A un amigo que dudaba de mi amistad porque había tardado
en contestarle
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¿Y dudas, dudas, Muriel querido, |
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de mi amistad porque tan largamente |
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a tus voces callé? ¿Podrá en mi mente |
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entrar jamás el letargoso olvido |
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de mi felicidad, de mis amores? |
5 |
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¿Podrá mi corazón decir ingrato |
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a sus más verdaderos amadores, |
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«Nuestros antiguos vínculos desato, |
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os destierro de mí?» ¡Qué horror! ¡Ay triste! |
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¡Cuánta noche, cual caos espantoso, |
10 |
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entonces en mi espíritu caería! |
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¡Adiós, tierna piedad; adiós, hermoso |
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consolador placer de amarse amando! |
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¡Adiós, oh mi feliz melancolía, |
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que ahora de mis ojos arrancando |
15 |
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este llanto que vierto, en vivas llamas |
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mi corazón anegas, y le inflamas |
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en el volcán de amor que me devora! |
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Y ¡adiós, adiós, virtud!... Desamorado, |
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¡ah!, ¿qué fuera de mí? La tierra entera |
20 |
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cual vasto yermo ante mis ojos viera |
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de sanguinarios tigres habitado; |
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pues insensible para siempre odiado |
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mi fiereza hallaría por doquiera. |
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Ahora que el abril con blando aliento |
25 |
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despierta a amor, y en su hermanal cadena |
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enlaza al hombre recreando el mundo; |
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yo, espectador del general contento, |
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cual muerto abrojo entre galanas rosas, |
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vería sin gozar, el alma llena |
30 |
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de roedoras furias envidiosas. |
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¿Quién me había de amar? El sol naciente, |
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su carrera de luz abriendo al día, |
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te aborrezco gritara, y marcharía |
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cargado de mis odios a occidente, |
35 |
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La luna en pos, la perezosa frente |
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recostando en los sueños bostezantes, |
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tomara el cetro en la celeste esfera; |
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y entre sus sombras tímidas y errantes |
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huye, yo te persigo, me dijera, |
40 |
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huye dentro de ti. Y allí ¿qué viera? |
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La soledad del cruel remordimiento. |
