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ArribaAbajoClase de los Crustáceos

Los animales articulados que vamos a estudiar se hallan provistos de un corazón y de branquias a fin de que puedan respirar en el agua. Las Langostas de mar, los Cangrejos y las Cucarachas, forman los tipos de este numeroso género; pero descendiendo por la cadena de seres que lo componen, su organización se va modificando y simplificando de tal manera, que los últimos crustáceos en su imperfección solo pueden vivir como parásitos; por lo que varios naturalistas los han colocado entre las lombrices intestinales.

El cuerpo de estos animales está dividido en anillos, a veces móviles, y a veces fijos y como pegados entre sí, distinguiéndose únicamente por simples surcos, situados en su punto de unión; ya finalmente se hallan tan íntimamente pegados, que forman como una pieza sola, sin que se observe el menor vestigio de división. Su esqueleto tegumentario presenta en general una consistencia pétrea, debida a la gran cantidad de carbonate de cal que entra en su composición. Esta costra, que ha dado pie para la denominación de Crustáceos que llevan los animales de que tratamos, es un verdadero epidermis, debajo del cual hay una membrana análoga al dermis de los animales superiores. En ciertas épocas se desprende y cae, del mismo modo que, según dijimos, sucede en el epidermis de las serpientes y el tegumento de los insectos. En los crustáceos, la necesidad de frecuentes mudas se hace más evidente todavía que en los insectos, puesto que la vaina sólida que los envuelve, no siendo extensible, opondría insuperable resistencia al desenvolvimiento de los órganos internos, si no cayese desde que llega a ser demasiado estrecha para alojarlos con comodidad. El modo como los crustáceos se despojan de su cubierta no deja de ser muy particular: comúnmente logran salir sin ocasionar en sus tegumentos la menor deformación; y cuando los abandonan tienen ya cubierta con los nuevos la superficie del cuerpo, aunque son aún sumamente blandos, y hasta al cabo de algunos días no adquieren la solidez que les es propia.

La cabeza, unas veces es libre, otras se halla unida al tórax; y sostiene los ojos, los dos pares de antenas y la boca, la que está provista de varios apéndices, semejantes algunos a verdaderas patas, de modo que sirven a un tiempo para coger los alimentos y para andar: por esto se les ha denominado pies- mandíbulas. Las patas se implantan en los anillos del tórax, y existen lo menos cinco pares. Tras de estas verdaderas patas, siguen dos series de apéndices insertos en el abdomen, que se llaman falsas patas, las cuales sirven para llevar los huevos, y concurren a facilitar la natación.

El sistema nervioso se compone de dos series de ganglios, situados en la cara ventral, junto a la línea media del cuerpo, y en número correspondiente al de los segmentos: hállanse más o menos aproximados, según que la organización del animal pertenece a un grado más o menos elevado. Por lo demás, estos animales gozan de unas facultades muy limitadas: sus ojos en general son compuestos, muy rara vez simples; y en los crustáceos de superior organización están sostenidos por unos pedúnculos móviles.

Algunos tienen el aparato auditivo situado a la base de las antenas externas, y se compone de una membrana semejante a un tímpano, encima de la cual existe una especie de vestíbulo lleno de cierto líquido, en el cual termina un nervio particular: en cuanto a los sentidos del gusto y del olfato, nada se sabe de positivo.

La mayor parte viven de sustancias animales; casi todos son masticadores, y únicamente algunos se alimentan de materias líquidas; y estos últimos, lo mismo que los insectos chupadores, están provistos de un hocico prolongado en forma de pico o de trompa, en cuyo interior se hallan unos apéndices delgados que hacen el oficio de lancetas. Los masticadores, al contrario, tienen la boca compuesta de un labro corto, de un par de mandíbulas, y de un labio inferior, de uno o dos pares de maxilas propiamente dichas, y en general, de uno o tres pares de maxilas auxiliares, o pies-mandíbulas.

Estos animales tienen la sangre blanca o ligeramente azulada, a la cual pone en movimiento un corazón situado en la línea media del dorso, y compuesto de una sola cavidad. Con sus contracciones empuja la sangre a las arterias, las cuales la distribuyen a todas las partes del cuerpo. Las venas son muy incompletas, y forman simples lagunas entre los diferentes órganos, hasta que al fin desembocan en grandes senos situados junto a la base de las patas; y de estas cavidades pasa la sangre a los órganos respiratorios, volviendo otra vez al corazón por unos canales muy distintos. Como los crustáceos son animales acuáticos, su respiración se efectúa por medio de branquias, los que carecen de estos órganos respiran por una porción de la piel; aunque hay algunos que son terrestres pero que respiran también por medio de branquias; y en ellos por una admirable disposición, pueden estos órganos conservar la humedad que necesitan para el ejercicio de sus funciones.

Todos los Crustáceos son ovíparos; y la hembra, cuando ha hecho la puesta, los lleva algún tiempo suspensos bajo del abdomen; o encerrados en una especie de bolsa formada por apéndices pertenecientes a las patas. Los hijos no sufren otras metamorfosis antes de su estado de adultos, que un aumento en el número de patas.

Nos guardaremos de sobrecargar la memoria del lector con los caracteres de los numerosos géneros que se han establecido en la clase de crustáceos, pues basta con que conozca los caracteres generales de las órdenes de que se compone. Desde luego pueden dividirse en tres grupos naturales; a saber: Masticadores, cuya boca está provista de maxilas y mandíbulas propias para la masticación; Chupadores, que tienen la boca compuesta de un pico tubuloso y lancetas; y Jifosuros, sin apéndices propios en la boca, que se halla rodeada de patas que hacen las veces de mandíbulas. Empezaremos por la división de los crustáceos masticadores que por sí solo constituye casi una sola clase. Contiene nueve órdenes que son como siguen:

1.º Decápodos: tienen los ojos pedunculados y móviles; branquias encerradas en cavidades particulares, situadas a cada lado del tórax, y por lo regular cinco pares de patas. (Decápodos significa diez pies.)

2.º Estomatópodos. Tienen los ojos como los Decápodos, sus branquias son externas y las patas en número variable. (Stomapodos significa pies en la boca.)

3.º Asifípodos. Los ojos sin pedículo; las branquias están sustituidas por un apéndice en forma de abanico; y patas torácicas, las que sirven para las funciones de locomoción, (Amphipodos equivale a pies de dobles funciones).

Lomípodos. Tienen los ojos, pies y branquias iguales a los de los anfípodos; pero el abdomen es rudimentario. (Lomipodos tiene la significación de pies en el cuello, pues en efecto la cabeza sostiene los dos pies delanteros.)

Isópodos. Ojos como los anfípodos; patas torácicas que también sirven para caminar; respiración por medio de apéndices en figura de abanico, situados en las falsas patas abdominales: (Isopodes es lo mismo que pies semejantes).

Cladóceros. Ojos, como los anfípodos; patas torácicas lamelosas para la respiración y la natación; cuerpo desnudo, o cubierto con un escudo sencillo, antenas ramosas; y esto significa su denominación.

Filópodos. Ojos, patas y órgano respiratorio como los Cladóceros, pero el cuerpo está encerrado entre dos valvas (Phyllopodos es equivalente a pies lamelares).

Copépodos. Ojos sentados o sin pedículo, sin branquias ni pies lamelares, y que respiran por la piel; cuerpo encerrado en un escudo con dos valvas laterales, por último, pies divididos en dos mitades. (Copepodos significa patas hendidas.)

Ostrácodos. Ojos y respiración como los Copépodos, cuerpo sin escudo ni envoltorio y en forma de concha bivalva. (Ostracodes significa en figura de ostra.)


ArribaAbajoOrden de los Decápodos

Volviendo a los Decápodos, nos limitaremos a describir tan solo las especies de mayor interés. Estos crustáceos tienen la cabeza y el tórax confundidos en una sola pieza cubiertos por una gran concha, escudo o espaldar, el cual se adelanta por la frente, y baja de cada lado hasta la raíz de las patas; al paso que posteriormente se extiende hasta el nacimiento del abdomen. Solo levantándolo podemos distinguir los segmentos del cuerpo. Las cuatro antenas son articuladas, y se insertan entre los ojos y la boca; de las diez patas, ocho sirven para andar, pues las dos delanteras terminan en tenaza y sirven como órganos de aprehensión. Dicha tenaza consta de dos piezas, y solo una, que se, considera como último artículo del pie, es móvil; pues la otra termina el penúltimo artículo, que es ancho y complanado como una mano. Llaman pulgar a la pieza o dedo móvil, índice al extremo fijo o inmóvil y mano a la base que sostiene el índice; el carpo o muñeca precede a los dos artículos que forman la tenaza. Los decápodos comprenden los dos grandes géneros Braquiuros y Macruros.

Los Braquiuros tienen una conformación más a propósito para correr que para nadar; el abdomen casi rudimentario, reducido a una especie de delantal que se encorva debajo del tórax. El nombre braquiuro significa cola corta. Tienen el espaldar muy ancho, y a primera vista parece cubrir todo el cuerpo, puesto que solo vemos el abdomen si volvemos de espaldas al suelo el animal. Las antenas son cortas; los pies-mandíbulas cubren toda la boca; las dos primeras patas terminan en pinza, en la que solo es móvil el dedo superior, que es el último artículo del pie.

El CANGREJO PAGURO (Cancer pagurus, LIN.). Tiene la concha rojiza, ancha, complanada, lisa superiormente, con ribetes en los bordes laterales, y tres dientes en la frente; tiene grandes presas, lisas, con los dedos negros e interiormente guarnecidos de tubérculos obtusos. Llega a adquirir hasta un pie de anchura, y hasta 5 libras de peso. La carne de este cangrejo es de las más estimadas, abunda en Francia en las costas del océano, y es mucho menos abundante en el Mediterráneo. Esta especie fue la que condujo a los naturalistas al descubrimiento de que los crustáceos gozan de la facultad de reproducir los miembros después de arrancados o rotos, tal como hemos visto que sucede en las arañas. Dicha renovación no se efectúa en los fragmentos; pues cuando una pata ha sido medio rota es necesario arrancar el artículo entero, lo que ejecuta artificialmente el animal, enderezando el muñón y desprendiendo el fragmento en la articulación; otros se lo arrancan con sus tenazas. Semejante extirpación es necesaria; pues sin ella muriera el animal por efecto de la hemorragia. Esto lo saben también las arañas, pues si rompemos una pata a alguno de estos animales, le vemos después arrojar el muñón.

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Paguro.

