|
De Letmon el alcázar ocultaba |
|
|
la oscuridad: callada y macilenta |
|
|
junto al ocaso la ofuscada luna |
|
|
con vacilante luz brillaba apenas, |
|
|
y el viento mugidor de media noche |
5 |
|
|
silbaba por los llanos y las selvas; |
|
|
al tiempo que Esvarán, enamorado, |
|
|
de su Minona a la mansión se acerca. |
|
|
Mas ¡qué silencio lúgubre la habita! |
|
|
El sueño ocupa las altivas peñas, |
10 |
|
|
los aires y las ondas: todo duerme, |
|
|
y la voz de su amante no resuena |
|
|
del héroe inquieto en el atento oído. |
|
|
«¿Qué haces, bien mío? ¿Qué desgracia nueva, |
|
|
qué obstáculo te oculta de mis ojos? |
15 |
|
|
¿De aquel terrible instante no te acuerdas, |
|
|
terrible instante y delicioso a un tiempo, |
|
|
en que el honor mandó que las soberbias |
|
|
olas del mar de Inístora cruzase? |
|
|
¡Cuál te quejabas de la suerte adversa! |
20 |
|
|
Yo, yo vi palpitar tu seno hermoso |
|
|
de ternura y horror; te vi deshecha |
|
|
en lágrimas amargas al partirme; |
|
|
con voz desfallecida tus querellas, |
|
|
tu angustia y tu pasión manifestabas... |
25 |
|
|
¡y hoy no te veo celebrar mi vuelta!». |
|
|
Dijo, y halló del lóbrego palacio |
|
|
los pórticos abiertos: de hojas secas |
|
|
regados se miraban los umbrales, |
|
|
y el noto por las bóvedas desiertas, |
30 |
|
|
sonando triste con lejanos ecos, |
|
|
gritos despide y dolorosas quejas. |
|
|
Crece la oscuridad: sobre la roca |
|
|
suspenso y melancólico se sienta |
|
|
Esvarán infeliz; negros anuncios |
35 |
|
|
a su agitada mente se presentan, |
|
|
y entre proyectos lúgubres confuso |
|
|
su corazón zozobra, y titubea. |
|
|
Viene entretanto a duplicar el sueño |
|
|
el horror insufrible de sus penas, |
40 |
|
|
y tres veces su espíritu angustiado |
|
|
espantosos agüeros amedrentan. |
|
|
Su adorada Minona se aparece, |
|
|
de una nube de lágrimas cubierta |
|
|
su vista celestial, del negro pelo |
45 |
|
|
revuelve el aire la gentil madeja, |
|
|
y el tierno pecho de alabastro tiñe |
|
|
un copioso raudal de sangre espesa. |
|
|
«¿Será, será posible que mi amante |
|
|
sobre la cima de un peñasco duerma, |
50 |
|
|
mientras que su Minona idolatrada, |
|
|
a quien dio de cariño tantas pruebas, |
|
|
su brazo protector, su ayuda implora |
|
|
con lamentos inútiles? ¡Despierta, |
|
|
levántate, Esvarán! Las ondas bravas |
55 |
|
|
del mar furioso a Tromatón rodean: |
|
|
allí, de horror y de aflicción cercada, |
|
|
gimo en el centro de una oscura cueva, |
|
|
imagen de los pálidos sepulcros. |
|
|
A la ciega pasión tu amante expuesta |
60 |
|
|
del cruel Duromat, que así me tiene... |
|
|
Corre a librarme de su infiel cadena». |
|
|
El viento cruje en las espesas ramas: |
|
|
la sombra amable escápase ligera |
|
|
como veloz relámpago: aterrado |
65 |
|
|
vuelve Esvarán del sueño con presteza; |
|
|
y blandiendo furioso el ancho acero, |
|
|
hiende con él los aires y la niebla. |
|
|
Los ojos clava en el oriente oscuro, |
|
|
maldiciendo del alba la pereza... |
70 |
|
|
Dora por fin su luz el alto cielo, |
|
|
y del héroe de Inístora las velas |
|
|
dividen ya las ondas espumosas. |
|
|
El rey del día por la vez tercera |
|
|
con sus doradas armas aparece; |
75 |
|
|
cuando el fuerte Esvarán con vista inquieta |
|
|
descubre a Tromatón, que en los cristales |
|
|
del azulado mar se balancea. |
|
|
Minona de sus males agobiada, |
|
|
suspirando en la próxima ribera, |
80 |
|
|
ve llegar a su amante; de sus armas |
|
|
la turba el relumbrar, y la vergüenza |
|
|
y el amable pudor la sobrecogen: |
|
|
fija los ojos en la blanca arena, |
|
|
y un torrente de lágrimas despide. |
85 |
|
|
«¿De qué mi amante se acobarda y tiembla? |
|
|
dijo Esvarán, ¿mi rostro por ventura |
|
|
la muerte o el desprecio te presentan? |
|
|
¿No eres el astro, cuya luz brillante |
|
|
