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  —334→  


ArribaAbajoAleccionado por el alma fuerte


(Traducción de Pope)129

    Aleccionado por el alma fuerte
y por el cuerpo exhausto: ¡bien venida!
dicen mis fríos labios a la muerte;
y siento en blanda calina irse la vida.



  —335→  


ArribaAbajoA la señora doña Julia Codecido de Mora


Suplica el autor se sirva escribir estos versos en su álbum130


    Si es humilde homenaje, si es tardío,
encantadora Julia, el que te envío,
perdona a la aflicción, perdona al duelo
en que abrumó mi corazón el cielo.

    Tú supiste la causa de mi lloro131,  5
y también la lloraste, lo aseguro,
que, de cuanto es amable, y tierno, y puro,
tu pecho es el santuario y el tesoro.

    Como tu padre en ti se goza y place,
tal me gozaba yo, tal me placía  10
en la que ahora helado polvo yace,
presa inmatura de la Parca impía.

   Tú sabes qué celajes de esperanza,
tal vez a un padre el porvenir figura;
—336→
celajes ¡ay! que en súbita mudanza,  15
se me tornaron luego sombra oscura.

    Pues, en ese horizonte arrebolado,
hoy a mis ojos, noche opaca y triste,
verte me parecía, y a tu lado,
la que para su padre ya no existe.  20

    Creíla a conocerte destinada;
y si permites, Julia, que lo diga,
creíla de tus prendas adornada,
merecedora de llamarte amiga.

    No quiso que lo fuese, concederme  25
el cielo; a mi ternura arrebatola,
y a tu cariño; muda, yerta, sola,
mi hija querida en el sepulcro duerme.

    Que así tu tierno corazón lastime,
perdona. ¿Puede dar dulces acentos  30
un alma que, en dolor profundo, gime?
De ayes sólo es capaz, y de lamentos.

    Colgué en un árbol mustio de la selva
mi destemplada lira envuelta en luto;
y si me pides que a pulsarla vuelva,  35
¿cómo negarte, Julia, este tributo?
—337→

    ¡Feliz, si la memoria que grabada
llevo, le vale, y Julia lo recibe,
y el nombre de mi Anita malograda,
que pongo en él, su bella mano escribe;  40

    Y en este libro, en que, con larga vena,
derrama sus halagos, Poesía,
le da lugar, y lúgubre elegía
entre armoniosos cantos, no disuena!

    Sí, le darás lugar; no el que se debe  45
al noble ingenio, al inspirado numen
(tanto mis toscos versos no presumen),
sino, en secreta hoja, espacio breve.

    Así tal vez en un recinto ameno,
brillan a competencia Arte y Natura;  50
el aire está de mil aromas lleno;
onda argentina acá y allá murmura.

    Entre marmóreos arcos, se divisa
bello pensil de espléndidos colores;
y en torno de la ninfa que lo pisa,  55
brotan del suelo enamoradas flores;

    Y en una parte solitaria, inculta,
do apenas lleva el aura silenciosa
ecos lejanos, débiles, oculta
un sauce llorador funérea losa.  60

  —338→     —335→  

12. Primera redacción:


Presa inmatura de la muerte impía.



  —336→  

15-16. En la fotografía del manuscrito se lee claramente el texto que damos para estos dos versos, mientras que la redacción que da Amunátegui (O. C. III, p. 243-245) está tachada en el manuscrito:


celajes ¡ay! de aérea lontananza,
que vi tornarse luego en sombra oscura.



Estos dos versos tienen, todavía, otras correcciones tachadas:


celajes ¡ay! de aérea bianandanza,
tornáronse a mis ojos sombra oscura.



21-24. Otras redacciones:


* Creíla a conocerte destinada,
y, ¿me permites, Julia, que lo diga?
De algunas de tus prendas adornada
mi Anita mereció llamarse amiga.


y digna acaso de llamarse amiga.


y digna en fin de apellidarte amiga.



