Cristina, o sea Venganza y perdón de amor
A mi amigo el artista Francisco Laso
CANTO PRIMERO | ||
Entre cuantas beldades, ora en prosa | ||
han sido celebradas, ora en rima, | ||
fue la mayor Doña Cristina Llosa, | ||
flor la más bella del jardín de Lima; | ||
que esta insigne ciudad, madre famosa | 5 | |
de hechiceras beldades de alta estima, | ||
nunca engendró ni engendrará ninguna | ||
que tantas gracias y atractivos una. | ||
Breve boca de perlas y de grana; | ||
reluciente mejilla que púrpura | 10 | |
con sus pinceles la Salud lozana; | ||
frente de lirios y de nieve pura: | ||
hermosura ninguna circasiana | ||
la igualara en las rosas blancura, | ||
que cierto no es que pálida o trigueña | 15 | |
sea por fuerza la beldad limeña | ||
Díganlo mil a quienes Lima hoy debe | ||
el no perder su fama gloriosa, | ||
y en cuya faz, entre la blanda nieve, | ||
arde perenne la purpúrea rosa: | 20 | |
dilo, tú, copia de la joven Hebe, | ||
de cuya tez fresquísima y lustrosa | ||
la imagen fiel contemplará quien eche | ||
hojas de rosa sobre blanca leche. | ||
Y dilo, ingrata, tú cuya cadena | 25 | |
ha tanto tiempo que cautivo arrastro, | ||
con quien se ennegreciera la azucena | ||
y se ebanificara el alabastro: | ||
ni tan blanca su faz, tranquila y llena, | ||
muestra en verano de la noche el astro, | 30 | |
citando la noche, con la luz que envía, | ||
es un segundo, pero fresco día. | ||
Tú, cuya pura virginal mejilla | ||
carmín delicadísimo colora, | ||
que al encendido rosicler humilla | 35 | |
que tiñe las mejillas de la Aurora, | ||
por quien de envidia tornase amarilla | ||
la hija más bella de la bella Flora, | ||
cuando en campos que pinta primavera | ||
es reina de las flores altanera. | 40 | |
Mas, aunque hablar de ti me sea grato, | ||
y pintar tu hermosura peregrina, | ||
preguntará el lector si acaso trato, | ||
en lugar del retrato de Cristina, | ||
de hacer en estos versos tu retrato; | 45 | |
y como ella es ahora mi heroína, | ||
es bien que vuelva el verso de contado | ||
a seguir el retrato comenzado. | ||
Tuviera envidia a su flexible cuello | ||
el ave dulce que su muerte canta: | 50 | |
su copioso larguísimo cabello | ||
hollarle puede su pequeña planta | ||
Dejárase por pie tan breve y bello | ||
hollar Amor gustoso la garganta: | ||
mas ya estoy en los pies ¡grave descuido! | 55 | |
Cuando el semblante aún no he concluido. | ||
Su nariz (que es facción que vez muy rara | ||
se halla buena, de modo que nos mueve | ||
a rabia ver en tina hermosa cara | ||
luenga y corva nariz, o chata y breve) | 60 | |
ni un punto de la línea se separa | ||
que una nariz perfecta seguir debe, | ||
y no fuera, a compás y a cincel hecha, | ||
ni más proporcionada ni derecha. | ||
Hasta la negra Envidia, a su despecho, | 65 | |
la linda mano de marfil alaba, | ||
y el brazo hermoso y más hermoso pecho: | ||
mas ¡ay! que lo mejor se me olvidaba: | ||
sin ojos ¿qué retrato habrá bien hecho? | ||
mas, como ésta concluyo, en la otra octava | 70 | |
sus ojos, buen lector, podré pintarte, | ||
que bien merecen una octava aparte (28). | ||
mas no atino a pintar, te lo confieso, | ||
esas oscuras vívidas centellas, | ||
y conozco que anduve bien sin seso | 75 | |
en, prometerte la pintura de ellas; | ||
que es poco, aunque parezca grande exceso, | ||
decir que soles son, que son estrellas; | ||
y así nada diré, pues que me agrada | ||
mas que poco decir, no decir nada. | 80 | |
En fin ella era tal, que dificulto | ||
que otra tan bella en todo Lima hoy halles, | ||
y esto aquí sea dicho sin insulto | ||
de tantos bellos soberanos talles: | ||
a verla y dar a Dios ardiente culto | 85 | |
se paraban las gentes en las calles, | ||
exclamando: Bendito el Señor sea, | ||
¡que tan divinas hermosuras crea! | ||
Mas, como no hubo ni hay nada perfecto | ||
en este bajo mando, borrón era | 90 | |
de tantas perfecciones un defecto: | ||
ser la mujer más vana y altanera | ||
y más contraria al amoroso afecto | ||
que se ha visto jamás o verse espera, | ||
pues quien le dio de la beldad la palma | 95 | |
olvidó darle un corazón y un alma. | ||
Y así, por dentro despiadada y cruda, | ||
la aparente beldad engañadora | ||
era estatua, de espíritu desnuda, | ||
era flor, si bellísima, inodora; | 100 | |
pintura hermosa, pero inerte y muda, | ||
rico palacio donde nadie mora, | ||
suntuoso templo, de su dios vacío, | ||
bello cadáver, insensible y frío. | ||
Ansiaba merecer su blanca mano | 105 | |
de galanes un número infinito: | ||
pero siempre su afán les salió vano; | ||
que al que el imperdonable atroz delito | ||
de pintarle su amor ciego y tirano | ||
osase de palabra, o por escrito, | 110 | |
anhelando a los vínculos nupciales, | ||
colérica negaba sus umbrales. | ||
No valía con ella cosa alguna | ||
para que depusiera su dureza: | ||
buen nombre y opinión, ilustre cuna, | 115 | |
valor, ingenio, honores y belleza, | ||
y hasta los mismos bienes de fortuna | ||
todo lo despreciaba su altiveza: | ||
ni ya más circunstancias enumero, | ||
dicho que despreciaba hasta el dinero. | 120 | |
Nada puede vencer su horror secreto | ||
a Cupido, a quien teme al par que a Marte; | ||
no fue el dios niño de más odio objeto | ||
a la insensible bárbara Anaxarte; | ||
ni la cruda beldad de quien Moreto, | 125 | |
con tan vivo pincel y feliz arte, | ||
pintó el desdén en la española escena, | ||
fue a la amorosa llama más ajena. | ||
Una vïuda ya y anciana tía, | ||
que de madre en lugar siempre ha tenido, | 130 | |
de continuo, a elegir la persuadía | ||
entre tantos amantes un marido; | ||
mas la doncella con tenaz porfía | ||
a su prudente voz negaba oído: | ||
oigamos cómo la habla y aconseja, | 135 | |
algunas veces la sensata vieja: | ||
«¿Por qué la edad de los amores tierna | ||
así malogras, y eximirte quieres | ||
de aquella ley universal y eterna | ||
que encadena varones y mujeres? | 140 | |
Amor es el monarca que gobierna | ||
con blandísima ley todos los seres: | ||
amor, después de Dios, es el segundo | ||
conservador del venturoso mundo. | ||
»En aire, tierra y mar, pez, bruto y ave | 145 | |
sienten de Amor las fecundantes llamas; | ||
plantas y árboles aman, en süave | ||
lazo uniendo las ramas a las ramas; | ||
amar la dura piedra también sabe, | ||
¡y sola tú en el universo no amas, | 150 | |
y tú monstruosa indiferencia sola | ||
la eterna ley del universo viola! | ||
»Ansiosa de lograr tu blanca diestra, | ||
la nobleza de Lima te visita, | ||
y a porfía su amor cada cual muestra, | 155 | |
y agradarte a porfía solicita: | ||
pero tú, a todos a la par siniestra, | ||
con la crueldad más negra e inaudita, | ||
fieros desdenes sin cesar les haces, | ||
