Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

  —65→  


ArribaAbajoLa agricultura de la Zona Tórrida62


    ¡Salve, fecunda zona,
que al sol enamorado circunscribes
el vago curso, y cuanto ser se anima
en cada vario clima,
acariciada de su luz, concibes!  5
Tú tejes al verano su guirnalda
de granadas espigas; tú la uva
das a la hirviente cuba;
no de purpúrea fruta, o roja, o gualda,
a tus florestas bellas  10
falta matiz alguno; y bebe en ellas
aromas mil el viento;
y greyes van sin cuento
paciendo tu verdura, desde el llano
que tiene por lindero el horizonte,  15
hasta el erguido monte,
de inaccesible nieve siempre cano.

    Tú das la caña hermosa,
de do la miel se acendra,
por quien desdeña el mundo los panales;  20
tú en urnas de coral cuajas la almendra
que en la espumante jícara rebosa;
bulle carmín viviente en tus nopales,
que afrenta fuera al múrice de Tiro;
—66→
y de tu añil la tinta generosa  25
émula es de la lumbre del zafiro.
El vino es tuyo, que la herida agave63
para los hijos vierte
del Anahuac feliz; y la hoja es tuya,
que, cuando de süave  30
humo en espiras vagorosas huya,
solazará el fastidio al ocio inerte.
Tú vistes de jazmines
el arbusto sabeo64,
y el perfume le das, que en los festines  35
la fiebre insana templará a Lico.
Para tus hijos la procera palma65
su vario feudo cría,
y el ananás sazona su ambrosía;
su blanco pan la yuca66;  40
sus rubias pomas la patata educa;
y el algodón despliega al aura leve
las rosas de oro y el vellón de nieve.
Tendida para ti la fresca parcha67
en enramadas de verdor lozano,  45
cuelga de sus sarmientos trepadores
nectáreos globos y franjadas flores;
y para ti el maíz, jefe altanero
de la espigada tribu, hincha su grano;
y para ti el banano68  50
desmaya al peso de su dulce carga;
—67→
el banano, primero
de cuantos concedió bellos presentes
Providencia a las gentes
del ecuador feliz con mano larga.  55
No ya de humanas artes obligado
el premio rinde opimo;
no es a la podadera, no al arado
deudor de su racimo;
escasa industria bástale, cual puede  60
hurtar a sus fatigas mano esclava;
crece veloz, y cuando exhausto acaba,
adulta prole en torno le sucede.

    Mas ¡oh! ¡si cual no cede
el tuyo, fértil zona, a suelo alguno,  65
y como de natura esmero ha sido,
de tu indolente habitador lo fuera!
¡Oh! ¡si al falaz rüido,
la dicha al fin supiese verdadera
anteponer, que del umbral le llama  70
del labrador sencillo,
lejos del necio y vano
fasto, el mentido brillo,
el ocio pestilente ciudadano!
¿Por qué ilusión funesta  75
aquellos que fortuna hizo señores
de tan dichosa tierra y pingüe y varia,
el cuidado abandonan
y a la fe mercenaria
las patrias heredades,  80
y en el ciego tumulto se aprisionan
de míseras ciudades,
do la ambición proterva
sopla la llama de civiles bandos,
o al patriotismo la desidia enerva;  85
do el lujo las costumbres atosiga,
y combaten los vicios
la incauta edad en poderosa liga?
No allí con varoniles ejercicios
se endurece el mancebo a la fatiga;  90
mas la salud estraga en el abrazo
de pérfida hermosura,
que pone en almoneda los favores;
—68→
mas pasatiempo estima
prender aleve en casto seno el fuego  95
de ilícitos amores;
o embebecido le hallará la aurora
en mesa infame de ruinoso juego.
En tanto a la lisonja seductora
del asiduo amador fácil oído  100
da la consorte; crece
en la materna escuela
de la disipación y el galanteo
la tierna virgen, y al delito espuela
es antes el ejemplo que el deseo.  105
¿Y será que se formen de ese modo
los ánimos heroicos denodados
que fundan y sustentan los estados?
¿De la algazara del festín beodo,
o de los coros de liviana danza,  110
la dura juventud saldrá, modesta,
orgullo de la patria, y esperanza?
¿Sabrá con firme pulso
de la severa ley regir el freno;
brillar en torno aceros homicidas  115
en la dudosa lid verá sereno;
o animoso hará frente al genio altivo
del engreído mando en la tribuna,
aquel que ya en la cuna
durmió al arrullo del cantar lascivo,  120
que riza el pelo, y se unge, y se atavía
con femenil esmero,
y en indolente ociosidad el día,
o en criminal lujuria pasa entero?
No así trató la triunfadora Roma  125
las artes de la paz y de la guerra;
antes fió las riendas del estado
a la mano robusta
que tostó el sol y encalleció el arado;
y bajo el techo humoso campesino  130
los hijos educó, que el conjurado
mundo allanaron al valor latino.