mis pasos guía en tan lejana tierra? |
90 |
|
|
Si algún infame tu aflicción motiva, |
|
|
yo su maldad castigaré: no temas, |
|
|
pues ya impaciente la atrevida espada |
|
|
se estremece colérica en mi diestra. |
|
|
Responde, hija de Anir, ¿no ves mi llanto?». |
95 |
|
|
|
|
|
MINONA |
|
|
«¡Ay! ¿por qué no fui yo como la tierna |
|
|
flor de los escondidos matorrales, |
|
|
que nace y muere oculta entre las peñas! |
|
|
No bien he visto desplegar su manto |
|
|
a la fugaz y fértil primavera |
100 |
|
|
dieciséis veces en los bosques nuestros, |
|
|
cuando ya de la tumba macilenta |
|
|
se abre para tragarme el hondo abismo. |
|
|
¡Oh pesar roedor! ¿Habrá en la tierra |
|
|
héroe que llore sobre mis cenizas! |
105 |
|
|
Tal vez, tal vez de mis atroces penas |
|
|
y mi arrepentimiento, conmovido |
|
|
podrá ser que mi amante compadezca |
|
|
mi involuntario crimen, y me llore |
|
|
en el silencio de la noche negra». |
110 |
|
|
|
|
|
ESVARÁN |
|
|
«No te abatas así, que en el momento |
|
|
dejaré tu venganza satisfecha. |
|
|
¿Dónde el traidor está? Cierta es su muerte, |
|
|
mas si mi brazo lánguido me niega |
|
|
de tu infame raptor el vencimiento, |
115 |
|
|
cuida, mi dulce amor, de que no muera |
|
|
a par de tu Esvarán la gloria suya; |
|
|
mi tumba erige en la escarpada breña; |
|
|
da mi acero a los hijos de los mares, |
|
|
cuando el velamen de un esquife veas, |
120 |
|
|
y que al lloroso Coldanar le lleven. |
|
|
Con eso ya en las ondas turbulentas |
|
|
no fijará la vista el triste anciano, |
|
|
ni con zozobra esperará mi vuelta». |
|
|
|
|
|
MINONA |
|
|
«¿Y juzgas tú que en ánimo me excedes? |
125 |
|
|
A perecer contigo estoy resuelta. |
|
|
Los dos en un sepulcro dormiremos, |
|
|
que no es mi corazón de dura piedra, |
|
|
ni a las olas imita el alma mía, |
|
|
que ora las hinche la borrasca horrenda, |
130 |
|
|
ora la sesga calma las arrulle, |
|
|
se deslizan con fría indiferencia |
|
|
entre sañudos y ásperos escollos. |
|
|
Sí, querido Esvarán. La misma flecha |
|
|
hiera mi corazón, rival del tuyo. |
135 |
|
|
¡Isla de Tromatón, isla funesta! |
|
|
Ya por desdicha a la infeliz Minona |
|
|
dejar no es dado tus atroces selvas. |
|
|
Era mi hermano a guerrear partido |
|
|
a remoto país: en triste vela |
140 |
|
|
quedé yo sola en mi desierto alcázar, |
|
|
y el negro precursor de la tormenta, |
|
|
el ábrego, rugía sordamente |
|
|
en los altos abetos, cuando suena |
|
|
súbito choque de aceradas armas: |
145 |
|
|
el hierro da en el hierro, y oigo cerca |
|
|
de los fogosos potros el relincho... |
|
|
La más dulce esperanza se apodera |
|
|
en aquel punto de mi pecho ansioso: |
|
|
«¡Oh mi guerrero amado! puedan, puedan |
150 |
|
|
verte mis ojos»... Salgo: el espantoso |
|
|
Duromat a mi vista se presenta, |
|
|
tinta en la sangre su feroz cuchilla |
|
|
de mis fieles amigos. Sin clemencia |
|
|
me arrebata, desprecia mis lamentos, |
155 |
|
|
y desmayada a su bajel me lleva... |
|
|
¿Qué pudo hacer Minona delicada? |
|
|
En vano te llamé... Mas ¡ay! que llega |
|
|
dividiendo los mares inflamado. |
|
|
¿No ves, no ves allí su flota inmensa? |
160 |
|
|
Huye, infeliz, del bárbaro tirano». |
|
|
|
|
|
ESVARÁN |
|
|
«¡Que huya, me dices! ¡Que tu amante ceda |
|
|
sin combatir el triunfo! Salga, salga |
|
|
del borrascoso mar a la ribera, |
|
|
y verasle a mis plantas derribado. |
165 |
|
|
No conozco el temor. En esa cueva |
|
|
quedarte puedes retirada en tanto. |
|
|
Y vosotros, amigos, de mi adversa |
|
|
y mi próspera suerte compañeros, |
|
|
la muerte en vuestras rápidas saetas |
170 |
|
|
vuele, y ese traidor su culpa expíe». |
|
|
Dice, y Minona en la cavada peña |
|
|
corre a ocultarse. En su turbado seno |
|
|
los suspiros abisma la sorpresa, |
|
|
y el pálido color de su semblante |
175 |
|
|
en agradable púrpura se trueca, |
