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91

Esto último explicaría las palabras de Ambrosio a Marcela: «¿Vienes a ver, por ventura, ¡oh fiero basilisco destas montañas! si con tu presencia vierten sangre las heridas deste miserable a quien tu crueldad quitó la vida?» Aunque todo se podría tomar en sentido metafórico.

 

92

El perdido del verso 4 no debe interpretarse en el sentido teológico del siglo XV (véase nota 89) sino que viene casi forzado por el ganado del verso 3. La antítesis perdido-ganado era frecuentísima en los siglos XVI y XVII, sobre todo en la poesía pastoril.

 

93

No es este el momento de volver a entrar en el problema: vea el lector el capítulo VIII de mi libro La novela pastoril, donde se hallarán, asimismo, referencias a otros aspectos del episodio de Grisóstomo y Marcela que no son del caso aquí.

 

94

Cf. Joaquín Casalduero, «La composición de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha», Revista de Filología Hispánica, II (1940), p. 339 nota.

 

95

Véase supra el ensayo sobre «Conocimiento y vida en Cervantes» para el estudio de algunas de estas dualidades. De otro tipo son las antítesis estudiadas supra en «Tres vidas del Persiles (Cervantes y la verdad absoluta)». Acerca de la compatibilidad artística de lo antitético, véase infra «El curioso y El capitán (Cervantes y la verdad artística)».

 

96

Con tanta saña como ignorancia Herman Iventosch, profesor de University of Arizona en los Estados Unidos, atacó esta interpretación del episodio de Marcela y Grisóstomo (PMLA [Publications of the Modern Language Association of America], 1974). Con datos objetivos corregí su falsa exégesis y más que abundantes deficiencias bibliográficas (PMLA, 1974). Carente ya de buenas razones escribió Iventosch (PMLA, 1975): «All this to-do about self-destruction muat strike the non-Hispanist reader as slightly comical, but he must keep in mind that we are facing a mixture of a sort of nineteenth century Carlism (archreactionary Catholic: dogmatism) and contemporary neomedievalism». Que el suicidio no es materia de ludibrio -mirabile dictu- lo reconocen hasta las propias autoridades oficiales de la patria del profesor Iventosch, donde en las grandes ciudades existen clínicas telefónicas para asistir al posible suicida, y eso que en los Estados Unidos no ha habido nunca Carlismo ni, supongo yo, neomedievalismo. Debo reconocer, sin embargo, y con orgullo, que yo soy Carlista, y lo ha sido mi familia desde la Guerra de los Siete Años -cuando don Carlos V nos distinguió con el título de Marqueses de la Lealtad-, y si por neomedievalismo el profesor Iventosch se refiere a mi ferviente Catolicismo, mea culpa.

 

97

«La pertinencia del Curioso impertinente», Ensayos de convivencia, ahora recogido en sus Obras completas, Madrid, 1959, III, pp. 306-311.

 

98

«The Pertinence of El curioso impertinente», Publications of the Modern Language Association of America, LXXII (1957), pp. 587-600.

 

99

Hay otro estudio que quizá deba mencionarse al tratar de la pertinencia de ambos cuentos, de Vicente Gaos, «El Quijote y las novelas interpoladas», Temas y problemas de literatura española, Madrid, 1959, pp. 107-118. Pero más que crítica de la función de estas novelitas, se trata de una exhortación a considerarlas pertinentes. Nada tengo que objetar a esto último, mas no me ayuda en mi tarea.

 

100

Otro tanto se puede decir de la función de casi todos los cuentos intercalados, y ya lo dijo Jorge Luis Borges, el gran demiurgo de vidas problemáticas. Equivalente función desempeña el artificio análogo de la comedia dentro de la comedia.