Novelas prefabricadas y literatura «comprometida»

Ricardo Gullón

Jean-Paul Sartre publicó el tercer volumen de su novela Los caminos de la libertad, y la crítica francesa ha reaccionado vigorosa y casi unánimemente en contra. Sartre, escritor de gran talento, es tan hábil novelista como dramaturgo. Pero sus novelas se resienten de falta de originalidad, de lo que pudiéramos llamar prefabricación: todos y cada uno de sus elementos son de invención ajena. En ellas están, puntualmente registrados, los procedimientos de eficacia segura, las técnicas más acreditadas: monólogo interior, superposición de relatos, fusión de planos... Recuerda a Joyce, a Proust, a Faulkner..., ¡qué sé yo! La narración es arbitraria e impersonal; pura cerebración tejida con los que llama Alain «pensamientos de cabeza»; los protagonistas están escogidos entre las docenas de modelos disponibles en el gran almacén de la novelística contemporánea.

Por otra parte, en Partisan Review, de Nueva York (septiembre, 1949), William Barret señala en un buen artículo la intrínseca debilidad de la doctrina sartriana del compromiso y del modo más pertinente hace notar cómo después de tanto ataque a Flaubert por su estetismo y su independencia, resulta que Un corazón sencillo revela una figura humilde mucho más simpática y profunda que cuantos tipos de «pobre» ha creado Sartre en la espesa selva de su trilogía. Y le amonesta con cierta severidad: «Es tiempo de reconocer que existe una cosa llamada «literatura» política, que no es para tomarla más en serio que la «literatura» filosófica, «literatura» psicológica y el resto de tales adulterados productos. Durante los años treinta, por supuesto, la «literatura» política era el pasatiempo universal; el humor del período podría servir de excusa, pero aquel período pertenece ahora al pasado, y a los hombres de letras como a los «compañeros de viaje» debe serles dicho que la política es un arte especial, con sus propios datos y reglas, de acuerdo con los cuales uno debe ocasionalmente pensar antes de hablar». Pero Sartre ni abandona la política ni la novelística prefabricada. En Les Temps modernes (noviembre) pueden leerse los primeros capítulos -Drôle d'amitié- del próximo volumen de sus Caminos, situado, al parecer, en el llamado «universo concentracionario».