despreciando el honor de sus enlaces. | 160 | |
»Pero, al eres discreta, dime ¿dónde, | ||
aunque le busques por el mundo entero, | ||
hallarás un esposo como el conde | ||
don Fabricio de Zúñiga y Guerrero? | ||
Lo galán y discreto, corresponde | 165 | |
en él a lo valiente y caballero: | ||
por él suspiran todas las limeñas, | ||
y tú sola le esquivas y desdeñas. | ||
»Mas al tiempo veloz, que no reposa, | ||
el persuadirte a costa tuya dejo: | 170 | |
cuando tan fea cuanto es hoy hermosa | ||
tu cara mires en el fiel espejo, | ||
sin esperanzas ya de ser esposa, | ||
dirás arrepentida: buen consejo | ||
me daba cuerda mi difunta tía, | 175 | |
¡y yo, necia de mí, no la creía!» | ||
Pero la interrumpía su sobrina | ||
diciendo: «Será acaso devaneo, | ||
mas la naturaleza no me inclina | ||
al amor, ni a los lazos de himeneo: | 180 | |
deja que goce libertad divina | ||
que a toda costa conservar deseo: | ||
que viva deja, déjame que muera | ||
en el feliz estado de soltera. | ||
»Si del placer es para ti la fuente | 185 | |
y el alma de la tierra y de los cielos, | ||
Amor es para mí tan solamente | ||
padre de las rencillas y los celos; | ||
él es del llanto el manantial ardiente, | ||
él cría las sospechas y desvelos, | 190 | |
y en fin él es la causa y el origen | ||
de cuantos fieros males nos afligen. | ||
»Fuera de esto, a tu gusto en todo cedo; | ||
mas te digo, por mucho que te asombres, | ||
que vivo, ni pintado sufrir puedo | 195 | |
al odioso linaje de los hombres: | ||
todos ellos me causan odio y miedo: | ||
si me amas, ni siquiera me los nombres, | ||
que es cual si me nombraras los demonios, | ||
ni me propongas nunca matrimonios. | 200 | |
«¡Tener yo amor! ¡yo de un tirano fiero | ||
que marido se llame ser esclava! | ||
¡Yo ser vasalla del Amor! primero | ||
que me hiera una flecha de su aljaba, | ||
mi pecho rasgue matador acero!» | 205 | |
Y tanto enojo y furia demostraba, | ||
que la anciana callábase prudente, | ||
compadeciendo su furor demente. | ||
Mas llegó un tiempo en que, de ver corrido | ||
que a domar tal soberbia nada alcanza, | 210 | |
bien como suya, imaginó Cupido | ||
una feroz y bárbara venganza, | ||
sacándola de tino y de sentido | ||
con un extraño amor sin esperanza, | ||
en el cual escarmiente el mundo, y huya | 215 | |
de ofender tal deidad como la suya. | ||
CANTO SEGUNDO | ||
Es de saber que a Lima entonces vino | ||
para la noble tía una pintura, | ||
obra maestra de pintor divino, | ||
de tal celeste gracia y hermosura, | 220 | |
tan natural y viva, que no atino, | ||
por mucho que mi ingenio lo procura, | ||
su mérito a expresar remotamente, | ||
ni lo lograra pluma más valiente. | ||
Representaba a aquel (29) que la manzana | 225 | |
dio a Citerea; y nunca tan hermoso | ||
pareció ante la adúltera Espartana | ||
que, turbando a dos mundos el reposo, | ||
huyó ciega con él a la troyana | ||
ribera, abandonando al rey su esposo, | 230 | |
su patrio Eurotas y su infante prole, | ||
cuanto hermoso allí el arte retratole. | ||
Y es, tanta la verdad del colorido, | ||
y tal bulto aparenta y tal relieve, | ||
que, del fondo del cuadro desprendido, | 235 | |
parece que respira y que se mueve: | ||
espera las palabras el oído; | ||
y para que a la vista su error pruebe | ||
y la convenza de que es lienzo plano, | ||
preciso se hace el aplicar la mano. | 240 | |
Apenas le miró la humana fiera, | ||
cuando, sin saber cómo, en un instante, | ||
siente ablandarse y convertirse en cera | ||
el pecho de durísimo diamante; | ||
cual si echado raíces allí hubiera, | 245 | |
enclavada detiénela delante | ||
del cuadro que figura al Pastor Frigio | ||
la fuerza irresistible del prodigio. | ||
Fija la vista en él, no pestañea, | ||
y ni un punto los ojos dél aparta, | 250 | |
que, mientras más le mira, más desea | ||
mirarle, de mirarle jamás harta: | ||
mas en verle, pintado, se recrea, | ||
que, vivo, un tiempo la beldad de Esparta, | ||
cuando el ofendido Menelao | 255 | |
los alejaba voladora nao. | ||
Y por mirar a Paris, no repara | ||
en Citerea, en Juno y en Minerva | ||
que hacia él avanzan con nobleza rara | ||
a hacerle juez de su contienda acerba. | 260 | |
Su gran belleza diosas las declara; | ||
pero Cristina su atención reserva, | ||
sin hacer caso del divino grupo, | ||
para aquel solo que hechizarla supo. | ||
Y sin color, y sin aliento, y muda, | 265 | |
tanto en mirar al cuadro se extasía, | ||
que de si vive o de si muere en duda | ||
quien la viera en tal acto quedaría: | ||
su propio ser en el que mira muda, | ||
e, inmóviles entrambos a porfía, | 270 | |
la creyeras inánime escultura, | ||
o pintura mirando otra pintura. | ||
Un amor desde entonces infinito | ||
de su alma y sus sentidos se hace dueño: | ||
le es tósigo el manjar más exquisito, | 275 | |
y en blandas plumas la desoye el sueño: | ||
ya el lozano frescor se ve marchito | ||
del semblante purpúreo y marfileño: | ||
ya no es más que la sombra ¡ay Dios! de aquella | ||
tan vana y desdeñosa cuanto bella. | 280 | |
Pendiente del retrato noche y día | ||
de ella le pide que por fin se duela, | ||
y tanto se afervora y desvaría, | ||
que lo abraza y lo besa, muda tela | ||
hallando solo, indiferente y fría, | 285 | |
en vez del hombre que encontrar anhela; | ||
como, en vez de mujer, hallaban antes | ||
una insensible estatua sus amantes. | ||
«¡Qué leo! ¡enamorarse de un retrato! | ||
(No faltará lector que esto me diga) | 290 | |
¡No, no es posible amor tan insensato!» | ||
Mas es bien considere que castiga | ||
el corazón durísimo o ingrato | ||
de su vana o indómita enemiga | ||
El vengativo Dios, que bien pudiera | 295 | |
castigarla con pena más severa. | ||
A más, tan imposible no es la cosa | ||
como parece, pues contino vemos | ||
a mil prendados de una necia hermosa | ||
hacer los más ridículos extremos | 300 | |
por el cuerpo sin alma de una diosa; | ||
y tú, lector, y yo tal vez estemos | ||
enamorados de mujeres fatuas | ||
que más bien que mujeres son estatuas. | ||
Todo lo pueden el amor y el oro; | 305 | |
y en las historias de otros tiempos hallo | ||
que Pasifae se prendó de un toro | ||
y Semíramis quiso a su caballo; | ||
con otros casos mil que, por decoro | ||
y por huir prolijidades, callo; | 310 | |
y harto de Amor las fuerzas testimonia | ||
la reina de la antigua Babilonia. | ||
Y si ella amó al corcel, y Pasifae | ||
se enamoró de la cornuda fiera, | ||
en rareza menor Cristina cae, | 315 | |
que el retrato de un hombre ama siquiera, | ||
la semejanza fiel es quien la atrae, | ||
que del pincel la magia es de manera, | ||
que tal vez, al copiar, ya no es distinta | ||
de la viva figura la que pinta. | 320 | |