La ALMOHAZA (Cancer puber, LIN.). Está cubierto de vello amarillento; tiene cuatro dientes en cada borde lateral del escudo, y ocho dientecitos entre los ojos; de los cuales los dos del medio son más largos, obtusos y divergentes; sus presas son surcadas, armadas de una pinza fuerte y dentada en el lado interno del carpo; y de otro en el artículo siguiente, o mano; los dedos son negruzcos. Este crustáceo, cuya carne es muy delicada, se encuentra en todos los mares de Europa.

El CANGREJO DE MAR (Cancer Maenas, LIN.). Lo mismo que la almohaza, tiene cinco dientes en cada borde lateral del espaldar, o igual número en la frente, inclusos los que se hallan entre los ojos. La parte superior de la concha no tiene vello, sino que es ligeramente escamosa, con líneas profundas; los tarsos son estriados; la parte superior de la mano es comprimida y termina en un dientecito; se ve otro también, pero más grueso, al lado interno del artículo precedente; los dedos son estriados, casi igualmente dentados y tienen la punta negruzca.

El CABALLERO (Cancer cursor, LIN.). Tiene los ojos claviformes, que se extienden por la parte media de la longitud de su pedículo; las pinzas son casi semejantes, fuertes, pero cortas; los pedículos de los ojos terminan en un hacecillo de pelos. Vive en el litoral del Mediterráneo; corre con mucha velocidad. Durante el día se mantiene en las madrigueras que se abre él mismo en la arena, a orillas del mar, y no sale hasta después de puesto el sol.

Los Podóftalmos son unos cangrejos notables por la longitud de los pedículos que sostienen los ojos. Dichos pedículos están muy aproximados cerca de su punto de inserción, y se extienden hasta los ángulos laterales del borde anterior, alojándose en una ranura de la frente.

El PODÓFTALMO ESPINOSO (Podophtalmus spinosus, LATREILLE). La concha de este crustáceo es corta, transversal y complanada, provista lateralmente de dos espinas. La superior es muy grande, el borde anterior es enteramente convexo, y en su parte media presenta una especie de capucho, estrecho, levantado, y terminado en dos ramas o lóbulos abiertos. Encuéntrase esta especie en el Océano Índico.

Existe un podóftalmo fósil, a quien se ha dado el nombre de Defrance, naturalista muy versado en el conocimiento de los invertebrados fósiles.

Los Gecarcinos son unos crustáceos que tienen las cuatro antenas cubiertas por el capucho; el segundo y tercer artículo de los pies-mandíbulas externos grandes, complanados, y como foliáceos, y corvos, tal es el siguiente:

El CANGREJO DE TIERRA (Cancer ruricola, LIN.). Es de color rojo sanguíneo, y a veces con manchas amarillas y una impresión muy marcada en forma de H. Esta especie es muy común en las Antillas. Este cangrejo, en lugar de vivir en el agua, como los crustáceos ordinarios, es terrestre, y habita en las selvas húmedas. No obstante, respira por medio de branquias, aunque estas necesitan mayor cantidad de oxígeno de la que el agua puede contener en disolución, por lo que ejercen sus funciones en el aire lo mismo que los pulmones. La naturaleza, a fin de prevenir la desecación de estas branquias, ha colocado en el fondo de la cavidad respiratoria, ya una especie de dornajo, que sirve como depósito del agua necesaria para conservar la humedad en las branquias; ya una membrana esponjosa, situada en el fondo de la cavidad. Los cangrejos de tierra se alimentan en particular de sustancias vegetales; son nocturnos y crepusculares. Algunos habitan a grande distancia de la costa, en collados, que abandonan durante la época de las lluvias para volver al mar. Entonces se reúnen en numerosísimos grupos y se ponen en camino. Para el viajero que de noche se encuentra en los campos de la América meridional, no deja de ser un hallazgo muy extraño el de un ejército de cangrejos que atraviesa a paso de carga los bosques, prados, ríos sin detenerse por ningún obstáculo y sembrando la devastación por todas partes donde pasan. Se ha notado que sus etapas están dispuestas de modo que pueden renovar con regularidad la necesaria provisión de agua para mantener húmedas sus branquias. Habiendo el almirante Drake hecho desembarcar algunos hombres de su tripulación en una isla desierta, en el año de 1605, en las costas de América; estos cangrejos hambrientos les embistieron por las piernas, y después los derribaron y los devoraron, según se dice.

Las Arañas marítimas son unos cangrejos cuyo escudo es triangular, y regularmente se prolonga hacia el extremo anterior, de modo que forma un pico muy agudo; las patas son muy largas; y por esto se les dio el nombre de arañas.

La MAYA ESQUINADA (Cancer maya, SCOPOL.). Tiene 4 pulgadas de longitud; su concha se halla enteramente cubierta de tubérculos velludos; de la parte anterior de la frente salen divergentes espinas algo deprimidas; vese una gran punta encima de cada órbita, otras cinco muy recias a los lados de la concha, y otra debajo de la órbita. Esta especie abunda en el Océano y el Mediterráneo. Los antiguos hicieron de este cangrejo un atributo de la Diana de Éfeso, pues le achacaban grande sabiduría y afición a las delicias de la música: así en varias medallas griegas hallamos la efigie de este crustáceo.

Los Decápodos constituyen el grande género Macruro, nombre que se ha dado a estos animales porque tienen la cola de igual longitud a la del cuerpo, lo cual dicha voz significa, y terminada en cinco láminas dispuestas en forma de abanico, y formando una aleta. Estos crustáceos son esencialmente nadadores; la mayor parte de ellos no se asoman a tierra, y solo andan un poco en el fondo del agua; casi siempre están nadando; y los movimientos de la cola los impelen hacia atrás con la mayor velocidad.

Las Langostas, que pertenecen a esta división son unos crustáceos de grandes dimensiones, cuyas antenas son cilíndricas, muy largas, y erizadas de puntas, en ninguna de sus patas se ven pinzas, es decir, que terminan todas en un solo dedo; llevan en la frente dos grandes cuernos encorvados, y su concha se ve cuajada de puntas.

La LANGOSTA COMÚN (Astacus elephas, LEACH.). Algunas llegan a tener 1 pie y medio de longitud; y llenas de huevos pesan de 12 a 14 libras; tiene la concha espinosa y cubierta de vello, con dos grandes dientes delante de los ojos; la superficie superior del cuerpo es pardo-verdusca o rojiza; la cola está llena de manchitas y puntos amarillentos. Sus segmentos presentan un surco transversal interrumpido en su parte media; y sus bordes laterales forman ángulo con las dentelladuras. Las patas son entreveradas de rojo y de amarillento. Esta especie se encuentra en nuestras costas, y durante el invierno se mantiene en las profundidades del mar, aproximándose a la orilla solo al reaparecer la primavera. Hace el desove en las rocas, y los huevos son numerosísimos y colorados.

Los Cangrejos propiamente dichos tienen debajo de la raíz de las antenas externas un apéndice lamelar y móvil; el escudo terminado por su parte anterior en un cuerno mediano; las patas anteriores muy gruesas, armadas de recias pinzas; las patas de los dos pares siguientes, aunque delgados, terminan igualmente en pinza: por último, las del cuarto y quinto par terminan en un solo dedo. La carne de estos crustáceos es muy apreciada. Las dos especies principales son el Cangrejo de río, y el cangrejo marítimo, o Cabrajo.

El CANGREJO DE RÍO (Astacus fluviatilis, FABR.). Tiene sus pinzas anteriores escamosas y ligeramente dentadas en su borde interno. Vese una punta a cada lado del extremo del hocico, y dos en su base; los bordes laterales de los segmentos caudales forman un ángulo agudo; el color es pardo-verduzco, aunque varía accidentalmente. Estos animales viven en las aguas dulces de Europa, debajo de las rocas o en los intersticios de estas, no saliendo más que para ir en busca de alimento, que consiste en pequeños moluscos, pececillos y larvas de insectos. También comen carnes corrompidas o de cadáveres de cuadrúpedos en el agua. Esta sustancia ponen los pescadores en la red para atraer a estos crustáceos. También los pescan de noche con lumbre. Viven más allá de veinte años, y siguen creciendo hasta la muerte. La hembra, después de efectuada la puesta recoge los huevos, y formando de ellos un montón los pega a sus falsas patas. Los cangrejos al acabar de nacer son muy blandos y enteramente semejantes a la madre; cobíjanse debajo de la cola de esta, permaneciendo en dicho sitio hasta que su coraza se ha consolidado lo bastante.

Es el tiempo de la muda muy crítico para los cangrejos, pues la operación por cuyo medio se separan estos animales de su coraza protectora, no deja de ser muy laboriosa. Es fácil observarla teniendo el cangrejo en un recipiente de vidrio y examinándolo atentamente durante la primavera. Algunos días antes de despojarse de sus tegumentos, el animal deja de comer, y su concha se va poco a poco despegando de las carnes, sin dejar empero de cubrirlas. Después frota sus patas unas con otras, revuélcase y se pone patas arriba; extiende y contrae la cola varias veces alternativamente, agita las antenas; entumece el cuerpo y hace una hendedura en sus tegumentos entre el abdomen y el coselete. Después de hecha esta rotura, queda el animal en reposo durante algún tiempo, y luego hinchando las partes situadas debajo de la concha la solevanta, recogiendo la cabeza hacia atrás, y desprendiendo los ojos, antenas, brazos, y todas las patas unas después de otras. En seguida, con un rápido movimiento hacia delante, extiende la cola y se despoja de sus anillos. De esta suerte concluye la muda, que no pocas veces es mortal, y siempre muy penosa. Los nuevos tegumentos se endurecen a las veinte y cuatro horas. No solo se efectúa la renovación en los tegumentos externos, sino que se forma un nuevo estómago debajo del antiguo y lo va destruyendo poco a poco. En los cangrejos que están inmediatos a la muda, hallamos, siempre a los lados del estómago dos cuerpos calcáreos, llamados impropiamente ojos de cangrejo. Dichos dos calcáreos están destinados a suministrar los materiales de la nueva concha; pues si al día siguiente a la muda, cuando la concha solo está endurecida a medias, abrirnos el cangrejo, se advierte que dichos cuerpos calizos han disminuido de la mitad; si lo abrimos al tercer día apenas encontrarnos más que un átomo; y más tarde, nada absolutamente.

El CANGREJO MARÍTIMO (Astacus marinus, FABR.). Es conocido vulgarmente bajo el nombre de Cabrajo y algunas veces adquiere un tamaño enorme, puesto que se han hallado algunos que tenían más de 1 pie y medio de largo; la punta en forma de pico tiene tres dientes a cada lado, y otro doble en la base; sus pinzas son desiguales o muy gruesas; la mayor es oval con gruesas muelas; la otra es más larga con numerosos dientecitos. Este crustáceo, cuya carne es muy estimada, aunque de difícil digestión, habita en el océano europeo, y hasta en las costas orientales de África.

