Jornada segunda |
|
(Dentro ruido de desembarcar.)
|
OCTAVIANO | Ya no manda
el timón, y ya la quilla | | encalló en las arenas
de la orilla. | |
|
|
LÉPIDO | Dejad zafar la escolta y chafaldete. | |
|
|
IRENE | Amainad la mesana y el trinquete. | |
|
|
LÉPIDO | Vaya
la lancha al pie de aquella sierra. | |
|
|
OCTAVIANO | Lépido,
Irene y yo, tomemos tierra. | |
|
|
|
LÉPIDO |
Sobre
la espuma cana | | se mece la ligera capitana. | |
|
|
OCTAVIANO | Y las
demás, qué iguales | | azotan con los reinos los
cristales. | |
|
|
IRENE | Favorable nos fue la mar y viento. | |
|
|
|
|
|
Salen OCTAVIANO, LÉPIDO e IRENE.
|
IRENE | Salta sobre el peñasco de esa sierra. | |
|
|
OCTAVIANO |
Beso mil veces la florida tierra. | |
|
|
LÉPIDO | Beso la madre
de los hombres pía. | |
|
|
IRENE | Ésta la playa es
de Alejandría | | la que al Mediterráneo tiene
a raya, | |
|
|
OCTAVIANO | Más parece de Chipre aquesta playa. | |
|
|
IRENE | Salva te hacen dulces ruiseñores. | |
|
|
LÉPIDO |
Sin duda es esta patria de las flores | |
|
|
OCTAVIANO | El olfato
y la vista a un tiempo estrena | | fragancia y candidez de la
azucena. | |
|
|
IRENE | Alegre está la vista y el olfato. | |
|
|
OCTAVIANO |
¿No ves, Irene, al sol arder ingrato? | |
|
|
|
OCTAVIANO |
¿No
le ves con luz hermosa | | galanteando la purpúrea rosa, | | que preside a otras flores peregrinas | | y al ver que se defiende
con espinas, | | no por ser tan hermosa la pretende, | | sino porque
la ve que se defiende? | | ¿Y a Clicie, que en sus rayos habilita | | porque ve que le sigue la marchita? | |
|
|
IRENE | Y yo al ver que
la deja, en mí contemplo | | de Clicie y sol un infelice
ejemplo; | | que si Antonio me deja desdeñoso, | | yo vengo
a ser la Clicie de mi esposo. | |
|
|
OCTAVIANO | Lépido, amigo
mío, Irene bella: | | tú, sol del Asia: tú,
de Europa estrella, | | atendedme los dos lo que os advierto: | | ya os acordáis los dos que fue concierto | | de venir
a buscar a nuestro amigo, | | siendo nuestra amistad el fiel
testigo, | | dado caso que Antonio no llegase | | dentro de un
año a Europa, o que no enviase | | nuevas de su ruina
o vencimiento | | o ya la fama lo contase al viento, | | o ya fiase
sus vitorias solas | | Neptuno a la inconstancia de las olas. | |
|
|
LÉPIDO | Un año el tiempo fue que la ha aplazado. | |
|
|
OCTAVIANO | Pues ya sabéis que el año se ha pasado, | | sin que para más riesgo o mayor gloria | | sepamos su
ruina o su vitoria; | | y tal vez he pensado | | o que hidrópico
el mar se le ha tragado, | | o que cruel, Cleopatra, aunque
divina, | | reliquias no dejó de su ruina; | | o será,
pues triunfante no le aclama, | | que su clarín se le
quebró a la fama: | | y como nuestro crédito desmaya, | | con las naves que surgen en la playa | | y con la hueste que
mi espada anima, | | a discurrir el más remoto clima | | me conduzgo, hasta hallar de aquesta suerte | | indicios de
su vida o de su muerte. | |
|
|
IRENE | Desta montaña, agora | | que le acecha las luces al aurora, | | la cumbre altiva discurrir
podemos. | |
|
|
LÉPIDO | La selva, monte y prado registremos. | |
|
|
OCTAVIANO | Mirar pretendo en este monte cano | | si alguna poblacion
descubre el llano. | |
|
|
IRENE | Sólo un arroyo aquella selva
baña; | | desierta se descubre la campaña. | |
|
|
OCTAVIANO |
Estampa no se ve de plantas vivas, | | todas las plantas son
vegetativas. | | tocad al arma, veamos si se altera | | al marcial
aparato un hombre o fiera. | |
|
|
|
|
(Toquen
y párense a escuchar.)
|
OCTAVIANO | Ya suena el metal
hueco, | | y sólo del clarín es susto el eco. | |
|
|
IRENE | Aves son las que el ruido han extrañado. | |
|
|
LÉPIDO |
Un hombre, o el deseo me ha engañado. | |
|
|
IRENE | Vuelto
en sí del letargo, huir procura; | | antes que se penetre
en la espesura | | del prado, le llamemos. |
|
|
OCTAVIANO | Hombre,
aguarda; | | Egipcio, ¿qué te turba y acobarda? | | Reducirle
no puedo. | |
|
|
LÉPIDO | Mucho es que no tropieces en tu miedo. | |
|
|
IRENE | ¿No vías? darle voces es en vano. | |
|
|
OCTAVIANO |
El que te llama es César Octaviano. | |
|
|
IRENE | Parece que
a tu nombre reducido | | su temor aconsejó su oído. | |
|
|
LÉPIDO | Ya parece que mueve más veloces | | las
plantas al halago de tus voces. | |
|
|
OCTAVIANO | Llega al favor
que esperas de mi mano. | |
|
|
|
Sale CAIMÁN.
