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Los cartógrafos mallorquines. Angelino Dulcet. Jafudá Cresques

Cesáreo Fernández-Duro





La controversia originada por el hallazgo de la carta de marear que describió M. Gabriel Marcel en 1887, leyendo en el pie la firma Hoc opus fecit Angelino Dulceri anno MCCCXXXViiij de mense Augusto in civitate majoricarum, no ha producido aún resultados definitivos. Mientras el dicho M. Marcel, jefe de la sección geográfica de la Biblioteca nacional de París, y el doctor H. T. Hamy, ilustrado geógrafo y crítico, juzgan que es esa carta reproducción de un prototipo formado por la escuela mallorquina en fecha ignorada, el marqués Amat di San Filipo reivindica para Italia el patrón, la forma, la esencia geográfica y aun la personalidad de este autor, apoyándose en el descubrimiento de otra carta que recientemente se ha hecho en el palacio Corsini de Florencia, y que muestra por leyenda.

Hoc opus fecit Angellinus de Dulceto anno Domini M.CCC.XXX, de mense Marcii composuit hoc.

Si esta se reprodujera por fotografía, como la otra, la comparación ofrecería á los estudiosos medios de esforzar los argumentos aplicados á una parte de la cuestión. En interés de los geógrafos italianos está ofrecer pruebas de que no les guía exclusivamente un espíritu estrecho de localidad á que los citados críticos franceses son de todo punto ajenos.

Mientras tanto, el marqués Amat de San Filipo razona que los árabes dominadores de Mallorca hasta la conquista de la isla por la Corona de Aragón, no dejaron seriales apreciables de conocimiento geográfico, puesto que, si bien tuvieron notables exploradores terrestres, no pasaron de medianos navegantes y de pésimos cartógrafos, al paso que por aquel tiempo, y mucho antes que la marina catalana se significara, las de Venecia, Génova y Pisa habían alcanzado influencia comercial en los mares Mediterráneo, Negro y de Azof; la segunda se había adelantado á todas   —367→   las de Europa pasando el estrecho de Gibraltar, visitando las Canarias, Azores y Madera, reconociendo las costas de Guinea, donde la expedición de los hermanos Vivaldi fracasó el año 1291, y proveía de almirantes á Francia, Inglaterra, Portugal, Castilla y Aragón. Para el Sr. Marqués es indudable que la cartografía italiana continuó las tradiciones griega y romana, escondidas durante los siglos de barbarie en los monasterios y perfeccionada en ellos más tarde con los adelantos incesantes de la navegación y por la necesidad que estimularon las Cruzadas, sacando por consecuencia que las cartas catalanas ó mallorquinas tuvieron ejemplo ó procedencia en las de Italia; y por estas consideraciones generales no le parece que la circunstancia de estar firmada en Mallorca la carta de Dulceti (que á esta lectura se inclina) sea bastante para ser tenida por obra de un mallorquín.

En este estado la cuestión, el Sr. D. Gabriel Llabrés, catedrático y arqueólogo de Palma de Mallorca, aporta en favor del Sr. Amat di San Filipo datos que demuestran cuanto en su honrado criterio se sobrepone al amor de Campanario el de la Verdad. Suum cuique es su lema al terciar en el debate, dando á luz en el Boletín de la Sociedad arqueológica Luliana1 el fruto de investigaciones que han debido ser pacientes y laboriosas.

El P. Villanueva, autor del Viaje literario, había escrito, tratando de las cartas mallorquinas, que la isla, ó su capital, «era centro de la marina mercante de toda Europa, que por su posición vino á ser el depósito y mercado general de las drogas y géneros que se sacaban de Asia por Alejandría, y que á principios del siglo XIV tenía casas de contratación y consulados establecidos y reglamentados de genoveses, pisanos, castellanos, franceses y de otras naciones, como lo acreditan los documentos que quedan en sus archivos de la Bailía y de la ciudad de Palma. El Sr. Llabrés ha acudido á estos archivos, encontrando noticias estimables».