Los Palemones tienen cuatro patas de dos dedos, siendo las dos anteriores más pequeñas y replegadas, y el pico agudo. Hállanse en nuestras costas dos especies, conocidas con los nombres de langostines, gamarros salicotes.

El PALEMÓN PORTASIERRA (Paloemon serratus, LEACH.). Tiene 3 ó 4 pulgadas de largo; es de color rojo claro; aunque más subido e intenso en las antenas, en el borde posterior de los anillos caudales, y sobre todo en la aleta terminal. Su cuerno frontal sobrepasa de mucho al pedúnculo de las antenas medias; se dobla hacia su extremidad; lleva superiormente de siete a ocho dientes, no inclusa la punta, y cinco debajo; los dedos son tan largos como la pinza propiamente dicha, o penúltimo artículo: esta especie es muy apetecida de los gastrónomos. Con frecuencia observamos al lado de su concha una especie de lupia que abriga un crustáceo del orden de los Isópodos, y es el Bopyrus crangorum, de Latreille.

EL PALEMÓN ESQUILA o SALICOTE (Palemon Squilla, LEACH.). Es la mitad más pequeño que el langostín; su cuerno no sobrepasa de mucho a los pedúnculos de las antenas superiores; es casi recto, o muy poco encorvado, escotado en el extremo, con siete u ocho dientes encima, y tres debajo; los dedos de las pinzas son algo más largos que la mano. Abunda este crustáceo en las costas de la Mancha.

Los Paguros guardan no medio entre las langostas y los cangrejos; no tienen la cola tan bien organizada para la natación como algunos crustáceos de que hemos hablado; pero tampoco la tienen abortada o simplemente rudimentaria.

EL PAGURO BERNARDO (Cancer Bernardus, LIN.). Tiene el abdomen grueso, doblado sobre sí mismo y enteramente membranoso; al paso que los tegumentos de las demás partes del cuerpo son coriáceos. Semejante organización expone las partes traseras del animal a continuos riesgos; así es que este para robustecerlas y buscar una coraza que la naturaleza le ha negado, tiene el instinto de alojarse en un concha univalva, a cuyo fondo se adhiere agarrándose con las patas traseras; la arrastra consigo, y hasta se recoge dentro de la misma, no sacando fuera más que las pinzas anteriores. Al principio de cada año y cuando muda la piel, va en busca de una nueva concha más grande y más proporcionada a su magnitud: entonces se le ve examinar todas las conchas espirales que encuentra, midiendo su capacidad. Tan pronto como halla una que le convenga, ya tocante a su capacidad y lisura de la superficie, ya a su ligereza, abandona la que le cobija, y entra precipitadamente a ocupar la nueva, a la que se agarra con tal fuerza, que no se le puede obligar a salir sino por medio del fuego. Esta particularidad de hábitos ha hecho dar al paguro los nombres vulgares de Soldado, Ermitaño, Diógenes, cuya significación se trasluce desde luego.

Los Birgos son unos grandes crustáceos del mar de las Indias, semejantes a los paguros, y cuya cola, sin ser membranosa, es algo más redondeada. La especie más notable de este subgénero es el Cangrejo volador.

El CANGREJO LADRÓN (Cancer lairo, LIN.). Tiene el tórax dividido por cuatro suturas, y el abdomen sencillo e inferiormente abultado. Este animal por la noche sale del mar y sube a los cocoteros para quitar los frutos, de que anda muy goloso. Pero lo más digno de atención en estas costumbres anfibias es que al parecer provocan una anomalía mucho más rara aun en otro animal, que, lo mismo que el cangrejo, respira por medio de branquias: tal es cierto pez acantopterigio, a saber la Perca scandens, la que abandona también su elemento natural, cual si quisiese seguir el ejemplo que le da el cangrejo ladrón, y persigue a este último hasta en los cocoteros a los que se ha subido. Tan extraña facultad proviene de una particular organización que permite a la Perca conservar una corta cantidad de agua para humedecer las branquias, las cuales por otra parte están privadas del contacto del aire por cubrirlas exactamente los opérculos.




ArribaAbajoOrden de los Estomatópodos

El orden de los crustáceos estomatópodos ofrece especies poco interesantes; entre ellas citaremos únicamente las Esquilas, cuyos tegumentos forman un solo escudo de figura cuadrilonga, que cubre la cabeza, a excepción de los ojos, antenas y primeros anillos torácicos: todos con pies-mandíbulas, de los que los segundos tienen gran dimensión, y los cuatro pies delanteros son muy aproximados a la boca; por cuya circunstancia se han llamado Estomatópodos, y forman dos líneas que convergen hacia abajo; el cuerpo es largo y estrecho.

La ESQUILA MANTA (Cancer mantis, LIN.). Tiene unas 7 pulgadas de longitud; el garfio de las pinzas tiene seis dientes; el cuerpo presenta en su cara superior varias líneas en relieve; el anillo posterior tiene dos manchas rojizas. Esta especie, cuya carne es muy estimada, no es rara en nuestras costas del Mediterráneo; en el mediodía de Francia la llaman Prega Diou (rezadora), lo mismo que a las mantas ortópteras, de que hemos hablado en su propio lugar.

El orden de los Anfípodos nos ocupará también muy poco: citaremos solo dos especies, por cuanto las demás ofrecen poquísimo interés.

El TALITRO SALTADOR (Gammarus locusta, FABR.). Tiene el cuerpo muy deprimido, con las caderas de los últimos pares de patas muy grandes; ningún pie tiene pinza; la cola presenta espinas bífidas. El Talitro es común en los arenales marítimos donde salta con extrema agilidad.

La PULGA DE AGUA (Gammarus pulex, LIN.). No debe confundirse con el palemón. Tiene los cuatro pies delanteros en figura de pequeñas garras, con las uñas que se doblan hacia abajo. Su magnitud no excede de media pulgada; su cuerpo es largo y muy deprimido, lo que obliga al animal a nadar sobre un costado cuando se halla en el fondo del agua. Esta especie es muy abundante en los alrededores de París; es carnívora y se alimenta de insectos, peces y otros animales muertos.




ArribaAbajoOrden de los Lemípodos

Los crustáceos pertenecientes a este orden tienen el abdomen en estado rudimentario. Únicamente citaremos el Piojo de la Ballena.

El PIOJO DE LA BALLENA (Oniscus ceti, LIN.). Tiene el cuerpo muy ancho, las patas cortas; vive como parásito en el cuerpo de la ballena; lo que le ha hecho dar el nombre que lleva. También se le encuentra en el cuerpo del tiburón.




ArribaAbajoOrden de los Isópodos

En este orden se hacen notar los Bopyros y los Cloportas o cochinillas. Los Bopyros son unos parásitos sin ojos y sin antenas, de cuerpo complanado y muy pequeño, con las falsas patas abdominales guarnecidas de apéndices branquiales ramosas. Ya hemos hablado de ellos al tratar de los Palemones debajo de cuya concha se albergan.

Las Cloportas tienen antenas laterales de ocho artículos, y la base cubierta por los bordes de la cabeza; las branquias se hallan contenidas en las primeras escamas situadas debajo de la cola; los dos apéndices externos de la extremidad de esta son mucho mayores que los dos internos. Cuando se les inquieta se enroscan en forma de bola. Frecuentan los sitios retirados y oscuros, como los subterráneos, las bodegas, las hendeduras de las paredes y debajo de las piedras. Aliméntanse de sustancias vegetales, y animales en estado de corrupción, y casi nunca salen de su escondite, como no sea en tiempo húmedo. La hembra reúne los huevos en una bolsa membranosa que tiene debajo del tórax; los hijos nacen allí, y la madre se los lleva a todas partes consigo cuando va en busca de alimento. Basta coger una hembra y ponerla patas arriba para ver como los pequeñuelos salen de la bolsa membranosa en que estaban metidos.

La CLOPORTA DOMÉSTICA (Oniscus asellus, LIN.). Llámanla también cochinilla y cucaracha. Es lisa, cenicienta, con manchas negras y algo amarillas; pero en el campo se encuentran otras dos variedades que tienen también diez segmentos, sin contar la cabeza, la cola y dos apéndices en esta. La primera es muy lisa, de color pardo con manchitas grises, aunque sin mancha alguna amarilla; y la otra es de un negro mate, y superiormente escamosa.

El ARMADILLO (Oniscus armadillo, LIN.). Es ancho y liso; de color negro con algo de blanco en el borde de los segmentos. De los diez de estos, de que consta su cuerpo, sin tomar en cuenta la cabeza y la cola, los siete primeros son anchos, los tres últimos cortos, y estos últimos con el de la cola forman la extremidad del cuerpo del animal, el que es redondeado y sin ningún apéndice: esto constituye el carácter específico del Armadillo.

Las Ligias son cloportas marítimas, que tienen las antenas laterales compuestas de un gran número de articulitos, y el abdomen terminado en dos estiletes bifurcados.

La LIGIA OCEÁNICA (Oniscus oceanicus, LIN.). Tiene una pulgada de largo; el color gris, con dos grandes manchas amarillentas en el dorso; las antenas laterales son la mitad más cortas que el cuerpo, y su tallo está dividido en 13 artículos; los estiletes tienen la misma longitud que la cola. Esta especie abunda en nuestras costas, donde la vemos trepar por las rocas. Cuando alguno quiere cogerla, repliega este animalito las patas y se deja caer.




ArribaAbajoOrden de los Copépodos

(Los cuatro órdenes que siguen, a saber: los Copépodos, Ostrácodos, Cladóceros y Filópodos, fueron antes inclusos en el género Monoculo de LINNEO.) (Voz que significa un solo ojo). Los Copépodos no tienen coraza, sus ojos están situados en medio de la frente y confundidos en una sola masa, de manera que parece que estos animalitos no tengan más que un ojo. Los Cíclopes, que forman el género principal de este grupo, son unos crustáceos casi microscópicos, muy copiosos así en las aguas dulces como en la de mar.

El CÍCLOPE CUADRICORNIO (Monoculus quadricornis, LIN.). Tiene 2 líneas de longitud total, las antenas simples, o sin divisiones; las inferiores compuestas de cuatro artículos, y su longitud iguala a los dos tercios de las superiores. El cuerpo es abultado y ovoideo, y la cola estrecha y compuesta de seis segmentos. El color varía de rojizo a verduzco.




