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1

Durante mucho tiempo, los yacimientos de este tipo se englobaban en la llamada cultura argárica, hasta que Tarradell estableció la frontera del río Segura como límite de separación con la que denominó cultura del Bronce Valenciano. Asignó, sin embargo, el Cabezo Redondo al círculo argárico, con lo que la frontera se establecía, de acuerdo con nuestro criterio, no en el Segura, sino en el río Vinalopó. Nuestra opinión es que las diferencias entre uno y otro círculo son simplemente de matiz y que no es posible la adscripción segura de los yacimientos sin su completa excavación, lo que no sucede, por desgracia, en la mayoría de los conocidos.

 

2

Unos análisis realizados por el doctor Boesneck han puesto de manifiesto que de los 33.500 huesos analizados, 25.000 -el 75 por 100 del total- eran de cabra y oveja; 3.500, de conejo; 2.500, de toro o vaca; 1.200, de cerdo; 550, de caballo; 350, de perro, y 250, de ciervo. En menores cantidades había también liebres, jabalíes, roedores, zorras, linces y tejones.

 

3

En los mapas del servicio nacional figura con el nombre, doblemente erróneo, de Rambla de las Cartagenas. La verdadera Rambla de los Cartagenas (no de las) es el tramo inferior del cauce que se pierde en el valle frente a la finca denominada Balaguer, después de unirse con otro barranco del que recibe su último nombre.

 

4

En la memoria que nos fue publicada por la Dirección General de Bellas Artes en 1965, pueden ampliarse muchos detalles relativos a este descubrimiento.

 

5

Los que englobamos en la denominación de diversos pertenecieron probablemente a un cetro que pudo ser de madera o de otra materia que o se perdió o no interesó conservar. La descripción circunstanciada de cada pieza puede verse en el inventario que publicamos en la memoria citada anteriormente.

 

6

Todas estas especulaciones lanzadas a raíz de los descubrimientos, puramente hipotéticas, han tenido después confirmación científica. En 1965 fue analizado en la Universidad de Heidelberg (Alemania) un tronco de madera que calzaba la hilada inferior de uno de los muros del Departamento VII del Cabezo Redondo y el Carbono 14 dio la fecha de 1.600±55 a. C. En 1968 se recibió el resultado de otro análisis realizado en la Universidad de Groningen (Holanda) con los restos de uno de los postes de madera que sostuvieron la techumbre del Departamento XV del mismo Cabezo Redondo. El resultado fue de 1.350±55 a. C. El poblado tuvo, pues, una vida comprobada de doscientos cincuenta años, que nuevos análisis pueden ampliar en cualquiera de sus dos límites.

Estas dos fechas, que no dejaron de ser consideradas como excesivamente elevadas cuando se conocieron, fueron, sin embargo, superadas al analizar los carbones de los estratos quemados de Terlinques, que nos llevan al 1.850±75 a. C., fecha la más alta de las obtenidas hasta ahora para la cultura argárica, que nos acerca a la del yacimiento eneolítico de la Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia), que dio 1.980±250 a. C. Se demuestra con ello que la cultura del Argar, en la que incluimos tanto el poblado de Terlinques como el del Cabezo Redondo, comienza mucho antes de lo que se había supuesto y que la fecha de mediados del segundo milenio que algunos consideraron inicial, vendría a ser poco menos que el final de esta cultura.

Las fechas C-14 de la comarca villenense nos suministran ya algunas precisiones cronológicas de las que tan necesitado está el estudio de la Edad del Bronce en el Levante español, pero dejan en pie y aun agravan el problema de colmar los mil años que separan los últimos yacimientos de la Edad del Bronce de los primeros de la cultura ibérica. Habremos de aguardar para resolverlo a que algún otro análisis demuestre que hay poblados de la Edad del Bronce posteriores al 1.350 a. C., fecha la más baja de las suministradas por el Cabezo Redondo y la más moderna de las que conocemos hasta el momento. La solución parece hallarse en esas factorías de los colonizadores mediterráneos que van apareciendo con relativa frecuencia a lo largo de las zonas costeras.