25. Otra redacción:


No quiso esta ventura concederme



  —337→  

40. Otra redacción:


con tu pupila mano, ¡oh Julia!, escribe;



41-43. Otra redacción:


Y en ese libro en que con larga mano
verterá sus halagos poesía,
le da lugar; si acaso no disuena



51. Otras redacciones:


bello el vergel de mil aromas lleno;


riente jardín de peregrinas flores;



55-56. Otra redacción:


y al redor de la ninfa que lo pisa


a una beldad preciosa inspira amores;








ArribaAbajoA la Virgen de las Mercedes


Traducción de una sequentia, o himno eclesiástico132


    Saludad, pobres cautivos,
a la Virgen redentora;
alce cánticos festivos
la devota cristiandad;
¡oh, qué hermoso brilla el día  5
en que el mundo su bandera,
que a los cielos da alegría,
tremoló la caridad!

    Oyó el cielo vuestros votos;
cese el mísero gemido;  10
vuestros hierros serán rotos;
libertados vais a ser.
¡Virgen Madre! tú a la vida,
tú a la fe, que desfallece
de peligros combatida,  15
te dignaste socorrer.

    Llegó a ti la queja triste
del esclavo encadenado,
y apiadándote quisiste
poner fin a su dolor;  20
coronada de luz bella
de los cielos descendiste,
y la noche vio la huella
del celeste resplandor.
—339→

    Abrasado en santo celo  25
se desvela el gran Nolasco;
y postrado ruega al cielo
por la opresa humanidad,
cuando ve tu faz serena,
y tu dulce voz le envía  30
al que yace en vil cadena
para darle libertad.

    Orden nueva, en honra tuya
y de tu Hijo soberano,
le has mandado que instituya,  35
y le ofreces ayudar;
orden santa que socorra
al cautivo, y le conforte
en la lóbrega mazmorra,
y le vuelva al patrio hogar.  40

    Virgen Santa, tú proclamas
la embajada bienhechora;
en las almas tú derramas
de piedad heroico ardor;
a tus hijos se encomienda  45
afanar por el cautivo,
y aun dejar la vida en prenda
a su bárbaro señor.

    Siempre pía, enjuga el llanto
del que gime en cárcel dura;  50
dale alivio en su quebranto;
fortalece en él la fe;
mueve el pecho compasivo
de la grey cristiana toda,
y los medios, al cautivo,  55
de romper sus grillos dé.

    En la orden que fundaste,
alimenta la encendida
caridad con que abrasaste
de Nolasco el corazón;  60
y en el lance pavoroso
de la hora postrimera,
danos ver tu rostro hermoso,
prenda fiel de salvación.

imagen

Ruinas del Convento de las Mercedes, por Jacinto Inciarte.
Óleo propiedad del Dr. Vicente Lecuna.



  —340→  


ArribaAbajoEn el álbum de la señora doña Josefa Reyes de Garmendia


(Texto A)133


    Amable Pepa, en esa edad florida,
risueña, encantadora,
es la vida
una aurora
cuyo esplendor ninguna nube empaña;  5
cuando todo es verdor de primavera
en montaña
y pradera,
y todo alrededor es poesía,
y todo pensamiento, fantasía,  10
todo suspiro, amor, bellos reflejos
de esperanzas alegres a lo lejos
doran el porvenir; el alma crea
de la belleza la divina idea
en los objetos que la mente acopla,  15
y hace del mundo una encantada utopia.

    Mas para aquel que como yo la vea
desde el confín opuesto
—341→
del opaco horizonte, consumida
en afanes, dolores, desengaños,  20
cuando es un breve resto
lo que falta a la suma de los años,
es una sombra pálida la vida,
una tarde fugaz, descolorida,
do del pasado entre la niebla oscura,  25
lo que esperanza fue, placer, ventura,
todo ya se deslustra y desencanta,
y en lívidos espectros se levanta.

    Soy como el caminante fatigado
que va cruzando con medrosa planta  30
el bosque, verde ayer, hoy, deshojado,
cuando el lucero su fanal suspende
entre nublados, y la noche tiende
su negro manto. ¡Qué de penas graves
mi corazón aquejan,  35
qué de pérdidas lloro, tú lo sabes,
y la huella profunda ves que dejan
el dolor y, los años juntamente
en mi marchita frente!
¿Será, pues, Pepa hermosa, lo que escribe  40
el que esta vida de amargura vive,
digno de ti, poético homenaje?
¿Dará el sauce que cuelga su ramaje
sobre las tumbas, bella flor ni fruto,
o canto alegre la mansión del luto?  45

