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ArribaAbajoFogata y dormidero de caminantes

(1994)


a la memoria de Ana Iris Chaves



Sabías que las ciudades son accidentes
que no prevalecerán frente a los árboles


Jorge Teillier                


  —44→     —45→  

ArribaAbajoLas hojas de esta serie abarcan aves y árboles, un caballo, nuevos barrios de asunción, un supermercado, los últimos baldíos, cierta nostalgia, la irrealidad del tiempo y la persistencia del amor


ArribaAbajoPeriferia


ArribaAbajo Al este de la vieja ciudad y, se diría,
al sur y al norte cuando no en ella misma,
las nuevas casas y los nuevos barrios crecen.
La historia convertida en techo
no es, no,  5
materia de interés
para quien hoy confía su canción al viento.
Y sólo a él, al viento.
Al delicado y deleitante
viento de un limonero y un gorrión;  10
de un limonero y una piririta;
de un pitogüé, que bien te ve.
Cítrico viento amigo de pájaros,
¿amigo mío no sería?
Y tuyo, pero  15
volvamos al aspecto
territorial de mi canción.
Así, precisamente,
porque la ciudad crece y crece y pisa
el casi ya no pasto,  20
viven estos por mí recordados limoneros,
estos pequeños árboles testigos
—46→
de un verde ayer de quintas,
de chacras y de tambos,
ahora en patios.  25
(También en calles
y plazas.
En lo que atañe al fútbol,
valen las últimas
a veces como canchas.)  30
Celebro yo de paso
el deporte del pie por excelencia
mientras confío mi canción al viento,
al habitable viento de unas hojas y unas alas.




ArribaAbajoLinda vida


ArribaAbajoLentas aves dispersas
en la feliz mañana inacabable.
A falta de jacarandá, cima de azules,
un tarumá de octubre las junta, las reúne.
Pico y alas en rama o nido.  5
Y sombras en el viento.
Y flores en un techo.
E idilios.
Tal
el vegetal,  10
canoro y paisajístico
nirvana en el que vivo
de cuando en cuando y cuando estoy en paz.
¿Estoy en paz? Conmigo mismo.
Hago tiempo, es mi especialidad.  15
Tiempo para cantar a pájaros y árboles,
tiempo intruso entre pájaros que hacen cielo.



  —47→  

ArribaAbajoHogar



ArribaAbajo Ella y él siguen, rezagados,
a la viajera sombra de los pájaros.

De pronto, muy de pronto,
ven una casa que no existe.

En un verde baldío  5
ven gradas bajo el sol, un jardín,

ven niños de ambos sexos, flores
y una ventana, flores y una cocina.

Han visto bien, sin duda.
Han pasado unos años y la casa existe.  10

Es el fin del camino,
es la equis del croquis.

Es una lata de cerveza a las siete
y media de la tarde en el verano.

Es una riña conyugal, una familia,  15
un patio con su luna y su parrilla.




ArribaAbajoLos últimos baldíos



ArribaAbajo El aire es fresco y dulce,
algunas casas duermen
y hay patios que parecen
dormidos desde siempre.
—48→

Pasa un caballo,  5
tira de un carro de sandías.

Tira sin prisa, como si supiera
-cuadrúpedo fraterno-
que en él ciframos la muy poca
tracción a sangre que nos queda.  10

Entre los últimos baldíos
y el fin del minifundio suficiente,
esta supervivencia del trote
da ciertamente para pensar.

Pienso en los años andariegos  15
y pienso en él, ahora, cuando pasa,
bruto casi bucólico, pegado al pasto
apenas marginal de su mirada.




ArribaAbajoViaje a un país del amor

Tras el vadeo de ambos cuerpos (cada cuerpo cruzaba el arremolinado río del otro) se fue la noche. Había venido a conocernos, a demorarse en la selva del sexo y en el desierto de la mente. Se fue casi como había venido. Se fue cuando llegamos, bajo la luna del alba, a otra ciudad, otro país, otra identidad (habíamos mezclado nuestras personas.) No se fue del todo; descubrimos que ella seguía de alguna manera con nosotros porque el amor oscurece aquello que mira y toca, haciendo un poco noche del amoroso día. El calor de los seres   —49→   vivientes, particularmente el de los mamíferos, permanecía invariable. El otoño, según sus hojas, no terminaba de decir adiós. El viento era una suerte de otoño perpetuo, el vapor de una locomotora calentaba los árboles.




