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ArribaAbajoEntretenimiento XI.

De las dolencias que son particulares, segun la variedad de los climas y su comparacion.


Es regular que la naturaleza de las gentes y los animales participe de las distintas qualidades de los temperamentos, y que, segun la variedad de estos, sea la disposicion de los humores, y propension á las dolencias que predominan en ellos. Los temperamentos frios están preservados de muchas de las enfermedades que reynan en los cálidos, y en estos son comunes las contrarias á las que allá son ordinarias: en unos proceden de la constipacion, de la falta de transpiracion, de la coagulacion de los humores, y de la demasiada tension y entumecimiento que sufren las fibras: en los otros de la mucha disipacion de laxitud de estas: de la agitacion de los fluídos; y de la corrupcion puede decirse, que en el primer caso la naturaleza se halla demasiado comprimida, y que en el segundo peca por muy relaxada. Los territorios que están fuera de la Zona Torrida participan de ambas intemperies con otro exceso distinto, procedido de pasar de un extremo al otro, pues en elVerano se experimentan los efectos del calor, y en el Invierno los del frio, sin mas intermedio que la Primavera y el Otoño, que son los que preparan para pasar á ellos.

La diferiencia de temperamento del Invierno al Verano en las cercanías de la Equinocial y aun en lo que coge la Zona Torrida, no son considerables, y asi se observa en la parte alta, como en la baxa del Perú; de aqui nace, que las intercadencias de la salud son quasi las mismas en todas estaciones, con la diferiencia de ser en unas mas repetidas que en otras; pero la naturaleza trabaja menos, porque no pasa de una especie de temple á otro enteramente opuesto. La juventud está muy expuesta en los climas cálidos por la disposicion que tiene á la fermentacion de los humores. La vejéz se mantiene bien y adquiere otras fuerzas distintas de las que tendría en donde el clima no guarda estabilidad: unos y otros viven sin mayores incomodidades en los que son frios, porque una vez connaturalizados á ellos no tienen que fatigarse en acomodarse á las extremosas desigualdes de las dos estaciones opuestas.

En la parte alta del Perú se dice comunmente, que el que vá sano se mantiene en el mismo estado; pero que el que lleva enfermedad padece mas que en el parage de donde la sacó: esto no sucede con todas, pues hay algunas que se curan solo con la mudanza del clima. En la baxa no es asi, porque hay enfermedades, que quando el grado de calor aumenta, sobrevienen á los que están sanos, del mismo modo que á los que padecen males habituales. Hay no obstante una diferiencia entre estos climas calurosos y los que pasan de un extremo al otro, y es, que habiendose habituado á ellos con la larga residencia no viven tan expuestos; y asi, todas las incomodidades se sobrellevan, y nunca son tan penosas como el salir de un Invierno crudo, y entrar en un Verano caluroso, exercitando la robustéz con pruebas de enfermedades y epidemias encontradas.

Son las enfermedades ordinarias de la parte alta las que provienen de Constipaciones, Afectos de Pecho, Pleuresias, y algunos Reumatismos. Estas son mas, ó menos graves, segun la disposicion en que encuentran los sugetos; y quando, están bien humorados no es regular que les sobrevengan. Las Fiebres intermitentes y las putridas no reynan allí; pero se nota en ellos que los que ván de la parte baxa las llevan, y aunque parezcan sanos, á cortos dias de llegados, se manifiestan, causando accidentes penosisimos, que en algunos son de peligro, pero no se comunican á otros, ni transcienden á las gentes que están acostumbradas al País.

En las quebradas profundas de aquella misma parte, donde se produce la Caña de Azucar, sucede por el contrario; las Fiebres intermitentes son comunes; siendo tal el estrago que causan, que llegan á despoblarse las haciendas por la mortandad que ocasionan en los Indios, y demás gente que las habita. Esta enfermedad es maligna, á distincion de las fiebres de la parte baxa, que aunque sean molestas por la duracion, no suelen ser de peligro; sin ser remedio suficiente salir de allí, y pasar á curarlas al temperamento frio, porque esto prueba en unos, y en otros no.

