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Abajo

Nocturnos

Renée Ferrer de Arréllaga



portada



A los míos
Mi agradecimiento
a mi hermana Susana, por los discos y mucho más
a Luzmaría Jiménez Faro, por una carta,
a Marta Geymar, por sus manos.




ArribaAbajoPrólogo

He trabajado en esta obra durante muchos años.

Mi intención fue escribir poemas cuyos versos se correspondieran con las frases musicales, el ritmo y los silencios de los Nocturnos de Chopin, logrando una unidad total entre el sonido y la palabra, sin que ellos ultrajasen la música, ni la utilizaran como apoyatura.

¿Cómo abordar una idea semejante antes de que ella se consumiera en sí misma?¿Debía bucear en los orígenes de la inspiración de Chopin o dejar que su música liberara mis propias vivencias? Lo primero no sólo hubiera sido imposible sino inauténtico, porque no se puede reproducir los pensamientos originarios de un artista sin traicionarlo o traicionarse y salvar con acierto, además, la brecha de dos épocas tan distintas como la romántica y la actual.

Ante la disyuntiva entre repetir lo irrepetible o dejar a Chopin golpear las puertas que guardan mi emoción, opté por descifrar el eco de su música en mis canteras interiores, expresando angustias existenciales mías y una concepción personal del mundo, de la vida y de la muerte.

Resultado de esa búsqueda son estos poemas que ahora publico.

Renée Ferrer de Arréllaga





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ArribaAbajoTríptico del amor

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ArribaAbajoRegreso

Nocturno Nº 15 de Chopin


A César



Soy
una isla de sombra que sucede.

Niebla en desvelo
y un deseo voraz
encendiendo mis orillas con sus labios
al despertar.

Eres
grito en la voz,
canto de fuego,
un tumulto de sangre desatada
viniendo a mí:
 5
sorbo de agua confidente
para mi sed.

Fogata:
tu sexo enardecido.
Refugio:
mi oquedad de sombra y sal
—14→
—15→

Vienes de un páramo
huérfano,
insomne.
Para mi fragua ígneo metal.  10

Vuelves,
desde una playa sin memoria.

Albergue desvelado para tus pájaros
es mi isla en brasas.
Remota cavidad donde acunar ocasos
y amamantar lirios.

Aurora:
cuando se tocan las ansias.
Congoja:
cuando agonizan los besos.
 15

Eres marea
de espuma ardiente.
Llamado y eco
dentro de mí.

Llegas,
labio con voz de mi voz.
—16→
—17→

Tendido en un lecho
de trémulas lunas
aromadas.
Con los ojos de la noche
anidando en nuestras bocas
 20
y el firmamento pariendo luz.

Cuando te alejas,
amor,
y no llega a mi arena tu oleaje
y hay enigmas sin rostro:
qué desgarro de alboradas y de sol.

Solos
en un frío y triste arrecife.
 25

Furtivos fantasmas de silencio
entierran madrugadas con sus sombras.

En el brocal del alma llora el rocío.
—18→
—19→

Deshaciendo las huellas
de noche y día;
los sonidos radiantes
de la aurora
 30
las sombras
caen
donde aún hay fogatas encendidas,
torrentes de ansiedades,
aguaceros de amor.

Vuelves
a esta isla de sombra que sucede.

Irisando mis abismos
con tu regreso.
Consolando con besos
los tajos de la ausencia,
mis recodos de niebla
con pulso enardecido.
 35
Sollozan en tus cauces
mis glaciares disueltos
derramando su frío
en tus moldes de fuego.
Ascua oculta latiendo
en parajes insomnes.
Búsqueda apasionada
de abrazo interminable.
Miradas torrenciales
en remanso sin tiempo.
 40
—20→
—21→

Somos
agua quieta buscando
entre guijas pequeñas
los roces exquisitos del encuentro.



  —22→     —23→  

ArribaAbajoDeseo

Nocturno Nº 20 de Chopin




Soledad y espera
mojada en silencio.

Tras un brocal de piel tirita un ansia,
un candente temblor,
un deleite voraz se va escurriendo  5
hacia un volcán remotamente abierto.

Se pierden los contornos de la noche
bajo el tórrido galope de la sangre,
y un recuerdo de entrega desfallece
junto a la quietud brevemente alucinada.  10

Ladean mis tendidas azucenas
sus rosadas cimas expectantes,
en tanto ahuyentan las caricias
un contagio de ausencia.
—24→
—25→

Cálido manantial el que me habita  15
en la horizontal selva de la entrega;
delirio demencial de no ser mía,
y esa pasión atroz de ser contigo.