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Ya me parece que su triste acento |
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me hiere, mis entrañas destrozando, |
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y con terrible voz así me dice: |
45 |
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«Hombre de execración, tú que infelice |
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tu interés del ajeno separando |
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lanzaste de tu pecho empedernido |
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el benéfico amor, recibe ahora |
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el justo galardón que has merecido. |
50 |
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Vive insensible; por deidad adora |
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a tu aislado interés: jamás tu pecho |
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responda al ¡ay!, de tu doliente hermano, |
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y sé tú solo tu universo entero; |
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mas vive solo; tu interior tirano |
55 |
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|
sus calabozos lóbregos abriendo |
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|
te dé eterna prisión, donde tu oído |
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|
sólo escuche el horror de mi alarido. |
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|
Jamás por ti la compasión fecunda |
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abra las fuentes de su dulce llanto; |
60 |
|
|
espantado el amor nunca te infunda |
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de su aliento vital el tierno encanto; |
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|
ni la amistad te halague complaciente, |
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ni el gozo bienhechor ría en tu frente. |
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|
En vano, en vano al estruendoso trato |
65 |
|
|
del mundo apelarás; el mundo ingrato |
|
|
en tu fortuna próspera risueño |
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|
te venderá fingiendo ante tus ojos |
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|
simulacros fantásticos de amigos, |
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|
que, mentidas imágenes de un sueño, |
70 |
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|
huirán de ti cuando al dolor despiertes. |
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|
Entonces clamarás, y tu gemido, |
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|
por desmayada soledad vagando, |
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|
en vanos ecos morirá perdido. |
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|
|
La vista ansiosa volverás buscando |
75 |
|
|
quien se aflija en tu mal, y solamente |
|
|
encontrarás en mí quien acreciente |
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|
tu pesadumbre. Tu sepulcro abriendo |
|
|
al desamor diré: sus ojos cierra, |
|
|
|
y que dura le sea hasta la tierra |
80 |
|
|
y el último suspiro despidiendo, |
|
|
sin piedad en el túmulo arrojado, |
|
|
de ninguno jamás serás llorado. |
|
|
No; ni tus hijos, ni tu misma esposa, |
|
|
|
si insensato te acoges a himeneo, |
85 |
|
|
en llanto regarán la yerta losa |
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|
que tu cadáver olvidado oprima. |
|
|
Lágrimas de interés, llantos venales |
|
|
sus ojos verterán, porque han perdido, |
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|
|
no el padre ni el esposo aborrecido, |
90 |
|
|
sino el oro cruel que en él amaban; |
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|
porque menguada su feroz riqueza, |
|
|
no ostentarán en triunfo escandalosos |