|
CAIMÁN |
Dame tus plantas, César Octaviano. | |
|
|
|
CAIMÁN | ¿Lépido,
Irene, qué te veo? | | Viendo estoy a los tres, y no
lo creo; | | ¿qué se llegó de mi deseo el día? | |
|
|
|
|
|
|
|
CAIMÁN | Lo que siempre, Cleopatra le ha
vencido | |
|
|
|
|
|
CAIMÁN | No te estuviera mal que hubiera
muerto. | |
|
|
|
|
OCTAVIANO | Muera mil veces yo, viva mi amigo. | |
|
|
|
|
|
CAIMÁN | Pero vive Cleopatra con la muerte. | |
|
|
OCTAVIANO | ¡Qué gloria, qué contento! |
|
|
|
CAIMÁN | No te estuviera mal que fuera
viva. | |
|
|
OCTAVIANO | Descíframe esta enigma, si eres sabio. | |
|
|
IRENE | No se hielen tus voces en tu labio. | |
|
|
LÉPIDO | Di,
¿cómo aquí has llegado? | | sácanos a los
dos deste cuidado. | |
|
|
OCTAVIANO | Como leal refiere, | | cómo
vive Cleopatra y cómo muere. | |
|
|
IRENE | Refiérenos
si es cierto | | cómo es Antonio vivo y cómo es
muerto | |
|
|
|
|
|
CAIMÁN | Ya te acuerdas que contigo | |
vine a Egipto, y ya te acuerdas | | que me quedé en la
batalla | | como espada ginovesa; | | ya dije que Marco Antonio | | llegó a Egipto; pero apenas | | empañó
con nubes de humo | | el sol de Cleopatra bella, | | apenas vio
su luz pura | | nunca hasta entonces serena, | | cuando se quedó
más blando | | que corregidor que espera, | | acabado su
trienio, | | que le tomen residencia; | | quiso, volviéndose
a Roma, | | fiar al viento las velas, | | y a su constancia fiar | | aquel apagado Etna | | que va forjando en el alma | | minas que
tarde revientan; | | pero el ligado velamen | | aún no a
los vientos entrega, | | cuando a detenerle sale | | Cleopatra
en una galera. | | Árboles de plata fina, | | las gavias
de oro, las cuerdas | | trizas, escoltas, volinas, | | de cordones
de oro y seda. | | La popa, ébano y marfil, | | y en igual
correspondencia | | del terso cristal de roca | | diáfanas
las vidrieras. | | Iba la chusma adornada | | de mil recamadas
telas, | | a quien, aunque tarde, supo | | perfeccionar la tarea. | | Los soldados desta nave | | cincuenta Cupidos eran | | que a corazones
de bronce | | disparaban mil saetas. | | En la cámara de
popa | | suavísimas sirenas | | cantaban, amor, amor, | | que
esta era su dulce guerra. | | Cleopatra, en un trono de oro, | | cuyos diamantes pudieran | | exceder cuantos el sol | | purifica
y alimenta, | | esperaba a Marco Antonio | | pasó Marco
Antonio a verla; | | dijo, que de agradecido, | | y yo le dije:
no creas | | que hay quien no teniendo amor | | sepa agradecer
finezas. | | Trinaron suaves voces | | mil amorosas endechas, | |
cuyo compás en las aguas | | llevaba la palamenta. | | Surgieron
de allí distantes | | presumo que media legua, | | y en
medio del mar estaban | | fijas diferentes mesas | | sobre una
red, que en las aguas, | | con tal artificio era | | tejido metal
en lazos, | | de obra tan sutil, que al verla | | sufrió
el peso y no la vista, | | que estaba esta red dispuesta | | con
fortaleza tan grande | | y con tanta sutileza, | | que la dudara
la vista | | si el tacto no la creyera. | | Espléndida la
vianda | | colmó el día una menestra: | | trujo deshecha
en vinagre | | la más rica y grande perla | | que el exceso
encareció; | | el mar, que conchas platea, | | perlas que
engendró la aurora | | legítimamente netas, | | no
produjo perla igual; | | tanto, que se halló quien crea | | que valía una ciudad; | | y esta fue la vez primera | | que en los méritos quedase | | la comparación
modesta. | | Pez, escondido en las grutas; | | ave, que el cielo
penetra; | | fiera, que el monte discurre; | | fruta, que el árbol
franquea; | | raíz, que la tierra esconde; | | manjar, que
la gula inventa; | | cristal, que el sol purifica; | | licor, que
en los años medra; | | destos dos dioses del mundo | | fueron
ambrosía y néctar, | | delicias de los manjares, | | viendo festiva a su reina, | | (cómo es en las ocasiones | | el que más se desenfrena) | | pareciéndoles que
ya | | tiene amor Cleopatra, empiezan, | | para hacer bien de las
suyas, | | a hacer mal de las ajenas. | | La casta anciana, que
estuvo | | en su atención recoleta, | | sabiendo lo que
ha perdido | | no quisiera ser tan vieja. | | La viuda también