    ¡Oh! ¡los que afortunados poseedores
habéis nacido de la tierra hermosa,
en que reseña hacer de sus favores,  135
—69→
como para ganaros y atraeros,
quiso Naturaleza bondadosa!
romped el duro encanto
que os tiene entre murallas prisioneros.
El vulgo de las artes laborioso,  140
el mercader que necesario al lujo
al lujo necesita,
los que anhelando van tras el señuelo
del alto cargo y del honor ruidoso,
la grey de aduladores parasita,  145
gustosos pueblen ese infecto caos;
el campo es vuestra herencia; en él gozaos.
¿Amáis la libertad? El campo habita,
no allá donde el magnate
entre armados satélites se mueve,  150
y de la moda, universal señora,
va la razón al triunfal carro atada,
y a la fortuna la insensata plebe,
y el noble al aura popular adora.
¿O la virtud amáis? ¡Ah, que el retiro,  155
la solitaria calma
en que, juez de sí misma, pasa el alma
a las acciones muestra,
es de la vida la mejor maestra!
¿Buscáis durables goces,  160
felicidad, cuanta es al hombre dada
y a su terreno asiento, en que vecina
está la risa al llanto, y siempre, ¡ah! siempre
donde halaga la flor, punza la espina?
Id a gozar la suerte campesina;  165
la regalada paz, que ni rencores
al labrador, ni envidias acibaran;
la cama que mullida le preparan
el contento, el trabajo, el aire puro;
y el sabor de los fáciles manjares,  170
que dispendiosa gula no le aceda;
y el asilo seguro
de sus patrios hogares
que a la salud y al regocijo hospeda.
El aura respirad de la montaña,  175
que vuelve al cuerpo laso
el perdido vigor, que a la enojosa
vejez retarda el paso,
—70→
y el rostro a la beldad tiñe de rosa.
¿Es allí menos blanda por ventura  180
de amor la llama, que templó el recato?
¿O menos aficiona la hermosura
que de extranjero ornato
y afeites impostores no se cura?
¿O el corazón escucha indiferente  185
el lenguaje inocente
que los afectos sin disfraz expresa,
y a la intención ajusta la promesa?
No del espejo al importuno ensayo
la risa se compone, el paso, el gesto;  190
ni falta allí carmín al rostro honesto
que la modestia y la salud colora,
ni la mirada que lanzó al soslayo
tímido amor, la senda al alma ignora.
¿Esperaréis que forme  195
más venturosos lazos himeneo,
do el interés barata,
tirano del deseo,
ajena mano y fe por nombre o plata,
que do conforme gusto, edad conforme,  200
y elección libre, y mutuo ardor los ata?

    Allí también deberes
hay que llenar: cerrad, cerrad las hondas
heridas de la guerra; el fértil suelo,
áspero ahora y bravo,  205
al desacostumbrado yugo torne
del arte humana, y le tribute esclavo.
Del obstrüido estanque y del molino
recuerden ya las aguas el camino;
el intrincado bosque el hacha rompa,  210
consuma el fuego; abrid en luengas calles
la oscuridad de su infructuosa pompa.
Abrigo den los valles
a la sedienta caña;
la manzana y la pera  215
en la fresca montaña
el cielo olviden de su madre España;
adorne la ladera
el cafetal; ampare
a la tierna teobroma en la ribera  220
—71→
la sombra maternal de su bucare69;
aquí el vergel, allá la huerta ría...
¿Es ciego error de ilusa fantasía?
Ya dócil a tu voz, agricultura,
nodriza de las gentes, la caterva  225
servil armada va de corvas hoces.
Mírola ya que invade la espesura
de la floresta opaca; oigo las voces,
siento el rumor confuso; el hierro suena,
los golpes el lejano  230
eco redobla; gime el ceibo anciano,
que a numerosa tropa
largo tiempo fatiga;
batido de cien hachas, se estremece,
estalla al fin, y rinde el ancha copa.  235
Huyó la fiera; deja el caro nido,
deja la prole implume
el ave, y otro bosque no sabido
de los humanos va a buscar doliente...
¿Qué miro? Alto torrente  240
de sonorosa llama
corre, y sobre las áridas rüinas
de la postrada selva se derrama.
El raudo incendio a gran distancia brama,
y el humo en negro remolino sube,  245
aglomerando nube sobre nube.
Ya de lo que antes era
verdor hermoso y fresca lozanía,
sólo difuntos troncos,
sólo cenizas quedan; monumento  250
de la lucha mortal, burla del viento.
Mas al vulgo bravío
de las tupidas plantas montaraces,
sucede ya el fructífero plantío
en muestra ufana de ordenadas haces.  255
Ya ramo a ramo alcanza,
y a los rollizos tallos hurta el día;
ya la primera flor desvuelve el seno,
bello a la vista, alegre a la esperanza;
a la esperanza, que riendo enjuga.  260
del fatigado agricultor la frente,
—72→
y allá a lo lejos el opimo fruto,
y la cosecha apañadora pinta,
que lleva de los campos el tributo,
colmado el cesto, y con la falda en cinta,  265
y bajo el peso de los largos bienes
con que al colono acude,
hace crujir los vastos almacenes.

    ¡Buen Dios! no en vano sude,
mas a merced y a compasión te mueva  270
la gente agricultora
del ecuador, que del desmayo triste
con renovado aliento vuelve ahora,
y tras tanta zozobra, ansia, tumulto,
tantos años de fiera  275
devastación y militar insulto,
aún más que tu clemencia antigua implora.
Su rústica piedad, pero sincera,
halle a tus ojos gracia; no el risueño
porvenir que las penas le aligera,  280
cual de dorado sueño
visión falaz, desvanecido llore;
intempestiva lluvia no maltrate
el delicado embrión; el diente impío
de insecto roedor no lo devore;  285
sañudo vendaval no lo arrebate,
ni agote al árbol el materno jugo
la calorosa sed de largo estío.
Y pues al fin te plugo,
árbitro de la suerte soberano,  290
que, suelto el cuello de extranjero yugo,
erguiese al cielo el hombre americano,
bendecida de ti se arraigue y medre
su libertad; en el más hondo encierra
de los abismos la malvada guerra,  295
y el miedo de la espada asoladora
al suspicaz cultivador no arredre
del arte bienhechora,
que las familias nutre y los estados;
la azorada inquietud deje las almas,  300
deje la triste herrumbre los arados.
Asaz de nuestros padres malhadados
expiamos la bárbara conquista.
—73→

