Cobardes, esperad: Saul os llama: | |
suspended vuestra fuga vergonzosa; | |
¿Así cedéis
el triunfo al Filisteo?... | |
¿Mas con quién hablo?...
Todos me abandonan: | |
todos de un vil temor arrebatados
| 5 |
huyen la muerte, y buscan la deshonra. | |
En vano mi
valor por evitarla
| |
agotó sus esfuerzos; la victoria
| |
consigue a mi despecho el enemigo, | |
y del laurel sus
sienes se coronan... | 10 |
No hay remedio: perdiose para
siempre | |
ya de Judea y de Sión la gloria: | |
su
honor, su Rey, su Dios, el pueblo Hebreo | |
desampara medroso,
y la afrentosa | |
vida prefieren a la ilustre muerte. | 15 |
¡Oh día de ignominia y de congoja! | |
Dios de
Israel ¿qué es esto? ¿Así permites | |
que
la nación infiel que te desdora | |
triunfante humille
al escogido pueblo? | |
¿Los protege tu diestra poderosa
| 20 |
para que me confundan, y aniquilen | |
a las humildes
tribus que te adoran? | |
¿No soy yo aquel Saúl por
tu decreto | |
destinado a lograr la regia pompa, | |
y entre
millares de varones justos | 25 |
buscado en Israel? ¿No soy
quien goza | |
de ungido del Señor el sacro nombre?
| |
Pues ¿cómo tu justicia vengadora | |
me condena
a la afrenta, y en el seno | |
de una desolación tan
espantosa | 30 |
sepulta en sólo un día para
siempre | |
mi esplendor, mi existencia y mi memoria? | |
Tu justicia... ¡qué digo! ¡ah miserable! | |
¿Cómo
mi labio sin temblar la invoca? | |
Ella es la que destruye
mi grandeza;
| 35 |
la que en la humillación mi audacia
postra; | |
y su poder, lanzándome del trono, | |
mi soberbia altivez presuntuosa | |
castigando severa hunde
en la nada. | |
Piedad, gran Dios: si fue merecedora | 40 |
de tu enojo mi impía inobediencia; | |
si ha podido
olvidar mi ambición loca | |
tus preceptos, y hollar
tus santas leyes, | |
satisfaga, Señor, mi vida sola
| |
el eterno anatema; yo os imploro | 45 |
riguroso y terrible,
me es odiosa | |
esta existencia de dolor y oprobio, | |
que mi tormento y mi rubor prolonga; | |
lanzad un rayo ardiente;
aniquiladme | |
en este campo en que perdí mi gloria.
| 50 |
(Queda apoyado en un bastidor; intermedio
de música, fuerte al principio, y al concluir patética.)
|
(Acabada la música continúa.)
|
No hay muerte para mí: Dios me desdeña
| |
hasta para el castigo. Entre estas rocas | |
vencido
y solo, acaso me reserva | |
para la esclavitud más
afrentosa: | |
no será, no... Sigamos al contrario;
| 55 |
busquemos en sus huestes vencedoras | |
una muerte,
que eterno haga mi nombre. | |
(Los seis versos
siguientes trompas a lo lejos, que no impidan oír
la representación.)
|
Pero ¡Qué
escucho! La guerrera trompa
| |
resuena en las cavernas
de este monte, | |
anunciando mi afrenta y su victoria. | 60 |
(Mirando adentro.) |
ya se retiran; desde aquí
descubro | |
el tumulto lejano de sus tropas, | |
que entre
el polvo fugaz desaparece; | |
(Empieza a oscurecer
el teatro.)
|
y de la noche las funestas sombras,
| |
cayendo de los montes a los valles, | 65 |
parece que
descienden presurosas | |
para impedir que logre mi despecho
| |
el fin de mi existencia ignominiosa. | |
¡qué
espantoso silencio! Sus horrores | |
aumentan las angustias
que me acosan: | 70 |
ellos me representan el destrozo | |
de mi infelice pueblo; en mi memoria, | |
que es mi mayor
verdugo esta grabada | |
del combate la imagen horrorosa.