ArribaAbajoAl día siguiente

La mañana y el mediodía nos encontraron lejos, tan lejos que ahora recuerdo la lluvia como si fuera cielo cerca de las mejillas. Era un viaje ilusorio, sólo el amor era real y, entonces, llegamos a la casa. ¿Era una casa? Yo te miraba los pies, los pies en el barro del paraíso.




ArribaAbajoCierto tiempo después

Lluvia de ayer, de anteayer, delicada lluvia que, si la nostalgia y el mal tiempo continúan, estará por aquí también mañana. Que llueva, que llueva para que pueda huir yo del ya muy cruel calor y estar contigo en la divina intimidad de la lluvia.




ArribaAbajoAcoples


ArribaAbajo
al azar de las ventanas
un café doble un cielo nublado
una mano una rosa
un club de fans un mito de jeans
una carta de amor un amor a la lectura
 5



  —50→  

ArribaAbajoPreludio

Cuando llegaron a La isla (el nombre le viene bien a tal supermercado), qué sino temor en el pecho y tufo de cebollas podridas en un rincón. De todos modos, habrán gritado ¡Manos arriba! El más joven golpeó a la cajera y se llevó el dinero mientras el socio, idiotizado por el gatillo, disparaba al aire. Años después, la identidad de los asaltantes seguía siendo un enigma; ni siquiera se pudo hacer el identikit: los testigos no recordaban los rostros. El caso fue al olvido, con razón. Si ahora lo menciono, es porque mi memoria no es tan mala y porque quiero hablar de la violencia y del olvido como preludio de un encantamiento. No supone otra cosa salir hoy de ese supermercado y ver a la luna en la ciudad de los grillos, de los baldíos, en la simple callejería de una emoción, en las horas de una bella esperanza.




ArribaAbajoAñoranza



ArribaAbajo Musgo, jazmín, palmeras,
esta noche definen
el aroma y no el límite
de otra noche más densa.

¿Fue aquí? Fue ayer, fue ella,  5
criatura de fuego,
de inocencia y desvelo.
Fuimos dos, y mi estrella.



  —51→  

ArribaAbajoIntensa


ArribaAbajo Con cigarras al borde del otoño,
con grillos, mariposas, dulces
canciones mentirosas,
hojas divinamente secas
apiladas por manos jardineras  5
y otras cartas de amor
que valían la pena,
la tarde insiste en ser cordial
e inabarcable, inagotable,
posiblemente única.  10




ArribaAbajoAyer



ArribaAbajo Los baldíos, aquellos grandes
y abolidos baldíos de mi infancia,
nada, ya nada son sino este canto,
este abuso de la nostalgia.

Salvar quisiera su memoria  5
y más que su memoria su penumbra
con la de un patio y un jardín
bajo la luna.

En el ayer de los baldíos
canto un hogar que nunca fue  10
y fue también el mío.

Eran baldíos limpios, dignos.
Incluso con algún hereditario
decoro hipotecario.



  —52→  

ArribaAbajoRuego


ArribaAbajo No me vengas ahora
con demandas de otrora
en ritmo trastrocado.
Tú, la flor de la rumba,
no me vengas ahora  5
en un aire de cumbia.
Y, si aún eres de conga,
de baión, de matraca,
no me traigas ahora
un compás de cachaca.  10




ArribaAbajoNi por abracadabra

Si lo mencionas, nombras a un homónimo, caes en un error de interpretación o en algo parecido. ¿La realidad? Llamamos a un ser inconvocable: no comparece, no aparece, no trepa, no come, no bebe. Hablar es costumbre que no siempre produce resultados a la vista y, empecinados, seguimos hablando de alfombras o babuchas, de jofainas, de abluciones. Es ocioso decir que se nos va la vida en la saliva y que no hay voz que pueda llamarlo. Personaje increíble. Y rico en experiencia natal: de muchas nadas madres nace nadie.




