Parnaso español Sonetos
- V -
A la estatua de bronce del Santo Rey Don Felipe III,
que está en la casa del campo de Madrid, traída de
Florencia
- VII a -
Inscripción de la estatua augusta del
César Carlos V en Aranjuez
- VII b -
A un retrato de Don Pedro Girón, Duque de
Osuna, que hizo Guido Boloñés, armado, y grabadas de oro las
armas
- VIII a -
A la fiesta de los toros y cañas en el buen
Retiro, en día de grande nieve
- VIII b -
Al Duque de Maqueda en ocasión de no perder
la silla en los grandes corcovos de su caballo, habiendo hecho buena suerte en
el toro
- X a -
Exhortación a la Majestad del Rey Nuestro
Señor Felipe IV para el castigo de los rebeldes
- X b -
Al retrato del Rey Nuestro Señor hecho de
rasgos y lazos, con pluma, por Pedro Morante
- XI -
Al toro a quien con bala dio muerte el Rey Nuestro
Señor
- XII b -
Memoria inmortal de Don Pedro Girón, Duque de
Osuna, muerto en la prisión
- XIII -
Al Duque de Lerma, Maese de campo, General en
Flandes
- XIV a -
A la huerta del Duque de Lerma, favorecida y ocupada
muchas veces del Señor Rey Don Felipe III, y olvidada hoy de igual
concurso
- XIV b -
Es de sentencia alegórica todo este
soneto
- XV a -
Al Cardenal de Rucheli, movedor de las armas
francesas, con alusión al nombre «ruceli», que es «arroyo» en
significación italiana, por estar escrito en esa lengua
- XV b -
Figurada contraposición de dos
valimentos
- XVI -
Al Rey Don Felipe, en ocasión de haber salido
en un día muy lluvioso a jugar cañas, y haberse serenado luego el
cielo
- XVII b -
A Don Luis Carrillo, hijo de Don Fernando Carrillo,
Presidente de Indias, Cuatralbo de las galeras de España y Poeta
- XVIII b -
Al Rey Nuestro Señor saliendo a jugar
cañas
- XIX -
Al Rey Católico, Nuestro Señor Don
Felipe IV, infestado de guerras
- XXX -
Desterrado Scipión a una rústica
casería suya, recuerda consigo la gloria de sus hechos y de su
posteridad
- LIX -
Muestra con ilustres ejemplos cuán ciegamente
desean los hombres
- L a -
Enseña cómo es rico el que tiene mucho
caudal
- L b -
Séneca vuelve a Nerón la riqueza que
le había dado
- LI a -
Respuesta de Nerón a Séneca, no
admitiéndole lo que le volvía
- LI b -
Un delito igual se reputa desigual si son diferentes
los sujetos que le cometen, y aun los delitos, desiguales
- LII a -
El pecar intercede por los premios,
prefiriéndose a la virtud
- LII b -
Qué desengaños son la verdadera
riqueza
- LIII a -
Por más poderoso que sea el que agravia, deja
armas para la venganza
- LIII b -
Persuade a la justicia que arroje el peso, pues usa
sólo de la espada
- LIV a -
Manifiesta un ardid grande del perverso
pretendiente, cuando desea que todos sean buenos, con intento malo
- LIV b -
Describe el apetito exquisito de pegar
- LV a -
A la violenta e injusta prosperidad
- LV b -
Advierte que aunque se tarda la venganza del cielo,
contra el pecado, en efecto, llega
- LVI a -
Advierte el llanto fingido y el verdadero con el
efecto de la codicia
- LVI b -
Al ambicioso valimento que siempre anhela subir
más
- LVII a -
Peligro del que sube muy alto, y más si es
por la caída de otro
- LVII b -
Más se han perdido en la prosperidad
confiados, que en la adversidad prevenidos
- LVIII -
Moralidad útil contra los que hacen adorno
propio de la ajena desnudez
- LIX -
Advierte la doctrina segura: que castigos de la
providencia divina, fuera del uso común, avisa la enmienda de
pecados
- LX b -
A un amigo que retirado de la corte pasó su
edad
- LXI a -
Exclama contra el rico, hinchado y
glotón
- LXI b -
Aconseja a un amigo que estaba en buena
posesión de nobleza, no trate de calificarse, porque no le descubran lo
que no se sabe
- LXII a -
El pobre, cuando da, pide más que cuando
pide
- LXII b -
Castiga a los glotones y bebedores, que con los
desórdenes suyos aceleran la enfermedad y la vejez
- LXIV a -
Enseña el camino más seguro para la
virtud, y quita el velo engañoso a la riqueza
- LXIV b -
Reprehende la continua solicitud de los
usureros