    ¿Cuántas doquier la vista
no asombran erizadas soledades,  305
do cultos campos fueron, do ciudades?
De muertes, proscripciones,
suplicios, orfandades,
¿quién contará la pavorosa suma?
Saciadas duermen ya de sangre ibera  310
las sombras de Atahualpa y Motezuma.
¡Ah! desde el alto asiento,
en que escabel te son alados coros
que velan en pasmado acatamiento
la faz ante la lumbre de tu frente,  315
(si merece por dicha una mirada
tuya la sin ventura humana gente),
el ángel nos envía,
el ángel de la paz, que al crudo ibero
haga olvidar la antigua tiranía,  320
y acatar reverente el que a los hombres
sagrado diste, imprescriptible fuero;
que alargar le haga al injuriado hermano,
(¡ensangrento la asaz!) la diestra inerme;
y si la innata mansedumbre duerme,  325
la despierte en el pecho americano.
El corazón lozano
que una feliz oscuridad desdeña,
que en el azar sangriento del combate
alborozado late,  330
y codicioso de poder o fama,
nobles peligros ama;
baldón estime sólo y vituperio
el prez que de la patria no reciba,
la libertad más dulce que el imperio,  335
y más hermosa que el laurel la oliva.
Ciudadano el soldado,
deponga de la guerra la librea;
el ramo de victoria
colgado al ara de la patria sea,  340
y sola adorne al mérito la gloria.
De su trïunfo entonces, Patria mía,
verá la paz el suspirado día;
la paz, a cuya vista el mundo llena
alma, serenidad y regocijo;  345
vuelve alentado el hombre a la faena,
—74→
alza el ancla la nave, a las amigas
auras encomendándose animosa,
enjámbrase el taller, hierve el cortijo,
y no basta la hoz a las espigas.  350

    ¡Oh jóvenes naciones, que ceñida
alzáis sobre el atónito occidente
de tempranos laureles la cabeza!
honrad el campo, honrad la simple vida
del labrador, y su frugal llaneza.  355
Así tendrán en vos perpetuamente
la libertad morada,
y freno la ambición, y la ley templo.
Las gentes a la senda
de la inmortalidad, ardua y fragosa,  360
se animarán, citando vuestro ejemplo.
Lo emulará celosa
vuestra posteridad; y nuevos nombres
añadiendo la fama
a los que ahora aclama,  365
«hijos son éstos, hijos,
(pregonará a los hombres)
de los que vencedores superaron
de los Andes la cima;
de los que en Boyacá, los que en la arena  370
de Maipo, y en Junín, y en la campaña
gloriosa de Apurima,
postrar supieron al león de España».

imagen

Paisaje de Ávila, óleo del pintor venezolano Manuel Cabré.



 
—73→
    —75→  


ArribaAbajoEl himno de Colombia


Canción militar


Dedicada a S. E. El presidente libertador Simón Bolívar70


1

    Otra vez con cadenas y muerte
amenaza el tirano español.
Colombianos, volad a las armas,
repeled, repeled la opresión.


    Suene ya la trompeta guerrera,  5
y responda tronando el cañón;
de la Patria seguid la divisa,
que os señala el camino de honor.

CORO

    Suena ya la trompeta guerrera
y responde tronando el cañón;  10
ya la patria arboló su divisa,
que nos muestra el camino de honor.
—76→

2

    ¿Qué Patriota de nobles ideas
apetece la torpe inacción?
¿quién aprecia el reposo entre grillos?  15
Ciudadano, morir es mejor.


    Libertad, haz que dulce resuene
de Colombia a los hijos tu voz;
que jamás uno solo se afrente,
prefiriendo la vida al honor.  20

CORO

    Libertad, ¡oh cuán dulce que suena
de Colombia a los hijos tu voz!
No será que uno solo se afrente
prefiriendo la vida al honor.

3

    De la Patria es la luz que miramos,  25
de la Patria la vida es un don.
Verteremos por ella la sangre,
por un bárbaro déspota no.


    Libertad es la vida del alma;
servidumbre hace vil al varón.  30
Defender a un tirano es oprobio;
perecer por la Patria es honor.

CORO

    Libertad es la vida del alma;
servidumbre hace vil al varón.
Defender a un tirano es oprobio,  35
perecer por la Patria es honor.

4

    Defended este suelo sagrado,
que crecer vuestra infancia miró;
—77→
en que yacen cenizas heroicas,
en que reina una libre nación.  40


    Recordad tantas prendas queridas,
de la esposa el abrazo de amor,
de los hijos el beso inocente,
de los Padres la herencia de honor.

CORO

    Defendamos la patria querida  45
que nos guarda las prendas de amor;
defendamos los caros hogares;
conservemos la herencia de honor.

5

    Recordad los patriotas ilustres
que cobarde crueldad inmoló.  50
¿No escucháis que apellidan venganza?...
Embestid a esa turba feroz.


