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ArribaParte segunda

 

Música. Gritos de espanto, antes de que se descorran las cortinas, que culminan en un estridente acorde coral. Las cortinas se descorren. El telón del fondo está terminando de alzarse. Arrodillados, ELOY y SIMÓN aguardan la llegada de los dos nuevos visitantes. Las dos FIGURAS terminan de subir al escenario, empuñando desconocidas armas de mano. Una leve vacilación se desliga en sus metálicas voces al articular las palabras.

 
FIGURA 1.ª
¡Volved a bajar la tela!

 (A ELOY.) 

Levántate, animal flaco.
FIGURA 2.ª

 (A SIMÓN.) 

Levántate, animal gordo.
 

(ELOY y SIMÓN se levantan, atónitos. El telón del fondo vuelve a bajar.)

 
FIGURA 1.ª

 (A ELOY.) 

A los que marcianos llamas
ya no debes esperarlos. 5
Barridos son de este suelo.
FIGURA 2.ª
De otro planeta venimos
al que Júpiter llamáis
y no tendremos clemencia.
ELOY
¡No es posible!
FIGURA 1.ª
Sí es posible.
10
Sal a la calle y verás
a tus amigos marcianos
colgados como racimos
en los tilos del paseo.
ELOY
¿Por qué?
FIGURA 1.ª
Porque somos fuertes,
15
y queremos su planeta.
Nuestra escuadras volantes
lo atacan también ahora.
Dominaremos en Marte
como en la Tierra.
ELOY
¡Mentira!
20
FIGURA 2.ª
¿Mentira? ¿Qué imaginabas?
¿Todo el cosmos entregado
a tus blandos sentimientos?
No es así nuestro universo.
Entre sí luchan los mundos 25
igual que los electrones
y no hay futuro en el tiempo
para alimañas tan flojas
como tú.
ELOY
¿Floja alimaña?
FIGURA 1.ª
Lo sois todos los humanos. 30
Destruiros no es preciso
pues vuestra técnica es pobre.
Seréis animales nuestros
y tendréis vuestro pesebre.
ELOY
¡No haréis eso con los hombres! 35
FIGURA 2.ª
¿Por qué no?
FIGURA 1.ª
Sí que lo haremos.
ELOY
¡Os vencerán los marcianos!
FIGURA 1.ª
Los de Marte son tan flojos
como tú. Muy mal pelean.
ELOY
¡Otra fuerza nos posee! 40
¡Somos legión!
 

(Mira al vacío, esperando una resonancia que ahora no se suscita.)

 
¡Legión somos!
 

(MARTA reaparece en el escotillón y se lleva las manos a la boca, asustada. Una profunda mirada se cruza entre ella y ELOY. A poco, ella se sienta en los peldaños y sigue, con los ojos espantados, las incidencias de la escena.)

 
FIGURA 1.ª
Legión sois, pero de enfermos.
Advierte cómo las otras
alimañas se disponen
a humillarse ante nosotros. 45
MUJERES
¡No lo duden! ¡Sí, sí! ¡Cierto!
ELOY
Yo no.
FIGURA 2.ª
Porque tú estás loco.
HOMBRES
¡Está loco! ¡De remate!
FIGURA 1.ª
Probarás tu valentía
viniéndote con nosotros. 50
ELOY
¿Adónde?
FIGURA 1.ª
Ya lo sabrás.
ELOY
Pues vamos.
FIGURA 2.ª

 (A SIMÓN.) 

También tú vienes.
SIMÓN
¡Yo, de ninguna manera!
 

(Escapa, pero sus mismos compañeros lo sujetan hasta que la FIGURA 2.ª lo aferra.)

 
FIGURA 2.ª
¿Abandonas a este otro?
SIMÓN
En nada puedo ayudarle 55
y me encuentro muy cansado.
FIGURA 1.ª
¿No eres su amigo?
SIMÓN
No mucho.
FIGURA 1.ª
Mientes. Nosotros sabemos.
Prepárate a acompañarnos.
A los dos os vendaremos 60
los ojos, para que el susto
de lo que pudierais ver
no os destruya.
 

(Las dos FIGURAS sacan dos anchas vendas negras y se disponen a vendarlos.)

 
SIMÓN
¡Madre mía!
¡Como en un fusilamiento!
ELOY
Yo nada temo.
FIGURA 1.ª
No importa.
65
Escucharás solamente.
 

(Los vendan. SIMÓN cae de rodillas.)

 
SIMÓN
¡Piedad!
FIGURA 2.ª
Palabra cobarde
que detestamos. ¡Levanta!
 

(SIMÓN lo hace en el acto.)

 
FIGURA 1.ª

 (A ELOY.) 

Y tú, que ignoras el miedo,
dame tu mano y camina. 70
 

(ELOY extiende su mano y la FIGURA 1.ª se la toma. La FIGURA 2.ª toma a SIMÓN.)

 
FIGURA 2.ª
¡Seguidnos sin resistencia!
 

(Los llevan a una de las escalerillas frontales, por la que empiezan a bajar.)

 
SIMÓN
Por su mal naciéronle alas
a la hormiga.
FIGURA 2.ª
¡No murmures!
 

(Pausa. Ya en el patio de butacas, las dos FIGURAS los conducen dando vueltas y revueltas por los pasillos.)

 
SIMÓN
¿Puedo saber... dónde vamos?
FIGURA 1.ª
Al espacio, en nuestra nave. 75
SIMÓN

 (Lo piensa.) 

¡Hará frío!
FIGURA 1.ª
Solo un poco.
 

(Entre tanto, algo curioso sucede en la escena. Atemorizados, todos vieron partir a las dos parejas; ahora la luz del escenario baja de pronto y lo deja en misteriosa penumbra. Todos gritan; algunos se dan de nuevo a la fuga. Las parejas se detienen en el patio de butacas y la FIGURA 1.ª se vuelve.)

 
¡Nadie escape!
SIMÓN
¡No escapamos!
FIGURA 2.ª
No es a ti, sino a las otras
alimañas a quien hablo.
 

(Todos están paralizados por el miedo en el escenario. Las dos parejas prosiguen su marcha. Corriendo y lleno de maliciosas sonrisas entra entonces por la derecha del fondo APOLINAR. Bajo el brazo trae algunas linternas eléctricas; con el dedo en los labios recomienda sigilo. Todos lo miran, sorprendidos por su regocijo. En el centro de la escena, pide él a todos que se aproximen. SALUSTIO reaparece por la derecha y se acerca también, intrigado.)

 
SIMÓN
¿Viaje largo?
FIGURA 1.ª
No preguntes.
80
 

(Menos MARTA, se apiñan todos en escena alrededor de APOLINAR y, sobre los murmullos de la música, bisbisea él sus murmullos. Señalando a las parejas, formula divertidas negativas e inaudibles comentarios, que provocan un suspirado «¡Ah!» general en el que se disuelve el miedo y por el que todos muestran su decepcionada comprensión de lo que sucede.)

 
SIMÓN
¿Qué ruido es ese?
FIGURA 2.ª
Silbidos
de nuestro campo magnético.
 

(Señalando a la invisible cabina de luces, el ELECTRICISTA pregunta algo con muy mala cara a APOLINAR, quien asiente sonriendo y suplica perdón con ademán contrito. Colérico, el ELECTRICISTA levanta el puño, pero lo sujetan, mientras suena el suspiro de un «¡No!» general. SIMÓN se detiene. Indignado, el ELECTRICISTA va a hablar. Pero todos, con el dedo en los labios, sisean y le ruegan silencio con mudos gestos, indicando a los vendados.)

 
SIMÓN
¿Otra vez el magnetismo?
FIGURA 2.ª
La nave se halla muy cerca.
 

(El ELECTRICISTA se aparta con un mal gesto y se sienta en su silla. APOLINAR instruye en voz baja a los demás y reparte las linternas. Se levanta el susurro de una general carcajada contenida.)

 
SIMÓN
¡Qué magnetismo más raro! 85
Parecen voces humanas.
FIGURA 2.ª
Es nuestra radio, que capta
los mensajes de los mundos.
 