- LXV a -
Que al más valeroso león puede hacer
daño una sabandija y beneficio otra
- LXV b -
La honesta humildad en el traje abriga al hombre y
le aconseja
- LXVI a -
Burla de los que con dones quieren granjear del
cielo pretensiones injustas
- LXVI b -
Contra los que quieren gobernar el mundo y viven sin
gobierno
- LXVII -
Advertencia a España de que así como
se ha hecho señora de muchos, así será de tantos enemigos
envidiada y perseguida, y necesita de continua prevención por esa
causa
- LXVIII -
Difícil, aunque le llamaron fácil,
pero sólo medio verdadero de tener riqueza y alegría en el
ánimo
- LXIX a -
Muestra por extraño e ingenioso camino que es
dicha no ser poderoso, y que siempre los que lo son suelen emplearlo mal
- LXIX b -
Descubre el vivio de la hipocresía que
afectan muchos en la disimulación de sus maldades
- LXX -
Admirable enseñanza del pedir
- LXXI -
Enseña cómo los puestos en alta
fortuna suelen admitir consejos
- LXXII a -
A un caballero que con perros y cazas de
montería ocupaba su vida
- LXXII b -
Reprehende a la adúltera la circunstancia de
su pecado
- LXXIII -
Describe la vida miserable de los palacios, y las
costumbres de los poderosos que en ellos favorecen
- LXXV a -
Aconseja a un amigo no pretenda en su vejez
- LXXVI -
Que se ha de tener dado a Dios en el ánimo
todo lo que el hombre posee, para que cuando le faltare, no parezca que se lo
quitó
- LXXVII -
A estas animosas palabras que decía Epicteto:
«Pule
, Júpiter,
super me calamitates»
- LXXX a -
Conveniencias de no usar de los ojos, de los
oídos y de la lengua
- LXXXI -
Retiro de quien experimenta contraria la suerte, ya
profesando virtudes, y ya vicios
- LXXXIII a -
Privilegios de la virtud y temores del poder
violento
- LXXXIV a -
Reprehende a un amigo débil en el sentimiento
de las adversidades, y exhórtale a su tolerancia
- LXXXV b -
Advierte de la temeridad de los que navegan
- LXXXVI b -
Rey es quien reina en sus pasiones, y esclavo el rey
si ellas son señoras
- LXXXVIII a -
Conjetura la causa de tocarse la campana de velilla,
en Aragón, después de la muerte del piadoso Rey Don Felipe III, y
muestra la diferencia con que la oirán los humanos
- XC -
Enseña no ser segura política
reprehende acciones, aunque malas sean, pues ellas tienen guardado su
castigo
- XCI -
Muestra que algunas repúblicas se enferman
con lo que imaginan medicina
- XCII a -
Ruina de Roma por consentir robos de los
gobernadores de sus provincias
- XCII b -
Advierte contra el adulador, que lo dulce que dice
no es por deleitar al que lo escucha, sino por interés propio suyo; y
amenaza a quien le da crédito
- XCIII a -
A un señor perseguido y constante en los
trabajos
- XCIII b -
Amenaza de la inocencia perseguida, que hace el
rigor de un poderoso
- XCIV -
Sigue el mismo argumento hablando de Dios
- XCV a -
Al incendio de la Plaza de Madrid, en que se
abrasó todo un lado de cuatro
- XCV b -
Toma venganza de la lascivia la penitencia de la
riqueza desperdiciada, y ahora la misma lascivia en ídolo su
arrepentimiento
- XCVI -
Restituye Fryne en seguridad a su patria lo que le
había usurpado en inquietudes
- XCVII b -
Abundoso y feliz Licas en su palacio, sólo
él es despreciable
- XCVIII a -
La templanza, adorno para la garganta, más
precioso que las perlas de mayor valor
- XCVIII b -
Comprende la obediencia del mar, y la inobediencia
del codicioso en sus afectos
- C -
Descubre quién lleva los premios de las
victorias marciales
- CI -
Desconsuela al poderoso, que aflige y desfavorece a
alguno por vengarse, y enseña al perseguido cómo le
desprecie
- CII a -
Contra los hipócritas y fingida virtud de
monjas y beatas, en alegoría del cohete
- CII b -
Es amenaza a la soberbia y consuelo a la humildad
del estado
- CII c -
Naufraga nave, que advierte y no da
escarmiento
- CIII a -
A un ignorante muy derecho, severo y misterioso de
figura
- CIV -
Virtud de la música honesta y devota con
abominación de la lascivia
- CV a -
