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ArribaJornada Tercera

 

Sale ELENA con capa y sombrero, asida de la capa de ALEJANDRO, como acaba en la segunda jornada.

 
ALEJANDRO
¿No me hablas, Julia mía?
Pues ya en tu luz quiere encenderse el día,
pues la sombra a mis ojos ha impedido,
deja que me aproveche del oído.
ELENA

 (Ap.) 

Que soy Julia presume, callar quiero.
ALEJANDRO
No muera a tu silencio, ya que muero,
o es que a tu labio tu dolor no acierta.
ELENA

 (Ap.) 

No debe de saber que Julia es muerta.
ALEJANDRO
O con mudos enojos
hablas con el idioma de los ojos.
No tu silencio por desconsolarme...
ELENA

 (Ap.) 

No le he de dar el susto de escucharme.
ALEJANDRO
Quiera hacerme este agravio;
permite el uso de la voz al labio,
no el silencio enemigo.
ELENA

 (Ap.) 

¿Si habló con Julia cuándo hablo conmigo?
ALEJANDRO
De mis verdades nunca satisfecho
te hiele las palabras en el pecho.
Si lloras, Julia, entre silencio tanto
enjuguen mis suspiros a tu llanto.
ELENA

 (Ap.) 

¿Cómo será su pena?
No le quiero decir que soy Elena.
ALEJANDRO
Móvil grande, que riges mi albedrío,
¿Cómo no hablas?
JULIA

 (Dentro.) 

Alejandro mío.
ALEJANDRO
El eco con tu voz me ha lisonjeado,
¿cómo él te oyó, si yo no te he escuchado?
Pero sin duda quiere poco atento
regalarse mi oído con el viento.
ELENA
La voz de Julia mi temor despierta:
¿qué escucho, cielos?¿Yo no la vi muerta?
Huye, huye, sombra fría:
¡Oh si esta enigma descifrara el día!
ALEJANDRO
Habla, Julia hermosa.
ELENA
Oye.
ALEJANDRO
¡Qué pena,
Julia!
ELENA
Julia no soy.
¿Pues quién?
ELENA
Elena.
ALEJANDRO
¡Tú, Elena! ¿Cómo aquí? Tarde me templo.
ELENA
Junto a la puerta te esperé del templo
como el papel decía.
ALEJANDRO
El papel a mi Julia le escribía.
Pero ¿cómo tras mí desta manera?
ELENA
¿No me dijiste tú que te siguiera?
ALEJANDRO
¿Luego contigo hablaba?
ELENA
Conmigo, que a la puerta te esperaba.
ALEJANDRO
¿Julia no me siguió?
ELENA
No te ha seguido.
ALEJANDRO
Julia por ti se fue.
ELENA
Tú la has perdido.
ALEJANDRO
Pues me amparaste y me vendiste ahora,
yo te conoceré, noche traidora;
mas ya que desta suerte
llegó el último plazo de mi muerte,
por que en decente sacrificio muera,
voy a buscarte, Julia mía.

 (Vase.) 

 

(Sale CARLOS y le detiene.)

 
CARLOS
Espera.
ALEJANDRO
Carlos, ¿cómo aquí has venido?
CARLOS
Como amigo diligente
desde ayer tarde te busco;
pero ya quiso mi suerte
que te halle.
ALEJANDRO
Sígueme ahora.
CARLOS
No puede ser.
ALEJANDRO
Pues ¿qué quieres?
CARLOS
Quiero que sepas, amigo...
ALEJANDRO
¿Qué es?
CARLOS
Que Antonio Capelete
en este monte te busca;
y para darte la muerte
con sus deudos y parciales
(airados como impacientes),
no dejan rama en el monte
a quien la ira dispense
de su acero siempre airado;
gruta escondida silvestre
no quedó en esa montaña,
que el secreto no revele
de las sombras; alto risco
que examinar no se deje
del cuidado; estancia oscura
que el indicio no penetre.
Capitán de sus parciales,
en venganza suya, quiere
de nuestra corriente sangre
tanta reliquia sorberse.
Y como ayer me contaste
que prevenido en el puente
del Adige, undoso río,
un coche de posta tienes
para robarla a tu Julia,
por ver si hallarle pudiese
por el monte, a tanto riesgo
airado, como valiente
vengo a buscarte yo ahora;
por aquella senda puedes
salir hasta la ciudad,
donde prevenidos tienes
dos mil parciales que al orden
que tu ira y mi amor les diere,
harán que en venganza tuya
Verona y Venecia tiemblen.
La voz de Italia en el monte
a las peñas enternece;
pero reserva tu vida
para que vengarla intentes.
Ya de su padre en la ira
peligrará tarde, cree
que has de cobrarlos si hoy
con ira y valor prudentes
no das plazo a la venganza,
si la venganza apeteces.
Tu amigo soy, y a tu lado
siempre fino y leal siempre
has de hallar en paz y en guerra
un amor que te aconseje,
una espada que te ayude,
y un voto que te refrene,
porque muriendo a tu lado,
y en tu venganza, confieses
que me debes un amor
y que una vida me debes.
ALEJANDRO
¿Cómo saben donde estoy?
CARLOS
Como tienen mucha gente
emboscada, y con Elena
te vieron bajar.
ALEJANDRO
¿Y creen
que es Elena?
CARLOS
Eso imaginan;
si librar tu vida quieres,
huye por aquí.
ALEJANDRO
Bien dices;
por esa montaña verde
cuya hermosa rica cumbre
les ha servido de copete,
podremos ir a Verona;
seguidme los dos.
 