|
|
cual luciente relámpago extendido |
|
|
que entre las sombras fúnebres serpea. |
|
|
Duromat entretanto se aproxima |
|
|
con presto pie: la cólera sangrienta |
180 |
|
|
le arruga y tuerce el formidable gesto, |
|
|
y bajo el arco de las hoscas cejas, |
|
|
los torvos ojos que la muerte anuncian |
|
|
revuelve ardiendo en saña carnicera. |
|
|
«Extranjeros, les grita, ¿de los vientos |
185 |
|
|
os arrojó a esta playa la violencia? |
|
|
¿O presumís tal vez osadamente |
|
|
sacar de entre mis brazos la belleza |
|
|
que yo cautiva en mis palacios guardo? |
|
|
Minona es de mi reino clara estrella |
190 |
|
|
¿quieres, débil rival, privarme de ella? |
|
|
Si tal es tu intención, ¿juzgas acaso |
|
|
volver seguro a la mansión paterna?» |
|
|
|
|
|
ESVARÁN |
|
|
«¿De Coldanar al hijo has olvidado? |
195 |
|
|
¿Ni de aquel día, Duromat, te acuerdas |
|
|
en que medroso de mi espada huías, |
|
|
como entre matas y escarpadas breñas |
|
|
huye del lobo el tímido cabrito? |
|
|
En vano mil soldados te rodean: |
200 |
|
|
pronto de Anir ocupará las torres |
|
|
mi amante, libre de tu infiel cadena». |
|
|
Dice, y le ataca cual ligero rayo. |
|
|
Con sus escuadras Duromat se mezcla, |
|
|
cobarde huyendo, y Esvarán le alcanza. |
205 |
|
|
Ya sus entrañas con furor penetra |
|
|
el asta vengativa, y un arroyo |
|
|
corre de sangre por la hollada arena. |
|
|
A su aspecto los débiles guerreros |
|
|
por la playa gritando se dispersan: |
210 |
|
|
el resto ahuyentan de Morvén los dardos, |
|
|
y libre el campo de enemigos queda. |
|
|
Entonces Esvarán sin detenerse |
|
|
hacia la gruta de Minona vuela. |
|
|
Mas ¡qué objeto infeliz sus ojos miran! |
215 |
|
|
Tendido un joven mísero se queja, |
|
|
en cuyo pecho penetrante herida |
|
|
cubre de sangre la arenosa tierra. |
|
|
Traspasado Esvarán de sus sollozos |
|
|
le ofrece humano la amistosa diestra, |
220 |
|
|
y así le dice en tono compasivo: |
|
|
«Con mi favor y mis auxilios cuenta, |
|
|
incógnito soldado, y tus lamentos |
|
|
acalle la esperanza lisonjera. |
|
|
Yo conozco las plantas saludables, |
225 |
|
|
y su virtud benéfica y secreta |
|
|
probé mil veces en guerreros varios, |
|
|
siendo su gratitud la recompensa |
|
|
más dulce para mí. ¡Quién, ay, dichoso |
|
|
mitigar, joven, tu dolor pudiera! |
230 |
|
|
Reyes sin duda tus mayores fueron: |
|
|
¿Qué clima vio tus ínclitas proezas?». |
|
|
«Sí, le responde: célebres han sido |
|
|
mis abuelos; mas ¡ay! ¡será que sientan |
|
|
y lloren sin rubor mi desventura! |
235 |
|
|
Mi gloria se deshizo en estas yermas |
|
|
y fatales campiñas, como suele |
|
|
de luz un rayo disipar la niebla. |
|
|
A orillas de Dourana, sobre rocas, |
|
|
se ve un palacio antiguo en la eminencia, |
240 |
|
|
de lúgubres abetos rodeado: |
|
|
sus torres melancólicas reflejan |
|
|
las turbias aguas que a sus plantas corren: |
|
|
mi hermano allí con inquietud me espera. |
|
|
Dale noticia de mi infausta muerte, |
245 |
|
|
y mi celada sin tardar le entrega». |
|
|
Dice. Esvarán absorto y conmovido... |
|
|
Minona... ¡Duro instante!... en su caverna |
|
|
tomó las duras armas, y valiente |
|
|
lidiando estuvo en la cruel pelea. |
250 |
|
|
|
|
|
MINONA |
|
|
«Hijo de Coldanar, dulce amor mío, |
|
|
no hay que abatirse a débiles flaquezas, |
|
|
le dice, ya la muerte inexorable |
|
|
se va extendiendo por mis mustias venas. |
|
|
Soy indigna, lo sé, de tu ternura, |
255 |
|
|
mas recibe mis voces postrimeras. |
|
|
Mi desgraciada juventud ha sido |
|
|
combatida de bárbaras tormentas. |
|
|
¡Quién dentro de los muros de Dourana |
|
|
quedado hubiese en la mansión paterna! |
260 |
|
|
Anir al menos de mi amor en pago |
|
|
a la feliz Minona bendijera». |
|
|
Dijo y murió. Su exánime cadáver |
|
|
hundió Esvarán en la morada estrecha, |
|
|
