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ArribaAbajoDe Flores heroicas y líricas

Pide se aplauda y dé el parabién a nuestro Príncipe Don Felipe Próspero de su nacimiento, se ajusten esos pies forzados, y glose el último verso:

Hoy la mayor empresa de sus glorias.




Soneto acróstico


   Floridas te destinan          MONARQUÍAS,
Invicto infante, los divinos          CIELOS,
Luciente sol, siguiendo a tus          ABUELOS,
Iluminas feliz sus sombras          FRÍAS.

   Próspero a rayos aún, cuando          NACÍAS,  5
Ocasionaste al sol lucidos          CELOS,
Pues girando mejores          PARALELOS,
Retiras cortos con mayores          DÍAS.

   Ocuparás adulto la          CAMPAÑA
Sin que por sol, lo Marte se          CONFUNDA,  10
Por sol rayos, por Marte las          VITORIAS.

   El nacimiento tuyo aplauda          ESPAÑA,
Rayo te aplauda, pues en ti se          FUNDA,
(H)Oy la mayor empresa de sus          GLORIAS.

  -[134]-     -135-  

Las ansias de España por tener príncipe, y el gozo que tuvo en su nacimiento.

Habla España con nuestro Príncipe.


Si miro, Filipo, de
Tu nacer próspero el cuando,
Sé que, al estarle deseando,
Me aseguras el por qué.






[Glosa]


   De tu nacer mi bien fía,
de tu reinar es mi gloria,
de tu pelear mi victoria,
de tu triunfar mi alegría;
que toda esta dicha es mía,  5
que adquiero estas glorias sé,
que las poseo, se ve:
que el DE, nota posesión,
que aseguro en la ocasión,
si miro, Filipo, DE.  10

   Del nacer, el CUANDO mira
astrólogo diligente,
y qué signo el sol luciente
entra, cuando el cielo gira;
de aquí su dicha o su pira  15
-136-
le anuncia, ¿quién contemplando,
Filipo, al sol, que va entrando
signo próspero, no ve,
que es afortunado de
tu nacer próspero el CUANDO?  20

   En ansias de tu nacer,
años viví cuidadosa,
pero no tan temerosa,
que no le esperase ver:
porque llegando a saber  25
que Dios me asiste escuchando,
sé que este bien ya trazando
me está, le está previniendo,
sé que al estarle pidiendo,
sé que al estarle deseando...  30

   Si es que a mi gozo pregunto:
¿POR QUÉ naciste en el día,
que San Próspero lucía
de Sagitario en el punto?,
de mis victorias asunto  35
hallo, que sin duda fue,
Próspero al lado se ve
de ese signo belicoso,
y en tal conjunción glorioso
me aseguras el POR QUÉ.  40

  -137-  

Pide se conceptúe sobre que Filipo Próspero ha sido el Quinto Planeta, entre cuatro que ha tenido la monarquía de España, como lo es Marte en su esfera, y que se halla mucho misterio en la similitud.




Décimas


   ¿Quién los Signos no pregona,
Filipo, ya en el León,
ya en ese rico Tusón,
que en tu pecho se eslabona?
y si miro a tu corona  5
y a tanto rayo en que giras,
Cuarto Planeta me admiras,
mas si Quinto en el infante,
que a firmamento flamante
en todo diré que aspiras.  10

   En tu esfera, pues, luciente,
como en el cielo estrellado,
siempre por Marte he juzgado
al Quinto Planeta ardiente:
Carlos lo diga eminente,  15
y si este tu heroico abuelo
fue al mundo terror, desvelo,
Filipo, por ser asombro
como él pondrás todo el hombro,
emplearás todo tu anhelo.  20
-138-

   Si entre el bélico rumor
y de las armas el ruido
fue tu horóscopo elegido
en tu primer esplendor,
al orbe causas horror  25
pues naces todo de acero,
(de tu principio lo infiero)
con que domarás pujante
al enemigo arrogante,
y al que blasona más fiero.  30

   Si de tu nacer el día
contemplo, Marte español,
mucho al primer arrebol
te anuncia mi astrología:
Mercurio en él presidía,  35
tú le asistes belicoso,
conjunción, en que es forzoso
en todo influyas prudente,
que juntando lo valiente,
siempre saldrás victorioso.  40

