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11

Simón Bolívar, «Carta de Jamaica», Kingston, 6 de septiembre de 1815, ibid., p. 64.

 

12

Así Tapado «pobre y desgraciado» (p. 197) que tiene 17 casas y 38 tumbas; Medina, «polvo y ruina» (p. 191) u Olta, al que no llegan los protagonistas sino que se «hunden» (p. 294) entre más de cincuenta nombres de los que «algunos eran nada más que el nombre. Olvido, muerte. A veces los pasaban de largo, sin verlos» (p. 263).

 

13

«-Orestes, no sé lo que te propones realmente [dice el Príncipe Patagón].

-Nada, señor.

-Bueno, en eso ya eres un artista» (Mascaró, p. 86).

 

14

Orestes partirá de Arenales siendo el protagonista de En vida o de «Bibliográfica» (en La balada del Álamo Carolina, pp. 125-137), es decir un personaje dentro de los límites de lo convencional, y seguirá una evolución ascendente de «casi» un Príncipe a Príncipe «completo», pasando por las categorías de Príncipe «coadjutor» o «semipríncipe», al final, cuando el abandono de sí mismo le permita ser otros hombres pasará a su categoría definitiva: ser un «loco» que vislumbra sus posibilidades futuras en recordar y ser habitado por multitud de «locos personajes».

 

15

La literatura poseía un poder demiúrgico en el pensamiento martiano: «La literatura que anuncie y propague el concierto final y dichosos de las contradicciones aparentes; la literatura que, como espontáneo consejo y enseñanzas de la Naturaleza, promulgue la identidad en una paz superior de los dogmas y pasiones rivales que en el estado elemental de los pueblos los dividen y ensangrientan; la literatura que inculque en el espíritu espantadizo de los hombres una convicción tan arraigada de la justicia y belleza definitivas que las penurias y fealdades de la existencia no las descorazonen ni acibaren, no sólo revelará un estado social más cercano a la perfección que todos los conocidos, sino que hermanando felizmente la razón y la gracia proveerá a la Humanidad, ansiosa de maravilla y de poesía, con la religión que confusamente aguarda desde que conoció la oquedad e insuficiencia de sus antiguos credos» («El poeta Walt Whitman», en José Martí, Obra literaria, Caracas, Biblioteca Ayacucho, n.º 40, 1978, p. 270). Un iluminador estudio sobre la idea martiana de asentar las doctrinas políticas sobre la base del «espíritu» y la «creación» de índole artística, se encuentra en Julio Ramos, Desencuentros de la modernidad en América Latina. Literatura y política en el siglo XIX, México, Fondo de Cultura Económica, 1989.

 

16

Ángel Rama ha estudiado el uso de la lengua española en América como arma del poder y de las élites culturales; con respecto a la Gramática de Nebrija apuntará: «Más importante que la tan citada frase -la lengua es la compañera del Imperio- con que fuera celebrada la Gramática sobre la lengua castellana (1492) de Nebrija, [...] fue la conciencia que tuvo la ciudad letrada de que se definía a sí misma por el manejo de esa lengua minoritaria (a veces, casi secreta) y que defenderla y acrisolarla era su misión primera, único recurso para mantener abierto el canal que la religaba a la metrópoli que respaldaba su poder» (Ángel Rama, La ciudad letrada, Montevideo, Fundación Ángel Rama, 1984, p. 57).

 

17

Domingo Faustino Sarmiento, Facundo, Madrid, Editora Nacional, 1975, p. 105.

 

18

Análisis propuesto por Ángel Rama, op. cit.

 

19

«El maestro fumó, sopló el murmullito en cada oído, dijo: para el Príncipe, Besario; para Orestes, Tiesto; para el Nuño, Alisto. Cada uno oyó "su palabra" y la rumió para sí...» (Haroldo Conti, Mascaró, op. cit., p. 303).

 

20

«A la bóveda le di, más por su sonido que por su significado, la palabra guatambú. Dos entregué a la leña que quedaba: chisgarabís, moroporán. Al tintero le tocaron curcutear, chirulí, mburucuyá...» (Daniel Moyano, Tres golpes de timbal, op. cit., p. 239).