Mis huecos hormiguean con tus roces;
con tus caricias nuevas mis portales,  20
y se enciende en mi ser una arboleda
torrencial y nocturna.

Dialoga en la sombra
un oleaje audaz que nos anega;
un continuo aguacero de palabras desnudas.  25

Nocturnales acentos van y llegan.

Después...

Ese dulce después de disolverse
en la humedad dolida de los huesos cansados.

Corredor entreabierto donde yacen los cuerpos  30
prisioneros de una sed desbarrancada.

Cálido desvarío el de las venas
cuando prende tu aliento
en un rincón de mi alma.



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ArribaAbajoFecundación

Nocturno Nº 2 de Chopin




Partes,
minúsculo barco.
Partes,
remontando mis cauces.

Tuyo el viaje;

mía la espera.

Solo,  5
hacia los golfos del mañana.

Bogas,
recorriendo mis costas.

Pequeña arboladura de vastas ideas meridianas.
Crisálida diminuta
errando
con tu carga de enigmas.  10
—28→
—29→

Mis mareas interiores
acunan serenos aleteos.
Se reclina en sus bordes
el signo
de todas las preguntas.

Estuario
donde viertes tus silencios;
oleaje que despierta
los poemas de mis playas.

Vienes,
pulso de paloma hacia mi arena;
 15
tibias orillas
que esperan tu velamen.

Vas buscando
un recodo donde cante
anegada de sombra,
la infinita pequeñez del germen,
el bosquejo de un alma.

Estuario
desplegado hacia la espera.
Oleaje
donde mecen su destino las promesas.
 20

Eres
trémulo capullo entre mis dunas,
buscando un sitio
donde anclar,
definitivo.
—30→
—31→

Tus amarras
arriban a mi puerto.

Escondida ribera solitaria
donde se abren los silencios
y palpita
en entrega
la arena empapada de la vida.
 25

Beso
de nave y puerto.
Explosión germinal de nuestro aliento.

Conjunción apretada del encuentro
en las lindes del alba.

Ya no somos nosotros.

Ofrendamos las alas
en las costas del ayer
 30

para crear
juntos
la vida.





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ArribaAbajoTríptico de la maternidad

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ArribaAbajoMaternidad

Nocturno Nº 21 de Chopin


A Alicia, una tarde.



Cántaro donde anida
el pulso de la espera;
deambula lentamente,
abultada y erguida,
tu oquedad.

En tu recinto oscuro
hay un tenue rumor
de oleaje inasible:
sueño de algún pájaro errante.

Dentro de tu silencio
una canción sin voz
 5
golpea mansamente
el linde de la caricia.

Cántaro de andar quedo
eres posada azul
para una lumbre incierta,
peregrina del mañana.
—36→
—37→

¿Cuánto cielo iluminado
tu huésped recorrerá,
llevando a un rincón ignoto
el soplo de su aleteo?
 10

Cántaro recubierto
de trémula suavidad;
albergue para un ave
que emigró del infinito.

Tu penumbra es regazo
donde vino a pernoctar,
ávido de inmensidad,
el misterio de la espera.

Y cuando parta rompiendo
tus paredes de silencio
 15
qué colmada quedará
la veta de tus anhelos.

¿Qué follaje retendrá
ese vaivén de tus sueños?
¿En qué onda vibrará
su canción o su lamento?
—38→
—39→

Cántaro ya vacío,
cuna de tanto aliento,
cuánto silencio
en tu hueco abandonado.
 20

En tus colinas dormidas
retornarán a beber
sorbos de vida
otros pájaros sedientos.



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ArribaAbajoNocturno a la niña dormida

Nocturno Nº 4 de Chopin


A mi hija Eva María



Duerme,
tibio pétalo en arrullo,
tu distanciado sueño.

Duerme que trae la noche
ráfagas de silencio,
caricias de mi voz.

Duerme,
mientras vela el arcángel
y ciñe tu abandono
una cinta de luna.

Descansa,
pequeña y breve flor,
sobre el regazo
donde todos
los deseos cantan.
 5
—42→
—43→

Vuela
hacia donde los pájaros
tienen alas de agua,
estrella
y luz.

Silente acantilado
cara al tiempo bravío.

Marea de olas breves
sobre el perfil del llanto,  10
arropando tu aurora
con su manta de besos,
con palabras pequeñas,
su oleaje de amor.