    Recordad del Araure los campos,
que el valor colombiano ilustró;
a Junín, Boyacá y Ayacucho,  55
monumentos eternos de honor.

CORO

    Recordemos de Araure los campos
que el valor colombiano ilustró;
a Junín, Boyacá y Ayacucho,
monumentos eternos de honor.  60

6

    ¿Veis llegar las legiones venales,
que conduce a la lid la ambición?
Contra pechos de libres patriotas
impotente será su furor.
—78→


    Atacad; una fe mercenaria  65
poco da que temer al valor.
Por victoria hallarán escarmiento,
por botín llevarán deshonor.

CORO

    Avanzad, oh legiones venales,
que conduce a la lid la ambición;  70
por victoria hallaréis escarmiento
por botín llevaréis deshonor.

  —79→     —75→  

2. En el manuscrito original tachado orgullo, y sustituido por tirano.

3. En el manuscrito original tachado corred, ysustituido por volad.

4. Primera redacción: repeled al odiado invasor.

  —76→  

38. En el manuscrito original tachado mecer, y sustituido por crecer.

  —77→  

40. En el manuscrito original tachado fuerte, y sustituido por libre.

  —78→  

65-72 Las dos estrofas finales tienen en el manuscrito original variantes de redacción. En la forma siguiente:




*Por victoria hallarán escarmiento;
por botín llevarán confusión;
no dudéis, arrostradlas, que nunca
vil salario hizo más que el honor.

CORO

*Avanzad, oh legiones venales
por botín llevaréis confusión
que jamás en el campo de Marte
vil salario hizo más que el honor.


Atacad, que una fe mercenaria (a)
*Poco da que temer al valor.
*Por victoria hallarán escarmiento,
*por botín llevarán deshonor.

CORO

* Avanzad, oh legiones venales
*que conduce a la lid la ambición;
y veréis que la baja codicia
poco da que temer al honor.



(a)Estas estrofas tienen, todavía una primera redacción:




* Por victoria hallaran escarmiento,
por botín llevarán confusión:
arrostradlas, que baja codicia
nunca dio que temer al honor.

CORO

* Avanzad, oh legiones venales.
que conduce a la lid la ambición;
avanzad, una fe mercenaria
nunca dio que temer al honor.








ArribaAbajoLa luz


Traducción de un fragmento de un poema de Delille, intitulado Los tres reinos de la naturaleza71


    La ciudad por el campo dejé un día
y recorriendo vagoroso el bello
distrito que a la vista se me ofrece
el prado cruzo y la montaña trepo;
—80→

    llevé por la espesura de la selva  5
de mi libre vagar el rumbo incierto;
del arroyuelo el tortüoso giro
seguí; pasé el torrente; oí el estruendo
de la cascada; contemplé la tierra,
y osé curioso interrogar al cielo.  10
El sol se puso y envolvió la noche
la creación, mas por su triple imperio
discurre aún la mente vagorosa.
—81→
Descendió de los astros el silencio
derramando en mi ser sabrosa calma;  15
y de mil formas peregrinas veo
el mágico prodigio todavía
y aún no da tregua a la memoria el sueño.
Pareciome mirar al Genio augusto
de la naturaleza, entre severo  20
y apacible el semblante, en luminosa
ropa velados los divinos miembros.
De sus siete matices Iris bella
bordole el manto; Urania el rubio pelo
le coronó de estrellas; doce signos  25
el cinto, le divisan; arma el fuego
de Júpiter su diestra, y su mirada
meteoros de luz esparce al viento.
Bajo sus huellas brota el campo rosas;
ábrense a su mandado mil veneros  30
de cristalinas ondas; las fragantes
alas Favonio agita; o silba el Euro
acaudillando procelosas nubes,
se inflama el aire, y ronco estalla el trueno.
Puéblase el ancho suelo de vivientes  35
y el hondo mar; en derredor el Tiempo
con mano infatigable alza, derriba,
cría, destruye; sus despojos yertos
—82→
la tumba reanima; y da la Parca
eterna juventud al universo.  40
Cuanto le miro más, mayor parece:
«¡Mortal!, me dice al fin, si hasta aquí fueron
las formas exteriores que este globo
muestra a la vista, a tu pincel sujeto
a empresa superior la fantasía  45
levanta ya; sus íntimos cimientos
cala, y de su escondida arquitectura
revela a los humanos los misterios;
los primitivos elementos canta,
su mutua lid, sus treguas y conciertos,  50
Mide con huella audaz la escala inmensa
—83→
que sube desde el polvo hasta el Eterno.
Haz que en sus vetas el metal se cuaje;
desarrolla la flor; somete al cetro
del hombre el bruto; eleva a Dios el hombre.  55
Yo a tu pintura infundiré mi aliento,
y durará cuanto yo dure». Dijo;
y a obedecerle voy; mas lejos, lejos
de mí, sistemas vanos, parto espurio
de la razón que demasiado tiempo  60
tuvisteis en cadenas afrentosas,
de sí mismo olvidado, el pensamiento.