donde tres veces el señor del día |
265 |
|
|
le halló vertiendo lágrimas acerbas. |
|
|
Mas llevole a países diferentes |
|
|
el imperioso grito de la guerra: |
|
|
volvió a Morvén, y su aflicción notamos. |
|
|
Yo canté de Minona la belleza, |
270 |
|
|
y lució entonces en su triste pecho |
|
|
de alegría una ráfaga ligera; |
|
|
pero la agitación y los suspiros |
|
|
daban de su pesar constantes señas. |
|
|
Así, cuando la calma bienhechora |
275 |
|
|
y el nuevo sol los cielos hermosean, |
|
|
relámpagos que brillan a lo lejos |
|
|
la pasada borrasca nos recuerdan. |
|
|
Rayaba el día: sus azules ondas |
|
|
el mar de Ulín tranquilo paseaba |
|
|
bajo el ala del céfiro: las cumbres |
|
|
empezaba a dorar de las montañas |
|
|
la luz primera; su melena espesa |
5 |
|
|
ya sacudían las encinas altas; |
|
|
y allá en los cielos rápida tendía |
|
|
el águila caudal sus prestas alas; |
|
|
cuando en un valle estrecho y apacible, |
|
|
que un arroyuelo bullicioso baña, |
10 |
|
|
y orgullosos dominan dos collados, |
|
|
de do robustos pinos se abalanzan, |
|
|
con hosca vista Caïrbar inquieto, |
|
|
cual sombra huida de la negra estancia, |
|
|
de sus remordimientos destrozado, |
15 |
|
|
triste, afligido y pálido velaba. |
|
|
Ante sus turbios ojos se presenta |
|
|
la imagen de Cormac desfigurada, |
|
|
más sutil que los soplos de favonio, |
|
|
que apenas mueven las serenas aguas. |
20 |
|
|
Las heridas profundas y crueles |
|
|
que vilmente le dio, sangre brotaban, |
|
|
y el callado rumor con que le acusa, |
|
|
al asesino asusta y acobarda. |
|
|
En vano el rey de Athá yerto, asombrado, |
25 |
|
|
rechazar quiere la feroz fantasma; |
|
|
furioso agita el brazo de gigante, |
|
|
y con trémula voz su gente llama. |
|
|
Ya todos sus soldados le rodean |
|
|
en confuso tropel, y en las cercanas |
30 |
|
|
selvas el eco a su clamor responde. |
|
|
Clonor, Dunscar valientes le acompañan, |
|
|
y el querido de tantas hermosuras, |
|
|
el joven Hidalán. Cormac la osada |
|
|
frente en el yelmo pavonado esconde, |
35 |
|
|
de gesto atroz y vista sanguinaria, |
|
|
pero no tan feroz cual la de Malthos. |
|
|
A su lado Foldat, cuyas palabras |
|
|
dicta el duro desprecio, de destrozos |
|
|
sediento, blande la terrible lanza. |
40 |
|
|
Otros muchos famosos capitanes |
|
|
estaban con su rey, cuando en la playa |
|
|
vieron venir a Moranán corriendo, |
|
|
mustio, azorado, y seca la garganta. |
|
|
«¡Cómo!, dice: ¿es posible que a mi vuelta |
45 |
|
|
halle de Erín en perezosa calma, |
|
|
como la selva al declinar el día, |
|
|
reposando el ejército? Las armas |
|
|
prevenid, que Fingal la costa ocupa, |
|
|
y es tan veloz, tan rápida su marcha, |
50 |
|
|
que el ojo apenas distinguir consigue |
|
|
de sus tropas el giro. Su muralla |
|
|
mil batallones son, que rige diestro». |
|
|
«¿Le has visto, dime?, Caïrbar le ataja. |
|
|
¿Vienen precipitados sus guerreros |
55 |
|
|
como torrente que espumoso brama |
|
|
y hace temblar hinchado la ribera? |
|
|
¿La pica de la lid blande y levanta |
|
|
contra nosotros, o pretende acaso |
|
|
que la paz señoree estas comarcas?». |
60 |
|
|
«No: que en su mano vi de los combates |
|
|
la lanza fuerte: corpulenta espanta |
|
|
su voz, igual al trueno, y aunque viejo, |
|
|
no le ha robado el tiempo la pujanza, |
|
|
de que su propio corazón se asusta. |
65 |
|
|
Al lado pende la fatal espada, |
|
|
en cuyo filo está la muerte fiera. |
|
|
Osián famoso por la voz y el arpa, |
|
|
y el hijo de Morní, que a tantos reyes |
|
|
funesto ha sido, juntos se adelantan |
70 |
|
|
con el anciano intrépido. Dermidio |
|
|
y el ligero Conal los acompañan. |
|
|
Allí también Fillán el arco vibra... |
|
|
¿Más quién al joven valeroso iguala, |
|
|
al hijo de Osián, héroe atrevido, |
75 |
|
|
que el reposo aborrece? Óscar se llama. |
