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Pensamientos imposibles

Mihai Eminescu

Traducción de Ricardo Alcantarilla

¡Pensamientos imposibles! ¿Qué es imposible? Las condiciones de cualquier posibilidad están en nuestra cabeza. Aquí hay leyes extrañas, cuya naturaleza tiene que someterse -aquí hay tiempo, espacio, causalidad y si borras esto, también un sueño profundo lo borra unas cuantas horas, ¿qué sentimiento queda de este intervalo de borrado? Nada-. Y con todo esto nos vienen momentos en la vida, en los que estos tres elementos de nuestra mente, estos cajones, en los que metemos el mundo, desaparecen por un momento -es justo- como un relámpago solo -desaparecen o en parte o en totalidad y quedas como ante una maravilla y te preguntas, así como hombre, que ha creído que todo lo que ve es justo así como es, que acaso qué significará esto... cuando miras una fisionomía extraña surge la pregunta: acaso cómo diablos puede pensar este hombre -incluso la falta de uno de los cinco sentidos, incluso llegando más tarde, modifican radicalmente el mundo del pensamiento-. Así, Beethoven había compuesto la ópera Fidelio después de que había olvidado hacía mucho la naturaleza de la voz humana... él escribía música para voces como creía él que tendrían que ser y te encuentras ante una ópera, que te parece que huye ante los ojos, que la has mirado con los binóculos vueltos... y ves lejos, lejos, en el fondo del pensamiento de un hombre algo extraño, que pareces no entender bien, y después apenas vez que son las imaginaciones de un sordo sobre la voz humana, cuya naturaleza normal él había olvidado o era solo una reminiscencia débil sobre ella. Pero imaginándote que todos los hombres tendrán en sus oídos una reminiscencia de memoria como la de Beethoven -toda la ópera se acerca evidentemente, como si miraras con el cristal colocado normal sobre el ojo- incluso se acerca así que toda la escena se te coloca en la cabeza y oyes la ópera rugiendo en tu cráneo desierto, con bosquetes, con cárceles, con actores y actrices, con todo. Como sería la cabeza de un hombre que tiene una ópera o un drama, con sus hombres vestidos, con la luz de las lámparas, con las telas pintadas, con completamente todo, en su cabeza... Un teatro entero cuya alma acurrucada en una esquina de la sala es el único espectador.

No sé si alguien soñado alguna vez ser elástico... que puede crecer, se puede inflar, se puede contraer... si a un semejante hombre no le despertara nadie del sueño -él viviría una vida entera con un mundo real y palpable, porque en sueños se palpa igual de bien que en vigilia... es decir, no falta ni siquiera este control, el más seguro, el de la realidad- y este hombre se contraería en una patata que gritaría a los hombres de la callejuela para que no le pisen o se adelgazaría en una pértiga con barba inglesa y con sombrero alto, o engordaría como un bodegonero bávaro... pasaría por mil figuras él mismo y, si durmiera toda su vida, ni se le ocurriría dudar que esta es su naturaleza, que de otra forma no puede ser y que todo tiene que ser como es... si se despertara poco antes de morir, creería por contra que ha adormecido y que ha soñado... Un mundo como inmundo es posible, ininterrumpido por otro orden de cosas. Existen muchas plantas que, provocando una pequeña modificación del organismo de la vista, crean ante el hombre otro mundo. Una bebida prepara de un hongo engrandece las proporciones de las cosas. Una paja grande como una viga y el hombre en la reminiscencia de la figura que tuvo antes de esto salta sobre un hilo de paja que encuentra por el camino. Un trigal deviene un bosque de oro, los hombres devienen gigantes y puede que los cuentos antiguos, en los que antes los gigantes vivían en la tierra, pendían de la construcción de los ojos de entonces y no de su altura objetiva o mejor dicho de la altura, en la que refleja nuestro ojo los hechos humanos hoy. ¿Cuál es el criterio de la realidad? De los ojos ya no hablamos -quien no sabe con cuanta realidad, con cuanta verdad se presenta en sueño figuras conocidas, jardines, casas, calles, el oído oye música agradable, y la mente recuerda como que ha oído una vez esta música... un amigo se muestra, él está envejecido... algunos pelos blancos tiene por la cabeza-, la mente le compara con la reminiscencia que tiene de él y lo imagina como él ha sido y la visión concreta como es nos arranca mala opinión: ¡cómo ha cambiado el hombre este! En estado de locura todas las ideas son de una terrible realidad... El hombre es torturado, es puesto en una cruz, es golpeado, sin que nadie le toque... los dolores más terribles físicos le desgarran el alma y le surcan la cara -por contra, dolores reales en nuestro sentido los encuentra insensibles... No tenemos criterio. No sabemos si sabemos algo... Lo creemos porque lo creen también otros, porque es normal predominante, y esto no porque el mundo sería como nos lo imaginamos, sino porque hombre con hombre se parece más o menos... ¿Pero se puede decir que tal hombre extraño no tiene razón cuando dice algo? ¿Con qué le combates -con lo que también otros dicen que no es así? ¿Con qué derecho? El valor de su mirada es el mismo que el valor de nuestra mirada... solo que la suya está aislada, mientras que la nuestra encuentra también otras puestas sobre el mismo patrón-. ¡Pero es un soñador! Bien. ¿Quién? Nosotros o él. Esta es la pregunta... Puede que nosotros no hacemos otra cosa, soñar de una forma y él en otra... Pero bien vemos el mundo. También él lo ve. Pero lo palpamos. También él lo palpa. ¿Con qué derecho nuestro modo de ser es el verdadero y el suyo el falso, por qué no al revés? Somos nosotros locos o es él, el loco, esta es la pregunta.