En algun modo tiene semejanza con la intemperie de algunas partes de Italia, quanto á contraherse con facilidad, y á reynar por tiempos, dexando de molestar en otros. Quando está en vigor basta hacer mansion en la Quebrada para contagiarse; y si llega á dormirse en ella, sea de dia, ó de noche, es infalible contraher el mal; por esto los que caminan no escusan rodear algunas leguas, yendo á buscar la cabezera de las quebradas para evitar el tránsito por ellas; y los que mas se arriesgan lo hacen sin detenerse en el camino, procurando atravesarlas en horas que sea lo menos nociva que se pueda. De continuo se padece este mal en tales parages, pero no son malignas en todo tiempo: hay algunos en que se declaran tales, lo qual dura uno, dos, ó mas años, en cuyo término se despueblan, muriendo la mayor parte de la gente, y huyendo la poca que queda, despues de haber visto los estragos y su permanencia; de suerte, que hacen al fin lo que deberian practicar en el principio. Pasado algun intérvalo de tiempo vuelven á quedar habitables, y se pueblan de nuevo con aquellos restos que salieron fugitivos, y otros que se les agregan, sin embargo de no ser nunca sanos. La causa de esto es natural: aquellos lugares están profundos, no se ventilan: los vientos corren segun las quebradas ván, unas veces de un lado, otras del contrario, y asi los vapores que se levantan del Rio, los que salen de las tierras humedas y movidas para la cultura de los Cañaverales, y los que esta misma planta exâla, y la reberveracion del Sol en aquellos sitios encerrados se junta todo para inficionar el ayre, y hacer el temple enfermo. Despues que se despueblan cesan la cultura y labranza de las tierras: los plantíos de Cañas, los humos del caldo de ésta, en las oficinas donde se reduce á Azucar, los bagazos, y las heces de aquel, que todo se corrompe, y ayuda á inficionar el ayre; por esto, despues que pasa algun tiempo de la despoblacion, cesa el mal ayre y buelve el temperamento al estado regular de un clima caluroso, propenso á las enfermedades que son ordinarias en los de su especie.

En la misma parte alta, fuera de las quebradas, siendo las enfermedades comunes del Pecho, suelen ocasionar Asmas, pero viven con ella los que las padecen mucho tiempo: allí le dán el nombre de Ahogidos. El remedio mas propio que se conoce es ir á la parte baxa, asi como los que la contrahen allá convalecen mudando de ayre á la alta: en los unos el demasiado resorte y compresion de las fibras, y la sutileza del ayre ocasiona la enfermedad: en los otros procede de un ayre muy denso, pesado, y de la debilidad de las fibras; por esto, mudando de clima los unos adonde el ayre es mas pesado y cálido, y los otros á donde es sutíl y frio consiguen mejoría, y que no les moleste tanto el accidente.

Dos causas hay en aquella parte alta, para que la naturaleza se debilíte, sin que le aprovechen las prerrogativas del clima: una es el mal Venereo que está muy propagado; otra el uso inmoderado de las bebidas espirituosas: sin ellas vivirian las gentes con mucha robustéz, y sin experimentar las indisposiciones y achaques que padecen: asi se vé, que las Pleuresias, los Ahogidos, y las Fluxiones de pecho sobrevienen regularmente á los que están tocados de aquel mal, y á los que usan con desorden las bebidas.

Esto se advierte mas bien en el tiempo de los hielos, y se confirmó en el año de 1759 en una epidemia general que sobrevino, en la que perecieron los que estaban con mala disposicion; y al contrario, de los que no padecian de aquel mal, ni estaban habituados con exceso á las bebidas, aunque lo padecieron, no peligraron.

El estrago que hizo en los Indios fue considerable, ayudandose á esto la demasía con que se entriegan á la embriaguéz: á estos sucedia, que desde los principios del mal se aparataban de muerte, y duraban pocos dias: conocido este daño, se prohibió la venta del Aguardiente, y luego se sintió el beneficio, cesando la mortandad; y aunque la epidemia continuó, no eran tan fatales sus estragos.