Rumor de tantas ansias
su oleaje de amor.

Vigilante arrecife
de los pozos de sombra  15
que guardan los desvelos.

Marea avariciosa
de los despeñaderos
donde mueren los sueños.
—44→
—45→

Su oleaje
no te dejará partir.
 20

Su oleaje
cobija tu latir.

Con amarras de espuma
te anudará los pasos
demorando tu viaje
hacia el enigma.

Duerme,
hilito de savia nueva,
mientras canta el arcángel
y siembra en tu silencio
finas hebras de estrella.
 25

Descansa,
lánguida y breve flor,
que en tus labios se posa una paloma
preñada de rocío.

No despiertes,
aún
—46→
—47→
Velamen de aguas mansas,
aleteo,
temblor,

porque vela en silencio,
junto al manantial,
el corazón del infinito.
 30





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ArribaAbajoTres temas para una madre ausente

Nocturno Nº 6 de Chopin


A Maxi


ArribaAbajo- I -



En sus ojos brilla
una luz que canta.
Ronda un taciturno
sabor de distancia
enredado en llanto.

Esconden sus párpados
dos estrellas negras.
Y en la sien se agolpan
desconsuelo,
lágrima,
congoja,
cansancio.

Dos manos pequeñas
inundan sus labios,
 5
mientras lava,
hosca,
la ropa en la tina,
enjuagando niebla,
desoladamente.
—50→
—51→

Antes,
esplendentes,
florecían las horas,
sin sentir la huella
ronca
de la ausencia.




ArribaAbajo-II-



Ser
giro de su vuelo,
Ser
fuente sonora de su sed.

Eco de su aliento
ser,
nido caliente de su piel.

Temporal de besos  5
empapan el fondo de su tez morena.

Vestidos de bruma
van sus ojos negros,
y huérfano el lecho
le sacude a golpes  10
los mares internos.



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ArribaAbajo- III -



En un vergel de sombra
ha quedado su niña,
cobijada de luna
y de palmas dormidas.

Entre gramilla,
sendero y campo,
se le ha dormido.

Bajo paja y adobe
clareado de estrellas
arropada en la cuna
ha quedado la niña.
 5

La madre lava
su llanto manso
sobre la tina.
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Qué silencio
trae la noche;
qué silencio y distancia
por esos cerros.  10
En el pozo anegado
de sus pupilas
lentamente los pájaros
se van ahogando.

Qué quietud  15
llora la luna;
qué quietud y distancia
sobre el sendero;
con las notas quebradas
-canción de cuna  20
en el mar de sus labios
fue naufragando.





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ArribaAbajoTríptico del tiempo

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ArribaAbajoBrevedad

Estudio Nº 3 de Chopin




Late una rosa
arropada en luna.
Late y transita
el umbral del tiempo.

Como una fuente
que cobija el llanto de la noche
brinda sus huecos
para mi sed.

Se abre una rosa
en el instante
 5
donde se estrena
un día sin fecha.

Canta una rosa.

En sus cavidades tersas
donde pernoctan los sueños
se apaciguarán las aves mansas
de largos vuelos.
—60→
—61→

Nido vegetal,
labio del viento.
 10

Se levantan irisadas
sus orillas germinales,
arrebatan su belleza
los remolinos del viento,
y el día
con anhelante ardor se va bebiendo
el rocío estremecido que madrugó en su seno.

Pero el tiempo que moldea
su hondo cauce interminable
 15
en sus savias torrenciales
su garúa de minutos
suelta sin pausa y sin término

Rosa y tiempo.

Sobre el perfil del aroma
ronda el fantasma
del péndulo,
ultrajando la corola
donde encuentran las congojas
sus consuelos abismales
y amanecen las vigilias sosegadas.  20
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Sin memoria,
imperturbable,
roe el tiempo
la hermosura
que desata las amarras
de los cantos estivales
donde duermen las tristezas
de los pájaros.

Puntual,
denso,
inexorable:
bebe ausencias,
pare cuervos.
 25

Desolada,
tristemente,
de rubor desposeída,
la armoniosa perfección cede, en silencio.

Tiembla una rosa
ante el ocaso.
En la distancia
se duelen los luceros.
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Su aroma agónico,
buscando un lecho de olvido y
 30
se refugia,
languidece,
en las grietas del crepúsculo,
a sollozar.

Pasajero de la aurora
su canto muere
de brevedad.