   Ya el Otomano poder
en sangre se teme tinto,
pues juzga que Carlos Quinto
en ti llegó a renacer:
y antes que tu regio ser  45
conozcas, invicto infante,
ya de la Siria el turbante,
de Damasco alfange rojo,
se recela por despojo
de esa tu planta triunfante.  50

   Tuviste, príncipe, oriente
en tanto rayo marcial
como vibra a Portugal
de tu padre el sol ardiente:
señal que indica evidente,  55
-139-
se aclamará vencedor,
pues le fomenta tu ardor;
que si Marte al sol asiste,
en vano el suelo resiste
los rayos de su rigor.  60

  -[140]-     -141-  

Al nacimiento de nuestro Príncipe Don Felipe Próspero, y a las dichas que le anuncia el nombre de Joseph, que le pusieron también en el bautismo.




Romance


   ¡Joseph! apellido ilustre,
¡oh qué gloria! ¡oh qué eminencia!
¡oh qué de dichas que abarca!
¡oh qué de imperios que sella!

   Dígalo el Virrey de Egipto,  5
y de la Aurora más bella
lo aclame el Esposo sacro,
y España lo aplauda tierna.

   Naciole un gracioso infante,
que Joseph le nombra atenta,  10
porque el lleno de sus dichas
gozase en toda su esfera.

   Oye, príncipe, tus glorias,
Joseph Patriarca, pues sea
pauta que siga la mano,  15
heroica al discurso idea.

   Desde tu cuna o tu oriente,
sin que te deslustren menguas,
hasta el cenit del imperio
no parará tu carrera26.  20
-142-

   Del orbe las cuatro partes,
desde sus altas almenas
admirarán tus prodigios,
aclamarán tus empresas27.

   Arrestará a los contrarios  25
la envidia de tu grandeza,
pero a costa de tu honor
serán triunfo de tu diestra28.

   Mas ¿qué mucho que atropelles
esas escuadras guerreras,  30
si por Dios y en Dios emprendes
las más arduas competencias?

   Al arco de tu valor
aplicarás la saeta,
asestará Dios el tiro,  35
serán divinas tus fuerzas29.

   Quebrantarás del vasallo
las aceradas cadenas,
con que oprimido gimió
de su enemigo a violencias30.  40

   Y serán cadenas de oro
que más su cuello ennoblezcan;
que a virtud de tu valor
mejoran naturaleza31.

   Sucederá el siglo de oro  45
a este de hierro, ¡oh qué alteza!
coronando el yelmo invicto
de la oliva de Minerva.

   Trocarás por el cayado
la espada entonces sangrienta,  50
regirás a un solo silbo
los que antes leones eran32.
-143-

   Del alcázar de tu imperio
firme silla te aparejas,
que a enemigos corazones  55
será inmoble su eminencia.

   Si no es que diga que es Cristo
este Pastor, esta piedra,
que si asegura tu imperio
también, también le apacienta33.  60

   No sólo será teatro
este globo a tus proezas;
pero de inconstantes ondas
dominarás la soberbia34.

   De esta América los montes  65
liquidarán ricas venas,
porque corran obedientes
a este mar de tu potencia35.

   Aquese eterno Monarca
desde la eminente esfera,  70
vincula, príncipe excelso,
tanta dicha en tu cabeza36.

   Muy por entero estas glorias
te anuncian tu clara estrella,
si tus abuelos por partes  75
gozaron de esta grandeza37.

   Este métrico agasajo
un Apolo y sol alienta,
que de esta nueva granada
por granos brota finezas38.  80

  -[144]-     -145-  

Al nacimiento de nuestro Príncipe Don Felipe Próspero, y al haberle bautizado con una redoma de agua del río Jordán.




Liras


   ¡Jordán, todo misterio,
desde que al Arca humillas tu corriente,
hasta que a tu hemisferio
Cristo ilustra, luciente Sol,
que en tus ondas destinó su oriente!  5

   No pausa lo pasmoso
aquí de tus prodigios, pues, España
vio en tu cristal undoso
su infante, ¡quién no extraña,
si la Europa y el Asia en ti se baña!  10

   Tus pies, príncipe, besa:
reconoce sin duda en ti aquel celo
que en tu padre confiesa,
con que águila de un vuelo,
su fe en tus plumas la destina el cielo.  15