Enseña a los avaros y codiciosos el
más seguro modo de enriquecer mucho
- CV b -
Los vanos y poderosos, por defuera resplandecientes,
y dentro pálidos y tristes
- CVI a -
Al oro, considerándole en su origen y
después en su estimación
- CVI b -
Desengaño de la exterior apariencia con el
examen interior y verdadero
- CVII -
Advierte a los avaros la ocasión de faltarles
muchas veces sus aumentos
- CVIII -
Desastre del valido que cayó aun en sus
estatuas
- CX -
Muestra la iniquidad que los poderosos usan con la
heredad del pobre, si tienen codicia de ella hasta que se la toman en bajo
precio
- CXI a -
Muestra en oportuna alegoría la seguridad del
estado pobre y el riesgo del poderoso
- CXI b -
Enseña que, aunque tarde, es mejor reconocer
el engaño de las pretensiones y retirarse a la granjería del
campo
- CXII b -
Virtud de la presencia del señor en la
agricultura y en la guerra
- CXIII a -
Comparación de las fábricas de la
soberbia con las de la humildad
- CXIII b -
Espántase de la advertencia quien tiene
olvidada la culpa
- CXIV a -
Al repentino y falso rumor de fuego que se
movió en la Plaza de Madrid en una fiesta de toros
- CXIV b -
Amenaza a un poderoso ofensivo, que la
dilación de la pena que se le previene del brazo de Dios, es para
aumentarla
- CXV -
Gustoso el autor con la soledad y sus estudios,
escribió este soneto
- CXVI -
Muestra lo que se indigna Dios de las peticiones
execrables de los hombres, y que sus obligaciones para alcanzarlas son graves
ofensas
- CLI -
Funeral elogio en la muerte del bienaventurado Rey
Don Felipe III
- CLII a -
Túmulo al serenísimo Infante Don
Carlos
- CLIII a -
Inscripción al túmulo de la
excelentísima Duquesa de Lerma
- CLIII b -
Inscripción en el túmulo de Don Pedro
Girón, Duque de Osuna, Virrey y Capitán General de las dos
Sicilias
- CLIV a -
Compendio de las hazañas del mismo en
inscripción sepulcral
- CLIV b -
Epitafio del Duque de Osuna, con sus armas habla el
mármol
- CLV a -
Túmulo funeral de Federico, hermano del
Marqués Espinola
- CLV b -
Túmulo de Don Francisco de Sandoval y Rojas,
Duque de Lerma y Cardenal de Roma
- CLVI a -
Inscripción al Marqués Ambrosio
Spinola, que gobernó las armas católicas en Flandes
- CLVI b -
Funeral discurso de Aníbal, tomando el veneno
para morir, viéndose viejo, solo y desterrado
- CLVII b -
Elogio funeral a Don Melchor de Bracamonte, hijo de
los Condes de Peñaranda, gran soldado, sin premio
- CLIX a -
Túmulo de Don Francisco de la Cueva y Silva,
grande jurisconsulto y abogado
- CLIX b -
Inscripción en sepulcro de la Señora
Duquesa de Nájera, Condesa de Valencia
- CLX a -
Elogio ilustre en la muerte del Marqués de
Alcalá, padre de la excelentísima Señora Duquesa de
Medinaceli
- CLXI a -
Inscripción al túmulo del Rey de
Francia Enrique IV
- CLXI b -
Otro a la muerte del mismo rey, sobre la causa que
le movió al matador
- CLXII a -
A la muerte del Cuaro Enrico, Rey de Francia
- CLXII b -
Glorioso túmulo a la serenísima
Infanta Sor Margarita de Austria
- CLXIII a -
Funeral elogio al Padre Maestro Fray Hortensio
Félix Paravicino y Argeaga, Predicador de su Majestad
- CLXIII b -
Lamentable inscripción para el túmulo
del Rey de Suecia Gustavo Adolfo
- CLXIV a -
Sepulcro relación en el monumento de
Wolistan
- CLXV a -
Túmulo a la señora Doña
María Enríquez, Marquesa de Villamaina
- CLXV b -
Túmulo a Colón: habla un pedazo de la
nave en que descubrió el Nuevo Mundo
- CLXVI -
Túmulo de Aquiles cuando llegó a
él Alejandro
- CLXXXIX -
Amante ausente del sujeto amado después de
larga navegación
- CXC a -
Compara al Etna con las propiedades de su
amor
- CXC b -
Ausente, se halla en pena más rigurosa que
Tántalo
- CXCI a -
Con ejemplos muestra a Flora la brevedad de la
hermosura, para no malograrla
- CXCI a -
Compara el discurso de su amor con el de un
arroyo
- CXCII -
Finge dentro de sí un infierno, cuyas penas
procura mitigar, como Orfeo, con la música de su canto, pero sin
provecho
- CXCIII -