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ArribaAbajoTiempo

Nocturno Nº 10 de Chopin




Gira,
late,
deshace
la corola madura de la flor
y deja que renazca:
imagen exultante de sí misma.

Gira,
late,
despierta
con tu soplo pendular  5
los minúsculos gérmenes del aire
en los crepúsculos.

Aún cuando tus brazos no abarcaban
el ilusorio puente de las horas
ya te nombraban con las arenas incontables
del lecho ignoto del mar.  10
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Gira,
late,
desgrana
tu cuenta inexorable y solar
sobre el vuelo anular de las abejas,
los cantos sucesivos de la aurora.

Mucho antes que el hombre
intentara aprisionarte
en las esferas recurrentes;
 15
que te evocara el mármol
con los cambiantes rostros
de la sombra y la luz,

ya eras giro,
rueda,
retorno,
origen,
final
de los diversos ciclos que repiten
la palpitación del universo.

Ya un corazón antiguo te soñó
continuidad cristalina;
 20
agua idéntica,
cambiante,
interminable,
fugitiva.
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Algunos te pensaron
círculo sin final y sin principio
donde todo regresa hasta su origen
y todo,
incansable,
se repite.
 25

Otros te dejaron fuera de la eternidad
como si sólo existieras en nosotros,
y un remoto vidente comprendió
que tú
eras la eternidad.

Hubo quien te creyó
un túnel insondable hacia el olvido  30
donde,
erráticos viajeros de las horas,
se deslizan
los destinos.

O archivo de memorias silenciadas
cuando tiembla la vida
ante el umbral del abismo,
del olvido,
del reencuentro,
de la nada.

Y mientras los sabios te definen
creyéndose infalibles,
tu paso es un enigma
que perdura y se obstina
en cada flor del universo.
 35
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Gira,
late,
inunda
con tu garúa pendular
el milagro vital de la semilla,
el murmullo espumoso del mar.

Gira,
late,
devuelve
mi alma tantas veces cautiva  40
al eterno retorno de las ansias
las diversas dimensiones de tu ser.

Deja que mis huesos se hagan polvo
y se cuelen en los remolinos caprichosos del viento
para volverse manantial y germen
sobre trémulos campos de azucenas.  45

Gira,
late,
sepulta,
al tañido de tu péndulo,
de mis días fugitivos,
las arrugas amigas.

Tiempo desde el principio repetido
donde todo fluye y permanece.  50

Absoluto que todo lo contiene
y transcurso que abarca nuestro sino.
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Tiempo,
caminado y caminante,

recoge mi alma prisionera
de las íntimas celdas de mi cuerpo  55
para que cante impenitente por tus venas
hasta el encuentro definitivo de la luz.



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ArribaAbajoEl sueño ese otro tiempo

Nocturno Nº 1 de Chopin




Vencido reposa
el tumulto del cuerpo;
en un fuelle tibio
las ondas del aire
mecen su abandono;
y en el cuenco cálido
de la almohada cómplice
las sienes develan
un enigma antiguo.

¿En qué playas encallaron
los latidos del día,
 5
ahora que la sangre se ha dormido
y tú vagas
por las inaccesibles zonas del sueño?

Abandonaste el rostro
en el umbral de la vigilia
y penetras a esa dimensión
habitada de rasgos inconexos
y pasos que se escriben
en un suelo sin nombre.
 10
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Ignotas regiones
se visten de bruma,
de evanescentes ecos misteriosos.

En costas que no he visto
y de pronto reconozco
me ofrece su rescate
un raudal de momentos.

Mi memoria deambula
por lugares inciertos;
 15
se reencuentra mi cuerpo
en sus moldes insomnes.

Me despido del péndulo
para habitar un sueño:
ese vuelo alejado
de mi tiempo despierto.

Y transporto mis grietas,
mis caminos en vela,
a ocultas
y enigmáticas
cavernas de silencio.
 20
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Desconocidos signos
me atormentan de bruma,
de túneles me llenan
las lindes del recuerdo,
y un viento negro avanza
amenazante y ciego
entre la vigilia
y el distanciamiento.

De esa paralela
realidad me desprendo
 25
con la marca indistinta
del retorno en la frente.

Con los ojos sellados
transité mi otro tiempo:
angustiante, real,
paradisiaco, obseso;
donde canta la alondra
o maldicen los cuervos;
donde me hundo en la muerte
o el enigma comprendo.
 30

Con los ojos de niebla
a mi cauce regreso,
en las alas vibrando
irreversibles ecos;
transitada de imágenes,
agobiada de gestos,
y tal vez ni siquiera
un nítido recuerdo.
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Entre la tibieza
de sábana y sueño,
 35
el cuerpo rememora
su latido confeso.

