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«Los Microlitos Geométricos. Ensayo de Clasificación Tipológica»

José María Soler García





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En nuestra ya añeja tarea de investigación arqueológica por la comarca de Villena, hemos logrado reunir una nutrida colección de sílex geométricos que nos han planteado en numerosas ocasiones problemas de clasificación y descripción.

No hace muchos años todavía que los llamados «trapecios» carecían de una ordenación sistemática y de una terminología concreta y eficaz, al decir de JORDÁ. Sirva como ejemplo la denominación de «trapecios de bordes cóncavos» empleada por BALOUT para designar uno de los fósiles directores del Capsiense Superior, y véanse en nuestra tabla cuántas formas distintas responden a esa definición. Muchas otras piezas geométricas adolecen de la misma imprecisión, porque está claro que no es suficiente la denominación de «triángulo isósceles», como puede comprobarse con sólo observar nuestros tipos de las series E y H.

Hay dudas, por otra parte, en la adscripción de ciertos tipos a las series geométricas. BERNABÓ BREA, por ejemplo, habla de «láminas truncadas vecinas de los trapecios», y VILASECA prescinde de las «hojitas con truncadura transversal oblicua o cóncava», cuando se trata en realidad de los «trapecios rectángulos» que LAPLACE incluye en el grupo de los «protogeométricos».

En tiempos todavía recientes se abrieron paso las «tipologías analíticas» y las «morfologías descriptivas» para el estudio del sílex, y surgieron las «listas tipo» de BORDES, ESCALÓN, TIXIER, LAPLACE, LUMLEY y algunas otras más restringidas. Últimamente apareció la de FORTEA en su espléndida obra sobre «Los complejos microlaminares y geométricos del Epipaleolítico Mediterráneo Español». A ella remitimos a quienes deseen profundizar en estas cuestiones y tener a mano una extensísima bibliografía referente al tema.

Todas las «listas tipo» incluyen, como es lógico, el grupo o capítulo de los «microlitos geométricos». La de FORTEA, que sigue muy de cerca a la de TIXIER, recoge diez y ocho tipos en tres grupos: el de los «segmentos» y «medias lunas»; el de los «trapecios», con siete variantes, y el de los «triángulos», con diez tipos distintos, algunas de cuyas definiciones tienen que ser forzosamente largas: «triángulo escaleno alargado con el lado pequeño convexo», por ejemplo.

Nuestro intento pretende individualizar casi todas las formas conocidas dentro de un sistema armónico y abierto a cuantos tipos nuevos puedan presentarse, que no serán muchos; pero se hacen precisas algunas consideraciones previas y, en primer lugar, sobre la misma denominación de «microlitos geométricos», que necesita también de algunas precisiones.

Hace ya bastantes años que OCTOBON consideraba «microlíticas» únicamente las piezas que no sobrepasaran los veinte milímetros de dimensión máxima. BARRIÈRE, por su parte, considera que el microlitismo se aplica a las industrias que ofrecen una tendencia general al pequeño tamaño, y que se había llegado al acuerdo sobre el límite de los tres centímetros, por debajo del cual, un sílex podía ser llamado «microlítico». Cree, sin embargo, que los que llama sílex «pigmeos» son aquellos cuyas dimensiones se acercan al centímetro, que es lo que distingue al Sauveterriense. Para FORTEA, sólo podrá ser incluida una pieza entre los microlitos geométricos cuando su longitud sea inferior a dos veces su anchura, aunque incluye en su tabla 13, señalado con el número 18, un «trapecio rectángulo» del yacimiento villenense de Casa de Lara que   —118→   tiene 32 mm. de altura y una anchura máxima de 14 mm., así como un «trapecio asimétrico» de la Cueva de la Cocina, señalado con el número 7, también con 32 mm. de altura y una anchura de sólo 9 mm.

Por nuestra parte, prescindiremos de esta nota dimensional, puesto que hemos hallado, junto a sílex verdaderamente «pigmeos» -un par de segmentos de Casa de Lara, perfectamente retocados, tienen sólo siete milímetros de longitud-, trapecios y triángulos de más de tres centímetros, con idénticas características de talla y retoque que los más pequeños, y creemos que sería absurdo excluirlos de una sistematización morfológica por sólo esta circunstancia de su tamaño. De todos modos, no hemos encontrado ninguno que sobrepase los 35 milímetros.