(APOLINAR corre a un lado, toma dos sillas y las sitúa, algo separadas, en el centro de la escena. Luego designa a EFRÉN, a ARÍSTIDES, a SALUSTIO y al MOZUELO, y les explica algo.)

 
SIMÓN
¿Volveremos?
FIGURA 2.ª
Los insectos
como tú nada merecen. 90
 

(Los cuatro designados ensayan levantando las sillas y bajándolas suavemente. APOLINAR lo aprueba y apremia a los demás, que se sientan en las otras sillas, en los escalones o sobre el suelo, conteniendo la risa. Tras diversas evoluciones, las parejas de la sala se encuentran ahora junto a la otra escalerilla que conduce al escenario. La FIGURA 2.ª empieza a subirla, tirando de SIMÓN. )

 
SIMÓN
¿Estamos en el platillo?
FIGURA 2.ª
Así lo llamáis vosotros.
SIMÓN
¡Madre mía!
FIGURA 2.ª

 (Tira de él brutalmente.) 

¡No te pares!

 (A ELOY, subiendo tras los otros.) 

¿Tú no tiemblas?
ELOY
Yo no tiemblo.
La indignación me lo impide. 95
FIGURA 1.ª
Ya temblarás, alimaña.
 

(Los cuatro se encuentran de nuevo en el escenario. Nuevo tema musical.)

 
LAS DOS FIGURAS
Debéis sentaros para el largo viaje.
FIGURA 1.ª

 (A ELOY.) 

Tú, aquí.
FIGURA 2.ª

 (A SIMÓN.) 

Tú, aquí.
LAS DOS FIGURAS
¡Permaneced muy quietos!
 

(Los sientan en las dos sillas del centro.)

 
FIGURA 1.ª
Cerrad las escotillas.
FIGURA 2.ª

 (Se inventa un lenguaje.) 

¡Houra Hauga!
 

(APOLINAR, el «DUQUE», el «MOZO DE MULAS», se introducen un dedo en la boca e imitan el estampido de un taponazo.)

 
FIGURA 1.ª
¡Mier kirir hull gaufin'dm blén'dem blén'dm! 100
 

(APOLINAR inicia un rítmico siseo y lo marca con ademanes de director de orquesta. Casi todos lo secundan.)

 
SIMÓN
¿Qué ruido es ese?
LAS DOS FIGURAS
Son nuestras turbinas.
Pronto despegaremos de la Tierra.
 

(La Compañía sigue siseando bajo la imaginaria batuta de APOLINAR, quien da con su izquierda, de pronto, la «entrada» a los cuatro designados. Estos, que aferraban las sillas por los bordes del asiento, las levantan en vilo.)

 
SIMÓN
¡Ay...!
ELOY
Simón, no te asustes. Despegamos.
SIMÓN
 

(El siseo general continúa, un tanto descompuesto por varias carcajadas contenidas.)

 
Parece que se ríen...
FIGURA 1.ª
Las turbinas
cambian los polos de su magnetismo. 105
SIMÓN
¡No me gusta el reír de las turbinas!
 

(APOLINAR indica que los bajen y los depositen lentamente en el suelo, alejándose luego. APOLINAR recomienda la amortiguación del silbido, que cesa poco a poco.)

 
LAS DOS FIGURAS
Ya estamos en el fondo de la noche.
Ya vuestra tierra es solo una bolita.
SIMÓN
¿Tan de prisa subimos?
LAS DOS FIGURAS
Casi tanto
como un rayo de luz.
SIMÓN
¡Qué mal me encuentro!
110
ELOY
¿Que pretendéis mostrarnos en el cielo?
FIGURA 1.ª
Que haríais mejor llamándole un infierno.
¿Todavía no tiemblas?
ELOY
Yo no tiemblo.
SIMÓN
Tampoco yo. Pero, ¡qué mal me encuentro!
Este aire, ¿no es tenue y caluroso? 115
FIGURA 2.ª
Igual al vuestro lo hemos producido
para que respiréis cómodamente.
SIMÓN
Pues yo... me ahogo...
FIGURA 2.ª
Porque tienes miedo.
 

(APOLINAR hace una seña. Los que elevaron las sillas encienden las linternas y las pasean, con creciente ritmo, cerca de las cabezas vendadas.)

 
SIMÓN
¡Un resplandor!
ELOY
También yo lo he notado.
SIMÓN
¡Otro más! ¡Y otro más! ¿Serán estrellas? 120
ELOY
No puede ser. Acaso meteoritos.
FIGURA 1.ª
Tampoco meteoritos. Proyectiles.
SIMÓN

 (Muerto de miedo.) 

¿Proyectiles?
FIGURA 1.ª
Estamos arrasando
las últimas ciudades que resisten.
SIMÓN
¿En nuestra Tierra?
FIGURA 1.ª
No, infeliz. En Marte.
125
Nos encontramos cerca del planeta
y no hemos de dejar marciano vivo.
ELOY
¿Os atacaron ellos?
FIGURA 1.ª
Nunca.
FIGURA 2.ª
Nunca.
LAS DOS FIGURAS
Por eso es preferible adelantarse.
ELOY
Asesinos.
FIGURA 1.ª
Tal vez. Pero vosotros
130
lo erais también en vuestra dulce Tierra.
 

(Explosiones muy fuertes en el exterior. Tapándose la boca, los cantantes ríen en silencio.)

 
SIMÓN
¿No es la pedagogía?
FIGURA 2.ª
¿De qué hablas?
Nuestros resonadores electrónicos
recogen los sonidos del espacio.
FIGURA 1.ª
Ese fragor es el del bombardeo 135
de uno de los satélites de Marte
que acaba de estallar desintegrado.
FIGURA 2.ª
Ampliaremos los resonadores
y escucharéis a los supervivientes
sus deliciosas voces de agonía. 140
 

(Los portadores de linternas las chocan entre sí para fingir mecánicos ruidos. A lo largo de la escena siguiente los alternan con ráfagas de luz sobre las cabezas vendadas y sobre sus compañeros. APOLINAR lanza un asombroso relincho y anima a los demás para que le imiten. La Compañía se dispone a completar la burla con enorme regocijo. Unos cuantos imitan el relincho de APOLINAR; otros añaden inmediatamente nuevos sones: ronquidos, estertores, prolongados ladridos que recuerdan al de la hiena... La improvisación les tienta; cada cual procura enriquecer el engaño y una curiosa excitación se enseñorea de todos. Tan solo el ELECTRICISTA permanece frío y reprobatorio, mientras MARTA se horroriza y sufre. APOLINAR lanza desgarradas imprecaciones en un idioma inexistente. VICKY lo secunda, mientras los demás instrumentan el acompañamiento de alaridos animales.)

 
APOLINAR
¡Han rielen prodest br ren'dm hu hul'laa...!
VICKY
¡Han rielen! ¡Hul'la, hul'la...!
APOLINAR
¡Gon dr zran dr!
 

(MICKY se levanta y le espeta a ELOY, muy cerca, sus alaridos.)

 
MICKY
¡Hul'la, hul'la! ¡Gr, gr! ¡Hu hu hu hul'la...!
 

(Con inarticulados bramidos, el «DUQUE» y EFRÉN. Zapatean en torno a los dos vendados. Orgiásticas danzas se van configurando. Con horrible risa de fiera, TERESINA empieza a girar, paseando las lúbricas manos sobre su cuerpo.)

 
FIGURA 1.ª
¿Todavía no temes?
ELOY
¡Nada temo!
 