    Sobre apoyos aéreos erigido,
obra de presuntuosa fantasía
que desprecia el examen, un sistema  65
hasta los cielos la cabeza empina,
y de los hombres usurpando el culto
reina siglos tal vez; mas no bien brilla
la clara luz de un hecho inesperado,
la hueca mole en humo se disipa.  70
Los vórtices pasaron de Cartesio;
pasaron las esferas cristalinas
de Ptolomeo; y con flamantes alas
en torno al sol la grave tierra gira.
De sus frágiles basas derrocados  75
así también vendrán abajo un día
—84→

    tantos sueños famosos; como aquella
estatua del monarca de la Asiria,
que de oro, plata y bronce fabricada
se sustentaba en flacos pies de arcilla;  80
y desprendida de una cumbre apenas
el tosco barro hirió menuda guija,
se estremece el coloso, y desplomado
cubre en torno la tierra de rüinas.
Sigamos pues de la experiencia sola  85
el seguro fanal; ella me dicta,
yo escribo; a sus oráculos atento,
celebro ya la luz; a la luz rinda
su homenaje primero el canto mío,
a la sutil esencia peregrina  90
que los cuerpos fomenta, alumbra, cala;
que el verde tallo de la planta anima,
su pureza vital conserva al aire,
llena el espacio inmenso en que caminan
los mundos, y en su rápida carrera  95
a la mirada del Eterno imita;
fuente de la beldad, pincel del mundo,
de la naturaleza espejo y vida.
—85→
A la celeste bóveda mi vuelo
dirige tú, Delambre, que combinas  100
gusto y saber, y la elegancia amable
con el severo cálculo maridas.
Y pues Newton de su potente mano
a la tuya pasó no menos digna
las riendas de los Orbes luminosos;  105
tiende a tu admirador la diestra amiga;
subir me da sobre tu carro alado,
y la hueste de esferas infinita,
que en raudo curso surcan golfos de oro,
o equilibradas penden de sí mismas,  110
veré contigo, y su dïurna vuelta,
y su anuo giro, y de qué ley regidas,
ora se buscan con amantes ansias,
ora el consorcio apetecido esquivan.
No te conduce allá la gloria sólo  115
de interpretar ocultas maravillas,
ni en la región te engolfas de la duda,
en que sistemas con sistemas lidian;
mas del Gran Ser la soberana idea,
y el pacto eterno exploras que armoniza  120
ese de luz imperio portentoso
donde al orden común todo conspira;
—86→
donde el cometa mismo, que la roja
melena desgreñando, pone grima,
guarda en su vasta fuga el señalado  125
rumbo, y el patrio hogar jamás olvida.
Pura es allí de la beldad la fuente,
cuyo ideal modelo te cautiva;
mas ¡ah! que en esos rutilantes orbes
do el ángel de la luz con ojos mira  130
de piedad este cieno que habitamos,
do te ofrece un abismo cada línea,
cada astro un punto, y cada punto un mundo,
no es posible, Delambre, que te siga.
En pos de objetos, que a Virgilio mismo  135
dieron pavor, no vuelo ya. Campiñas
y prados y boscajes me enamoran;
ellas, como al mantuano, me convidan;
a gozar voy su asilo venturoso;
y mientras tú con alas atrevidas  140
corres tu reino etéreo, y pides cuenta
de su prestado resplandor a Cintia,
o del soberbio carro del Tonante
contemplas la lumbrosa comitiva,
te veré yo desde mi fuente amada  145
en los astros dejar tu fama escrita,
y menos animoso, a cantar sólo
la bella luz acordaré mi lira.

    A cada ser su colorida ropa
viste la luz; si toda le penetra,  150
oscuro luto; si refleja toda,
pura le cubre y cándida librea.
—87→
Rompe también a veces y divide
su trama de oro en separadas hebras,
y reflejada en parte, en parte al seno  155
osando descender de la materia,
visos le da y matices diferentes.
Mas otras veces rápida atraviesa
el interior tejido; y lo más duro,
variamente doblada, trasparenta.  160
Ora a la superficie en que resurte,
con ángulos iguales busca y deja;
ora a diverso medio trasmitida,
según es denso, así los rayos quiebra.
Antes que de Newton el alto ingenio  165
de la luz los prodigios descubriera,
mostrose siempre en haces concentrada.
Él descogió la espléndida madeja
y de la magia de su prisma armado
del iris desplegó la cinta etérea.  170
Mas a las maravillas de tu prisma
precedió, inglés profundo, la ampolluela
de jabón, con que el niño sin saberlo
desenvolviendo los colores, juega.
Lo que inocente pasatiempo al niño,  175
fue a ti lección; así naturaleza
fía al atento estudio sus arcanos,
o un acaso felice los revela,
De los siete colores la familia,
si toda se reúne, el brillo engendra  180
de la radiante luz; y si con varia
asociación sus varios tintes mezcla,
ya del metal el esplendor produce,
ya el oro de la mies que el viento ondea,
ya los matices que a la flor adornan,  185
ya los celajes que la nube ostenta,
y de los campos el verdor alegre,
y el velo azul de la celeste esfera;
su púrpura el racimo, y su vistosa
cuna de nácar le debió la perla.  190
—88→
¿Y quién los dones de la luz no sabe?
Triste la planta y lánguida sin ella
niega a la flor colores, niega al fruto
dulce sabor, y adonde alcanza a verla,
allá los ojos y los tiernos ramos  195
descolorida tiende y macilenta.
¿Ves de enfermiza palidez cubrirse
la endibia en honda estancia prisionera?
¿Ves en la zona do a torrentes de oro
derrama el sol su luz, cuál hermosea  200
florida pompa el oloroso bosque?
Empapadas allí de blanda esencia
bate las alas céfiro lascivo,
dorada pluma el avecilla peina,
abril florece sin cultura eterno,  205
y toda es vida y júbilo la selva;
mientras del norte la región sombría
de funeral horror yace cubierta.
¿Pero qué digo? allá en el norte helado
es do mejor sus maravillas muestra  210
la bella luz; brillantes meteoros
el largo imperio de la noche alegran,
y la atezada oscuridad en llamas
rompe de celestial magnificencia,
con quien el alba misma no compite  215
en el clima feliz que la despierta.
Ora la lumbre boreal el aire
cautiva tiene en tenebrosa niebla,
ora le da salida y la derrama
en fúlgidas vislumbres; ora vuela  220
en rayos dividida, ora se tiende
en ancha zona; aquí relampaguea
bruñida plata; allá con el zafiro
el amatiste y el topacio alternan
y del rubí la ensangrentada llama;  225
ya un alterado piélago semeja
que de furiosa ráfaga al embate
montes lanza de fuego a las estrellas;
—89→
ya estandartes tremola luminosos;
bóvedas alza; en carros de oro rueda;  230
columnas finge; o risco sobre risco,
fábrica de gigantes, aglomera;
y hace el horror de la estación sombría
de maravillas variada escena.