|
|
los vicios de su padre y su dureza. |
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|
|
Murió y nada dejó; maldito sea: |
95 |
|
|
estos serán los ayes cariñosos, |
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|
los adioses que oirás en tu agonía. |
|
|
Sí, la venganza lo ha jurado: viendo |
|
|
que no era amor quien tierno te guiaba |
|
|
|
al tálamo nupcial, clamó diciendo: |
100 |
|
|
ven, sube, goza cuanto ansioso esperas; |
|
|
procrea, sí, pero procrea fieras.» |
|
|
¡Ay, perezca, perezca, dulce amigo, |
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|
quien resiste al amor! Sin él ¿qué fuera |
|
|
|
cuanto siente, cuanto es? Natura entera |
105 |
|
|
del caos en el túmulo yacía |
|
|
cuando sonó una voz, que, «amor» decía, |
|
|
«amor; yo soy unión, la unión es vida, |
|
|
la desunión es caos, muerte, nada; |
|
|
|
sea, sea la unión.» En el instante |
110 |
|
|
el orden se alza por la vez primera. |
|
|
El inflamado sol sube triunfante |
|
|
en su trono de luz, en torno mira, |
|
|
y nacen sus planetas, que hermanados, |
|
|
|
monta en su carro cada cual, y gira, |
115 |
|
|
y se tiende el espacio, el tiempo vuela, |
|
|
y en sus alas abrió las estaciones. |
|
|
Cerca el aire la tierra, sopla el viento, |
|
|
las aguas caen, y en abismoso asiento |
|
|
|
todas unidas con perpetuos lazos |
120 |
|
|
el globo ciñen con fraternos brazos. |
|
|
El sol ama, y su amor vivificante |
|
|
de gozo maternal hinche a la tierra. |
|
|
¡Oh cuánta vida en sus entrañas cierra! |
|
|
|
¡Cuántos siglos de ser en este instante |
125 |
|
|
silenciosos allí se están labrando! |
|
|
Naced, plantas, creced; y vuestras flores, |
|
|
de su par cada cual enamorada, |
|
|
sin límites os vayan propagando. |
|
|
|
Vuestra pompa en la tierra sustentada |
130 |
|
|
en ella encontrará madre oficiosa; |
|
|
padre bueno en el sol, cuyos rigores, |
|
|
excesivos tal vez, sabrá amistosa |
|
|
el agua mitigar con sus frescores, |
|
|
|
ora arroyuelo juguetón saltando, |
135 |
|
|
ora opulento, respetable río, |
|
|
y ora nube en los vientos cabalgando. |
|
|
También el aire el liberal rocío |
|
|
amigo os prestará, y el nutrimento |
|
|
|
incógnito os dará, de vuestras hojas |
140 |
|
|
fiando su feliz beneficencia. |
|
|
Todos los seres, tierra, firmamento |
|
|
sobre vos derramando su influencia |
|
|
os publican su amor y el vuestro piden. |
|
|
|
Con el follaje que el otoño os roba |
145 |
|
|
a la tierra pagad, que agradecida, |
|
|
se hará maternal con nueva vida. |
|
|
Al sol tributaréis vuestros vapores |
|
|
con que cebe su ardor, y reducidos |
|
|
|
a lluvia bajarán; y los debidos |
150 |
|
|
dones volviendo al agua dadivosa, |
|
|
en la limpia atmósfera más hermosa |
|
|
parecerá del sol la clara fuente. |
|
|
Al aire hospedaréis en vuestro seno, |
|
|
|
y allí purgando su mortal veneno |
155 |
|
|
puro le volveréis a la atmosfera |
|
|
conservando su ser. De esta manera, |
|
|
a la amistosa unión todos los seres |
|
|
su bienestar debieron, y su vida, |
|
|
|
y de especies la tierra se vió henchida. |
160 |
|
|
Nace el hombre, los campos le saludan, |
|
|
y con sus pobres voluntarios frutos |
|
|
a sustentar su mendiguez ayudan. |
|
|
Pero ya no bastando a sus tributos |
|
|
|
«tiende a nosotros, tiende» le dijeron, |
165 |
|
|
«tu brazo bienhechor, si compasiva |
|
|
tu amistad industriosa nos cultiva |
|
|
pródigos premiaremos tus sudores. |
|
|
Mas solo ¿qué podrás? Venid, humanos, |
|
|
|
volad a reuniros, sed hermanos |
170 |
|
|
del que solo no basta a su ventura; |
|
|
que en la suya la vuestra se asegura.» |
|
|
El hombre obedeció, y en el arado |
|
|
nació la sociedad. Allí, abrazado |
|
|
|
del hombre el hombre, por la vez primera |
175 |
|
|
toda la humanidad sintió en su pecho, |
|
|
toda, toda su esencia, su alma entera, |
|
|
hombre fue el hombre. Al sexual cariño |
|
|
el brutal apetito rindió el cetro, |