(MICKY, VICKY, la «DUQUESA», las «MOZAS DEL PARTIDO», se unen a TERESINA y danzan, provocativas, gorjeando cálidamente. Los hombres braman, relinchan y ululan más fuerte, cercándolas. MARTA se acurruca unos peldaños más abajo para evitar que la divisen. Los hombres sujetan a las mujeres, que gritan; las acarician y besan con ardor. Los portadores de linternas las tiran al suelo y se suman a la orgía. Van apagándose los gritos, que se truecan en jadeos. Pura y conmovida, la voz de ELOY se eleva para cantar lo que más abajo se transcribe. Poco antes, débiles puntos empezaron a brillar en el telón de fondo, y ahora el ambiente entero del escenario es una inmensa noche estrellada, bajo cuya alta calma se afantasman ruidos y movimientos. Lo humano de algunas exclamaciones, ciertas nerviosas carcajadas mal reprimidas, despertaron sospechas en SIMÓN. Tantea su silla y advierte lo familiar de sus formas. Entonces, con mucho cuidado, levanta un poco su venda para atisbar. Súbitamente se la arranca, la tira, se levanta y mira a todos con rencor. En el delirio general, casi nadie lo nota; tan solo APOLINAR y las dos FIGURAS. La FIGURA 2.ª intenta retenerlo, pero él se desprende y avanza, sombrío, para sentarse a la izquierda de los escalones. MARTA lo mira, atribulada. Algunos se detienen y lo miran asimismo; pero, al cerciorarse de que calla, se encogen de hombros y vuelven a su diversión. APOLINAR y las FIGURAS lo miran de reojo, suspicaces. Furtivamente, SALUSTIO acosa y soba al MOZUELO. De repente, BÁRBARA, a quien, por vieja, nadie acosaba, lanza un estridente alarido, eleva los brazos y se arroja sobre TERESINA con ánimo de besarla. Entregada a su propio rapto, TERESINA lo admite. Caen al suelo, abrazadas, y se revuelcan entre las bestiales sonrisas de todos. SIMÓN se vuelve y mira a ELOY de soslayo con defraudados ojos. ELOY sigue impertérrito su canto.)

 
La dignidad de Marte se ha extinguido 145
bajo la quemazón de la vesania.
Mas solo es una chispa su tragedia
en la incendiada majestad nocturna.
En vano desde naves iracundas
extenderéis la muerte sobre un campo 150
de años y años de luz. Muchos más siglos
de rauda luz os cercan, se os escapan,
burlando vuestro afán enloquecido.
¡Yo canto a una galaxia muy lejana
llena de paz, honor e inteligencia! 155
Ella os vigila con sus claros ojos
y aguarda piadosa vuestra muerte
para sembrar de gracia el universo.
Desde el fondo del tiempo nos acecha
sin impaciencias, porque el tiempo es suyo. 160
Temblad ante su luz inalcanzable
porque ella vencerá, oh vencedores.
Podéis matarme, tristes carniceros.
¡Yo canto a una galaxia muy lejana!
 

(MARTA, que sí lo escuchaba, fue levantándose poco a poco y ha subido al escenario. Su voz suplica de pronto tan estremecedoramente, que el jadeante pandemónium se detiene.)

 
MARTA
¡¡Por favor...!!
 

(Las mujeres se desprenden de los hombres; TERESINA y BÁRBARA se levantan, rojas.)

 
ELECTRICISTA
¿Por qué gritas de ese modo?
165
 

(Una pausa. ELOY se quita la venda y mira a todos con atroz desconcierto. Se levanta; todos evitan su mirada. Las dos FIGURAS se han quedado inmóviles como estatuas. El cielo estrellado va desapareciendo mientras vuelve la luz normal.)

 
ELOY
Conque estoy nuevamente en el teatro...
Pero yo salí de él en una nave...
¡Ya lo comprendo! ¡Fue el poder marciano
quien por extraña física me trajo!
¡Júpiter nada puede! ¡Vence Marte! 170
¡Alegría, alegría, compañeros!
¡Nunca relataré el horrendo viaje!
¡La pesadilla atroz ha terminado!

 (A MARTA.) 

Gracias te doy, mujer incomparable.
La más feliz certeza me devuelves 175
con tu estelar presencia y con el grito
que al siniestro poder ha fulminado.
 

(MARTA rehúye su mirada. Los demás lo escuchan y se miran, estupefactos. El ELECTRICISTA se toca la cabeza con un dedo y suspira. APOLINAR se vuelve hacia el proscenio con gesto de cómico asombro. SIMÓN gruñe, próximo a estallar.)

 
SIMÓN
¡Siga discurseando, señor mío!
ELOY
¿Qué dices, insensato?
SIMÓN
¡Que prosiga,
soltando paparruchas y sandeces, 180
y que los marcianitos se lo paguen!
ELOY
¿Te has vuelto loco?
SIMÓN
¡Y aún el hideperra
sigue mezclando berzas con capachos!
ELOY
¿Qué farfullas?
SIMÓN
¡Que somos dos payasos!
¡Que nunca hubo marcianos! ¡Que este tipo 185
de la escafandra no es lo que aparenta,
sino la puta es que me ha parido!
¡Y que cargue con todos Satanás!
 

(Se abalanzó a la FIGURA 1.ª y, mientras termina de decirlo, le desenrosca la escafandra rápidamente y se la quita, descubriendo la aviesa sonrisa de RODOLFO KOZAS. La FIGURA 2.ª se descubre con sus propias manos y resulta ser PEDRO. Colérico y amargo, ELOY los mira. SIMÓN torna a sentarse en los escalones y agacha la cabeza. Algunas ahogadas risitas se clavan como alfileres en los oídos de ELOY. Música muy leve y prosaica, casi inexistente.)

 
RODOLFO
Solo una broma inocente
para que Eloy reflexione. 190
Le perdono sus insultos
y sus golpes, pues me basta
que reconozca la filfa
de sus historias marcianas.
«DUQUESA»
¿De dónde son esos trajes? 195
PEDRO
Pertenecen al engendro
que la Escuela del teatro
ensaya desde hace días.
Mito se llama la obra
y experimental la creen 200
los pedantes jovenzuelos
que la llevan entre manos.
APOLINAR
Rodolfo Kozas sabía
que en el vestuario estaban
los disfraces espaciales. 205
¡Pero el juego de las luces
fue modesta idea mía!
 

(Risas que arrecian cuando el ELECTRICISTA comenta, muy quemado.)

 
ELECTRICISTA
No tiene ninguna gracia.
 

(Una pausa.)

 
ELOY

 (A RODOLFO.) 

Así que usted me ha engañado.
RODOLFO
Una lección bondadosa 210
que debes agradecerme.
 

(Le vuelve la espalda y, dándose tono, se sienta en una de las sillas. Los demás se sientan también en sillas, escalones y suelo, o se recuestan en la barandilla del escotillón. ELOY mira fijamente a MARTA, sin saber qué pensar de ella. MARTA aparta sus ojos y va a sentarse a la derecha de los escalones. ELOY comienza su imprecación. Una imprecación nada enfática, de tono sencillo y triste, hijo de su duro desengaño. Sorda y funeral, la música evita asimismo el énfasis y, en su monótona simplicidad, resulta aún más sobrecogedora. Una absoluta negrura se extiende en el telón del fondo; poco después, rápidas imágenes de platillos entran, enormes, en el campo visual y se alejan aceleradamente hasta convertirse en puntitos luminosos que se extinguen. Otros y otros platillos aparecen, los siguen, se alejan, se convierten en puntos y desaparecen, hasta que la negrura absoluta vuelve a reinar.)

 
ELOY
Sé bien que no hay bondad en lo que ha hecho.
A hacerme pasar hambre, ha preferido
matar mi alma. Darme la evidencia
de que soy un imbécil y un iluso. 215
Pues bien, alégrese. Lo ha conseguido.
Tal vez mi flaco juicio no distingue
lo real de lo soñado. Quizá nunca
descendieron platillos a la Tierra.
Acaso nos desprecien y permitan 220
nuestra extinción en el apocalipsis
que estamos entre todos acercando.
Pero tal vez jamás hubo marcianos
y entonces soy un viejo trastornado.
Deliro frente a un mundo que delira 225
mientras ríe y se aturde sin saberlo.
¡Buena imagen del mundo fue su broma!
Esa espantosa guerra planetaria
en el cielo no está, sino en la Tierra.
RODOLFO
No tanto, amigo mío. No exageres. 230
No va tan mal el mundo y nuestro tiempo
mejor es que otros tiempos de la historia.
 