(Al entrarse sale GUARDAINFANTE y detiénelos.)

 
GUARDAINFANTE
Detente,
que con fustibus et armis
el conde Paris valiente
anda a caza de Montescos
con cuatrocientos lebreles.
Repartidos él y Antonio
por dos partes diferentes,
no dejan copado roble
cuyo hueco no penetren
por ver si del roble cano
eres recatado huésped.
Y para que ahora sepas
de tu desdicha y tu suerte,
que por donde andan los males
suelen caminar los bienes,
sabrás que cuando me enviaste
a prevenir diligente
el coche de posta en que
con tu hermosa Julia huyeses,
con postas otro criado
estaba en el mismo puente,
esperando que llegase
con Julia Andrés Capelete.
Llegó Julia y llegó Andrés
y ella, fina como siempre,
le dijo: «Alejandro mío,
tuya soy;» cuando el aleve
de Andresillo la responde:
«Julia, aunque mover intentes
a los cielos con tus voces,
los cielos no han de valerte.
Andrés soy y no Alejandro;
si el freno de amor entiendes,
sube en este potro rucio
del Alcaide de los Vélez;
yo soy quien más te ha querido,
tú eres la que más me debes,
pues dame cuenta con pago,
pues que llegó el plazo y puedes.»
Procuró ablandarla a ruegos,
respondiole con desdenes:
ella dijo hache que hache,
Andresillo, erre que erre.
Él deste amor enfermizo,
ella de tu amor doliente,
como era casi de día
y amor en ayunas tienen
para cortar de una vez
cóleras de amor crueles,
Andrés lloró letuario
y Julia lloró aguardiente.
Violencia quiso Andresillo,
dijo ella: «Andresillo, tente.»
Y él respondió: «Los Tarquinos
son chanza donde hay Andreses.»
Pero yo que desde el coche
la veo resistirse fuerte,
y que aunque él sabe obligarla
ella sabe defenderse,
no acordándome que hay vida,
bien que temí que había muerte,
saco en el coche la espada,
calo el sombrero, enzaineme.
Echo una cortina más,
porque ninguno me viese;
arrójome, y como estaba
tan airado y tan valiente,
y ser valiente es ser cuerdo,
de muy valiente templeme.
Andaban Julia y Andrés
en sus dimes y diretes,
cuando hétele aquí a su padre,
y al conde Paris hetele,
dando voces uno y otro;
Andrés que los oye y siente
ardiendo en ira buscaba
entre lo rojo lo verde.
Fuese huyendo, y Julia entonces
huyendo hacia el monte fuese;
llegose al coche el tal Conde,
dijo: «¿Cuyo coche es éste?
-De Alejandro», respondió
el cochero impertinente;
cascárenle treinta palos
repartidos en dos veces,
los diez por ser tu criado
y por cochero los veinte.
Escapé, viéronme huir,
díjome el conde Holofernes;
«Oíd, esperad, vinagre»;
y yo le respondí: «aceite.»
Corrí, en fin, como yo suelo;
oí tu voz y llegueme;
ahora, Señor, te aviso,
que deste riesgo evidente
huyas, si no es que de celos
te vas a morir adrede.
Julia da en el monte voces,
y antes que a ayudarla llegues,
ha de encontrar a su padre,
no quieras tú que te encuentre.
Por dos diferentes partes
te cercan; huye, si puedes,
que más vale en este mundo
(si a ser buen cristiano atiendes)
un año solo de vida
que de buena fama veinte.
Ya nos...
ALEJANDRO
Calla, que aunque ahora
me obligues y me aconsejes
a que huya, a buscar a Julia,
pues el sol luces me ofrece,
he de ir.
CARLOS
Eso no es quererla;
porque si vengarte puedes
y cobrarla, ¿airado y ciego,
quieres perderla y perderte?
GUARDAINFANTE
Ven, que puede ser hallarla.
ELENA
Mira, Señor, que te pierdes.
GUARDAINFANTE
Amigos hay convocados.
CARLOS
Verona ayudarte quiere.
ELENA
No te entres más en el riesgo.
ALEJANDRO
Pues ya que mi estrella ordene
que os obedezca, tú, Carlos,
te adelanta, pues ver pueden
que vamos juntos; tú sigue
sus pasos secretamente;
tú cerca de mí podrás
ir delante.
CARLOS
A obedecerte
como amigo me adelanto.
ELENA
Y yo voy a obedecerte.
GUARDAINFANTE
Yo seguiré tus estampas.
ALEJANDRO
¡Qué leal!
CARLOS
Tu amigo siempre.
ALEJANDRO
¡Qué fino!
GUARDAINFANTE
Soy buen criado.
ALEJANDRO
¡Grande amor!
ELENA
Tú le mereces.
CARLOS
Déjeme el cielo ayudarte.
GUARDAINFANTE
Servirte el cielo me deje.
ELENA
Deme mi estrella fortuna.
ALEJANDRO
¡Astros para mí crueles,
o dadme vida con Julia,
o dadme sin ella muerte!
 