Amante que hace lección para aprender a amar
de maestros irracionales
- CXCIV a -
Exageraciones de su fuego, de su llanto, de sus
suspiros y de su pena
- CXCIV b -
Acuérdase de su libertad cobrada, y vuelta a
perder; y aunque confiesa la felicidad de aquel estado, se reconoce así
mismo sin valor para desearle
- CXCV a -
No se disculpa, como los necios amantes, de
atreverse a amar; antes persuade a ser superior hermosura, la que no permite
resistencia para ser amada
- CXCVI a -
A Aminta, que teniendo un clavel en la boca, por
morderle se mordió los labios, y salió sangre
- CXCVI b -
Venganza en figura de consejo a la hermosura
pasada
- CXCVII a -
A una fénix de diamantes que Aminta
traía en el cuello
- CXCVIII a -
Dificulta retratar una grande hermosura, que se lo
había mandado, y enseña el modo que solo alcanza para que fuera
posible
- CXCVIII b -
Ceniza en la frente de Aminta, el miércoles
de ella
- CXCIX a -
A una dama que apagó una bujía, y la
volvió a encender en el humo soplando
- CXCIX b -
Impugna la nobleza divina, de que presume el amor,
con su orden y con sus efectos
- CC a -
Describe a Leandro fluctuante en el mar
- CC b -
Encareciendo las adversidades de los troyanos,
exagera más la hermosura de Aminta
- CCI a -
A Aminta, que para enseñar el color de su
cabello llegó una vela y se quemó un rizo que estaba junto al
cuello
- CCI b -
Descripción del ardor canicular, que respeta
el llanto enamorado y no le enjuga
- CCIII a -
A otra dama de igual hermosura y del todo
ciega
- CCIII b -
Llanto, presunción, culto y tristeza
amorosa
- CCIV a -
Persuade al río que, pues crecido va con sus
lágrimas, también vaya significando su dolor
- CCIV b -
A Amarili, que tenía unos pedazos de
búcaro en la boca y estaba muy al cabo de comérselos
- CCV -
Quiere que la hermosura consista en el
movimiento
- CCVI -
Quejarse en las penas de amor debe ser permitido y
no profana el secreto
- CCVII -
Elige el morir amando, por no dar muerte a la amante
o a la amada, hallándose en peligro de morir alguno
- CCVIII a -
Amor no admite compañía de competidor,
ansí como el reinar
- CCVIII b -
A una dama de singular gracia y hermosura, que
estuvo en Francia, y hablaba la lengua francesa con mucho donaire
- CCIX a -
A unos hermosos ojos que vio al anochecer
(Soneto en toscano)
- CCIX b -
Indignación contra el amor, porque prendiendo
con una hermosura una libertad, deja libre la hermosura
- CCX a -
Admírase de que Flora, siendo todo fuego y
luz, sea todo hielo
- CCXII -
Filosofía con que intenta probar a un mismo
tiempo puede un sujeto amar a dos
- CCXIII a -
Verifica la sentencia de arriba en dos afectos
suyos
- CCXIII b -
Amor que, sin detenerse en el efecto sensitivo, pasa
al intelectual
- CCXIV a -
Es sentencia platónica que la armonía
y contextura universal del mundo con la del amor halla presunción
amorosa
- CCXIV b -
Música consonancia del movimiento de unos
ojos hermosos, imperceptible al oído, como la música de los orbes
celestiales
- CCXV a -
Majestuosa hermosura de semblante disimulado
- CCXV b -
A un caballero que se dolía del dilatarse la
posesión de su amor
- CCXVI b -
Amante agradecido a las lisonjas mentirosas de un
sueño
- CCXVII b -
A Flori, que tenía unos claveles entre el
cabello rubio
- CCXVIII a -
Confusión de peligros contemplando la
hermosura de quien los causa, y consuelo en el riesgo mayor
- CCXVIII b -
Inútil y débil victoria del amor, en
el que ya es vencido amante
- CCLXV -
Que de Lisi el hermoso desdén fue la
prisión de su alma libre
- CCLXVI b -
Padece ardiendo y llorando sin que le remedie la
oposición de las contrarias calidades
- CCLXVII b -
Ofrece a Lisi la primera flor que se abrió en
el año
- CCLXVIII a -
Encomienda su llanto a Guadalquivir en su
nacimiento, para que le lleve a Lisi, donde va muy crecido
- CCLXIX a -
Afectos varios de su corazón, fluctuando en
las ondas de los cabellos de Lisi
- CCLXIX b -
Ejemplos de otras llamas que parecen posibles.