ArribaAbajoDomicilio

La tarde se desliza, las cuerdas de la ropa tendida se van aviolinando con el viento. Despreocupada, una mujer sale a la calle de tierra, hierba y gallinas como si saliera a un patio.   —53→   Es un patio, después de todo. Es un patio del sol domiciliado en una mujer.




ArribaAbajoEl viento en su mejor ventana


ArribaAbajo En los ojos que hoy miran
desde el vasto escenario
de una noche vacía,
viven, conviven
un amor que ya fue  5
y un comenzante amor futuro.
¿Otra pasión en ciernes?
Amor quizás idéntico a ninguno,
quizás apenas diferente
del vago amor eterno  10
que idealiza el presente.




ArribaAbajoVíspera de un feriado

Todo ha ido muy bien, pero a los comensales los ha vencido la fatiga. Decae la conversación, progresa el silencio, alguien piensa lejos, una nube se apoya en la ventana y unas manos descansan sobre la mesa. Reina la sombra frente a los ojos, ya entrecerrados, de quien nada quiere saber de nadie. Entonces, uno habla por todos y dice: «Pobre, se quedó dormido».



  —54→  

ArribaAbajoFelices


ArribaAbajo Cordial y olvidadiza
gente hogareña. Gente
que, cada día, deja
su adiós en la escalera,
su canción en un disco,  5
su dulce de mujer
en un frasco de vidrio.




ArribaAbajoComposición en blanco y negro

En el fango radial se demora el desenlace de una noche de fútbol. Oigo sin interés mientras tomo el fresco en mi porción de acera. También la calle rechaza el presente y se me aparece como si ella fuera un recuerdo, una glosa de otra noche. Bajo la luna, un perro ladra a una sombra y un borracho sigue su camino. Es curioso, creo haber visto ya la escena al tiempo que pienso que no soy yo, que debe ser otro quien ahora la está viendo.




ArribaAbajoUn tipo


ArribaAbajo Ese oscuro vecino,
cuya casa de tejas al sol sirve de nido
a muy pocas ideas, mata pájaros
de una piedra o de un dardo
con el flop-flop del aire comprimido.  5
No ha de tardar en recibir lo suyo.
Sigo de largo, paso, confío
—55→
en la justicia poética,
justicia para pájaros.




ArribaAbajoBicolor


ArribaAbajo Rosa de algún lapacho,
suerte de amanecer.
Lila del mismo árbol,
sol despidiéndose.




ArribaAbajoFábula


ArribaAbajo En mi camino encuentro
un árbol elocuente: dice cosas
que el viento calla y la razón entiende.
Es un palo borracho, un palo panzón.
Es un gordo del reino vegetal.  5
Las nubes pasan o se quedan en sus ramas.
Ícaro vuela, lejos.
Y yo, que sólo vuelvo a mi casa,
creo que vuelvo a un árbol de mi infancia.




ArribaAbajoAlegoría



ArribaAbajo Desalentado,
no triste, lento,

entra el otoño,
suelta una queja,
—56→

busca su fruta  5
por una rama

y es el invierno
cuando la encuentra.

Esa naranja
da tierra al cielo.  10




ArribaAbajoDestellos


ArribaAbajo Canto el oscuro esplendor
de las tareas humildes.
(En las honduras de un balde
y en los labios de una tina,
naufraga el sol de la tarde.)  5






ArribaAbajoLa ciudad y el mundo en un breve repertorio de rimas usuales, en notas de diverso cariz, en comentarios y tevegramas


ArribaAbajoA usted, inevitable comunicador


ArribaAbajo Vivir quisiera al margen
-bien lo saben mis horas-
del pobre chisme que hace de los labios
apenas otra chaira de la lengua.
No puedo y me resigno  5
—57→
a oírlo, a oírlo a usted en su radio,
a verlo en su tv, a leerlo
en su periódico de usted.
Usted sin gracia y ambos desgraciados.