(Vanse.)

 
 

(Sale JULIA.)

 
JULIA
Escapeme de Andrés, perdí a mi esposo,
y mi padre le busca riguroso;
allí el conde Paris con más recelos,
Caudillo valeroso de sus celos,
alcanzarle procura,
y yo por la espesura
de aquellas ramas encubrirme espero.
¡Oh para cuándo el hado lisonjero
me guarda una fortuna!
O es que me muevo al orden de la luna.
Plantas, que ahora logro su menguante,
huirme por aquí será importante,
pues que ya el cielo ordena...
ANTONIO

 (Dentro.) 

A Alejandro buscad.
CONDE

 (Dentro.) 

Buscad a Elena.
JULIA
¿Por dónde podré huir? ¡Cielos! ¿por dónde?
Allí mi padre, y a esta parte el Conde.
El uno a Elena, y otro al dueño mío
solicitan, y yo sin albedrío
sigo esta senda incierta:
mi padre y él presumen que soy muerta;
y si me hallan, morir será forzoso
con un padre indignado y sin esposo.
Ya no se oye su voz, pues sin recelo
por aquí voy a entrar.
 

(Al entrarse, sale ANTONIO, su padre.)

 
ANTONIO
¡Válgame el cielo!
 

(Espántase ANTONIO.)

 
JULIA
Topé a mi padre: ¡oh infeliz suerte!
ANTONIO
Julia, seña divina de la muerte,
¿cómo a buscarme, a mi sombra mentida,
vienes con las verdades de la vida?
Aparente verdad...
JULIA

 (Ap.) 

Él se ha turbado.
ANTONIO
Tú misma a ti la muerte te has buscado;
no tuve culpa yo, y decirle puedo...
JULIA

 (Ap.) 

Yo quiero aprovecharme de su miedo;
y pues sombra me nombra,
huyendo parecer quiero mi sombra,
y será esta fortuna la primera
por aquí he de salir.
 

(Al entrar sale EL CONDE PARIS.)

 
CONDE
Elena, espera.
¡No es Elena, que es Julia, vive el cielo!
JULIA

 (Ap.) 

Di con el Conde. ¡Enigma soy de hielo!
ANTONIO
Conde amigo.
CONDE
Amigo Antonio,
decid cómo...
ANTONIO
¡Estoy mortal!
CONDE
¿Vos con Julia?
ANTONIO
¡Grave pena!
CONDE
¿En esta espesura estáis?
ANTONIO
No es Julia, aunque veis a Julia;
pues que vos sabéis...
CONDE
Hablad.
ANTONIO
Que en la bóveda esta noche
los dos...
CONDE
¡Obstinado mal!
ANTONIO
La dejamos sepultada.
JULIA

 (Ap.) 

Fortuna, ¿en qué has de parar?
CONDE
Pues si no es Julia, decidme,
¿quién es?
ANTONIO
Un ente no más,
que la vista, como fácil,
ha podido fabricar
con la ilusión de los ojos.
CONDE
Lo que vos decís será;
pero ¿vos no veis a Julia?
ANTONIO
Yo la miro.
CONDE
¿Y no es verdad
que yo la veo también?
ANTONIO
¿Vos decís que la miráis?
CONDE
Pues mi vista como fácil
bien pudiera flaquear,
y de un ente de razón
hacer un ente real:
¿pero dos vistas a un tiempo
cómo de una cosa igual
pueden hacer dos efectos
distintos en un obrar?
Dos las vemos: luego es Julia
verdadera y no mental,
porque la vista no puedes
como sentido eficaz,
engañar a dos a un tiempo
aunque a uno puede engañar.
si el sentido de la vista
suele tal vez peligrar,
usemos del tacto ahora,
que el tacto no faltará.
Y este sentido responda
aquella dificultad
del otro mejor sentido
pues lleguemos.
ANTONIO
Bien habláis.
CONDE
Pues ¿a qué aguardo?
ANTONIO
¿Qué espero?
JULIA
¡Antonio!¡Conde! mirad
Que...
CONDE
A aprovechar un sentido
amante quise llegar,
y vista, tacto y oído
he venido a aprovechar.
ANTONIO
¿Cómo di, traidora hija,
cómo, ingrata a mi verdad,
en este monte perdida,
en esta montaña estás?
¿Quién aquí te ha conducido?
¿Quién, di, te pudo sacar
del sepulcro, donde fuiste
lástima y ejemplo ya?
Dime, pues, responde ¿cómo?
JULIA
Dejadme, y no me aflijáis,
que yo no sé más de mí
de saber sólo que hay
en esos cielos hermosos
castigo, pero hay piedad.
ANTONIO
¿Cómo estás aquí?
JULIA
No sé
CONDE
Dime.
JULIA
Después lo sabrás.
CONDE
Yo no tengo que saber,
pues sólo a fin de engañar
un deseo, fuiste tú
el que supo desleal
con un veneno mentido
su muerte disimular;
tú, por dársela a Alejandro,
por hacer con él la paz
(que ha días que tu cordura,
o tu temor deseará)
fingiste su muerte, y...
ANTONIO
Calla, no me digas más,
porque antes que a un vil Montesco
la mano llegase a dar,
a su corazón infame
diera otra vez el puñal;
no ha de ser otro que tú,
o el orden ha de faltar
del cielo, quien de sus rayos
la luz logre celestial,
o de su alevosa sangre...
JULIA
Pues empieza a derramar
ya que una vez no pudiste
de mis venas el raudal,
yo amante como primero,
yo constante y firme más,
de Alejandro, de mi esposo
llama seré perspicaz
en que él se pruebe a encender
Y no se llegue a abrasar;
erró el veneno, y su efecto
fue de un letargo eficaz,
breve efímera de un sueño
que apenas cumplió la edad
de un día, y fue la primera
desdicha de cuantas han
introducídose a eternas
dentro de un alma inmortal,
que no se cuente por siglos,
sino por horas no más.
Vuelve, pues, menos piadoso
segunda vez a empuñar
tu cuchillo.
ANTONIO
Bien me dices.
JULIA
O, pues mi pecho es imán
de mis yerros, y es tu acero
bruto y grosero metal,
yo le atraeré por efecto
para que los dos creáis
que es accidental mi muerte
siendo muerte natural.
Y ahora...
ANTONIO
Cierra los labios,
hija ingrata, porque ya