Y si pensamos solo qué diferente fue la mirada de los hombres de otros siglos, que lo que a nosotros nos parece extraño a ellos les parecía natural, que en cualquier cosa incomprensible no tenemos más que una forma bajo la cual otra frente humana ve una cosa muy comprensible, entonces nos preguntamos ¿cuál es el criterio de la mente sana? En general se dice que la mente sana se dedica... ¿pero qué es esta mente sana? Una mente que hoy aprueba lo que desaprobó ayer, que desaprueba lo que ha aprobado, una mente que vemos que se alimenta siglo a siglo de cosas paradójicas... ¡Sí! Porque diga alguien a un hombre salido de la cáscara de la naturaleza que el sol permanece y la tierra gira... él lo encontrará irracional, paradójico, contra la mente sana, diga que las estrellas son tantos mundos -él lo encontrará paradójico-. Pero hablando justo... como desaparecen, como devienen poco a poco impalpables incluso las teorías de nuestros movimientos, cuando presuponemos, lo que se nos impone de sí... que el espacio es inconmensurable... ¿dónde está el movimiento cuando el espacio es inconmensurable?... La tierra ha hecho un trozo. Bien. Encima de ella y por debajo ha quedado el mismo espacio, porque es inconmensurable... es decir, que ha recorrido él cuando no ha recorrido nada, porque en todos lados está en el mismo lugar, por todos lados es inconmensurable, y ya inmóvil, ya se moviera daría igual... ¿cuál es el criterio de su movimiento? Y nuestros sentimientos... y esta sensorial visión, en la que su movimiento no se piensa, sin que pongamos al mismo tiempo nuestro ser. Es como cuando uno se inquieta por un globo que gira con él con una rapidez invisible... Seguro que él estará quieto... aunque parecerá ridículo por los pies, y aunque le parezca que se mueve. Y el tiempo, este maldito tiempo que es a veces largo, a veces corto, siendo sin embargo el mismo, por lo menos el premonitorio lo dice... Cuando espera alguien en invierno nevando en la puertecita de una cerca a su amada... y ella no viene... y espera... y ella no viene... ¿Qué es el tiempo? Una eternidad. Y cuando lee alguien un libro hermoso... miles de cuadros se desarrollan delante de los ojos, qué es el tiempo, un minuto. Quién no ha visto alguna vez una novela entera en la mente, para cuya realidad normal necesitaría una vida entera o una juventud entera... En sueño él puede tener en una sola noche la vida entera de un hombre. Y por qué la de un hombre, por qué no la de todos los que giran a su alrededor. Y ¿en cuánto tiempo? En siete u ocho horas. Y ¿qué es una tragedia o una comedia otra cosa? En verdad, si una semejante obra interesa, no te das cuenta cuánto tiempo pasó. En Craiova, Monte Cristo dramatizado tuvo a los hombres hasta las dos de la madrugada en el teatro y nadie pensaba en cuánto tiempo había pasado. Si tomamos el criterio de la normalidad predominante, tomé toda la unicidad de posibilidades y puse otra igual de justificada, entonces no dije: solo esta es posible, y solo así es posible. Sino que digo: según la capacidad de mi cabeza, así es... pero el demonio sabe si no puede ser de otras mil maneras diferentes.

Imagínese alguien un manuscrito viejo con hojas untadas, en una esquina del cajón... una comedia por ejemplo. El director del teatro, por casualidad, lo encuentra, lee, lee... golpea con los dedos: «¡Sí sabes que esta es buena!». Y de repente te encuentras sobre la escena con un cuadro vivo de la vida, el público ríe, los actores gesticulan y todo esto como hace doscientos años. Entonces te entran ganas de decir que o el público y el teatro están alejados doscientos años o que la pieza es nueva. ¿Dónde está el tiempo? Cuando vuelves el binóculo todas las cosas te parecen en una anormalidad alejada... Un hombre nacido con binóculo sobre la nariz correría su vida entera tras su propia nariz para cogerla y sería natural esto... ¿Dónde está el espacio?

Por eso cuando oímos trompetear las grandes verdades, que se presentan con tanta consciencia de sí, sonreímos y decimos: ¡palabras, palabras, palabras! Y escuchamos los cuentos, porque ellos por lo menos nos hacen vivir en la vida de otros hombres, para mezclar nuestros sueños y pensamientos con los suyos... Puede que el cuento sea la parte más hermosa de la vida humana... Con los cuentos nos acuna el mundo, con cuentos nos adormece... Nos levantamos y morimos con ellos... ¿Por qué no oímos también el del rey Tlà?

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