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260

AMARI, Storia, pág. 533. (N. del A.)



 

261

Bibl. Ar-Sic., págs.: 566 y 567. (N. del A.)



 

262

En un tiempo en que se cometen tantos galicismos, bien nos podemos atrever a cometer un portuguesismo, adoptando la palabra saudades, que traduce perfectamente el vocablo alemán sehnsucht, el cual no tiene equivalencia en castellano, y apenas la tiene en la voz francesa regret. (N. del T.)



 

263

Bibli. ar.-Sic., págs. 558 y 560. (N. del A.)



 

264

Ibídem, pág. 558. (N. del A.)



 

265

Se dice que Iwan equivale a palacio en lengua persa. Parece que Javarnac y Sedir eran dos suntuosos alcázares de los reyes de Hira. El reino de Hira había sido fundado en los feraces campos del Irak, a orillas del Éufrates, en los tiempos ante-islámicos, y duró seis o siete siglos. Sus fundadores fueron árabes. La magnificencia de los reyes de Gassán y de Hira, y de sus cortes, quedó como término hiperbólico para la poesía. Sobre la civilización, la esplendidez y la grandeza de algunos estados y príncipes árabes, anteriores al Islam, se refieren las historias más portentosas, como de Ofir, célebre por su oro; de Sana, y de Sabá, cuya reina fue tan apasionada amiga de Salomón. Gassán e Hira, aunque reinos árabes, estaban fuera de la Arabia, porque los árabes desde muy antiguo han sido un pueblo conquistador. Los hititas eran árabes, y conquistaron y poseyeron el Egipto mucho antes de Moisés. De otro árabe, llamado Zuhac, se dice que conquistó la Persia en época remotísima, venciendo a Yamsid, su rey y rey de los genios; y del rey árabe Arit al-Rig se cuenta que auxilió a Nino en sus conquistas y compartió su gloria. (N. del T.)



 

266

AQQARI, I, 321. (N. del A.)



 

267

AMARI, Storia, II, 519. (N. del A.)



 

268

Bibl. Ar.-Sic., 590.- «Mientras más se iban refinando las costumbres de los musulmanes, más indecoroso se iba haciendo el aludir por escrito o de palabra a las mujeres. Llegó, por consiguiente, a ser necesario, para describir el objeto amado, servirse de los verbos y de los adjetivos en el género masculino. Lo que en un principio requerían las costumbres celosas y lo que vino a ser de buen tono, fue al cabo usanza general. Aún, en nuestros días, los cantores callejeros del Cairo sólo se atreven a emplear en sus canciones el género masculino, siempre que el asunto es amoroso. Lo contrario sería un escándalo contra la moral pública». (SLANE, en el Jour. Asiat., 1839, I, 177.). Los entendedores podrán decidir si esta usanza basta a justificar mi interpretación de los citados versos, o si sólo debe tenerse por admisible la que les da Amari. (N. del A.)



 

269

Bibl. Ar.-Sic., 590.- AMARI, Storia, 522, 536 y 544. (N. del A.)



 
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