos mundos nos remitimos a dos resúmenes que recogen lo más sobresaliente de su personalidad: la primera es la visión europea1 y la segunda recoge la vertiente venezolana2.

Había nacido en Horcajo (Cuenca) el 10 de mayo de 1735 e ingresó en la Compañía de Jesús el 29 de septiembre de 1749 en la Provincia de Toledo. Profesó las humanidades en Cáceres y la filosofía en Madrid y Murcia. En 1767 siguió a los demás jesuitas españoles al destierro de Italia. «Retirado primero a Forli con toda su provincia de Toledo, y, después de suprimida la Compañía de Jesús el año 1773, refugiado en Cesena, en casa de los marqueses de Chini, en el tranquilo apartamiento de aquella ciudad provinciana, planea y emprende sus amplísimas obras enciclopédicas entre 1773 y 1784, decenio el más fecundo de su fecunda vida. En la ciudad eterna, desde esta fecha hasta que en 1798 volvió a España, amparándose bajo el permiso transitorio otorgado por Carlos IV a los desterrados, completó sus grandes obras iniciadas en la Romaña y escribió otras muchas, acuciado siempre por aquella su curiosidad, tan siglo XVIII y tan moderna. No le abandonó este espíritu durante su retiro en su pueblo natal entre 1798 y 1801. En esta última fecha el hijo de Carlos III volvió a intimar la orden de destierro a los ex-jesuitas, como represalia ante el reconocimiento de la Compañía por Pío VI en los ducados de Parma. Vuelto Hervás a Roma, fue nombrado bibliotecario del palacio Quirinal, cargo que ejerció hasta su muerte el año de 1809, y que le permitió continuar incansablemente sus estudios y sus escritos de los más variados temas humanos. Hervás, el escritor enciclopédico de vida oculta y retirada, es el enciclopédico del Hombre y del Universo»3.

Con respecto a la obra escrita de Hervás, Astorgano visualiza cuatro grandes etapas: la primera abarca hasta el extrañamiento en 1767 con 5 obras, equivalente a 5 tomos «todos inéditos o perdidos». La segunda se adentra en el primer destierro (1767-1798) que abarca su vida tanto en Cesena (1774-1784) como en Roma (1784-1798). Desde el punto de vista literario produjo 33 obras, equivalentes a 80 tomos, «de los cuales 40 están inéditos y 31 perdidos». La tercera comprende la breve estancia en España (1798-1802) con 10 obras equivalentes a 17 tomos «de los cuales 14 permanecen inéditos y 3 inéditos y perdidos». La cuarta y última se residencia en la capital de la cristiandad (1802-1809) y redacta 14 obras equivalentes a 29 tomos «de los cuales 22 permanecen inéditos y 14 inéditos y perdidos»4.

Uno de sus biógrafos, Enrique del Portillo, suma 62 obras equivalentes a 131 tomos de los cuales permanecen inéditos 81 y de éstos hay 56 perdidos5. Una revisión de esta ingente bibliografía puede verse de forma muy documentada y exhaustiva en Astorgano6.

Ante un hombre de tantos saberes enciclopédicos como fue Hervás, la presente reseña sólo puede ceñirse al tema del libro que hoy presenta Antonio Astorgano, una obra extraordinaria, inédita hasta ahora, a la que el editor pone amplio estudio preliminar e ilumina con un aparato de notas sencillamente abrumador.

El polígrafo abate Lorenzo Hervás y Panduro, jesuita manchego expulso y apasionado hombre de letras fue el autor de esta monumental Biblioteca Jesuítico-Española, en la que se ocupa de recoger todas las obras escritas (publicadas o no) durante 1759-1799 por los miembros lusoespañoles de la Compañía de Jesús. Como se sabe, fue aquel un periodo crítico para los Jesuitas, expulsados de territorio español y acogidos mayoritariamente en Italia, muchos de ellos con serias dificultades para sobrevivir.

Hervás formaba parte de esos exiliados forzosos, a muchos de los cuales conocía en persona y de los que conseguiría informaciones directas para componer este repertorio bibliográfico. Su móvil no fue sólo el de un científico, bien que goce de merecida fama como figura indiscutible de su época. Hervás y Panduro, dando minuciosa cuenta de los libros compuestos por sus hermanos reivindicaba la valía intelectual de los mismos y, a la vez, ponía en evidencia la torpeza de que países tan necesitados de ilustración como Portugal y España, y más en sus colonias, hubiesen decidido quedarse sin tan cualificada mano de obra. Entre los expulsos había todo tipo de personas dedicadas a las más variadas profesiones según demuestran los cinco centenares de autores aquí recogidos.