buscaba | | un sustituto que lea | | en su cátedra del sexto | | del propietario la ausencia. | | En disolución tan libre, | | trocados los frenos vieras | | las solteras muy casadas, | | las
casadas muy solteras. | | Tan iguales voluntades | | corrieron
en esta era, | | que a más de cien mil Tarquinos | | no
se encontró una Lucrecia; | | la tórtola enamorada, | | la dulce paloma tierna, | | por ser aves que amar saben, | | las
arrullan y gorjean; | | la azucena y el jazmín, | | símbolos
de la pureza, | | les daban humo a narices; | | que sólo
del gusto eran | | la hiedra, por ser lasciva, | | por madre, la
madre selva; | | y si era ley en Egipto | | que en fuego material
muera | | la mujer que tenga amor, | | Cleopatra, menos atenta, | | otra ley ha promulgado | | para derogar aquella, | | y es que
saquen a quemar | | a la mujer que no quiera; | | Venus y Baco,
dos dioses | | de costumbres no muy buenas | | Venus hizo dar traspiés, | | Baco hizo dar tras cabezas; | | en fin, Antonio y Cleopatra | | en Alejandría entran | | ya del pueblo murmurados, | |
que es quien antes los celebra; | | Oh plebe, la dije entonces, | | ¿quién puede ser que te entienda? | | Quéjaste
si el Rey es bueno, | | y si no es bueno te quejas; | | mañana
otra vez querrás | | gozarte en delicias nuevas, | | pues
ni la virtud te agrada | | ni del vicio te contentas; | | a Marco
Antonio Cleopatra | | miraba muy fina y tierna, | | y no con buena
intención, | | que cuando una mujer llega | | a repasar
a un galán | | el talle, los pies y piernas, | | de tener
mucha atención | | anda un poco desatenta; | | mirábala
Antonio, como | | el que conocer desea | | a alguna persona y no | | acaba de conocerla, | | llegaron a su palacio, | | y para que
desta guerra | | durase la paz deseada, | | solos los dos, sin
que hubiera | | quien mediase en estas paces, | | entraron a asentar
treguas; | | los dos, dicen, que allá dentro | | tuvieron
mil diferencias | | sobre el modo de la paz, | | porque duró
esta contienda | | más de un mes, en que los dos | | no
salieron de una pieza, | | hasta dejar de una vez | | hechas las
paces y treguas; | | pues mirad si Antonio es muerto, | | pues
murió a la confidencia | | de tu amistad, y mirad | | si
también Cleopatra es muerta | | del amor... |
|
|
OCTAVIANO |
Detén
el labio, | | miente tu atrevida lengua: | | Antonio es mi fiel
amigo; | | yo adoro a Cleopatra bella; | | para mí conquista
Antonio | | esta inexpugnable fuerza, | | que con firmes desengaños | | se fortalece y pertrecha. | |
|
|
CAIMÁN | Él no sabe
que la adoras. | |
|
|
OCTAVIANO | Sabe el cielo, viento y tierra | |
que respira el alma mía | | por los alientos de aquella. | |
|
|
CAIMÁN | Pues Antonio fue traidor. | |
|
|
|
LÉPIDO | No
lo creas, | | porque en llegando al amor | | no hay amigo que lo
sea. | |
|
|
CAIMÁN | ¿Quieres ver el desengaño? | | a tu
hermana que fue prenda | | y premio de tu amistad, | | repudiar
quiere y intenta | | darle la mano a Cleopatra. | |
|
|
IRENE | Cierra
el labio, infame, cierra, | | que de tu boca atrevida | | sabré
arrancarte la lengua. | | ¿A mí despreciarme Antonio? | | ¿Cómo puede ser que sea | | sacrificio de la sombra | | quien fue de la luz ofrenda? | | Antonio me quiere a mí. | |
|
|
CAIMÁN | Bien puede ser que te quiera, | | pero más
quiere a Cleopatra. | |
|
|
|
CAIMÁN | Y
porque agradezcas | | mi lealtad... |
|
|
|
CAIMÁN | Un mes ha que en esta
selva | | estoy escondido, sólo | | porque dije en su presencia | | que ¿por qué hacía contigo | | una ingratitud
tan fea... | |
|
|
|
|
IRENE | Y dime, ¿sabe la Reina | | que es Marco Antonio mi esposo? | |
|
|
|
IRENE | Pues
no creas | | que ella le quiere. |
|
|
CAIMÁN | Señora, | | sí le querrá; porque, él y ella, | | él
está por ella ciego, | | y ella por él está
tuerta. | | Ya estaba para decirle... | |
|
|
OCTAVIANO | Calla, cobarde,
la lengua. | |
|
|
CAIMÁN | Pues yo me voy, déjame | | volver
a buscarle. |
|
|
OCTAVIANO | Espera; | | ¿y adónde está Marco Antonio? | |
|
|
CAIMÁN |
Estará de aquí dos leguas | | en una quinta, a
quien baten | | del mar las olas soberbias. | |
|
|
|
|
OCTAVIANO | Pues por las puras estrellas | | que errantemente
volando | | son celestiales cornejas, | | pues siendo del sol su
luz | | dan luz con la luz ajena... | |