Y si el efecto o ilusiones raras | ||
que obran las realizadas fantasías | ||
de las artes, lector, dificultaras, | ||
te diré que en Madrid por muchos días | ||
(y eso que hay en Madrid muy buenas caras) | 325 | |
me enamoré de la hija de Herodias, | ||
que viva al lienzo trasladó Ticiano, | ||
y no es pintura, sino rostro humano. |
Y aunque debiera darme horror y espanto | ||
verla con la cabeza del Bautista | 330 | |
infame premio de su danza tanto | ||
supo hermosearla el inmortal artista, | ||
que a su beldad y voluptuoso encanto | ||
no hay duro corazón que se resista; | ||
y de ella me prendé, como pudiera | 335 | |
de alguna mujer viva y verdadera (30). | ||
Y todas las mañanas al Museo | ||
íbame a devorarla con los ojos: | ||
aún me parece que ante mí la veo | ||
con esos entreabiertos labios rojos; | 340 | |
aún contemplar esa garganta creo | ||
y aquella espalda, del amor antojos; | ||
aun es de mis deseos acicate | ||
la fresca carne que, cual viva, late. | ||
Y del Corregio y del pintor de Urbino | 345 | |
amé también las hijas hechiceras, | ||
y tendrás por mayor mi desatino, | ||
si el que están en el suelo consideras | ||
que el mar circunda y parte el Apenino (31), | ||
y en donde el sexo hermoso lo es de veras, | 350 | |
no como en otras partes donde creo | ||
que debiera llamarse sexo feo. | ||
Prendome sobre todo la divina | ||
hermosura de aquella Galatea | ||
que ostenta la orgullosa Farnesina (32), | 355 | |
y que en su concha en triunfo se pasea | ||
por la extensión pacífica marina: | ||
copiola el Sancio de su propia idea (33), | ||
cuando, de perfección en tanto anhelo, | ||
no le bastaba terrenal modelo. | 360 | |
Pero, ¿qué corazón la más que humana | ||
beldad, no dejará de amor cautivo, | ||
de alguna, o Venus, o Minerva, o Diana, | ||
marmóreas hijas del cincel Argivo? | ||
Y de ti, oh de las Venus soberana, | 365 | |
Venus de Milo, enamorado vivo, | ||
sintiendo que en el mundo las mujeres | ||
no sean tan hermosas cual tú lo eres. | ||
Ni olvido a Pigmalión que, no contento | ||
de terrena beldad, estatua labra | 370 | |
a quien da cuanto finge el pensamiento, | ||
y a quien falta tan sólo la palabra: | ||
y al contemplar tan mágico portento, | ||
es fuerza que el Amor el pecho le abra, | ||
y que, prendado de su propia hechura, | 375 | |
ciñan sus brazos una piedra dura. | ||
Y a Venus sin cesar sus preces manda | ||
para que anime estatua tan hermosa; | ||
hasta que, oyendo su tenaz demanda, | ||
compadecida la potente Diosa | 380 | |
le da que el mármol duro en carne blanda | ||
se cambie, descendiendo amante esposa, | ||
el tálamo dichoso la reciba, | ||
esculpida mujer, estatua viva. | ||
Mas del arte apartándonos ahora, | 385 | |
si a amar empieza una mujer cualquiera, | ||
¿de qué es de lo que el hombre se enamora? | ||
No ya de su belleza verdadera; | ||
el propio parto de su mente adora, | ||
enamorado está de una quimera, | 390 | |
que perfecta y divina se figura | ||
y más hermosa aún que la Hermosura. | ||
Si pues es nuevo Pigmalión cada hombre | ||
que se enamora de su propia idea, | ||
¿quién habrá que se admire y que se asombre | 395 | |
del amor de Cristina y no lo crea, | ||
y a mí me dé de mentiroso el nombre? | ||
Mas Cristina me llama y me desea, | ||
por que tanto su duelo no dilate, | ||
y dél la libre o de una vez la mate. | 400 | |
¿Qué fue de esa Cristina tan hermosa, | ||
altiva reina de sumisa corte, | ||
la mujer mas altiva y desdeñosa | ||
que se pudo encontrar del Sur al Norte, | ||
la que, cual ángel o celeste diosa, | 405 | |
despreciara un monarca por consorte? | ||
¡Ah! que hoy suspira, de un retrato esclava, | ||
la que a todos los hombres desdeñaba. | ||
Ardía todo Lima en sus amores; | ||
do quier seguían sus esquivas huellas | 410 | |
más amantes que Mayo cría flores | ||
o noche de verano enciende estrellas; | ||
pues la que ansiaban tantos amadores, | ||
la que envidia causaba a las más bellas, | ||
hoy en profunda soledad se mira | 415 | |
y sólo triste compasión inspira. | ||
Así a veces se queja en mal tamaño, | ||
mientras vierte de lágrimas un río; | ||
«¿cuándo un amor se ha visto tan extraño, | ||
tan vano o imposible como el mío? | 420 | |
¡Ay! que yo soy la causa de mi daño: | ||
yo con mi orgullo y mi desdén impío | ||
merecí del Amor este castigo | ||
y esta venganza atroz que usa conmigo. | ||
«Oh tú que así de amor me tienes loca, | 425 | |
¡Quién pudiera infundirte el alma y vida! | ||
¡Quién amores oyera de tu boca | ||
que a besos que no vuelve me convida! | ||
¡Quién en tu pecho, que hoy en vano toca | ||
mi ardiente pecho en que el amor se anida, | 430 | |
pusiera un corazón cuyos latidos | ||
vibraran con los míos confundidos! | ||
« ¿Por qué no mueves hacia mí tus plantas, | ||
cuando te buscan las ansiosas mías? | ||
¿Por qué nunca a mi encuentro te adelantas, | 435 | |
cuando te vengo a ver todos los días? | ||
¿Por qué tu eterna cárcel no quebrantas? | ||
¿De tu inmovilidad nunca te hastías? | ||
Baja, baja por fin, baja al momento | ||
a la vida, al amor, al movimiento. | 440 | |
«¿Por qué me miras con tan dulces ojos, | ||
si nada sientes, ni me pides nada? | ||
¿Por qué sonríen esos labios rojos, | ||
si está la voz en ellos sepultada? | ||
¿Por qué, sin que te apiaden mis enojos, | 445 | |
ni tu dureza mi pasión invada, | ||
te miro, a mi dolor indiferente, | ||
en el mismo ademán eternamente? | ||
«Baste ya, baste, y con mi ardor despierto, | ||
oye por fin la voz con que te llamo; | 450 | |
ese labio que ríe entrëabierto | ||
de abrir se acabe, y me repita: te amo; | ||
anime un corazón tu pecho muero, | ||
que responda al anhelo en que me inflamo, | ||
y al fin abiertos tus inertes brazos | 455 | |
mi cuello ciñan con amantes lazos. | ||
«Mas, aunque sé que eres un vano lienzo | ||
que con sombra y color animó el arte, | ||
y aunque me asombro siempre y avergüenzo, | ||
conociendo lo que eres, de adorarte, | 460 | |
con nada mi pasión combato y venzo; | ||
nada ha podido ser, ni será parte | ||
a que, aunque tengan vida verdadera, | ||
mi amor a los demás no te prefiera. | ||
«Pero ¿qué digo? acaso fiel traslado, | 465 | |
copia de un hombre verdadero fuiste, | ||
¡y vive de beldad ese dechado, | ||
y aquella gracia celestial existe! | ||
Y no sospecha que de mí es amado, | ||
y que por é1 yo me desvivo triste; | 470 | |
que, si mis ansias y mi amor supiera, | ||
también me amara, por piedad siquiera. | ||
«Mas, ¿dónde, dónde vives, alma mía? | ||
¿Qué dichosa región tal joya encierra? | ||
¡Ah! ¡yo, sin descansar noche ni día, | 475 | |
pasando mar, desierto ardua sierra, | ||
a pie, mendiga, sola, llegaría, | ||