Hervás se dedicó intensamente en Italia a difundir la cultura, con la edición de una enciclopedia, Idea dell'Universo (1778-1787), consiguiendo un notable éxito editorial, que se convirtió en ruina económica al traducirla al español, bajo el título de Historia de la vida del hombre (1789-1799). Simultáneamente tuvo tiempo para esbozar la disciplina de la lingüística comparada con su Catálogo de las lenguas.

Para los venezolanos y americanos a Hervás hay que ubicarlo entre los pioneros de la historia de la historiografía hispanoamericana que nace como disciplina independiente en esos aciagos años.

Ya el P. Manuel Luengo en dos ocasiones, al menos, habla de la necesidad de componer una Biblioteca que recogiese la producción literaria jesuítica. Ya en 1778 sugiere la posibilidad de tal publicación en la pugna literaria entablada entre los hijos de San Ignacio hispanos e italianos en el marco de la polémica suscitada entre Tomás Serrano (1715-1784)7, Juan Andrés (1740-1817)8 y Francisco Javier Llampillas (1731-1810)9 con Javier Bettinelli (1718-1808)10 y Girolamo Tiraboschi (1731-1794)11 pues estos últimos defendían que los escritores hispano-latinos representaban la decadencia de la latinidad. La segunda data de 1790, época en que los jesuitas españoles han ofrecido al público europeo su mejor producción intelectual, y esos resultados le despiertan el deseo de trasmitir a la posteridad el conocimiento de tan magna obra12.

Pero la figura principal de esta tarea científica para los hombres de la lengua castellana se centra en la obra del P. Lorenzo Hervás y Panduro (1735-1809)13 protagonista indiscutible de todo este gigantesco proyecto.

Hervás no indica ni cuándo concibió la idea de la Biblioteca ni la fecha exacta de su composición pero en 1793 había concluido su primera redacción; con todo sus adiciones continuas nos hacen llegar al 1799, según se desprende de la lectura del propio texto14.

Así surgió la Biblioteca jesuítico-española de escritores, que han florecido [por-en] siete lustros. Estos empiezan desde el año 1759, principio del reinado del augusto rei Carlos III, y acaban en el año 179315, manuscrito que reposa en el Archivo de Loyola (Guipúzcoa)16.

El manuscrito consta de dos volúmenes. En el primero se encuentra el Catálogo 1.º, es decir, el que contiene los escritores con obra impresa17. El volumen segundo recoge: el Catálogo 2.º: Escritores jesuitas españoles y americanos que dentro del mismo plazo escribieron sus obras, pero dejándolas inéditas18; catálogo 3.º. Escritores jesuitas portugueses que imprimieron o dejaron inédita alguna obra durante los años de su destierro19; catálogo 4.º. Escritores jesuitas de obras impresas o inéditas, extranjeros, pero que, domiciliados en España, murieron antes de 1767 o salieron extrañados con los españoles20. Además incluye el autor dos Apéndices: en primero reúne el «Catálogo de manuscritos de escritores españoles y portugueses existentes en siete bibliotecas insignes de Roma»21. Existe una tercera parte que está dedicada a avalar el aporte hervasiano de personas y obras citadas con la correspondiente verificación en los archivos y bibliografías especializadas22. Concluye Astorgano su estudio con los correspondientes Índices23.

En total 495 retratos bío-bibliográficos y la descripción de 808 manuscritos (Apéndice, 1) y 9 manuscritos de la Colección canónico-española (Apéndice, 2)24. Y frente a la Bibliothèque de Sommervogel Astorgano contrapone 325 escritores del jesuita francés frente a los 495 de Hervás, es decir, que el español incluye 170 entradas nuevas25. Y como es natural en esta clase de obras y con los medios que existían en el siglo XVIII es evidente que haya desconocido o no haya podido consultar algunos autores que recoge el editor de la Biblioteca jesuítico-española que acaba de conocer la luz pública26.