| |
¡Ah! yo he visto las tribus de Judea, | 75 |
fieles a
su Monarca, a mi voz prontas | |
combatir el furor del Filisteo,
| |
frente haciendo a sus hustes numerosas. | |
Yo las he
visto en lid desesperada, | |
por defender mi vacilante gloria,
| 80 |
perecer con las armas en la mano: | |
de su valor testigos
estas rocas | |
serán eternamente; en este monte
| |
donde de sus cadáveres las formas
| |
destrozadas
se ven por todas partes, | 85 |
los invencibles de Israel
reposan. | |
He aquí sus armas con su sangre tintas;
| |
más allá mutilados se amontonan | |
sus
cuerpos, y sus miembros palpitantes, | |
que horrendas haces
en el valle forman; | 90 |
alguno osado en su postrer momento
| |
esgrimía la espada vengadora, | |
y aún
después de morir el fuerte brazo | |
conserva helado
la actitud briosa: | |
otro expiró arrastrandose en
el polvo | 95 |
para seguir la huella vencedora | |
de su
enemigo; y otros... ¡Ah! sus ayes | |
(Desde aquí
empieza piano la orquesta el intermedio de música,
que sigue.)
|
manifiestan sus últimas congojas:
| |
mueren en este instante, y mis oídos | |
hieren
con sus angustias pavorosas. | 100 |
(Música
que imite los lamentos de los heridos.)
|
(Acabada
la música continúa.)
|
¡Oh infelices!
no puedo socorreros; | |
pero al fin vuestra suerte es más
dichosa | |
que la de aquellos, cuya infame fuga | |
su patria
vende, y su valor desdora. | |
Fuga... ¿Y adonde irán
envilecidos, | 105 |
que la fama, del tiempo precursora,
| |
no publique en su oprobio a las edades | |
su torpe miedo,
su fatal deshonra?
| |
Vivirán los cobardes, y testigos
| |
serán de las desgracias que ocasionan. | 110 |
¡Ah! de Jerusalén verán postrados | |
los fuertes
muros; la ciudad señora | |
de las gentes, rendida
al Filisteo, | |
sufrirá su arrogancia destructora:
| |
en vano al templo la inocente virgen | 115 |
correrá
desolada, la furiosa | |
espada del contrario allí
la alcanza, | |
y al pedirle piedad, feroz la inmola: | |
el tierno niño morirá en los brazos | |
de
su madre infeliz, que en su congoja | 120 |
en vano, expondrá
el pecho a la cuchilla, | |
por salvar a su hijo; en triste
hora | |
fue fecunda; la sangre que defiendo | |
corre mezclada
con la suya propia: | |
temeroso el anciano bajo el peso | 125 |
de la edad respetable, que lo agobia, | |
inútilmente
a vista del peligro | |
clemencia pedirá: la horrible
antorcha | |
por la enemiga mano conducida | |
en tanto girará
con luz medrosa | 130 |
por la triste ciudad, y sus reflejos
| |
harán brillar las armas que no embotan | |
gemidos,
ruegos, llanto ni clamores. | |
¡Ah! Yo los oigo... ¿Y quien
los ocasiona | |
sino mi culpa? Es ella la que ofrece | 135 |
a mis ojos el cuadro que me asombra.
| |
Jerusalén,
y veo tu exterminio; | |
y que ardiendo en la llama pavorosa
| |
que encendió el Filisteo, a sus furores | |
sus
altos edificios se desploman. | 140 |
Así en muerte
y horror todo se abisme; | |
todo perezca; así la
tierra toda | |
pudiera en este día aniquilarse:
| |
Dios vengador, no existan más tus obras; | |
vuelva
a reinar el caos, y mi afrenta | 145 |
la destrucción
universal esconda. | |
(Intermedio de música
fuerte.)
|
(Acabada la música continúa.)