a las extremidades de la tierra, | ||
si al fin supiera que en alguna parte | ||
del ancho mundo me era dado hallarte! | 480 | |
«Mas ¡ay! es imposible que en aqueste | ||
planeta vil tanta belleza exista, | ||
y del Levante hasta el extremo Oeste | ||
jamás la hallara la anhelante vista; | ||
subió inspirado a la mansión celeste | 485 | |
el alto numen del sublime artista, | ||
vio al más bello ángel, y al volver al suelo, | ||
fiel le copió para mi eterno duelo. | ||
«¡Ay! que así delirando, el fiero dardo | ||
ahondo más en la enconada llaga, | 490 | |
y, tanto apeteciendo, nada aguardo | ||
que mi ardiente deseo satisfaga! | ||
acelera hacia mí tu vuelo tardo, | ||
oh tú, consoladora dulce maga, | ||
porque de tanto mal en el asedio, | 495 | |
eres, oh Muerte, mi único remedio». | ||
Y así diciendo, pronto a las usadas | ||
caricias torna, y a los vanos besos | ||
y a los llantos y quejas no escuchadas | ||
y a todos sus inútiles excesos: | 500 | |
sólo le puede hablar con las miradas, | ||
los miembros todos en la tela presos, | ||
la idolatrada imagen, y con esta | ||
habla muda tan sólo le contesta. | ||
Pero tú, pero tú, que desconoces | 505 | |
mi sincera pasión, ni con el habla | ||
de los ojos respondes a mis voces, | ||
más insensible que pintada tabla | ||
a mis tormentos duros y feroces: | ||
mi amor en vano a tus oídos habla | 510 | |
un idioma ardentísimo de fuego: | ||
vencer no logro tu fatal despego. | ||
Vano es mi dulce lisonjero halago, | ||
vana de amor toda patente prueba: | ||
tú miras de mis lágrimas el lago, | 515 | |
sin que su vista a compasión te mueva; | ||
y en vano el gusto te adivino, y hago | ||
en cada día una fineza nueva: | ||
nada te infunde el alma y sentimiento: | ||
soy cual la triste cuya historia cuento. | 520 | |
Y tanto fue creciendo su manía, | ||
que, privada de sueño y de sustento, | ||
consumiendo se fue de día en día, | ||
y se quedó cadáver macilento | ||
que el más crüel a compasión movía | 525 | |
era sólo su vida un morir lento, | ||
un doloroso agonizar constante, | ||
un arrancarse el alma a cada instante. | ||
Acongojada la amorosa dama, | ||
mirando adolecer a su sobrina, | 530 | |
facultativos, numerosos llama, | ||
insignes por acierto y por doctrina, | ||
para que den salud a la que ama: | ||
mas, ¿qué maravillosa medicina, | ||
o qué ignorada yerba el pecho cura | 535 | |
de la amorosa pertinaz locura? | ||
¿Qué específicos raros, qué cordiales | ||
podrán curar del alma la dolencia, | ||
cual se curan dolencias corporales? | ||
¿Cuándo los hombres lograrán la ciencia | 540 | |
que sane del espíritu los males | ||
y del dolor aplaque la violencia, | ||
y que corte del alma el amor fiero | ||
cual corpóreo tumor corta el acero? | ||
¡Ay! que ni hierro tajador, ni fuego, | 545 | |
de un alma arranca, en el dolor sumida, | ||
el obcecado amor, rebelde y ciego, | ||
que se arraiga en las fuentes de la vida; | ||
y, aunque es para el Amor frívolo juego, | ||
con nada cierra la profunda herida | 550 | |
que abre su aguda envenenada flecha, | ||
cuando la asesta al corazón derecha. | ||
La rica anciana que jamás fue avara | ||
vanamente ofreció toda su hacienda | ||
al que a Cristina la salud tornara, | 555 | |
guardando a su vejez tan dulce prenda: | ||
mas de dolencia tan profunda y rara | ||
no hay quien la causa ni el remedio entienda, | ||
y de curar tentados cuantos modos | ||
enseña el arte, la desahucian todos. | 560 | |
Se desespera la infeliz señora | ||
viendo que su Cristina se le muere, | ||
y noche y día sin consuelo llora, | ||
y con ella morir a un tiempo quiere; | ||
triste contempla a la que tanto adora | 565 | |
mirar al cuadro que de amor la hiere | ||
con tan viva atención, cómo si fuera | ||
cada vez que le mira la primera. | ||
Y tal vez a su pecho la estrechaba, | ||
y en sus labios mil besos imprimía, | 570 | |
y consuelo infundirle procuraba, | ||
y los nombres más dulces le decía; | ||
lágrimas con sus lágrimas mezclaba | ||
suspiros con los suyos confundía, | ||
y los más crudos pechos que las vieran | 575 | |
en lágrimas también se deshicieran. | ||
Y así en tan crudas ansias veladoras | ||
y en penas y congojas tan impías, | ||
vio Cristina lucir tristes auroras, | ||
vio Cristina cerrar noches sombrías; | 580 | |
hasta que el mudo vuelo de las horas | ||
y sucesión eterna de los días, | ||
el término cumpliendo de dos años, | ||
puso fin a tormentos tan extraños. | ||
Pues el Amor, al cabo satisfecho | 585 | |
de horrible castigo que le ha dado, | ||
y del estrago en sus encantos hecho | ||
compadecido, y de su triste estado | ||
volver resuelve al dolorido pecho, | ||
que ya purgó bastante su pecado, | 590 | |
la paz perdida, y fue de la manera | ||
que saber puede quien saberla quiera. | ||
Pues conocer el fin de su congoja | ||
no te puede costar mayor trabajo, | ||
lector querido, que voltear la hoja, | 595 | |
si es que un instante el cuento te distrajo | ||
y mi estilo al contarlo no te enoja, | ||
que encumbro a veces y que a veces bajo | ||
y si esta parte entristecer te hace, | ||
espera un venturoso desenlace. | 600 | |
Mas, si en esta mi historia lo que enfada | ||
son tantas digresiones por ventura, | ||
cual río, que, vecino a su llegada, | ||
al inmenso océano se apresura, | ||
así mi narración acelerada | 605 | |
irá al cercano fin en derechura; | ||
y si en más digresiones tú reparas, | ||
serán, lector, tan cortas como raras. | ||
CANTO TERCERO | ||
En aquella sazón llegó de España | ||
con el nuevo virrey un caballero, | 610 | |
de belleza tan grande y tan extraña, | ||
que contentara el gusto más severo: | ||
ningún lunar su perfección empaña, | ||
y ni la misma Envidia le halla pero, | ||
junto a é1 de Belveder fuera el Apolo | 615 | |
sombra y bosquejo de beldad tan sólo. | ||
Pintártelo, lector, me proponía; | ||
pero no es bien que retratar presuma | ||
con mi descolorida poesía | ||
su noble gracia y su belleza suma: | 620 | |
para pintarlas, menester sería | ||
que se cambiara en un pincel mi pluma, | ||
aunque hay plumas también que son pinceles | ||
que igualan los del Sancio y los de Apeles. | ||
Y plumas suele haber tan superiores, | 625 | |
que, al pintar una cosa, linda o fea, | ||
convierten las palabras en colores: | ||
¡Lástima que la mía no lo sea! | ||
Y así no puedo dar a mis lectores | ||
sino una vaga o imperfecta idea, | 630 | |
bosquejo débil y no fiel traslado, | ||
del hermoso Español recién llegado. | ||
Con el retrato a quien Cristina adora | ||
mi admiración tan sólo le compara; | ||
y del uno y del otro, a lo que ahora | 635 | |
se puede ver, la semejanza es rara: | ||
mas, si hay tal semejanza asombradora, | ||
