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ArribaLa retórica al día

Jesús G. Maestro


(Universidad de Oviedo)

J. ROMERA y A. YLLERA (eds.)

Investigaciones Semióticas III.

Retórica y Lenguajes

Actas de III Simposio Internacional de AES,

Madrid: UNED, 1990, 2 vols.

La Universidad Nacional de Educación a Distancia acaba de editar en Madrid, en dos cuidados volúmenes, las Actas del III Simposio Internacional que, en esta ciudad, la Asociación Española de Semiótica celebró durante los días 5, 6 y 7 de diciembre de 1988 sobre el tema Retórica y Lenguajes.

La obra recoge en su conjunto tres conferencias, leídas en sesión plenaria por los profesores Antonio García Berrio, Miguel Ángel Garrido   —236→   Gallardo y Jean-Marie Klinkenberg, las cuales abren el primer volumen. A tales ponencias acompaña una relación de ciento diez comunicaciones en las que, desde presupuestos metodológicos fundamentados esencialmente en una semiología, se plantean reflexiones y análisis muy variados desde lo que se ha tratado no sólo de enriquecer, sino también de sistematizar y objetivar con renovada coherencia, tanto las investigaciones (retóricas) que a lo largo de las últimas décadas se han ido constituyendo en escuelas representativas (la de Bruselas, con Ch. Perelman54, la Neorretórica nacida del estructuralismo crítico (1965-1975)55;.y la Retórica General Textual56, desde 1980 a nuestros días), como la posibilidad de interpretar semióticamente unas estructuras retóricas que, de carácter tradicional, pueden permitirnos la verificación de sus más estrechas relaciones con la lingüística57 y la semiótica58, así como su más eficaz aplicación a las investigaciones literarias, sociológicas, lingüísticas, comparatistas, publicitarias, epistemológicas, etc. En semiología, la pluralidad de campos de investigación es impresionante, como se nos ha recordado tantas veces, puesto que todo lo que hace el hombre significa y todo cuanto significa habrá de ser objeto de una semiología.

Las actas se cierran, finalmente, con un muy completo y actualizado repertorio bibliográfico (II:537-571), que, preparado por José Romera Castillo, se refiere a la semiótica literaria, en sus secciones de teoría, narrativa y poesía, y a la semiótica teatral, que en cada addenda bibliográfica conserva un apartado propio.

Especial interés encontramos en la intervención del profesor Antonio García Berrio, titulada «Retórica general literaria o poética general», con la que se abre el primer volumen de actas, y en la que se plantea la ampliación textual del entendimiento meramente clásico de la noción de expresividad (I:18), principal objeto de investigación científica en una retórica   —237→   general literaria, como proyecto actual y posible de revitalización crítica de la Retórica clásica.

Desde tales puntos de vista es posible concluir en la creencia -«posible, necesaria y útil» (I:20)- en la posibilidad de constituir en la actualidad una Poética general literaria que, como parte de una Teoría de la Literatura59, se enriquezca mediante la actualización -hoy perfectamente hacedera- de la retórica tradicional en Retórica general literaria, y cumpla por otra parte con las exigencias y condiciones que han sido pretendidas y fijadas por los análisis textuales y metodológicos a los que se enfrentan.

Miguel Ángel Garrido Gallardo, en su trabajo titulado «Homo Rhetoricus», comienza por ofrecer una visión de la retórica en términos tan elementales como ilustrativos (la retórica es una estrategia escalonada en dos partes, las cuales comprenden la captación de la atención y el deseo de conseguir una adhesión), para revelar en los últimos párrafos una conclusión francamente interesante: «hemos entrado en la era del homo rhetoricus, un tipo humano que carece de interés por la verdad y que se mueve tan sólo por la imagen» (I:37). Lo que antes designábamos como homo sapiens, homo oeconomicus, etc., ha experimentado una profunda alteración cuyas causas principales obedecen a la incidencia de las nuevas tecnologías de la comunicación60, al hecho de que la información poseída por el hombre de hoy no pueda ser fielmente contrastada61, y a «la difusión de un clima 'neopositivista lógico' que ha sustituido la filosofía tradicional por otra donde carece de sentido preguntarse por la verdad» (I:37).

Hallan cabida en tales actas variados trabajos que no se ocupan exclusivamente de la semiótica literaria. Es el caso de los «Fundamentos de una retórica visual» de Jean-Marie Klinkenberg, en que se plantean posibilidades concretas de comunicación visual desde una perspectiva (reductora) que concibe a la retórica como la transformación reglada de los elementos de un enunciado, la cual obliga al lector a «sobreponer dialécticamente al grado percibido un grado concebido» (I:43).

Sobre tema parejo han versado los trabajos de Antonio Ansón Anadón, José María Fernández Cardo y Caridad Posada Alonso, cuyas investigaciones se han referido al estudio semiótico de aquellas estructuras retóricas que es posible identificar y objetivar en las imágenes fílmicas y literarias.

