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«Madrid por dentro y por fuera», colección costumbrista de 1873

M.ª de los Ángeles Ayala Aracil





Desde múltiples perspectivas se analiza la vida social española en las colecciones costumbristas del siglo XIX. Entre la publicación de Los españoles pintados por sí mismos (1843) y la aparición en 1915 de otra colección idéntica en el título y en su propósito, median unos setenta años, cifra indicadora de la vigencia e influencia del género costumbrista. Hacia el último tercio del siglo XIX estas colecciones -Las españolas pintadas por los españoles1, Los españoles de ogaño2, Las mujeres españolas, portuguesas y americanas3, Madrid por dentro y por fuera4, Los hombres españoles, americanos y lusitanos pintados por sí mismos5 y Las mujeres españolas, americanas y lusitanas pintadas por sí mismas6- se enriquecen con las aportaciones de afamados novelistas, tales como Alarcón, Valera, Galdós, Pardo Bazán... Artículos o cuadros que no sólo sirven para la descripción de un determinado tipo social, sino que también se nos ofrecen como bocetos literarios que se engarzarán más tarde en un mundo de ficción novelesco.

Madrid por dentro y por fuera es una colección dirigida a desentrañar la vida de ese centro neurálgico que es Madrid en 1873. Eusebio Blasco, director de la colección, la califica de «guía de forasteros» y se compromete a «coger por la mano al forastero y por cauto que sea guiarle en los atrevidos pasos que ha de dar por esta villa y corte»7, colección, pues, que entronca directamente con el costumbrismo de los siglos XVII y XVIII. Obras como Guía y avisos de forasteros8, Los peligros de Madrid9, Recetas morales, políticas y precisas para vivir en la Corte10, Los engaños y trampas de sus moradores11, Los fantasmones de Madrid y estafermos de la Corte12, o Madrid por adentro y el forastero instruido y desengañado13, pudieron ser muy bien los modelos o ejemplos que llevaron a Eusebio Blasco a tomar la orientación que presenta nuestra colección14.

Madrid por dentro y por fuera presenta un total de cuarenta y seis artículos, más una Introducción y un Capítulo último en el que el director, además de despedirse de los lectores, agradece y ensalza a los escritores que han colaborado en la colección15. Se publicó, según las palabras del propio Eusebio Blasco, en ocho cuadernillos sueltos que más tarde se reunirán en un tomo único16.

Madrid, eje y protagonista indiscutible de la colección, va a ser desvelada a unos supuestos lectores que nunca la han visitado, y esto condiciona en gran medida la elección de los aspectos que interesa mostrar de ella. En una época en la que sólo se desplazan del lugar de origen las personas acomodadas y son ellas las únicas que tienen capacidad económica y competencia cultural para comprar y disfrutar de un tipo de colección como la que nos ocupa, no es de extrañar que los escritores optasen por mostrar lo bello, agradable, divertido o pintoresco de esta ciudad, aunque en medio de todo ello se deslice intencionadamente más de una mordaz crítica a la situación del momento. Esto hace que Madrid por dentro y por fuera, al contrario que sus coetáneas, presente un costumbrismo donde la pintura de ambientes, la descripción de lugares y el análisis de la vida urbana madrileña desbancan al estudio del tipo. Sólo en «El guapo de oficio», «El usurero», «El lipendi», «Doña Guadalupe», «Los alabarderos», «La portera», «Los vividores», «El aguador» y «La modista» encontramos tipos descritos desde su aspecto externo al modo de ser y actuar en el estado civil, profesional o social que tratan de ejemplarizar. En algún otro artículo se dibujan unos personajes que se pueden acomodar o agrupar bajo un rótulo general que no constituye en sí mismo, una característica específica de ningún oficio o profesión. Así, por ejemplo, en el artículo de Moreno Godino, «Los trasnochadores», se nos esbozan tenuemente unos personajes que tienen en común una circunstancia concreta: sorprenderles el alba fuera del hogar. Excepto esta escasa docena de artículos, los tipos que encontramos están siempre funcionando como complemento y ornamento de la escena costumbrista.