yo te diré que la razón es clara, | ||
pues es muy natural, lector sensato, | ||
que un hombre se parezca a su retrato. | 640 | |
Que, al pintar al adúltero Troyano, | ||
el artista le tuvo por modelo; | ||
y para hallar modelo más cercano | ||
a suma perfección, con vano anhelo | ||
no sólo recorriera el reino hispano, | 645 | |
sino también el ámbito del suelo; | ||
y, si hermoso el retrato parecía, | ||
él era más hermoso todavía. | ||
Más de una carta de favor traía | ||
para la que madre es de la cuitada, | 650 | |
y a señora tan noble y de valía | ||
fue solícito a ver a su llegada; | ||
t, como ni un instante se desvía | ||
Cristina de la imagen adorada, | ||
al pie del cuadro, y en la sala sola, | 655 | |
el extranjero joven encontrola. | ||
No notó ella su entrada, que a la puerta | ||
la espalda daba, el cuadro de hito en hito | ||
mirando: llama aquél por que lo advierta | ||
la que niega a sus ojos el palmito; | 660 | |
ella, al cabo, de su éxtasis despierta, | ||
y volviendo la cara, lanza un grito, | ||
viendo al retrato que ama al otro lado | ||
en un hombre bellísimo encarnado. | ||
Y un sueño le parece, una mentira | 665 | |
que le finge su mente alucinada, | ||
y ahora al vivo, ahora al pintado mira, | ||
devorando a los dos con la mirada; | ||
de verlos juntos más y más se admira, | ||
y no sabe cuál es quien más le agrada, | 670 | |
aunque a creer que agrádale comienzo | ||
mas el hombre de carne que el de lienzo. | ||
Y ¡qué ansias vivas y qué impulsos siente | ||
de correr desalada al joven bello, | ||
y estampar en su boca un beso ardiente | 675 | |
y con sus brazos enlazar su cuello! | ||
Mas se reprime, que, aunque eternamente | ||
al retrato acaricia, pasa aquello | ||
con un retrato o una estatua hermosa; | ||
mas con un hombre vivo, es otra cosa. | 680 | |
Aunque habrá muchas que me arguyan que eso | ||
hacerlo con un cuadro, es manifiesto | ||
indicio de simpleza y poco seso, | ||
y que es más natural y en razón puesto | ||
a algún hombre abrazar de carne y hueso, | 685 | |
aunque no sea de tan lindo gesto, | ||
que al lienzo más hermoso bello busto, | ||
los cuales ni reciben ni dan gusto. | ||
El Español en tanto la saluda | ||
y dice: Bella niña, Dios os guarde: | 690 | |
ella va a hablarle de su pena aguda | ||
y del amor en cuyas llamas arde; | ||
pero la lengua se mantiene muda, | ||
y el natural pudor la hace cobarde, | ||
y le detiene a la mitad la planta | 700 | |
que presurosa al joven se adelanta. | ||
Y, cuando advierte que hacia el joven iba, | ||
sí el pudor celeste profanando, | ||
Tiñe la blanca faz en grana viva, | ||
al suelo las miradas humillando; | 705 | |
al fin de allí se escapa fugitiva, | ||
al hermoso Español maravillando | ||
que, al ver tal porte, con razón no poca | ||
la califica rematada loca, | ||
Mas, quedándose solo, al fin repara | 710 | |
en lo que representa la pintura, | ||
en que antes, claro está, no reparara | ||
por mirar a la viva criatura; | ||
en ella al punto conoció su cara | ||
y su propia persona y apostura, | 715 | |
hallándose tan fiel en el cotejo, | ||
como si se mirara en un espejo. | ||
Entonces algo a sospechar comienza | ||
de la verdad de tan extraño caso | ||
y a entender la atención y la vergüenza | 720 | |
de la doncella de juicio escaso; | ||
otra vez llama, y antes que le venza | ||
el tedio de aguardar, con presto paso | ||
salió, y con la mayor cortesanía | ||
le recibió la cariñosa tía. | 725 | |
Sin quedar de su trato enamorado, | ||
el joven de la vieja no se aparta: | ||
venir con el virrey, ser su privado, | ||
causa es de agrado y de atenciones harta; | ||
y a tantas cartas de favor añado | 730 | |
la que fue de favor la mejor carta: | ||
el gentil parecer y la belleza, | ||
carta que da al nacer naturaleza. | ||
A todos se dirige el sobrescrito, | ||
cual primitivo universal lenguaje, | 735 | |
y por ella el viajero y el proscrito | ||
hallan más blando y fácil hospedaje; | ||
no hay pueblo alguno de tan fiero rito | ||
que al extranjero hermoso no agasaje: | ||
¡Irresistible magia que conquista | 740 | |
los corazones a primera vista! | ||
Mas ya la triste enamorada espera | ||
y a confortarla empieza la esperanza, | ||
esa maga tan dulce y lisonjera | ||
que todo mal a suavizar alcanza: | 745 | |
bastó que entre retrato y hombre viera | ||
una grande perfecta semejanza, | ||
y aguarda ya, por mucho que le cueste | ||
lo que de aquél no pudo, lograr de éste. | ||
Y torna nuevamente a amar la vida, | 750 | |
y la muerte espantosa no desea, | ||
ni a venir con instancia la convida | ||
para que en trance tal su alivio sea: | ||
ya la tiene de nuevo aborrecida | ||
y ya de nuevo le parece fea, | 755 | |
y considera que es aún muy joven | ||
para que penas el vivir le roben. | ||
Y se imagina con terror y espanto | ||
verse envuelta en la fúnebre mortaja, | ||
y, de los monjes al solemne canto, | 760 | |
ser conducida en la mortuoria caja | ||
a la eterna mansión del Camposanto; | ||
y le parece con horror que baja | ||
al hondo seno de la oscura tierra | ||
que ya sobre ella sus abismos cierra. | 765 | |
Y como ya no es tanta su tristeza, | ||
y como el alma admite algún consuelo, | ||
ya su salud a florecer empieza, | ||
y el ayuno ya cesa y el desvelo; | ||
a retoñar principia su belleza, | 770 | |
cual planta, muerta con el crudo hielo | ||
del invierno, en la nueva primavera | ||
día a día sus galas recupera. | ||
El hermoso Español la extraña historia | ||
de Cristina infeliz bien pronto sabe, | 775 | |
(que en Lima hasta a los niños es notoria) | ||
y entiende que la abruma el peso grave | ||
de la cruda venganza y la victoria | ||
del dios que tiene en su poder la llave | ||
de todos los humanos corazones | 780 | |
y envuelve lo creado en sus prisiones. | ||
Primero el tierno corazón se apiada | ||
del infeliz estado de Cristina, | ||
y el verla de su imagen tan prendada | ||
a justa gratitud después le inclina: | 785 | |
no era además de su beldad pasada, | ||
cuando él la llegó a ver, tal la rüina, | ||
que no pudiese conocer cualquiera | ||
que igual no tuvo su beldad primera. | ||
Y torna a ver a la afligida presto | 790 | |
y la halla menos triste y más bonita, | ||
y más le va gustando por supuesto: | ||
cada vez es más larga la visita: | ||
ella entre tanto con rubor honesto | ||
calla del pecho la amorosa cuita, | 795 | |
mas la dicen sus ojos mal su grado, | ||
que son lenguas que nunca se han callado. | ||
Cuando, ausente el que adora, mira atenta | ||
de su retrato la beldad divina, | ||
no como antes el verle la atormenta, | 800 | |
porque su amor en él ya no termina, | ||
sino que pasa a aquel que representa | ||