(Durante las siguientes palabras de ELOY, VICKY y MICKY se conciertan con una mirada y desfilan de puntillas, desapareciendo por la izquierda. APOLINAR las ve partir, lo piensa y, con un ademán de repulsa al pesado sermón de ELOY, sale tras ellas alzándose la sotana. Sobre la negrura del fondo estallan ahora las imágenes de hongos y hongos atómicos, a las que sustituyen poco a poco numerosas visiones de exterminio: montones de cadáveres en campos de concentración, montañas de gafas, de brochas de afeitar, de zapatos; reses muertas, pájaros muertos, insectos muertos, somera cirugía de guerra en caras cosidas donde faltan ojos, narices, orejas; gentes vendadas de arriba abajo...)

 
ELOY
¡Nuestro tiempo! Sin duda es dulce y bello.
Se podía elegir no ser soldado
en otros siglos. Hoy ya no nos dejan. 235
Muy natural, pues que las viejas armas
avanzaron también dichosamente
para volverse termonucleares.
Pero no hay que temer que se detengan
estos bellos avances de la ciencia. 240
Con muy pocas monedas, cualquier pillo
fabricará de aquí a muy pocos años
atómicas pistolas diminutas,
lindas y esbeltas como transistores.
Los gobiernos prudentes no lo ignoran 245
y avanzarán no menos felizmente.
Sus leyes prohibirán el ejercicio
de toda libertad, que es peligrosa.
RODOLFO
No seas pesimista, ni el futuro
que desconoces augurar pretendas. 250
ELOY
Tiene razón. No hablemos del futuro.
Quizá las bombas Hache estallen antes
y ya no haya futuro. Del presente
me limitaré a hablar. Pronto se explica.
En él los hombres a entender empiezan 255
que no tienen más dios que el hombre mismo.
Tanto se ufanan de sus bellos cuerpos
que es casi más humano el jorobado...
 

(Repentino contraste musical.)

 
BÁRBARA

 (Da una cabezada.) 

¡Creo que me estoy durmiendo!
 

(Se levanta y se dirige a TERESINA.)

 
¿Te vienes al camerino? 260
Tengo exquisitos bombones...
TERESINA

 (Tras una mirada a RODOLFO, que la observa.) 

Más tarde...
BÁRBARA

 (Contrariada.) 

Como tú quieras.
 

(Sale por la izquierda. Poco después, algunos otros deciden marcharse, aburridos. Los demás bostezan cada vez más enérgicamente. Sobre la negrura del fondo se muestran a poco libros ardiendo, caras risueñas o gesticulantes, fusilamientos, ahorcaduras, garrote, guillotina, silla eléctrica en acción...)

 
ELOY
¡Curioso animal-dios, listo y seguro!
Prepara guerra y dice que habrá paz.
A la mentira llama cortesía. 265
Besuquea, fornica y cree que ama.
Si está aterrado, bebe y se divierte.
Procrea sin freno por matar su angustia
y aumenta así la angustia de la Tierra.
Quema o prohíbe libros, y supone 270
que a la verdad y al bien está sirviendo.
Y para suprimir al disidente
lo llama previamente can rabioso.
 

(El MOZUELO se retira con un gesto de incomprensión. Silbando levemente y con aire ingenuo, SALUSTIO desfila tras él. Bostezos generales, bastante ruidosos; en el fondo, visiones de hambrientos.)

 
Los cultivos mejora cada día
y hay cien mil muertos cada día de hambre. 275
De sus avances puede envanecerse:
todas las explosiones de una guerra
durante cuatro años arrasados
guarda hoy cómodamente en su bodega
un solo submarino nuclear. 280
 

(Repentino contraste musical.)

 
«DUQUESA»
¡Jesús, si ya son las nueve!
«DUQUE»
¿Las nueve de la mañana?
Pues no perdamos más tiempo.
 

(La toma de una mano y se la lleva. En el fondo reina otra vez absoluta negrura; de pronto, una estrellita resplandece en su centro y crece con rapidez. Pronto se advierte que es la imagen de un niñito que sonríe. La imagen se agiganta y, poco después, sus ojos risueños e inmensos ocupan todo el campo visual. Así permanecen, inmóviles.)

 
ELOY
¡Curioso animal-dios, listo y seguro!
Adora ciegamente a sus hijitos 285
y desde pequeñines les concede
la instrucción militar, los uniformes
y las brillantes armas de juguete.
Con la televisión de cada día
les enseña lo nobles y agradables 290
que los espías son, cuando asesinan.
También aprende el niño en la pantalla
que sus papás saben matar mil niños
o achicharrarlos vivos lentamente,
y que es muy natural que así suceda, 295
y que también ellos lo harán, si crecen.
Para crecer, que ensanchen sus pulmones
puesto que sobra aire envenenado.
Sus papás son tan listos como el listo
que se ha orinado en un tonel de vino 300
mientras cierra los ojos, porque piensa
que nadie notará la picardía.
Sus papás sin cesar estallan bombas
que orinan en el aire radiaciones,
pero nadie las ve, nadie las nota. 305
Quizá mi niño aspire todavía
casi-vino en lugar de casi-orines.
O mi mujer, que va a parir mañana
un lindo nene sin deformidades.
Los deformes a causa del uranio 310
siempre serán los hijos de otros padres...
 

(Repentino contraste musical.)

 
ARÍSTIDES
Yo voy a comer un poco.
¡Y yo a dormir siete horas!
 

(Salen ambos.)

 
ELOY
Así es el hombre y este paraíso.
Que nadie se exceptúe. Yo tampoco. 315
Sé que también a mí me han poseído
el rencor y la envidia.

  (Se arrodilla.) 

¡Que no valgo
más que vosotros, y he de confesarlo!
 

(Con benévolo ademán de triunfo por las palabras que acaba de oír, RODOLFO se levanta y se dispone a irse. TERESINA, que lo espiaba, lo retiene tímidamente. Repentino contraste musical.)

 
TERESINA
¿Te espero en tu camerino?
 

(RODOLFO la mira duramente, y asiente. Luego sale por la derecha, seguido de PEDRO. TERESINA sale corriendo por la izquierda.)

 
ELOY
Podéis reíros de este pobre iluso 320
que todavía busca una esperanza.
Incapaces de afecto y de cordura,
de encadenar la muerte desatada,
de volver en vergel la oscura charca
donde se pudre nuestra verde Tierra, 325
burlaos de un cantante necio y viejo
que gime bajo llagas incurables,
si sueña en otros cielos y otros astros
la humanidad que aquí hemos violado.
 

(Humilla la cabeza. Explosiones. Los grandes ojos infantiles del fondo se alejan rápidos. La figura entera del niño se achica hasta volverse un punto de luz que brilla un momento en la negrura y se extingue. Otras explosiones lejanas. El ELECTRICISTA se levanta, consultando su reloj. Repentino contraste musical.)

 
ELECTRICISTA
El supuesto continúa 330
y está el teatro vendido.

  (Se encoge de hombros, mientras recoge las linternas abandonadas.) 

Lo terminarán a tiempo
de la función de esta tarde.
 

(Mira a ELOY, menea compasivo la cabeza y sale, con los ojos fijos en la cabina invisible.)

 
Revisaré la cabina
para quedarme tranquilo. 335
 

(ELOY se ha quedado solo con MARTA y SIMÓN. Una pausa. ELOY levanta la cabeza y mira a MARTA, que contempla el vacío con ojos absortos.)

 
ELOY
¡Marta...! ¡Marta...!
 

(MARTA se estremece, pero no lo mira. Él se levanta y va hacia ella.)

 
Dime que aquello fue verdad, no engaño,
y que nos salvarán nuestros hermanos...
 

(La oprime por los hombros. Ella llora en silencio.)