    Pero aun en este mísero desierto,
a la alegría, a la esperanza muerto,
halaga entre malezas y entre abrojos
algún objeto los cansados ojos,
alguna rosa que embalsama el aura  50
y el falleciente espíritu restaura:
la tierna madre, la leal esposa,
que guarda su entereza generosa,
y en este siglo de licencia y crimen
en que las leyes conculcadas gimen  55
y el modesto pudor se vitupera
como tosco resabio de otra era,
del vicio la influencia pestilente
no contamina su virtud severa,
como la sombra de la nube oscura  60
—342→
pasa veloz sobre la fuente pura,
y no le enturbia su onda trasparente.
Esa madre y esposa,
de que yo admiro en ti noble modelo,
es del desierto la nativa rosa  65
con que embellece alguna vez el cielo,
para ejemplo fecundo
y para adorno de tu sexo, al mundo.



  —343→  


ArribaAbajoEn el álbum de la señora doña Josefa Reyes de Garmendia


(Texto B)134


    Amable Pepa, en esa edad florida
risueña, encantadora,
es la vida
una aurora,
cuyo esplendor ninguna nube empaña  5
cuando ostenta sus galas Primavera
en montaña,
y pradera.
¿Qué pensar no es entonces fantasía?
¿Qué sentir no es amor? ¿Qué lontananza  10
no dora en el futuro la esperanza?
¿Dónde no ven los ojos poesía.)

    Mas ¡ay! al que la ve desde el opuesto
lado del horizonte, consumida
en dolores, acerbos desengaños,  15
—344→
cuando es un breve resto
lo que falta a la estima de los años,
¿qué es la vida?
Sombra de lo que fue; vislumbre aciaga
de una antorcha que trémula se apaga;  20
ya el luto se desvuelve que atavía
a la Naturaleza
viuda del Sol; aun no fenece el día
y ya el imperio de la noche empieza.

    ¿Qué musa alienta el ánimo cobarde  25
que ante su obra mira
esta fugaz, descolorida tarde
de que el último rayo se retira?
¿Qué inspirador acento
lleva a su oído el viento?  30
¿Qué escucha en la aspereza
de la escarpada roca
morada del invierno, o en la boca
que lóbrega bosteza,
de apagado volcán; en el sombrío  35
seno del hondo valle, en la llanura
do se desliza solitario el río,
que a perderse en la ola se apresura
del inmenso oceano?

    Algún rumor lejano,  40
que se repite en eco dolorido.
Un aquilón que llora la agonía
del moribundo día;
o el gemir de la tórtola que llama,
y llama sin cesar, y llama en vano  45
—345→
la prole implume que sacó del nido
el cazador tirano;
o del ave nocturna que derrama,
por el mustio boscaje
lúgubre cantilena,  50
fatídico mensaje,
que de medroso horror el aire llena.

    Tales, amiga mía
son mis inspiraciones; ésta la escena
que a ver en torno alcanza  55
esta edad, como sorda a la harmonía,
difunta a la esperanza;
esta vida, preludio de la muerte.
Pero aún en este mísero desierto
A la alegría, a la esperanza muerto,  60
halaga entre malezas y entre abrojos
algún objeto los cansados ojos.

    La tierna madre, la leal esposa,
que guarda su entereza generosa,
—346→
que no desmiente su virtud severa,  65
ante la causa altanera
de ejemplos seductores,
ni el acento halagüeño, fementido,
de ociosos amadores,
si hiere el casto oído,  70
deja en el alma bella
la más ligera mella,
(como la sombra de la nube oscura
pasa veloz sobre la fuente pura,
y no le enturbia su onda cristalina  75
o como el viento leve
que en la verde colina
endebles cañas mueve,
impresión no hace alguna
en marmórea coluna).  80

    Esa madre, esa esposa
es entre abrojos la nativa rosa;
que al fatigado viajador (?) restaura
y alegra el bosque, y embalsama el aura;
y a la estéril floresta  85
acá y allá engalana.
Nativa rosa que entreabrió modesta
de tu amoroso seno el oro y grana,
y tú, Pepa, el modelo
de aquella que da Dios para consuelo,  90
para ejemplo fecundo,
y para adorno de tu sexo, al mundo.
—347→