y a quien ver en el lienzo se imagina: | ||
ya no ama la pintura en ella propia, | ||
sino en aquel cuya belleza copia. | 805 | |
Ya con primor se toca y atavía, | ||
y vuelve a usar de femenil adorno, | ||
y en públicos paseos extasía | ||
la muchedumbre que se apiña en torno: | ||
cobra una nueva gracia cada día; | 810 | |
ya parecen de nuevo hechos a torno | ||
los blancos brazos, y la mano blanca | ||
compite ya con el jazmín que arranca. | ||
Torna el pecho turgente a ser cual onda | ||
de mar tranquilo que en la blanda orilla | 815 | |
va y viene, y la garganta ya redonda | ||
se muestra, y purpurina la mejilla; | ||
mas no encuentro expresión que corresponda | ||
a tan perfecta hermosa maravilla, | ||
que a la Cristina de otro tiempo excede | 820 | |
es lo más que mi verso decir puede. | ||
Que, si cual hoy, entonces la doncella. | ||
más perfecta y hermosa fue de Lima, | ||
entonces fría estatua se vio en ella, | ||
y hoy es belleza que el amor anima; | 825 | |
pues, para que una bella sea bella, | ||
es necesario que el amor le imprima | ||
esa expresión de espiritual dulzura | ||
que él sólo puede dar a la hermosura. | ||
Que, cuando un crudo pecho el amor doma | 830 | |
y en sus fuegos lo abrasa, de repente | ||
animada expresión el rostro toma, | ||
en vez de la primera indiferente: | ||
hablan los ojos silencioso idioma | ||
como el que hablan los labios elocuente, | 835 | |
y, sin que el labio a los acentos se abra, | ||
iguala la sonrisa a la palabra. | ||
Ya es cual la flor que a su belleza junta | ||
la fragancia más pura y exquisita, | ||
es la hija de Jair, cuya difunta | 840 | |
beldad la voz de Cristo resucita, | ||
la estatua a quien la diosa de Amatunta | ||
traslada el fuego que su pecho agita; | ||
palacio donde mora un rey potente, | ||
templo que anima la deidad presente. | 845 | |
Mas creció su belleza, si incremento | ||
tanta belleza recibir podía, | ||
de ser amada con el gran contento | ||
y la felicidad y la alegría; | ||
del cuadro a vista, el Español el cuento | 850 | |
a la atenta Cristina refería | ||
de haber él sido (que amistad lo ordena) | ||
vivo modelo del raptor de Elena. | ||
Y añadió: «¿Quién entonces me dijera | ||
que, atravesando un día el océano, | 855 | |
y que, viniendo a Lima la hechicera | ||
desde el distante suelo castellano, | ||
antes que su modelo, conociera | ||
vuestro divino rostro soberano, | ||
y en vuestros lares mereciera abrigo, | 860 | |
la obra dichosa del pintor amigo! | ||
«Si copia fiel de la hermosura, vuestra, | ||
sol cuya luz ni leve nube empaña, | ||
hecha por mano primorosa y diestra, | ||
llevado hubiera a la feliz España | 865 | |
la más divina y portentosa muestra | ||
de la tierra gentil que el Rímac baña, | ||
y las beldades mágicas que cría | ||
¡esta nueva mejor Andalucía! | ||
«Si anticipado hubiéranme los fieros | 870 | |
hados, conmigo tanto tiempo avaros, | ||
el celestial placer de conoceros, | ||
y la inefable dicha de adoraros, | ||
en copia sólo me bastaba veros, | ||
¡oh divina belleza, para amaros, | 875 | |
y a vuestras plantas con fervor rendiros | ||
del alma los más íntimos suspiros!» | ||
Dice, y cayendo ante sus pies de hinojos, | ||
la de Cristina con su mano toca: | ||
ella, encendidos los claveles rojos | 880 | |
de las mejillas, calla con la boca, | ||
hablando sólo con amantes ojos, | ||
que toda voz a declarar es poca | ||
lo que sintiendo están entrambos pechos, | ||
al gran tumulto del amor estrechos. | 885 | |
Con miradas de imán vence y fascina | ||
y atrae el uno al otro dulcemente, | ||
y el uno al otro más y más se inclina; | ||
ya se junta una frente a la otra frente; | ||
de la joven la boca purpurina | 890 | |
toca del Español el labio ardiente, | ||
y atados quedan en un largo beso, | ||
de amantes brazos cada cuello preso. | ||
¿Quién dulzura dará a mi pobre verso | ||
con que la dicha de sus almas cante? | 895 | |
Un día de otro día no es diverso: | ||
es todo el tiempo un venturoso instante. | ||
Ante ellos desparece el universo; | ||
para cada feliz amado amante | ||
es el otro feliz amante amado | 900 | |
el solo ser que existe en lo creado. | ||
¡Dulcísimos coloquios donde suena | ||
sin cesar el tan dulce: «yo te adoro», | ||
bien a Cristina le pagáis su pena, | ||
y su cruel desesperado lloro! | 905 | |
No envidia ya, de regocijo llena, | ||
del cielo santo al más dichoso coro, | ||
que no ha dicha mayor en lo creado | ||
que la dicha de amar y ser amado. | ||
Y Cristina a su amante dice a veces: | 910 | |
«puesto que el cielo el bien me ha concedido | ||
que no le osaban demandar mis preces, | ||
mi tormento feroz echó en olvido; | ||
y, aunque he apurado del dolor las heces, | ||
no siento el haber tanto padecido, | 915 | |
pues del pasado mal me recompensa | ||
de amar amada la ventura inmensa. | ||
«Cuando miro el placer que mi alma endiosa, | ||
oh dulce dueño, cuando estoy contigo, | ||
el tiempo de soberbia desdeñosa, | 920 | |
en que he vivido sin amar, maldigo... | ||
Mas fue mejor mostrarse de amorosa | ||
pasión el pecho entonces enemigo, | ||
porque así, de tu amor cual adivina; | ||
para ti sólo se guardó Cristina. | 925 | |
«Si tanto te adoré sin conocerte; | ||
y sólo por imagen y traslado, | ||
cuando te reputaba tela inerte | ||
y vano ser por el pintor ideado; | ||
¿cómo habré de adorarte, hoy que la suerte | 930 | |
me da mirarte vivo, aquí, a mi lado, | ||
y que tú, agradecido a mis amores, | ||
con igual frenesí también me adores? | ||
«Y pues el amor tanta dulzura, | ||
y sin amor la vida no comprendo, | 935 | |
y es el mundo desierta sepultura | ||
de cuantos sin amor viven muriendo, | ||
mientras aquí nuestra existencia dura, | ||
gocemos en amarnos, y no siendo | ||
sino un alma en dos cuerpos, ni la muerte | 940 | |
consiga desatar lazo tan fuerte». | ||
Y el amoroso joven respondía: | ||
«no más recuerdes, adorado dueño, | ||
el tiempo de tu loca idolatría, | ||
y el vano ardor y el insensato empeño | 945 | |
con que, prendada de la imagen mía, | ||
te consumiste cual ardiente leño, | ||
la gran belleza reduciendo a sombra | ||
que Lima entera su ornamento nombra. | ||
«¡Ah! cuando pienso en el horrible duelo | 950 | |
que te hice padecer, aunque inocente, | ||
de haberte amado el imposible anhelo | ||
el corazón me abrasa vanamente. | ||
¡Quién entonces a tu amor diera consuelo, | ||
adelantando nuestro bien presente! | 955 | |
¡Cuántas veces, en vano, he deseado | ||
que cambiar se pudiera lo pasado! | ||
«¡Y consumiendo tal belleza estuve, | ||
sin yo saberlo! ¡y el divino rostro, | ||
que fiel retrata el de inmortal querube, | 960 | |
y a cuya vista, idólatra, me postro, | ||
por mí velaba del dolor la nube, | ||
amortecidos el jazmín y el ostro! | ||
¡Y por mí se quejó la dulce boca | ||
que el beso de los ángeles provoca! | 965 | |
«¡Y fue por mí por quien de amargo llanto | ||
desperdiciaron cristalinos mares | ||
los grandes ojos que me abrasan tanto, | ||
que sufriera peligros a millares | ||
y arrostrara mil muertes sin espanto, | 970 | |
para que ni el menor de los pesares, | ||
ni la pena más leve y pasajera, | ||
una lágrima sola les bebiera! | ||
«Mas, pues ni el mismo Dios cambiar pudiera | ||
los días que pasaron, yo te juro | 975 | |
que horas de amor y dicha placentera | ||
solo habrá de brindarte lo futuro: | ||
adorarte será mi vida entera, | ||
y de la tumba ni en el seno oscuro | ||
podrá nunca extinguirse el amor mío, | 980 | |
que alma será de mi cadáver frío! | ||
«Del dilatado y hórrido tormento | ||
que el cielo vengador enviarte quiso | ||
será mi amor el inmortal descuento: | ||
yo tu esclavo seré, tierno y sumiso, | 985 | |
y obedecer tu oculto pensamiento | ||
en la tierra será mi paraíso». | ||
Así la adora, y entre tanto extática | ||
oye Cristina la amorosa plática. | ||
Con silencio expresivo le contesta, | 990 | |
ni consiente su gozo que más hable; | ||
y le mira entre amante y entre honesta, | ||
con celeste expresión inenarrable: | ||
es para ambos la vida eterna fiesta, | ||
una ilusión divina y perdurable, | 995 | |
un sueño celestial y permanente, | ||
el mismo siempre y siempre diferente. | ||
¿Quién dirá cuál se alegra y regocija | ||
la tan discreta cariñosa anciana, | ||
al ver a la que siempre amó cual hija | 1000 | |
de una y otra locura por fin sana? | ||
Alegres ojos en los novios fija, | ||
y los bendice con la diestra ufana, | ||
rogando que el Eterno les conceda | ||
una vida tan larga como leda. | 1005 | |
Al fin lució la aurora en que el divino | ||
Himeneo encendió la pura tea, | ||
uniéndolos con lazo diamantino | ||
que hasta la muerte duradero sea. | ||
Es el virrey el ínclito padrino; | 1010 | |
Lima toda en las fiestas se recrea, | ||
siendo alegres y ricas entre todas | ||
aquellas nobles venturosas bodas. | ||
Guardaron sus afectos amorosos, | ||
en paz viviendo nunca interrumpida, | 1015 | |
aquellos felicísimos esposos | ||
los años todos de su larga vida; | ||
hijos tuvieron más que el padre hermosos, | ||
hijas por quien la madre fue excedida, | ||
pues cada uno es fuerza y cada una | 1020 | |
que de ambos padres las bellezas una. | ||
Y entre puros seniles regocijos, | ||
de grato amor y reverencia objetos, | ||
y de cuidados tiernos y prolijos, | ||
en sus últimos días, siempre quietos, | 1025 | |
gozaron a los hijos de sus hijos, | ||
y a los hijos gozaron de sus nietos: | ||
y su vejez postrera parecía | ||
tarde serena de sereno día. | ||
¡Oh tú a quien este ejemplo hago presente, | 1030 | |
el leerlo, oh ingrata, te acobarde; | ||
de Cristina el castigo te escarmiente; | ||
y pues fuerza es amar temprano o tarde, | ||
tu claro ingenio y tu temor prudente | ||
el castigo de Amor no es bien que aguarde, | 1035 | |
y a su venganza y punición tremenda | ||
adelanta solícita la enmienda. | ||
Pídele ya perdón de tanta ofensa; | ||
y, pues bien sabes que te adoro ciego, | ||
mis constantes ardores recompensa, | 1040 | |
y tu diestra a mi fe concede luego. | ||
¡Ah! no retardes mi ventura inmensa; | ||
y de amor, de placer y de sosiego | ||
el hado blando nuestra vida teja, | ||
cual la de aquella tan feliz pareja. | 1045 |
1863.
A Dina
Te suis matres metuunt juvencis, | ||
te senes parci, miseraeque nuper | ||
virgines nuptae, tua ne retardet | ||
aura maritos. | ||
HORACIO |
Cual voluble mariposa, | ||
en bellísimo jardín, | ||
va del clavel al jazmín | ||
y del jazmín a la rosa, | ||
así tú, bella liviana, | 5 | |
con versátil proceder, | ||
hoy mudas tu amor de ayer | ||
y el de hoy mudarás mañana. | ||
No tanta de estrellas es | ||
la hueste en noches serenas, | 10 | |
ni tiene la mar arenas, | ||
ni flores el quinto mes, | ||
ni muda el cielo colores | ||
en la tarde o en la aurora, | ||
como tú, bella traidora, | 15 | |
cambias sin cesar de amores. | ||
¿Qué hechizo tienes, qué imán | ||
que cada día la cuenta | ||
de tus galanes se aumenta | ||
con algún nuevo galán? | 20 | |
Vituperados en vano, | ||
en tu salón juntamente | ||
se ve el rubio adolescente (34) | ||
y el encanecido anciano. | ||
¿Qué rico no te promete | 25 | |
sus caudales? tu secreta, | ||
¿de qué joven o poeta | ||
versos no guarda o billete? | ||
Y, a pesar de tu liviano | ||
harto conocido porte, | 30 | |
no falta quien de consorte | ||
te ofrezca palabra y mano. | ||
Mas, ¿qué mucho, si severa | ||
en ti la Envidia no ve, | ||
desde la frente hasta el pie, | 35 | |
la imperfección más ligera? | ||
¿Quién vio facciones tan bellas, | ||
sin que las manche lunar? | ||
¿Quién vio tal frente, y tal par | ||
no de ojos, sino de estrellas? | 40 | |
Son como hechas a pincel | ||
tus cejas: tu dulce boca | ||
a darte besos provoca, | ||
mas suaves que la miel. | ||
Y con tu blancura suma | 45 | |
nada a competir se atreve; | ||
que no es tan blanca la nieve, | ||
y es menos blanca la espuma. | ||
No la iguala el naterón, | ||
ni dentro el verde pacay | 50 | |
tan albos capullos hay | ||
de dulcísimo algodón. | ||
Mas, si vista no hay que tache | ||
tu blancura sin reproche, | ||
a tu frente dio la Noche | 55 | |
su cabello de azabache. | ||
No hay flor ninguna del valle, | ||
ni leve flexible mimbre, | ||
que con la gracia se cimbre | ||
con que se cimbra tu talle. | 60 | |
Casto propósito arrollas | ||
del que te ve a su pesar, | ||
cuando con gracia sin par | ||
bailas las danzas criollas, | ||
y con la planta ligera | 65 | |
tocando apenas el suelo, | ||
juegas el blanco pañuelo | ||
y la ancha arqueada cadera. | ||
A quien no rindió la vista | ||
de tu beldad, no te hable, | 70 | |
que tu dulce trato afable | ||
de seguro le conquista. | ||
Saben palabras tus labios | ||
tan astutas y halagüeñas, | ||
que fascinas y domeñas | 75 | |
los más duros y sabios. | ||
Y de los viejos despiertas | ||
en los fríos corazones | ||
las juveniles pasiones, | ||
por tan largos años muertas. | 80 | |
Las madres por sus hijuelos | ||
viven de ti recelosas, | ||
y noveles esposas | ||
inspiras amargos celos. | ||
Temiendo su paz antigua | 85 | |
perder con tan fuerte encanto, | ||
a tu encuentro el monje santo | ||
retrocede y se santigua. | ||
Porque tu belleza es tal, | ||
y tales tus gracias son, | 90 | |
que a veces (Dina, perdón) | ||
te juzgó el genio del mal; | ||
pienso no eres Lucifer | ||
que con obras y palabras | ||
nuestro eterno llanto labras, | 95 | |
disfrazado de mujer. |
1863.
A Fabio
Que me aconsejaba dejar la poesía
1864.
A la señorita Justa García Robledo
En respuesta a una composición religiosa
1864.
Al sol
Salve sin fin, oh tú de los planetas | ||
fúlgido diademado emperador, | ||
que a girar obedientes los sujetas | ||
de tu radiante trono en derredor. | ||
Y a Júpiter, Saturno, Venus, Marte, | 5 | |
y a los demás que encadenó tu ley | ||
vida y luz tu largueza les reparte, | ||
cual a su corte poderoso rey. | ||
Y vasallos los rápidos cometas | ||
de tu dominio dilatado son, | 10 | |
y en elípticas órbitas inquietas | ||
obedecen también a tu atracción. | ||
Y sólo do se cansa la carrera | ||
del que de ti más huye, allí el postrer | ||
límite se alza y última frontera | 15 | |
de tu sublime imperio y tu poder. | ||
Con noble orgullo y con mirar ufano, | ||
de tus regios estados en mitad, | ||
desde un confín a otro confín lejano | ||
abarcas su encendida vastedad. | 20 | |
No empero gozas inmortal reposo; | ||
el movimiento te abarcó también, | ||
y en torno a tu eje tu girar radioso | ||
los claros ojos de la Ciencia ven. | ||
Y con los astros todos que presides, | 25 | |
te ven, del éter vasto por el mar, | ||
a las estrellas del remoto Alcides, | ||
como celeste flota, navegar (35). | ||
¡Cuántas centurias de centurias, dime, | ||
serán a tu alto vuelo menester | 30 | |
para que acabes viaje tan sublime, | ||
y logres tanta inmensidad vencer! | ||
Al columbrar de siglos el abismo | ||
que en tan luenga jornada medirás, | ||
el Cálculo desmaya, y el Guarismo | 35 | |
con espantado pie se vuelve atrás. | ||
Di, ¿qué destino a ese celeste puerto, | ||
qué misteriosa ley vas a cumplir? | ||
Sábelo Aquel que rige el gran concierto, | ||
y para quien ya fue lo porvenir! | 40 | |
Aquel que en ti velada nos envía | ||
su luz, cuando circundas a tu faz | ||
la corona imperial del Mediodía | ||
que vence y ciega la pupila audaz. | ||
Quien mira el rayo de tu lumbre viva | 45 | |
las negras sombras de la noche ve: | ||
así no mira la Razón altiva | ||
al Dios que adora la vendada Fe. | ||
Te viste ardiente impenetrable velo | ||
el brillo de tu faz deslumbrador, | 50 | |
como hace a Dios para el humano anhelo | ||
invisible su propio resplandor. | ||
Y aunque a Dios no comprenden nuestras mentes, | ||
todo por é1 comprenden, bien así | ||
como a ti mismo ver no nos consientes, | 55 | |
mas nada ver pudiéramos sin ti. | ||
Alzo a vosotros reverentes palmas, | ||
atónito y postrado ante los dos: | ||
él, sol maravilloso de las almas, | ||
tú, de los cuerpos refulgente dios. | 60 | |
Mas morir te contempla cada tarde, | ||
y, si hoy renaces, feneciste ayer, | ||
cuando él con rayos siempre iguales arde, | ||
y ni un día le mira anochecer. | ||
cien manchas en tu faz a Galileo | 65 | |
mostró el osado astrónomo cristal, | ||
y fuera imaginarlas devaneo | ||
en el glorioso Sol espiritual. | ||
Y, si a los ojos débiles mortales | ||
por ti vencidas con exceso son | 70 | |
las nocturnas lumbreras celestiales, | ||
es tu triunfo vanísima ilusión! | ||
Débil pupila, vasta lejanía | ||
convierten en la azul inmensidad | ||
estrella que o te vence o desafía | 75 | |
en punto de dudosa claridad. | ||
Innumerables venturosos soles | ||
son, que brillan con propio resplandor, | ||
y de cien globos las opacas moles | ||
les son cortejo, como a ti, de honor. | 80 | |
Quizá planeta de mayor sistema | ||
los altos ojos del querub te ven, | ||
y eres diamante de la gran diadema | ||
que de más claro Sol orna la sien. | ||
Y en sistema más vasto, ni siquiera | 85 | |
planeta, mas satélite serás; | ||
y, siendo ya planeta el que sol era, | ||
te vas oscureciendo más y más. | ||
Por ley quizá que el universo ordena, | ||
es cada gran sistema un eslabón | 90 | |
de una sola vastísima cadena | ||
que envuelve la insondable creación. | ||
Y en tan sublime aterrador conjunto | ||
que da a la humana mente frenesí, | ||
te quedas breve luminoso punto, | 95 | |
tú a quien antes tan grande concebí. | ||
Pero el monarca y creador del mundo, | ||
de quien eres imagen tan infiel, | ||
ni igual conoce ni tendrá segundo, | ||
y es vana sombra el universo ante él. | 100 | |
Y tú, y cuanto divisa la mirada | ||
o alcanza nuestra mente a imaginar | ||
en los abismos de su seno nada, | ||
como nadas del éter en el mar. | ||
En vano por edades infinitas, | 105 | |
sin que faltaras una sola vez, | ||
en la infancia del día resucitas | ||
y renaces del año en la niñez. | ||
Al fin vendrá la noche postrimera | ||
que no siga del alba el arrebol, | 110 | |
y el invierno vendrá sin primavera | ||
en que por siempre morirás, oh Sol. | ||
De los orbes la inmensa arquitectura | ||
en tu eterna rüina arrastrarás: | ||
mas no a Aquel de quien eres sombra oscura | 115 | |
morir verá la Eternidad jamás. |
1864.
La campiña de Huacho
1864.
Adiós
A***
1864.
La poesía y el poeta
A mi querido amigo Federico Parra