Pudiera tomarse por anuncio de este mal, si se reputasen por seguras las idéas antiguas, la aparicion del Cometa que se vió entonces, con corta diferiencia de meses: este apareció en aquellas partes desde 25 de Abril, llevando su curso de las partes Meridionales á las Septentrionales: la epidemia se declaró en Guancavelica, ácia los fines de Julio, y corrió toda aquella basta extension de País; empezando igualmente en las partes Meridionales, de donde fue succesivamente siguiendo á las Septentrionales; y como si fuese cosa viagera, pasaba de unas Ciudades á otras, conociendose por la distancia de estas, á corta diferiencia, lo que tardaría en l legar á las de mas adelante: su principio fue, como vá dicho, en las partes del Súr; pero como aquellos Países son de tanta extension, quando se tuvo la noticia en las mas cercanas á la Equinocial fue al tiempo que estaba en Potosí y Chuquisaca: de allí paso á la Paz, á Oruro, Chucuito, el Cuzco, Guamanga, Guancavelica, Xauja, y Lima, y fue siguiendo despues por los territorios alto y baxo ácia Quito y demás Provincias. Sus progresos eran rapidisimos, de tal forma, que si hubiese tenido la malignidad á correspondiencia de la generalidad, sería bastante para la exterminacion del genero humano, en quanto comprehendió, pues en el termino de 5, ó 6 dias no quedaba persona grande, ni pequeña, que no adoleciese de ella, manifestandose en unas con mas rigor que en otras: las calles quedaban desiertas, siendo raras las personas que en ellas se veían: las casas solitarias, y postrados quantos vivian en ellas: las plazas de la provision totalmente yermas, sin haber ni quien vendiese, ni pudiese ir á comprar; y en este conflicto faltaba la regular asistencia, porque todos estaban en el caso de necesitarla. La Providencia de Dios permitió que lo fuerte del mal durase á las personas bien complexionadas solo por dos, ó tres dias; y aunque quedaban con una debilidad extraordinaria, podian en algun modo dár auxilio á las que se hallaban mas agravadas.

El mal consistia en un gran desvanecimiento y pesadéz de cabeza, flaqueza en todos los sentidos, y dolores fuertes en el cuerpo, indistintamente en las partes de él; calentura no muy violenta, lasitud general, sangre por boca y narices, sordera y un gran abatimiento, con total inapetencia: á los que padecian males habituales, particularmente del pecho, se les agravaban; y alargandoseles la enfermedad, morian: los que no estaban en aquel estado mejoraban usando de sudoríficos y de abrigo para mover la transpiracion: despues de pasado lo fuerte del mal se sentian en la convalecencia los efectos de él, siendo larga y penosa, porque quedaban débiles los cuerpos, la vista perturbada, el aspecto triste, y el animo abatido, necesitandose mas de un mes para disipar estas reliquias.

Observóse entonces, que los Perros participaron del mal epidemico: en las calles se velan tendidos, sin poderse poner en pié; algunos murieron, pero se observó, que también fue benigno para con ellos.

Asi como fue rápido en empezar y en propagarse en los vecindarios de las poblaciones donde picaba, fue pronto en terminarse, cesando en cosa de un mes. En las partes por donde empezó fue mayor la mortandad, por faltar el conocimiento de la curacion observandose, que el uso de las sangrías era pernicioso y aun mortal, con cuyo antecedente, sin embargo de los grandes aparatos que le acompañaban, se reducia despues la curacion al metodo que se ha dicho.

En aquellas partes no conocen la enfermedad de la Peste, ni tienen en lo comun idéa de ella; con esta escaséz de noticia, le aplicaron el nombre de tal, como lo hacen en todas las enfermedades epidemicas, las quales se experimentan por tiempos, y son mas comunes en la parte baxa, que en la alta. La causa del mal, segun toda apariencia, estaba en el ayre; y entre las señales que lo persuaden, lo es el que en aquel mes, y desde fines de Abril reynan los vientos Sures arriba, y la epidemia corría, como ellos, del Súr al Norte; porque sino fuese asi, y la comunicacion procediese solo del contagio de unas personas á otras, no las comprehenderia tan generalmente como sucedia, y menos á los irracionales que ván expresados.

