Cómo mi corazón, querida Ismene,
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de complacencia y de contento lleno, | 70 |
escucha ansiosamente
ese discurso; | |
aunque quizá no tiene fundamento;
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querida amiga, tú que me conoces, | |
¿pudiste imaginar
que yo, (que objeto | |
he sido siempre de una infausta suerte),
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que un triste corazón siempre deshecho | |
en
llanto y amargura, al fin debiese | |
conocer el amor y sus
incendios? | |
Yo sola de las furias de la guerra | |
he salvado
la vida, último resto | 80 |
de la sangre infeliz de
un Rey ilustre; | |
yo he visto perecer en poco tiempo, | |
y en la flor de su edad, a seis hermanos | |
de una casa
en que apoyo tan sobervio, | |
el fiero destructor los segó
a todos, | 85 |
la tierra vio inundar su triste seno, | |
y
a su pesar bebió la ilustre sangre
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de los nobles
sobrinos de Ericteo; | |
bien sabes que después una
severa | |
y vigilante ley, a todo Griego | 90 |
aspirar a mi
mano le prohíbe; | |
se temerá sin duda que
el incendio | |
de la hermana animar pudiera un día
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de sus hermanos el cadáver yerto; | |
pero sabes
también con qué desdenes | 95 |
ha visto mi altivez
estos empeños | |
de un vencedor injusto y receloso;
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y que el amor mi pecho siempre opuesto, | |
el rigor de
Teseo agradecía, | |
pues sin pensar servir a mis deseos
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entonces, fiel Ismene, no habían visto | |
mis
ojos a su hijo; no por esto | |
pienses que por la vista enamorada
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quedé de la belleza y los talentos | |
que todos
tanto alaban; dones nobles | 105 |
con que el Cielo le adorna,
mas que él mesmo | |
o con desprecio trata, o los ignora;
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no, Ismene, yo amo en él, en él aprecio
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calidades más dignas; las virtudes | |
que en su
padre se ven son sus defectos; | 110 |
yo amo, te lo confieso,
ese orgulloso | |
corazón que jamás al yugo
fiero | |
de amor se ha sugetado; en vano Fedra | |
se honra
con los suspiros de Teseo; | |
yo más altiva soy, y
así no estimó | 115 |
la gloria fácil
de obtener un pecho | |
que a otras se ofrece, ni de hallar
entrada | |
en corazón que a muchos está abierto;
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sólo a mi orgullo lisongear podían, | |
sugetar
un valor nunca sugeto, | 120 |
rendir un corazón que
era insensible, | |
y hacer que sienta el amoroso fuego;
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poner fuertes cadenas a un cautivo, | |
que sorprendido
de mirarse preso, | |
en vano pretendiera revelarse | 125 |
contra un yugo que él mismo está queriendo;
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esto es a lo que aspiro; esto pudiera | |
irritar la ambición
de mis deseos; | |
Hércules mismo, Ismene, era más
fácil | |
de desarmar que Hipólito; y su pecho
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unas veces (sojuzgando) menos gloria
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daba al amor
con sus suspiros tiernos; | |
pero, ¡ay Ismene!, ¡quál
es mi imprudencia! | |
Demasiado quizá su orgullo fiero
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resistirá al amor, y tú algún día
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me oirás gemir humilde en mis lamentos | |
de
lo mismo que ahora en él admiro. | |
Mas qué,
¿será posible, Santos Cielos, | |
que Hipólito
me quiera? ¿Por qué dichas | |
pueden haber logrado
mis afectos | 140 |
vencer un corazón? |