ArribaAbajoLa ciudad y el mundo en un breve repertorio de rimas usuales



ArribaAbajo Roma del Tíber, de Tiberio, Roma
cesárea siempre, cesarista y bruta.
Grecorromana al fin, requetebruta
y, sin embargo, tan ejemplar, Roma.

Crueles vientos, caracaleras termas  5
donde atraen los cuerpos al cuchillo.
¿Y dónde don Leónidas Trujillo?
En otras isobaras e isotermas.

Hoy pienso en un tirano que fue el nuestro
casi desde su juventud. En suma,  10
un duradero infierno que mi pluma
gozó sin merecer. ¡Suerte de un estro!

No sé si será el Po, si el Sena, el Ganges,
el Paraná vivido en un barranco
o el Amazonas, claro, en otro tranco  15
impuesto por la rima un rato antes.

Como quiera que sea; si es de un río,
el agua de tu historia y de la mía,
espejo es de una musa todavía,
la musa de la historia, que aún es Clío.  20



  —58→  

ArribaAbajoAdmirable

Ciclópea, también enciclopédica, esa roca de caimán, de yacaré, de cocodrilo. Toda una vida en ella, toda una vida sauria. Roca donde hay más arrastre que pata, menos pata que vientre y más glándula que lágrima. Roca donde hay menos agua que cielo, donde hay más Nihilo que Nilo.




ArribaAbajoJapón feudal


ArribaAbajo Al sur de un bosque de bambú,
cazaba un samurai a sus enemigos.
Al sur de los enemigos sobrevivientes,
los arrozales
y los ofidios anfibios de los arrozales.  5




ArribaAbajoDesplazados por la guerra



ArribaAbajo Esta caravanera y triste,
tristísima, doliente gente sarajeveña,
es otro pueblo que vemos pasar
a la vera de la tv.

Rostros de un tevegrama cotidiano: la región  5
sangra tras un momento de cirugía étnica
en la mesa de los políticos de siempre.

Quienes viven, conocen alambre de púa
o de madre llorando. Quienes viven,
entierran a sus muertos por la noche,  10
—59→

casi en secreto, y siguen,
muerden el polvo de los caminos.

Son el hambre en la nieve, buscan
migas de pan al sol de las ventanas.




ArribaAbajoEl señalado

En las primeras horas de la tarde, el viaje era ya una decisión tomada. El joven se desprendió de la cadenita de oro de su Virgen en un montepío. Luego, valija en mano, eludió a un mendigo y saludó a un vendedor callejero que voceaba una Misteriosa mercancía con el silbido inevitable de una bronquitis. Sin notarlo siquiera, llegó a la esquina desde la cual iniciaría el viaje. Ahí, por una puerta azul, salió una mujer con un niño en brazos. Nuestro viajero la miró con simpatía; por un momento creyó ver en el infante la indefensa reencarnación de un enemigo y, con la sonrisa de un cobarde en tal circunstancia, subió al camión de carga y pasajeros. No debería llevar más de una hora viajando cuando comenzó a llover; el camión patinó en una curva y dio con fuerza contra un mástil del alumbrado público. Menos él, todos los pasajeros se salvaron.




ArribaAbajoBloques portuarios



ArribaAbajo un barco y sus pies
un rumor de lona
una fruta remos
torsos y canoas
—60→

cuarteles de invierno  5
vejez mal molida
reuma sin ungüento
y sin Sulamita

arañas no diurnas
en plena mañana  10
sombreros acéfalos
y espaldas de carga

dientes de sandía
uñas encarnadas
lágrimas migrantes  15
vidas no inhumanas




ArribaAbajoLímite


ArribaAbajo Un rato sopla el viento por unas calles
que, ya descalzas, pisan la hierba y cruzan
el agua muda, sucia y servida
de unas casitas tristes,
aterronadamente humildes.  5
Aparecen los tachos.
Límite, se diría, natural.
Aquí Malthus, allá Darwin.
En estas tierras
-sí, señor-  10
hay más pobres que muertos.
Siendo así, sobrevive el más apto y no,
no necesariamente,
el más fuerte.
—61→
Con un cero de más o de menos, sobreviven  15
16.000 chicleros.
E inacabables, endurecidos niños de la calle.




ArribaAbajoEntrañable

Surge, a vuelo de pájaro, de palabra o de avión, la buena tierra del Paraná. Hay quienes hoy la evocan con fogatas y nuevamente encienden una llama en ella. Otros hablan del tiempo, de la lluvia, de la infrecuente escarcha. Y yo recuerdo su amor en la quietud del campo. Cuando es la tierra quien ama (vaya uno a saber a quién), suele dejamos un sabor agridulce o agriagro.




ArribaAbajoAl terminar el 93


ArribaAbajo En este día francamente lindo y epistolar
(uno, uno de los muchos que aun espera
la década postrera
del siglo que se va), vayan al caro lector
       de siempre mis saludos  5
junto con mis deseos de paz, fácil bonanza y
       gratuita felicidad.




ArribaAbajoSabiduría

En los años de la selva




ArribaAbajo El nuevo etnógrafo
viene y pregunta,
—62→
oye y se va.
Quiere saber
-sus editores  5
pagan, exigen-
si el indio miente,
si miente o calla,
si calla o dice
media verdad.  10

No así este amigo:
Luis Miraglia.

Un día llega,
mira, se queda.
Estudia el arte  15
de bien flechar
algunas aves;

conoce tribus,
frecuenta clanes,
familias, hordas;  20
dibuja un poco
y toma notas.

¿Su ciencia vale?
Sabio, lo ignora:
vive la fiesta  25
de Etnia y Gea,
de Fauna y Flora.



  —63→  

ArribaAbajoVidas para una égloga o lo que aún queda del Paraguay de antes

El cielo siempre se pone a la altura de los pájaros. Sobre todo en una pequeña ciudad de sendas y veredas a la vera de las hojas caídas. Apacibles, unas casas de ladrillo, tejas, goteras y resignación. Durante la siesta, conversan las sombras entre sí e interroga el viento a una frente sudorosa, a una vaca de baldío, a una joven pareja de recién amados. En el arroyo cercano, los más oscuros peces del planeta encuentran un rayo de sol. La leña es abundante; las manos carboneras hacen la felicidad de la cocina que, por otra parte, es un lugar donde riman la lluvia y el fuego en los días de tormenta. Cuando llega el verano a su cumbre, las estrellas son un poco más grandes, la luna ocupa el lugar de los jazmines y la gente duerme, perfectamente encatrecida y al aire libre.




ArribaAbajoLa tribu errante


ArribaAbajo Fruta y pico de pájaro.
Bruma y alas y flores.
Lluvia, pies anteriores
a la pedestre historia
del calzado. Pies anchos,  5
de piel endurecida,
de plantas agrietadas.
Dedo gordo muy gordo,
tobillos expresivos,
gusanos propios, llagas.  10
Los pasos continúan
—64→
el éxodo inicial
bajo la lluvia próxima
a su fin; la pradera
se va quedando atrás.  15
Y un día sin memoria
termina la gran lluvia
tributaria de un río
que, a lomo de unos troncos,
ha de cruzar la tribu.  20
Los más, los ya selvícolas,
se meten en la selva;
a la pradera vuelven
algunos: son amigos
del tapir, del venado,  25
del carpincho no crudo.




ArribaAbajoAnimal fabuloso según Franz Marc


ArribaAbajo Un árbol a la vera del camino dice buen día
o parece decir algo frente a su animal.
Animal fabuloso, bestia de artista.
Se le ven las costillas, el alma se le ve.




ArribaAbajoAnécdota

El viento, abrió la puerta y un caminante vio pan en la mesa, vio un vaso de agua y un plato de comida. Cruzó el umbral, creyó que no tardaría en aparecer su desconocido anfitrión. Tardó en aparecer el hombre y, cuando lo hizo,   —65→   no se sintió sorprendido de ver cómo el viento abría y cerraba la puerta ni se sintió robado por hallar la mesa con restos de comida. Incluso es probable que no hubiera comentado el incidente. Yo lo supe por el otro, por el que fue huésped del viento.




ArribaAbajoJardín de bíblica condena


ArribaAbajo Sudar, sudar a sol y sombra
donde florecen sindicatos
y se marchitan las personas.




ArribaAbajoSignos de madurez


ArribaAbajo Buen vino, pan y libros.
El viejo estilo de la aldea
en la sala de estar con chimenea.
Sueño para dormir, noche para soñar,
sol para despertar, mujer para vivir.  5




ArribaAbajoHomenaje a Stephane Grapelli

Por fuera, la casa es una de tantas. En la pared, un rostro de papel ofrece sus facciones a la momificación o a la indiferencia. La puerta, cuyo color es un enigma, se abre un par de veces por la mañana y un par de veces por la tarde. Un poco más arriba, se abre una ventana para ver pasar a la gente, pero el hombre que vive en tal lugar no se ocupa de la gente sino de la música. Mejor aún: de su música, de su violín. Así   —66→   como hay un sol en el azul de cualquier ventana, siempre hay una calle desierta para una melodía.




ArribaAbajoRebaño


ArribaAbajo La calle se demora en la ventana
con mujeres de paso encendidas
un momento en el hombre que las mira.
Pasan, posan y laten.
y son el click de una mirada fotográfica.  5
y son el vals de una mirada languinálguida.
Son una idea momentánea.
Son antropología callejera.
Son una ofrenda del eterno presente.
Son un puro durante  10
sin antes, sin después.




ArribaAbajoElixir

La vida diaria ¡Como si hubiera otra! Y no es que no la hubiera, pero para qué, si esta vida del día tras día con La Nena (La Nane), ah, es el mejor ensayo de cualquier otra vida. Vivible vida futura o vida pretérita revivida. Vida transhistórica; vida teletaladrada, teledescartable; vida karatecuda, sideral, potable.



  —67→  

ArribaAbajoEl secreto de la risa infantil


ArribaAbajo Lo saben todos,
prácticamente todos.
Lo saben quienes juran por Júpiter;
quienes prometen ser mejores el año
       que viene;  5
quienes sólo visitan países de historieta;
quienes calzan coturnos y quienes,
expuestos al ludibrio en el foro,
oyen por turno y hablan a coro.
Reír, reír como los niños.  10
Y el patrón de los títeres es San Policarpo.
(Me salió san, quería decir don.)
Don Policarpo con Elisa y Humberto,
Sebastián y Santiago
Gulino:  15
titiriteros itinerantes.




ArribaAbajoPiedras para llorar

Si visitas un cementerio, no atajes una lágrima. Acaso entres en una cárcel, alguna vez, y tiren, de ti las lágrimas que tu pecho negó a una lápida.




ArribaAbajoCocina china


ArribaAbajo A su manera, clásica.
Fácilmente aceptable
en la noche hamburguésica,
masiva, ketchupsante.



  —68→  

ArribaAbajoImpresión de un cronista

La casa (no sé de ningún vocablo menos oportuno para designar ese lugar) ofrece un par de cadáveres a la crónica roja del periódico para el cual trabajo. Redacto el borrador de mi nota y digo adiós. Sigo por una calle que, a pesar de los niños que juegan a la vista de todo el mundo, es un ejemplo que no debería serlo para niño alguno. Es una calle de aquellas en las que se deteriora la esperanza, se aburdelan los bares y más de uno cree que todos los gatos son pardos.




ArribaAbajoPlaza

Una o dos veces al mes, cruzo la plaza donde se dan cita las manos. Hoy es uno de esos días. Como siempre, mi mano encuentra una mano mendicante. Como siempre, mi mano da una limosna. Como siempre, ofrecería yo también mis disculpas, si encontrase un mendigo dispuesto a aceptarlas.




ArribaAbajoVestigios

Para mí, el desierto a la vera del camino de Cuenca Cué, tiene su mejor oasis en la posada, fonda y recaladero que yo llamo NEXO. Así, con mayúsculas, pues es lo único que se puede leer en la borrosa y polvorienta puerta donde alguna vez se escribió el nombre de este mesón. ¿Nexo de anexo? ¿De bar y (anexo) hospedaje? Nexo de ruinas a la vera del camino.







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