En los parages cálidos de la parte baxa: es enfermedad comun la de las Tercianas, ó Fiebres intermitentes; duran muchos tiempos en las personas á quienes dán, pero sin la malignidad que las de las quebradas de la alta; y aunque no dexan de morir algunos, es quando se les complican con otros males, ó despues de largo tiempo de padecerlas, sin hacerse cura formal que lo extinga; y asi acaece á muchos, que viviendo en aquellos campos esparcidos, y lexos de las poblaciones principales, no tienen proporcion para ella.

Este genero de enfermedad es sin duda el mas comun en los parages que por naturaleza son cálidos, ó participan de Veranos calurosos, y en los primeros son tenaces y dificiles de extinguirse. La gente del campo, en la Isla de Cuba, tiene una observacion particular, y es, que quando se mojan, yendo de camino, si el agua les cae sobre la ropa, aunque sea en poca cantidad, juzgan por seguro que les han de sobrevenir Tercianas, pero no asi recibiendola sobre las carnes; y que quanto mas copioso es el aguacero, menos riesgo hay de que les haga mal: por esto, luego que empieza á llover, se quitan la ropa que llevan, que es bien ligera, y quedan de la cintura arriba en cueros, afirmando ser esto lo mismo que bañarse; y que lavandose el cuerpo por igual, no experimentan el daño que percibiendo la humedad de la ropa, durante el tiempo que camínan, y el calor que comuníca quando está mojada.

El País de la Luisiana es propenso á la misma dolencia en tiempo de Verano: quando los calores son fuertes, y las lluvias á turbionadas, ó borrascas pasageras, muere bastante gente de ellas, á causa de que algunas son malignas, lo que procede tambien de la falta de curacion; pero luego que se declara el frio con los primeros Nortes en Noviembre, cesan y se convalece de ellas, la mayor parte sin otro medicamento mas que la mudanza del temperamento.

El mal que llaman de Siete-dias en las criaturas recien nacidas, es general en ambas Américas, y no menos peligroso en la parte alta, que en la baxa: muchas de las que nacen perecen con él, y sin tener antecedente para sospecharlo, hallandose, al parecer, sanos y robustos, les sobreviene acompañado de Alferecía: es muy raro el que escapa si llega á darle. Aunque en Europa se conoce igualmente, no es tan general, ni tan grave como en aquellas partes; y por esto acostumbran resguardarlos del viento, hasta que pase aquel termino, fuera del qual quedan libres: de aqui viene, que le llaman de Siete-dias, porque dura el peligro este tiempo.

En Guancavelica hay otra enfermedad en los niños, bien rara: salidos del peligro de los Siete-dias, se crian regularmente hasta que tienen 3, ó 4 meses; entonces empiezan á padecer de Tós y Afecto al pecho, que llaman alli Pechuguera; ván agravandose, sin que los medicamentos que se les aplican les alivien: á esto sigue el incharse, y á poco de estarlo, mueren. Este estrago se experimenta con los Blancos, hijos de Españoles, no sucediendo lo mismo con los Indios y Mestizos, cuya resistencia es mayor. El modo de precaverlos es, sacarlos de allí artes que pasen de los dos meses, y llevarlos á climas mas benignos en alguna de aquellas quebradas, que están á poca distancia: la vulgaridad atribuye esta poca resistencia á la frialdad, é intemperie del clima: en mucho puede contribuir, pero tambien es parte de ello el estár los padres mal humorados, y los humos azufrosos que se respiran de continuo, procedidos de los hornos en donde se extrae el Azogue, los quales son en tanta abundancia, que en tiempo de Verano con los hielos forman nube densa, que cubre el ámbito de la poblacion.