|
|
IRENE | Por esa antorcha segunda, | | que ya pálida o serena, | | oscurece siempre viva, | |
está ardiendo siempre muerta, | | que he de dar sangrienta
muerte... | |
|
|
OCTAVIANO | Que he de dar la muerte fiera | | al ingrato
amigo... |
|
|
IRENE | Al
falso | | burlador de mi belleza. | |
|
|
|
IRENE | El centro no me consienta. | |
|
|
OCTAVIANO |
Los cuchillos de hambre y sed | | no me maten y me hieran. | |
|
|
|
OCTAVIANO | No me alumbren las estrellas | | hasta que en su roja sangre... | |
|
|
IRENE | Hasta que hidrópica
beba... | |
|
|
|
IRENE | El rojo
humor de sus venas. | |
|
|
|
|
LÉPIDO | Supuesto que es una mesma | | causa la
que de los dos, | | tú puedes marchar por tierra | | y yo
por el mar ahora | | sitiaré la quinta. |
|
|
OCTAVIANO | Ea, | | Lépido, mi sólo amigo, | | a embarcar. |
|
|
LÉPIDO |
Desde
hoy empiezan | | a vengarse mis desdenes. | |
|
|
|
LÉPIDO | Toca
a leva; | | muerto Antonio, será mía | | Irene, aunque
amor no quiera. | | (Vase.) |
|
|
|
CAIMÁN | Ya
yo voy, | | seguidme. | (dVase.) |
|
|
|
|
|
IRENE | Tu mismo enojo me alienta. | |
|
|
OCTAVIANO | Muera ese traidor
amigo | | que a los dos ofende. |
|
|
|
OCTAVIANO | Celos y agravios me irritan. | |
|
|
IRENE | Venganza y celos
me llevan. | |
|
|
|
|
|
Salen por una puerta LELIO y CLEOPATRA;
por otra puerta MARCO ANTONIO y OCTAVIO, capitán.
|
|
LELIO | Señora, | | mire vuestra majestad... | |
|
|
|
|
LELIO | No os dejéis llevar ahora | | de una amorosa pasión. | |
|
|
CLEOPATRA | Ya os digo que me dejéis. | |
|
|
|
OCTAVIO | A
Octaviano hacéis | | una ofensa, una traición. | |
|
|
LELIO | Que han de quitaros, pensad, | | el reino. |
|
|
CLEOPATRA | Eso
solicito; | | nunca reine yo en Egito | | y reine en mi voluntad. | | Esta es mi resolución. | |
|
|
OCTAVIO | Tú, brazo de
Febo y Marte, | | ¿del amor dejas llevarte? | |
|
|
MARCO ANTONIO |
Dices bien, tienes razón. | |
|
|
LELIO | Tú, que investaste
el desdén | | ¿sujeta al amor tirano? | |
|
|
OCTAVIO | ¿Tú
enemigo de Octaviano? | |
|
|
|
|
LELIO | El reino es más poderoso. | |
|
|
|
|
CLEOPATRA | No será Antonio mi
esposo. | |
|
|
OCTAVIO | Que han de dar la muerte advierte, | | a Cleopatra
tus soldados. | |
|
|
LELIO | Tus soldados conjurados | | a Antonio quieren
dar muerte. | |
|
|
CLEOPATRA | ¿Como a tu advertencia tardo... | |
|
|
|
|
|
|
|
MARCO ANTONIO | (Ap.) |
Temple el valor este fuego. | |
|
|
CLEOPATRA | (Ap.) | Hoy
este volcán reprimo. | |
|
|
MARCO ANTONIO | (Ap.) | Esto
ha de ser, yo me animo. | |
|
|
CLEOPATRA | (Ap. | Si esto ha de ser,
yo me llego.) | | Marco Antonio, honor de Europa, | | infelice
dueño mío, | | espejo en quien se aliñaron | | mis potencias y sentidos; | | ya sabes que desde el día | | que te vi quedó rendido | | mi valor tanto a tu fama, | | tanto a tu amor mi retiro, | | mi desdén tanto a tu
queja, | | tanto a tu fe mi albedrío, | | que en quererte
y no quererte, | | ya abrasados o ya tibios | | los hizo estar
más amantes | | el mismo estar más remisos. | | Y
en un jardín una noche | | que con sueño cristalino, | | para murmurarnos luego | | se hizo un arroyo dormido, | | obligándome
con ansias, | | quejándote con cariños. | | Atreviéndote
con miedos, | | llegándote con desvíos; | | al verme
a mí con desdenes | | usados y no sentidos, | | anduviste
tan cortés | | que no pareciste fino; | | y aunque respeto
es amor, | | dije acá para conmigo: | | el amor que está
muy ciego | | no es amor, que está muy vivo; | | desde entonces,
desde entonces, | | mi memoria es mi enemigo, | | no sé
qué veneno al alma | | se me entró de haberte
oído; | | que quejas a media voz | | son los mayores hechizos, | | pues mis ojos, que son tuyos, | | envidiosos de haber visto | | que no entrase amor por ellos | | y entrase por los oídos, | | con el oído trocaron | | un sentido a otro sentido, | | tanto, que oigo por los ojos | | y miro por los oídos. | | tú dijiste que me amabas; | | yo te adoro, ya lo digo; | | y aunque hago mucho en quererte | | vengo a hacer más
en decirlo. | | ya, pues, cuando nuestro amor, | | con estar muy
ciego, quiso | | que enmiende ciego himeneo | | lo que erró
sabio Cupido; | | contra mí el reino conspira, | | que es