Comparadas a la suyas
- CCLXX a -
Peligros de hablar y de callar, y lenguaje en el
silencio
- CCLXX b -
Comparación elegante de Hércules con
sus penas, y del «non plux ultra» de
sus columnas, que desmintió el Rey Católico
- CCLXXII a -
Hermosura cruel y fastosa, y infeliz fortuna de
amante
- CCLXXII b -
Que amor de una vista se enciende y alimenta la
llama
- CCLXXIII a -
Que como su amor no fue sólo de las partes
exteriores, que son mortales, ansí también no lo será su
amor
- CCLXXIV a -
Amante culpable en todas sus acciones por
desdichado
- CCLXXIV b -
Amor impreso en el alma que dura después de
las cenizas
- CCLXXV a -
Advierte con su peligro a los que leyeren sus
llamas
- CCLXXV b -
Sepulcro de su entendimiento en las perfecciones de
Lisi
- CCLXXVIII -
Goza el campo de primavera templada y no el
corazón enamorado
- CCLXXIX a -
Imagina hacer un infierno para Lisi, en
correspondencia del infierno de amor que ya ella le había hecho
- CCLXXX a -
Persevera en las quejas de su dolor y advierte a
Lisi del inútil arrepentimiento que viene de la hermosura pasada
- CCLXXX b -
Amante ausente escoge por maestro de su amor la
piedra imán
- CCLXXXI a -
Amor de sola una vista nace, vive, crece y se
perpetua
- CCLXXXII a -
Rendimiento de amante desterrado que se deja en
poder de su tristeza
- CCLXXXIV a -
A una niña muy hermosa que dormía en
las faldas de Lisi
- CCLXXXIV b -
Exhorta a los que amaren, que no sigan los pasos por
donde ha hecho su viaje
- CCLXXXV a -
Lamentación amorosa y postrero sentimiento
del amante
- CCLXXXV b -
Muestra el haber seguido el error de otro amante que
había sido primero
- CCLXXXVI b -
Astrología del cielo de Lisi, con
ocasión de tener un perro en las manos arrimado al rostro
- CCLXXXVII a -
Metafórica expresión de su afecto
amoroso hasta consumada alegoría
- CCLXXXVII b -
Continúa la significación de su amor
con la hermosura que le causa, reduciéndole a doctrina
platónica
- CCLXXXVIII a -
Persevera en la exageración de su afecto
amoroso y en el exceso de su padecer
- CCXC a -
Artificiosa evasión de la muerte, si
valiera
- CCXC b -
Amante apartado, pero no ausente, amador de la
hermosura del alma, sin otro deseo
- CCXCI a -
Refiere la edad de su amor, y que no es trofeo del
poder del que llaman Dios, sino de la hermosura de Lisi
- CCXCI b -
Laméntase, muerta Lisi, de la vida, que le
impide el seguirla
- CDXV -
Encarece los años de una vieja
niña
- CDXVI b -
La Plaza de Madrid, cuando nueva, envidia la ventura
que cuando vieja había tenido
- CDXVII a -
A las sillas de mano cuando van acompañadas
de muchos gentilhombres
- CDXIX a -
Prefiere la hartura y sosiego mendigo a la inquietud
magnífica de los poderosos
- CDXIX b -
Túmulo de la mujer de un avaro que
vivió libremente, donde hizo esculpir un perro de mármol llamado
«Leal»
- CDXX a -
Epitafio de una dueña, que idea
también puede ser de todas
- CDXX b -
Desnuda a la mujer de la mayor parte ajena que la
compone
- CDXXVI a -
Un enfermo a quien los médicos fatigan con la
dieta, se burla de su regimiento
- CDXXVI b -
A un tratado impreso que un hablador espeluznado de
prosa hizo en culto
- CDXXVII a -
Pronuncia con su nombres los trastos y miserias de
la vida
- CDXXVIII b -
Contiene una grande advertencia a los reyes;
conviene a saber: que con ser tan soberanos por la alteza de su dignidad, los
que con su obligación no cumplen dignamente, se hacen despreciables en
la estimación y en la memoria después
- CDXXIX a -
Contra Pilatos, juez que pregunta a los acusadores
lo que ha de sentenciar
- CDXXX a -
Hechicera antigua que deja sus herramientas a otra
reciente
- CDXXX b -
Ladrón que se despide de sus instrumentos y
se recoge a profesión más estrecha
- CDXXXI a -
Mató un médico su candil estudiando,
por despabilarle, y reconoce el candil justa aquella pena por su culpa
- CDXXXI b -
Médico que para un mal que no quita, receta
muchos
- CDXXXII a -
Insinúa con donaire que las miserias de esta
vida dignamente pueden ser motivo de llanto y de risa también
- CDXXXII b -
Duélese un preso en los términos
mismos de sus visitas
- CDXXXIII a -
La horca se queja de que la dan los que ella merece
y no los que la merecen a ella
- CDXXXIII b -
Huye la casa del campo (donde está el coloso
del Señor Rey Felipe III) la competencia del Retiro
- CDXXXV b -
Fragilidad de la vida, representada en el
mísero donaire y moralidad de un candil y reloj justamente
- CDXXXVI b -
Procura advertir la loca opinión de las
piedras preciosas
- CDXXXVII a -
Un casado se ríe del adúltero que le
paga el gozar con susto lo que a él le sobra