Las Lombrices, en toda suerte de personas grandes y pequeñas, es enfermedad muy comun en la Luisiana, y de las diversas castas que hay de ellas se padecen las mas, quando no sea de todas, sin excluirse el Toenia, ó Solitario: la causa que esto tenga puede ser las grandes humedades de aquel territorio, la abundancia de semillas de insectos y reptiles que allí hay, y la calidad de los alimentos, pues se observa con la fruta, particularmente con las de hueso, y con las legumbres, que no duran; y á los dos dias de cortadas se empiezan á podrir y se corrompen, procedido de ser de un terreno enguacharnado, y de una athmosphera siempre humeda: con esta enfermedad sobrevienen fuertes calenturas, mucho descaecimiento, languidéz, y melancolía: la curacion que se tiene mas conocida es el zumo de la yerba llamada Hedionda, ó de Lombrices, que yá se ha nombrado. Tambien usan el Aceyte de Nueces, que en algunos hace buen efecto; pero se nota, que no todas las personas curan radicalmente, repitiendoles despues de pasado algun tiempo.

Las Viruelas, enfermedad tan conocida por lo muy propagada que está en el Mundo, no menos que por los lastimosos estragos que causa, tiene sus tiempos. En todo el Perú, no siendo annuales, como sucede en Europa, se pasan varios años sin haberlas; pero quando reynan ocasionan mucha mortandad, no solo en los Blancos, que allí llaman Españoles, sí tambien en los Indios y Negros: el año de 64 las hubo en la parte baxa, y pereció mucha gente de todas edades, experimentando este quebranto las principales familias de aquel Reyno. Aunque los climas son tan diversos, no puede hacerse juicio de que sean mas malignas las de la parte alta, que las de la otra, mediante que en una y otra fue crecido el numero de los que murieron. En la alta suelen usar un método de curarlas, muy contrario á las precauciones que se han acostumbrado en Europa, porque las Indias no resguardan del ayre á sus hijos quando las padecen, y los tienen junto á sí acostados sobre alguna zaléa, con el poco abrigo que usan; pero aunque aquel clima es tan frio, no mueren mas de este modo, que de los que se resguardan con las precauciones mas escrupulosas: á esto se junta no usar ellos el auxilio de Medico, ni de medicina, dexando á la naturaleza que haga toda la costa: quando mas, se valen de algunas yerbas que conocen, y éstas se las aplícan, como si fuera sanalotodo, á quantas enfermedades les sobrevienen. Quando las Viruelas les cogen grandes, son pocos los que escapan, porque teniendo el cutis grueso, encuentra el humor impedimento, y no se hace con regularidad la erupcion: por esta razon son mas temibles en ellos, que en las otras gentes, causandoles horrible desolacion. No lo serían tanto, ni tan generales sus extragos si las hubiese anualmente, pues entonces las pasarian de poca edad, y no morirían tantos, acreditandolo asi la experiencia en los que encuentra pequeños.

Sobre este particular imprimió Monsiur de la Condamine, de la Academia Real de las Ciencias, y de la de Bellas Letras, en el año de 1764 cinco Cartas que escribió al Doctor Macy, de la Sociedad Real de Londres, dandole noticia del estado en que se hallaba la controversia sobre la utilidad de la Inoculacion en aquella Capital, y los fundamentos del partido que la sostenia. En estas Cartas desvanece los recelos que hasta entonces se tenian del peligro á que voluntariamente se exponian los que se Inoculaban, y el concepto de no quedar preservados, para no bolverlos á padecer por contagio; cuyos exemplares son los mismos que han dado lugar á los de la Nueva Inglaterra, para hacer general esta operacion, que se halla no menos puesta en uso en la Vieja.