 (Hace que la quiere dar.) 

mi castigo a tu gran culpa
más plazos no quiere dar:
y así...
CONDE
Detén el acero,
Antonio, que aunque es verdad
que no es de mi amor decente
Julia sujeto capaz,
con todo, porque la quiero,
la muerte no le has le dar;
ella a mí no me ha engañado,
yo no la puedo obligar
que borre del pecho suyo
lo que impreso en él está.
No sabe lo que es querer
el que intenta violentar
a quien ama a otro sujeto;
yo sí, que adoro, sé ya
cuan difícil será en mí
este carácter borrar.
Demás que si para propia
procuraba su deidad,
no fuera yo ser honrado,
si en tálamo conyugal
quisiera yo a quien yo sé
que quiere a otro amante más;
y aunque esto no padeciera
una gran dificultad,
¿quién logra mujer, sabiendo
que pretende otro galán?
No es amante aquel amante,
que atiende sólo a lograr
igual lado, igual cariño,
noble fe y fineza igual.
El que quiere, cuando sabe
que le aborrecen, querrá
no para querer, que quiere
no más de para alcanzar.
Y así, cuando dos procuran
premio uno, otro lealtad,
el que quiere ser querido
es sólo el que quiere más.
Pues si yo adoro a tu Julia
con fineza y con verdad,
y sé yo que me aborrece,
¿para qué me he de empeñar
en saber amarla bien,
si me ha de pagar tan mal?
JULIA
¿Luego tú ya me aborreces?
CONDE
No, Julia; pero estoy tal,
que procuro aborrecerte
cruel has sido, y días hay.
JULIA
Pues yo soy tan desdichada,
que pienso que no podrás.
ANTONIO
Pues si tú la das la vida
y yo la procuro dar
la muerte que ya ha merecido,
oye este arbitrio, y verás
cómo sin darla la muerte
la doy muerte.
CONDE
Acabad ya.
ANTONIO
En ese hermoso castillo
que en forma piramidal
con las nubes en el cielo
logra oscura vecindad,
que de nuestros Capeletes
defensa heroica será,
en prolijar prisión quiero,
y en profunda oscuridad
que aun de los rayos del día
no logre la luz solar.
No el alimento le falte,
muera al cuchillo fatal
de los días, de la muerte
de los años el afán.
Cuchillo es también el tiempo,
aunque afilado no está,
crean todos que ya es muerta;
yo fingiré que al entrar
en el castillo otra vez
la di muerte y tú serás
quien sólo de este secreto
ha de saber la verdad.
Y así...
CONDE
Cajas en el monte
ocupan la raridad
de los vientos.
ANTONIO
Y a esta parte
por ese rubio arenal
descender un hombre veo.
Andrés es: llégate acá,
que aquí estamos.
JULIA

 (Ap.) 

¡Oh traidor!
ANTONIO
Andrés.
JULIA

 (Ap.) 

¡Cielos, qué será!
 

(Sale ANDRÉS.)

 
ANDRÉS
¿Qué hacéis en esta montaña,
cuando toda la ciudad
en nuestra busca desciende?
Por caudillo y capitán
airado Alejandro baja
con dos mil hombres, que ya
de los enemigos nuestros
siguen la parcialidad.
Embistamos sus escuadras,
no aguardemos a lidiar
cuando sea el valor menos
por ser la ruina más.
Mirad que están ya muy cerca
de nuestra gente, y mirad
que para el triunfo o la muerte
el plazo llegó fatal.
Pues embistamos.
CONDE
Bien dices.
ANTONIO
Primero intento guardar
a Julia en nuestro castillo.
Voy delante.
ANDRÉS
Bien harás,
que Elena también en él
prisionera nuestra es ya.
CONDE
Pues en ella, vive el cielo,
la venganza he de tomar.
ANTONIO
Ven conmigo.
JULIA
¡Qué infeliz!
ANTONIO
Fingiré que con crueldad
la doy muerte.
JULIA

 (Ap.) 