 
Yo te amaba... Te amaba. Y ahora callas.
¿Desperté entonces o despierto ahora? 340
 

(MARTA se levanta bruscamente y mira con ojos arrasados las manos suplicantes de ELOY, denegando conmovida para correr al fin al escotillón, por el que baja. ELOY la ve descender desde la barandilla y luego se vuelve, lento, hacia SIMÓN.)

 
¡Simón...! ¡Simón...!
 

(SIMÓN se estremece, pero no lo mira. ELOY da unos pasos hacia él.)

 
Nos mandan padecer escarnio y burlas,
mas no debemos flaquear. ¡Hermano!
¡Dime que fue verdad! ¡Que lo recuerdas!
¡Tú escuchaste las notas siderales! 345
SIMÓN
Quizá es que me zumbaban los oídos.
ELOY
¡Volverás a escucharlas, te lo juro!
¡El yelmo es el auténtico testigo!
 

(Corre a la derecha del fondo y desaparece.)

 
SIMÓN
Los sesos tiene hechos agua
y yo soy un pobre asno. 350
Ni seré burgomaestre
ni chambelán de platillos.
Seguiré soltando gallos,
cobrando mi escaso sueldo,
y renegando y bufando. 355
Esta es la vida, Simplicio.
A tus hijos nunca digas
cuando te pidan zapatos
que tendrán botitas de oro
por marcianos regaladas. 360
 

(ELOY volvió, con la bacía en las manos y los ojos brillantes. Se acerca de puntillas y percute algunas veces sobre el metal, que suena a latón. SIMÓN se vuelve.)

 
ELOY
Para que nunca dudes, y comprendas
el inmenso favor que has recibido,
permitiré que cubras tu cabeza
con este yelmo, cuando en él suscite
la voz dorada del planeta hermano. 365
 

(Percute varias veces. Percute una y otra vez, sorprendido... Percute sonriente, esperanzado. Percute, receloso... Percute y percute y percute, atribulado... La bacía suena a latón.)

 
SIMÓN

 (Se levanta.) 

¡Sí que es dorada voz! ¡De latón puro!
ELOY
¡Antes sonaba!
SIMÓN
¡Nunca habrá sonado!
¡A usted y a mí nos faltan los tornillos
de la sesera y escuchamos músicas
lo mismo que viajamos en platillos! 370
ELOY
¡Cállate!
SIMÓN
¡Bien callado que me quedo!
¡Y usted con su platillo... de barbero!
 

(Va hacia su camerino.)

 
ELOY
No te vayas, Simón.
 

(SIMÓN entra en su camerino y cierra con un portazo.)

 
No me abandones.
 

(ELOY percute un poco más, en vano, sobre la bacía. Se la pone en la cabeza, se esfuerza en escuchar. Deniega, sombrío, se sienta en los escalones junto a la barandilla del escotillón.)

 
Un loco. No soy más que un pobre loco.
 

(Permanece inmóvil, con los ojos cerrados. El ELECTRICISTA reaparece por la derecha del fondo y se le acerca, sonriendo paternalmente. Ya a su lado, da en la bacía un papirotazo. ELOY se yergue, con la fugaz ilusión de que el yelmo revive.)

 
ELECTRICISTA

 (Con afecto.) 

¡Don Quijote...!
 

(ELOY se vuelve y lo ve. Se quita la bacía y la deja junto a la barandilla. Agacha la cabeza.)

 
Convénzase, buen hombre.
375
Nadie vive en los cielos que usted ama.
ELOY
Pues si es así, lloremos.
ELECTRICISTA
¡O riamos!
El mundo no es tan malo como cree
y nunca hubo catástrofes completas.
Sabremos remontar las venideras 380
igual que remontamos otras muchas.
¿O no lo piensa así?
ELOY

 (Seco.) 

No es imposible.
Pero mal podrá ser sin agoreros.
Para evitar que lo peor suceda
hay que gritar que puede sucedernos. 385
Y el infalible modo de que ocurra
es confiar en que se arregle todo.
 

(El ELECTRICISTA lo mira fríamente y, sin responder, se aparta y sale por la izquierda. Una pausa. ELOY apoya su mano en la bacía, angustiado. Poco a poco vuelve la cabeza hacia el escotillón.)

 
¡Subid...! ¡Subid de nuevo, hermanos míos!

  (Se levanta y se abalanza a la barandilla para mirar abajo, sollozando.) 

¡Devolvedme la música y la vida!
 

(Nadie sube. Desalentado, se acerca ELOY a su camerino y escucha. Saca la llave y abre suavemente. El interior está oscuro. ELOY contempla al dormido invisible y vuelve a cerrar sin ruido. Vencido, mira a todos lados, como si aún esperase -muy poco ya- alguna presencia extraordinaria. Agotado, vuelve a sentarse junto a la bacía, apoyando brazos y cabeza sobre las rodillas. Larga pausa. En el telón del fondo se proyecta la esfera de un gran reloj con las manecillas en acelerado movimiento. Las diez, las once, las doce... Las agujas siguen marcando la sucesión de las horas vacías. Espaciadas, se oyen las VOCES DE LOS VISITANTES, que despiertan ecos en la gran bóveda del sueño. ELOY no despierta, pero se solivianta al percibirla.)

 
VOCES
DE LOS VISITANTES
Eloy... Eloy... Eloy... Eloy... Eloy... 390
Dirás que al fin hemos aterrizado...
Mas nosotros quizá no aparezcamos...
Tendrás que soportar la amarga prueba...
de las horas vacías de esperanza...
Pero tú no flaquees. No estás solo... 395
Porque tú eres legión... Legión... Legión...
VOZ DE MARTA
Eloy... Eloy... Se acerca la gran prueba...
Has de afrontarla cual si nunca hubiera
marcianos. Cual si nunca hubieras sido
legión... Piensa que soy una muchacha 400
humilde, sin misterio, torpe y boba...
Al soportar la prueba que te aguarda...
sentirás que estás solo... Solo... Solo...
 

(El reloj marcó horas silenciosas. Al llegar a las siete y media, las manecillas se detienen y se oye una campanada lejana. La imagen de la esfera se esfuma y el escenario recobra su trivial iluminación. Óyense timbres diversos. Magnificada por un altavoz invisible, la VOZ DE ARCADIO PALMA desciende a la escena.)

 
VOZ
DEL SEÑOR PALMA
¡Atención, atención todo el teatro!
Os habla el director Arcadio Palma. 405
Comunica el gobierno que el supuesto
terminó ya. Pocos minutos faltan
para empezar nuestra función diaria.
La orquesta está ocupando sus asientos.
Vístanse todos. Pongan decorados. 410
Gracias por su civismo en estas horas.
 

(Se corta la conexión. Rendido por el cansancio, ELOY se derrengó hace tiempo sobre la tarima y continúa dormido. Consultando su reloj, el ELECTRICISTA entra rápidamente por la izquierda. Al cruzar se detiene un segundo para mirar a ELOY y menea la cabeza, compasivo. Luego desaparece por la derecha. Poco después suben del foso DOS MUJERES de la limpieza con escobas y recogedores. Una es joven; la otra, vieja.)

 
MUJER JOVEN
Dese prisa, mujer.
MUJER VIEJA
Estoy cansada.
MUJER JOVEN
Pues muy bien que comimos y dormimos.
 

(Cruza y empieza a barrer aquí y allá, recogiendo montoncitos de colillas y basura.)

 
MUJER VIEJA

 (Empieza a hacer lo mismo.) 

Cada vez que hay fingido ataque atómico
nos regalan el cuerpo.
MUJER JOVEN
¡Que haya muchos!
415
MUJER VIEJA
Lo mismo me da a mí. Poco me queda...

 (Repara en ELOY.) 

Pero, mira este pobre...
MUJER JOVEN
¡Vaya curda!
¡Dele un buen escobazo, que despierte!
MUJER VIEJA
No.
MUJER JOVEN
¿Por qué no?
MUJER VIEJA
Porque él no está borracho.
MUJER JOVEN
¡A lo mejor, palmó!
MUJER VIEJA
No lo conoces,
420
pero yo sí, desde hace muchos años.
Fue primera figura en esta sala
y ahora ya no es nadie. ¡Perro mundo!