En los territorios cálidos de la Zona Torrida no son tan perniciosas; pero quando médian algunos años sin haberlas, causan bastante mortandad: esto mismo se observa en la Luisiana, concluyendose de ello, que no es felicidad el que intervengan 10, ó 12 años sin sentirse sus efectos, si al cabo de ellos es mas sensible el daño: sin duda ha contribuido este conocimiento en la Nueva Inglaterra para el uso público de la Inoculacion establecida allí, por cuyo medio se precaven desde la edad pueríl, quedando para en adelante sin los temores de peligrar en las Viruelas; y es tan corriente, que hay casas públicas y Hospitales, donde se practícan con el mayor acierto en toda clase de personas. Con este motivo acuden tambien de fuera, y de la Luisiana ha habido varias, que en una edad crecida se han hecho Inocular allá. Muy conveniente sería que de los Países, donde no se conocen bastantemente las grandes ventajas de esta providencia preservativa, se diputasen Medicos habiles para que fuesen á examinar las resultas que tienen los Inoculados durante el curso de la operacion: que se asegurasen por el quantioso numero de los que la han pasado, si quedan con el mismo peligro de padecerla en las grandes Epidemias; y en caso de esta reincidencia de qué calidad son, si benignas, ó perniciosas; si con la providencia de estár Inoculados todos, ó los mas, se extingue la causa Epidemica; el método de preparar, y introducir la semilla: la eleccion de la que usan, las precauciones que se guardan durante sus efectos, la estacion del año mas propicia, el temperamento, y aquellas otras circunstancias que conducen al pleno conocimiento de este asunto; por donde pudiera preservarse de perecer la mitad, ó la tercia parte de las criaturas que nacen en cada estado, grande, ó pequeño; y lo que es mas que todo, las cabezas de los Imperios, y sus felices succesiones, pues con unas observaciones, practicadas por sugetos de conocida reputacion, sabiduria y concepto, se desvanecerian los reparos y contradiciones que ofrece la novedad de esta invencion, que se hace repugnante por recaer en un mal, cuyas consecuencias son fatales.

Asi como los Afectos de pecho son comunes en la parte alta, lo es tambien el arrojar sangre por la boca, lo qual sucede en los parages mas frios. En Guancavelica es bastante ordinario, y viven con ella algunos años: suelen los que lo padecen sanar enteramente pasando á otro temperamento menos rígido, pero otros mueren, sin que haya regla fija en quanto á la duracion. Aquel no es temperamento de eticos, sin embargo de lo que se padece del Pecho, siendo raro verse alguno; por el contrario, el territorio baxo es propenso á ellos, no siendo comun el arrojar Sangre. En la Luisiana se padece bastante de ambas enfermedades, abrazando en esta parte los dos males mas peligrosos de los territorios alto y baxo del Perú.

El accidente del Pasmo es temible en la parte baxa del Perú por la facilidad que hay de contraherlo, y por ser mortal: lo primero sucede con muy ligero motivo, no siendo capáz de tenerlos presentes para precaverse de todos; basta sali algo caluroso de una pieza, y que dé el ayre, para que se siga el Pasmo. Esto no sucede siempre, pero es una de las causas: otra es salir al ayre, ó ponerse en donde haya correspondiencia acabados de beber el Mate, que es al modo del : en la parte alta no se conoce tal enfermedad; y siendo como inevitable quando ha habido alguna picadura en las plantas de los pies, que sin reflexion se mojan, ó se humedecen, no corre este peligro en la otra. En la Isla de Cuba y en todos aquellos temperamentos cálidos es igualmente peligroso, sin que se conozca curacion segura contra ello, siendo raro el que escapa. En la Habana no obstante se citan moderadamente algunos exemplares de haber curado; pero el método no se halla tan entablado, que no sea siempre arriesgado. De esta enfermedad participa algo la Luisiana en los casos de picadura, pero sin ella no la hay.

Goza tambien la parte alta del Perú el beneficio de no ser comunes en ellas las Perlesías, que allí llaman Ayre; y aunque del todo no faltan, no son tan frecuentes como en la baxa: esto procede de la igualdad del temperamento y de ser siempre frio, sin mutacion de Invierno, ni de Verano, y de estár los poros del cuerpo cerrados, en disposicion de resistir la introduccion del ayre; asi quando sobreviene semejante accidente, es en personas de abanzada edad, que yá se sienten achacosas. Los insultos Apopleticos son rarisimos; y en este particular no es menos favorecido el un País que el otro: en el discurso de muchos años no se oyen estos casos, cuyo beneficio debe tambien atribuirse á la poca variedad en el temperamento entre las dos estaciones opuestas, pues los humores se conservan en un mismo ser, los alimentos no varían, y el ayre que se respira es, á corta diferiencia el mismo. Asentados estos principios, es necesario que en la athmósphera haya cuerpos desconocidos imperceptibles, que son la causa de los Pasmos, pues de otro modo podría sobrevenir una constipacion de aquellos ligeros descuidos, pero no una contraccion tan terrible como la del Pasmo, y la muerte que se sigue á ella en término de cortos dias.