    ¿Cómo pues ofrecerte
versos dignos de ti? Vibra dudosa
la cuerda en la vihuela,  95
y contra la rugosa
entumecida mano se rebela.
Alentada, fogosa,
juvenil fantasía,
merece que tú escuches, no la mía.  100

  —348→     —343→  

1. En primera redacción dice hermosa en lugar de amable.

3-8. Primera redacción:


* es la vida
* una aurora,
en que ostenta sus galas Primavera
en pradera
y montaña
y su esplendor ningún nublado empaña



14-15. Primeros intentos de redacción:


horizonte, en Pesares consumida
en trabajos, y acerbos desengaños,


horizonte, en trabajos consumida
en dolores, pesares, desengaños,



  —344→  

20. En la primera redacción tachó antorcha y escribió lámpara, palabra que tachó de nuevo para escribir antorcha.

29-31. Primera redacción, con algún verso ilegible:


¿Qué blando sentimiento,
dará gratos acordes a tu lira?
¿Qué voces a su oído lleva el viento?
¿Qué se oye en la aspereza



41. Primera redacción:


que apenas llega en eco quejumbroso:



  —345→  

46. Primera redacción:


al malogrado esposo;


a su perdido esposo;



50. Primera redacción:


la triste cantilena,



54. Primera redacción:


son las inspiraciones; ésta la escena



58. Sigue un grupo de versos tachados. Se transcriben los que pudieren ser leídos:


¿Cómo, pues, Pepa hermosa
versos dignos de ti? Triunfo dudoso


Pues ¿cómo, Pepa hermosa, complacerte?
¿cómo digno de ti podré ofrecerte
poético tributo?
¿Dará el estéril sauce dulce fruto,
fragante flor el arrecife esquivo
alegre canto la mansión del luto?


cantos un corazón envuelto en luto?


Pide la joven vates que ardorosa
inspiración aliente
* juvenil fantasía,



  —346→  

70. Sigue este verso tachado:


haga ninguna mella



72. En primera redacción escribió mella; tachó esta palabra y escribió en su lugar huella; tachó y volvió a escribir mella.

75-77. Primera redacción:


y no enturbia su linfa cristalina
o como el aura leve
que (ileg.) en la colina,



82-88. Primera redacción:


es la nativa rosa
que entre abrojos presenta a la mañana
de tu amoroso seno el oro y grana



  —347→  

94-95. Primera redacción:


versos dignos de ti? Tiembla de miedo
la mano en ¡a vihuela, que rehusa



El segundo de estos versos tienen otra redacción:


en la indócil vihuela








ArribaAbajoLa ardilla, el dogo y el zorro


Imitación de Florián135


    Madama Ardilla con un Dogo fiero,
compadre antiguo suyo y compañero,
salió al campo una tarde a solazarse.
Entretenidos iban en gustosa
conversación, y hubieron de alejarse  5
tanto, que encapotada y tempestuosa
los sorprendió la noche a gran distancia
de su común estancia.
Otra posada no se les presenta
que una alta encina, añosa, corpulenta;  10
el hueco, tronco ofrece albergue y cama
a nuestro Dogo; la ligera Ardilla
—349→
se sube de tres brincos a una rama,
y, lo mejor que puede se acuclilla.
Danse las buenas noches, y dormidos  15
quedaron luego. A lo que yo barrunto,
eran las doce en punto,
hora propicia al robo y al pillaje,
cuando aportaba por aquel paraje
uno de los ladrones forajidos  20
de más renombre. Un Zorro veterano,
terror de todo el canino comarcano
en leguas veinte o treinta a la redonda,
en torno al árbol ronda,
alza el hocico hambriento  25
de palpitante carne, atisba, husmea,
y ve a la Ardilla en su elevado asiento;
ya en su imaginación la saborea,
y la boca se lame,
y la cola menea;  30
mas ¿cómo podrá ser que a tanta altura,
si no le nacen alas, se encarame?
Iba casi a decir: «No está madura»,
cuando le ocurre una famosa idea.
-«Bella señora mía,  35
vuesa merced perdone (le decía)
si interrumpo su plácido reposo.
Después de tanto afán, cuando el consuelo
de hallarla me concede al fin el cielo,
no puedo contener el delicioso  40
júbilo que de mi alma se apodera.
¿No me conoce usted? Su buena madre
hermana fue de mi difunto padre.
Tengo el honor de ser su primo hermano.
¡Ay! en su hora postrera  45
el venerable anciano
—350→
me encomendó que luego en busca fuera
de su sobrina, y la mitad le diera
de la hacenduela escasa
que al salir de esta vida  50
nos ha dejado. A mi paterna casa
sea usted, pues, mil veces bien venida,
y déjeme servirla en el vïaje
de escudero y de paje.
¿Qué es lo que duda usted? ¿Qué la detiene,  55
que de una vez no viene
a colmar mi ventura, en lazo estrecho
juntando el suyo a mi amoroso pecho?»
Ella, que por lo visto era ladina,
a par que vivaracha y pizpireta,  60
y al instante adivina
la artificiosa treta,
así responde al elocuente Zorro:
-«Fineza tanta, mi querido primo,
y el liberal socorro  65
del piadoso difunto,
que en paz descanse, como debo, estimo.
Bajar quisiera al punto;
pero, ya veis... ¡Mi sexo!... A la entrevista
es menester que asista,  70
si lo tenéis a bien, un deudo caro,
que de mis años tiernos fue el amparo;
es persona discreta,
a quien podéis tratar sin etiqueta,
y que holgará de conoceros. Vive  75
—351→
en ese cuarto bajo;
llamadle». Don Marrajo,
dándose el parabién de su fortuna,
que le depara, según él concibe,
dos presas en vez de una,  80
con la mayor frescura y desahogo
fue en efecto, y llamó. Pero la suerte
se vuelve azar. Despierta airado el Dogo,
se abalanza, le atrapa y le da muerte.

    Esta sencilla historia nos advierte  85
a un tiempo, hija querida,
tres importantes cosas:
de un seductor las artes alevosas,
de la maldad el triste paradero,
y lo que vale en lances de la vida  90
la acertada elección de un compañero.

  —352→     —348→  

Otra redacción:


    Una Ardilla gentil y un Dogo fiero,
compadre antiguo suyo y compañero
salieron una tarde a solazarse.
Trepando cerros y cruzando ejidos,
triscando, retozando, divertidos
en plática sabrosa,
hubieran, sin sentirlo, de alejarse
tanto, que encapotada y tempestuosa
los sorprendió la noche a gran distancia
de la común estancia.
Otra posada allí no se presenta
que una alta encina, añosa, corpulenta;
el hueco tronco albergue ofrece y cama



El séptimo verso tiene otra redacción:


hubieran, poco a poco, de alejarse,



  —349→  

23. Primera redacción:


por leguas veinte o treinta a la redonda.



28. Primera redacción:


ya en imaginación la saborea,



31. Primera redacción:


pero ¿cómo ha de ser que a tanta altura



40-41. Primera redacción:


no basto a reprimir el delicioso
trasporte que de mi alma se apodera.



  —350→  

47-52. Otra redacción:


me encomendó que luego en busca fuese
de su sobrina, y la mitad le diese
* de la hacendilla escasa
que al salir de esta vida
mortal dejó. Mil veces bien venida
sea usted pues a mi paterna casa,



68-78. Otras redacciones:


Voy a bajar al punto;
mías ante todo es propio y conveniente
que se halle aquí presente
un deudo mío, el protector amado,
que de mí en mi orfandad puso cuidado.
* Es persona discreto,
* a quien podéis tratar sin etiqueta,
* y que holgará de conoceros. Vive
—351→
* en ese cuarto bajo;
llamadle si os parece». Don Marrajo,
asaz agradecido a su fortuna,



El segundo y tercer verso tienen otra redacción:


mas la presencia es menester primero
de un deudo mío, un protector amado



88-91. Otras redacciones:


de un falso amor las artes alevosas;
* de la maldad el triste paradero;
y lo que vale a veces en la vida
* la acertada elección de un compañero.


cuál es de la maldad el paradero
y de cuánto valor es en la vida
* la acertada elección de un compañero.








