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31

Consúltese a R. Schevill, Studies in Cervantes - Persiles y Sigismunda, III (en las Publications of Yale University; New Haven, Conn., 1908). Cervantes, cuyos conocimientos en materia de idiomas clásicos debieron de ser muy superficiales, leyó probablemente la Eneida en la versión de Gregorio Hernández de Velasco. (N. del E.)

 

32

Véase la nota II, 69-3. (N. del E.)

 

33

Posible es que influyese también en el ambiente del Persiles el recuerdo de La isla bárbara, comedia del divino Miguel Sánchez, donde hay asimismo naufragios, borrascas, islas despobladas, amantes que pasan por hermanos, un padre que busca a su hija, peregrinaciones y otros lances que se leen análogamente en el Persiles. Véase la edición de Hugo A. Rennert, La isla bárbara y La guarda cuidadosa (Boston, 1896). (N. del E.)

 

34

Consúltese a Martin Hume, Españoles é ingleses en el siglo XVI; Madrid y Londres, 1903; págs. 235 y siguientes. (N. del E.)

 

35

Véase a D.ª Blanca de los Ríos de Lampérez, Del Siglo de Oro; Madrid, 1910 (en el artículo «¿Estudió Cervantes en Salamanca?», publicado anteriormente en La España Moderna de 1899). (N. del E.)

 

36

C. Pérez Pastor, Documentos cervantinos, II, 11. (N. del E.)

 

37

En el pleito de Gregorio Romano y Pero García, vecinos de Valladolid, con Rodrigo de Cervantes (el padre de Miguel), en 1552-3, uno de los testigos declara también, entre otros, que «los dichos liçençiado Çenbantes y Rodrigo de Çerbantes que litiga, sienpre les a tenydo en posesion de honbres hijos dalgo y caballeros, porque por tales los a visto en el dicho tiempo tratar en la villa de Alcalá, e entre todos ser abidos e tenydos por tales hijos dalgo e caballeros, e sienpre tener caballos, e justar y jugar cañas en la dicha villa de Alcalá e en la ciudad de Guadalajara». (Páginas 87-88 de los Nuevos documentos cervantinos..., recogidos y anotados por F. Rodríguez Marín; Madrid, 1914.) (N. del E.)

 

38

No deja de ofrecer singular interés lo que Cervantes cuenta acerca del caso de Antonio en el Persiles: su contrario había muerto después de hacer las paces con el padre de Antonio, y «se había averiguado que no fué afrenta la que Antonio le hizo» (II, 86, 87-14 y 89-4). ¿No sería también éste el caso del adversario de Cervantes?

Algo de autobiográfico debe de tener igualmente el relato del mozo de La gitanilla que cuenta su desgracia (el duelo y la fuga); de otro modo, sería difícil explicar tantas alusiones a duelos y huidas. (N. del E.)

 

39

C. Pérez Pastor, Documentos cervantinos, II, 498. (N. del E.)

 

40

Comp. C. Pérez Pastor, op. cit., I, 242. (N. del E.)