ArribaAbajoOrden de los Ostrocodos

En este orden las especies tienen el cuerpo cubierto de un doble escudo, semejante al de una concha bivalva; a él pertenecen los Cíprides.

La CÍPRIDA PARDA (Cypris fusca, STRAUS.). Su longitud es de dos tercios de línea: vive en las aguas tranquilas, donde se alimenta de sustancias de animales muertos, que aún no se hallan en estado de putrefacción, y también come confervas. En vez de llevar los huevos debajo del abdomen, los depone encima de algún cuerpo sólido, y en el mismo los pega por medio de un filamento verde semejante al musgo. Dichos huevos se abren a los cuatro días y medio, y su producto al nacer tiene ya la organización que debe conservar toda su vida. Pero lo que más sorprende en la historia de estos animales, es que desecados los charcos donde han vivido, cuando después de algún tiempo viene una lluvia a formarlos de nuevo, aparecen otra vez poblados de cíprides. Dicho fenómeno se explica por la facultad que tienen estos animales de hundirse debajo del fango húmedo, y de permanecer así conservando la vida hasta que venga otra lluvia; pues si el limo queda del todo seco mueren sin remedio, aunque quedan sus huevos, que nacen apenas la humedad los favorece.

El POLIFEMO DE LAS LAGUNAS (Monoculus pediculus, LIN.). Tiene las antenas en forma de remos, bifurcadas, y compuesta cada una de cinco artículos; la cola se ve doblada hacia el dorso.




ArribaAbajoOrden de los Cladóceros

Los animales de este orden tienen las antenas semejantes a dos brazos ramificados. Citaremos las Dafnias. Estos crustáceos diminutos viven en las aguas dulces y estancadas.

La DAFNIA PULGA (Monoculus pulex, LIN.). Swammerdam la llama pulga acuática arborescente, y Geoffroy loro acuático. Es la más común de todas: tiene el pico grande y convexo; el cuerpo complanado lateralmente, lo mismo que el de una pulga: la contiene una especie de escudo bivalvo transparente. Las antenas le sirven de remos para nadar y de miembros para facilitarle andar a saltos. Su color varía, pues algunas veces es blanco rojizo, otras verduzco, y algunas rojo. Este último color, dice Geoffroy que en la primavera, cuando las aguas contienen muchos de tales crustáceos, estos les comunican un tinte colorado que asusta al vulgo, quien cree ver el agua convertida en sangre.




ArribaAbajoOrden de los Filópodos

En este orden hallamos los Apus, quienes tienen la cabeza y tórax ocultos debajo de un grande escudo horizontal.

El APUS CANCRIFORME (Apus cancriformis, LATREILL). Geoffroy le da el nombre de binóculo con cola de red: la voz binóculo que equivale a dos ojos, indica que en esta especie los ojos están separados. El cuerpo tiene 18 líneas de longitud, 10 líneas de anchura, y lo cubren dos válvulas, que se separan hacia atrás dejando ver solo la cola. De ahí su nombre Apus, que significa sin pies. No obstante, existen estos en número de seis; la cola termina en dos largos filamentos bastante duros, que no tienen láminas entre sí. Esta especie vive en los fosos, en los charcos, y en las aguas estancadas, donde forman reuniones innumerables. Aliméntase de renacuajos, y a su vez sirve de pasto al pájaro que llaman lavandera.




ArribaAbajoDivisión de los Crustáceos chupadores

Acabamos de pasar en rápida revista a los crustáceos masticadores; ahora vamos a tratar con la misma rapidez de los chupadores que forman la segunda división de la clase. Viven estos últimos en otros animales como parásitos; tienen la boca en forma de pico, o de trompa, que contiene apéndices estiliformes, propios para taladrar los tegumentos de los vertebrados, de cuyos humores se sustentan: tal es el siguiente.

El ARGULO FOLIACEO (Monoculus foliaceus, LIN.). Fíjase debajo del cuerpo de los renacuajos de las ranas y de los peces: tiene el escudo oval, escotado hacia atrás, y cubriendo el cuerpo, a excepción de la extremidad del abdomen; tiene doce pies; el cuerpo complanado, de un verde-amarillento claro, y de unas dos líneas y media de largo.




ArribaAbajoDivisión de los Jifósuros

Este orden se compone del solo género Límulas, cuya estructura es una de las más anómalas, y que, según Strauss, debiera colocarse entre los Arácnidos. Son estos crustáceos, llamados en América Cacerolas, unos grandes animales, cuyo cuerpo está dividido en dos partes; la primera se halla cubierta por un escudo semicircular; sostiene los ojos, las antenas, seis pares de patas que rodean la boca y juntamente sirven para caminar y para mascar. La otra porción del cuerpo se halla cubierta por otro escudo casi triangular, y sostiene cinco pares de patas natatorias, cuya superficie posterior se ve guarnecida de branquias, y termina en una cola larguísima en forma de espada; de donde nace su nombre Jifósuros, o cola en forma de espada. Estos crustáceos se encuentran en los mares de los países cálidos.

La LÍMULA POLIFEMO (Monoculus polyphemus, LIN.). Llámanla vulgarmente. Cangrejo de las Molucas: tiene la cola algo más corta que el cuerpo de forma triangular, y con dientecillos muy finos en la arista superior, sin surco que se prolongue por debajo. Esta especie llega a veces a tener hasta 2 pies de longitud, y regularmente se mantienen en las orillas del Océano Índico.

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Límula Polifemo o Cacerota.

La LÍMULA CÍCLOPE (Limulas cyclops, FABR.). Esta es otra especie del Océano Americano que allí llaman Cacerola; y su concha, quitadas las patas, puede servir para sacar agua. Los salvajes emplean la punta de la cola para hacer flechas, las que son muy temibles: los huevos de ambas especies son comestibles.






ArribaAbajoClase de los Cirrípodos

Los animales articulados de esta clase guardan un medio entre los crustáceos de que acabamos de hablar, y los moluscos de que luego trataremos; todos ellos son marítimos, y cuando jóvenes nadan libremente; pero luego después se fijan para siempre en algún cuerpo submarino, pegándose a él por la espalda. Tienen la figura prolongada; el cuerpo encorvado sobre sí mismo, y encerrado en una especie de concha que consta de varias piezas. No tienen ojos; su boca es semejante a la de los crustáceos; la cara abdominal del cuerpo la ocupan dos filas de lóbulos carnosos, de cada uno de los cuales nacen dos largos apéndices córneos, provistos de pelos, y compuestos de un gran número de artículos. Esta especie de brazos, que llaman cirros, son veinte y cuatro; y el animal los saca y recoge dentro de la concha, con cuyos repetidos movimientos produce en el agua unos pequeños torbellinos, los que arrastran hacia la boca del cirrípedo los animalúnculos de que se alimenta: Tienen un corazón alojado en la parte dorsal de su cuerpo, y respiran por medio de branquias. Toda esta clase la forman dos grandes géneros o familias, a saber: las Anatifas y las Balanitas, de las que Linneo hizo su género Lepas.

Las Anatifas están contenidas en una especie de manto, abierto por un lado y suspendido en un tubo carnoso.

La ANATIFA LISA (Lepas anatifera, LIN.). Su manto está cubierto por cinco láminas testáceas, desiguales y lisas; las branquias, que tienen la forma de pequeñas pirámides, están fijas en la base de los cirros, y los huevos están metidos en un órgano situado en el interior del pedúnculo o tubo carnoso. Este tubo, que está señalado con arrugas transversales, sirve al animal para adherirse a las rocas, a las quillas, o a pedazos de madera flotantes. A esta especie se ha dado el nombre de Anatífera por la fábula que supone nacer de la misma una especie de ánades.

Los Polícipes son unas anatifas que a más de las cinco válvulas principales tienen otras varias más pequeñas en el pedículo.

El POLÍCIPE AGRUPADO (Lepas pollipes, LIN.). Encuéntrase en las costas de la Mancha y del Mediterráneo; la especie se halla caracterizada por la reunión de varios individuos, que viven agregados en un mismo punto de inserción; el pedúnculo es corto y escamoso, y la concha consta de muchas válvulas, lisas, y desiguales entre sí.

Las Balanitas, o bellotas de mar, son cirrípodos que no tienen pedúnculo; están encerradas en una especie de concha cónica, muy corta, fija por la base, y se compone de varias láminas articuladas entre sí. Ocupan la abertura de esta concha dos o cuatro válvulas móviles, y entre estas hay una hendedura destinada a dar paso a los cirros. Las branquias son unas láminas foliáceas, adheridas a la superficie interna del manto.

La BALANITA SURCADA (Lepas balanus, LIN.). Su concha es blanquecina, cónica y surcada longitudinalmente; y los radios son estriados en dirección transversal. Esta especie cubre las rocas, y con ellas de todas nuestras costas. También se adhiere a veces a la Balanita tulipán (Lepas tintinnabulum, LIN.). Esta tiene la concha purpúrea, cónica y convexa, señalada con líneas longitudinales. Los radios también son estriados, y el opérculo prolongado hacia la parte posterior, en forma de pico.

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Balanita surcada.

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El animal crecido y fuera de su concha.




ArribaAbajoClase de los Gusanos

Los Gusanos, que colocamos a lo último del tratado de los animales articulados, fueron considerados por el sabio Edwards, profesor en el Jardín Real, como formando una serie a parte, una subramificación bien declarada. En estos animales la organización articulada va perdiéndose más y más, pues lo que en ellos se llama segmentos o anillos son unos meros repliegues transversales que surcan la piel y ciñen el cuerpo; en cuanto a miembros articulados para la locomoción, faltan absolutamente. Estos órganos se hallan representados por unos tubérculos provistos de pelos, y en estos animales todas las partes de su organización se degradan en términos, que solo se presentan en un extremo grado de imperfección. Los gusanos en general tienen el cuerpo muy largo: forman tres órdenes, que son: Anélidos, Sistólidos, y Helmintos.


ArribaAbajoOrden de los Anélidos

Los gusanos que componen este orden tienen en su mayor parte sangre colorada. Esta semejanza a los animales superiores indujo a ciertos naturalistas a poner los anélidos al frente de los animales articulados, no obstante que bajo todos los demás conceptos, su organización es inferior a la de los insectos, de los arácnidos y de los crustáceos. Tienen el cuerpo largo, blando, dividido por medio de pliegues circulares en un gran número de anillos. La mayor parte presentan a cada lado del cuerpo una larga serie de hacecillos de pelos, sostenidos por pedúnculos carnosos, y que hacen el oficio de patas, regularmente a los lados de cada anillo se ven dos hacecillos situados el uno encima del otro, aunque a veces están reunidos; otras veces en la base de cada anillo hay un apéndice blando, largo y cilíndrico, llamado cirro; en algunos solo marcan el sitio de los pies unos pelos recios, y en otros finalmente no existe la menor señal de miembros.