Un elemento decisivo para la elaboración de la Biblioteca -amén de su peregrinar por las bibliotecas romanas e italianas- lo constituye el hecho de que Hervás supo mantener correspondencia con la mayoría de los «intelectuales jesuitas» que vivían en su misma situación de expatriados27 y de ellos obtuvo valiosísimas informaciones de primera mano, por ejemplo, en el ámbito de las lenguas indígenas y exóticas como se puede seguir en la lectura de su Idea dell'Universo y también en el Catálogo de las Lenguas28. La Biblioteca jesuítico-española (1794) es consecuencia del intenso contacto de Hervás con muchos de sus compañeros de Orden religiosa para conseguir datos para elaborar sus obras lingüísticas. Fruto de esos contactos, y como agradecimiento a los mismos, redactó dicha Biblioteca y consiguió cierto liderazgo sobre los ex-jesuitas expulsos.

En el caso concreto de la Orinoquia recoge la Historia del Orinoco escrita por el P. Roque Lubián, a la que habría que añadir el Apéndice a la Real Expedición de límites entre los dominios de España y Portugal en América.

Quizá ha tenido más difusión en el ámbito colombiano la extensa obra del que fuera un insigne catedrático de la Universidad Javeriana Antonio Julián por su obra clásica La Perla de América. Provincia de Santa Marta29.

En la concepción juliana su historia se componía de una trilogía cuyo material lo envió a Madrid para que fuera publicado por don Antonio Sancha. Sin embargo, sólo conoció la luz pública La Perla de América. Las otras dos permanecieron inéditas. La segunda era El paraíso terrestre en la América meridional, y Nuevo Reino de Granada. Un tomo en 8.º con 15 discursos30. La tercera obra se intitula: Historia del río Grande: por otro nombre Magdalena, y río de Santa Marta31.

Pero la actividad histórica del jesuita neograndino fue grande. Dos libros aparecieron en Italia en 1790. El primero: Dissertazione critico-espositiva sopra una parte del capitolo 3 della Epistola 2 di S. Pietro, Roma, 179032 y el segundo: Trasformazione Dell' America ossia Trionfo Della S. Chiesa Sulla Rovina della Monarchia del Demonio in America Dopo La Conquista Fattane Da' Monarchi Della Spagna33. Hay que dejar anotado que la traducción castellana de esta obra apareció en 1994 en Bogotá34.

No conoció la luz pública el manuscrito Storia apologetica dei guasti e pregiudizi cagionati dalle Nazioni Straniere alla Nazione e Monarchia Spagnola35.

Dentro del género histórico sería vital conocer las Historias útiles en que el autor impugna algunos puntos de la Historia de Gilij36 que recoge la polémica del P. Antonio Julián contra el P. Gilij. Y del mismo autor Sommervogel hace referencia a Obra sobre la conversión, costumbres de los americanos, etc.37

Otra huella histórica para seguir la actividad de los expatriados, y después de 1773 exjesuitas, son las clásicas notas mortuorias que se escribían a la muerte de cada miembro de la Compañía de Jesús. Entre otras muchas recoge la del P. Manuel Padilla sobre el P. Andrés Villa, muerto en Pérgola a 12 de abril de 177538.

El ingreso a las grandes Bibliotecas de Escritores de la Compañía de Jesús lo tenía asegurado Felipe Salvador Gilij por su correspondencia39 y asesoría al P. Lorenzo Hervás y Panduro en la elaboración de su gran obra La Idea dell'Universo40. En efecto, en su Biblioteca Jesuítico Española41 el jesuita español le dedica una extensa reseña a su obra impresa y a la manuscrita.

En el tomo II de Aportes jesuíticos a la filología colonial venezolana42 hemos recogido tanto el epistolario lingüístico mantenido por Gilij con Hervás y Panduro43, así como los aportes que suministraron al ilustre autor del Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas los PP. Manuel Padilla («Elementi Grammaticali della Lingua Betoy»)44, José Forneri («Elementi grammaticali della lingua Yarura»)45 y otros anónimos.

En el área de las traducciones el P. Juan Francisco Blasco publicó en Madrid en 1794 las Reflexiones sobre la Naturaleza de Sturm46.

Gracias a Hervás hemos llegado al conocimiento de la producción científica del jesuita maracaibero Alejandro Mas y Rubí hasta antes de concluir el siglo XVIII, pero de su larga vida del XIX habrá que seguir investigando la prolífica acción de este desconocido ignaciano.