Ya el músculo se extiende
indolentemente,
hasta que de pronto
surge la conciencia
de estar como antes
inmerso en el tiempo.

Con las mismas huellas
sobre el rasgo idéntico,
 40
trayendo un velado
anuncio siniestro.
Un sueño hecho sueño,
un tiempo que habita
dentro de otro tiempo.





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ArribaAbajoTríptico de los enigmas

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ArribaAbajoAngustia

Nocturno Nº 5 de Chopin




En las islas del tiempo llora el hombre
cegado por fogatas innombrables;
bajo sus venas palpitantes brota
el frío manantial de las congojas.

Lejanamente los luceros brillan.
Sí,
 5

lejos y dolorosas se bifurcan
las rutas siderales, invitantes.

¡Oh valle luminoso y sosegado,
poblado por insomnes hálitos!

El hombre vive anclado  10
a mares insondables,
los cánticos alados
no calman sus raudales
ni silencian su llanto.
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Cuán antiguo el abismo,  15
su vuelo rutinario,
elipse devastada por vendaval de sombras.

Un temblor de abandono modela su plegaria.
Se pierden en el viento
las voces de estatuas solitarias.  20

Desolado lamento de estatuas solitarias.

Delgadísimas quejas de estatuas solitarias.

En las islas del tiempo llora el hombre
vislumbrando la calma de sus ansias remotas.

Lo asedian rumbos nuevos,  25
inefables distancias
donde cantan inéditos puntos cardinales
y se entierran rencores
en los despeñaderos del olvido.

¿Llegará
a la luz,
alguna vez,
 30
sin agobio,
sin odio,
plenamente?



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ArribaAbajoSiglo XXI

Nocturno Nº 3 de Chopin


A mis hijos.



Siglo anclado en la arena
de una clepsidra inmemorial,
mirador de horizontes desvalidos,
remanso en la eternidad.

Siglo de latido diferente  5
te convoco a una nueva dimensión;
primicia de un tiempo donde cante
un manantial sediento
de consolar ocasos
y palomas heridas.

Serás un clarear en la penumbra;
una estancia de luna sosegada;  10
parador donde duerman
los promisorios fuselajes
del mañana.

Velamen desplegado
sobre los tembladerales
que agobian
el follaje de los sueños.
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Corriente desbordando
el brocal de la queja,
los incomprensibles
arrecifes del llanto.
 15

¿Cobijarán tus alas
un canto
estrenando amanecer,
y esa quietud de estrella
donde beben las auroras
libertadas?

¿Nos traerán tus horas
un sosiego de angustias
aflojando las amarras que estrangulan
la verdad
y la lágrima
en continuo anclaje sin palabras?  20

Siglo varado en la orilla
de este tiempo nuestro, inmemorial,
singladura de ruta innominada,
posada en la eternidad.

El temblor de tu pulso
canta lejos,
 25

mientras llora la sangre
en su cauce de sal.
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En tus senos retumban
acentos abismales;
un himno de vocablos inventados
para calmar rencores
y liberar las aves del mañana.

Siglo cargado de promesas,  30
con la marca del astro desvelado:
que en tus playas zozobre la congoja.

Nuestras guerras.
Nuestra ira,
con su manto de arena calcinada,  35
sus harapos en el seno de la tarde.

El engaño.
La tristeza,
bregando entre sombras maniatadas
en remota caverna inmemorial.  40

El silencio,
cerrojo que le ponen a los hombres
en torturantes ergástulas sin pan.
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El olvido,
olvido de ternura silenciada,  45
de cálida ternura elemental.

La trágica señal de nuestro tiempo
es esa soledad desconsolada
donde vagan las ansias fugitivas.

Ese deambular triste y anónimo  50
en desamparada vastedad.

Siglo varado en el vértice
de una clepsidra inmemorial,
singladura de ruta innominada,
péndulo de la eternidad.  55

De tu nuevo caudal busco la senda
que me oriente hacia otra dimensión.
Brújula del mañana donde habite
una pacífica alondra visionaria.

Una alondra,
con la inocencia del raudal
prendida entre las alas,
 60
y un canto torrencial
que serene la sangre
de este planeta nuestro
inacabado.



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ArribaAbajoTransmigración

Nocturno Nº 7 de Chopin




Vengo del lugar donde se abren
los misterios promisorios del alma;
del valle original de los destinos.