El sistema nervioso de los anélidos es muy sencillo, consistiendo en una sarta de pequeños ganglios que se extienden de uno a otro extremo del cuerpo. Muchos de estos animales presentan en sus partes anteriores unas manchitas, que acaso sean ojos, y la cabeza provista de filamentos tal vez destinados como asiento del tacto, y llevan el nombre de cirros y de tentáculos. La boca ocupa la cara inferior de la cabeza, o el extremo anterior del cuerpo. La respiración a veces es aérea, en general acuática, y se efectúa por medio de branquias. Los Anélidos se han dividido en cuatro familias; a saber: Errantes, Tubícolos, Torrícolas y Chupadores.


ArribaAbajoFamilia de los Anélidos errantes

Estos anélidos tienen los órganos de la respiración fijos en la parte media del cuerpo, o en toda su longitud; la cabeza en general se presenta distinta, y están provistos de hacecillos de pelos que les sirven de patas; andan y nadan muy bien, regularmente viven debajo de las piedras, entre las conchas, o hundidos en la arena: cierta especie de mucosidad que trasuda de su cuerpo constituye a manera de una vaina tubular dentro de la cual habitan. Pero dicha vaina no es sólida, y el animal puede abandonarla cuando quiere e ir lejos a buscar su presa. Todos son marítimos, y sus especies numerosísimas; así es que señalaremos solamente algunas.

La ARENCÍOLA DEL PESCADOR (Lumbricus marinus, LIN.). Tiene de 10 a 12 pulgadas de largo, solo tiene branquias en la parte media del cuerpo; su cabeza no es distinta, y no tiene antenas, ni ojos, ni cirros, ni maxilas. Los pescadores hacen de ella gran consumo para cebar los anzuelos. Cuando la cogen despide de su cuerpo un humor amarillo que mancha los dedos. Encuéntrase en la arena a uno o dos pies de profundidad, pero se descubre su retiro por unos cordones de arena enroscados formando un montoncito, los cuales echa hacia fuera el animal.

La SÉRPULA VERMICULAR (Serpula vermicularis, LIN.). Tiene su concha que arrastra por el suelo, y es redondeada y adelgazada hasta terminar en punta, y no en espiral, aunque encorvada. Vive en el Océano de Europa.

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La Sérpula vermicular.18

El DÉNTALO ELEFANTINO (Dentalium elephantinum, LIN.). Habita en un tubo casi regular; ligeramente corvo, que se adelgaza por grados hacia su extremo posterior, y está abierto por ambos extremos: es estriado y presenta diez ángulos. Esta especie, cuyo animal es poco conocido, habita en los mares de la India y de Europa.




ArribaAbajoFamilia de los Anélidos terrícolas

Los gusanos de esta familia tienen el cuerpo cilíndrico, adelgazado por ambos extremos y guarnecido de varias filas de pelos que tienen el uso de patas; su cabeza no es muy distinta, y no tienen ojos, ni antenas, ni mandíbulas, ni cirros, ni branquias externas. Viven en la tierra, o en el fango.

Las Lombrices son los únicos anélidos que no son acuáticos; sino que viven en la tierra húmeda, y parece que respiran por toda la superficie de la piel: gozan de la facultad de multíplicarse por la simple división del cuerpo.

La LOMBRIZ TERRESTRE, o GUSANO DE TIERRA (Lumbricus terrestris, LIN.). Es colorado, y tiene en los anillos seis filas de espinas dirigidas hacia atrás. La boca está al descubierto, y tiene dos labios; el cuerpo presenta a un tercio de su longitud algunos anillos, apretados, de color más subido, y más prominentes los que forman como un cinturón. Aliméntase de restos vegetales y animales, y por la noche sube a la superficie de la tierra.




ArribaAbajoFamilia de los Anélidos Chupadores

Los gusanos de esta familia tienen el cuerpo desprovisto de pelos, y en cada extremidad del mismo presentan una cavidad dilatada y asidora, la cual obra al modo de una ventosa, facilitando al animal el medio de adherirse fuertemente a los objetos en los que aplica estos órganos. La boca está situada en el fondo de la ventosa anterior, y se halla armada de pequeñas maxilas. La extremidad anterior en su cara dorsal presenta cierto número de manchitas, que acaso sean ojos. Todos estos animales viven a expensas de otros, a los cuales chupan, o bien se los tragan: los unos se fijan en los peces y en las ranas; otros devoran los moluscos y larvas de los insectos; algunas especies se pegan a los ganados y hasta a los hombres, cuando han permanecido en el agua; y aun en ciertas ocasiones, vemos algunos que se introducen por la boca de los caballos cuando estos van a beber en las fuentes, y anidan luego debajo de su lengua en las fosas nasales y en el esófago: tales son las Sanguijuelas, género caracterizado por una ventosa oval y oblicua; diez ojos dispuestos en una línea curva, y maxilas recias y dentadas. Estas son triangulares, fijas en unos tuberculitos; y su borde libre está lleno de una doble hilera de dientecitos. Cuando la sanguijuela quiere romper la piel del animal a que se ha pegado, fija la ventosa fuertemente en el punto que quiere chupar. Enderézanse los tubérculos que sostienen las maxilas, se contraen, y las piezas dentadas cortan con su movimiento la piel que tienen entre ellas. Entonces se hacen tres llaguitas que, juntas, presentan la figura de una Y, de la que sale la sangre, que el animal va chupando gota a gota trasladándola a su grande estómago. Los médicos han sacado gran provecho de esta facultad de las sanguijuelas haciendo con ellas sangrías locales: y hace algunos años que se ha generalizado tanto este medio de tratamiento, que las sanguijuelas han llegado a ser un artículo importantísimo de comercio; hanse despoblado los estanques y arroyos de Francia y de España, y en la actualidad van a buscarlas en los pantanos de Hungría y de Turquía. Hablaremos de las dos especies mejor conocidas.

La SANGUIJUELA MEDICINAL (Hirudo medicinalis, LIN.). Tiene el cuerpo de 4 a 5 pulgadas de largo, compuesto de 98 anillos, que forman una ligerísima arista en su contorno, el cual está lleno de mameloncitos granujientos, los cuales se desvanecen cuando el anillo se prolonga. La abertura de la boca está doblada longitudinalmente debajo del labio superior; la ventosa caudal es de doble extensión a la de la boca, y tiene su disco algo radiado. El color de este animalito es verde-oscuro en el dorso, con seis fajas rubias, tres a cada lado; de las que las intermedias están señaladas con una serie, de manchitas o puntos de color negro aterciopelado; las dos listas exteriores son absolutamente laterales, y están subdivididas por una fajita negra en cada una. El vientre es oliváceo, con anchos bordes, y enteramente manchado de negro.

La SANGUIJUELA OFICINAL (Sanguisuga officinalis, SAVIGNY). Llámanla comúnmente sanguijuela verde, y es del mismo tamaño que la medicinal; su cuerpo tiene el mismo número de segmentos, igualmente con su ligera arista y sus mamelones. El color es un verde menos subido, con seis fajas superiores dispuestas del mismo modo; aunque muy nebulosas y variables en so matiz, y en la mezcla del negro y del rojo; la cara inferior es de un verde-amarillento, con bordes negros y sin mancha alguna. Los seis ojos anteriores son muy prominentes, y parecen aptos para la visión.

Hasta hace pocos años no se conocía el modo como las sanguijuelas se reproducen: son ovíparas, y sus puestas constan de ocho a quince huevos, rodeados de un verdadero capullo. Este está formado de un tejido semitransparente de 2 líneas de espesor, y construido con fibras muy fuertes, finas y entrelazadas con suma regularidad, de manera que forman más mallas hexágonas. La cápsula que este tejido protege es una bolsa ovoidea, de paredes delgadas y fuertemente pegadas al capullo, y en uno de los polos presenta una abertura circular de cosa de media línea, destinada a dar paso a las tiernas sanguijuelas al salir a luz. En esta cápsula están alojados los huevos de las sanguijuelas; primeramente llenos de una jalea transparente y homogénea, pero que pronto deja ver el sucesivo desarrollo del animal que de ellos debe salir. Se ha visto que el capullo esponjoso está formado después de puesta la cápsula. La sanguijuela lo depone bajo la forma de una haba espumosa, la que, secándose pronto, adquiere la forma de una red.






ArribaAbajoOrden de los Sistólidos

Los gusanos que componen este orden solo son conocidos desde la invención del microscopio. Mientras que este instrumento solo llegó a centuplicar sus dimensiones, no pudo verse en su interior ningún órgano distinto, y por mucho tiempo se les ha citado como ejemplos de seres compuestos de una simple jalea animada, que se alimentaban por absorción efectuada en toda la superficie del cuerpo; pero los naturalistas modernos, poseedores de instrumentos de mucha mayor fuerza aumentativa, han visto que dicha organización microscópica solo era simple en apariencia; pues el cuerpo de estos animalúnculos ofrece claros vestigios de divisiones anulares: es semitransparente; la boca, que ocupa el extremo anterior, presenta dos costillas en su circunferencia, y una especie de pestañas de un movimiento rotatorio muy sensible: el fondo de la boca está guarnecido de recios músculos, y de maxilas laterales. También se ha descubierto que tienen estos animalillos un sistema nervioso ganglionar.

Citaremos de este orden solamente los Rotíferos. Estos tienen el cuerpo largo y terminado anteriormente por dos coronillas de pelos, que se recogen en el interior, o salen a fuera, al antojo del animal: estos pelos ejecutan sucesivas vibraciones, lo que pudiera hacer creer que cada corona es una rueda dentada que da rápidamente vueltas sobre su eje; el cuerpo termina posteriormente en una cola bifurcada y articulada que le sirve para fijarse. También se ha notado en ellos dos puntos colorados, que sin duda serán ojos. Estos animalillos viven en las aguas estancadas, donde nadan con una extrema velocidad. Ponen huevos de figura oval.

El ROTÍFERO DE LOS TECHOS (Furcularia rediviva, LAMARCK). Es cilíndrico; su cola es larga y tiene cuatro puntas. Es esta especie que se ha hecho célebre con motivo de los experimentos que sobre ella hizo Spallanzani. Vive en las aguas, así las dulces como las saladas, y se halla en las goteras de los techos donde permanece algún tiempo agua. Su vida se suspende por causa de la desecación; pero basta humedecer el sitio donde se halla con una gota de agua para que recobre inmediatamente la existencia.