Volvemos a insistir en que nuestra clasificación es exclusivamente tipológica, referida tan sólo a la silueta de las piezas, y que prescindimos incluso de la orientación, pues salvo en el caso de las hojillas truncadas («trapecios rectángulos») es sumamente difícil determinar en dónde estuvo el talón de una hoja de la que se ha suprimido totalmente el bulbo y son poco o nada visibles las ondas de percusión. Para nuestro intento, es indiferente que el filo o lado largo se halle a la izquierda o a la derecha de la pieza, cuando, además, no es presumible que este hecho influyera en la función asignada al instrumento.


Tabla tipológica

Nuestro sistema se basa en las variantes que resultan al inscribir el contorno de la pieza en un rectángulo dividido en dos partes iguales por un segmento paralelo a los lados menores.

Serie A. - «Trapecios rectángulos».

Incluye las hojillas de base recta y truncadura superior oblicua, que puede ser recta, cóncava o convexa, e iniciarse en el cuadro superior, en la misma línea divisoria o en el cuadro inferior del rectángulo. Caben en esta serie todas las llamadas «puntas de Vielle».

Serie B.

Sólo difiere de la anterior en que la base del trapecio es cóncava.

Serie C. - «Trapecios simétricos».

Tienen dos truncaduras oblicuas que se unen con la base menor a uno y otro lado del segmento central. Las truncaduras pueden ser rectas, cóncavas o convexas, con todas sus combinaciones, y sólo en el caso de que pueda determinarse con certeza la orientación de la hoja podrían individualizarse los tipos 2/4, 3/7 ó 6/8, puesto que cada uno de ellos no es sino la inversión del otro. El tipo C9 es el que algunos autores denominan «segmento trapecial», y el C10 no es sino el C1 con la base menor redondeada, variante que podría dar lugar a una nueva serie, lo que confirma la posibilidad de ampliación de nuestro sistema.

Serie D. - «Trapecios asimétricos».

Sólo difiere de la anterior en que la base menor cae totalmente en el cuadro inferior del rectángulo. El tipo D9, excepcional, podría denominarse «segmento trapecial asimétrico».

Serie E. - «Triángulos isósceles horizontales».

Se produce también en ella, como en la serie C, la identidad de tipos 2/4, 3/7 ó 6/8, si no puede determinarse la verdadera orientación de la hoja primitiva. El tipo E9, de truncaduras convexas, es el que se ha denominado «segmento ojival» o «media luna de dorso en giba», y el E10, la clásica «media luna», que se convierte en «segmento de círculo» con sólo reducir la anchura del rectángulo externo. Es este estrechamiento otra de las grandes posibilidades del sistema como luego veremos.

Serie F. - «Triángulos escalenos».

Pieza con dos truncaduras desiguales que se unen en la porción inferior del rectángulo. El tipo F9 podría denominarse «segmento ojival asimétrico».

Serie G. - «Triángulos rectángulos».

Admite todas las variantes posibles, tanto en la base como en la hipotenusa.

Serie H. - «Triángulos isósceles verticales».

Variante de los «triángulos isósceles horizontales» de la serie E. La base es corta, recta, cóncava o convexa, y las truncaduras convergentes en el centro del lado superior del rectángulo. En esta serie caben las «puntas de Tardenois», poco abundantes en nuestros yacimientos, y los tipos H4, H5 y H6, pueden reservarse para los «perforadores» triangulares.

Serie Z.

Reservamos esta última letra para recoger los tipos extraños o aberrantes -rectángulos, rombos, pentágonos, etc.- Los tipos Z2, Z7 y Z8 se utilizarían únicamente en el caso comprobado de que no se tratase de una rotura accidental de la punta superior.

* * * * *

En la tabla que acabamos de presentar se recogen 85 tipos diferentes que son, prácticamente, todos cuantos se presentan en nuestros yacimientos y muchos otros que todavía no han aparecido pero que tendrán en ella perfecto acomodo en cuanto lo hagan.