   ¡Oh qué rendida seña!
al Otomano oprimirán tus glorias,
-146-
pues ya el Jordán se empeña
a anticipar victorias,
que tus hazañas las harán notorias.  20

   Si del Arca a la vista
muros rompió Jesús al Jordán puro,
consiguió su conquista,
Filipo, hoy la aseguro:
Arca es María, tu valor su muro.  25

   El Jordán a la planta
del sacerdote, en su cristal veneras,
Filipo se adelanta,
pues a la luz primera
a la Iglesia obediencias acelera.  30

   Sabio también te aclama,
leyes darás glorioso a todo el suelo;
a más sube tu fama,
darate solio el cielo,
astros sublimes regirán tu celo.  35

   Será lo justiciero
glorioso timbre que mejor te abona,
igualará tu acero,
sin respetar persona,
del humilde cayado a la corona.  40

  -147-  

A Don Alonso López de Galarza, general de la Caballería de la ciudad de Quito, en festejo de sus galas, en el día que salió al alarde general que se hizo en ella.




Romance


   Si lo airoso de tus plumas,
si lo galán de tu arreo
aplaudir, joven, aspiro,
mides templado instrumento.

   Una pluma de tus alas  5
fía siquiera a su acento,
pues eres garza, Galarza,
repetición de ti mesmo.

   Será pluma a quien mi lira
daba en sonorosos metros  10
del tacto nueva dulzura,
y del pulsar los aciertos.

   Será pluma con que vuele,
sin que recele escarmientos,
a los rayos de tu sol,  15
y a lo grande de tu cielo.

   De tu agudeza ayudada,
del arco del pensamiento
será flecha que te alcance,
pues eres blanco tan cierto.  20
-148-

   A los filos de tu ingenio,
cortada en el firmamento
con caracteres de luces
grabará tu nombre eterno.

   En tres días, que la vista  25
gozó tu divino objeto,
un mapa admiro de galas,
y un abril de flores bello.

   Y aunque en diciembre tu sol,
(mejor que ese dios de Delos)  30
amenamente transforma
en jardín su yermo suelo,

   ya entre rojas clavellinas
azucenas compitieron,
ufanas que, por lo blanco,  35
fue Sagitario el deseo,

   ya multitud de violetas
que atesadas persuadieron
que el gusto estaba de luto,
pues se adornaba de negro.  40

   Pero no, que fue advertencia,
y con mayores esmeros
campearon mejor las rosas,
que de tu rostro nacieron.

   En los campos de esmeralda  45
tercera vez, ya tu aseo,
si es que les pautó de plata,
fueron de azabache extremos,

   que no siempre la esperanza
en blanco dejó el deseo,  50
y aunque de negro esta vez,
no es infeliz el agüero.

   Sin duda la posesión
te aguarda ya de tus hechos,
-149-
y así lúgubre mortaja  55
viste lo verde a despecho.

   El tahalí que del hombro
se despeña por el pecho,
parece arroyo, que vida
da a cuanto alcanza su riego.  60

   Que en los jardines de Marte,
como de Flora en los huertos,
infunde a flores y galas
con la belleza el aliento.

   Y las plumas que en los aires  65
traveseaban con los vientos,
crespa son, si airosa mata,
cuando maceta el sombrero.

   Este saliste a los ojos,
y a guerrear con tal arreo,  70
que alguna vez también Marte
de flores corona el yelmo.

   Aunque en sangrienta palestra
no se detiene al aseo,
sí en la que ofrecen las treguas  75
por dulce divertimiento.

   Si el jardín y abril te visten
a competencias y esmeros,
fue anticiparte en la gala
coronas al vencimiento.  80

   Por lo airoso de tu talle,
no sólo de Marte empleo,
mas a la vista de muchos
fuiste por único objeto.

   Solo estuviste entre todos,  85
aunque muchos te asistieron,
que sólo a ti compañía
pudiste hacerla tú mesmo.
-150-

   Fuiste sol, quando en oriente
corre a su esplendor el velo,  90
que desparece por corta
la luz de esotros luceros.

   Tanto anegaron tus rayos
con sus lucidos reflejos
esotros astros, que aun huella  95
no dejaron de que fueron.

   Y la vista entre sus ondas,
no sin nota de su empeño,
enjutos naufragios halla,
con que se intima escarmientos.  100

   Y si en las luces planeta
cuarto giras de tu cielo,
en el brío que te anima,
serás el quinto Guerrero.