 (Con un dedo en los labios.) 

No alces la voz. Dejemos que descanse.
 

(La MUJER JOVEN se encoge de hombros y barre. Terminan ambas su somero repaso del suelo y salen por la izquierda, recogiendo por el camino alguna otra basurilla, al tiempo que suben por el escotillón los seis TRAMOYISTAS. Por un segundo contemplan al dormido con silenciosa gravedad; luego se dispersan y retiran las sillas del escenario, volviendo para disponer el escueto decorado: un pozo a la izquierda con una pileta anexa; una portalada con tejarana, sesgada, a la derecha. Entre tanto, sube MARTA corriendo por el escotillón, mira a ELOY un momento y desaparece por la derecha del fondo para volver poco después con la adarga, la lanza, la espada, las espuelas y el casco de Don Quijote. El REGIDOR de escena entra por la derecha y comprueba todo; MARTA coloca sobre la pileta la espada, las espuelas y el casco; la adarga y la lanza las reclina contra el pozo. El REGIDOR la observa y rectifica levemente la posición de algunos de los objetos. Después sale por la izquierda. Van encendiéndose las luces y focos de escena. MARTA se acerca a ELOY, divisa la bacía y va a tomarla. Pero se detiene, asombrada. Los TRAMOYISTAS interrumpen también su trabajo, sorprendidos. Una potente voz los ha paralizado a todos. Empuñando una pistola, apareció un hombre por el lateral izquierdo, al tiempo que numerosos POLICÍAS de paisano irrumpen en el patio de butacas. El ritmo musical se torna rápido, sincopado y nervioso.)

 
POLICÍA l.º
¡Qué nadie se mueva! 425
POLICÍA 2.º

 (Desde la sala.) 

¡Quietos donde están!
 

(Sube, con seis o siete POLICÍAS más, al escenario. Los demás se apostan en el pasillo y en diversos rincones del patio de butacas. SIMÓN sale de su camerino vestido de Sancho.)

 
REGIDOR
¿Qué ocurre?
SIMÓN
¿Qué pasa?
POLICÍA l.º

 (Por los TRAMOYISTAS.) 

A estos, mucho ojo.
 

(Cuatro POLICÍAS se acercan a los TRAMOYISTAS; los demás que han subido desaparecen por los laterales. Los TRAMOYISTAS se apiñan cerrando los puños. Uno de ellos repele con brusquedad a un POLICÍA que intenta aferrarlo; los otros avanzan hacia los restantes POLICÍAS. El POLICÍA 1.º los encañona y el POLICÍA 2.º saca rápido su pistola. SIMÓN cruza para despertar a ELOY.)

 
POLICÍA 2.º
¡Arriba las manos!
 

(Los TRAMOYISTAS las levantan de mala gana. SIMÓN despierta a ELOY.)

 
POLICÍA 1.º
¡No hagan resistencia! 430
SIMÓN

 (Asustado.) 

¡Eloy, visitantes!
 

(Se guarece tras él, buscando amparo.)

 
POLICÍA 1.º

  (Al otro.) 

¡Cachea sus ropas!
 

(El POLICÍA 2.º cachea brutalmente a los TRAMOYISTAS. ELOY se ha levantado y contempla, atónito, la escena.)

 
REGIDOR

 (Se adelanta.) 

¡Son los tramoyistas!
POLICÍA 1.º

 (Mientras lo aparta sin contemplaciones, al POLICÍA 2.º

Mira bien sus caras
por si es uno de ellos. 435
 

(El POLICÍA 2.º enfoca a los TRAMOYISTAS con una linterna. A medio vestir, van acudiendo los cantantes. RODOLFO viene entre ellos, con las ropas y coraza de Don Quijote. ELOY retrocede hacia su camerino y, sin perder de vista a los POLICÍAS, lo abre, entra y cierra suavemente.)

 
POLICÍA 2.º
Ninguno parece.
POLICÍA 1.º
Lo comprobaremos.

 (A los TRAMOYISTAS.) 

¡Atrás! ¡Retrocedan!
POLICÍA 2.º
¡Despejen la escena!
 

(Los van llevando hacia el escotillón, amenazados por las pistolas.)

 
POLICÍA 1.º
¡Siéntense aquí dentro! 440
POLICÍA 2.º
¡No bajen las manos!
 

(Los TRAMOYISTAS se sientan, de espaldas, en los peldaños del escotillón y levantan las manos. Sus siluetas recuerdan extrañamente a las de los seis VISITANTES, que ELOY creyó ver, cuando le saludaron. El POLICÍA 2.º se queda junto a la barandilla, apuntándolos. MARTA y SIMÓN, que están cerca, lo miran con ojos medrosos.)

 
RODOLFO

 (Con su mejor sonrisa.) 

¿Qué ocurre, señores?

 (Que vuelve al centro.) 

¡No admito preguntas!
 

(La sonrisa de RODOLFO se borra en el acto. El REGIDOR fue entre tanto hacia el telón del fondo; la voz del POLICÍA 1.º lo detiene.)

 
¡Que nadie se mueva!
REGIDOR

 (Protesta.) 

¡Vamos a empezar! 445
POLICÍA 1.º
Traiga antes las llaves.
REGIDOR
¿Qué llaves?
POLICÍA 1.º
Maestras.
«DUQUESA»

 (Aún sin vestir.) 

Pero, ¿qué sucede?
APOLINAR

 (Que sigue con su sotana.) 

¿Qué ocurre?
MUCHOS
¿Qué ocurre?
 

(Con su condecoración al cuello, en mangas de camisa y con el chaleco del frac desabrochado, irrumpe por la izquierda el SEÑOR PALMA acompañado de un COMISARIO DE POLICÍA. Los POLICÍAS se cuadran.)

 
SEÑOR PALMA
Calma, mucha calma. 450
Cuestión de minutos.
Estos caballeros
persiguen a un hombre
y hemos de ayudarlos.
 

(El ELECTRICISTA aparece por la derecha y escucha.)

 
SALUSTIO
¿A uno de nosotros? 455
COMISARIO

 (Cortés y sonriente.) 

Es un incendiario
y muy peligroso.
Él y sus compinches
quemaron anoche
el Palacio Viejo. 460
MUCHOS
¡Qué horror! ¡Qué salvaje!
COMISARIO
Tendrá su castigo.
MICKY
¿Y está en el teatro?
COMISARIO
A la madrugada
se escondió aquí dentro. 465
Estamos seguros.
 

(El SEÑOR PALMA va entre tanto a mirar por el orificio del telón.)

 
SEÑOR PALMA
¡Atrápenlo pronto
pues hay que empezar!
¡Ya hay gente en butacas!

  (Mira, nervioso, su reloj.) 

MUCHOS
¡Por favor! ¡Aprisa! 470
COMISARIO

 (A dos POLICÍAS.) 

Ustedes, al foso.

 (A otros dos.) 

Ustedes, registren
en los camerinos.
 

(Los dos primeros pasan entre los TRAMOYISTAS y bajan por el escotillón. Los otros dos desaparecen por los laterales. El COMISARIO advierte a la Compañía.)

 
Y ustedes, cuidado,
pues es muy probable 475
que lleve algún arma.
 

(Musicales gritos de espanto entre las mujeres. Alguna intenta huir.)

 
SEÑOR PALMA
¡No salgan de escena!
Podrían toparlo
en algún pasillo.
 

(Se repiten los gritos musicales.)

 
POLICÍA 3.º

 (Desde la sala.) 

¡Mire, Comisario! 480
COMISARIO
¿Qué?
POLICÍA 3.º

 (Por el público.) 

Toda esta gente
vino de la calle.
COMISARIO

 (Al público.) 

¡Salgan de esta sala!
¡Circulen! ¡Despejen!
¡Están estorbando 485
a la Policía!
 

(Nadie se mueve.)

 
¡Puede haber disparos!
¡Salgan sin tardanza!
 

(Nadie se mueve.)

 
POLICÍA 3.º

 (Al COMISARIO.) 