Siendo, como queda dicho, las Pleuresías el mal peligroso de aquellos climas frios de la parte alta, no son estas muy comunes en las personas bien complexionadas, pero sí en las que se hallan mal dispuestas de las enfermedades venereas, ó de la fuerza de los licores espirituosos. Se conoce por remedio eficacisimo contra ellas el higado del Zorrillo tomado por la boca, y se vén curas prodigiosas. No es de el caso que sea fresco, ó viejo, porque de todos modos son seguros sus efectos, y dicen, que habiendolo usado quedan asegurados para que en lo succesivo no repita el mismo mal.

En la vida desarreglada de los Indios, que tienen por unico deleyte la embriaguez, y pasa toda comparacion lo que beben de aguardiente, no se vé que sean propensos é Pleuresías, ni á otras enfermedades del pecho, cuya particularidad debe atribuirse á la fortaleza de su complexion, y á ser muy raro en ellos el mal Venereo.

Es bastante comun en los climas cálidos el mal de la Lepra, conocido por mal de S. Lázaro: en la parte alta del Perú no se conoce; en la baxa, aunque lo hay, no es en abundancia: en las costas de Tierra-Firme, que corresponden al Norte, se propaga lo bastante, y en la Habana es una de las partes donde se vén sus estragos con lastimosas consecuencias. Allí juzgan proceder de la calidad de la carne de Puerco, que se gasta con abundancia, pretendiendo que el fruto de una especie de Palma, distinguida con el nombre de Real, á que llaman Palmiche, y come mucho este animal, aumenta la causa. La carne que se ha mantenido con el se distingue en ser mas abundante de glandulillas que la otra, siendo estas de color negro, y desde luego son perceptibles en toda la parte del pescuezo. Aunque tal opinion corre por segura, debe mirarse como principal en el origen la introduccion de Negros Africanos, en cuyas partes es muy antigua, y como natural. Contra semejante accidente, que por todos motivos es de los mas horrorosos, se deberian duplicar las precauciones, y emplear el mayor cuidado en que se fuese extinguiendo, para que sus estragos no fuesen comunicables. En la Luisiana no se conocía, y de poco tiempo á esta parte ha empezado á padecerse.

La enfermedad de la Culebrilla, muy conocida en aquellos climas cálidos, es otra, que se cree haberse introducido en ellos por los Negros de Africa. Puerto del Principe y su territorio experimentó con mas generalidad que otros parages, aun de la misma Isla de Cuba, los efectos de este mal; pero habiendose convencido de que se adquiria por contagio, tomaron providencia para contenerlo, y fue la de quemar los trapos que servian para las curaciones; de los quales, despues de secos, resultaban infinidad de insectillos, que esparcidos por el ayre la hacían comunicable á los que estaban buenos; y con solo esta precaucion, y la de curar á los Negros recien llegados de su País quando se reconoce estár con ella, ha sido bastante para que no sea tan comun.