ley antigua en Egipto | | que no puedan los romanos | | casarse
con los egipcios. | | Y como violar no puedo | | los estatutos
antiguos, | | y a tu vida, que es la mía, | | amenazan dos
peligros, | | de perderte y de perderme, | | una muerte y dos martirios; | | vengo a rogarte, Señor, | | con el llanto cristalino | | que a mis temores congelo | | y a tus ardores derrito, | | que
te vuelvas a tu reino, | | que así por mi vida miro, | | pues no puedo yo morir | | sabiendo que tú estás
vivo. | | ¡Oh, mal haya el cazador | | que en el recatado nido | | las tórtolas espantó | | que amor unió
pico a pico! | | ¡Mal haya el que astuto sabe | | para que fallezca
limpio, | | poner en la verde gruta | | lazos de arena al armiño! | | huye, Señor, huye Antonio, | | fía a los vientos
el lino, | | que si te faltaren ellos, | | yo te enviaré
mis suspiros. | | Darte la muerte pretenden | | mis vasallos ofendidos; | | yo te pierdo, yo te adoro. | |
|
|
|
CLEOPATRA | Ten
el cuchillo | | de tu voz, no me atraviesen | | tus pasiones los
sentidos, | | que la venda de los ojos | | me la pasaré
al oído. | |
|
|
MARCO ANTONIO | ¡Ay rosa, que brotó
el Mayo | | entre sangrientos espinos, | | que ha enfermado de
la noche | | y no sanó del rocío! | | ¡Pluguiera
a tus dulces ojos, | | dioses que idolatro míos, | | a cuyas
aras rendí | | deseos por sacrificios, | | que ese fuese
sólo el mal | | que yo siento! |
|
|
CLEOPATRA | ¿Más
activo | | dolor que haber de perderme, | | si quererte determino? | |
|
|
MARCO ANTONIO | Ese mal tiene el remedio | | dentro del mismo
peligro. | | si tienes para vasallos | | a mi amor y a mi albedrío, | | sustituye la corona | | de Alejandría y Egipto, | | a la
de Roma que yo | | pusiera a tus pies invictos, | | si a no haber
un grande riesgo, | | huyendo a Roma conmigo | | pudieras... |
|
|
CLEOPATRA |
¿Mayor
dolor, | | más vivos tiene los filos | | este cuchillo que
dices? | | Responde, Antonio. |
|
|
|
CLEOPATRA | Acaba, refiere el riesgo, | | ¿en qué
te suspendes? |
|
|
MARCO ANTONIO | Digo | | que Octaviano, ¡quién pudiera | | decirtelo sin decirlo, | | te quiere, y que yo te adoro, | | que es mi amigo y yo su amigo, | | que me ha fiado su amor, | | que a Alejandría ha venido | | a conquistar tu belleza; | | y yo el conquistado he sido; | |
que será traición quererte, | | que no quererte
es delito, | | que Irene, su hermana, es | | mi esposa, que si
prosigo | | en solicitar tus ojos, | | por cuyas luces respiro, | | mis propios soldados son | | los mayores enemigos, | | si llevarte
quiero a Roma | | mi ruina solicito, | | pues vengo a ser, si lo
miras, | | con los dos a un tiempo mismo, | | con Irene, falso
amante, | | y con él, traidor amigo; | | irme a los brazos
de Irene | | es morir en fuego tibio; | | ir de Octaviano a la
queja | | es confesar mi delito; | | a mí tus vasallos quieren | | darme la muerte ofendidos, | | irritados solicitan | | darte la
muerte los míos; | | seguir tu amor es delito; | | no quererte
es inconstancia, | | irme sin ti es darme muerte, | | muerte es
quedarme contigo, | | pues qué he de hacer me aconseja | | en extremos tan precisos, | | pues quedándome te pierdo, | | y yéndome te he perdido. | |
|
|
CLEOPATRA | Traidor, infame,
villano, | | romano, crüel, indigno | | de adorar estos dos
soles | | que a tus ojos les permito, | | de quien son devotamente | | tantos corazones indios; | | dime, ¿si desta hermosura | | eres
dueño tan preciso, | | cómo atreviste tus lazos | | para que no fuesen míos? | | ¿Cómo, ingrato,
cómo pagas | | cuando esta pasión te fío, | | con unos celos villanos | | un amor tan bien nacido? | | Vivo
yo, deidad humana, | | diosa de los albedríos, | | que pues
celos me ocasionas | | cuando mi amor significo, | | que del puñal
de los celos | | has de estrenarte en los filos. | | ¿Tú
no dices que no puedes, | | no sé cómo lo repito, | | dejar de querer a Irene? | | Pues hoy de Octaviano admito | |
el amor para premiarle, | | que pues tú mismo me has
dicho | | que falso adoras a Irene, | | y que él me idolatra
fino, | | con dar a Octaviano el premio | | te he de dar a ti el
castigo, | |
|
|
MARCO ANTONIO | ¿Decirte que la aborrezco | | es
para tu amor delito? | |
|
|