- CDXXXVII b -
Marido paciente, que imagina satisfacerse de su
deshonra con hacer a otros casados ofensas
- CDXXXVIII b -
Imitación de Virgilio en lo que dijo a Eneas
queriendo dejarla
- CDXXXIX b -
Significa la interesable correspondencia de la vida
humana
- CDXL -
Enseña que las dignidades y puestos altos se
suelen ocupar de sujetos indignos e ignorantes
- CDXLI a -
Diferencia de dos viciosos en el apetito de las
mujeres
- CDXLI b -
Procura también persuadir aquí a una
pedidora perdurable la doctrina del trueco de las personas
- CDXLII a -
Búrlase del camaleón, moralizando
satíricamente su naturaleza
- CDXLII b -
A la venida del Duque de Humena, cuyos camaradas
trajeron muchos diamantes falsos
- CDXLIII b -
El que no atiende a lo que dicen en su ausencia
estará muy expuesto a murmuraciones y lejos también de
enmendarse
- CDXLIV a -
Burla de las amenazas cuando se toca la campana de
velilla
- CDXLV a -
Al señor de un convite, que le porfiaba
comiese mucho
- CDXLV b -
Reprehende en la araña a las doncellas, y en
su tela, la debilidad de las leyes
- CDXLVI b -
Sacamuelas que quería concluir con la
herramienta de una boca
- CDXLVII a -
Boda de matadores y mataduras; esto es, un boticario
con la hija de un albéitar
- CDXLVII b -
Vieja que aún no se quería desdecir de
moza. Castígala con la similitud del jardín y del monte
- CDXLIX a -
Toreador que cae siempre de su caballo y nunca saca
la espada
- CDLIV b -
Que la pobreza es medicina barata y descuido seguro
de peligros
- CDLV a -
Indígnase mucho de ver propagarse un linaje
de estudiosos hipócritas y vanos ignorantes compradores de libros, me
escribió este
- CDLV b -
En una conversación hicimos los dos el soneto
siguiente, en cláusulas amabeas o alternadas
- CDLVI -
Título crepúsculo entre dos luces, si
titulece no titulece
|
A la naturaleza la hermosura, A moco de candil escoge, Fabio, A quien la buena dicha no enfurece, A Roma van por todo; mas vos, roma, A todas partes que me vuelvo veo A tu justicia tocan mis contrarios, A venir el cometa por coronas, Al bastón que le vistes en la mano Al oro de tu frente unos claveles Alimenté tu saña con la vida Alma de cuerpos muchos es severo Alma es del mundo Amor; Amor es mente Amagos generosos de la guerra Amaras un ausente, que es firmeza; Amarili, en tu boca soberana Aminta, para mí cualquiera día Aminta, si a tu pecho y a tu cuello Amor me ocupa el seso y los sentidos; Ansí, sagrado mar, nunca te oprima Anteayer nos casamos; hoy querría, Antes alegre andaba, agora apenas «Antes que el repelón» eso fue antaño: Aquella frente augusta que corona Aquí, donde su curso, retorcido, Aquí, en las altas sierras de Segura, Arder sin voz de estrépito doliente Arroja las balanzas, sacra Astrea, ¡Ay, Floralba! Soñé que te... ¿Direlo? Bastábale al clavel verse vencido Bermejazo platero de las cumbres, Bien con argucia rara y generosa Bien pueden alargar la vida al día, Blandamente descansan, caminante, Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!, Cargado voy de mí: veo delante Catalina, una vez que mi mollera Cerrar podrá mis ojos la postrera Colora abril el campo que mancilla Columnas fueron los que miras huesos Comer hasta matar la hambre, es bueno; ¿Cómo es tan largo en mí dolor tan fuerte, Con acorde concento, o con ruidos Con la sombra del jarro y de las nueces, Con más vergüenza viven Euro y Noto, Con mudo incienso y grande ofrenda, ¡Oh, Licas!, Con testa gacha toda charla escucho; Conozcan los monarcas a Velilla, Conso, el primer consejo que nos diste Cornudo eres, Fulano, hasta los codos, Creces, y con desprecio, disfrazada, Crespas hebras, sin ley desenlazadas, ¿Cuándo aquel fin a mí vendrá forzoso, Cuando esperando está la sepultura Cuando la Providencia es artillero, ¿Cuándo seré feliz con mi gemido? Cuando tuvo, Floralba, tu hermosura, ¿Cuando, Licino, di, contento viste ¡Cuántas manos se afanan en Oriente ¡Cuánto dejarás de vivir si hubieras De amenazas del Ponto rodeado ¿De cuál feral, de cuál furiosa Enío De la Asia fue terror, de Europa espanto, De los misterios a los brindis llevas, Decimotercio rey, esa eminencia Deja la veste blanca desceñida, Desabrigan en los altos monumentos Desacredita, Lelio, el sufrimiento Descansa en sueño, ¡oh tierno y dulce pecho!, Descansa, mal perdido en alta cumbre, Desconoces, Damocles, mi castigo, Descortésmente y cauteloso el hado, Desembaraza Júpiter la mano, Díceme, don Jerónimo, que dices Dichoso puedes, Tántalo, llamarte, Dichoso tú, que, alegre en tu cabaña, Diez años de mi vida se ha llevado Diez galeras