|
|
|
y dio principio a la piedad paterna, |
180 |
|
|
al afecto filial, a la fraterna |
|
|
caridad, y al deseo generoso |
|
|
de amarse amando. El personal odioso |
|
|
en interés común ya convertido |
|
|
|
era un padre del joven cada anciano, |
185 |
|
|
el joven de los jóvenes hermano; |
|
|
por dondequiera el inocente niño |
|
|
huérfano hallaba maternal cariño, |
|
|
y era un amigo cada semejante. |
|
|
|
Así el amor, perpetuo compañero |
190 |
|
|
del tranquilo mortal, de día en día |
|
|
le iba insensible a la vejez llevando |
|
|
por su carrera plácida sembrando |
|
|
en larga juventud larga alegría. |
|
|
|
Y cuando ya la muerte le brindaba |
195 |
|
|
a dormir en la paz del sueño eterno |
|
|
con lágrimas su tumba rociaba, |
|
|
cubriéndola en las flores olorosas |
|
|
de sus frescas virtudes amorosas. |
|
|
|
Moría cual la rosa postrimera, |
200 |
|
|
último adiós de la estación florida, |
|
|
que, viéndola expirar, todos dolientes |
|
|
exclaman, ¡qué otra vez no renaciera! |
|
|
¡Oh amigo! ¡Oh Muriel! Cuanto es criado |
|
|
|
es hijo del amor; toda belleza |
205 |
|
|
todo bien es amor; Naturaleza |
|
|
es amor, y no más. Los negros males |
|
|
son desunión, son restos infernales |
|
|
del caos antiguo; Amor los aborrece. |
|
|
|
¡Ah!, triunfe, triunfe Amor! ¡Pueda algún día |
210 |
|
|
el terco error y la ignorancia hollando |
|
|
traer los hombres a su dulce mando |
|
|
la tierra en paraíso convirtiendo! |
|
|
¡Pueda, los corazones encendiendo |
|
|
|
en caridad, llenar a los mortales |
215 |
|
|
de este mar de placer que ahora inunda |
|
|
mi pecho electrizado en sus amores! |
|
|
¡Oh Muriel! ¡Oh amigos bienhechores! |
|
|
¡Oh Nicasio feliz! ¡Eternamente |
|
|
|
me hará vuestro cariño venturoso!, |
220 |
|
|
que la pobreza, el deshonor odioso, |
|
|
cruel dolor, ignominiosa muerte |
|
|
me acometan; en medio del tormento |
|
|
bendeciré con lágrimas mi suerte; |
|
|
|
soy feliz, soy feliz, diré contento, |
225 |
|
|
amé, me amaron, me amarán por siempre. |
|
|
|
|
|
|
|
El recuerdo de mi adolescencia
|
|
|
Caro Batilo ¿para qué despiertas |
|
|
en mi memoria los dormidos días |
|
|
que en las calladas sombras del Otea |
|
|
a tu lado gocé? ¡Días amables!, |
|
|
|
cual en tarde de abril flotante nube |
5 |
|
|
que rociando va. Mirólos Tormes |
|
|
de sus ondas en pos correr fugaces |
|
|
de mi florida juventud cargados. |
|
|
Sembraron ¡ay!, en la tenaz memoria |
|
|
|
larga cosecha de recuerdos tristes, |
10 |
|
|
y volaron después, y muertos yacen |
|
|
de lo pasado en el sepulcro inmenso. |
|
|
Ya jamás los veré; no al alma mía |
|
|
las risas volverán, las esperanzas |
|
|
|
inmortales del bien que en torno vuelan |
15 |
|
|
de aquella edad de mágicos encantos, |
|
|
la franqueza veraz, ni la bondosa |
|
|
inexperiencia que inocente ríe |
|
|
cual a amigo hermanal a cada humano. |
|
|
|
¡Sencilla juventud! Nueva en el mundo, |
20 |
|
|
le prodigas tu amor porque le ignoras. |
|
|
Tu recto corazón, no corrompido |
|
|
con el trato falaz, sordo a las voces |
|
|
de la añosa maldad, risueño abriga |
|
|
|
de las virtudes la semilla fértil. |
25 |
|
|
Así, cerrando su modesto cáliz |
|
|
al nocturno vapor, la adormidera |
|
|
dócil le presta al oreante soplo |
|
|
que Febo, al renacer, delante envía. |
|
|
|
Jamás, en hondo afán, tu erguida frente |
30 |
|
|
dobló triunfante el cárdeno cuidado; |
|
|
ni la envidia voraz, pálida hermana |
|
|
del odio adusto, te arrancó en secreto |
|
|
llantos de destrucción; ni la perfidia |
|
|
|
riendo muertes, enseñó a su rostro |
35 |
|
|
a negar la maldad que dentro hierve. |
|
|
¿Cuándo jamás en tu tranquilo lecho |
|
|
turbulenta ambición alzando el trono |
|
|
los sueños ahuyentó para dictarte |
|
|
|
rencor, deshermandad, crimen y muerte? |
40 |
|
|
¿Cuándo avaricia, entre inmortal pobreza, |
|
|
clavó en tu corazón tímido y solo |
|
|
la insaciabilidad del oro insomne? |