CLEOPATRA | Decirme que eres su esposo, | | es decir que la has querido. | |
|
|
MARCO ANTONIO | Y decir
que a ti te adoro, | | ¿no es decir que a Irene olvido? | |
|
|
CLEOPATRA |
No me quieras; porque soy | | tan vana, que no permito | | que
sea mi fino amante | | el que no puede ser mío; | | que
aunque yo amante le adore | | y él me adore más
activo, | | si de mis celos me abraso | | de mi vanidad me entibio. | |
|
|
MARCO ANTONIO | Yo quise a Irene, mas fue | | antes que te
hubiese visto; | | vi tu hermosura, y quedé | | a tu hermosura
rendido. | | No se estimara a la luz | | a no haber sombra; el
sol mismo | | a no venir tras la noche | | no fuera tan peregrino. | | ¿Cómo estimará la rosa | | quien no se estrenó
en el lirio? | | ¿Cómo ha de extrañar el mar | |
quien no vio correr al río? | | A no haber Diciembre
helado, | | ¿qué fuera el Abril florido? | | Todos los opuestos
lucen | | de los opuestos al viso, | | la virtud virtud no fuera | | a no ser contrario el vicio. | | Luego a ti te está
mejor, | | que a otra sepa haber querido, | | para que de aquella
noche | | seas el sol, seas del lirio | | clavel, de la sombra
luz, | | Abril del Diciembre frío, | | mar de aquel río,
y en fin, | | seáis las dos, cuando os miro, | | ella invierno,
lirio y sombra: | | tú sol, mar, clavel y estío. | |
|
|
CLEOPATRA | Pues si has hallado la luz, | | repudia la sombra. |
|
|
MARCO ANTONIO | Digo, | | que repudio la que llamas | | mi dueño, y a ti te admito. | |
|
|
CLEOPATRA | Pues ya aborrezco a Octaviano. | |
|
|
MARCO ANTONIO |
Yo no tengo más amigo | | que a mi dama. Di, ¿qué
haremos? | |
|
|
CLEOPATRA | Que huyendo los dos de Egipto, | | por las
provincias del Asia | | apelemos al asilo | | de los montes, y
a que en ellos | | nos den las grutas abrigo. | | ¿Qué reino
como gozarte? | |
|
|
MARCO ANTONIO | Tu vasallo es mi albedrío; | | huyamos, Cleopatra. |
|
|
CLEOPATRA | Huyamos, | | pues en lecho cristalino | | descansa el sol del afán | | con que visitó a los signos; | | y pues de esa hermosa
quinta | | a este prado hemos salido | | a quien le dispara el
mar | | trabucos de plumas rizos, | | sobre las inquietas olas | | de los vientos al arbitrio | | visitemos las provincias | | que
el rumbo ha desconocido. | |
|
|
MARCO ANTONIO | Pues para que
mis soldados | | no te den muerte, es preciso | | que vaya a avisar
a Octavio | | un capitán fidedigno | | a quien fié
este secreto | | aquí has de esperarme. |
|
|
CLEOPATRA | Hoy
sigo | | por el norte de tu amor | | de tu verdad el camino. | | ¿Serás
mi esposo? |
|
|
|
CLEOPATRA | Tanto,
bien mío, | | desde ahora que en cierta parte | | me he
holgado de haber tenido | | celos, que con solo amor, | | tanto
mi amor se ha encendido, | | que como quererte más | | era
solo mi destino, | | les agradezco a mis celos | | todo esto que
más te estimo | |
|
|
MARCO ANTONIO | Y yo, Cleopatra,
me huelgo | | de haberte también oído | | que a Octaviano
has de querer | | si te ofendo, que si píos | | los luceros
me influyeren | | que te olviden mis designios, | | de miedo de
que le quieras | | te querré siempre conmigo. | |
|
|
CLEOPATRA |
Pues aquí te espero, esposo, | | vete; y de paso te digo, | | que a mujer que quieras bien | | no digas inadvertido | | que
hay otro que la pretende, | | que amor es todo delirios, | | y
no hay mujer tan constante | | (yo que lo soy te lo aviso), | | que le pese que la quieran, | | que hay unos celos creídos, | | y por venganza o por tema | | habrá mujer de capricho | | que premiará al que la quiere | | por triunfar del que
ha querido. | |
|
|
MARCO ANTONIO | ¿No hay riesgos en tu constancia? | |
|
|
CLEOPATRA | Mi fe y mi amor son testigos. | |
|
|
|
CLEOPATRA | Solo a tu consejo aspiro. | |
|
|
|
CLEOPATRA | Aquí
te aguardo, | | ve sin ruido. |
|
|
|
CLEOPATRA | Sin ti no quiero la vida. | |
|
|
MARCO ANTONIO |
Venga la muerte contigo. | | (Vase.) |
|
|
CLEOPATRA |
En tanto que Marco Antonio | | vuelve, en el frondoso sitio | | que encubren aquellos sauces | | de aquel arroyo narcisos, | | quiero ocultarme, yo llego, | | pero aquí siento ruido, | | a estotra parte podré | | ocultarme, si benignos | | me
permitieren los cielos | | lograr los intentos míos. | |
|
|
|
Salen OCTAVIANO, IRENE y CAIMÁN.