|
¡Oh día de terror, amanecido | |
¡Por
mi fatalidad! Campañas rojas | |
con la sangre de
tantos infelices | |
iluminó tu luz; en breves horas
| 150 |
vi en tu giro el estrago de mi pueblo; | |
vi desaparecer
mi augusta pompa | |
en tan corto periodo; y porque sea
| |
más el dolor que el pecho me destroza, | |
hasta
mis hijos, mis amados hijos, | 155 |
fenecieron también
en mi derrota. | |
¡Oh caro Jonatás! ¿Por qué
tu vida | |
fue de mi vida escudo? ¿Por qué heroica
| |
tu espada en defenderme se obstinaba? | |
Muriendo era
mi suerte venturosa. | 160 |
¡Oh feliz tú mil veces,
que esgrimiendo
| |
el vengador acero en la espantosa | |
lid, de los enemigos destrozados | |
con noble brio tu
sepulcro formas! | |
Tumba de honor labraron tus hazañas;
| 165 |
y en la inmortalidad al fin reposas | |
dichoso al
expirar; más tus hermanos, | |
si fatal suerte su
vivir prolonga, | |
del vencedor esperan ser despojo, | |
esperan muerte obscura y afrentosa. | 170 |
Los hijos de
Saúl, los herederos | |
del trono de Israel, en su
deshonra | |
¿serán tristes objetos del escarnio
| |
de un contrario orgulloso, cuya mofa | |
aumentará
sus bárbaros suplicios | 175 |
insultando sus últimas
congojas? | |
¡Oh dolor! Y si viven... ser esclavos | |
es
su destino. He aquí las engañosas | |
esperanzas
felices, que en su infancia | |
halagaron por siempre su
memoria: | 180 |
he aquí de la grandeza de su padre
| |
el fruto amargo que inocentes logran: | |
¡Ah! ¿Por qué
en la batalla, en la sangrienta | |
lid, que de mi fortuna
me despoja, | |
todos con Jonatás de honor cubiertos | 185 |
no adquiristeis muriendo eterna gloria? | |
Y ¿por
qué, si Saúl fue delincuente | |
perdonando
a Amalec, su culpa sola | |
participar os hace del castigo
| |
con que el Dios de Israel mi altivez postra? | 190 |
¡Hijos de mi desdicha! Yo pensaba | |
dividir con vosotros
mi corona; | |
y ya en la esclavitud desamparados | |
la
dura muerte vuestro labio implora. | |
¡Qué abatimiento,
o Dios! Yo desfallezco: | 195 |
la fatiga... esta idea que
me asombra... | |
¡Oh imagen de dolor!... Un sólo
instante | |
da treguas a la pena que me ahoga. | |
(Se sienta sobre unas piedras. Intermedio de música
patética.)
|
(Acabada la música continúa.)
|
No hay duda: fue mi solio; fue mi reino; | |
no
queda aún la esperanza más remota | 200 |
de
alivio a mi desgracia: en solo un día, | |
¡Ah! como
el cielo todo lo trastorna. | |
¿Y no podrá Saúl
sin ofenderlo | |
acabar con su vida ignominiosa? | |
No
puede sin hacerse más culpable. | 205 |
(Se levanta.) |
A lo menos busquemos en las hondas | |
grutas de esta montaña
alguna fiera, | |
de este vasto desierto habitadora, | |
que en partes mil mi cuerpo destrozando | |
conmigo sea en
su furor piadosa... | 210 |
Pero ¡ay de mí!... Mis
plantas vacilantes | |
apenas me sostienen... la penosa
| |
lid... el cansancio... en vano en esta espada
| |
el
débil paso mi valor apoya. | |
¡Oh cuál es
mi agonía en este instante! | 215 |
La eternidad, del
hombre aterradora, | |
parece que anticipa mis tormentos
| |
en medio de esta selva tenebrosa. | |
Si pudiese mi acento...
Es imposible: | |
en esta obscuridad solo las rocas, | 220 |
los helados cadáveres me escuchan; | |
a mi voz
mudos, a mis quejas sordas. | |
Sin duda que la muerte en
este sitio | |
debo esperar, supuesto que me estorba | |
que la busque mi propio abatimiento; | 225 |
Dios en este
momento me abandona | |
a mí mismo; me acuerda mis
delitos, | |
y los remordimientos me devoran. | |
¡Ah David!
De mi inmensa desventura, | |
gozará tu ambición;
he aquí la hora | 230 |
de tu triunfo: Saúl
morirá en breve... | |
El infernal espíritu
me acosa, | |
que ahuyentaba otras veces la armonía
| |
celestial de tu harpa encantadora: | |
él para
atormentarme me presenta | 235 |
la horrible imagen de mis
culpas todas; | |
este espíritu impuro ante mis ojos
| |
te conduce, David, de mi corona | |
adornada tu frente,
rodeada | |
del pueblo de Israel, que mi memoria | 240 |
maldice,
y te tributa bendiciones:
| |
los himnos, que celebran tus
victorias, | |
y causaron mi envidia, entre el aplauso | |
de tu dicha las vírgenes entonan; | |
Sí:
mi envidia los tiene bien presentes. | 245 |
esos odiosos
cánticos; ahora | |
más que nunca me afligen
sus recuerdos; | |
sí: más que nunca tu futura
gloria | |
mi desesperación y rabia aumenta; | |
en
mi postrero instante la ponzoña | 250 |
del odio, que
en mi pecho te conservo, | |
más que mi afrenta mi
soberbia postra. | |
(Se sienta. Intermedio de música.)
|
(Acabada la música continúa.)
|
David será felice sobre el trono | |
de
Judea; el Eterno su persona | |
eligió para el solio...