   A este también te adelantas,  105
porque en tu valor despierto,
a competencias le admites,
y le desprecias al premio.

   Y porque el triunfo a tu gala,
y el generoso trofeo  110
mejor aplauso celebre,
mayor logre desempeño,

   carro triunfal ocupaste,
que anima vital aliento,
y de la pompa que viste,  115
aun tiene conocimiento.

   Cuatro lacayos te asisten,
que ruedas me parecieron
de este carro, que tan unos
andaban al movimiento.  120

   De Ofir te labraste silla,
de tu majestad asiento,
-151-
que no sin estudio el oro
así te sirve sujeto.

   Que si le veneran tantos,  125
tan otro está a tu respeto,
que el rey que rige vasallos,
vasallo es hoy de tu imperio.

   Multitud sólo de plumas
(del aire dulce recreo)  130
te coronaban vistosas,
y agraciaban sin defecto.

   Éstas, sólo la corona
pudieron servirte, creo,
pues al ave real igualas  135
en la vista y en el vuelo.

   A un broche venían presas
de esmeraldas o luceros,
(que según resplandecían,
astros verdes parecieron),  140

   porque vanas de sus dichas,
y gozosas de su acierto,
incautas peligrarían,
pues les faltaba su acuerdo.

   Bastón regía tu diestra,  145
no sé si le nombre cetro,
que según te autorizaba,
me ocasionó este respeto.

   Pero ¡qué corto he quedado!
Ya le acato firmamento,  150
que en campos de carmesí
se engastaron astros bellos.

   Siendo mayor tu valor
que de Atlante, ¡oh qué portento!
cielos sustentaba en hombros,  155
no has menester tanto empeño.
-152-

   Antecedían tu triunfo,
como despojos sangrientos,
todas las armas que aliñan
de Marte los fuertes miembros.  160

   Y las voces que Belona,
retocadas de su aliento,
dan vida al clarín glorioso,
alma inspiran al esfuerzo.

   Gananciosas de tus glorias  165
te publicaban a ecos,
cuál tu brío repetía,
cuál tu gallardo denuedo.

   Bella copia antecedía
de galantes caballeros,  170
y vas tú solo delante,
aunque ellos te precedieron.

   Con tal aparato hollaste
de la plaza alegre el suelo,
que aun insensible mostraba,  175
que te estimaba por dueño.

   Arrebataste la vista
de las damas y del pueblo,
y tan atentos te siguen,
que imán fuiste de su acero.  180

   Embargaste la atención
al discurso de otro objeto,
privilegio de lo grande,
que se antepone por serlo.

   Envidioso de tus dichas  185
(quien tal dijera) ese cielo
parasismos anticipa
al día en sus tristes ceños.

   Y cegándole la vista
al Argos del firmamento,  190
-153-
impidió que no gozase
y no admirase tu esfuerzo.

   Del párpado de una nube
llora desnudos destellos,
que hay lágrimas de dolor,  195
como también de contento.

   Mojar pretendió las alas,
con que sin susto a los riesgos,
garza real, te anticipaste
de todos al lucimiento.  200

   Y tan alta te encimaste,
llevada en postas del viento
del aplauso, que tus prendas
te aseguran tanto vuelo.

   Vivirá siempre tu nombre  205
en los labios de los tiempos,
pues, a pesar de las aguas,
gallardo sulcas sus senos.

   Y si en sombras que descoge
con cauteloso desvelo  210
tus resplandores pretende
anochecer sin acuerdo,

   no advierte que tu lucir
no ha de salir más opuesto,
como en el lienzo la sombra  215
releva el color más muerto.

   Luce, pues, siempre glorioso
aun de la noche a despecho,
sin que el clima más extraño
viva en tinieblas por lejos.  220

   Vive y goza de tus dichas,
pues tus heroicos alientos,
sólo con nombrarse tuyos,
los aplausos te adquirieron.
-154-

   Vive, porque ya en tus galas,  225
en tu brío, en tu denuedo
seas idea a los siglos,
y a las edades modelo.

   De oro en lámina costosa
el artífice más diestro,  230
con inscripción de diamantes,
insculpa tu nombre eterno.

   Y aquella deidad alada
en voz y en su presto vuelo,
por cuantos registra el sol,  235
lleve y divulgue tus hechos.