Es cosa sabida que no se conoce en aquellas partes el mal de Rabia en los Perros, ni en algun otro animal; y esto sucede, no solo en la América Meridional, sino tambien en todas las Indias; pero en su lugar padecen otro que es general, y del que resulta mucha mortandad en ellos. Este entra en la clase de los que llaman Peste: de ella no resulta la propension á morder, que la rabia les dá, ni el daño de comunirla. En algun modo es un equivalente de las Viruelas en los racionales. Empiezan por ponerse tristes, no querer comer, enflaquecerse, é irseles la cabeza, de modo que se caen, y no pueden andar: en esta forma están por espacio de 15, ó 20 dias, resistiendo unos mas que otros, y al fin la mayor parte muere. Les acomete de ordinario en el primer año, siendo Cachorro; pero habiendolo pasado una vez no les repite. Los Perros estimados para la Caza, se procuran curar, que es el modo de que escapen algunos mas: los medios que se ponen para ello es cortarles la punta del rabo, ó de las orejas, á fin de que desangre, y darles á comer los higados de las reses cocidos y mezclados con buena porcion de flor de azufre: se les unta el lomo con manteca de Puerco, y se tiene cuidado de sobarlos ácia el rabo, con cuya diligencia se les vé expeler por la cortadura, hecha en él, porcion de podre, á modo de filamentos, lo qual parece ser la causa del mal. El año de 67 hubo en la Luisiana una epidemia de estas, que los exterminó quasi del todo, habiendo sido muy pocos los que escaparon.

Otra enfermedad particular padecen las Mulas, que llaman mal del Bazo. Las crecidas tropas de este ganado, que se conducen del Tucuman por todo el Perú anualmente, y constan de millares de ellas, suelen tener pérdidas crecidisimas, procedidas de ella. El mal es en los cascos, sin tener semejanza con el Hormiguillo: se les inchan las ranillas, pasa el mal á lo interior de las piernas y mueren: su contagio es tan eficaz, que aseguran los que hacen este trato, que solo de pisar por donde han andado las que lo tienen, se comunica. Esto procede sin duda de dexar entre las yerbas algunos insectillos, que sean la causa del mal. Esta crecida porcion de Mulas sale de los territorios del Tucumán, en tropas de dos, ó otres mil, en tiempos determinados, para hacer el largo viage de 600, y aun hasta 1000 leguas desde allí á la Tablada de Tuche, en la Jurisdiccion de Guancavelica, que es donde se hace la Feria de ellas, y pasan algunas partidas hasta el Reyno de Quito. Para caminar tanta tierra eligen ir por las Punas menos frias aprovechando los pastos, y regularmente siguen unas tropas á otras, siendo el cuidado de los que ván posteriores informarse si ha picado el mal en las que preceden para extraviar viage, y no ir por sus huellas en los pasos precisos, evitando asique se comunique el contagio. En cada tropa observan el mismo cuidado, separando las que se reconocen picadas, y llevandolas por sendas extraviadas para que no se inficionen las buenas.

No llegan estas crecidas partidas en todo su número á la Tablada de Tuche, porque antes de salir del Tucuman tienen hechos tratos sus dueños con los Corregidores de Provincias de las cantidades que necesitan, y al tránsito las ván dexando; y asi solo entran aquellas que no han tenido salida hasta aquel término, y son las que despues pasan á las Provincias de los Valles, á Caxamarca, y hasta Quito.

En las Mugeres se experimenta con bastante frecuencia en el Perú el mal temible del Cancro, que, segun la opinion allí admitida, se difunde por comunicacion: sus estragos ván en aumento, haciendose mas comun cada vez: en este modo se ha propagado á la parte alta, en donde 20, ó 25 años hace no se conocía. Algunas observaciones han dado indicios de que el origen sea de Africa, por ser en las Negras y en sus generaciones mas ordinario; y que siendo estas las que sirven de Amas, comuniquen con la leche á las personas blancas la disposicion á él. Esta opinion tiene dos contras: la primera el no ser regular en los otros Países de las Indias, en donde la mayor parte de las Poblaciones se componen de Negros y de gente de castas: la segunda, el que las Európeas que pasan allá no están libres de él, de lo qual hay exemplares muy autorizados. Lo que se sabe de seguro es, que sobreviene de resultas de algun grave pesar, de algun quebranto sensible que indispone el animo, y lo mantiene en continuo disgusto, y que en las doncellas no es regular, como en las casadas. Muy en los principios suele contenerse el progreso con frequentes baños, con cosas humectantes, con diversion, y poco exercicio; pero es muy raro que llegandose á formar se contenga, siendo lastimosos y fatales los fines, que terminan con dolores y accidentes cruelisimos, y con la vida.