Sabiendo que los apellidos catalanes con terminación et, como Salcet, Llobet, se latinizaban en Salceti, Lupeti, de lo cual se ven   —368→   repetidísimos casos en documentos antiguos, conceptúa que el del cartógrafo de que se trata debía ser Dulceti.

En el libro del Repartimiento de Mallorca (1232) ha encontrado varios individuos que llevaban el cognomen del firmante; tales son un Ferrer, un Bernardo y un Pons Olzet, de Olzet, de Olzeto ó de Dolset, escrito con estas variantes.

Á juzgar por la extensión de los predios que les cupieron en el reparto de la isla, el más poderoso ó principal fué Bernardo, á quien donó el Rey tres alquerías de extensión de 20 yugadas de terreno en los términos de Montuirí y la Ciudad. A este sigue Pons, con cinco alquerías situadas en Inca, Sinen y Petra, que debían repartirse entre él y sus cinco compañeros, y cuya extensión alcanzaba á 27 yugadas, y es el último Ferrer Dolzet y hermano, á quienes se adjudican 12 yugadas de terreno en dos alquerías de Montuirí.

Bernardo de Olceto, en unión de Arnaldo de Togores y de otros, asaltó la casa de la Orden de Calatrava en Mallorca, hiriendo al comendador Fr. Bernardo, según consta en el libro de Cartas reales del año 1239 y siguientes.

En el siglo siguiente figuran muchas personas del linaje, contándose una rama de los Dolset entre los cives Majoricarum.

Lorenzo Dolcet fué jurado de la ciudad el año 1392.

En la calle de San Miguel, frente al portal de la iglesia, tenía la casa propia otro Dolcet.

Un pozo público existente en la calle del Buen-aire, así llamada en aquella fecha como en nuestros días, se designaba por lo Pou d'en Dolçet.

Por último, en un libro de protocolos de los años 1393 á 1395, que para en el archivo de la Audiencia, hay varias escrituras de individuos del apellido.

Este se ha perpetuado; existe hoy mismo, y tanto pudiera proceder de la villa italiana de Dolceto, inmediata á Génova, como haberse formado por diminutivo del vocablo catalán dols (dulce, derivado del latín dulcis), viniendo á ser dolset ó dolçet, y al latinizarse de nuevo por los notarios de aquellos tiempos dulceti, según las reglas de generalidad. Con todo, el Sr. Fita me insinúa que la derivación bien podría tomarse del latín iliceto (encinar).

  —369→  

En catalán, de ilicina se formó alzina (encina), y en la provincia de Barcelona existe el lugar de Olzinellas.

Sin embargo, como quiera que Angelino sea nombre de pila muy común en Mallorca aplicado á las mujeres en aquella época, pero tan raro en los hombres que ni una sola vez se ve escrito en documentos, al paso que en Italia estaba muy generalizado, tiénelo el Sr. Llabrés por indicio de que fuera italiano el cartógrafo, y no es único, pues nota en la carta de marear de 1339 más tendencia á italianizar que á latinizar los nombres, así como en la carta catalana de 1375 se catalanizan otros nombres, copiándolos, no del latín, sino directamente del italiano.

Véanse ejemplos sacados de la comparación de ambas:

CARTA DE DULCETI CARTA CATALANA
1339. 1375.
Funtarabia.......... Fontarabia.
San Sebastian....... San Sebestiá.
Les Penes.......... Senes.
Begres............. Gres.
Coroña............. Corogna.
Corovedro.......... Corovedre.
Baona de Migno..... Baona de Minor.
Mignos............. Mignor.
Portugallo.......... Portegal.
Casciles............ Cascais.
Cabo de Picel....... Cap de Pitxer.
Satunez............ Satuval.
Cavo San Vicens.... Cap San Vicens.
Biforao............. Bufera.
Goandiana.......... Goadiana.
Val de Cebir........ Vardachebir.
Isarcadra........... Ezizera.
Fenaarola........... Fenyaralo.
Negrelis............ Negrels.
Mule.............. Mulara.
Bognoz............. Bagnor.
Guarda vieja........ Guavardiqueya.
Leno dar cambra.... Lena del Canabra.   —370→  
Leno dar maria...... Lena del Meria.
Cavo de Gata....... Cap de Capta.
Carbonaniela........ Carbonayrolo.
Agille.............. Aguilles
Copo............... Cop.
Flum de Segura..... Fl. Segu.
Cavo do Lamps..... C. de Lins.
Cantera............ Allacant.
Cavo d'Arcodra.......... C. de Arcodra
Carpi........... Calp.
Cavo de Martino..... C. de Martin.
Valence............ Valencia.
Monvedro.......... Montvedre.
Bariana............. Boriana.
Aurpessa........... Aurpessa.
Corpe.............. Corp.
Anpola............. Anpolla.
Rodiaster........... Riuduyastre.
Salo................ Salou.
Lebregat............ Lobregat.
San Paulo........... San Pol.
Bialnes............. Blanes.
Palomares.......... Palamós.
Apnolia............ Ampurias.

De la comparación deduce que muchos nombres de poblaciones extranjeras del mapa catalán parecen literalmente copiado, de los de Dulceti, ó de alguno que los escribió italianizándolos, y no directamente de la lengua del país á que pertenecían; así, por ejemplo, se usa en vez de la letra ñ, que en catalán se escribía ny, gn, letras evidentemente italianas. Mientras esto se nota por un lado, por otro se advierten algunas palabras en la de Dulceti que parecen copiadas del catalán y que han sido italianizadas después.

Todavía encuentra el Sr. Llabrés algo más importante que considerar en la carta, que es la escritura de nombres puestos en las islas Baleares, pues que hay graves errores en ellos. Véase:

  —371→  

CARTA DE DULCETI. CARTA CATALANA.
Menorca
Citaela.............. Ciutadela.
Senols............... Sanija.
Fornels.............. Fornels.
Maon................. Mao.
Mallorca
Maiorca............. Maiorca.
Dragonera.......... Dragonera.
» ................. Corno.
Forari.............. Soler.
Prementor.......... Formentor.
. . . olina............ Salines.
Menacor............. Menacor.
Aucudia............ Aucudia.
P. Colombo......... P. Colom.
» ................. Palomera.
» ................. Petra.
P. Petro............ P. Petro.
Cabrera............. Cabrera.
Coniera............. Conieras.
Ibiza
P. Magno........... P. Mayn.
» ................. Valanzat.
Portinazi........... Portinas.
Tagomago........... Tagomago.
Sta. Eularia......... S.ª Eularia.
Eviza............... Eviza.
Formentera......... Formentera.

De estas palabras de las islas, cuatro, á saber: Citaela, Colombo, P. Magno y Portinazi, le parecen evidentemente italianizadas, y dos, Forari y Prementor, disparatadas de modo que no se concibe pudiera escribirlas un mallorquín. Debieron ser copiadas de carta anterior en que las letras estarían borrosas, y al transcribirlas fueron adulteradas por no ser familiares los nombres al copiante.

  —372→  

Juntas las observaciones á los indicios, conducen al Sr. Llabrés á la deducción de que antes del año 1339 no estuvo nunca in civitate Majoricarum el famoso Angelino Dulceti, y si estuvo no se explica la data, á no ser suponiendo interés en dar á la carta una marca de fábrica ó de origen, que indudablemente debía estar acreditada en el mercado, porque si para navegantes mallorquines, muy numerosos por cierto en aquel tiempo, hubiese sido trazada, no era posible que se dejaran estos sorprender ante las visibles adulteraciones de Dulceti.