  -155-  

Al doctor Juan Martín de la Peña, y a la Apología de la cura que hizo al provisor don Antonio de Pinargote: apláudese su ciencia, como también su nombre, no sin nota del émulo que se la calumnió, con alusión al nombre de uno y otro.




Soneto


   Desprecia el valle el águila lucida,
y halla en sublima peña su sagrado,
donde, despierta ya, contempla el prado
la planta humilde, y ala más subida.

   Cuando en la tierra tiene su acogida  5
el tímido animal tan retirado,
que ni un reparo debe a su cuidado,
la hierba humilde, ni la cumbre erguida.

   Águila Juan, (bien así en tu nombre,
como en la vista, porque más asombre),  10
de tu alta Peña, adviertes en la hierba

   virtud medicinal, que el mal preserva,
cuando en su madriguera alguno ignora
lo más sabido que al dolor mejora.

  -[156]-     -157-  

Al haber leído un sermón, después de haberlo oído a un amigo, que gustó pasase los ojos por él.




Soneto


   Breve halago a la dicha se ha debido
aquel que al viento la gozó ligera;
pues si a luz del discurso se exagera,
sólo gozó del bien el estallido.

   Hoy, pródiga, mi suerte ha conseguido  5
que goce el bien a colmos en su esfera
de tu saber, oh Blas, pues considera
la vista aquello que admiró el oído.

   Bebiste de un Bernardo el néctar puro,
lo sutil de un Cirilo, sin lo escuro;  10
del gran Gregorio en ti miro el trasunto,

   echando a lo mortal el contrapunto,
siendo en todo tu espíritu gallardo,
un Cirilo, un Gregorio y un Bernardo.

  -[158]-     -159-  

Al altar que con pompa y majestad erigió la Compañía de Jesús, en el día que fue elegida Nuestra Señora de Guápulo por Patrona de las armas de España: descríbese su adorno.




Soneto


   ¿Qué te suspende el paso, caminante,
de ese erigido emporio de belleza?
¿es acaso el aliño, la riqueza,
tanta perla, rubí, tanto diamante?

   ¿El primor del pincel, que aún vigilante  5
titubea la vista en su viveza?
¿admírate el ingenio, la agudeza
del verso, y jeroglífico elegante?

   Nada te embargue la atención de lo hecho,
admira sólo el generoso pecho;  10
y con asombro, más que aqueste empleo,

   de servir a MARÍA el gran deseo;
siendo heroico blasón, que nos abona,
venerar de Filipo la corona.

  -[160]-     -161-  

A la solemne fiesta de la Visitación de la Virgen a Santa Isabel, que en el convento de Santa Clara festejaron sus religiosas hijas.




Romance


   Si es mérito de un objeto,
si crédito de su alteza,
recatarse a nuestra vista,
defenderse a nuestra ciencia,

   ¿quién, si levanta los ojos  5
a aquesa luciente esfera,
a su pesar no acredita
la verdad de esta sentencia?

   Pues por monarca ese sol
con tal temor se venera,  10
que, al carearse con sus rayos,
la vista osada escarmienta.

   Si así embarga la atención
de un objeto la grandeza,
¿a qué no obliga la pompa?  15
¿lo eminente a qué no fuerza?

   ¿a qué lo heroico no intima?
¿lo sublime a qué no impera
de una fiesta generosa,
tan a todas luces llena?  20
-162-

   Y si en empeños lucidos
tal vez se peligra en menguas,
¿a qué discurso, pues, cuerdo
no amilanará la empresa?

   Por esta vez el valor  25
confiado todo se arresta;
que hay temeridad dichosa,
que en los riesgos más descuella.

   Ni en la cumbre de los montes,
ni en la cima de las peñas  30
hallará el águila asilo,
si extrañara su aspereza.

   Ni los rayos que coronan
del sol la rubia melena,
pasto fueran de sus ojos,  35
si recelara su fuerza.

   No fueran costoso adorno,
el oro, diamantes, perlas,
si no se hollaran los mares,
si el risco no se rompiera.  40

   Todo lo alcanza la industria,
y esta vez a fianzas de ella,
mi caudal corto arrestado,
se facilita la empresa.

   El más glorioso aparato,  45
la más prodigiosa estrena,
que, acontecido a los tiempos
y a las más remotas eras,

   aparejó la piedad,
previno la diligencia,  50
para festejar al Alba,
que al Sol en su vientre estrecha,

   cuando venciendo los montes,
y las cumbres de Judea
-163-
rayó la luz de MARÍA  55
de Isabel la feliz selva.

