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Autos Sacramentales y del Nacimiento



I

La fe de Hungría


Cita este auto, como de Mira de Amescua, Medel en su Catálogo, página 128, y en la Biblioteca Nacional, manuscrito 15.318, hay un buen texto de él, que describiremos, empezando por el título:

Autto Sacramental de La fe | de Vngria de Mira | de Mezqua. Personas del | Vgo; Aberto; honorio; vn alcalde; vn Angel; vn sacristan; Matilde de austria; vn cura; Musicos. (Letra de fines del siglo XVII.)

Empieza como una comedia de capa y espada, riñendo dos a dos, Hugo y Honorio, con Alberto y otro. Sale Matilde con venablo y se entera de la causa, que era que Hugo se negaba a creer en la presencia real de Cristo en la hostia consagrada. Quiere convencer a Matilde; pero ésta le llama engañosa sirena, fiero basilisco, dragón del infierno, y rebate sus razones. Luego el autor pone algunos versos en que ridiculiza a los cultos. Sale un sacristán ridículo y después de muchas bobadas, sigue con más gracia:

A las viñas del alcalde
si han de sacudir nublado
nubes parecen de invierno,
hacer quieren gran insulto;
conjurallas quiero en culto
que es conjuro del infierno,
crepúsculos esplendores,
presagios caliginosos,
morbos, numen, noticiosos,
¡oh, tú, candor y fulgores!
¡Por Dios que huyen! Yo tiro
unas metas y ostentar;
allá va a purpurear;
doyles con mi cola y giro
nubes cándidas, armiñas
veloz deshaced os mente
desa cogéis agua fuente
a nuestras no toquéis viñas.


Tiene versos iguales a la Jura del Príncipe.

Vale poco este auto. Hugo entra en un horno de cal, diciendo que saldrá sin quemarse porque lleva en el pecho una hostia. Pero con engaño se la dio el sacristán sin consagrar, y sale más que de prisa del horno. Hay contradicción y tontería en esto. Se hace otro milagro grosero. Es muy tosca la urdimbre de esta pieza. La misma princesa Matilde mata de un arcabuzazo a Hugo.




II

El heredero


Hállase este auto en la colección ya citada de Autos sacramentales. Madrid, María de Quiñones, 1655, precedido de una loa del misino Mira de Amescua, que comienza: «Decianle al Magno Alejandro - un día sus consejeros», muy corta y sencilla, por el estilo de las de Agustín de Rojas. El auto tiene este encabezado (Folio 213):

Avto del Heredero | Del Doctor Mirademescua.

También se reimprimió en otra edición posterior titulada Autos sacramentales y al Nacimiento de Christo. Madrid, Antonio F. de Zafra, 1675; auto 5º, folio 129; sin la loa.

«Personas que hablan en él:
El Padre.La Gentilidad.Custodio.La embidia.
El Hijo.San Iuan Baptista. Iudaísmo.Músicos.

«Descubrese vna Nave de gloria, muy bien pintada y con gallardetes, y en ella el Padre y el Hijo.»

PADRE.
Dad fondo, celestes turbas,
sobre muelles de cristal
a ese bajel animado
surto en estas costas ya.
   A ese inspirado Navío
de mi aliento celestial,
que es del árbol hacia el viento
cisne orgulloso y galán.


Acaba:

GENTILIDAD.
Y aquí el auto tenga fin:
si es bueno con fin dichoso,
y si no con perdonarnos
faltas de ingenios y logros.


Versa este auto sobre una oscura alegoría de la viña bíblica. El heredero de ella es la Gentilidad, a quien el dueño la cede, ya que el Judaísmo no quiso conservarla y aun dio muerte al dueño de ella.




III

La Inquisición


Se imprimió este auto en el tomo III de las Obras de Lope de Vega, Madrid, 1893, edición en folio. Pero ya el mismo editor del auto, don Marcelino Menéndez Pelayo, declara que no es de Lope sino de Mira de Amescua, aunque en algún manuscrito y con el título de La Santa Inquisición, que parece ser el verdadero, se haya atribuido al Fénix de los Ingenios.

En efecto, en la Biblioteca Nacional hay dos manuscritos más antiguos, y uno de ellos acaso autógrafo de Mira, compuesto de 28 hojas en cuarto y con la licencia para la representación expedida en Valladolid a 10 de mayo de 1625; con que es muy probable que se estrenase en Madrid el año antes.

Algunas variantes ofrece el segundo manuscrito, también del siglo XVII, que lo asimilan con otro de la misma Biblioteca, en que se da por autor a Lope de Vega y se dice compuesto en 1629.

El motivo de creer que el primitivo título sería el de La Santa Inquisición, que es el que tiene este tercer manuscrito, estriba en que todos ellos acaban con estas mismas palabras:

Y esta es la mayor hazaña
de la Santa Inquisición.


En este auto, con ser pieza corta, emplea el autor el mismo sistema de los episodios desligados e incidentes ajenos al tema principal, que no se sabe cuál es hasta que al final San Pedro Mártir, Santo Domingo de Guzmán y Santo Tomás de Aquino hacen una especie de proceso inquisitorial a la Herejía y la condenan a ser entregada al brazo secular del León, o sea el Demonio, para que la castigue a su talante.




IV

La jura del Príncipe


Sería quizá la última cosa que escribiría Mira antes de salir para Guadix. Hay un buen manuscrito de este auto en la Biblioteca Nacional, número 17.098, de 25 hojas en cuarto, letra de la fecha que expresa, y dice:

Auto sacramental de la jura del Príncipe del dotor mira de mesqua hizose en los carros de Madrid año de 1632.

Copia hecha por el librero Martínez de Mora, «año de 1633».

En este año Mira estaba ya en Guadix: dejaría escrito el original del auto.

«Personas: El Rey; España; La herejía; Diego; Juan; pablo; La fee; La berdad; el prinçipe; el engaño. Sale la herejía a lo húngaro.»

Está bien versificado y parece, en efecto, de Mira. Hablando de los procuradores que habrán de venir a las cortes de la jura dice:

   Aquella hermosa Granada
cuyos granos, cuyos hijos
son rubís que un monte lleva
entre cortezas de riscos,
procuradores nombró
un Tesifón y un Cecilio,
dos fénix, que en sus cenizas
renacieron de sí mismos.


Va acomodando a lo divino el acto y ceremonias de la jura. El Príncipe es a la vez Baltasar y Cristo; el Rey es Felipe IV y el Padre Eterno.

Luchan la Herejía y la Fe, cada cual con sus auxiliares, que las acompañan con guitarras. Se canta el Pange lingua. Pone en verso parte de la Epístola de San Pablo a los Corintios, recitada por el mismo Pablo. Se hace el juramento en la forma ambigua de todo el auto, que puede acomodarse a lo divino y a lo humano. Es ingenioso el sistema y muy hábilmente tratado.




V

Los mártires del Japón


Auto citado en el Catálogo de los manuscritos de la Biblioteca de Osuna, pág. 90, número 797, que no parece haber llegado a la Biblioteca Nacional.




VI

La mayor soberbia humana


Se halla impreso en la colección titulada Navidad y Corpvs Christi festejados (Madrid, Buendía, 1664), págs. 32 y siguientes, con el título de:

La Mayor sobervia | hvmana de Nabvcodonosor. | Por el Doctor Mira de Mescva. | Representose en Madrid.

Intervienen en él Nabucodonosor; Faisán, gracioso; Daniel; Rey de Jerusalén; Azarías; Ananías; un Criado; dos Caldeos; Músicos.

Bien escrito, como de quien es. Sigue la historia de Nabucodonosor, la estatua, el Rey de Judá y los niños del horno. Quiere Nabuco ser dios y que le adoren, y de pronto se convierte en bestia. Su humildad hace que Daniel le perdone y vuelva a ser hombre. Daniel explica al rey Joaquín su profecía. Vuelto Nabuco a su forma natural, ofrece llevar otra vida, y hace pública confesión de sus delitos.

Acaba el auto, como de costumbre, con la aparición del cáliz y la hostia. Sólo esto tiene de sacramental. En lo demás es un soso drama sacado del Viejo Testamento.




VII

El monte de la piedad


Este auto está manuscrito en la Biblioteca Nacional con el número 15.490 y el título que sigue:

Auto sacramental del monde de la piedad | del dotor mira de mescua.

Letra del siglo XVII, de Martínez de Mora; sin fecha.

«Figuras: La herejía, la jentilidad, la seta de Mahoma, esayas, dabid, salomon, la justicia, la piedad, la nobleza, la simplicidad, josef, matias, musicos.»

Salen acuchillándose la Herejía y la Gentilidad; pero luego se reconocen y dan la mano de amigos. Sale también la secta de Mahoma, y todos amigos, hacen grandes proyectos contra los católicos. Aparecen con más solemnidad la Justicia y la Piedad. Al tribunal de la primera se presentan la Nobleza, de galán, y la Simplicidad, de villano. La Nobleza se queja de que en el Norte se falsifica la moneda española. El villano se queja de que en las plazas le dan mal pan.

Vienen Isaías, David y Salomón, y dicen algunas palabras. Llega la Herejía, que quiere introducir su moneda.

La Justicia dice que ha causado hartos daños la subida del vellón. La alegoría es clara, pero no está bien llevada, por mezclar cosas ajenas y menudencias innecesarias.




VIII

Auto del Nacimiento de Nuestro Señor


Se imprimió primero en el ya citado tomo de Autos sacramentales, edición de Madrid, 1655, por María de Quiñones, con este título (folio 186 vuelto):

Coloqvio | del Nacimiento | de nuestro | Señor. | Del Dotor Mirade- | mesqua. | Personas que hablan en él.

Se repitió la impresión en el otro tomo de Autos, también citado más atrás, edición de Madrid, Antonio Francisco de Zafra, 1675, página III, con el título que dice:

Avto | del Nacimiento de | nvestro Señor. | Del Dotor Mirade- | Mesqua. | Personas que hablan en él.

Este auto tiene dos jornadas. En la primera se cuenta la embajada del ángel Gabriel y Visitación de Nuestra Señora, con una escena de pastores. En la segunda los celos de San José; el sueño que los desvanece y viaje de ambos esposos a Belén a empadronarse. Llegan tarde, y no hallan quien los quiera hospedar, porque son pobres: ni un su pariente, que los despide con aspereza; ni un amigo antiguo favorecido por San José, el cual exclama:

   ¡Qué abatido, qué ultrajado
y qué olvidado se ve
el pobre! Sola la envidia
no le persigue, porque
como nunca el mal se envidia
y no hay en el pobre bien,
ninguno puede envidiar
lo que no quiere tener.


Al fin se alojan en un pobre portal, y nace el Salvador. El Ángel lo anuncia a los pastores, y llegan éstos cantando, con sus ofrendas.




IX

Nuestra Señora de los Remedios


Un auto de este título a nombre de Mira de Amescua cita Medel en su Catálogo, página 131, y dos manuscritos del mismo existen en la Biblioteca Nacional que lo confirman. El más antiguo y mejor, que consta de 22 hojas en cuarto, número 16.724, se intitula así:

«Auto famoso de | Nuestra Señora de | los Remedios. |

Personas:
La ambición.La herejíaUn villano.»
Custodio.La fee.Músicos
Un soldado español.  

El nombre de Mira de Amescua está de letra más moderna.

El texto, todo de una mano, es del XVII.

Empieza así: «Cae una escala de lo alto, y sale de la boca de un dragón la Ambición y desciende al tablado por la escala, al son de un clarín.»

AMBIC.
Cuando el clarín se toca
el tártaro dragón abre la boca
arrojándome della
con ser mi luz la primitiva estrella
de aquel primero día...


Acaba:

Cantan.
¡Victoria, victoria canten,
batiendo gloriosas alas,
abrasados serafines
en esferas soberanas!


Diálogos, sobre temas religiosos, entre la Herejía, la Ambición y el Ángel Custodio. Saca la Herejía a la Fe arrastrando de los cabellos. Sale un soldado español huyendo y un villano canta:

   Por las riberas del Mosa
en las islas de Gelanda
iba el Príncipe de Orange
asolando las campañas.
   ¡Oh, qué bien los templos quema!
¡Oh, qué bien el mundo abrasa!
¡Todo es furor, todo es guerra,
todo es ira, todo es rabia!


Sólo al final se vuelve al tema principal del auto. Es obra de escaso valor.




X

El pastor lobo


Un auto sacramental de este título y a nombre de Mira de Amescua cita Medel en su Catálogo, página 132, y repiten otros bibliógrafos. No tenemos de él otra noticia.




XI

Los pastores de Belén


En la Biblioteca Nacional hay dos ejemplares manuscritos antiguos de este auto, ambos a nombre de Mira de Amescua. Describiré el que parece mejor y tiene el número 15.211120 y la portada que dice:

Auto del Sto. Nacimiento. | Del Dotor Mira | de Mesqua Original (sic) | Intitulado los Pastores de Belen.

Letra del siglo XVII, toda igual. En el texto repite el título y autor, y añade:

«Personas:
Mayoral.Flora.Menga.
Pasqual.Gil. Música.»
Silvia.Mingo. 

Empieza:

PASO.
Zagales destas montañas,
que en esta noche os hacéis
ministriles del contento
y músicos del placer,
vamos a Belén gozosos,
donde cumplida se ve
la esperanza de las gentes,
el prometido en la Ley...


Algunos dicen que no deben molestarse. Llegan otros y dialogan sobre el hecho, como los del siglo XVI, pero en mejor lenguaje e ideas algo menos groseras. Sin embargo, Mingo dice a su mujer Menga:

MENGA.
¿Tan Lucifer te parezco?
MINGO.
Y aun peor que Lucifer,
porque tú caerás por fea
y por bello cayó él.


Es muy animado este diálogo, satírico en gran parte, entre estos agudos pastores. Llega el Mayoral y pregunta la causa de tanta alegría, y Silvia le dice que los alados querubes les han dicho que ha nacido en Belén el Cordero o Niño que hará las paces entre el cordero y el lobo. Acuerdan ir a verlo, y a la madre.

En una larga relación el pastor Pascual, con muchas alusiones a otras cosas, cuenta el hecho del Nacimiento, y van llegando a Belén. Buscan el portal husmeando donde huela a torrijas. Por fin lo halla Pascual, y, alegre, lo comunica a sus compañeros. Se arrodillan y hacen sus salutaciones.

Mira tenía especial talento para estas piezas. Gracia sencilla y a veces con malicia encantadora, muy buen lenguaje y estilo muy adecuado. Debían de publicarse reunidas estas obras de lectura muy agradable.

Siguen sus rústicos ofrecimientos. Una de las pastoras, Silvia, le dirige una bellísima relación, que empieza:

Niño de mis ojos, que al mundo venís
a ser de mi vida rescate feliz...


No puede darse más variedad en cosa tan repetida. Acaba:

MAY.
Y con santas Pascuas
que Dios les dará,
tengan buenas noches
de la Navidad.





XII

Pedro Telonario


Un auto de este título y como de Mira cita el Catálogo de Medel (Madrid, 1735, pág. 132), y en confirmación de ello hay en la Biblioteca Nacional un manuscrito de letra del siglo XVII, muy clara y legible, con el número 16.636, en 21 hojas en cuarto, numeradas, cuyo encabezado dice:

Avto Sacramental de pe- | dro telonario famoso de mi | ra de Amesqua. | hablan en el las personas | siguientes.

Es este auto en su primera parte una pugna entre la Avaricia y la Caridad, que riñen su batalla en el alma de un rico avariento llamado Pedro Telonario, quien al fin, después de un sueño pavoroso, se entrega a la virtud de la generosidad, dando sus bienes a los pobres y vendiéndose él propio por esclavo, para que no le quede nada que pueda dar. Sólo al final se recuerda que es obra sacramental al descubrirse, como de costumbre, el cáliz y la hostia. Es pieza pesada y sin acción que anime la monotonía de los discursos comunes sobre la avaricia y su virtud opuesta. Lo ha impreso en 1926 el señor Valbuena Prat, en el tomo I de los dos que para La Lectura hizo de obras de Mira de Amescua.




XIII

El Príncipe de la Paz


En el Catálogo de Medel del Castillo, página 132, se menciona como obra de Mira el auto sacramental El Príncipe de la Paz y transformaciones de Celia. Lo mismo dice el manuscrito del Museo Británico, que sirvió para la edición que de él se hizo en el tomo III de la primera serie de Obras de Lope de Vega, publicadas por la Academia Española (Madrid, 1893, páginas 131 y siguientes).

El motivo de incluirlo el editor, Menéndez Pelayo, entre las obras de Lope fue el ver anunciado este auto manuscrito como de Lope en uno de los Catálogos de Salvá (Londres, 1829-1834), y más aún la semejanza de estilo que creyó advertir con el de Lope en ciertos romancillos y cantares del auto. Todo esto es cierto; pero creemos de bastante fuerza la cita de Medel, en 1735, que debió de haber tenido a la vista el texto antiguo y el original existente en el Museo Británico.

Este auto es muy notable y merece leerse, ya que hoy es fácil hallarlo.

Celia es el alma que, después de conocer al Príncipe de la Paz, que es Cristo, cambia de conducta, abandonando las glorias y vanidades del mundo y convirtiéndose en simple aldeana. Lucero de la noche, que es el Demonio, intenta engañarla, fingiéndose el celeste esposo; pero fracasa en su tentativa ante la presencia del verdadero Príncipe.




XIV

Las Pruebas de Cristo


Aparece impreso la primera vez en el tomo mencionado con repetición Autos sacramentales, impreso en Madrid, por María de Quiñones, en 1655, página 222, con este título:

Las pruevas | de Christo. | Del Doctor Mirade- | mesqua.

Repitiose la impresión en el tomo de Autos de 1675, página 37 (por errata dice 20), con el mismo título.

Hay, además, en la Biblioteca Nacional un manuscrito, bastante anterior a estos impresos, de letra del librero Martínez de Mora (hacia 1630), con enmiendas de otra mano, del mismo tiempo.

En este auto se van imitando a lo divino los procedimientos para crear caballeros de las órdenes militares. El Hombre está esclavo del Príncipe de las Tinieblas, remando en una galera. La Esperanza le anima a que, para salir de esclavitud, solicite ser caballero de la orden que hay establecida por las tres leyes, las antiguas y la de la Gracia. Pero es tan humilde y bajo, que sin gran esfuerzo de su amo y de su auxiliar la Envidia se le niega el hábito que pretende. Desesperado de mejorar de suerte, halla a Emanuel, que le dice que él va a pretender la misma insignia. Lo hace con el éxito que era de esperar, y revestido con ella y la cruz como distintivo principal, lo primero que hace es dar libertad al hombre e invitarle al gran banquete con que lo va a celebrar121.

Sobre el mismo tema versan Las Órdenes militares, de Calderón, y Las Pruebas del linaje humano, de autor anónimo.




XV

Ronda y visita de la cárcel


Medel, en su Catálogo, página 133, cita, atribuyéndolo a Mira de Amescua, un auto de este título, y es la única noticia que de él tenemos.




XVI

El sol a medianoche


En el tomo titulado Navidad y Corpus Christi festejados, Madrid, 1664, páginas 224 y siguientes, se halla este auto, no sacramental, con este encabezado:

Avto famoso | del Nacimiento | de Christo nvestro bien, | y sol a medianoche. | Del Doctor Mira de Mescva. | Representose en Madrid.

Unos cincuenta años después se volvió a imprimir, variando algo el título, en esta forma:

Núm. 51. | Avto famoso | El sol a medianoche | y estrellas a mediodía, | del Nacimiento | de Cristo | nvestro Señor | Del Doctor Mira de Mescva. Al final dice: «Hallarase en la Imprenta de Juan Sanz, en la Plazuela | de la calle de la Paz.» Sin año (hacia 1715); 12 hojas en 4° sin numerar.

Con este mismo título se volvió a imprimir en Madrid, en 1733, por Antonio Sanz. 12 hojas sin numerar.

«Personas que hablan en él:
La Naturaleza humana.Nuestra Señora.
El Pecado. San Joseph.
La Avaricia.San Juan Bautista, niño.
La Luxuria.Un Angel.
La Soberbia.Julia, pastora.
Mendrusco, pastor gracioso.Velardo, pastor.
Celio, pastor.Florinda, pastora.
Cintio, pastor.Silvano, pastor.
Aminadab Eliud. Un Mesonero.

Sale la Naturaleza humana con una S y un clavo en la frente, y dice:

NAT.
Tierra cercada de abrojos,
agostada, mustia y seca;
mieses con sudor regadas,
plantas de frutas acerbas,
mudos peces, mar salado,
viento sordo, aves ligeras,
domésticos animales,
crueles y agrestes fieras,
sol claro, luna menguante,
astros de la octava esfera,
planetas más luminosos
que ya influís paz, ya guerra,
¿hay quien de vosotros diga
si mi rescate comienza,
si mi descanso se acerca?


Sigue aún la Naturaleza humana sus quejas, hasta que sale el Pecado, en traje de turco bizarro; se alaba de su poder y se va. Sale San Juan, vestido de pieles, como niño, anunciando al que ha de venir. La Naturaleza se le acerca, creyendo que es el Mesías, y se entera. El Pecado se asoma y reprende a los que en su puerta han dejado entrar un pastorcillo, y manda prenderle a la Avaricia, Lujuria y Soberbia, en traje de turcos; pero él huye al desierto. El Pecado, con ruegos y cantares, intenta seducir a la Naturaleza, pero ésta le desdeña.

Salen María y José como de camino. Llegan a Belén; piden posada por una noche a su pariente Eliud; pero éste pretexta esperar a un pariente rico y les cierra la puerta. Llaman a otros sitios, con la misma mala fortuna. Al fin se acogen a una barraca medio derruida.

Bajan Mendrusco y Silvia, pastores, tiritando de frío. Salen otros pastores con un caldero de migas, que se come Mendrusco. Llegan más pastores; se sientan al fuego y quieren hacer un juego. Propone uno la Pájara pinta, pero otro dice que es viejo. Tampoco les gusta el del Soldado, por muy usado. Otro propone el de las Letras. Se reparten una letra cada cual. Empieza el de la A, que dice fue a Antioquia y posó en casa de Albano, que le dio avellanas, etc. El de la B, que fue a Barcelona y «posó en cas» de Baltasar, que le dio de cenar berros, borona, bitela «a lo italiano» y baca en salpicón. Sigue el de la C, etc. A Mendrusco, que pierde, le tiznan y dan capones. Juegan largo rato, y canta dentro un Ángel y cruza el tablado, admirando a los pastores e iluminando la escena. Creen que amanece. El Ángel les anuncia el nacimiento del Mesías y desaparece volando. Comienzan los milagros de la naturaleza en señal de alegría: florecen los almendros, muestran fruto las viñas, brotan la flores, etc. Acuerdan ir a ver el recién nacido.

San Juan aparece y conduce a la Naturaleza a ver el Niño.

Descúbrese un trono, en que está María Santísima con el Niño en brazos, teniendo a sus pies el Pecado. Arrodíllanse San Juan y la Naturaleza humana y saludan al recién nacido. Este incidente parece superfluo, puesto que en seguida salen los pastores con gran alboroto. Mendrusco se cae en la nieve y le sacan entre dos. Descúbrese el portal con la Virgen, San José, la mula, buey y nieve encima del portal. Va Mendrusco a arrodillarse y le detiene Velardo, a quien encargan el discurso de salutación, que lo hace extensamente. Presentan sus ofrendas y bailan Cintio y Silvia. El cantar es: «Pastorcito nuevo, - ¿quién os desvela, - que a la media noche - rondáis el aldea?», y sigue un villancico gracioso.

Estos autos al Nacimiento, de Mira, son muy animados, con mucha acción y movimiento y diálogo rápido y chistoso. Las escenas pastoriles están hechas de mano maestra. La versificación y estilo poético, especialmente en este precioso auto, son inmejorables. Más bien parece de Lope.




XVII

La Viña


En el tomo de Autos de 1655, después de «Otra loa del Doctor Mirademesqua», sigue el «Entremés de los Sacristanes para la fiesta en el auto de la Viña, del Doctor Mira de Mesqua, página 233».

También pudieran entenderse estas palabras en el sentido de que sólo el entremés fuese obra del doctor Mira.