tomó, treinta bajeles, Dígote pretendiente y cortesano, Diole el León de España su Cordero, Diome el cielo dolor y diome vida; Diviso el sole partoriva il giorno, Dove, Ruceli, andate col pie presto? Duro tirano de ambición armado, El barro, que me sirve, me aconseja, El ciego lleva a cuestas al tullido: El que me niega lo que no merezco El que vivo enseñó, difunto mueve, El sacrílego Verres ha venido En breve cárcel traigo aprisionado, En caña de pescar trocó Artabano En crespa tempestad del oro undoso, En dar al robador de Europa muerte, En el bruto, que fue bajel viviente En el mundo naciste, no a enmendarle, En el precio, el favor; y la ventura, En este incendio hermoso que, partido En la heredad del pobre, las espigas En los claustros de l'alma la herida En una vida de tan larga pena, Enriquecerse quiso, no vengarse, Entre las coronadas sombras mías Envidia, Antandra, fue del sol y el día, Érase un hombre a una nariz pegado, Es la soberbia artífice engañoso; Esa benigna llama y elegante, Esa frente, ¡oh Gïaro!, en remolinos Escondido debajo de tu armada Esforzaron mis ojos la corriente Esta cantina revestida en faz; Esta concha que ves presuntuosa, Esta miseria, gran señor, honrosa, Esta redoma, rebosando babas, Esta víbora ardiente, que, enlazada, Esta, por ser, ¡oh Lisi!, la primera Esta, que duramente enamorada, Estas son y serán ya las postreras Este metal que resplandece ardiente Este, en traje de túmulo, museo, Faltar pudo a Scipión Roma opulenta; Faltar pudo su patria al grande Osuna, Flota de cuantos rayos y centellas, Frena el corriente, ¡oh Tajo retorcido!, Fryne, si el esplendor de tu riqueza Fue más larga que paga de tramposo; Fuego a quien tanto mar ha respetado Hace tu rostro herejes mis despojos. Hago verdad la fénix en la ardiente Harta la toga del veneno tirio, Hermosísimo invierno de mi vida, Hoy cumple amor en mis ardientes venas Imperio tuve un tiempo, pasajero, Injurias dices, avariento, al cielo; La edad que es lavandera de bigotes La losa en sortijón pronosticada La lumbre, que murió de convencida La mocedad del año, la ambiciosa La que me quiere y aborrezco quiero La vida empieza en lágrimas y caca, La voluntad de Dios por grillos tienes, Lágrimas alquiladas del contento Las aves del Imperio, coronadas, Las leyes con que juzgas, ¡oh Batino!, Las luces sacras, el augusto día Las selvas hizo navegar, y el viento Leí los rudimentos de la aurora, Lisi, por duplicado ardiente Sirio Lleva Mario el ejército, y a Mario «Llueve, oh Dios, sobre mí persecuciones», Llueven calladas aguas en vellones ¿Lo que al ratón tocaba, si te viera, Lo que en Troya pudieron las traiciones, Lo que me quita en fuego, me da en nieve Los que ciego me ven de haber llorado Mal oficio es mentir, pero abrigado: Mandome, ¡ay Fabio!, que la amase Flora Más de bronce será que tu figura Más escarmientos dan al Ponto fiero Más fertilizan mi heredad mis ojos Más vale una benigna hora del Hado Mejor me sabe en un cantón la sopa, Mejor vida es vivir que vivir muerto, Memoria soy del más glorioso pecho Mereciste reinar y mereciste Mi madre tuve en ásperas montañas, Mi pobreza me sirve de Galeno, Miedo de la virtud llamó algún día Mientras que fui tabiques y desvanes, Ministril de las ronchas y picadas, ¿Miras este gigante corpulento ¿Miras la faz que al orbe fue segunda Molesta el Ponto Bóreas con tumultos ¡Mucho del valeroso y esforzado, Músico llanto, en lágrimas sonoras, Músico rey y médica armonía, No admiten, no, Floralba, compañía No agradan a Polycles los pecados No digas, cuando vieres alto el vuelo No es artífice, no, la simetría No es falta de poder que yo no pueda No llegó a tanta envidia de los hados, No lo entendéis, mis ojos, que ese cebo No me aflige morir; no he rehusado No pudo haber estrella que infamase ¡No si no fuera yo quien solamente No siempre tienen paz las siempre hermosas O el viento, sabedor de lo futuro, ¡Oh cuánta majestad! ¡Oh cuánto numen, ¡Oh doctor yerba, docto sin Galeno, ¡Oh Jano, cuya espalda la cigüeña ¡Oh, tú, que me comes con ajenas muelas, Oír, ver y callad remedio fuera Ostentas, de prodigios coronado, Padre, yo quiero al prójimo, y me muero Para agotar sus luces la hermosura Para comprar los hados más propicios, Para entrar en palacio las afrentas, ¿Para qué nos persuades eres niña? Para, si subes; si has llegado, baja; Paréceme que van las Cardenillas Pecosa en las costumbres y en la cara, Pelo fue aquí, en donde calavero; Pequeños jornaleros de la tierra, «Perrazo, ¿a un español noble y cristiano, Piedras apaño cuando veis