Para la fama de un verso de Camoens en España
Dos octavas inéditas de Villamediana y un soneto anónimo
Juan Manuel Rozas
Camoens es autor de una de las más bellas elegías escritas en lengua castellana. Me refiero a la parte final de su égloga primera dedicada A morte de D. António de Noronha, que morreu em Africa, e à morte de D. Joã, príncipe de Portugal, pai del-Rei D. Sebastiã. Existen muchos motivos para pensar que esta elegía fue muy bien recibida entre los poetas castellanos: por su belleza y por ser una glosa del famoso soneto Alma minha gentil; por intervenir en ella, hablando en castellano, una princesa española, doña Juana, hija de Carlos V, esposa de uno de los dos personajes plañidos en la égloga, el príncipe don João; y por venir introducidos los versos castellanos con un elogio de nuestra lengua.
El pastor Frondélio nos presenta así a Aónia, la princesa:
Y tras este elogio de nuestro idioma, comienza el canto de Aónia:
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Terminando así los catorce tercetos de la elegía, a la vez que la égloga toda:
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Con este bagaje castellanista, no es nada extraño que estos versos llamasen la atención del Conde de Villamediana, ni que glosase en dos ocasiones el último de ellos, muy afín al estilo de sus composiciones anteriores a las Soledades y Polifemo gongorinos. Las dos glosas, dos octavas que a continuación edito, creo que por primera vez, están tomadas del manuscrito 17.719 de la Biblioteca Nacional de Madrid, bastante conocido por los eruditos que se ocupan de la poesía del Siglo de Oro. Se trata de un cancionero, reunido en 1623 por el portugués, residente entonces en Madrid, Héctor Méndez de Britto, en el que se recogen algunas poesías de lusitanos, mezcladas con muchas españolas, la mayoría de Góngora y Villamediana2. Las dos octavas del Conde, que por su falta de madurez y por la ausencia de gongorismo -caracteres que predominan en la mayoría de sus obras aquí conservadas- parecen composiciones de juventud, se encuentran en el folio 180r:
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Que Villamediana conocía directamente el texto de Camoens, aunque no se mencione al portugués en el manuscrito, lo prueba la imitación que hace del penúltimo verso de la égloga, que, a pesar de los hados enojosos, transcrito casi exactamente en el secundo verso de la segunda octava: a pesar de los hados rigurosos. El Conde solo ha efectuado dos levísimos cambios: el adjetivo rigurosos por enojosos (ambos con igual rima, sentido y número de sílabas); y la omisión del nexo (en sinalefa) con el verso anterior, por serle innecesario. El ritmo en ambos versos se mantiene idéntico.
No fue el Conde el único poeta de la época que se fijó en el último verso de la égloga de Camoens. En el Cancionero Antequeranos4 han publicado Dámaso Alonso y Rafael Ferreres un soneto de incierto autor que acaba:
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Dos preguntas surgen ante estos tres textos: ¿Puede ser Villamediana el autor del soneto? ¿Se escribió en la misma ocasión que las octavas? Nada nos autoriza a contestar afirmativamente: que yo sepa, el soneto no se ha atribuido, ni en impresos ni en manuscritos, a Tassis, y los tópicos amorosos que encierra pueden ser de cualquier poeta del tiempo. La diversidad de metros aleja la composición anónima de las del Conde con respecto a la segunda pregunta.