   Allí del antiguo tronco
la vid fecunda se aprieta,
y en amorosos abrazos
vida nueva le fomenta,  60

   con que de Juan el renuevo
así su edad atropella,
que en sus flores inocentes
logró el fruto de Profeta.

   Mas ¿qué prodigio a la vista  65
de MARÍA no se esfuerza,
si en su regazo de un Dios
descansa la omnipotencia?

   Este misterioso encuentro
gloriosamente corteja  70
de tres devotas un alma,
que en tres cuerpos hoy alienta.

   Y ha sido tanta su unión,
que si aparatos de fiesta
no pudieran muchas manos,  75
aun en un cuerpo se unieran.

   El teatro de estas glorias,
(que fue de Clara la Iglesia)
con novedad dispusieron,
y aliñaron con grandeza.  80

   Tributó el vistoso Mayo
esmaltes de su floresta,
la Pancaya los olores,
y el China las ricas sedas.

   Del Apeles más divino,  85
a las perfectas ideas,
si cuerpo las dio el pincel,
almas su primor alienta.
-164-

   En campos de carmesí
tanta luz se engastó bella,  90
que en él parece que el cielo
aposentó sus estrellas,

   o destrozados fragmentos
de aquese mayor planeta,
palpitando en cada parte  95
de su ardor una centella.

   El apetito achacoso,
que todo lo descontenta,
en primores tan lucidos
remedio halló a su dolencia.  100

   Porque si del claro templo
el aderezo contempla,
imperfecciones ignora,
aciertos sólo numera.

   Y tanto la parte y todo  105
se compite en la belleza,
que duda en primor qué alabe,
y cuál primero se exceda.

   Al mirar de los altares
el aseo y la riqueza,  110
la armonía de sus lazos,
la arquitectura tan nueva,

   advierte le están llamando
de las paredes las señas,
donde el ingenio y el arte  115
a esmeros los dos se apuestan.

   Cuando pudieran curiosas
ser embargo a sus potencias,
el cielo, o techumbre, hermoso,
admiración apareja.  120

   Neutral se concibe todo,
y en confusión tan extrema,
-165-
el juicio suspende cuerdo,
por enmudecer la queja.

   Llegó la felice tarde  125
que al regocijo abrió puertas,
donde el Panteón de Clara
logró primeras estrenas.

   Vísperas solemnes fueron
las que en suaves competencias,  130
si dejo dieron al día,
dieron principio a la fiesta.

   Haciendo al sol que moría,
las más alegres exequias,
pues le solemniza el canto,  135
en lugar de las endechas,

   el velo oscuro la noche
lúgubre extendió y funesta,
más por instantes a sustos
relámpagos la amedrentan.  140

   Porque de fuego un castillo,
que al aire ufano se ostenta,
todo se desata en rayos,
todo se exhala en cometas.

   Pues la pólvora fogosa,  145
que oculto incendio fomenta,
animada por los aires
se desvanece en pavesas,

   siendo los rayos que arroja
contra la elevada esfera,  150
libres arpones de fuego,
puestas de alquitrán saetas.

   De los cabellos del sol
parecen cortadas hebras,
o de su ardiente carroza  155
rojas estampas que deja.
-166-

   La exhalación que el salitre
despide contra la tierra,
inquietas sierpes se arrastran
en sus compasadas vueltas.  160

   Y con los purpúreos rasgos,
que figuran sus centellas,
su ruina escribe en el suelo
con las cenizas que deja.

   Esta vistosa armonía  165
entre las sombras se anega,
con que la noche ya libre
se vio del susto y la pena.

   Poco le duró el sosiego,
que el día que se le acerca  170
entre esmaltados celajes
con nuevo esplendor se aqueja.

   Y primero que ninguno
gallardo ocupa la iglesia,
y tan antes, porque a solas  175
su traza admire y belleza,

   a cuyo reclamo el pueblo,
las damas y la nobleza,
añadiendo nuevo lustre,
festivos sus losas huellan,  180

   donde si los ojos todos
por sí sola la respetan,
agora con tanta gala
se niega a la competencia.

   Llegó el tiempo de la Misa:  185
¡cómo el discurso tropieza
a cada paso en lo grande!
¡de uno sale, en otro entra!