¡La sala se llena!
COMISARIO

 (Se encoge de hombros.) 

¡No tenemos tiempo 490
para discusiones!

  (Al SEÑOR PALMA.) 

¿Qué hay tras esas puertas?
SEÑOR PALMA
Son dos camerinos.
 

(El COMISARIO se dirige al de SIMÓN. Los POLICÍAS lo siguen. El camerino de ELOY se abre de pronto y el perseguido aparece. El sombrero calado, las gruesas gafas, la bufanda, el abrigo raído, le dan un trágico aire de fantoche. Antes de que reparen en él corre a la escalerilla de la derecha y baja al patio de butacas.)

 
MUCHOS
¡Allá va! ¡Se escapa!
 

(Los POLICÍAS se vuelven instantáneamente; el que vigilaba a los TRAMOYISTAS intenta detener al fugitivo y es rechazado.)

 
COMISARIO

 (Hacia la sala.) 

¡Vosotros, alerta! 495
 

(Los POLICÍAS de la sala sacan sus pistolas. Asustada, la Compañía arrecia en sus musicales gritos; casi todos escapan y desaparecen por los laterales. Los TRAMOYISTAS bajan las manos y se vuelven para mirar.)

 
SEÑOR PALMA
¡Por favor, no griten!
POLICÍA 1.º
¡Deténgase! ¡Alto!
POLICÍA 2.º
¡Es él! ¡Lo conozco!
POLICÍA 3.º
 

(En el pasillo de la sala.)

 
¡Alto! ¡No se mueva!
POLICÍA 4.º
 

(En la sala.)

 
¡Está acorralado! 500
SEÑOR PALMA

 (Suplica al COMISARIO, señalando al telón del fondo.) 

¡Por favor, sin ruido!
¡No asusten al público!
 

(Entre tanto el perseguido ha corrido entre las butacas, procurando escapar del cerco de POLICÍAS que se estrecha. A su paso, hay espectadores que lo rehúyen, que se levantan, que lanzan musicales exclamaciones. El perseguido gana el pasillo central y los POLICÍAS de los lados pasan entre butacas para ir allá. Más rápido, los burla él por un pasillo transversal y logra salir por una de las puertas laterales. Los POLICÍAS 3.º y 4.º salen tras él. En el escenario reaparecen los que fueron a registrar y a apostarse.)

 
COMISARIO

 (Sereno, a los POLICÍAS.) 

¡Tienen que atraparlo!
 

(El perseguido reaparece pronto en un palco, cuyos ocupantes emiten musicales gritos. Los POLICÍAS de la sala lo encañonan. Él retrocede rápido y desaparece, para reaparecer en seguida en otro palco. Los POLICÍAS 3.º y 4.º, que lo siguieron, aparecen entonces en el palco anterior y el POLICÍA 3.º dispara. El perseguido sale aprisa del segundo palco. El POLICÍA 3.º se queda en el primer palco, vigilando hacia arriba; el POLICÍA 4.º desaparece para seguir la persecución.)

 
LOS TRAMOYISTAS
¡No le disparéis!
¡Es un ser humano! 505
POLICÍA 3.º
 

(En el palco.)

 
¡Va armado!
POLICÍA 5.º
 

(En la sala.)

 
¡Va armado!
LOS TRAMOYISTAS
¡No es cierto! ¡Mentira!
 

(Risas musicales de los POLICÍAS.)

 
POLICÍA 5.º

 (Riendo, en la sala.) 

¡Va armado!
POLICÍA 3.º

 (Riendo, en el palco.) 

¡Va armado!
COMISARIO
¡No tiren a muerte
que tiene que hablar! 510
POLICÍA 4.º

 (Su voz por los pasillos de fuera.) 

¡Deténgase! ¡Alto!
¡No tiene salida!
 

(Provocando nuevos gritos musicales, el perseguido reaparece en la barandilla alta, al lado opuesto del palco donde se le vio poco antes. El POLICÍA 5.º, desde la sala; el POLICÍA 3.º, desde el palco; el POLICÍA 1.º, desde el escenario, disparan. El perseguido desaparece. Vuelve a oírse la voz del POLICÍA en los pasillos.)

 
¡Deténgase o tiro!
 

(El SEÑOR PALMA fue a mirar de nuevo por el orificio del telón y se desata en consternados ademanes.)

 
SEÑOR PALMA
¡No hagan tanto ruido!
LOS TRAMOYISTAS
¡Él no lleva armas! 515
 

(El perseguido reaparece en un palco proscenio muy alto. Jadeante y desconcertado, no sabe por dónde salir. Varias pistolas lo encañonan rápidamente.)

 
MARTA

 (Con las manos juntas.) 

¡No, no! ¡Por favor!
 

(Al mismo tiempo, un hombre flaco y larguirucho, en mangas de camisa, aparece en la puerta del camerino de ELOY y, con gestos que denuncian su atroz miopía, profiere.)

 
ISMAEL
¡Aquí estoy! ¡Me entrego!
¡No le disparéis!
 

(Sus palabras llegan tarde. Un disparo desde el escenario efectuado casi al mismo tiempo alcanza al perseguido, que se tambalea. Se levantan en la sala musicales gritos femeninos. La música describe un efecto descendente y las miradas de los congregados en el escenario siguen la imaginaria caída de un cuerpo desde el palco al centro del proscenio, donde, con un enorme golpe que el timbal subraya, aparece súbitamente el perseguido. Dos POLICÍAS sujetan a ISMAEL; los otros se acercan al caído. Los cantantes que escaparon van reapareciendo. Los POLICÍAS despojan al caído del sombrero, las gafas, la bufanda. Es ELOY. MARTA solloza.)

 
COMISARIO
No es él. No lo entiendo.
POLICÍA 1.º
Un cómplice ha sido. 520
LOS TRAMOYISTAS
¡No llevaba armas!
 

(El COMISARIO los considera fríamente. Después mira de soslayo a la sala y se interpone entre ella y el cuerpo para disimular sus movimientos, lo cual no impide, sin embargo, que se advierta cómo pone en la mano de ELOY su propia pistola.)

 
COMISARIO
Va armado.
POLICÍA 1.º
Va armado.
POLICÍA 2.º

 (A los TRAMOYISTAS.) 

¡Que nadie lo niegue!
 

(Los TRAMOYISTAS lo miran iracundos, pero callan. MARTA y el SEÑOR PALMA corren junto a ELOY y lo incorporan hasta arrodillarlo.)

 
SEÑOR PALMA
Está agonizando...
ISMAEL
Por favor, mis gafas. 525
Yo soy Ismael.
Los dos supusimos
que no habría disparos
y quiso salvarme.
 

(Un POLICÍA le tiende las gafas, que él se pone. La música se torna suave y triste.)

 
COMISARIO
¿Fuiste tú quien le ha dado la pistola? 530
ISMAEL
Es de usted la pistola, Comisario.
 

(Los POLICÍAS que lo sujetan lo golpean.)

 
COMISARIO

 (Irritado por la respuesta.) 

¡Ponedle al incendiario las esposas!
 

(Lo hacen. ELOY levanta con dificultad la cabeza y reconoce a su amigo. El COMISARIO indica que se lleven al detenido. Los POLICÍAS empujan a ISMAEL, que se detiene junto a ELOY.)

 
ISMAEL
Perdona, Eloy. Debí salir a tiempo.
Inútil todo ha sido. Tú te mueres...
Yo moriré también. Somos dos locos. 535
ELOY
No es todo inútil... Aunque no lo entiendas...
Los actos son semillas... que germinan...
Germinará tu acción... También la mía.
ISMAEL

 (Escéptico.) 

Tal vez.
POLICÍA 2.º

 (Empuja a ISMAEL.) 

¡Camina!
SEÑOR PALMA

 (Mirando su reloj.) 

¡Salgan, salgan pronto!
 

(El POLICÍA del palco, los apostados en la sala, fueron subiendo al escenario. Ahora salen todos por la izquierda tras los que conducen a ISMAEL. Los POLICÍAS 1.º y 2.º permanecen junto al COMISARIO.)