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La posibilidad de analizar semiológicamente discursos no literarios ha quedado una vez más reflejada en estas actas de forma variada y completa, a través de los trabajos que sobre el uso de la elocutio en el discurso político -en tanto que publicitario- han hecho los profesores Juan Ángel Alonso Aldana, María Ángeles García Collado, María Ledesma Domínguez y José Ignacio Mardones Zorrilla, dirigidos por José María Nadal y Santos Zunzunegui, de la Universidad del País Vasco.

En la misma línea temática pueden situarse los trabajos de Teresa Espar, sobre la «Semiótica de la entrevista política» (I:389-95), en los que analiza sintácticamente una tipología de este tipo de situaciones comunicativas en virtud de la configuración modal de cada uno de los actantes (candidato-entrevistador-público), y de Covadonga López Alonso, quien al estudiar «La argumentación en el discurso político» (II:47-55) reflexiona ampliamente sobre este concepto de argumentación62, a partir de las investigaciones que, sobre la retórica y la lógica, nos han proporcionado las escuelas anglosajona (Strawson, Austin, Grice, Searle), belga y francesa (Perelman, Apostel, Ducrot, Ascombre, Kerbrat, Meyer).

Dentro de la investigación literaria propiamente dicha, resulta frecuente el tratamiento de temas relacionados con el hispanismo, la intertextualidad, las literaturas europeas y el análisis retórico de figuras literarias como la metáfora y la ironía.

Tal es el caso de algunas de las comunicaciones que, dentro de la hispanística, se ocupan de la narrativa de Juan Benet (K. Benson, I:197-208), y de Benito Pérez Galdós (I. Elizalde, I:355-65), de un análisis intertextual en el Poema del Cid (J. L. Girón Alconchel, I:469-76) o de un estudio retórico del personaje dramático en Tres sombreros de copa (F. Gómez Redondo, I:477-86), de la novela picaresca (F. Linares Alés, II:47-46) o de la iconografía y el lenguaje en el teatro de Francisco Nieva (V. A. Mortilla Mata, II:193-200) y Max Aub (M. Villalba Álvarez, II:497-502), respectivamente.

Del análisis retórico de la metáfora, a la luz de la tradición y la modernidad, se han ocupado abundantes comunicaciones. Es el caso del trabajo ya citado de José María Fernández Cardo; de Eduardo Peñuela Cañizal (II:241-46), sobre la metáfora de la imagen en algunos grabados de Picasso en relación al tema del Minotauro y La Minotauromaquia (1953); de Doina Popa-Lissenau (II:267-74), quien ha estudiado desde los tres niveles de la semiótica las consecuencias comunicativas (retóricas) de la inserción de palabras extranjeras en diferentes discursos de una lengua dada; y de Begoña Vicente Cruz (II:477-85) e Isabel Visedo (II:503-14), quienes se ocupan respectivamente de la metáfora en su relación   —239→   con la producción y la conexión comunicativas, y de la inserción de fábulas mitológicas en el poema El Adonis, de José Antonio Porcel.

El discurso publicitario es otro de los temas que con frecuencia es estudiado semiológicamente63 en los diferentes seminarios y reuniones congresuales que sobre esta disciplina científica se convocan.

Es éste el caso de Tomás Camarero Arribas, cuya comunicación, sobre la retórica publicitaria y la manipulación ideológica, se ejemplifica con el análisis de anuncios o mensajes publicitarios sobre perfumes femeninos (I:233-39). En la misma línea de investigación, sobre la retórica publicitaria, cabe situar las intervenciones de Diego Carrasco Equino (I:261-75), Carmen Muñiz Cachón (II:215-22) e Ignacio Vázquez Orta (II:465-76).

De especial interés nos ha parecido el tratamiento que en este III Simposio Internacional de la Asociación Española de Semiótica se ha profesado a la pragmática de la literatura. Hemos preferido relegar al final nuestro comentario sobre esta problemática precisamente porque, desde una visión de conjunto, nos ha parecido la aportación acaso más fundamental, pues no en vano el número de publicaciones e investigaciones sobre pragmática literaria se ha incrementado durante estos años notoriamente, de modo que los estudios semióticos de los últimos tiempos -y de ahora mismo- demuestran un interés creciente por el estudio de la literatura desde el punto de vista de su estatuto comunicativo.

He ahí los trabajos de Francisco Abad (I:61-69), que ofrece un dilatado comentario a la compilación que en 1986 hizo sobre el tema José Antonio Mayoral64; Tomás Albaladejo (I:89-96), quien objetiva y describe con precisión inmejorable las operaciones retóricas de inventio, dispositio/elocutio y actio como estructuras semióticas propias de la semántica, la sintaxis y la pragmática respectivamente; Alberto Álvarez Sanagustín (I:145-53), en que se retoma la noción peirceana de interpretante para plantear problemas epistemológicos que tratan de resolverse en el terreno de la investigación pragmática; y otras aportaciones que en la misma línea retórica han sido presentadas por los profesores José Domínguez Caparrós (I:333-43), María Victoria Escandell Vidal (I:367-75), María Paz Marsá (II:125-32) y Hernán Urrutia (II:447-53).

Mención especial nos merece una serie de trabajos que recogen, a nuestro juicio, las aportaciones más puntuales de lo que estimamos habrán de ser en un futuro inmediato las dos facetas más apetecibles y estudiadas de la pragmática.

