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«Un escorzo del romanticismo», Revista de la Universidad de Buenos Aires, X, serie IV (1949), págs. 407-29. Incluido en el volumen Ensayos de convivencia y en Obras, III, págs. 283-302. Véase también su artículo «Romanticismo», en el Diccionario de Literatura Española de la Revista de Occidente, dirigido por Germán Bleiberg y Julián Marías, tercera edición, Madrid, 1964.

 

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Diccionario de la Literatura Española, loc. cit.

 

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Obras, I, 179 a-b. En la enumeración de estas comedias posmoratinianas, Larra no deja de incluir su propia No más mostrador. Sin embargo, para juzgar hasta qué punto hay que tener en cuenta las circunstancias del momento (febrero de 1833) en esta valoración teatral de Larra, digamos que cuando escribe esto en su artículo sobre Los celos infundados, de Martínez de la Rosa, por lo menos ya tiene en mente, si es que no lo había terminado, su drama Macías, pues en septiembre del mismo año la empresa lo había incluido en el programa de la temporada de invierno, junto con tres nuevas obras de Bretón: Elena, Un novio para la niña y Un tercero en discordia, según anuncia el Correo de las Damas en su número 12, del 18 de septiembre de 1833. Pero las circunstancias no permitieron que se representaran ni el Macías ni la Elena, prohibidos por la censura, según se puede leer en el núm. 22 del mismo periódico (27 de noviembre). Estos dos dramas que anunciaban ya un nuevo teatro, tuvieron que esperar mejores circunstancias en el Gobierno siguiente, el de Martínez de la Rosa, y que su presidente estrenara la Conjuración de Venecia.

 

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Véase C. Pitollet, La querelle caldéronienne de Johan Nikolas Böhl von Faber et José Joaquín de Mora, París, 1909. Böhl von Faber había nacido en 1770, Mora en 1783 y Alcalá Galiano en 1789. Marías agrupa a Martínez de la Rosa, nacido en 1787, en la segunda generación romántica y a Alcalá Galiano en la tercera, aunque sólo se llevan dos años uno del otro. Por nuestra parte, no pretendemos aplicar aquí el método generacional con todo rigor. Si nos servimos de esta agrupación en generaciones, trazada por Marías, es para presentar un cuadro cronológico, un panorama en donde situar a Larra teniendo en cuenta el conjunto de la literatura de su tiempo.

 

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Véase Vicente Lloréns, Liberales y románticos, México, 1954, pág. 351.

 

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Obras, II, pág. 229. Sobre la teoría de la literatura del romanticismo en Lista, véase H. Juretschke, Vida, obra y pensamiento de Alberto Lista, Madrid, 1951.

 

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Ángel Saavedra había publicado dos ediciones de sus Poesías (1814 y 1820), había estrenado Aliatar (1816), Doña Blanca (1817), Lanuza (1822).

 

48

Véase Patricio de la Escosura, «Recuerdos literarios. Reminiscencias biográficas. Los Numantinos», en La Ilustración española y americana, 1875, t. II, páginas 174-75.

 

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J. L. Varela considera como la «generación romántica española» a los de este segundo grupo, es decir, a los más jóvenes de los que según J. Marías forman la cuarta generación. Según Varela, «los precursores del romanticismo en España son el Duque de Rivas, Martínez de la Rosa, y en cierta forma Larra y Espronceda, “el último romántico evolutivo”». «Generación romántica española», Cuadernos de literatura, II (1947), páginas 423-440.

 

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Diccionario de literatura, loc. cit.