    Creyolas la ignorancia largo tiempo  235
ígneas exhalaciones que en la densa
nieve del septentrión reverberadas,
a las naciones presagiaban guerra,
iras, tumulto, y vacilar hacían
del tirano en la frente la diadema.  240
Otros el polo helado imaginaron
ver envuelto en el limbo de la inmensa
atmósfera solar, cuyos reflejos
denso el aire o sutil rechaza, alberga,
difunde en modos varios o acumula,  245
y su luz tiñe, y formas mil le presta.

    Refieren los poetas (de natura
elegantes intérpretes) que Jove
a dos bellas hermanas hizo reinas,
una del rico oriente, otra del norte.  250
La Boreal Aurora cierto día
(añaden) viendo que su hermana el goce
de la divinidad obtiene sola
y el incienso le usurpa de los hombres,
—90→
al Sol su padre va a quejarse, y mientras  255
que de sus ojos tierno llanto corre:
«¡Oh eterno rey del día! ¡oh padre!, exclama,
¿hasta cuándo será que me deshonren
los que hija de la tierra me apellidan
y parto vil de frígidos vapores?  260
¿Hasta cuándo querrás que oprobio tanto
infame tu linaje? El manto rompe
de púrpura que visto, y de mis galas
la inútil pompa en luto se trasforme,
arranca de mis sienes la corona,  265
si por hija ¡ay de mí! me desconoces.
¡Oh cuánto es más feliz la hermana mía!
La hospeda el cielo, y la bendice el orbe,
conságranle sus cánticos tus musas,
y en blando coro la saluda el bosque.  270
¿Y a qué beldad honores tales debe?
¿Por qué la adora el mundo, y de mi nombre
se acuerda apenas? ¿Vale tanto acaso
el falso lustre de caducas flores
que a un leve soplo el ábrego deshoja?  275
Siempre descoloridos arreboles
la ven nacer, y de abalorios vanos
las trenzas orna que a tu luz descoge.
Mas yo de oro y de púrpura y diamantes
recamo el cielo; yo a la parda noche  280
hago dejar sus lúgubres capuces
y alas de luz vestir; por mí depone
su sobrecejo la arrugada bruma;
por mí Naturaleza, en medio el torpe
letargo del invierno, abre los ojos  285
y tu brillante imperio reconoce.
Mi hermana, dicen, a servirte atenta
madruga cada día, y tus veloces
caballos unce, y a la tierra el velo
—91→
de la tiniebla fúnebre descorre.  290
Sí, sábelo el Olimpo, que dejando
la cama de Titón, va con el joven
Céfalo a solazarse, y no se cura
de que a la tarda luz el mundo invoque.
¿Por qué, pues, ha de ser la hermana mía  295
única en tu cariño y tus favores?
¿Por qué, si hija soy tuya, no me es dado
beber contigo el néctar de los dioses?»
«Cese tu duelo, cese, ¡oh sangre mía!
tus lágrimas enjuga (el Sol responde);  300
yo vengaré tu largo vituperio.
Un mortal he elegido que pregone
la alteza de tu cuna, y a su cargo
con noble empeño tu defensa tome.
El diga tu linaje; y las estrellas,  305
cual hija de su rey, de hoy más te adoren».
Dice; ella parte; el rey del cielo un rayo
de su frente inmortal desprende entonces
(de aquellos con que a espíritus felices
de estro divino inflama, y lleva a donde  310
los haces de tus obras confidentes,
naturaleza, y tus arcanos oyen);
el nombre en él grabó de su hija amada
y la estirpe y las gracias; y lanzóle
al ilustre Mairán; el dardo vuela,  315
hiérele; y ya inspirado los blasones
de la hiperbórea diosa canta el sabio.
La Aurora de los climas de Bootes,
como la del oriente, es ensalzada,
y adoradores tiene, imperio y corte.  320
—92→
Así cantaron las divinas musas.
Otros la vasta atmósfera suponen
de eléctricos principios agitada,
que en intestina lid hierven discordes,
y el cielo hinchiendo de tumulto y guerra  325
alzan sobre el atónito horizonte
lúcidos meteoros; mas, en medio
de encontradas hipótesis, esconde
su lumbre la verdad, y el juicio ignora
donde la planta mal segura apoye.  330

imagen

Andrés Bello y la Zona Tórrida. Obra de Tito Salas,
existente en la sede central del Banco de Venezuela en Caracas.