ArribaAbajoOrden de los Helmintos

Los Helmintos, Entozoarios, o Lombrices intestinales, que, lo mismo que los rotíferos, fueron antiguamente colocados entre los Zoófitos, nada ofrecen de radiado en su estructura, antes bien se juntan naturalmente a los Anélidos. La mayor parte solo pueden vivir en el interior de otros animales; y se alojan en el hígado, en los ojos, en el tejido celular, y hasta en los músculos y en el celebro, del mismo modo que en el canal digestivo. Son vivíparos y ovíparos, siendo muy difícil aunar de qué manera se transmiten de un animal a otro, o cómo pueden penetrar en la profundidad de los órganos, en cuyos puntos íntimos se desarrollan. En su mayor parte se asemejan a las lombrices y a las sanguijuelas; pero carecen de ganglios nerviosos, y su sangre no es colorada; el cuerpo es cilíndrico o complanado, y muy largo, y presenta trazas de divisiones anulares; algunos tienen vasos, otros ofrecen vestigios de un sistema nervioso. El género más notable, de est orden es el de las Tenias, llamadas vulgarmente Lombrices solitarias, cuyo cuerpo termina anteriormente en una cabeza pequeña de figura cuadrada, que en cada ángulo tiene una fosita o chupador, y en la parte media un tubérculo que se asemeja a menudo a una trompa; al rededor de la misma hay unos garfios, por cuyo medio se fija el animal en las paredes intestinales. Sigue luego un cuello largo y filiforme, que va ensanchándose por grados hasta continuar en el cuerpo, el cual es complanado, y compuesto de articulaciones más o menos señaladas. Su tejido es blanquizco y casi gelatinoso. Todos los animales vertebrados están sujetos al parasitismo de estas lombrices, que se alojan en el intestino, y se alimentan absorbiendo por sus poros los jugos nutricios. Su presencia, en general, causa debilidad, enflaquecimiento, una hambre insaciable, y los más crueles padecimientos, que alguna vez hallan su término en la muerte.

La TENIA DE ANILLOS ANCHOS (Taenia vulgaris, LIN.). Ninguna parte saliente se nota en medio de los cuatro chupadores: sus articulaciones son cortas y anchas, y tienen un doble poro en medio de cada cara lateral. Los individuos de mayores dimensiones llegan a más de 100 pies de longitud, y su anchura es de cosa de 1 pulgada. El célebre médico Boërhaave curó a cierto noble joven de uno de estos animales que tenía 300 pies de longitud.

La TENIA DE ANILLOS LARGOS (Taenia solium, LIN.). Tiene la prominencia media entre los chupadores provista de puntitas radiadas las articulaciones son más largas que anchas, excepto las anteriores. Es blanca, casi cartilaginosa, con los artículos oblongos casi cuadrados y encajados los unos en los otros. Estos artículos, separados por ruptura, se parecen a las semillas de la calabaza, por cuyo motivo se le ha llamado cucurbitácea. Vive esta lombriz en los intestinos humanos, lo mismo que la especie precedente, siendo dificilísimo de extirpar.

Las Hidátides son lombrices intestinales, cuya cabeza tiene la misma conformación que la de las tenias, y el cuerpo termina posteriormente en una vejiga llena de agua. Desarróllanse en las membranas y en el tejido celular de los animales.

La HIDÁTIDE CLOBOSA (Hydatis globosa, LAMARCK.). Habita en las membranas serosas de los mamíferos rumiantes; tiene el cuerpo blanco y diáfano, y adquiere el grosor de una nuez, o de una pequeña manzana.

La HIDÁTIDE LANCEOLADA (Taenia cellulosa, GMELIN.). Es muy pequeña, y se multiplica excesivamente en los intersticios de las fibras musculares del hombre, del mono, y sobre todo del cerdo, en el cual produce la enfermedad conocida bajo el nombre de lepra.

Los Cenuros son hidátides acumulados en términos que una sola vejiga contiene muchos individuos, los que presentan los cuerpos y cabezas bien distintos.

El CENURO CEREBRAL (Cenurus cerebralis, RUDOLPH). Tiene el cuerpo redondeado, de media línea de largo, con finas granulaciones, y que vuelve a recogerse en la vejiga por contracción. Habita en el cerebro de los carneros, cuya sustancia va royendo poco a poco, ocasionándoles una especie de parálisis llamada modorra, a consecuencia de la cual el animal da vueltas sobre sí mismo como arrebatado por un vértigo.

Los Distomas tienen un chupador en su extremo delantero, y algo más atrás, debajo del vientre, una ventosa, por cuyo medio se pegan a las vísceras.

El DISTOMA DEL HÍGADO (Fasciola hepatica, LIN.). Abunda en el hígado de los carneros, de los rumiantes, del cerdo y hasta del hombre. Tiene el cuerpo complanado, casi oval en su parte anterior y que se estrecha hacia atrás. Especialmente los carneros que pastan en prados húmedos se ven muy expuestos a este peligroso parásito, que les causa la hidropesía y la muerte.

Las Filarias tienen el cuerpo delgado y filiforme: conócense varias especies, que viven en la sustancia de los órganos de varios animales tal es la siguiente.

La FILARIA DE MEDINA (Filaria Medinensis GMELIN.). Llámanla también Lombriz de Guinea, lombriz de Medina, que es muy común en los países calientes, donde se insinúa debajo de la piel del hombre, especialmente en las piernas, en las que se desarrolla y crece basta tener una extraordinaria longitud, y puede subsistir por algunos años sin ocasionar dolor, aunque causa crueles padecimientos cuando ataca algún cordón nervioso; su grosor es el de un tubo de pluma de palomo. Su carácter distintivo es tener la extremidad de la cola terminada en punta y ganchosa. Para operar la extracción de esta lombriz, se practica una incisión en el punto en que se siente una extremidad del gusano; luego se fija dicha extremidad en una hendedura de un pedazo de madera, en torno del cual se va arrollando al animal, un poco cada día, del mismo modo que se arrolla una cuerda en una cabria. Es menester mucho cuidado en que no se rompa; porque en tal caso sale de su cuerpo un humor acre que causa vivísimos dolores.

Las Ascárides se asemejan a las Filarias: tienen el cuerpo redondo y más delgado en sus extremos; pero su boca está provista de tres papilas carnosas, de entre las cuales sale de cuando en cuando una pequeña trompa.

La ASCÁRIDE LUMBRICOIDES (Ascaris lumbricoides,LIN.). Es la especie más común: se encuentra en el hombre, el caballo, el asno, el buey, el puerco etc.: su longitud llega a 15 pulgadas: su color es blanco. A veces se multiplica tanto en los niños, que llega a causarles la muerte; y cuando su presencia no es mortal, ocasiona fatales accidentes, en especial si el animal asciende al estómago.

La ASCÁRIDE VERMICULAR (Ascaris vermicularis, LIN.). Apenas tiene 5 líneas de largo, y se diferencia de la especie que precede en que tiene una membranita a cada lado de la cabeza. Es muy común en los niños, a quienes ocasiona comezones intolerables.

Los Tricocéfalos tienen el cuerpo redondo, y delgado como un hilo en su porción anterior. Esta parte delgada termina en una boca redonda.

El TRICOCÉFALO DEL HOMBRE (Trichocephalus dispar, RUDOLF). Tiene de 1 a 2 pulgadas de largo, la porción gruesa del cuerpo forma solo un tercio de su longitud. Es una especie muy común en los intestinos del hombre, y produce en él una disentería bastante grave.

Los Estrongilos se asemejan a las ascárides, y solo discrepan en la conformación del extremo posterior del cuerpo, que presenta un abultamiento particular.

El ESTRONGILO GIGANTE (Strongylus gigas, RUDOLF). Es el más grueso de los entozoarios; su longitud es de 2 a 3 pies, y su grosor igual al del dedo meñique; el color regularmente es rojo; tiene seis papilas al rededor de la boca; y se desarrolla en los riñones de los mamíferos carnívoros, tales como el lobo, el perro, la marta, etc., y hasta se le ha encontrado en los riñones del hombre: mantiénese en este sitio la lombriz replegada sobre sí misma, haciendo que el órgano se hinche y gaste el parénquima, cansancio grandes dolores al animal a cuyas expensas vive.






ArribaAbajoMoluscos

Los animales que constituyen la extensa rama que acabamos de pasar en revista nos han presentado en sus formas, colores y hábitos, tanta variedad, que no habrá podido dejar de excitar la admiración del lector. Los Moluscos y Zoófitos forman otras dos ramas no menos interesantes, y aunque su historia no entra en el plan que nos hemos formado; sin embargo, vamos a exponer los rasgos principales que los caracterizan.

Los Moluscos, tales como la Ostra, el Caracol y el Pulpo, lo mismo que los articulados, carecen de médula espinal, y de un verdadero esqueleto interno; pero tampoco tienen como estos últimos un esqueleto tegumentario dividido en anillos y ganglios nervosos reunidos en una larga cadena media de la cara ventral del cuerpo. Su sistema nervioso se compone de algunas masas medulares, dispersas por diferentes puntos, estando la principal, que podemos llamar celebro, situada de través en el esófago, al cual rodea por lo regular con un collar nervioso. La figura general del cuerpo es en extremo varia; y su consistencia es blanda, o mole, por lo que se les ha llamado Moluscos; por último, los músculos se implantan directamente en la piel. Esta forma repliegues, que envuelven más o menos completamente al animal; y estas expansiones de la piel llevan el nombre, de manto. El manto varía en lo respectivo a su forma, y unas veces se ve libre casi del todo; otras forma grandes velas que ocultan lo demás del cuerpo; otras se reúne formando a manera de un tubo una bolsa, o se estrecha figurando un disco dorsal, o en fin se divide en aletas. En el espesor del manto hay una multitud de folículos, que segregan una materia medio córnea, e incrustada de carbonato de cal, la que se adapta y amolda a las partes situadas, debajo de la misma, y se solidifica: llámanla concha. La concha se compone de varias capas sobrepuestas sucesivamente, de modo que aumentan de extensión y de espesor simultáneamente; es fácil conocer que las inferiores son las más recientes, y sobresalen de los bordes de las anteriores. El epidermis, debajo del cual se ha formado la concha, al modo que se ve en las uñas, cuernos, escamas, etc., lleva el nombre de paño marino.

A veces la concha permanece oculta en el espesor del manto, sin segregar materia alguna lapídea; y entonces los moluscos se llaman desnudos. Pero generalmente hablando, la concha es externa, y sobrepasa de los bordes del manto, de suerte que contrayéndose el animal, halla debajo de la misma un completo abrigo. Los moluscos así construidos, es decir, con concha externa y visible, llevan el nombre de testáceos.