Escribió: Elementos científicos de geometría con aplicación de sus proposiciones a las demás artes y ciencias47; Geografía astronómica, física y política48; Astronomía física49; Cronología con las Tablas del jesuita Musuner, añadidas y reducidas a mejor método; se añade la chronología de los soberanos de León, Navarra, Aragón, Borgoña, Austria y Orleans50; Tabla cronologica o prospecto de la cronología51; Compendio de la historia profana desde la creación del mundo hasta el año 1764 de la era cristiana52 e Historia del imperio romano, de Alemania, Francia, España, Portugal, Inglaterra y del Imperio Otomano con relación de la vida de Mahoma53.

Lo dicho hasta ahora sobre Venezuela podría ampliarse en dimensiones mucho mayores a otros países americanos de habla hispana. Una visión de la temática general de la obra literaria de los jesuitas expulsos la ofrece Miguel Batllori, quien la reduce a 10 grandes grupos temáticos:

  • - Lo enciclopédico: Lorenzo Hervás y Panduro y Juan Andrés.
  • - La estética y la música: Arteaga y Eximeno.
  • - El humanismo grecolatino.
  • - Arabismo y provenzalismo.
  • - Apología de la literatura española: Llampillas.
  • - La historia: Francisco Masdeu.
  • - Los americanistas.
  • - La erudición artística.
  • - La literatura religiosa: Gustá y Lacunza.
  • - Poesía, novela y teatro: Montengón y Colomés54.

Sin embargo, para el investigador interesado en el pormenor de estos temas nos remitimos a la precisión analítica de Astorgano55, pues como atinadamente apunta el editor de Hervás, el P. Batllori se dejó llevar llamativamente por el aporte de lo que fue la Provincia de Aragón.

En la Biblioteca jesuítico-española (1794) se retrata y analiza la producción literaria de los casi quinientos ex jesuitas expulsos que en el exilio italiano publicaron o escribieron sobre las más diversas materias entre 1759 y 1799. Es, sin duda, la obra más completa y panorámica para conocer la polifacética actividad intelectual del primer exilio masivo de la España contemporánea, editada con la finalidad de satisfacer la curiosidad de cualquier lector culto y poner una herramienta útil en manos de los especialistas del siglo XVIII.

Nos resta solamente dar la bienvenida a la paciente y benedictina obra llevada a cabo por Antonio Astorgano, la cual pone en manos de los investigadores una riqueza inédita para muchos estudiosos del americanismo en Italia y también las preciosas informaciones sobre los jesuitas americanos, muchos de ellos anónimos, que adquieren voz propia con esta nueva obra de Hervás.

Pero una virtud singular que adorna esta edición de Hervás consiste en la meticulosidad con que el editor ha sabido añadir centenares de notas ilustrativas a cada una de las afirmaciones bibliográficas del abnegado escritor jesuita. Realmente es digno de admiración.

Este desconocido editor en tierras colombinas llega con personalidad propia a nuestros haberes bibliográficos. Ciertamente estamos ante un gran cultor de la Ilustración en sus más variados personajes: Gregorio Mayans, Joaquín Lorenzo Villanueva, el corregidor José Antonio Armona, Pablo Pedro de Astarloa. Pero su especialidad literaria se ha centrado en Juan Meléndez Valdés a quien ha dedicado una extensa producción como lo demuestra Biografía de don Juan Meléndez Valdés. El ilustrado, Badajoz, Publicaciones de la Diputación, 2006 (2.ª edición) y Obras Completas de Meléndez Valdés, Madrid, Ediciones Cátedra (Bibliotheca Aurea), 2004. También se ha convertido en un estudioso cualificado del mundo jesuítico tras la expulsión y extrañamiento llevado a cabo a partir del año 1767; así lo demuestran, por ejemplo, sus investigaciones sobre el Padre José Francisco Isla56, Lorenzo Hervás y Panduro, Vicente Requeno57 y Esteban Terreros58. Antonio Astorgano, catedrático de Zaragoza e infatigable trabajador, donde ejerce la docencia, nos ofrece otro rotundo testimonio de capacidad investigadora. Si con la biografía y edición de la poesía de Meléndez Valdés obtuvo el reconocimiento unánime de los críticos, este su nuevo trabajo le merecerá sin duda la gratitud de cuantos se interesen por las letras latinoamericanas.

La Academia Nacional de la Historia de Venezuela se complace en dar a conocer a los investigadores patrios esta excepcional obra de Lorenzo Hervás y Panduro que además es un modelo de lo que debe ser una edición crítica.





 
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