¡Ay, Alejandro,
quién te pudiera ayudar!
CONDE
Pues está cerca el castillo,
vuelve presto.
JULIA

 (Ap.) 

¡Estoy mortal!
ANTONIO
Luego bajaré a ayudaros.
CONDE
Pues, Andrés, id a juntar
vuestra gente.
ANDRÉS
Y vos la vuestra
podéis ir a acaudillar.
CONDE
De la espesura del monte
me aprovecharé.
ANTONIO
Hoy verán
los Montescos el valor
que en nuestros alientos hay.
ANDRÉS
Muriendo Alejandro, espero
ser de Julia.
CONDE
Hoy morirá
Alejandro, y a mi Julia
gozaré en serena paz.
ANDRÉS
Pues ea, Conde, a embestir.
CONDE
Pues ea, Andrés, a lidiar.
ANDRÉS
Celos llevo, vencerelos.
CONDE
Es querido, él vencerá.
 

(Vanse.)

 
 

(Salen ALEJANDRO, CARLOS y GUARDAINFANTE.)

 
ALEJANDRO
¿Tomaste los puentes?
CARLOS
Sí;
ya con ducientos soldados
los puentes están tomados;
di, ¿qué intentas?
ALEJANDRO
¡Ay de mí!
CARLOS
Témplate, y cordura ten.
ALEJANDRO
¿Cómo templaré mi pena,
si tú perdiste a mi Elena,
y a Julia perdí también?
¿Cómo, di, se te perdió
mi hermana? ¡Ay desdicha mía!
CARLOS
Yo entendí que me seguía,
y en el monte se quedó.
GUARDAINFANTE
Pues victoria te prometes,
oh valeroso caudillo.
Lleguemos a este castillo,
fuerza de los Capeletes,
donde estará aprisionada
tu Julia, si no está muerta,
y si está la puerta abierta
la puedes hacer cerrada.
ALEJANDRO
¿Su castillo que podría
ofenderme?
CARLOS
Eso he pensado.
GUARDAINFANTE
No hay que temer, que han bajado
al monte la artillería.
Ya llegamos, y ya estoy
resuelto a morir, sí, ahora.
ANTONIO

 (Dentro.) 

Desta manera, traidora,
has de morir.
JULIA

 (Dentro.) 

Muerta soy.
ALEJANDRO
¡Que nunca mi oído acierte
a escuchar por más veloz
entre tantas una voz
que no sea de la muerte!
Y esta que ahora escuché
no dejará de ser cierta.
ANTONIO

 (Dentro.) 

Capeletes, Julia es muerta,
yo soy quien la maté.
Muerta es, que mi suerte esquiva
la da la muerte que veis.
ALEJANDRO
Capeletes, ¿no diréis
cuándo Julia estuvo viva?
Mas si también ha logrado
su airado cuchillo fiero,
romper este muro quiero.
GUARDAINFANTE
Señor, al arma han tocado.
ALEJANDRO
Un mal quieres influir,
astro; mas ¿cómo has de obrar
si nunca tienes lugar
para poderle seguir?
CARLOS
Acaba.
ALEJANDRO
¡Qué infeliz soy!
Carlos sal a recibir
al Conde.
CARLOS
Voite a servir.
ALEJANDRO
¿Y por dónde vas?
CARLOS
Ya voy
por esta parte.
ALEJANDRO
Pues arda
en incendios mi dolor.
Y tú ¿vienes?
 

(Vanse CARLOS y ALEJANDRO.)

 
GUARDAINFANTE
Sí, Señor,
yo quedo en la retaguardia.
Ea, mi temor aliente,
a mi amo voy a ayudar;
vive Dios que he de probar
a qué sabe el ser valiente.
Ea, no hay que resistirlo,
ni hay tampoco que temer,
valentonazo he de ser,
que esto no es más de decirlo.
Pero de la torre infiero
que Antonio el viejo salió
con seis soldados, pues yo
ahora estrenarme quiero.
¿Por qué a todo Capelete
no embisto? Acometo, pues,
porque me llamen después
el Montesco matasiete.
Yo me arrojo; mas ve aquí
que con valor, con ahínco,
de los seis mato los cinco,
y el otro me mata a mí.
Dirá mi amo al instante:
«Cinco mató: ¡extraño brío!
dirá otro: «Señor mío,
no los mató Guardainfante.
-Pues ¿quién?» mi amo replicó.
«¿Quién, Señor? yo estoy muy cierto,
que después que estaba muerto,
otro llegó y los mató.»
¡Oh guerrilla! tal por cual,
aquesto hay en ti también
yo he de morirme muy bien,
y lo han de contar muy mal.
No iré allá de buena gana
aunque el demonio me aburra.
ANTONIO

 (Dentro.) 

Traed preso a Carlos.
GUARDAINFANTE
Zurra.
ANTONIO
O dadle muerte.
GUARDAINFANTE
Badana.
Esconderme he imaginado
en esta verde enramada,
porque hacer una emboscada
quiero, como gran soldado.
 