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Tabla de tipologías

Tabla tipológica

Naturalmente, no hay que pensar en una exacta correspondencia de las piezas reales con las de este esquema, puramente teórico. Si el lado menor de un trapecio, pongamos por caso, es excesivamente corto (series C o D), puede hacernos pensar en las respectivas series de triángulos (E y F). Cabe también un margen subjetivo de apreciación entre las truncaduras rectas y las curvas de amplio radio. Y aunque habría posibilidad   —120→   de hacerlo, sería atomizar con exceso la tabla si hubiéramos de establecer nuevos tipos con las series A, B, C y D cuando las bases de los trapecios no fueran exactamente paralelas, lo que se da con bastante frecuencia. Puede obviarse la dificultad describiendo la pieza, por ejemplo, como un D1 trapezoidal.

Se puede establecer, como regla general, que cualquier circunstancia especial que afecte a la silueta de la pieza tipo se añadirá como predicado de las siglas correspondientes, y así podríamos hablar, verbi gratia, de un «B1 de filo cóncavo» o de un «E10 de filo dentado», con lo que daríamos entrada en el sistema a los dientes de hoz llamados «de perfil en D», que no dejan de ser «microlitos geométricos».

Se habrá podido observar que las «medias lunas» no constituyen apartado especial en nuestro sistema, sino que responden, en cada serie, al tipo de las dos truncaduras convexas, que en todas ellas lleva el número 9.

Por lo que se refiere a los «trapecios rectángulos» de la serie A, el lado que consideramos como base de la pieza puede ser el talón primitivo de la hoja, con su plano de percusión, liso o afacetado, pero puede ser también una simple truncadura, a su vez natural o retocada. Son variantes que habrían de expresarse, como todas las referentes a las técnicas de talla o retoque, a continuación de las siglas típicas, como en los casos anteriores. Si la base es una simple rotura, sin evidencias de intencionalidad, la pieza podría incluirse simplemente en las «hojas truncadas», que es lo que han hecho algunos de los autores ya mencionados.

Se observará que, en todas las formas, predomina la longitud sobre la anchura. Esta relación es importante porque afecta, como es natural, al carácter morfológico de los instrumentos, que es el que aquí nos interesa. Algunos tratadistas hablan de triángulos o trapecios «estirados», «alargados», «cortos», «bajos», etc. Reconocemos que esta adjetivación, añadida a las siglas correspondientes, sería suficiente en la mayoría de los casos, pero pueden muy bien representarse gráficamente estas circunstancias reduciendo la anchura de los rectángulos exteriores para duplicar o triplicar la altura de las piezas inscritas. Las series resultantes podrían intercalarse entre las de nuestra tabla, añadiendo a la sigla correspondiente una «a» minúscula como distintivo. De este modo, un F1a correspondería a un «triángulo escaleno alargado».

El trapecio más ancho que largo, que es la principal característica de los «microtranchets» o «flechas de filo transversal», puede muy bien ocupar los números 9 y 10 de la serie Z. En ambos casos, la línea central indicaría la posición de las aristas de talla en la superficie de la hoja primitiva.

Llegado el caso, podríamos describir exactamente las proporciones de la pieza por medio de cifras índices que expresaran la razón entre la altura y la anchura, que en nuestra tabla es siempre 2. No sería difícil dibujar un «triángulo escaleno alargado», de los que se dan, por ejemplo en las culturas nórdicas, con sólo decir que se trataba de un F1 de índice 7. Por el momento, no creemos necesaria tan minuciosa precisión.

Aun así, es muy probable que los 85 tipos de nuestras series puedan parecer excesivos, pero es también posible que fuera aún mayor el número de definiciones distintas que podrían reunirse, y eso es lo que pretendemos simplificar. Podemos asegurar que son muy escasas las fichas abiertas a cada uno de estos tipos en que no se haya podido incluir alguno de los ejemplares aparecidos en cualquier yacimiento nacional o extranjero. Es ésta una comprobación que brindamos a la curiosidad de los estudiosos.







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