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Sobre la fecha de esta novela cf. Ch. P. Wagner, «The Sources of El cavallero Cifar», Revue Hispanique, X (1903), p. 10, y su edición del Cifar ya citada, p. XV; E. Buceta, «Algunas notas históricas al prólogo del Cauallero Cifar», Revista de Filología Española, XVII (1930), pp. 18-36 y 419-422, y Ezio Levi, «Il giubileo del MCCC nel più antico romanzo spagnuolo», Archivio della Reale Società di Storia Patria, LVI-LVII (1933-1934), pp. 133-156. Como estudio de conjunto, aparte de las conocidas páginas que le dedica Menéndez Pelayo en sus Orígenes de la novela, véase el trabajo de Martín de Riquer al final del segundo volumen de su edición del Caballero Cifar, Barcelona, 1951. El apólogo ocupa las páginas 23-32 de la ed. de Wagner.

 

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Apresurada es la observación de Wagner, art. cit., p. 82: «The Cifar's story of the "Two Friends" does not differ from that of Alfonsus, excepting in the richness of detail which is characteristic of all the stories incorporated in our text».

 

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Ed. Oesterley, ya citada, cap. CLXXI, «De dilectione et fidelitate nimia et quod veritas a morte liberat». Comienza: «Refert Petrus Alphonsus [...]». Difícil es la cuestión de si el autor del Cifar conoció los Gesta, y con tan pocos fundamentos no me atrevo a decidir. Los Gesta se recopilaron a fines del siglo XIII (cf. Oesterley, pp. 254-266) y el Cifar se escribió muy a principios del XIV. Cabe dentro de lo posible que un escritor tan libresco como el autor del Cifar conociese los Gesta, pero en ese caso extraña que no los utilizara más a fondo. En el texto, por conveniencia y brevedad, me refiero constantemente a los Gesta como fuentes de la novela española, aunque esto diste de ser seguro.

 

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La idea de la fama en la Edad Media castellana, México, 1952, p. 259.

 

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En Pedro Alfonso, el asesinato se describe en estos términos: «Sed cum ibi anxius multa secum diu volveret, occurrerunt sibi duo viri prope templum in civitate, quorum unus ahum interfecit damque aufugit».

 

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En la Disciplina clericalis, todo lo que exclama el matador es: «Me me qui feci; istum dimittite inoxium». A esta intromisión de lo real concreto en el cuerpo de la fábula poética obedecen las aparentes contradicciones de que, en tierras del Corán, el enfermo llame a un capellán para confesarse, o de que el pobre vagabundo busque refugio en una ermita. La realidad observada pasa así, directamente, a formar parte del mundo artístico sin las gradaciones, puntualizaciones y adaptaciones que serán menester más adelante.

 

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Fecha fijada por A. Morel-Fatio, «El libro de exenplos por A. B. C., de Climente Sánchez, archidiacre de Valderas», Romania, VII (1878), p. 483. Esta obra fue publicada por Pascual de Gayangos (Biblioteca de Autores Españoles, LI, pp. 443-543), según el manuscrito incompleto de la Biblioteca Nacional de Madrid; completó el texto Morel-Fatio al editar el manuscrito de la Bibliothèque Nationale de París en el artículo citado. En este último, el cuento de los dos amigos se halla en las pp. 494-496.

 

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No hallo que las razones aducidas sean suficientes para dudar de las modestas afirmaciones de Sánchez de Vercial en su breve prólogo: «Por quanto en el libro que yo conpuse para tu enformación, que puse nombre Compendium censure, en fin dél te escreví que proponía de copilar vn libro de exenplos por A. B. C. e después rreduzirle en romance» (Romania, VII, p. 484). La obra es, pues, una recopilación y a eso se redujo la labor original de Vercial; casi todo lo demás es copia de lecturas; cf. A. H. Krappe, «Les sources du Libro de exemplos», Bulletin Hispanique, XXXIX (1937), pp. 5-54. Krappe sustenta su opinión (Vercial copia un modelo anterior) en diversos razonamientos, pero los ejemplos que aduce, aparte de poder explicarse como errores de lectura o de grafía, no prueban nada en forma concluyente; él mismo reconoce que el ejemplo 389 (328) es original de Vercial. El artículo de E. Díaz-Jiménez y Molleda, «Clemente Sánchez de Vercial», Revista de Filología Española, VII (1920), pp. 358-386, importante como documentación biográfica, es superficial en la crítica y a veces se parece indiscretamente a las páginas de Menéndez Pelayo sobre el mismo tema (Orígenes de la novela, I, CII-CIII), al punto de repetir el error de éste de que toda la Disciplina aparece en Vercial. Para completar las indicaciones bibliográficas quiero anotar otro artículo documental del mismo Díaz-Jiménez, «Documentos para la biografía de Clemente Sánchez de Vercial», Boletín de la Biblioteca Menéndez y Pelayo, X (1928), pp. 205-224, y las páginas que le dedicó el conde de Puymaigre, Les vieux auteurs castillans, París, 18902, II, pp. 107-113, que todavía se pueden leer con provecho.

 

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«Exempla enim ponimus, ectiam exemplis utimur in docendo et predicando ut facilius intelligatur quod dicitur», dice Vercial en el prólogo.

 

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Sobre los exempla en general, véase E. R. Curtius, Europäische Literatur und lateinisches Mittelalter, Berna, 1948, pp. 65-68, o la trad. española de M. y A. Alatorre, Literatura europea y Edad Media latina, México, 1955, I, pp. 91-96 (con la bibliografía allí citada). Cf. también M. R. Lida de Malkiel, «Tres notas sobre don Juan Manuel», Romance Philology, IV (1950-1951), pp. 155-194, en especial la primera de dichas notas, donde se estudian los exempla referidos expresamente a la literatura hispánica, con copiosa información bibliográfica. Además, R. Ricard, «Pour une histoire de l'exemplum dans la littérature religieuse moderne», Les Lettres Romanes, VIII (1954), pp. 199-223, y W. Pabst, Novellentheorie und Novellendichtung, Hamburgo, 1953, pp. 99-115.