Los brillantes colores, variables al infinito, que los adornan, casi nunca pasan de la superficie; y son producidos por glándulas situadas en los bordes del manto. A medida que el borde de la concha se va prolongando, recibe de dichas glándulas un nuevo punto colorado, que unas veces se confunde con los que se han formado precedentemente; otras permanece aislado; y determina diversas figuras, según los movimientos del animal, o los cambios de posición del manto. La intensidad del color depende a veces de circunstancias accidentales, como por ejemplo, de una viva luz. En efecto, se ha notado que las conchas que se hallan fijas en una roca y sombreadas por un cuerpo opaco, son más descoloridas, y de matices más apagados que las que se hallan expuestas a la libre acción de los rayos luminosos.

El tubo digestivo de los moluscos es más o menos arrollado sobre sí mismo, y abierto por sus dos extremos. Todos estos animales tienen un hígado voluminoso; y muchos están dotados de glándulas salivales y de órganos de la masticación. La sangre es blanca o ligeramente azulada, circulando por un aparato vascular compuesto de arterias y de venas. Un corazón compuesto de un solo ventrículo arroja la sangre a todas las partes del cuerpo, de las que vuelve al órgano de la respiración. Ya hemos visto que en los peces el corazón no recibe más que sangre venosa, la cual empuja hacia el aparato respiratorio, pero en los moluscos acontece lo contrario: el corazón solo recibe sangre arterial, y la envía a nutrir a los órganos. La respiración en unos se efectúa por medio de branquias, y en otros por medio de pulmones. En cuanto a los órganos de los sentidos, hay moluscos que tienen ojos; otros poseen el sentido del oído; pero ninguno conocemos que presente órganos del olfato, y muchos al parecer solo están dotados de tacto y de gusto.

Los Moluscos proceden de huevos, aunque en algunos se abren estos dentro del cuerpo de la madre, naciendo los hijos ya vivos; pero en ningún caso experimentan metamorfosis como la mayor parte de los articulados.

Al visitar la correspondiente galería del Museo de historia natural en el Jardín de las Plantas, causan admiración las variadas formas y brillantes colores de millares de conchas así indígenas como exóticas, alineadas según sus analogías naturales. Las hay que presentan la figura de un barquichuelo, cuyo animal lleva el nombre de Argonauta; otras que tienen la forma de trompos, cascos, etc., etc. Siendo estas bellas colecciones de moluscos mucho más fáciles de conservar que los insectos, excitan más el ansia de los aficionados a las colecciones de historia natural. En efecto, hay algunas de estas, que son dignas de figurar al lado de las del Museo. En primera línea citaremos la de M. Deshages, que a más de sus obras especiales sobre la conchiología, en la actualidad está completando con M. Edwards una nueva edición de la obra de Lamarck. La colección clásica de este último, que hoy posee M. Delessert, es la más copiosa en conchas vivas bien determinadas, de cuantas colecciones de particulares conocemos: hay también, especialmente en las poblaciones marítimas de las costas de Francia, muchos gabinetes copiosamente abastecidos de mariscos exóticos que los marinos traen de los mares de los trópicos; aunque estas últimas colecciones en su mayor parte consisten en agregados de conchas dispuestas con simetría y por tamaños en unos armarios con cristales; pero sin el menor orden o método científico.

La dificultad de arreglar metódicamente las especies, procede de la falta de obras elementares. Lamarck, en su precioso libro de los Animales invertebrados, ha descrito todas las especies de su colección, pero su estilo, aunque indica los caracteres específicos con una exactitud lineana, es a menudo tan lacónico, que deja al lector indeciso: a ello debemos añadir, que no obstante el sinnúmero de especies que se encuentran en él, faltan todavía muchas más; de modo que el aficionado se ve expuesto a buscar en vano la definición de la concha que desea determinar. Aun suponiendo que una especificación sea perfecta; pronto se ve que la descripción hecha aun con la más exacta puntualidad, dista muchísimo de la representación del objeto por medio del dibujo y del colorido.

Después de los escritos d Lamarck, creador de la ciencia conchiológica, algunos naturalistas, y en especial Sowerby, Rang, y de Ferusae, han publicado iconografías parciales; pero aunque sus publicaciones, hijas de una ardiente afición a la ciencia, han hallado favorable acogida entre los hombres eruditos, nadie hasta estos últimos tiempos se había atrevido a creer en la posibilidad de una iconografía general de las conchas vivientes que reúna todas las especies conocidas y vaya acompañada de la descripción completa de cada una. Kiener, conservador de las colecciones del Gabinete del Historia Natural, comprendiendo todas las ventajas de su posición, y animado por los sabios nacionales y extranjeros, conocedores de su exactitud y escrupulosidad, así como de su infatigable constancia, ha querido llevar a cabo esta obra de paciencia y de sagacidad. No era solo un benedictino lo que se necesitaba para tamaña empresa, sino que además era preciso un hombre decidido a no retroceder ante ninguna dificultad, ante ningún sacrificio, a fin de terminar él solo una obra que constaría de más de 150 entregas. Sabía que el público, aleccionado por numerosos desengaños, acoge con justificado recelo el anuncio de una publicación periódica que deba durar algunos años, por lo mismo, nada ha perdonado a fin de desvanecer las prevenciones que podían poner trabas a su designio. Con seis años ha tenido bastante para andar más de la mitad del camino, y los temores que habían concebido los amantes de la conchiología en sus principios, viéndole empezar ese bello monumento de la ciencia, muy luego se trocaron en esperanzas, que ahora son ya una completa realidad. Las colecciones de conchas que diariamente multiplican los viajes lejanos hallarán una nueva vitalidad por medio de esta grandiosa obra, la cual va a centuplicar su valor, y cuyo precio, fraccionado por la periodicidad de la publicación, dista mucho de ser el que debiera, tratándose de una obra tan importante y bien ejecutada.




ArribaAbajoZoófitos

Si la perfección de los animales se ha de medir por la complicación de los órganos, los Zoófitos son los seres más imperfectos del reino animal: en ellos es el sistema nervioso, o nulo, o simplemente rudimentario; no existen órganos especiales de los sentidos; las diversas partes del cuerpo, en lugar de hallarse simétricamente dispuestas a pares, a cada lado de un plano longitudinal, se hallan agrupadas en torno de un eje central, e imitan la simetría radiada de los vegetales; y por esto se les han dado los nombres de Radiados, y de Zoófitos, voz que significa animales-plantas. Esta última denominación nos parecerá todavía más exacta, cuando veamos en las rocas bañadas por el océano a estos animales extender no solo sus órganos verticilados, como las partes de una flor abierta, sino que se unen entre sí, de modo que se asemejan a unos arbustos ramificados. Esta semejanza ha hecho que por mucho tiempo se confundiesen los zoófitos con las algas, clase inmensa de vegetales marítimos. Entre los zoófitos, citaremos los Erizos de mar, cuyo cuerpo es esferoidal, cubierto por una concha calcárea erizada de espinas móviles; las Estrellas de mar, o Asterias, cuyo cuerpo se divide en cinco radios; las Orugas de mar, o Acalefos, cuyo cuerpo consiste en una masa gelatinosa, que flota en el agua y produce en la mano que los toca el mismo escozor que las picaduras de las ortigas terrestres; las holoturias, cuyo cuerpo es de consistencia coriácea, y cuya boca, situada en el extremo anterior, se halla rodeada de tentáculos ramosos y retráctiles, y una de las cuales lleva el nombre de un ilustre naturalista; tal es la Cuvieria caris-chroma.

La principal clase de los zoófitos es la de los Pólipos; cuyos animales deben su nombre a los tentáculos de que la boca se halla rodeada y que les comunica cierta semejanza a los pulpos, que los antiguos denominaron Pólipos. Su cuerpo es cilíndrico u oval, y solo en un extremo presenta abertura. Su estructura es sumamente simple, y a esta simplicidad se conforman los límites de sus facultades. Casi todos viven pegados a cuerpos extraños, por su extremo posterior, y no ejecutan otros movimientos que los que se necesitan para la extensión y contracción de los tentáculos y porción trasera del cuerpo. Multiplícanse unas veces por medio de huevos, que se desprenden y son expelidos afuera para ir luego a fijarse en otros cuerpos distantes, y a desarrollarse en ellos; y otras se reproducen por medio de retoños o yemas, que nacen en la superficie de su cuerpo sin separarse nunca de ella. Estos retoños fijos se convierten en otros tantos pólipos nuevos, en todo semejantes a la madre, resultando de ahí un agregado de individuos que parecen gozar de una vida común, cual si en realidad fuese un ser compuesto, provisto de un solo cuerpo, con mil bocas y otros tantos estómagos, y aunque estos no se abren o comunican entre sí directamente, existe no obstante una comunicación vascular, por cuyo medio las materias alimenticias digeridas por uno, sirven a la nutrición de todos los demás. ¿No se ve en semejante estructura, la de las plantas, en que cada retoño recibe su nutrición del tronco o tallo común, y luego contribuye por su parte al desarrollo de este último?

El cuerpo de los pólipos muchas veces se ve formado de un tejido transparente, pero en la mayor parte de ellos la porción inferior del tegumento se endurece y petrifica. Esta cubierta sólida varía en cuanto a su figura, y ya representa tubos o cañutos, ya celdillas. Antiguamente la consideraron como la habitación de los pólipos y así la llaman Polipero. Con frecuencia se ve que un solo pólipo tiene su polipero distinto; pero lo más común es que el polípero forma la base común de una masa de pólipos agregados y a veces adquiere un volumen extraordinario, aunque cada una de las partes constituyentes tenga unas dimensiones pequeñísimas. De este modo unos pólipos, cuyo cuerpo solo presenta algunas pulgadas de largo, llegan a levantar en los mares de los trópicos arrecifes o islas. Estos animales, salidos del fondo de las aguas, pululan y se amontonan los unos encima de los otros. La cubierta petrosa con que cada individuo incrustó la parte inferior de su cuerpo, sobrevive al animal, y sirve de base a los demás poliperos. Así van sucediéndose las generaciones hasta que llegan a la superficie del agua: entonces todos los pólipos fuera de su natural elemento perecen, y el terreno formado por sus restos no aumenta de elevación. Pero este mismo suelo que forma a flor de agua bancos y arrecifes muy temidos de los navegantes, no tarda en detener los despojos de vegetales mezclados con arena que lleva la corriente de las aguas; que reúnen en su superficie, una capa de humus o mantillo, muy favorable al desarrollo de las plantas; así pronto estas abundan, procedentes de las semillas de plantas leñosas y herbáceas que germinan, se arraigan y crecen en un suelo virgen, cubriéndolo en pocos años con una frondosa vegetación. Por último, con el tiempo estas islas se hacen habitables y no tarda el hombre en aposesionarse de ellas.