ArribaAbajoEl hombre, el caballo y el toro136


    A un Caballo dio un Toro tal cornada,
que en todo un mes no estuvo para nada.
Restablecido y fuerte,
quiere vengar su afrenta con la muerte
de su enemigo; pero como duda  5
si contra el asta fiera, puntiaguda,
arma serán sus cascos poderosa,
al Hombre pide ayuda.

    -«De mil amores, dice el Hombre. ¿Hay cosa
más noble y digna del valor humano,  10
que defender al flaco y desvalido,
y dar castigo a un ofensor villano?
Llévame a cuestas tú, que eres fornido;
yo le mato, y negocio conclüido».

    Apercibidos van a maravilla  15
los aliados; lleva el Hombre lanza;
riendas el buen rocín, y freno, y silla,
y en el bruto feroz toman venganza.

    -«Gracias por tu benévola asistencia,
dice el corcel; me vuelvo a mi querencia;  20
desátame la cincha, y Dios te guarde».
-«¿Cómo es eso? ¿Tamaño beneficio
pagas así?»-«Yo no pensé...»-«Ya es tarde
para pensar; estás a mi servicio;
y quieras o no quieras,  25
en él has de vivir hasta que mueras».
—353→

    Pueblos americanos,
si jamás olvidáis que sois hermanos,
y a la patria común, madre querida,
ensangrentáis en duelo fratricida,  30
¡ah! no invoquéis, por Dios, de gente extraña
el costoso favor, falaz, precario,
más de temer que la enemiga saña.
¿Ignoráis cuál ha sido su costumbre?
Demandar por salario  35
tributo eterno y dura servidumbre.

  —354→     —352→  

26. O. C. III da mal este verso:


en él has de servir hasta que mueras».








ArribaAbajoLas ovejas137


    «Líbranos de la fiera tiranía
de los humanos, Jove omnipotente
(una oveja decía,
entregando el vellón a la tijera);
que en nuestra pobre gente  5
hace el pastor más daño
en la semana, que en el mes o el año
la garra de los tigres nos hiciera.
Vengan, padre común de los vivientes,
los veranos ardientes;  10
venga el invierno frío,
y danos por albergue el bosque umbrío,
dejándonos vivir independientes,
donde jamás oigamos la zampoña
—355→
aborrecida, que nos da la roña,  15
ni veamos armado
del maldito cayado
al hombre destructor que nos maltrata,
y nos trasquila, y ciento a ciento mata.
Suelta la liebre pace  20
de lo que gusta, y va donde le place,
sin zagal, sin red y sin cencerro;
y las tristes ovejas (¡duro caso!),
si hemos de dar un paso,
tenemos que pedir licencia al perro.  25
Viste y abriga al hombre nuestra lana;
el carnero es su vianda cuotidiana;
y cuando airado envías a la tierra,
por sus delitos, hambre, peste o guerra,
¿quién ha visto que corra sangre humana  30
en tus altares? No: la oveja sola
para aplacar tu cólera se inmola.
Él lo peca, y nosotras lo pagamos.
¿Y es razón que sujetas al gobierno
de esta malvada raza, Dios eterno,  35
para siempre vivamos?
¿Qué te costaba darnos, si ordenabas
que fuésemos esclavas,
menos crüeles amos?
que matanza a matanza y robo a robo,  40
harto más fiera es el pastor que el lobo».

    Mientras que así se queja
la sin ventura oveja
la monda piel fregándose en la grama,
—356→
y el vulgo de inocentes baladores  45
¡vivan los lobos! clama
y ¡mueran los pastores!
y en súbito rebato
cunde el pronunciamiento de hato en hato
el senado ovejuno  50
«¡ah! dice; todo es uno».

  —357→     —354→  

7. Siguen tres versos tachados, refundidos por Bello en el que aparece con el número 8 en el texto:


la garra nos hiciera
del tigre o la pantera
más brava y más voraz que el bosque cría



11-13. Otras redacciones:


venga la escarcha fría,
y cuantas fieras la montaña cría, (a)
y déjanos vivir independientes


* venga el invierno frío,
y cuente por albergue el bosque umbrío,



(a) Este verso lo comenzó a redactar así:


y cuantas fieras el bosque



  —355→  

28-29. Otras redacciones:


y si enojado envías a la tierra
por sus delitos hambre, o peste o guerra


* y cuando airado envías a la tierra
por delitos del hombre, o peste o guerra,



34. Primera redacción:


¿Y mandas que sujetas al gobierno



40-41. Otras redacciones:


* que matanza a matanza y robo a robo
antes (ileg.) que al pastor, al lobo


Si nos destinas a matanza y robo
harás más fiera al pastor, que al lobo.