(Escóndese, y sale ANTONIO y otros soldados acuchillando a CARLOS.)

 
ANTONIO
Ríndete o has de morir,
Carlos.
GUARDAINFANTE
Córtolos; ¿qué espero?
CARLOS
Primero que no el acero,
la vida os he de rendir.
ANTONIO
Pues sea de esta manera.

 (Abrázanse dél.) 

CARLOS
Asido me habéis.
GUARDAINFANTE
¡Traición!
Mas yo saldré a la ocasión.
SOLDADOS
Morirás, Carlos.
ANTONIO
No muera.
CARLOS
Dejadme libre los brazos,
y así podréis ver los dos.
GUARDAINFANTE

 (Ap.) 

Si le prenden, voto a Dios,
que los he de hacer pedazos.
 

(Salen EL CONDE y ANDRÉS.)

 
CONDE
Antonio, ¿qué hacéis aquí?
Entrad en la torre presto.
ANTONIO
A Carlos, que es el amigo
de Alejandro, tengo preso.
CONDE
Rompida ya nuestra gente,
por el margen viene huyendo
del Adige, undoso río:
los tiros de bronce nuestros
disparados por defensa,
hicieron tan poco efecto
que aun no dejaron en humo
las reliquias de su fuego.
Alejandro en nuestro alcance
por la arena va siguiendo
las estampas, que aun no quiso
el polvo encubrirnos ciego.
Ea, entremos en el castillo,
noble Antonio, y no aguardemos
a que él logrando un castigo
te disponga un escarmiento.
ANTONIO
Pues ea, Carlos, entrad
en nuestra torre.
ALEJANDRO

 (Dentro.) 

¡Montescos,
al castillo!
ANDRÉS
¿A qué aguardamos?
CARLOS
¿Alejandro?
ANTONIO
Vive el cielo,
que haga otra vez, si le nombras,
que le nombres por el pecho.
CONDE
Pues ea, a la torre, amigos,
que el tiempo nos dará el tiempo
para podernos vengar.
ANTONIO
Pues al castillo.
ANDRÉS
Eso apruebo.
CARLOS
¿Amigo?
ANTONIO
Cierra los labios.
CONDE
Retiradle, y entrad presto.
CARLOS
Venza mi amigo Alejandro,
y mas que yo muera luego.
 

(Vanse.)

 
 

(Sale ALEJANDRO, y GUARDAINFANTE de donde estaba.)

 
ALEJANDRO
¡A ellos, que entran al castillo!
GUARDAINFANTE
Ea, que se enjaulan; ¡a ellos!
ALEJANDRO
Ninguno llegue conmigo.
GUARDAINFANTE
Tú sobras aquí; yo llego
a subir hasta la torre.
ALEJANDRO
Detente.
GUARDAINFANTE
Estoy hecho un perro;
puesto que soy Guardainfante,
mi nombre pienso poneros;
porque sois unos maricas
tendréis buenas faldas presto.
ALEJANDRO
¿Vístelos entrar?
GUARDAINFANTE
Yo sí.
ALEJANDRO
¿A quién?
GUARDAINFANTE
Al Conde, y al viejo,
y a Andrés.
ALEJANDRO
¿Y a Carlos has visto?
GUARDAINFANTE
No le he visto.  (Ap.  Callar quiero,
porque puede echar de ver
que anduve como yo suelo.)
ALEJANDRO
¿Cómo me podré vengar?
GUARDAINFANTE
¿Cómo, Señor? Pega fuego
a esta torre.
ALEJANDRO
Pues que ya
mi divina Julia ha muerto,
destos viles Capeletes
las cenizas lleve el viento.
Guardainfante, ¿aquesta torre
es grande?
GUARDAINFANTE
Yo he entrado dentro,
y es tan pequeña, que en ella
no caben cien hombres.
ALEJANDRO
Di esto:
derribando las murallas,
podrán librarse del riesgo
de los peñascos que caen
hacia dentro?
GUARDAINFANTE
No, por cierto,
porque ellos la llaman
torre,y es palomar.
ALEJANDRO
Si yo puedo
derribar toda la torre,
¿podré vengarme?
GUARDAINFANTE
Sospecho
que no ha de escaparse nadie.
ALEJANDRO
¿La artillería no han puesto,
que estaba sobre la torre,
en las faldas de aquel cerro
por defensa?
GUARDAINFANTE
Así es verdad.
ALEJANDRO
¿Mi Julia no es muerta?
GUARDAINFANTE
Es cierto
mas ¿qué es lo que hacer intentas?
ALEJANDRO
Con los mismos instrumentos
con que intentaron matarme
darles la muerte pretendo.
Ea, amigos, asestad
del bronce a metales hechos
esos tiros a la torre.
Ea, disparad.
GUARDAINFANTE
Me convengo.
ALEJANDRO
Elena no ha parecido,
Carlos debe de ser muerto;
Julia falleció; pues mueran
todos.
 

(Disparan.)

 
GUARDAINFANTE
Pólvora, y a ellos.
ALEJANDRO
Todo un lienzo han derribado.
GUARDAINFANTE
¡A la sábana, artillero!
¡Capeletes en tortilla!
¡Gran comida!
 

(Sale ANTONIO en lo alto.)

 
ANTONIO
Llamar quiero
a Alejandro desde el muro.
ALEJANDRO
Señal de la torre han hecho.
GUARDAINFANTE
Un hombre salió, es verdad.
ALEJANDRO
No disparéis.
GUARDAINFANTE
Lo que entiendo
es, que con la mucha lumbre
habrá saltado aquel huevo.
ANTONIO
¿Alejandro?
ALEJANDRO
¿Quién me llama?
ANTONIO
Antonio soy, y el que vengo
a que oigas compadecido
lo que escuchares atento.
ALEJANDRO
Tarde a mi piedad apelas;
¿qué quieres?
ANTONIO
Pedirte quiero,
que pues yo he sido la causa
de tu venganza, supuesto
que aticé segunda vez
aquellos carbones muertos
que no los quiso encender
el soplo fácil del viento,
que a mí solo des la muerte
te pido, pues soy el mesmo
que ha irritado a los demás,
yo soy el que la merezco.
Si el escarmiento procuras
oye el mísero lamento
de los que en este castillo,
en mal repetidos ecos
te piden todos.
DENTRO
¡Piedad,
noble Alejandro Romeo!
ALEJANDRO
Quien corta al árbol las ramas
y deja el árbol entero,
es darle más fortaleza
para que florezca luego;
tú eres una inútil rama,
los demás hacen el cuerpo;
pues para que no florezca
en obstinados renuevos,
mi brazo arranque las ramas
y siegue el árbol mi acero.
ANTONIO
Ellos contra ti no tienen
indignación.
ALEJANDRO
A buen tiempo.
ANTONIO
Si los vieras...
ALEJANDRO
Esa es
la hipocresía del fuego.
La nieve encumbre en la cumbre
el Etna y el Mongibelo.
Y Etna y Mongibelo sé
que aguardan el fuego dentro.
ANTONIO
¿Que no hay piedad?
ALEJANDRO
No la aguardes.
ANTONIO
Mira.
ALEJANDRO
No escucho tu ruego.
ANTONIO
Que Julia...
ALEJANDRO
No oigo tu voz.
ANTONIO
Está...
ALEJANDRO
Escucharte no quiero.
-Disparad.
 

(Disparan.)

 
ANTONIO
¡Ay infeliz!
Ya te dejo.
ALEJANDRO
Dale fuego.
GUARDAINFANTE
Tomen tortas mis señoras
doña Lucía.
ALEJANDRO
Hoy vengo
una sinrazón que al alma
vuestra indignación me ha hecho.
 

(Sale EL CONDE en lo alto.)

 
GUARDAINFANTE
Otro moro anda en el muro.
CONDE
¡Ha del monte!
ALEJANDRO
Deteneos.
¿Quién eres?
CONDE
El conde Paris.
¿Eres Alejandro?
ALEJANDRO
El mesmo
CONDE
¿No sabes que soy esposo
de Elena?
ALEJANDRO
Tarde lo siento.
CONDE
¿Sabes que un tiempo la quise?
ALEJANDRO
Sí lo sé.
CONDE
¿Y que la aborrezco?
ALEJANDRO
Mucho me preguntas, Conde.
GUARDAINFANTE
Los más condes tienen eso.
ALEJANDRO
Sé que la muerte la has dado.
Y yo te la doy por eso.
CONDE
Viva es Elena, Alejandro;
y si ahora no te muevo
con tu misma sangre, tarde
hallarte piadoso espero.
Viva es Elena, tu hermana,
y así ahora...
ALEJANDRO
No lo creo.
 

(Sale ELENA en lo alto.)

 
ELENA
Pues Elena a tus piedades
ha de llegar con los ruegos
de la sangre, y del amor
que la tienes llegue presto.
ALEJANDRO
Muy tarde llegas, Elena.
ELENA
¿Cómo tu crueldad no templo?
Ya el Conde admite mis brazos,
perdónale.
ALEJANDRO
Están violentos.
Si ahora al Conde y a ti
os dejo la vida, temo
que mañana, o bien a su odio,
a su desdén o despego,
que son puñales del alma,
has de morir; pues si es cierto
que después te ha de dar muerte
su mismo aborrecimiento,
y no has de lograr mañana
la vida que darte puedo,
dando muerte a los dos juntos,
una venganza aprovecho,
y a ti te estorbo que mueras,
más piadoso que sangriento,
al embotado cuchillo
de su olvido o su desprecio.
ELENA
¿Pues para darme la muerte
me pones un argumento?
Sofística está tu ira.
GUARDAINFANTE
¿Hay más de decirle nego?
ELENA
Tu hermana soy.
GUARDAINFANTE
Las hermanas
nunca han sido de provecho.
ALEJANDRO
Ea, disparad, mueran todos.
ELENA
¡Grande crueldad!
GUARDAINFANTE
Volaverunt.
 

(Sale CARLOS en lo alto.)

 
CARLOS
¿Alejandro?
ALEJANDRO
¿Quién llama?
GUARDAINFANTE
Otro demonio tenemos.
ALEJANDRO
¿Tú estás preso, amigo Carlos?
CARLOS
Sí, amigo, por ti estoy preso.
ALEJANDRO
¿Pues qué intentas?
CARLOS
A pedirte
que me des la vida vengo.
ALEJANDRO
Tu voz, vive el cielo, Carlos,
me está penetrando el pecho.
¿Julia murió?
CARLOS
Julia es muerta.
Pero di, ¿qué culpa tengo
para que tú en mí te vengues,
si yo no soy quien la ha muerto?
ALEJANDRO
¿Y he de perdonar a cuantos
me ofenden?
CARLOS
Deso me alegro,
porque vean que tú eres
mi amigo tan verdadero,
que porque no muera yo
quieres que no mueran ellos.
ALEJANDRO
¿Tú por mi no has arriesgado
tu vida?
CARLOS
Sí, a todo riesgo
de tu amor y de tu ira
me hallaste siempre dispuesto.
ALEJANDRO
¿Pues cómo hoy morir recelas?
CARLOS
Es, que allí pude venciendo
vivir; pero si te vengas
desta manera, no puedo.
ALEJANDRO
¿Y he de quedarme sin Julia
porque tú vivas? ¿di esto?
CARLOS
Y di, porque muera yo
¿vive Julia?
ALEJANDRO
No por cierto.
Perdonar mucho, es hacer
al poder un menosprecio.
CARLOS
Y castigar mucho, es
manchar el poder.
ALEJANDRO
¡Qué cuerdo
estás, como tú no tienes
mi amor y mi sentimiento!
CARLOS
Como tú no has de morir
estás también muy discreto.
ALEJANDRO
Yo he de vengarme, perdona.
CARLOS
¿Y te vengarás con esto?
ALEJANDRO
El perdón, hijo bastardo
es del valor y el esfuerzo.
CARLOS
Y también es el castigo
hijo natural del miedo.
ALEJANDRO
Quien se venga no es cobarde.
CARLOS
Lo parece por lo menos.
ALEJANDRO
Pues yo he de vengarme en todos.
CARLOS
Y eso parece temerlos.
ALEJANDRO
Yo con perder un amigo
dos mil enemigos pierdo.
CARLOS
No sabes tú lo que pierdes
en un amigo, si es bueno,
pero, en fin, ¿quieres que muera?
ALEJANDRO
Carlos, yo no lo deseo,
pero yo me he de vengar.
CARLOS
¿Di qué te incita?
ALEJANDRO
Mis celos.
CARLOS
¿Y mi ruego?
ALEJANDRO
Me lastima,
mas no me templa tu ruego.
ELENA
¿Tu sangre no te ha obligado?
ALEJANDRO
No hierve, aunque está sin fuego.
ANTONIO
¿Ni mis canas te lastiman?
ALEJANDRO
Me dan ira, y no respeto.
CONDE
Templado está ya mi odio.
ALEJANDRO
No llega tu enmienda a tiempo.
ANDRÉS
¿Ni una vida no me pagas?
ALEJANDRO
A esa muerte te la ferio.
CARLOS
¿Ni un amigo no te obliga?
ALEJANDRO
Ni de un amigo me templo.
ANTONIO
Pues si es para que yo viva
éste el último remedio...
CONDE
Pues si ha de llegar mi muerte
después del último esfuerzo...
ANTONIO
Yo he de vivir, aunque tú
quieras que el plomo en estruendos
arruine tanto edificio.
CONDE
Viviré, aunque tú sangriento
darme muerte solicites.
ALEJANDRO
Cómo, si yo soy el dueño
del castigo, disparad,
mueran todos, pues que muero.
ANTONIO
Pues disparad, que esta es Julia;

 (Saca a JULIA.) 

móvil de tus pensamientos.
ALEJANDRO
No disparéis, aguardad.
JULIA
Alejandro.
ALEJANDRO
Deteneos.
JULIA
Mira que soy yo.
ALEJANDRO
Mi Julia,
¡qué! ¿estás viva?
JULIA
Quiere el cielo
que sea tuya.
ALEJANDRO
Di, ¿qué intentas?
ANTONIO
Habla, Julia.
JULIA
Lo que intento
es que a todos los perdones.
ALEJANDRO
¿Tú lo pides?
JULIA
Yo lo ruego.
ALEJANDRO
Pues vivan los Capeletes,
y Julia viva con ellos,
que yo a una hermana, a un amigo,
indignado y desatento,
pude negar mis piedades,
pero a mi dama no puedo;
¿dasme a Julia por esposa,
Antonio?
ANTONIO
Yo lo consiento.
ALEJANDRO
¿Tú admites a Elena?
CONDE
Sí.
ALEJANDRO
Quedaron en nuestros pechos
de lealtad y obligación,
vínculos de amor estrechos.
ANTONIO
Soy tu padre.
CONDE
Soy tu amigo.
CARLOS
Yo como siempre he de serlo.
ALEJANDRO
Pues tengan dichoso fin
Capeletes y Montescos.
Y don Francisco de Rojas,
a tan grande coliseo
pide el vítor, porque siempre
merezca el aplauso vuestro.