 
—88→
    —79→  

1-4. Los versos con que comenzaba la redacción de este poema, sufrieron múltiples enmiendas. A continuación se transcriben en el orden en que éstas fueron hechas.

Primera redacción:


Del campo, huésped solitario un día
Del campo, un día, solitario huésped,



Aparece, inmediatamente después, un verso inconcluso:


A la campiña tras



Segunda redacción:


Huésped del campo solitario un día
gozoso erré Por mil paisajes bellos;
corrí los prados, y trepé los montes;
la verde alfombra bollé de los oteros;



El penúltimo verso tiene una recorrección:


corrí los prados, y trepé a las cumbres



  —80→  

Tercera redacción:


De la ciudad al campo trasladado,
gozoso recorrí mil sitios bellos;
piso de las colinas la verdura



Cuarta redacción:


*La ciudad por el campo dejé un día
y sobre el vario y bello
distrito que a mi vista se ofrecía
corriendo alegre, ya la alfombra verde
de los oteros huello,
ya trepo al monte



El antepenúltimo verso tiene la siguiente corrección:


corriendo alegre, ya la verde alfombra



5. Primera redacción:


llevé por el silencio de la selva



10. Primera redacción:


y osé también interrogar al cielo



11-13. Estos versos tienen varios intentos de redacción, tachados. Transcribimos en el orden en que están hechas las diferentes correcciones.

Primera redacción:


Baja la parda sombra; y en la mente
duran las maravillas del imperio
triple del aire, el suelo y las espumas.



Segunda redacción:


Baja la parda noche; y de las ondas
y del suelo y del aire el triple imperio
muestra aún sus prodigios a mi mente.



Tercera redacción:


Bajó la parda noche; y de las aguas,
y del aire y la tierra el triple imperio
recorre aún la mente vagorosa.



Cuarta redacción:


Bajó la parda noche; y vagorosa
recorre aún la mente el triple imperio
de la tierra y las ondas y los aires.



Aparecen varios intentos de redacción inconclusos, que transcribimos del mismo modo como aparecen en el manuscrito:


Ya de la noche el vela oscuro envuelve
del triple, aire y agua tierra y agua el triple
imperio, tierra, aire
la tierra, el agua, el aire; ya el



El primero de estos cuatro intentos de verso tiene correcciones ilegibles.

  —81→  

14. Comenzó la primera redacción:


Bajó de las estrellas



15-16. Otra redacción, no tachada en el original, como sigue:


difunden la fatiga y el silencio
en mi lánguido ser sabrosa calma;



Entre ambos versos aparecen tachadas las palabras:


la apetecida



El último de estos des versos tiene un los tachado después de en.

17. O. C. III y Amunátegui, Vida Bello, dan prestigio, por prodigio, por mala lectura del manuscrito.

17-19. Primera redacción:


la mágica visión, y aún no hace tregua
al dulce afán de la memoria el sueño.
Pareciome mirar al Genio entonces



28-31. Primera redacción:


meteoros de luz derrama al viento.
Bajo sus huellas brota el césped rosas.
Ábrense a su mandado los veneros
de las líquidas fuentes; las fragantes



34. Primera redacción:


se abraza el éter vasto, y brama el trueno



  —82→  

39-40. Primera redacción:


las tumbas reaniman, y la Parca
eterna juventud da al universo



42. O. C. III, y Amunátegui, Vida Bello, dan erróneamente:


«¡Mirad! me dice al fin. Si hasta aquí tierno



44. O. C. III da supera, y Amunátegui, Vida Bello, lee: someto. Ambas lecturas son erróneas. En este verso, Amunátegui, Vida Bello, leyó también mal: tu vista, por la vista.

42-46. Primera redacción:


óigole al fin: «¡Mortal! si hasta aquí fueron
las visibles bellezas de este globo
(me dice el dios) de tu pincel empleo;
asaz las vanas formas celebraste
que son de los sentidos embeleso.
Atrévete hoy a más: penetra osado



En el primer verso tacha fueron y escribe dieron, que también tacha.

Segunda redacción:


*«¡Mortal!, me dice al fin, si hasta aquí fueron
las exteriores formas de este globo
que son de los sentidos embeleso
(me dice el dios), a tu Pincel asunto;
osa más hoy; sus íntimos cimientos



Tercera redacción:


* «¡Mortal!, me dice al fin, si hasta aquí fueron
las exteriores formas de este globo
asunto a tu pincel; mayor empeño
te aguarda ya; sus íntimos cimientos



El tercer verso está corregido así:


asunto a tu pincel; sus embelesos
y asunto a tu Pincel mayor empresa



Hay algunas correcciones ilegibles.

47. Primera redacción:


cala, y de su divina arquitectura



Sobre la palabra divina hay una corrección ilegible.

51. Comienza con un verso inconcluso, tachado:


Huella con



Luego hay varias modificaciones a base de alternar mide y sube.