Si analizamos el contenido de los artículos encontramos un número considerable de ellos dedicados a describir lugares concretos de la villa madrileña. Teniendo en cuenta que fundamentalmente Madrid por dentro y por fuera es una colección concebida para satisfacer la curiosidad de unos lectores que residen en cualquier provincia de la península y que posiblemente añoren la vida madrileña o aspiren a conocerla alguna vez, entenderemos que los escritores se apresuren a esbozar esos núcleos madrileños de diversión que se han puesto de moda entre la aristocracia y la burguesía acomodada, además de mostrar los centros de actividad política y financiera que rigen los destinos de la vida nacional. Así, los lectores van a recorrer partiendo de la madrileñísima Puerta del Sol -primer artículo de la colección- y de la Carrera de San Jerónimo, arterias que condensan la vida madrileña y puntos imprescindibles de reunión para estar al tanto de los acontecimientos que se producen en la villa, los cafés El Suizo, El Imperial y La Iberia17, el Teatro del Príncipe, el Teatro Real, la Zarzuela18, los jardines del Retiro..., o se acercarán a una sesión en el Congreso o en la Bolsa19, entre otros muchos lugares que la pluma de estos costumbristas describe minuciosamente.

La mayoría de estos artículos utilizan la descripción como única vía expresiva, adoptando los autores la técnica de autor omnisciente. Hay que señalar que estos artículos ofrecen toda suerte de detalles sobre la historia que envuelve al sitio observado, desde datos sobre su edificación hasta la descripción misma del inmueble, como si los escritores quisieran fijar la fisonomía que presenta en ese momento, pero dando cuenta a la vez de las circunstancias y cambios operados en ella desde su edificación. Estas notas de nostalgia y añoranza por el pasado son muy propias del costumbrismo, y muchos de los escritores haciendo suyo el tópico de «todo tiempo pasado fue mejor» se lanzan a proporcionar toda clase de datos sobre el edificio y sobre los personajes que a él concurrían y los que ahora lo hacen, reflejando de esta forma los cambios que se han ido introduciendo con el correr del tiempo20.

Un ejemplo muy significativo es el artículo de E. Santoyo, «El café de la Iberia», pues en él se nos ofrece una detallada historia del café desde sus orígenes, primer tercio del XIX, época en la que se denominaba Café del Sol y era propiedad de una viuda llamada doña Guillermina. En 1844, don Eulogio Gómez adquiere el local e introduce en él notables mejoras, cambiándole el nombre primitivo por el que figura en la colección. Al fallecer éste, el local es heredado por su hijo don Antonio, quien lo traslada al local que ocupa en 1873. El autor se detiene para describir el aspecto material del inmueble, su distribución interior y la decoración de los distintos salones. Enumera además los diferentes círculos de parroquianos que allí concurrían y que ya han desaparecido o se han trasladado a otros locales y el lugar que ocupaba cada uno de ellos en los distintos salones del café. Así, por ejemplo, se nos informa de que en la sala más interior del ala izquierda se reunían los de La Peña, individuos del distinguido, y en ese momento disuelto, cuerpo de artillería, reunión que dio vida al círculo militar que con dicho nombre se creó en la calle Sevilla; o que la sala contigua a ésta estaba ocupada hasta hace pocos años por los jóvenes de la aristocracia, a la que acudían a la vuelta del Real hasta que la abandonaron para constituir el Veloz-club. Por último, el escritor se detiene en la descripción del ambiente que reina en esos momentos en el café. El salón central es el más concurrido y en él se agrupan políticos, periodistas, banqueros, agentes de bolsa, literatos, actores... en una bulliciosa amalgama21.

La clase social que más veces aparece retratada en nuestra colección es la burguesía acomodada y, sobre todo, la llamada aristocracia del dinero, es decir, la formada por aquellos burgueses enriquecidos que han alcanzado la posesión de un título nobiliario gracias a enlaces matrimoniales o como pago a los servicios prestados a la monarquía22. Es precisamente esa «clase alta» la que va a ser puesta en tela de juicio por nuestros colaboradores. No encontramos en nuestra colección demasiadas críticas directas a la aristocracia hereditaria, pues la que sufre los ataques más violentos es esa nueva aristocracia que compra sus títulos y honores con un dinero de dudosa procedencia; por ello, este grupo social no goza en ninguna ocasión de la benevolencia de los escritores de Madrid por dentro y por fuera. El artículo de Mobellán de Casafiel, «La Soirée de los Señores de Macaco», es una clara muestra de lo anteriormente señalado. El artículo supone una dura crítica a los métodos tan poco ortodoxos que se emplean para llegar a la aristocracia desde un origen humilde. Las únicas proezas que avalan el ascenso social de nuestro protagonista se reducen a haberse enriquecido de forma fraudulenta y haber prestado falsos servicios a la monarquía de Amadeo23. En la segunda parte del artículo se retrata a esa nueva aristocracia en una cena que los señores de Macaco ofrecen para celebrar su éxito social. Los asistentes, a pesar de los títulos que ostentan, se nos dibujan como gente grotesca y vulgar, sin modales en la mesa y sin la menor educación ni urbanidad24, poniendo así de manifiesto el origen plebeyo de estos nuevos nobles.

Críticas semejantes se encuentran en innumerables páginas de la colección, como las dedicadas al artículo «El guapo de oficio», de Eduardo Saco, en el que se hace hincapié en la fusión, tan corriente en la época, entre aristócratas empobrecidos y ricos burgueses. El protagonista del artículo al ver que sus exiguas rentas no le permiten vivir en el círculo que acostumbra opta, consciente de su falta de preparación para desarrollar un trabajo, por explotar su agradable rostro, su buena presencia, sus esmerados modales y su amena conversación, y se dedica premeditada y pausadamente a buscar una mujer madura y rica con la que contraer matrimonio. Tema, como sabe el lector, harto reiterativo en las novelas de Alarcón, Valera, Galdós...

La usura25 es, junto a las contratas del gobierno y la Bolsa, otra de las actividades especulativas que más se desarrolló y el origen de muchos de los grandes capitalistas de finales de siglo. Nuestros costumbristas, atentos siempre al entorno real que los rodea, no pueden menos que intentar reflejarlo y nos ofrecen su tipología de la forma más extensa posible, desde el rico usurero al pequeño prestamista o «tasador de miseria» como es denominado en La casa de préstamos.

El usurero, claro representante de la pujante burguesía, es el objetivo que se marca Eduardo de Inza en su artículo «El Usurero», intentando prevenir al recién llegado a Madrid de los grandes abusos que éste comete. Desde las primeras líneas del artículo se pone de relieve que, al contrario que en épocas anteriores, el usurero de hoy es una persona aceptada y completamente integrada en los altos círculos sociales que frecuenta. Su aspecto físico en nada difiere del de cualquier noble caballero, excepto en el gusto por la exhibición de grandes joyas. Fijémonos en el retrato que de él se nos ofrece:

Ahora, el caballero que usted necesita, está al lado de usted en el café; puede verle sentado a la mesa redonda del hotel de París a las siete de la noche; más tarde le encontrará usted en el Teatro Real; a la hora de la Bolsa no faltará a la plaza de la Leña; en el paseo de la Castellana su carruaje es de los primeros. En todos los sitios, en fin, adonde concurre lo que han dado en llamar la sociedad más distinguida de la corte, allí se hallará nuestro hombre vestido con lujo insolente, aunque sin elegancia: la gruesa cadena de oro de su reloj se ostentará, formando un cuarto de luna, sobre su abdomen que comienza a tomar ya cierta redondez; en la blanca pechera de su camisa centellean dos deslumbrantes brillantes; y por último, en el dedo anular de su mano derecha, un magnífico solitario del tamaño de medio garbanzo, pone el sello distintivo al susodicho caballero26.



La característica esencial que define a este tipo es su enorme astucia, ya que, haciendo constante alarde de desinterés, consigue tender una invisible red en la que caen todos aquellos que en apuros económicos recurren a él. Cuando la pobre víctima se da cuenta de la realidad ya es demasiado tarde y no tiene otra alternativa que abonar hasta un cuatrocientos veinte por cien anual de intereses. Las víctimas más codiciadas por nuestro usurero son jóvenes ambiciosos próximos a contraer enlaces ventajosos o ricos herederos que no tienen paciencia para recibir su patrimonio.

Al lado de la descripción de las diversiones de la clase acomodada -como pueden ser los grandes bailes, los cotillones y los asaltos27- aparecen en nuestra colección algunos artículos que nos brindan otros espectáculos que sólo la villa de Madrid muestra a los asombrados ojos del visitante. La romería de San Isidro, la de San Antón, las paradas militares, las recepciones oficiales en la plaza de Palacio, las procesiones, el carnaval, etc., son algunas de las distracciones que las animadas calles madrileñas nos ofrecen, calles bulliciosas y repletas de comercios que muestran al forastero, desde sus cuidados escaparates, las novedades del vestir o los últimos alardes editoriales. Incluso, el viandante puede contemplar o admirar la fisonomía de célebres coristas o destacados oradores del Parlamento a través de los cristales de los modernos y concurridos salones de fotografía.

El Madrid humilde y popular apenas tiene representación en nuestra colección. Sólo dos artículos -«Madrid sin sol y sin gas» y «La fuente de vecindad»- nos van a acercar a ese Madrid tan distinto del que se nos ha presentado en el resto de las colaboraciones. El magnífico artículo de Ossorio y Bernard, «Madrid sin sol y sin gas», es la imagen, plenamente realista, de la cotidianidad madrileña. Tomando como pretexto algo que le sucedió, el autor nos lleva de su mano por el itinerario nocturno que seguía para llegar a su casa desde la redacción de un periódico. Es la vida misma, con sus notas positivas y negativas, la que se convierte en la protagonista del relato. Ante nuestros ojos se cruzan numerosos personajes tan intemporales que hoy todavía se pueden encontrar en cualquier rincón de una ciudad: mendigos que duermen en el portal de una casa, jugadores que se arruinan, guardias que nunca aparecen cuando hacen falta, prostitutas que intentan encontrar desesperadamente algún cliente antes de que termine la noche, borrachos que dormitan en cualquier lugar... individuos en suma que el hambre o el vicio hace coincidir, un poco antes de que amanezca, con los modestos y honrados trabajadores -buñoleras, camareros, carniceros...- que a esas horas comienzan los preparativos de su jornada laboral.

Los escasos tipos populares que aparecen en esta colección -«El aguador», «la modista», «los alabarderos» y «la portera»- son tratados de manera positiva, resaltando sus virtudes frente a los aspectos negativos que también se les imputa. Estamos siempre frente a una crítica benevolente, como si estos modestos individuos fueran más dignos de admiración que los que pueblan las otras clases sociales. Si alguna nota predomina en la pintura de todos ellos es la de su integridad. Viven de su trabajo y no alimentan vanas ilusiones de conseguir riqueza o ascenso social de manera fraudulenta.

Queremos señalar, por último, que el hecho preciso de que esta colección esté dedicada a desentrañar las glorias y ruindades de la vida de la corte, tal como se afirma en el capítulo último, le confiere el carácter de testimonio esencial para conocer las costumbres burguesas de la época. Sus coetáneas -Las mujeres pintadas por los españoles, Los españoles de ogaño y Las mujeres españolas, portuguesas y americanas- no se detienen a explorar tan minuciosa y monográficamente el tipo de vida que lleva esta determinada clase social. Esta puntualidad permite al lector remontarse fácilmente a esas lejanas fechas y reconstruir el ambiente que reinaba en aquellos años que siguieron a la Revolución de Septiembre. Ambientes y personajes que van a aparecer paralelamente descritos en las novelas realistas que con tanta pujanza van a surgir en esta década y las siguientes.





 
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