  —356→  

45. Otra redacción:


y la plebe de tiernos baladores



50. Otra redacción:


el cónclave de ancianos



51. En O. C. III se da el siguiente texto como el final que Bello puso originalmente a esta fábula:


...de hato en hato,
un carnero de enhiesta cornamenta,
que hace muy poca cuenta
del bochinche ovejuno,
«callad, molondros, dice, todo es uno».
¿Cuál es la moraleja,
de esa ficción? quizás pregunte alguno.
América querida, a ti se deja.



En el manuscrito que de este poema posee la Comisión Editora, pueden verse las siguientes variantes de los tres últimos versos de este final:


¿Cuál es la moraleja,
de esa ficción? tal vez Pregunte alguno.
Nación Americana, a ti se deja.


    De esta ficción la oculta moraleja
América del Sur a ti se deja.

imagen

Facsímil de una página manuscrita original,
con una de las redacciones del poema Las ovejas.
Obsequiado el original a la Comisión Editora
por el historiador chileno don Guillermo Feliú Cruz.








ArribaAbajoMiserere


Traducción del salmo 50138


    ¡Piedad, piedad, Dios mío!
¡que tu misericordia me socorra!
Según la muchedumbre
de tus clemencias, mis delitos borra.

    De mis iniquidades  5
lávame más y más; mi depravado
corazón quede limpio
de la horrorosa mancha del pecado.

    Porque, Señor, conozco
toda la fealdad de mi delito,  10
y mi conciencia propia
me acusa, y contra mí levanta el grito.

    Pequé contra ti solo;
a tu vista obré el mal, para que brille
tu justicia, y vencido  15
el que te juzgue, tiemble y se arrodille.

    Objeto de tus iras
nací, de iniquidades mancillado;
y en el materno seno,
cubrió mi ser la sombra del pecado.  20

    En la verdad te gozas,
y para más rubor y afrenta mía,
—358→
tesoros me mostraste
de oculta celestial sabiduría.

    Pero con el hisopo  25
me rociarás, y ni una mancha leve
tendré ya; lavarásme,
y quedaré más blanco que la nieve.

    Sonarán tus acentos
de consuelo y de paz en mis oídos,  30
y celeste alegría
conmoverá mis huesos abatidos.

    Aparta, pues, aparta
tu faz ¡oh Dios! de mi maldad horrenda,
y en mi pecho no dejes  35
rastro de culpa que tu enojo encienda.

    En mis entrañas cría
un corazón que con ardiente afecto
te busque; un alma pura,
enamorada de lo justo y recto.  40

    De tu dulce presencia,
en que al lloroso pecador recibes,
no me arrojes airado,
ni de tu santa inspiración me prives.

    Restáurame en tu gracia,  45
que es del alma salud, vida y contento;
y al débil pecho infunde
de un ánimo real el noble aliento.

    Haré que el hombre injusto
de su razón conozca el extravío;  50
le mostraré tu senda,
y a tu ley santa volverá el impío.

    Mas líbrame de sangre,
¡mi Dios! ¡mi Salvador! ¡inmensa fuente
de piedad! y mi lengua  55
loará tu justicia eternamente.
—359→

    Desatarás mis labios,
si tanto un pecador que llora alcanza,
y gozosa a las gentes
anunciará mi lengua tu alabanza.  60

    Que si víctimas fueran
gratas a ti, las inmolara luego;
pero no es sacrificio
que te deleita, el que consume el fuego.

   Un corazón doliente  65
es la expiación que a tu justicia
víctima que aceptas
es un alma contrita y humillada.

   Vuelve a Sión tu benigno
rostro primero y tu piedad amante,  70
y sus muros la humilde
Jerusalén, Señor, al fin levante.

    Y de puras ofrendas
se colmarán tus aras, y propicio
recibirás un día  75
el grande inmaculado sacrificio.