Vengo del lugar donde germinan
el pulso y la palabra.

De ese espacio primigenio partí
para llegar
 5
hasta la cima o el abismo
del desvelo.

Guardo el secreto designio de transitar
los inconexos mundos que me habitan,
los múltiples rostros olvidados.

A través de otros cuerpos peregriné
largamente
para amar,
 10
cincelando mis ansias,
los misteriosos recovecos del ser.
—100→
—101→

Llevo el andamio de la luz
en mi corazón
para pulir las aristas inconclusas
de mi alma.

Soy ansia y carne,
eco, latido,  15
canto, tristeza,
voluntad, fuego,
amor y sueño.

Soy carne y agua,
ahínco, anhelo,  20
elipse alada estrenando sueños
en las praderas del universo,

en las honduras del universo.
—102→
—103→
Soy sangre y pulso,
camino, viento,  25
corriente abrupta,
remanso quedo,
flecha y distancia
sobre la huella puntual del péndulo.
Jirón y herida de amanecidos sueños  30
pasión de andar errante,
impenitente,
congoja de latir
y siembra alegre,
navío, timonel
y espuma suelta,
desaliento, dolor,
vuelo resuelto.

Certeza de que la muerte
no se nombra,
 35
y la tumba es portal
y otra vez sueño.

Vuelvo adonde despuntan
los brotes encendidos del alma;
al valle donde se acuñan los desvelos;
allí donde todo se contagia de manantial.  40
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Vuelvo al recinto de la luz,
embriagada de verbo y transparencia,
a cubrirme la frente de absoluto.

¡Oh plenitud
de retornar
sin vestiduras
a ese lugar;
siendo otra vez
toda de luz,
diáfana,
libre,
inmaterial!
 45

Alma,
ataviada
de universo.





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ArribaAbajoLa maja y el ruiseñor

Alegoría arábigo-español a


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ArribaLa maja y el ruiseñor

Quejas o La Maja y el Ruiseñor de
Enrique Granados.
A Paco Corral



Es noche en mi corazón
y desde lejos me miran los luceros.
Es noche, noche en mi corazón
y las estrellas se conduelen de mi llanto.

Con mis lágrimas la luna  5
encenderá candelas en sus valles
y el tiempo con mis sollozos
reinventará el desconsuelo.

Sin ti,
que te irás.

Recibí tus besos suplicantes;  10
tu rumorosa confesión de aljibes;
el aroma niño de los jacintos.
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Dolida te entregué mi corazón
arrasada de galopes y de espadas.

Me encontraste después del viento  15
que azota los recodos del alma;
tras las interminables distancias de arena
en busca desesperada del edén.

Me reflejé en tus ojos
como una doncella pronta a ser desposada.  20

El murmullo de mis aguas te dejó trémula la voz;
y en mis corrientes voluptuosas saciaste
una sed más antigua que los siglos.

Tu congoja ancestral
se consoló con mis besos.  25

Con la cruz en la frente recibí
la media luna de tu pecho
y me dolió la sangre,
y me dolió la espera,
y me dolió el silencio,  30
los hijos insepultos
con los rostros colgando de mi abrazo.

Mi austera altivez se doblegó
al relámpago impetuoso de tu paso,
y supe ser la dueña del torrente  35
que te canta bajo la piel.

Dominándome, fuiste mi vasallo.
Adoraste mis líquidos tajos susurrantes.
Mi sombra adolescente
fue posada de tu cansancio.  40
—112→
—113→

Reclinado en la tibieza de mi cuerpo
miraste viajar a las estrellas
sobre el azabache del zodíaco,
y te llevaste en los ojos
hasta el último ámbar de mi tez.  45

Recoge la tajada de luna
que ensombreció mis pupilas,
el oriente de tus perlas,
las blancas y morenas que hollaron mi altivez.

Deja el regazo de mi alma,  50
y vete
para siempre.

Es noche en mi corazón
y me duelen los siglos.

En mis vergeles despertó el sol  55
y cae la cerrazón sobre tu pecho.

No temas
amada,
ya.
Paraíso de mis sueños.
—114→
—115→

Mi aleteo no volverá a desflorar tu corazón.
Me iré como el viento temeroso de la aurora,  60
como los jazmines después de florecer.

Antes de que cante la alondra
me habré ido.

Pero en ti cantará,
hasta que muera el tiempo,  65
la diadema de agua
que te ceñí en la frente.







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