Resulta por tanto, á su juicio, que el Marqués Amat di San Felipo no va descaminado al estimar la naturaleza del autor, y que tiene sobrada razón al sostener que la cartografía italiana es anterior á la mallorquina; pero hay que reconocer que si bien nuestros cartógrafos imitaron en un principio á los de Italia, apropiándose datos y noticias, no tardaron en adquirir fama y nombradía propias en el trazado de cartas náuticas, iguales ó superiores á las de sus maestros, calculando por esto mismo que no era cosa indiferente firmar las cartas en Mallorca ó en cualquiera otro punto.

Coincido con D. Gabriel Llabrés (y creo tenerlo acreditado) en la observancia del precepto Amicus Plato; mas no hallo que de los razonamientos del docto catedrático se deduzca no haber sido mallorquín Dulceti. Ángel ha sido y es nombre de pila popular en toda España, y acaso se nombrara Ángel Dolcet el que en la transformación latina aparece Angelinus Dulceti ó Dulceti; no es violento suponerlo teniendo la certeza de que desde el año 1232 radicaron en Mallorca los del apellido, llegaran de donde llegaran.

No habiendo podido el Sr. Llabrés examinar los originales de las dos cartas que compara; valiéndose, como dice, de datos impresos, es aventurado decidir; el indicio que le ocurre es débil, y facilísimo incurrir en errores que produzcan consecuencias inadmisibles. Las palabras mismas que copia están lejos de probar en el autor de la carta marcada tendencia á italianizar aquellas de traducción fácil; lo hubiera hecho entonces en las de Funtarabia, Les Penes, San Vicens, Guarda Vieja, Agille, Palomares y Cantera. Tampoco son mucho dos palabras equivocadas, Forari y Prementor, dado que en el original lo estén, para decidir de plano   —373→   que no podía ser mallorquín el que las escribió, desconociendo lugares de aquella isla. Entre Prementor y Formentor no es tanta la diferencia que no quepa atribuir la distracción al lector tanto como al escribiente, y lo mismo ocurre con Forari, acaso lectura arbitraria, por Solari ó cosa parecida.

Los nombres locales latinizados no hacen regla tampoco: tengo á la vista documentos oficiales del siglo XIV redactados en latín, en los cuales se designa unas veces por Fontis-rapidi y otras por Fonte Arabia, á Fuenterrabia; á Santander con las variantes de Santo Andero, Santo Ander y San Emeterio; á la Coruña y el Miño por La Croinha é Myor, sin la ñ que echa de menos el señor Llabrés, y con otros variados á Urdealis, Mortico, Arribedeu, Bayeu, Delaqueti, Hondarro, Lepuscoa, etc.

No sería excesivo que la pluma del amanuense, por ejercitada que fuera, equivocara entre tantos, no dos nombres, bastantes más: ¿qué manuscrito está exento de lapsos?

En cuanto á la falsificación supuesta de la data, lógico es sentar que significaría un crédito, una superioridad reconocida de las cartas mallorquinas sobre las italianas. En tal caso, como para conseguir la prioridad y preferencia, por necesidad tendrían los cartógrafos de la isla que haber trazado y distribuido muchos pergaminos entre la gente de mar, antes que la carta de Dulceti apareciera imitando las suyas, habría que admitir que desde medio siglo antes, ó siquiera desde los comienzos del XIV, se ejercitaban en tales obras copiando el prototipo presentido por MM. Marcel y Hamy, mas no me parece que los razonamientos del catedrático de Palma demuestren la falsedad de Angelino.

Sea como se quiera, el Sr. Llabrés ha prestado buen servicio registrando los archivos de la isla y descubriendo, ya que no referentes al cartógrafo discutido, noticias auténticas de otro que se desconocía por completo; del autor de la carta de 1375 que concienzudamente describieron MM. Buchon, Tastu y D'Avezac, existente en París y llamada Carta Catalana por tener la leyenda en esta lengua.