|
|
Como tarde serena o luminoso |
|
|
lucero brilla su esplendente cara: |
|
|
los cabellos que el céfiro revuelve |
|
|
sueltos ondean por la hermosa espalda, |
80 |
|
|
y al asentar el pie, las armas crujen. |
|
|
De oro resplandeciente, su coraza |
|
|
rayos despide: me aterró su vista, |
|
|
y huyendo vine con veloces plantas». |
|
|
«¿Qué indigno sobresalto te estremece?, |
85 |
|
|
dijo Foldat colérico. ¡Ea!, marcha |
|
|
a ocultar tu medrosa cobardía, |
|
|
hijo de la molicie, entre las matas |
|
|
que cercan tus arroyos. ¿Por ventura |
|
|
con ese Óscar, que tímido agigantas, |
90 |
|
|
no he combatido ya? ¿Juzgas acaso |
|
|
que le teme Foldat, porque dimana |
|
|
de tantos héroes y valiente sea? |
|
|
Al punto, Caïbar, si tú lo mandas, |
|
|
cumpliré mis deseos, y al torrente |
95 |
|
|
fogoso me opondré que nos amaga. |
|
|
Bien conoces mi brío, y si mi pica |
|
|
la mueve el viento como débil caña». |
|
|
«¡Y qué!, responde Malthos prontamente. |
|
|
¿Irá solo Foldat a la batalla? |
100 |
|
|
¿Desconoce el peligro, o no se acuerda |
|
|
que turbulento el mar en estas playas |
|
|
ha las valientes tropas vomitado, |
|
|
de cuyos jefes la atrevida espada |
|
|
al vencedor de Erín, a Esvarán mismo |
105 |
|
|
le dio muerte cruel? Tu triunfo canta, |
|
|
presumido Foldat, que yo de lejos |
|
|
celebraré tu gloria. Ni me faltan |
|
|
derechos que oponer: mas solamente |
|
|
al bardo toca hablar de mis hazañas». |
110 |
|
|
«Dejad, guerreros, frívolas disputas, |
|
|
o temed que Fingal llegue a escucharlas, |
|
|
dijo el sabio Catol. Y si, vencido, |
|
|
queréis que en la vejez llore la infausta |
|
|
pérdida de su lustre, en insultaros |
115 |
|
|
el tiempo no perdáis, y sin tardanza |
|
|
bajo el pendón de Erín id a esperarle». |
|
|
|
|
Cual en la cumbre de Cronlá escarpada |
|
|
la tenebrosa tempestad se forma |
|
|
lentamente, una luz trémula y parda |
120 |
|
|
los valles ilumina; los peñascos |
|
|
el rayo en breve con horror quebranta; |
|
|
de medrosos relámpagos ceñidas |
|
|
allá en el aire las sañudas almas |
|
|
sobre los vientos rápidas se cruzan, |
125 |
|
|
y sus carros se encuentran y restallan: |
|
|
tal Caïrbar en lúgubre silencio |
|
|
mil proyectos revuelve de venganza |
|
|
dentro del pecho oscuro: y de repente |
|
|
preparar un festín tranquilo manda. |
130 |
|
|
«Comenzad vuestro canto, bardos míos, |
|
|
dulce y armonioso: reinar haga |
|
|
el placer en mi ejército este día, |
|
|
y el venidero se desplegue, y caiga |
|
|
la muerte y el terror sobre el contrario. |
135 |
|
|
Degal, recibe de tu rey el arpa, |
|
|
y dile a Óscar que a mi festín asista. |
|
|
Mis guerreros aplauden sus hazañas, |
|
|
y yo aprecio su gloria y su renombre. |
|
|
Sé, sin embargo, que mordaz propaga, |
140 |
|
|
faltando a mi respeto, indignas voces, |
|
|
con que de mi valor el brillo empaña, |
|
|
y de Cormac la muerte me acumula. |
|
|
Pero su sangre lavará mañana |
|
|
la ofensa mía». Dijo: y al oírle |
145 |
|
|
gritos mil a los cielos se levantan. |
|
|
|
|
Nosotros entretanto, sorprendidos |
|
|
del alboroto y alegría extraña |
|
|
presumimos que el rey menos airado |
|
|
la vuelta de su hermano celebraba. |
150 |
|
|
Entrambos alimentan en sus venas |
|
|
ilustre sangre de inmortal prosapia; |
|
|
mas, ¡cuánto en el carácter y virtudes |
|
|
los dos se diferencian! Era el alma |
|
|
del feroz Caïrbar profunda noche; |
155 |
|
|
y alegre y deliciosa madrugada |
|
|
la del dulce Catmor. Bajo sus leyes |
|
|
Athá de paz felice disfrutaba. |
|
|
A su inmenso palacio conducían |
|
|
siete caminos: siete torres altas |
160 |
|
|
coronaban su cima, y a los hijos |
|
|
del mar tempestuoso, que a las varias |
|
|
y magníficas fiestas concurrían, |
|
|
siete nobles con pompa cortejaban. |
|
|
Degal convida a Óscar. Armado parte |