 
REGIDOR

 (Consulta su reloj.) 

¿Ordeno batería, señor Palma? 540
SEÑOR PALMA

 (Muy nervioso.) 

¡Prevención a la orquesta! ¡Batería!
 

(El REGIDOR sale por la derecha. Los cantantes desaparecen aprisa. RODOLFO no se mueve y mira a ELOY desde lejos con turbados ojos. El ELECTRICISTA permanece también en escena. El SEÑOR PALMA corre al fondo para mirar por el orificio, soltando el brazo de ELOY. ELOY se vence, sujeto a duras penas por MARTA. SIMÓN toma la bacía caída y corre a sostener a ELOY por el brazo que el SEÑOR PALMA abandonó.)

 
SIMÓN

 (Llorando.) 

No se nos muera, Eloy, hágame caso...
¡Vea lo que le traigo! Su remedio...

 (Le encaja la bacía en la cabeza.) 

Esto le va a curar... Usted lo sabe...
 

(Percute entre tanto, tierno y grotesco, sobre la bacía, que devuelve su ahogado sonido de latón.)

 
ELOY
Simón, no hay que llorar, pues no estoy solo... 545

 (Con sus ojos tremendamente fijos en los de MARTA.) 

Yo canto a una galaxia muy lejana.
 

(Su cabeza se abate y se le desencaja la bacía, que cae ante él. Ha muerto. MARTA y SIMÓN lo depositan blandamente en el suelo. Llega del fondo el comienzo de una obertura española donde se entreveran sones de guitarras. El SEÑOR PALMA vuelve del fondo y suplica al COMISARIO DE POLICÍA.)

 
SEÑOR PALMA
Aquí no pueden dejarlo...
COMISARIO

 (A los DOS POLICÍAS que han quedado.) 

Llévenlo a su camerino.
 

(Los POLICÍAS 1.º y 2.º se acercan al cuerpo de ELOY. Uno de ellos recoge con un pañuelo la pistola que retenía en su mano y se la guarda. Los TRAMOYISTAS, que miraban desde el escotillón donde los POLICÍAS los confinaron, se miran entre sí, suben al escenario y se acercan a su vez. Cuando los POLICÍAS se disponen a levantar el cuerpo, dos TRAMOYISTAS les tocan en la espalda. Los POLICÍAS los miran. Mirándolos con gesto impenetrable, todos los TRAMOYISTAS deniegan y los apartan, suave, pero resueltamente. Después levantan ellos el cadáver y se encaminan, lentos, hacia el camerino de la derecha. Uno de ellos se adelanta, lo abre y enciende la luz. Diríase que la obertura del fondo subraya, melancólica, esta muda marcha fúnebre. SIMÓN y MARTA van detrás del grupo. RODOLFO retrocede, sin dejar de mirarlo con inquietos ojos, que se quedan fijos en la puerta del camerino después que los TRAMOYISTAS la trasponen con el cuerpo. El COMISARIO toca en el brazo al SEÑOR PALMA y le indica que lo acompañe; con un movimiento de cabeza, ordena luego a los dos POLICÍAS que le sigan. Salen los cuatro por el lateral izquierdo. SIMÓN se sienta en los escalones, cerca del camerino; MARTA contempla, desde la puerta, el invisible cuerpo de ELOY. El ELECTRICISTA, que miraba también desde el escenario, observa la crispada cara de RODOLFO, suspira y repasa los focos con la mirada. Los TRAMOYISTAS van saliendo del camerino; tres de ellos cruzan para salir por la izquierda y los otros tres desaparecen tras el recodo del muro en el hombro derecho del escenario. MARTA no se ha movido. La luz que ilumina la bacía caída parece brillar más; repentinamente, comienza a sonar la extraña sucesión de notas que ELOY oía en ella y que pronto gana intensidad. El ELECTRICISTA echa a andar para salir por la derecha, pero se detiene y se vuelve, intrigado, hacia la bacía. No se sabe si oye algo o si le sorprende, simplemente, la indebida presencia del objeto en el suelo. Perplejo, se rasca la cabeza, se pasa la mano por la cara y opta por seguir su camino sin hacer caso, saliendo. SIMÓN vuelve despacio la cabeza y mira, asombrado, a la bacía. El REGIDOR entra rápidamente en escena por la izquierda, comprueba con una ojeada la disposición de la misma y vuelve a la izquierda para dar unas débiles palmadas. Luego corre a la derecha, pero, a la mitad del camino, se detiene y mira a la bacía un segundo. Sin darle más importancia, sigue su rápida marcha y palmea débilmente hacia la derecha, saliendo por ella. Por la izquierda entra presuroso SALUSTIO (El Ventero) con un libro en la mano, y cruza la escena para salir de ella y apostarse junto a la portalada de la derecha. Sin dejar de andar, se volvió un momento a mirar a la bacía. Por la derecha entra y se sitúa a su lado el MOZUELO, con una vela encendida. Entran también por la derecha las dos MOZAS DEL PARTIDO, quienes, al cruzar, se detienen cerca de la bacía y se miran perplejas. El REGIDOR asoma un instante por la derecha y les palmea débilmente, instándolas a correr y a situarse junto al pozo. Una de ellas toma de la pileta la espada desnuda de Don Quijote y la otra las espuelas. MARTA se vuelve, con una expresión nueva. Severa y penetrante, su mirada ya no es la de una infeliz muchacha. Sin mostrar sorpresa, mira a la bacía y se encamina a recogerla. SIMÓN no la pierde de vista. RODOLFO, que no se ha movido y la ve llegar, mira a la bacía, por primera vez, con zozobra y disgusto. Con sencillo y sereno ademán, MARTA levanta la bacía y mira a RODOLFO. El desvía la vista y va a situarse delante de las dos MOZAS. Sosteniendo la bacía y seguida por la intranquila mirada de RODOLFO, MARTA vuelve sobre sus pasos. SIMÓN se levanta al verla llegar y contempla el paso de la bacía con respeto y temor. Luego sigue, sumiso, tras la muchacha. La obertura concluye y, al tiempo que la lejana orquesta ataca un nuevo motivo, el telón del fondo comienza a subir. MARTA y SIMÓN entran en el camerino de ELOY, cuya puerta se cierra suavemente; pero las notas de la bacía, trocadas ya en invasora catarata, siguen mezclándose curiosamente con las mesuradas tonalidades del fondo. El telón sube del todo, Don Quijote se arrodilla y el Ventero, seguido del MOZUELO, entra en escena. RODOLFO no logra concentrarse; sus miradas se escapan hacia el camerino de ELOY. La MOZA que sostenía la espada se la entrega al Ventero, quien, tras susurrar ininteligiblemente durante breves instantes lo que finge leer en su libro a la luz de la vela, da a Don Quijote la pescozada y el espaldarazo. Mas también en su actuación se ha deslizado algún indeciso roce, alguna involuntaria pausa, alguna inquieta mirada de soslayo. Don Quijote se levanta y le dedica una profunda inclinación, que el Ventero le devuelve. Es evidente que todos trabajan fríamente esta noche y que su pensamiento se encuentra en otro lado. La MOZA recobra la espada y se la mete a Don Quijote en la vaina; la otra MOZA se arrodilla y le calza las espuelas. Entre tanto, se oye la segunda estrofa de la copla castellana, que alguna moza de la venta canta fuera, y su melodía también se entrama raramente con las notas incontables que parecen salir del camerino cerrado.)

 
VOZ 5.ª
El Caballero llegaba
a la fontecica fría 550
para aliviar su agonía
y el agua no le saciaba...
 

(Las cortinas comienzan a correrse muy despacio. Terminado de armar, Don Quijote se enfrenta al oscuro hueco de la sala del fondo y eleva sus bracos para cantar. A sus espaldas, Ventero, MOZAS y mozuelo fingen reprimir sus risas. La música se va amortiguando y es ya un hilillo sonoro cuando terminan de cerrarse las

 


 
 
CORTINAS)
 
 


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