Entre los pólipos figuran las Madréporas, las Sertularias, los Corales, y las Hidras o pólipos con brazos.

También se ha mirado como zoófitos a las Esponjas, que son unas masas fijas en las rocas submarinas. Tienen estas una consistencia gelatinosa, y las sostienen unas veces sustentáculos calcáreos o silíceos; y otras, entre las cuales se halla nuestra esponja común, una red de filamentos córneos. El tejido blando que cubre estos filamentos parece a simple vista homogéneo como albúmina; pero el microscopio nos lo presenta compuesto de granitos transparentes y esféricos rodeados de mucosidades.

En este parénquima en ciertas épocas se desenvuelven unos cuerpos ovoideos, que son expelidos a fuera con el agua que lo atraviesa, cuyos cuerpos, destinados a reproducir la esponja, están dotados de la facultad de moverse; y fijándose en algún cuerpo sólido, se convierten en una pequeña esponja enteramente semejante a aquella de que provienen.

La clase de los infusorios, de la que hemos entresacado los gusanos intestinales, y los rotíferos o sistólidos, para colocarlos a lo último de los articulados, se compone de los animalillos que se desarrollan copiosísimamente en el agua que ha tenido en infusión sustancias vegetales o animales, y de ahí procede su denominación de Infusorios. Su cuerpo, largo o redondeado, ofrece en su interior un gran número de cavidades, que parecen desempeñar las funciones de estómagos; por lo cual se les ha llamado también infusorios poligástricos. El modo de multiplicarse estos animalillos es aún objeto de disputa: algunos naturalistas creen que pueden formarse por generación espontánea en los restos de materias orgánicas; pero es sabido que en muchos casos se propagan por la división de su cuerpo en dos o más fragmentos, cada uno de los cuales continúa viviendo, y pronto llega a ser un individuo completo e idéntico al primero. No trataremos de describir las formas variables al infinito de estos seres microscópicos, cuya organización se halla reducida a una simplicidad extraordinaria; bastará que citemos los Vibriones, que tienen el cuerpo delgado y redondo como el extremo de un hilo. A este género pertenecen las Anguilas de Needham (Vibrio glutinis et aceti de Mulier), que se multiplican en el engrudo de la harina agria, y también en el vinagre, y se alimentan de los pequeños vegetales que se desarrollan durante la fermentación. Los tales Vibriones mudan la piel, producen hijos vivientes en verano, y ponen huevos en otoño, y la helada no les hace perecer. Encuéntranse otras especies de vibriones en la sangre de los animales, en la savia de las plantas, en el trigo cariado, en el queso seco; otros pululan en los residuos que los alimentos dejan entre los dientes. Finalmente, en lo más ínfimo de la escala animal vienen a colocarse los Mónades, los cuales se reducen a unos puntitos esféricos que se remolinan en el agua.

El MÓNADE PRINCIPIO (Monas termo, MULLER). Llámase así por ser el término, o el principio de la existencia orgánica. Preséntanse a millares y con la mayor prontitud en las infusiones de sustancias animales o vegetales, y desaparecen a medida que van desarrollándose otros cuerpos orgánicos menos simples o mayores, cual si fuese la molécula de que se forman los seres dotados de organización. Figúrese el lector uno de estos mónades, cuyo diámetro será de una dos millonésima parte de línea, que digiere sus alimentos en un estómago, cuyas paredes tienen un seis millonésimo de línea, siendo así que en el espesor de estas paredes se ramifican vasos y en estos circula un fluido; y vea hasta qué punto llega la divisibilidad de la materia. Sin embargo, no está ahí todavía la pequeñez infinita. Leuweuoeck y Malesieu han estudiado unos animalillos, de los que diez millones reunidos no igualan al tamaño de un grano de arena, otros hay veinte y siete millones de veces más diminutos que un Mito, animal que es invisible a la simple vista. Ahora es fácil comprender que si por un capricho realizaba la naturaleza las ficciones ingeniosamente cónicas de Grandville, y disponía que estos animalúnculos se echasen a bailar una galop, la punta más fina de un alfiler fuera para ellos una inmensa sala de baile. Aquí la creación se escapa a nuestras investigaciones; hallámonos en los confines del reino animal, y un paso más nos conduce a la clase de las algas, cuya especie más simple es el Protococcus nivalis. Este vegetal consta de una sola celdilla, lo mismo que el mónade, solo que no goza de la facultad de moverse, de que está dotado este último.






ArribaConclusión

Al terminar esta exposición de las producciones naturales, para algunos demasiado larga, aunque muy breve y compendiosa en realidad, hubiéramos deseado señalar agradecidos todos los naturalistas cuyas obras han guiado nuestros pasos durante el camino a cuyo término llegamos ahora. No se crea empero que hablemos de esos autores libreros, que dividen y subdividen más y más los géneros y las especies, atrevidos forjadores de vocablos griegos, que sin embargo perderán el color si les pedimos que nos traduzcan el primer verso de la Ilíada. Menos tratamos aún de estos anatómicos, que cuentan las fibras, y creen que el contar es describir, afectando un altivo desdén hacia las ideas complexas y de conjunto; porque el horizonte de su inteligencia solo abarca algunos pormenores: estos laboriosos albañiles de la torre de Babel, se complacen en seguir filosóficamente un solo órgano en sus transformaciones sucesivas; y hallan fácil y cómodo añadir a la más leve modificación en la forma una denominación nueva, que ante la turba sabionda les vale el honor de un descubrimiento: lo peor es que esta táctica de la medianía les sale bien con sobrada frecuencia. No son ciertamente estos sabios aquellos cuya historia referiríamos con sumo placer; sino la de los que tienen por fin el estudio de las maravillas de la naturaleza, y no como un medio; aquellos que han escrito no tanto para sí mismos como para los lectores, y que en cada página demuestran el vivo interés que sienten por el que debe estudiar su libro. Hemos hablado ya de Tournefort, de Vaillant, los Jussieux, Linneo, Haüy, Cuvier, Lamarck, Audubon, Levaillant, y los dos Huber; faltaría tratar ahora de la bondadosa Sibila de Merian, de Swammerdam, Fabricio, Jurine, Carlos Bonnet, de Geer, Geoffroy, y sobre todo del inmortal Reaumur, a quien debemos el conocimiento de los hechos más interesantes de la historia de los insectos; y sin el cual Geoffroy, Huber, de Geer, y tantos otros acaso nunca hubieran escrito. La lectura de seis tomos voluminosos que nos dejó sobre los hábitos de los insectos nos presentan al hombre apasionado de la naturaleza, recibiendo por premio de su constancia la revelación de los más sorprendentes secretos. Su modo de exponer las cosas, siempre claro, cuya facundia no es jamás un lujo superfluo; sus reflexiones, que encantan por su sencillez, su heroica paciencia, sus ingeniosos procedimientos para las observaciones, que podemos fácilmente imitar, gracias a las circunstanciadas explicaciones que prodiga a sus lectores, poniéndolos en disposición de comprobar sus más delicados experimentos; todo en este admirable autor contribuye a inspirar afición a las ciencias naturales, a las que debió su felicidad y su gloria. Lo mismo que él podemos hallar en el rincón de un bosque, en el césped, debajo de una piedra, en medio de un jardín, en los cristales de las ventanas, interesantes páginas, cuya lectura solo exige atención y buena vista: como él nos interesamos también en el destino del más mezquino de los insectos, pues que este animal, por su existencia, su industria, y hasta por los daños que puede causar, contribuye no menos que las celestes esferas a la armonía del gran todo de que forma parte. ¡Oh! ¡Cuán deliciosos son los goces del naturalista, el cual puede librarse del bullicio de las ciudades y trepar por las cumbres de los Alpes o del monte Jura! Al ver las sublimes bellezas que le rodean, humíllase ante, su Criador, y el conocimiento de su propia flaqueza, sentimiento lleno de encantos para las almas verdaderamente religiosas, llena la suya de férvida gratitud al Ser supremo que le hizo señor de esa naturaleza tan rica, tan fecunda y espléndida. Toma con transporte posesión de los tres Reinos, cuya soberanía le viene de derecho divino: la zoología, la botánica, la mineralogía y la geología, haciéndole conocer y apreciar las riquezas de su imperio, han multiplicado sus facultades perceptivas, y su espíritu recibe por millares de facetas las impresiones de todo cuanto le rodea. Después de haber medido con ávidas miradas la vasta región que se extiende a su vista, dispónese a apropiársela en detalle, recorre con ardiente curiosidad los collados y los valles, recogiendo a cada paso los tributos que la naturaleza muerta y viva le ofrece. No solo se extiende a la superficie del globo su derecho de conquista, sino que hasta las entrañas de la tierra ningún secreto tienen para él: en las escabrosas pendientes de los montes sabe estudiar la historia de las revoluciones que han sobrevenido a nuestro planeta. Solo una cosa inquieta su ambición; y es el embarazo de las riquezas, quisiera apoderarse de todos los tesoros que tiene ante los ojos y trasladarlos a su gabinete; no obstante, su impotencia le obliga a elegir únicamente los objetos más portátiles. Por lo demás, es dueño de los campos que explota, aunque no usurpa ningún derecho de propiedad. No pide oro, ni diamantes al suelo de que se ha posesionado; pues un mineral bien cristalizado, una roca homogénea, tienen para él tanto valor como los metales más preciosos, a los que no concede más que una estima científica, igual a la del talco, del yeso, o de la sílice. Dejando al legítimo propietario las molestias del fisco, los afanes del cultivo, y los dispendios de la agricultura; el naturalista sabe disfrutar de los bienes ajenos sin menoscabo alguno del que le enriquece; y cuando ha descubierto alguna planta rara en la hendidura de una peña, cuando ha observado, perseguido y alcanzado un nuevo insecto, o desprendido con limpieza de la ganga un sulfuro, o un silicato que faltaba a su colección, lastímase del desgraciado hacendado, que no ve en sus bosques, praderas y campos más que leña, heno y trigo.

Tales son los sabrosos, inocentes e inteligentes placeres del que rinde culto a las ciencias naturales; si hemos logrado inspirar al lector esta dulce afición, nos tendremos por bien pagados de nuestro trabajo.




 
 
FIN DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL