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Nuevas raíces

Testimonios de mujeres españolas en el exilio1

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  —[7]→  

ArribaAbajoPrólogo

En uno de mis viajes de regreso a España, después de una larga ausencia, en busca de los recuerdos de la juventud que ayudaran a calmar la soledad de la vejez, tuve la fortuna de conocer a una mujer excepcional: Blanca Bravo. Mujer de recias convicciones, actividad incansable y altos ideales que llevó consigo al exilio y que la acompañan en su vida diaria. Nuestras conversaciones se hicieron cada día más largas, más íntimas.

Comentando la cantidad de literatura que sobre nuestra heroica guerra civil se ha publicado coincidimos en que muchas de esas publicaciones eran de una alta calidad literaria y otros simples relatos escritos con sencillez pero llenos de emotivas escenas. Sin embargo, poco conocíamos de unas experiencias que considerábamos de gran valor humano: las que cuentan las vicisitudes por las que pasaron las mujeres, algunas de ellas casi niñas, que solas, o acompañando a sus familiares, salieron de España buscando refugio en tierras francesas.

-¿Por qué no escribes tú sobre tus experiencias, Blanca, y localizas a otras compatriotas para que escriban las suyas? Podríamos hacer una publicación ejemplar.

-Pero yo no soy escritora y mis amigas -las que creo pueden colaborar- tampoco lo son.

-No se trata de escribir un libro de alta literatura. Tenemos varias obras escritas por eminentes escritoras exiliadas y que son reconocidas en el ámbito internacional. Para este proyecto de publicación basta «dejar hablar al corazón, sacar recuerdos, aunque ello nos cause dolor, rememorar momentos heroicos... todo para dejar constancia de que, ni los años ni el tiempo, han logrado desvanecer las convicciones que nos llevaron al «exilio».

-Bien; te prometo hacer todo lo posible para conseguir las   —8→   colaboraciones necesarias para llevar a cabo ese proyecto. Y ojalá, pasado ya medio siglo de lo que vamos a referir, se interpreten tal y como fueron esas experiencias, que pudieron soportarse por la fuerza de los ideales que llevaron al exilio a nuestras mujeres.

Así es como ha nacido este libro. Ojalá el lector, teniendo en cuenta las observaciones anteriores, lea con cariño las colaboraciones que se incluyen y su ejemplo, ya parte de la historia de España, le haga reflexionar sobre la crueldad de una guerra que ocasionó miles de muertes y que obligó a otros muchos miles de españoles a abandonar el hogar y la patria donde se había nacido para buscar, en tierras más o menos amigas, la libertad y el pan que la suya les arrebató.

Desde la terminación de la guerra civil española, hace ya más de medio siglo, se han escrito cientos de obras relacionadas con aquella etapa de nuestra historia. Unas presentan emotivas escenas de la lucha dentro de España (1936-39); otras estudian los antecedentes que desencadenaron el levantamiento franquista contra la República constituida, por voto popular, en abril de 1931. Muchas narran la tragedia que supuso, para los defensores de la República Española, tener que buscar en suelo extranjero el refugio que les salvara de la persecución y el exterminio en la parte de los vencedores. Todas las publicaciones han adquirido, con el paso del tiempo, un valor histórico irremplazable y, especialmente, las que relatan las necesidades y tragedias por las que tuvieron que pasar hombres, mujeres y niños para sobrevivir fuera de la patria, son de una gran emotividad. En las publicaciones que hemos podido conocer se describe nuestra Guerra Civil seguida de adjetivos como «trágica», «dolorosa», «heroica», «ejemplar», «injusta», «fratricida», «apasionada»... Sea cual sea la tendencia política de las publicaciones a que nos referimos creemos que las más   —9→   interesantes, para el investigador de este periodo histórico, son las que relatan las experiencias de quienes fueron actores de aquel drama bélico. Algunas obras pueden considerarse de gran valor literario; otras son simplemente narraciones sencillas e incluyen datos de gran utilidad para el estudioso de la época.

Un eminente republicano español, hombre que había desempeñado altos cargos políticos en el Gobierno de la República y destacado dirigente del Partido de Izquierda Republicana, don Álvaro de Albornoz, en ese tiempo Jefe del Gobierno Republicano en el destierro, persona de íntegra e indiscutible probidad, con grandes dotes para la oratoria, pronunció, en la sala Pleyel de París, el día 18 de julio de 1948, un discurso que empezaba así: «Pocas veces he necesitado, como hoy, de la benevolencia de mi auditorio... porque la materia de este discurso es, además de ardua e ingrata, dolorosa por los recuerdos que evoca de fechas que han dejado en nuestro espíritu hondo surco de tristeza».

Haciendo uso de aquellas palabras tengo yo también que pedir benevolencia a los lectores de este sencillo libro porque, a más de medio siglo de los acontecimientos que me obligaron a cambiar el rumbo de mi vida, aún aquellos recuerdos y experiencias que me marcaron profundamente quedaron integrados en mi personalidad y resuenan en mi corazón como si los estuviera viviendo de nuevo. Y aunque algunas veces noto que se me van desvaneciendo algunos de ellos, antes de que, por ley de vida, llegue el momento en que las mujeres que tuvimos que abandonar nuestra patria seamos ya solamente historia, queremos contribuir con nuestras experiencias, en este libro testimonial.

El material que incluye esta publicación proviene, como se indica en la nota aclaratoria precedente, de la colaboración de varias mujeres que se vieron obligadas a dejar la patria que las   —10→   vio nacer. Los años y el tiempo, desvanecedores de muchos recuerdos, no han borrado en sus corazones la existencia de aquellas experiencias sufridas en los primeros tiempos del exilio. Algunas eran niñas cuando salieron de España. Otras habían ya participado activamente en la lucha para defender la República. Todas plasman, en palabras sencillas, los sentimientos de aquella época, y dejan ver la fortaleza que las sostuvo para hacer frente a tanta desventura. En algunos escritos hay palabras de recriminación hacia el gobierno francés pero también de agradecimiento para el pueblo francés, sindicatos y partidos políticos de izquierda, que les tendieron la mano y ayudaron a sobrevivir en miserables condiciones.

La mayor parte de nuestras colaboradoras lograron llegar al continente americano, principalmente a México, país que acogió a los refugiados españoles con la mayor de las generosidades. Allí, por el paso inexorable del tiempo, han visto desaparecer a muchos familiares que les acompañaron en el exilio y que encontraron paz eterna en suelo ajeno. También han constituido familias que se extienden a hijos, nietos y hasta bisnietos. Los años, la adaptación a nuevos sistemas de vida, costumbres y hasta nuevos giros lingüísticos, no han influido en borrar el amor por la patria que tuvieron que abandonar. Por el contrario, el tiempo ha afilado los recuerdos ayudando, en cierto modo, a dar razón de ser y aceptación a la trayectoria vital, no elegida sino impuesta por la desgraciada circunstancia de la rebelión franquista.

En los últimos años, casi todas las colaboradoras en esta publicación, han sentido la necesidad de visitar la patria de origen. Y en sus visitas han podido constatar que hoy existe una España diferente a la que dejaron y a la que, en los largos años de exilio, soñaron regresar. Nuevas generaciones, educadas bajo el régimen totalitario, no comprenden todavía los esquemas políticos del pasado republicano. La misma expresión   —11→   lingüística ha sufrido variaciones ajenas hoy para el español que trajo a América los giros de otra época. Ello, unido a la influencia normal y necesaria para la adaptación y la convivencia en la nueva patria, ha propiciado que el exiliado, con sus raíces adventicias, se encuentre con el corazón dividido entre dos mundos.

Queremos que nuestro libro se interprete con la verdadera intención con que ha sido escrito: mostrar la entereza y fidelidad de que fue capaz la mujer española lanzada al exilio por defender el derecho a vivir bajo un régimen republicano de libertad y justicia.



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