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Tales son, desde nuestro punto de vista, el estudio de la pragmática inmanente, es decir, de aquellas situaciones comunicativas textualizadas en un discurso literario dado, sometido a su vez a la habitual relación dialógica Autor/Lector reales, y, de otro lado, el estudio de la pragmática literaria, tanto inmanente como trascendente, en el discurso lírico. Creemos que ambas vertientes de la pragmática literaria han sido abordadas en las comunicaciones de José Antonio Pérez Bowie (II:247-56) y Fernando Cabo Aseguinolaza (I:215-24), así como por la profesora Alicia Yllera, quien en su exposición teórica ha limitado sus ilustraciones a los prólogos de algunas de las obras clásicas del Siglo de Oro español (II:523-33).

Las poéticas textuales, en que han desembocado la teoría generativa y buena parte de la tradición formalista eslava (especialmente la escuela de Tartu, cuyos representantes integraron en un corpus teórico coherente las investigaciones sociológicas sobre la ideología con las contribuciones procedentes de la semiótica), y cuya aportación acaso más decisiva haya sido la de competencia literaria65 como específica capacidad que posibilita tanto la producción de estructuras poéticas (expresión) como la comprensión de sus efectos (recepción), han canalizado sus principales ideas hacia una pragmática de la comunicación literaria66, cuestionando así el estudio del lenguaje literario como una verbalidad específicamente textual (estructuralismo) al margen del uso o función que puede adquirir en una interacción social.

La pragmática de la literatura, en tanto que parte de la semiótica textual literaria encargada de definir la comunicación literaria como un tipo específico de comunicación entre un emisor y un receptor, es heredera de la pragmática lingüística67, que estudia las relaciones mantenidas por el emisor, receptor, contexto y signo en la comunicación.

Por su parte, durante los años setenta, T. A. van Dijk y su escuela interpretaron esta parte de la semiología como una teoría de los contextos, a la vez que, por los mismos años, J. L. Austin, J. R. Searle y R. Ohmann hacían lo propio tratando de dilucidar si la literatura era o no una acción lingüística especial, poseedora de rasgos ilocutivos específicos, tendencia esta última muy debatida durante largo tiempo68.

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Desde nuestro punto de vista, tal y como hemos apuntado anteriormente, estimamos que tales corrientes metodológicas, representativas de las ideas rectoras que han conducido las investigaciones de la pragmática literaria durante los últimos años, no han prestado atención suficiente a dos aspectos que presumimos cardinales en el futuro inmediato de los estudios literarios en relación con su estatuto comunicativo.

Tales son, de un lado, la necesidad de esclarecer los problemas que plantea la descripción analítica de la pragmática inmanente de la comunicación en los textos literarios, es decir, aquella o aquellas situaciones comunicativas textualizadas en un discurso literario dado, realizadas en la inmanencia misma de la obra, y con un grado de amplitud y abstracción que, al condicionar singularmente la posición de los interlocutores, es necesario estudiar y objetivar bajo las exigencias particulares de cada inmanencia discursiva.

Si desde 1961 se contaba ya con la noción de autor implícito introducida por W. C. Booth, sólo bastantes años después se ha llegado a diseñar, con seguridad bastante relativa -y pensados casi exclusivamente para novela- unos esquemas referentes a la comunicación inmanente de los textos literarios69 que, desde congresos como éste de diciembre de 1988 y otros posteriores, han inducido a acusadas controversias, no sólo debidas a la pluralidad y expansión de las actuales teorías literarias, sino algo que nos parece de más accesible solución, cual es la necesidad de replantearse, desde una perspectiva más actual y madura, los problemas relativos a una pragmática inmanente de la comunicación literaria, y que continúan siendo los problemas ligados a una expansión del esquema general de la comunicación autor-obra-lector.

De otro lado, nos resulta imposible prescindir del discurso lírico a la hora de describir y explicar los rasgos característicos de la pragmática -inmanente y trascendente- de la comunicación literaria. La configuración de un código específico -lenguaje del poema70-, y la asignación al discurso lírico de un estatuto no menos particular, que, subyacente en la inmanencia textual, no sólo puede instituir un enunciador de extraordinarias capacidades locutivas, sino que además prefigura las principales reacciones de un receptor o enunciatario intradiscursivo cuyas virtualidades no son menos sorprendentes que las de su interlocutor, nos exige la explicación de aquellos rasgos de carácter pragmático que aíslan al discurso lírico como modalidad específica del lenguaje.

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Las contribuciones de Y. I. Levin71 en 1976 podrían citarse como pioneras en este terreno, que, amén de autores como Ch. Schwarze72 y otros citados en la bibliografía de la comunicación de A. A. Pérez Bowie (II:247-56), presenta todavía escasos seguidores. Al fin y al cabo, tal como dejó escrito J. Culler en 1975, «los estructuralistas han trabajado relativamente poco con la poesía [...], no ha habido intento alguno de presentar una descripción sistemática de las operaciones de lectura ni de las presuntas convenciones de la lírica»73.