|
|
OCTAVIANO | Ya piso con tal primor | | que los pasos de el valor | | parece que los da el miedo. | |
|
|
CAIMÁN |
La quinta es esta que os digo, | | y aquesta donde idolatra | | a tu enemiga Cleopatra | | Marco Antonio, tu enemigo; | | esta
es su campaña amena, | | y este es un monte eminente | | a quien el mar obediente | | besa las plantas de arena. | | (Pisando
quedo.) |
|
|
IRENE | Bien mi industria se previene; | | vengareme
de un villano. | |
|
|
CAIMÁN | Llega, César Octaviano, | | llega, bellísima Irene. | |
|
|
CLEOPATRA | ¡Hay más
infeliz estrella! | | ¡Más sospechas en que pene! | | aquella
voz dijo Irene, | | Octaviano dijo aquella. | | ¿Cómo aquí,
divinos cielos | | mis contrarios han venido? | | Luego dejará
el oído | | de encontrarse con los celos. | |
|
|
OCTAVIANO | Dime,
Caimán, ¿no fue aquí | | donde osada y valerosa | | me dio la batalla? |
|
|
|
OCTAVIANO | ¡Cielos, mis celos vengad! | |
|
|
IRENE | Pues la luna se
escondió, | | di, ¿por dónde podré yo | |
embestir a la ciudad? | | que el vencimiento seguro | | mis crueldades
amenazan. | |
|
|
OCTAVIANO | ¿No ves que el aire embarazan | | las presunciones
del muro? | |
|
|
CAIMÁN | Por estas sendas mayores | | guíe
tu enojo a tus pies; | | porque en el prado que ves | | hay más
áspides que flores. | | Por dónde pisas advierte, | | lleva atentos los recelos. | |
|
|
IRENE | Más áspides
son mis celos | | y no me han dado la muerte. | |
|
|
OCTAVIANO | Varias
voces ha escuchado | | mi cuidadosa atención; | | ¿qué
luces distantes son | | las que se ven en el prado? | |
|
|
|
(Luces dentro.)
|
CAIMÁN | En día tan singular | | tan común
es la alegría, | | que anda suelta Alejandría | | y no hay quien la pueda atar. | | A cuanto se ve de aquí | | todo tu cuidado atienda; | | allí hay música
y merienda, | | baile allí, juegos allí. | | No hay
quietud que no retoce, | | aquel de ochenta, se pierde | | por
salir a darse un verde | | con la muchacha de doce. | | Mira aquella
vieja lince | | que con rostro arrebolado | | sale a darse un colorado | | con el muchacho de quince. | | Ella hacer trampas intenta, | | que ha de engañarle recelo; | | ¡oiga, el diablo del
mozuelo, | | que, bien juega a las setenta! | | Aquella dama avestruz | | tres digiere y a uno ama; | | ¡Oh, cuál será
aquella dama, | | pues aquel mata la luz! | | ¡Qué pocos
galanes nones | | olvida el amor crüel! | | ¡Qué mala
razón da aquel | | de haber hecho mil razones! | |
|
|
OCTAVIANO |
Entre estos frondosos ramos, | | partos de la ruda arena, | | una
voz pienso que suena; | | oigamos, Irene. |
|
|
|
CANTAN | (Dentro.) | La Venus de Alejandría | | y el romano más dichoso, | | bebiéndose están amantes | | las dos almas por
los ojos. | | De Octaviano, que es su amigo | | faltó a
la fe y al decoro, | | que en estando el amor ciego | | no ve al
amistad tampoco. | |
|
|
OCTAVIANO | Por eso indignado y fiero, | | como
es tanta mi pasión, | | para esa ciega traición | | traigo yo lince el acero. | |
|
|
CANTAN | (Dentro.) | Repudió a Irene, su esposa, | | en sus brazos amorosos: | | ya es Antonio de Cleopatra | | y ya es Cleopatra de Antonio. | |
|
|
IRENE | Pues vengarme dél espero; | | Antonio aleve y tirano, | | que si me faltó tu mano, | | no me faltará mi
acero. | |
|
|
CLEOPATRA | ¡Oh voz, corrige el error | | con que irritas
mis desvelos! | | Si no sabes de mis celos, | | ¿por qué
me cantas mi amor? | |
|
|
OCTAVIANO | Voz, no penetres veloz | | el uno
y otro sentido. | |
|
|
IRENE | ¡Que se criase el oído | | para
sufrir esta voz! | |
|
|
OCTAVIANO | Lépido parece ya | | que a
las naves embistió. | |
|
|
|
|
|
(Fuego dentro.)
|
IRENE | Ardiendo la mar está | | en
llamas accidentales; | | un volcán la playa es. | |
|
|
OCTAVIANO |
Pues embistamos los tres | | ciudad, quinta y mar iguales. | |
|
|
|
IRENE | Tirano, | | cobrar la venganza juro. | |
|
|
|
IRENE | A abrasar la quinta, hermano. | |
|
|
OCTAVIANO | Pues con tus
soldados parte; | | ea, Irene, ve a embestir. | |
|
|
|
IRENE | Ea, Octaviano, a vengarte. | |
|
|
|
(Vanse los tres.)
|
CLEOPATRA | Ejército numeroso | | ocupa
la tierra y mar. | | ¿Adónde podré encontrar | |
a Marco Antonio, mi esposo? | | Arde el mar en humo ciego | |
(Fuego
dentro.)
| ¿Esposo? ¿Antonio? ¿Señor? | | Mariposa es
el amor | | que va a morir en el fuego. | | Aquí con nueva
crueldad | | mayor incendio te aviva. | |
|
|
OCTAVIANO | (Dentro.) | No quede persona viva, | | toda la quinta abrasad. | |
|
|
CLEOPATRA |
Allí Octaviano también | | feliz vence y riguroso; | | no fueras tú tan dichoso, | | si yo te quisiera bien. | |
|
|
IRENE | (Dentro.) | Dar la venganza a los cielos | | de mi traición aseguro. | |
|
|
CLEOPATRA | Irene abrasa allí el muro, | | fácil
es, que lleva celos; | | murió Antonio, que la herida | | desta mi pasión advierte | | que está cercana
su muerte | | pues que se acaba mi vida. | | Ruego a los cielos,
pues ya | | no hay más riesgo en que pene, | | que sea quien
te hallare Irene, | | que ella no te matará. | | Otra vez
quiero intentar | | mover al viento veloz; | | mas que no tengo
ya voz | | para poderle llamar. | | ¿Antonio? el hallarle ha sido | | (Recio.) | En vano, no me oirá, | | a la distancia que habrá | | desde mi voz a su oído. | | Todo en torno mío
calla. | | ¿Antonio? ¿Esposo? ¿Señor? | | (Recio.) |
|
|
|
Sale MARCO ANTONIO con la espada desnuda.
|
MARCO ANTONIO |
¡Que pueda tanto mi amor | | que dejase la batalla! | | ¿Que dejar
vencida aguarde | | mi gente, y que amor intente | | hacer cobarde
al valiente | | si hizo al valiente cobarde? | | Su voz oí,
y mi dolor | | es el que me hace volver: | | o esta voz debe de
ser | | conjetura del temor. | | Mas para librar su vida | | dejo,
allí la he de librar, | | en las orillas del mar | | una
nave prevenida. | | ¿Cleopatra? |
|
|
CLEOPATRA | ¿Antonio? | (A la par estas dos voces, con que no se oye ninguno.) |
Yo
he oído | | mi nombre al viento veloz; | | ¡qué infeliz
anda mi voz, | | pues la embaraza mi oído! | |
|
|
MARCO ANTONIO |
Adonde mis voces van | | otras se impiden veloces. | |
|
|
CLEOPATRA |
Otra vez pruebo las voces. | | (A la par.) |
|
|
|
|
|
Salen LELIO y OCTAVIO, capitán, con dos hachas.
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
MARCO ANTONIO | Si espera la nave allí, | | seré amante el más dichoso. | |
|
|
CLEOPATRA | Si puedo
huir con mi esposo, | | no hay desdicha para mí. | |
|
|
OCTAVIO |
De Lépido a la crueldad | | la nave vino a abrasarse. | |
|
|
|
(El uno habla con CLEOPATRA, y el otro con MARCO ANTONIO.)
|
LELIO | La ciudad quiere entregarse | | si no entras en la ciudad; | | mira que están conjurados. | |
|
|
OCTAVIO | Haz que tu valor
se aliente. | |
|
|
|
CLEOPATRA |
Ven a ayudar tus soldados. | |
|
|
|
|
LELIO | Que si tu amor la idolatra... | |
|
|
OCTAVIO | Que han de dar
muerte a Cleopatra. | |
|
|
LELIO | Que han de dar a Antonio muerte. | |
|
|
CLEOPATRA | Donde tú fueres, es bien | | que yo muera valerosa. | |
|
|
MARCO ANTONIO | Adonde fuere mi esposa | | tengo de morir
también. | |
|
|
LELIO | Sane agora tu valor | | esta penetrante
herida. | |
|
|
OCTAVIO | No hacer caso de la vida | | es no estimar el
amor. | |
|
|
LELIO | Diez mil hombres tu ira tiene. | |
|
|
OCTAVIO | Dos mil
soldados te esperan. | |
|
|
|
|
MARCO ANTONIO |
No quiero, esposa, pues arde | | en mi esta ira prudente, | | si
me has querido valiente, | | que me aborrezcas cobarde. | |
|
|
CLEOPATRA |
Ni yo he de querer ahora, | | puesto que importa mi vida, | | que
me aborezcas vencida | | pues me amaste vencedora. | |
|
|
OCTAVIO | Pues
de tu triunfo blasona. | |
|
|
|
MARCO ANTONIO |
Yo pondré el mundo a tus pies. | |
|
|
CLEOPATRA | Yo en tus
sienes mi corona. | |
|
|
|
CLEOPATRA | Pues ea, Antonio valiente, | | ve a socorrer a tu
gente. | |
|
|
|
CLEOPATRA |
Pues voyme, si esto ha de ser. | |
|
|
|
CLEOPATRA | Habla, ¿qué temes, esposo? | |
|
|
MARCO ANTONIO | Temo que no te he de ver, | | que somos tan
desdichados... | |
|
|
CLEOPATRA | Mi constancia te aseguro. | |
|
|
LELIO |
Mirad que se rinde el muro. | |
|
|
OCTAVIO | Mira que huyen tus soldados. | |
|
|
|
|
MARCO ANTONIO | Mira no te halle Octaviano. | |
|
|
CLEOPATRA | Mira no encuentres a Irene. | |
|
|
OCTAVIO | Octaviano allí
se advierte. | |
|
|
LELIO | Irene allí va a embestir. | |
|
|
|
CLEOPATRA | A matar o a darme muerte. | |
|
|
|
|
MARCO ANTONIO | El cielo te guarde, esposa. | |
|
|
CLEOPATRA | El cielo te guarde, esposo. | |
|
|