165 |
|
|
mi buen hijo; trescientos le acompañan |
|
|
intrépidos guerreros, y en el llano |
|
|
ante él los dogos juguetones saltan. |
|
|
Fingal, que al falso Caïrbar conoce |
|
|
y recela funestas asechanzas, |
170 |
|
|
al héroe de Morvén con vista inquieta |
|
|
sigue de lejos, que veloz se aparta. |
|
|
|
|
Al acercarse Óscar las arpas ciento |
|
|
trémulas suenan; sus loores cantan |
|
|
los cien bardos de Erín: su gallardía |
175 |
|
|
a todos embelesa y arrebata, |
|
|
y en los ojos de jefes y soldados |
|
|
la imagen del placer se vio pintada, |
|
|
cual de la luna el moribundo rayo |
|
|
presta a ocultarse entre las nubes pardas. |
180 |
|
|
En esto Caïrbar que de improviso |
|
|
en la mano de Óscar lucir el asta |
|
|
vio de Cormac, con hórrido entrecejo |
|
|
la frente arruga: cesan las cien arpas, |
|
|
y el bullicioso júbilo enmudece; |
185 |
|
|
solamente a lo lejos se escuchaban |
|
|
himnos de muerte, que Degal entona. |
|
|
Ya mi querido Óscar el fin presagia |
|
|
de este acaso fatal; pero inmutable |
|
|
ni multitud ni fuerzas le acobardan. |
190 |
|
|
«Dame, le dice el rey, la aguda pica, |
|
|
gloria de mi palacio, y muerte infausta |
|
|
de los guerreros todos. Mis abuelos |
|
|
en la sangrienta lid la enarbolaban». |
|
|
«¿Quién? ¿Yo?, responde el héroe. ¡Yo, cobarde, |
195 |
|
|
siendo don de Cormac, ceder su lanza! |
|
|
¿Tan débil es el brazo que la rige? |
|
|
¿Qué me puede importar tu altiva rabia, |
|
|
ni el eco de tu cántico asesino? |
|
|
¿Me ves temblar al ruido de tus armas? |
200 |
|
|
¿O por ventura que he de ser presumes |
|
|
juguete yo de tus inicuas tramas? |
|
|
El vil tiemble a tu cólera y se esconda, |
|
|
que Óscar es un peñasco y no le espanta». |
|
|
«Hijo de Osián, tus amenazas cesen. |
205 |
|
|
¿Te ha inspirado Fingal la loca audacia |
|
|
y orgullosa altivez con que respondes? |
|
|
Venga ese viejo, rey de cien montañas |
|
|
hecho a embestir cobardes enemigos, |
|
|
y así disiparé su gloria vana, |
210 |
|
|
cual suele el sol desvanecer la niebla». |
|
|
«Verdugo de Cormac, si se humillara |
|
|
Fingal a combatirte, de tu reino |
|
|
señor sería. Sus honrosas canas |
|
|
venera humilde. De esplendor colmado |
215 |
|
|
bajo sus estandartes las extrañas |
|
|
y las propias naciones le respetan. |
|
|
Tu necio insulto sobre mí recaiga, |
|
|
pues que de entrambos es igual el brío». |
|
|
La fiesta cesa: todos se levantan, |
220 |
|
|
presto se visten la acerada cota, |
|
|
y arremeten a Óscar... |
|
|
|
|
¿Por qué derraman, |
|
|
dulce Malvina, lágrimas tus ojos? |
|
|
El rostro enjuga y la fatiga calma. |
|
|
Es verdad que el destino inexorable |
225 |
|
|
su esfuerzo burlará con tu esperanza; |
|
|
pero antes de morir dará la muerte. |
|
|
Ya cien héroes tendidos a sus plantas |
|
|
se miran: Conacar sus ojos cierra |
|
|
en sueño eterno; y con mortales ansias |
230 |
|
|
Clotal nada en su sangre, y se revuelca. |
|
|
Al verle, Caïrbar ardiendo en saña |
|
|
tras una roca pérfido se oculta, |
|
|
y allí la vista con temor clavada |
|
|
en mi adorado Óscar, le hiere al paso. |
235 |
|
|
Penetra el crudo hierro en sus entrañas, |
|
|
y un punto titubea: pero en breve |
|
|
más ligero que el rayo se levanta |
|
|
y de un revés la bárbara cabeza |
|
|
del cuerpo infame con vigor separa... |
240 |
|
|
Mas cae al fin. Erín y sus guerreros |
|
|
con mil clamores la victoria ensalzan: |
|
|
Fingal los oye, y pálido suspira. |
|
|
«¡Quién sabe, dice, si tal vez exhala |
|
|
mi Óscar amado de nosotros lejos |
245 |
|
|
el aliento postrero! Sin tardanza |
|
|
corramos a salvarle, si es posible». |
|
|
|
|
Como furioso río cuando salta |
|
|
sobre las rocas con ruidoso espanto, |
|
|
que humildes tiemblan de sus ondas bravas, |
250 |
|
|
así nosotros del erguido monte |
|
|