   De Pontifical la dijo,
la Mitra que más aprecia  190
-167-
el noble, el docto y el cuerdo
por norma de todas ciencias,

   entre los otros Prelados,
sin alguna competencia,
como entre la humilde grama  195
gigante ciprés descuella.

   En fin la cantó un Oviedo,
que es nombre de tal alteza,
que al significarle solo
todo el elogio se expresa.  200

   Administraron el coro
unas nuevas Filomelas,
cuyos números pudieron
suspender de Anfión las cuerdas,

   a cuyo cotejo el cisne  205
ya no canta, mas endecha,
cuando en el último acento
es de su muerte profeta.

   Ya el ruiseñor más porfía,
cuando gorjea en las selvas,  210
si sus acentos con éstos
se arrojan a competencias.

   Por timbre de lo sublime
de esta soberana fiesta,
por corona de lo excelso  215
de su crecida nobleza,

   divulga en sonora trompa
de María la excelencia,
un Doctor, que por lo Juan
todo orador lo respeta.  220

   Que si el agua del Jordán
al otro le oyó suspensa,
hoy un Juan a sus corrientes
prende la más libre oreja.
-168-

   Y si al altar advertidas  225
eligieron la cabeza,
de su púlpito a la voz
el cuello eligieron cuerdas.

   Que si es órgano por donde
se franquean las sentencias,  230
¿quién dispensarlas mejor pudo,
que un Cuello en su Iglesia?

   Porque tal solemnidad
un punto no descaezca,
aun en sus dejos quisieron  235
las reconozcan las fieras.

   El animal que en la frente
se dispensa a media esfera,
siendo en pavorosa lid
media luna su defensa,  240

   aquella tarde fue blanco
de garrochas o saetas,
pues el brazo siendo el arco
se dispararon certeras.

   Feliz se logró aquel día  245
y contento el sol se apresta
por llevar al otro mundo
de este prodigio las nuevas.

   Éste fue el glorioso afán,
éste la bella tarea,  250
como de Cabeza y Priosta
de una Inés de San Esteban.

   Y si a un Esteban patente
se abrió la luciente esfera,
otro Esteban hoy a un cielo  255
nos ha franqueado las puertas.

   Mas si por suerte Matías
se llevó la delantera,
-169-
por lo Matías Jacinta
fue en su elección la primera.  260

   Si escogió la mejor parte
María, ¿quién se la niega
este día a otra María,
si a Jesús asiste atenta?

   Esta pompa, este aparato,  265
este esmeró, esta grandeza,
es un bosquejo, una sombra,
una línea y breve seña

   del aseo y del primor
de aquel timbre de eminencias,  270
de aquel modelo de arreos,
de aquel ejemplar de fiestas,

   en que San Buenaventura,
prototipo de abadesas,
el día de Santa Clara  275
ostentó galante y nueva.

   Y si a los rayos del sol
huyen las pardas tinieblas,
fuerza es que a la luz de Clara
huya nuestra sombra opuesta.  280

   Si en un primoroso lienzo
los claros más se relevan,
síguese que en su cotejo
nuestra fiesta es sombra muerta.

   Echó al primor de entendida  285
los esmeros de discreta,
no le faltando la dicha,
pues su Ventura la llena.

   Y si Galarza se aclama,
¿quién a decir no se arresta  290
que nos deja atrás en todo,
como la garza ligera?
-170-

   Basta un rayo de la luz
de aquesta mayor estrella,
a anochecer otros soles  295
por más que rocen centellas.

   ¿Quién no advierte que el primor
más relevante y de apuesta,
es mendigado del suyo,
de su esplendor menor huella?  300

   ¡Oh, cómo pudiera a golfos,
sin apurar la elocuencia,
con ventajas de quien sabe,
hoy aplaudirte mi lengua,

   pudiera de lo ostentoso  305
que en solemnidades muestras,
decir algo, mas lo dejo,
por ser de la fama empresa!

   Baste por último elogio,
baste por última seña,  310
confesar que eres muy grande,
y no admites competencias.

   También puede tus aplausos,
también puede tu grandeza
el silencio celebrarla,  315
del mayor empeño lengua,

   en cuyos labios tus glorias
y tu crecida excelencia,
a despecho de los siglos,
serán de todos herencia.  320



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