Revelan los documentos hallados ahora que Jafudá Cresques, hebreo, hijo de Cresques Abrae, cuyos antecesores de muy atrás, tal vez desde la conquista residían en la isla, habitó desde 1381 á   —374→   1394 en las casas inmediatas al portal y huerto del Castillo del Temple, dedicándose á la construcción de cartas é instrumentos náuticos. Entre el pueblo se le designaba por lo jueu buxoler (el judío de las brújulas), teniendo fama de experto, por lo que demandaban sus obras, no sólo los mareantes, sino también príncipes y reyes.

D. Juan I de Aragón, el Cazador, adquirió de su mano un mapa-mundi que guardaba con mucho aprecio en el palacio de Barcelona. Por obsequio de estimar lo envió al rey de Francia á fines del año 1381 por el mensajero Guillermo de Courcey, y en carta que al efecto escribió, prevenía que Cresques diera instrucciones para la mejor inteligencia del dibujo, y en caso de no encontrarse el autor, las comunicara al referido mensajero un marino práctico.

Algo después, en 1387, encargó D. Juan otro mapa-mundi por el cual se abonó á Jafudá la cantidad considerable de 68 libras, y no parece fuera solo, pues entre los objetos pertenecientes al monarca Amador de la gentileza, se mencionan tablas, astrolabios y mapas, llevados en sus viajes, y hay constancia de que por cambio de libros, lebreles, alcones, músicos, pedidos á soberanos, sus amigos ó aliados, devolvía astrolabios, relojes de arena, almanaques y mapas, señaladamente uno de los últimos al Conde de Foix en 1391.

Por resultas del saqueo del Call de Palma, acaecido2 en 2 de Agosto de 1391, y conversión subsecuente de los judíos que allí residían, se bautizó nuestro cosmógrafo3 cambiando el nombre de Jafudá Cresques por el de Jaime Ribes, que así se llamaba un canónigo de la Seo, persona de valimiento, sin duda, pues tuvo votos en la elección del Capítulo para la mitra.

Fuera por la protección de tal padrino, por el hecho mismo de la conversión ó por otras circunstancias relacionadas con sus méritos, el maestro cartógrafo obtuvo desde entonces repetidas distinciones del rey D. Juan, acreditándolo las cartas dirigidas al gobernador y al procurador real de Mallorca, facilitándole salvo   —375→   conducto; eximiéndole del pago de ciertos impuestos; amparándole contra litigantes temerarios á él y su familia, dándole moratorias, y por fin, llamándole á la corte con tanta insistencia, que maese Jaime vendió su casa al notario Pera de Sant Pera y se ausentó de la isla. Interrúmpeme en este punto las noticias, pero una carta de D. Martín, fechada en 1409, indica que seguía disfrutando la protección de la corona.

Murió este rey en 1410 á tiempo que el maese debía contar de 50 á 60 años de edad, y piérdese su rastro. ¿Qué hizo después? Presume con razón el Sr. Llabrés que noticioso del movimiento iniciado en Portugal por el infante D. Enrique, y de los propósitos de fundar la academia náutica de Sagres, se trasladó allí; fué el mismo Jacome ó Jaime de Mallorca que tanto contribuyó, dirigiendo la escuela, á la enseñanza y elevación de los marinos portugueses, y con sus excelentes cartas abrió por otra parte el camino seguido en Mallorca por los Vallseca, Viladestes, Prunes, Soler, Oliva, Salvat y demás imitadores. El Jaime Ferrer que estuvo en el río del Oro el año 1346, y de quien Cresques daba noticia en su carta de 1375, no podía ser ya, aunque algunos lo confundan, y menos lo era Vallseca, á quien por mera conjetura atribuyó la dirección de la escuela el P. Pascual4, y tras él Capman y Salazar, pues que se llamaba Gabriel y no Jaime.

Me parece oportuno el resumen que otro escritor, equivocado en este particular, hizo de las noticias críticas reunidas por Navarrete y Salazar en sus estudios de Hidrografía5.

En la fundación del instituto náutico de Sagres hace gran papel un español sobre cuyo nombre y designación han divagado grandemente los historiadores. El autor de la Histoire générale des voyages, obra traducida del inglés por Prevost (París, 1746), se dice que «El Infante D. Enrique había hecho venir de la isla de Mallorca un matemático muy versado en la navegación y en el arte de construir cartas é instrumentos de mar. También fundó una Escuela y Academia, de la cual le hizo jefe.»

En el Asia de J. de Barros (lib. I, cap. XVI) se lee: «Por lo cual   —376→   para estos descubrimientos (en África) hizo venir de la isla de Mallorca á un maestro Jacobo, hombre muy docto en el arte de navegar, que construía cartas é instrumentos; al cual costóle mucho traer á este reino para que enseñase la ciencia á los portugueses que se dedicaban al oficio.»

Capmany, en las Cuestiones críticas (segunda) expone, refiriéndose á los trabajos y empresas de catalanes y mallorquines: «Con estos libros y dechados y en esta escuela práctica y especulativa se formarían los matemáticos y expertos marinos que compusieron la primera Academia de náutica que el Infante de Portugal D. Enrique estableció á principios del siglo XV en la villa de Sagres, cerca del cabo de San Vicente, adonde llamó hombres hábiles de varias partes, y entre ellos al mallorquín llamado Jaime, que algunos quieren sea Gabriel de Vallseca.»

Ahora bien: ¿quién es ese Jaime, Jacobo, como dice Humboldt, ó Gabriel, como Ribeiro Dos Santos, Pascual y Capmany?

Porque es el caso que hay dos Jaime Ferrer auténticos, aparte de este otro no bien definido: el Jaime Ferrer mallorquín ó catalán que en 1346 descubrió el Río del Oro, y el Jaime Ferrer, de Blanes, consultado por los Reyes Católicos sobre la línea de partición con el rey de Portugal. Acerca del primero de estos dos dice Humboldt, refiriéndose á nuestro Cladera: «Es preciso no olvidar que los trabajos de los marinos catalanes fueron, respecto del África occidental, lo que los de los normando-escandinavos habían sido respecto al Norte del Nuevo Mundo... La isla de Mallorca había llegado á ser desde el siglo XIII el foco de los conocimientos científicos en el difícil arte de la navegación. Por el Fénix de las Maravillas del Orbe, de Raimundo Lulio, sabemos que los mallorquines y los catalanes se servían de cartas de marear mucho antes de 1286; que en Mallorca se construían instrumentos, toscos sin duda alguna, pero destinados á determinar el tiempo y la altura del polo á bordo de los buques... Un navegante catalán, Jaime Ferrer, había llegado en el mes de Agosto de 1346 á la embocadura del Río del Oro, 5º al S. del famoso Cabo de Non, que el Infante D. Enrique se lisonjeaba haber hecho que doblasen por primera vez los navíos portugueses en 1419... Un mallorquín, el maestro Jacobo, fué escogido por el Infante para   —377→   presidir la célebre Academia de náutica en Sagres... Largo tiempo antes de los nobles esfuerzos del Infante D. Enrique y de la fundación de la Academia de Sagres; dirigida por un piloto cosmógrafo catalán, Haese Iacome de Mallorca, habían sido doblados los cabos Non y Bojador

Las dudas quedan ahora desvanecidas: ese maese Iacome era Jafudá Cresques en un tiempo, luego Jaime Ribes, mallorquín, cosmógrafo de los reyes de Aragón y autor de la carta llamada Catalana.

Á este descubrimiento ha unido D. Gabriel Llabrés la observación importante, sugerida por los documentos, de que por espacio de un siglo, al poco más ó menos, estuvo la cartografía mallorquina en manos de hebreos que al convertirse adoptaron nombres cristianos. Sobresalían al mismo tiempo en la construcción de las brújulas, instrumento respecto al cual ha encontrado muchas referencias, pero no anteriores al año 1348, del cual hay testamento é inventario en que se mencionan dos.





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