541
Calvo opina que si
bien la tradición campestre atrajo la atención sobre
la mencionada imagen no fue suficiente para establecer su carisma;
«fue necesario que durante treinta
años surcara el imperio de California a Chile, para que
regresara de manera inopinada y su culto viera al fin su
día, después de 1676»
. En el desarrollo
hacia la sacralidad, las imágenes y los santuarios tomaron
caminos diferentes de los que eran sus homólogos
españoles. Calvo, 1994, pp. 122 y 123.
542
El establecimiento de vagos o viajeros itinerantes en Puebla puede ser visto como parte del proceso de aculturación de los españoles en México. Al respecto véase Alberro, 1992, pp. 55-98.
543
Fernández de Echeverría y Veytia, 1963, p. 386.
544
Le Goff, 1986, pp. 9-19.
545
«La imagen ni parece estampada ni pintada; no
tiene mas color que el blanco de la tela y ciertas sombras
difíciles de averiguar. Resulta una bellísima imagen
que en lo triste del semblante, lo lloroso de los ojos, lo
inclinado de la cabeza [...] muestra ser imagen de los Dolores.
Habiendo fallecido la religiosa se entregó el hábito
por error a un pariente de los condes Pardiñas Villar y
Franco y no a su confesor que era su destinatario original, esto
motivó pleito, determinándose que se quedara la
imagen con su primer poseedor por estar ya colocada en un altar
construido exprofeso en la Iglesia de santo Domingo»
.
Villa Sánchez, 1962, p.
35.
546
Fernández de Echeverría y Veytia, 1963, p. 481.
547
Uno de los bandos trataba de que se le cambiaran las manos a la imagen, en tanto que el otro se oponía; la Mitra la decomisó. Toussaint, 1954, p. 144.
548
Citado por Calvo, 1994, p. 121.
549
Villa Sánchez, 1962, p. 33.
550
Christian, 1990, p. 14.