  —83→  

52-54. Primera redacción:


que del átomo sube hasta el Eterno.
Haz que el metal se cuaje; haz que sus gotas
te desvuelva la flor; somete al cetro



O. C. III y Amunátegui, Vida Bello, dan carro. por cetro, erróneamente.

59-61. Primera redacción:


sistemas vanos, aborrecible prole
de la razón; asaz visteis sujeto
el mundo, y en cadenas afrentosas,



61. O. C. III y Amunátegui, Vida Bello, dan pusisteis, por tuvisteis, erróneamente.

63. Primera redacción:


Sobre aéreos apoyos erigido,



65-67. Primera redacción:


que desdeña el examen, un sistema
vetusto al cielo su cabeza empina (?)
y usurpa de los hombres el incienso



72. Primera redacción:


huyeron las esferas cristalinas



Antes de éste, aparece un verso inconcluso:


desapareció las



  —84→  

77-84. Primera redacción:


tantos sueños famosos; cual la estatua
del monarca soberbio de la Asiria,
* que fabricada de oro, plata y bronce
se sustentaba en flacos pies de arcilla;
desprendida del monte toca apenas
el tosco barro una menuda guija,
tiembla el alto coloso, y desplomado
deja cubierto el suelo de rüinas.



El cuarto, quinto y sexto verso de esta primera redacción tienen, tachadas, las siguientes enmiendas:


se sustentaba en endebles pies de arcilla;
desprendida del monte hiere apenas
el tosco barro, una menuda guija,
el tosco barro la hirió menuda guija,



91. Aparece tachada la palabra forma, antes de fomenta.

95. En la primera redacción escribe mundos, palabra que tacha para escribir orbes, que vuelve a tachar para escribir mundos.

96. Primera redacción:


a la mirada de aquel ser imita;



O. C. III y Amunátegui, Vida Bello, incluyen a continuación dos versos que están claramente tachados en el original manuscrito:


a cuya voz rasgó su primer rayo
el hondo seno de la noche antigua:



El primero de estos versos tachados decía lanzó, en donde aparece rasgó.

  —85→  

99. Primera redacción:


¡Oh Delambre! a la bóveda celeste



109. Primera redacción:


que en raudo curso hienden golfos de oro,



113-114. Primera redacción:


ora se ven amantes acercarse,
ora el consorcio deseado esquivan.



O. C. III y Amunátegui, Vida Bello, dan amante ansia, erróneamente, en la redacción definitiva del primero de estos dos versos.

116. Primera redacción:


de (ileg.) misteriosas maravillas



119-120.Otras redacciones:

Primera:


mas de los mundos la grandeza exploras
o los eternos pactos que harmonizan



Segunda:


mas en las obras del Eterno exploras
los inmutables pactos que harmonizan



Tercera:


mas la grandeza exploras del Eterno
y las eternas leyes



Cuarta:


* mas del Gran Ser la soberana idea,
y las leyes exploras
y los pactos exploras



O. C. III y Amunátegui, Vida Bello, leen en el verso 120 parto, por pacto, erróneamente.

  —86→  

124. Primera redacción:


melena destrenzando, pone grima



134. Primera redacción:


no me es dado, Delambre, que te siga.



141. Escribe corres, en primera redacción; tacha y escribe mides, para tacharlo


y volver a escribir corres.



150-152. Primera redacción:


da la luz cuando toda te penetra,
de triste luto cúbrele a la vista;
pero cuando recorre toda (ileg.) refleja (?)
de la faz de los cuerpos, los envuelve
en apacible cándida librea.



El primer verso tiene dos correcciones no tachadas, al margen: veste y presta.

El segundo verso tiene al margen la siguiente corrección:


en negro luto



  —87→  

156. En primera redacción había escrito penetrar en lugar de descender.

166. Primera redacción:


de la luz los arcanos descubriera,



176. Primera redacción:


te fue lección; así naturaleza



  —88→  

196. Primera redacción:


descolorida vuelve y macilenta



198. O. C. III antepone un artículo la a honda indebido y ocioso.

201. Comenzó este verso con un la, tachado.

216 A partir de aquí aparece la primera redacción tachada, de los versos 235-240.

  —89→  

229-232. Primera redacción:


ya columnas erige, o de peñascos


sobre peñascos informe mole encrespa
columnas finge; o risco sobre risco,
cual obra de gigantes, aglomera;


pabellones tremola luminosos;



240. O. C. III y Amunátegui, Vida Bello, dan al, en lugar de del, tal como aparece en el manuscrito.

241. Primera redacción inconclusa:


Otros la helada zona en



242-243. Primera redacción:


ver en el limbo envuelto de la inmensa
atmósfera solar, cuya sustancia



250. Primera redacción:


una del ledo oriente, otra del norte.



  —90→  

256-257. Primera redacción:


de sus dos ojos tierno llanto corre:
«¡Oh eterno rey del día! (exclama) ¡oh padre!



264. Primera redacción:


la rica (?) pompa en luto se trasforme,



275. Primera redacción:


que a un breve soplo el ábrego deshoja?



289. Primera redacción:


caballos unce al carro, y las cortinas



  —91→  

292. O. C. III y Amunátegui, Vida Bello, leen Tritón, erróneamente.

303-304: Primera redacción:


la alteza de tu cuna, a los mortales,
su defensa a cargo suyo tome


la alteza de tu cuna, y tu defensa



305-306. Primera redacción:


El diga tu linaje; yo a los astros
cual hija de su rey, haré te adoren».



317. Primera redacción:


de la hiperbórea diosa enuncia el sabio.



  —92→  

322. A partir de este verso aparece tachada la siguiente redacción:


empero otros el fuego reconocen
de eléctrica materia en los aspectos
de la luz boreal, y con mejores


otros empero de la rauda y móvil


otros (ileg.) desprender suponen


y (ileg.) eléctricos principios



326. Comenzó este verso con una redacción inconclusa:


alzan present

imagen

Andrés Bello y la Zona Tórrida. Obra de Tito Salas,
existente en la sede central del Banco de Venezuela en Caracas.