vencimos la aspereza, y por la llana |
|
|
campiña de Lená nos desplegamos. |
|
|
¿Quién pudo entonces resistir mi rabia, |
|
|
aunque tuviese corazón de acero? |
255 |
|
|
¿Ni quién de un padre el ánimo contrasta, |
|
|
cuando el despecho y el furor le ciegan? |
|
|
Erín cede: sus huestes asombradas |
|
|
perecen todas, o cobardes huyen. |
|
|
Óscar tendido y sin aliento estaba, |
260 |
|
|
y débilmente el pecho le latía. |
|
|
En un mar nuestros ojos se desatan; |
|
|
sólo Fingal su llanto comprimiendo |
|
|
reclinado sobre él, doliente exclama: |
|
|
«¿Es posible que en medio de su curso |
265 |
|
|
este lucero oscurecido yaga? |
|
|
¿Quién, ¡ay!, podrá templar mi eterno lloro |
|
|
y la aflicción, oh Selma, que te aguarda? |
|
|
¡Óscar querido! ¿Se extinguió de veras |
|
|
la lumbre que tus ojos animaba? |
270 |
|
|
¿Ha de quedarse en su familia solo |
|
|
el mísero Fingal? ¿Será que hollada |
|
|
la gloria mía, envejecido y cano |
|
|
esperar deba en el desierto alcázar, |
|
|
privado de mis hijos, una muerte |
275 |
|
|
ya demasiado perezosa y tarda?». |
|
|
Tiernos suspiros proseguir le impiden. |
|
|
Yo detrás taciturno le miraba |
|
|
con rostro inmóvil; y los fieles dogos |
|
|
Brano y Luat inquietos a las plantas |
280 |
|
|
de su dueño infeliz, con triste aullido |
|
|
mostraban su dolor; cuando levanta |
|
|
los párpados Óscar. A todos mira; |
|
|
ve nuestra pena y lágrimas amargas, |
|
|
y alzando blandamente la cabeza |
285 |
|
|
«Ese duelo, nos dice, esas palabras |
|
|
de sobresalto y aflicción que escucho, |
|
|
el abundante lloro que derraman |
|
|
los ancianos, y el lúgubre ladrido |
|
|
mi corazón crueles despedazan. |
290 |
|
|
¡Oh rey de los conciertos!, caro padre, |
|
|
erige en mis colinas adoradas |
|
|
la tumba mía. De las fuertes peñas |
|
|
desprendido, un raudal de limpias aguas |
|
|
la arena acaso llevará algún día |
295 |
|
|
que mi cuchilla cubra, y al mirarla |
|
|
el cazador suspenso y lastimado, |
|
|
ésta fue, clamará, de Óscar la espada». |
|
|
|
|
¡Oh tú, de mi vejez ansiado apoyo! |
|
|
La muerte incontrastable te arrebata |
300 |
|
|
del amor paternal, hijo adorado. |
|
|
Ni ya perseguirás en las montañas |
|
|
el tímido cabrito, ni en los mares |
|
|
despreciarás escollos y borrascas. |
|
|
Otros guerreros de mejor destino, |
305 |
|
|
al referir sus ínclitas hazañas, |
|
|
moverán de sus padres la ternura, |
|
|
y yo ¡infeliz! en mi viudez opaca |
|
|
no volveré a escuchar tus dulces ecos, |
|
|
más gratos que en la selva solitaria |
310 |
|
|
el favonio que plácido suspira. |
|
|
Cuatro piedras verdosas, mal labradas, |
|
|
que los yermos collados entristecen, |
|
|
al guerrero mayor por siempre guardan. |
|
|
|
|
De tres días al cabo de sollozos, |
315 |
|
|
Fingal cansado de amargura tanta |
|
|
«Hijos, nos dice, de los altos montes |
|
|
esta flaqueza indigna nos degrada; |
|
|
ni el pesar, ni los llantos amorosos |
|
|
vuelven la vida al héroe que los causa. |
320 |
|
|
Muramos, pues es fuerza, pero sea |
|
|
conquistando valientes el alcázar |
|
|
de las ligeras nubes. Parte, Ulino; |
|
|
las sangrientas reliquias desdichadas |
|
|
del malogrado Óscar a Selma lleva, |
325 |
|
|
y entre lutos y fúnebres plegarias |
|
|
allá le lloren de Morvén las hijas; |
|
|
mientras que de su muerte la venganza |
|
|
nosotros en Erín tomar logramos. |
|
|
Mis días a su ocaso se adelantan, |
330 |
|
|
e impacientes de verme mis abuelos |
|
|
ha tiempo que solícitos me aguardan |
|
|
en la región del trueno transparente. |
|
|
¿Esplendor luminoso no derrama |
|
|
Fingal en torno suyo? Pues, guerreros, |
335 |
|
|
ya mi postrera lid tenéis cercana». |
|
|
Calló: y al pie de una robusta encina |
|
|
triste se entrega a reflexión amarga. |
|
|
|
|
La noche en tanto mustia y silenciosa |
|
|
recorre las llanuras estrelladas |