¿Y por qué causa | 255 |
su fortuna ha de ser tan a
mi costa? | |
¿Por qué para elevarlo me destruye?
| |
¿Acaso a su justicia poderosa | |
no tributó Saúl
adoraciones? | |
Oh Dios, mi rendimiento a todas horas | 260 |
sacrificó en tus aras; tus ministros | |
imploraron
tu auxilio en la dudosa | |
suerte de esta batalla, antes
de darla: | |
mas tú, sordo a sus ruegos, me abandonas
| |
a las iras de un pueblo que le ofende; | 265 |
la injusta
preferencia de que goza
| |
David contigo ha dado al Filisteo
| |
contra los hijos de Israel victoria. | |
Heme al fin
hecho víctima infelice | |
de tu poder: en este instante
toda | 270 |
mi desdicha la causa tu decreto. | |
Si es que
acusa tu saña poderosa | |
mi desesperación;
Dios implacable, | |
no te ofendo tampoco ella es tu obra:
| |
deja que clame en mi postrer momento | 275 |
contra ti,
pues mis males ocasionas. | |
En tu cólera, oh Dios,
me has reprobado: | |
¡Ah qué furor mi corazón
devora! | |
Me has reprobado, sí; yo llegué
a oírlo, | |
cuando invocando la funesta sombra | 280 |
del Profeta Samuel en mi abandono, | |
la fuerza de un
conjuro abrió la losa | |
de su helado sepulcro, y
no fue crimen | |
en mí turbar la paz en que reposa:
| |
pues si el Señor callaba a mis clamores, | 285 |
¿qué mucho que a una infame encantadora | |
pidiese
que voz diera a aquel cadáver? | |
Recuerdo con horror
su aterradora | |
predicción, y los ecos lamentables
| |
que en gemidos salieron de su boca: | 290 |
«¿Por qué,
dijo, perturbas mi descanso? | |
Saúl, el Omnipotente
te abandona, | |
y a tu rival David piadoso ampara; | |
a sus sienes destina tu corona.
| |
el Señor te
mandó que aniquilases | 295 |
la raza de Amalec, tú
la perdonas; | |
y su justicia aniquilarte debe: | |
al
nuevo día en esta misma hora | |
serás conmigo»...
Sí... seré contigo, | |
fantasma, que anunciaste
mi deshonra. | 300 |
¡Ah! sí: ya estoy contigo... te
estoy viendo | |
mostrar sobre tu frente pavorosa | |
el
placer que te causa mi infortunio: | |
tu rostro, que la
muerte descolora, | |
distingo ensangrentado; y en tus ojos | 305 |
brilla un fuego divino que me asombra... | |
¿Qué
vas a proferir? El labio sella: | |
aléjate, no aumentes
mis congojas. | |
¡Qué horror!... ¿Aún me persigues?
¿Qué pretendes? | |
Quita, espectro cruel... De tu
espantosa | 310 |
vista iré huyendo yo... lo intento
en vano: | |
tú lo impides: ¿por qué mi fuga
estorbas? | |
¿Qué señalas?... ¿Mi regia vestidura?
| |
Mírala tinta con mi sangre propia: | |
con la
de mi enemigo victorioso, | 315 |
que con su esmalte mi valor
pregona. | |
¿Quieres que de este honor muera privado? | |
Bárbaro... ya mi mano me despoja | |
(Se quita el
manto y corona, y lo arroja.) |
De este adorno: tu helada
planta huelle, | |
mi altanería en esa vana pompa...
| 320 |
Pero no... es este acero el que señalas.
| |
Te comprendo: presente en mi memoria | |
está tu
vaticinio... «Al nuevo día | |
reposarás conmigo.»
He aquí la hora: | |
ya lo voy a cumplir... Pero antes
sabe, | 325 |
que ni tu Dios ni tú, implacable sombra,
| |
postraréis mi soberbia... y que ha triunfado
| |
del valor de Saúl su espada sola. | |