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A. Castro, «Los prólogos al Quijote», Revista de Filología Hispánica, III (1941), p. 337: «Del contexto de la prosa del Quijote en que se habla de la muerte de Grisóstomo, nadie saca la impresión de que el pastor obstinado se suicidó; eso es, sin embargo, lo que hizo y anuncia que va a hacer en la canción del capítulo XIV, en donde dice que tomará una soga, se ahorcará, flotará su cuerpo al viento, no lo enterrarán en sagrado, irá al infierno porque muere "sin lauro o palma de futuros bienes"». Véase ahora Hacia Cervantes, Madrid, 1957, p. 239, hay reediciones posteriores.

 

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Dos volúmenes, Madrid, 1959-1960. El demorado análisis de la Canción desesperada se halla en II, pp. 486-510, Remacha el clavo en II, p. 537; «[Grisóstomo es] uno más entre el millón de muertos de amor en la literatura universal». Sobre Marcela como símbolo de la libertad absoluta, vid. I, pp. 215-267.

 

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También es muy interesante, aunque sólo toca de soslayo a mi tema, la tesis de G. Stagg, en su artículo ya citado «Revision in Don Quixote, Part I», Hispanic Studies in Honour of I. González Llubera, Oxford, 1959, pp. 347-366, quien aduce buenas razones para demostrar que en una redacción anterior el episodio de Grisóstomo y Marcela perteneció a la serie de aventuras de Sierra Morena. Pero en esta oportunidad el foco de nuestra atención debe ser el episodio tal cual está ahora y en su coyuntura actual. El estudio de E. Köhler, «Wandlungen Arkadiens: die Marcela-Episode des Don Quijote, I, 11-14, Literaturgeschichte als geschichtlicher Auftrag: Werner Krauss zum 60 Geburtstag, Berlín, 1961, pp. 41-60, sigue la hilada del tema arcádico y deja, por lo tanto, en segundo plano el problema de la muerte de Grisóstomo.

 

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La edición más accesible de esta versión «con notabilísimas variantes», según dice el editor, se halla en Adolfo de Castro, Varias obras inéditas de Cervantes, Madrid, 1874, pp. 177-185. Conozco otra versión, conservada en la Biblioteca Nacional de Madrid, ms. 3985, fol. 139: está incompleta la Canción, pues le faltan las dos últimas estrofas y el envío. Las variantes, que afean el texto, me parece que se deben a que esta versión se tomó al dictado. En este mismo manuscrito se conservan varias poesías cervantinas, todas recogidas como anónimas.

 

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Aquel largo pasaje (cap. XIV) en que se dice: «Bien les pareció a los que escuchado habían la canción de Grisóstomo, puesto que el que la leyó [Vivaldo] dijo que no le pareció que conformaba con la relación que él había oído [...]». Y sigue más abajo: «A lo cual respondió Ambrosio, como aquel que sabía bien los más escondidos pensamientos de su amigo: -Para que, señor, os satisfagáis desa duda [...]».

 

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Claro está que Rosales sabe muy bien cuál es la realidad de las cosas: «Las variantes del texto dado en el Quijote son perfectivas», había dicho en II, p. 493.

 

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Para ultimar el asunto el lector curioso debe consultar el hermoso libro de R. S. Willis, Jr., The Phantom Chapters of the Quijote (Nueva York, 1953), donde se demuestra hasta la saciedad que los famosos desajustes en la división de capítulos en la primera parte del Quijote obedecen a una muy clara y consecuente intención artística.

 

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Vale la pena advertir que en este último ejemplo (y se trata de los dos últimos versos de la canción), la variante no es perfectiva (ya lo notaron Adolfo de Castro y Rodríguez Marín), puesto que se rompe el rígido esquema de todas las estrofas anteriores en que la rima interna se efectúa entre el verso anteúltimo y las sílabas 4 y 5 del último verso de cada estrofa. El deseo de Cervantes de ahondar en el sentimiento de muerte introduciendo la voz sepultura le ha hecho desechar el esquema métrico que él mismo se había impuesto, y en esta medida desmedrar el commiato de su poema. No echar esto en saco roto: en el eterno forcejeo entre materia y forma en poesía, se impone aquí la materia, en lo que pretende ser una variante perfectiva. Por algo habrá sido.

 

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Otro ejemplo de la misma técnica se verá en el capítulo siguiente.

 

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Esta polarización del discurso ya fue notada por Joaquín Casalduero, Sentido y forma del «Quijote», Madrid, 1949, pp. 74-76, pero no menciona cómo el contrapunto corre a lo largo de todo el episodio de Grisóstomo y Marcela, según se verá.