que callo; Pierdes el tiempo, Muerte, en mi herida, ¿Podrá el vidrio llorar partos de Oriente Por más graciosa que mi tronga sea, Por más que el Tiempo en mí se ha paseado, Por ser mayor el cerco de oro ardiente Por yerta frente de alto escollo, osado, Porque el azufre sacro no te queme, ¿Porqué el sol se arreboza con la luna Preso por desvalido y delincuente, Primero va seguida de los perros, Próvida dio Campania al gran Pompeo ¿Puedes tú ser mayor? ¿Puede tu vuelo Puedo estar apartado, mas no ausente; Pues que vuela la edad, ande la loza; ¿Qué buscas, porfiado pensamiento, ¿Qué importa blasonar del albedrío, Que los años por ti vuelen tan leves, Que no me quieren bien todas, confieso; ¡Qué perezosos pies, qué entretenidos ¿Qué te ríes, filósofo cornudo? Que vos me permitáis sólo pretendo, Quédate a Dios, Amor, pues no lo eres; Quéjaste, Sara, de dolor de muelas, ¿Quién alimentará de luz al día? Quien bien supo una vez, Lisi, miraros ¿Quién es el de las botas, que, colgado, Quien no teme alcanzar lo que desea Quiero dar un vecino a la Sibila Quitar codicia, no añadir dinero, Quitemos al Romano este cuidado, Raer tiernas orejas con verdades Rayo ardiente del mar helado y frío, Resístete a la rueda que procura Retirado en la paz de estos desiertos, Ribera, hoy paraíso; Afán, hoy gloria; Rostro de blanca nieve, fondo en grajo; Sabe, ¡oh rey tres cristiano!, la festiva Salamandra frondosa y bien poblada Séneca, el responder hoy de repente Si a los que me merecen me entregara Si a una parte miraran solamente Si alumbro yo porque a matar aprenda, Si caístes, don Blas, los serafines Si cuna y no sepulcro pareciere, Si de cosas diversas la memoria Si de un delito propio es precio Lido Si el abismo, en diluvios desatado, Si el cuerpo reluciente que en Oeta Si el mundo amaneciera cuerdo un día, Si el sol, por tu recato diligente, Si en Francia, tan preciada de sus Pares, Si en no salir jamás de un agujero, Si enriquecer pretendes con la usura, Si eres campana, ¿dónde está el badajo?; Si fuere que, después, al postrer día Si gobernar provincias y legiones Si hermoso el lazo fue, si dulce el cebo, Si hija de mi amor mi muerte fuese, Si las mentiras de fortuna, Licas, Si lo que ofrece el pobre al poderoso, Si mis párpados, Lisi, labios fueran, Si no duerme su cara con Filena, Si quien ha de pintaros ha de veros, Si son nuestros corsarios nuestros puertos; Si tu país y patria son los cielos, Si un Eneíllas viera, si un pimpollo, Si Venus hizo de oro a Fryne bella, Si vieras que con yeso blanqueaban Si vivas estas carnes y estas pieles Si, con los mismos ojos que leyeres Siempre, Melchor, fue bienaventurada Sin venero serrano, en pobre lana, Sol os llamó mi lengua pecadora, Sola en ti, Lesbia, vemos ha perdido Solar y ejecutoria de tu abuelo Sólo en ti se mintió justo el pecado, Son los vizcondes unos condes bizcos, Su colerilla tiene cualquier mosca; Su mano coronó su cuello ardiente Tal vez se ve la nave negra y corva También tiene el Amor su astrología, ¿Tan grande precio pones a la escama? ¿Temes, ¡oh Lisi!, a Júpiter Tonante, Tirano de Adria el Euro, acompañada Todo lo puede despreciar cualquiera; Torcido, desigual, blando y sonoro, «Tras vos, un alquimista va corriendo, Trataron de casar a Dorotea Tu alta virtud, contar los tiempos fuerte, Tú que, hasta en las desgracias envidiado, Tu vida fue envidiada de los ruines; ¿Tú, dios, tirano y ciego Amor? Primero Tú, en cuyas venas caben cinco grandes, Tú, que la paz del mar, ¡oh navegante!, Tú, ya, ¡oh ministro!, afirma tu cuidado Tudescos moscos de los sorbos finos, Tuya es, Demetrio, voz tan animosa: Un godo, que una cueva en la montaña Ver relucir, en llamas encendido, Verdugo fue el temor, en cuyas manos ¿Ves esa choza pobre que, en la orilla, ¿Ves la greña que viste, por muceta, ¿Ves, con el oro, áspero y pesado Vida fiambre, cuerpo de anascote, Viendo el martirologio de la vida Vino el francés con botas de camino Vulcano las forjó, tocolas Midas, Ya la insana Canícula, ladrando Ya llena de sí solo la litera Ya los pícaros saben en Castilla Ya que no puedo l'alma, los dos ojos Ya que pasó mi verde primavera, Ya salió, Lamia, del jardín tu rostro; Ya te miro caer precipitado, Ya tituló al verano ronca seña; Ya, Laura, que descansa tu ventana Yacen en esta rica sepultura Yo me voy a nadar con un morcón, Yo vi la grande y alta jerarquía Yo, que en este lugar haciendo Hurtados, «¡Oh fallezcan los blancos, los postreros «¿Queréis que suelte a Barrabás o a Cristo?»,
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