340 |
|
|
en su carro. La fiesta se dispone. |
|
|
El venerable Athán un himno canta, |
|
|
y del joven Cormac desventurado |
|
|
a referir la historia se prepara. |
|
|
|
|
«Cormac de Erín el reino poseía, |
345 |
|
|
dice, su amable juventud brillaba |
|
|
como el astro sereno que en las ondas |
|
|
del sosegado mar sus rayos baña, |
|
|
y de oro cubre la oriental ribera. |
|
|
En la antigua Temora y regia casa |
350 |
|
|
le acompañaba yo, cuando en un punto |
|
|
se precipita de las cumbres altas |
|
|
de Eslimor un ejército furioso. |
|
|
El duro Caïrbar, sangrienta rabia |
|
|
inspirando a su gente, le conduce. |
355 |
|
|
Cormac entonces en alegre calma |
|
|
los nobles hechos de su padre oía, |
|
|
que en boca de cien bardos resonaban. |
|
|
Y como suele la azucena hermosa |
|
|
abrir sus hojas a la luz del alba |
360 |
|
|
el perdido frescor recuperando, |
|
|
así su corazón se dilataba |
|
|
al oír nuestro canto armonioso. |
|
|
En esto vemos con fiereza extraña |
|
|
de bárbaros guerreros inundado |
365 |
|
|
el palacio indefenso: se adelanta |
|
|
el torvo Caïrbar, y de repente |
|
|
sobre Cormac se arroja y le traspasa. |
|
|
Herido el rey vacila, titubea, |
|
|
y al tiempo de caer con voz turbada |
370 |
|
|
se querella del pérfido asesino. |
|
|
Yo, lastimado de su muerte aciaga, |
|
|
«Hijo de Arthó, clamé, mísero objeto |
|
|
de nuestro llanto, con ligeras alas |
|
|
entre las nubes a tu padre veas, |
375 |
|
|
llevando en pos las pruebas acendradas |
|
|
de nuestro corazón; y de tu pueblo |
|
|
puédante al menos consolar las ansias. |
|
|
¡Cormac! paz a tu sombra se conceda, |
|
|
y duro hierro al que traidor te mata». |
380 |
|
|
Se indigna Caïrbar de mi lamento, |
|
|
y en una torre sepultar me manda. |
|
|
Mas, aunque en la maldad envejecido, |
|
|
no se atrevió su diestra temeraria |
|
|
de un bardo ilustre a derramar la sangre. |
385 |
|
|
Allí mis males sin cesar cantaba, |
|
|
cuando llegó Catmor, héroe benigno, |
|
|
a quien movió mi canto y mi desgracia; |
|
|
y a Caïrbar colérico mirando, |
|
|
así le dice: «Tu dureza insana, |
390 |
|
|
insaciable de lágrimas y luto |
|
|
siempre terror y asolación propaga. |
|
|
Tu hermano soy: en la defensa tuya |
|
|
Catmor guerreará, por más que vayas |
|
|
oscureciendo con bajezas viles |
395 |
|
|
de la gloria inmortal la pura llama |
|
|
que arde en mi corazón. ¿Por qué sañudo |
|
|
de ese infeliz la libertad retardas? |
|
|
Nosotros, Caïrbar, pereceremos, |
|
|
mas sus canciones que al cobarde ultrajan |
400 |
|
|
cuanto al valiente ensalzan y recrean |
|
|
serán por largos siglos celebradas». |
|
|
Mis cadenas al punto desataron, |
|
|
y mi armonía lisonjera y blanda |
|
|
la piedad aplaudió del héroe ilustre |
405 |
|
|
que veremos en breve. Ardiendo en saña |
|
|
corre a vengar la muerte de su hermano. |
|
|
«Llegue, dijo mi padre; Fingal ama |
|
|
un enemigo de tan nobles prendas |
|
|
que, modelo de jefes y monarcas, |
410 |
|
|
arrogante desprecia los peligros, |
|
|
fiel a la heroica gloria que le inflama. |
|
|
Mas la noche desplega todavía |
|
|
sobre nosotros su medrosa capa, |
|
|
y la paz reina de Morá en la altura. |
415 |
|
|
Baja, Fillán, el monte sin tardanza, |
|
|
y allí mantente hasta que alumbre el día, |
|
|
en donde oculto con señales claras |
|
|
avisarnos podrás de todo riesgo. |
|
|
Ya debilita la vejez mi audacia, |
420 |
|
|
hijo querido; y al cuidado tuyo |
|
|
toca celar el lustre de tu casa». |
|
|
Calla Fingal, aléjase mi hermano, |
|
|
los guerreros se tienden y descansan |
|
|
al pie de los abetos tenebrosos, |
425 |
|
|
y hasta mi padre al sueño se entregaba; |
|
|
yo sólo entre tormentos desvelado, |
|
|
al ir bajando la áspera montaña, |
|
|
oigo de tiempo en tiempo el son confuso |
|
|
que forman de Fillán las roncas armas. |
430 |
|