|
|
Dulce igualdad en fraternal cariño; |
|
|
|
penas comunes, y comunes gozos |
45 |
|
|
en fortuna común; almas exentas |
|
|
de los pesares y el temor funesto |
|
|
que aíslan al mortal... ¡yo vi aquel tiempo, |
|
|
yo le vi, le gocé, y eternamente |
|
|
|
su presta fuga llorarán mis ojos! |
50 |
|
|
Paz, recíproco amor, todo el deleite |
|
|
de la vida social, fueron mis días |
|
|
en aquella estación ¡cándida imagen |
|
|
de la hermosa unidad de la natura! |
|
|
|
Allí fue el hombre mi oficioso hermano; |
55 |
|
|
en su querer me saludé felice, |
|
|
y a lo futuro adelanté mi dicha |
|
|
¡engañado de mí!, que en pos sin verla, |
|
|
otra edad de dolor ya, ya asomaba |
|
|
|
do el díscolo interés, soplando estéril, |
60 |
|
|
sofocara el placer y la inocencia. |
|
|
Llega terrible; de mis ojos huye |
|
|
la hermosa escena en que viví dichoso, |
|
|
y en nuevo mundo en su lugar parece |
|
|
|
do busco en vano la perdida magia. |
65 |
|
|
¿Adónde estáis, amados compañeros |
|
|
de mi primera juventud? ¿Adónde |
|
|
os seguiré que con vosotros halle |
|
|
la sencilla amistad, el gozo antiguo, |
|
|
|
y la risueña virtuosa calma? |
70 |
|
|
Fue, fue, responden; y en la torva frente |
|
|
entronizada la inquietud rugosa |
|
|
tristes y solos, arrastrados giran |
|
|
de la fortuna en la insociable rueda |
|
|
|
que entre abismos de mal injusto mueve. |
75 |
|
|
¡Insensible interés! En vano, en vano |
|
|
fiel la memoria ofrecerá a su pecho |
|
|
el antiguo placer cual dulce fruto |
|
|
de la fraternidad y las virtudes. |
|
|
|
Ellos, en tanto que suspiran tristes, |
80 |
|
|
y en llanto riegan tan feliz recuerdo, |
|
|
nuevos inciensos quemarán impíos |
|
|
a la injusta deidad; y en sus altares |
|
|
en propiciarla agotarán acaso |
|
|
|
la sangre, y el honor, y la inocencia |
85 |
|
|
de los que amaban en mejores días. |
|
|
El interés gritó: crimen, fortuna; |
|
|
y por siempre jamás se disociaron |
|
|
los que amistad unió con lazo tierno. |
|
|
|
Mar incalmable de abismosas ondas |
90 |
|
|
que el huracán de las pasiones hincha, |
|
|
donde aislado el mortal en frágil tabla |
|
|
sobre la muerte naufragante aleja |
|
|
cual enemigo, y en las aguas hunde |
|
|
|
al que las palmas moribundas tiende, |
95 |
|
|
y asir en él su salvación procura; |
|
|
tal es, Batilo, el borrascoso mundo |
|
|
do expiraron mis años bonancibles; |
|
|
y tal mudanza por doquier presenta |
|
|
|
el hombre débil. Su niñez recibe |
100 |
|
|
una infantina juventud, hermosa, |
|
|
dócil, sensible al maternal acento |
|
|
de la natura, que oficiosa halaga |
|
|
su tierno corazón, y le fecunda |
|
|
|
en placer, en virtud, en mil amores, |
105 |
|
|
fabricando sobre él un templo augusto |
|
|
a la beneficencia. ¡Afán perdido! |
|
|
Presto será que el pestilente soplo |
|
|
del ejemplo mortal de un mundo infecto, |
|
|
|
arideciendo el alma infructuosa, |
110 |
|
|
sin esperanza la semilla ahogue |
|
|
que natura plantó. ¿Dónde está el fuerte |
|
|
que, íntegra su virtud, resista inmóvil |
|
|
el choque atroz de las voraces ondas |
|
|
|
que en inflamado mar de hirviente lava, |
115 |
|
|
entre montes de sombras humeantes, |
|
|
ese volcán fulminador arroja |
|
|
estremeciendo el vacilante suelo? |
|
|
No, no le es dado a la humanal flaqueza |
|
|
|
tan alto esfuerzo; ni arrostrar el riesgo |
120 |
|
|
fue prudencia jamás. Al virtuoso |
|
|
¿qué le resta? ¡Infeliz! Suspira y huye; |
|
|
rompe llorando los sociales lazos, |
|
|
¡que no debieran! Pero al crimen guían; |
|
|
|
su oscura probidad, y algún amigo |
125 |
|
|
solitario cual él son su universo. |
|
|
¡Oh Batilo! ¡Oh dolor! ¿Es ley forzosa |
|
|
para amar la virtud odiar al hombre, |
|
|
y huirle como a bárbaro asesino? |
|
|
|
¡Congojosa verdad! Tú has encerrado |
130 |
|
|
en el sepulcro del dolor mis días. |
|
|
¡Oh! ¿Quién me diese el atrasar el tiempo |
|
|
hasta arrancarle mi verdor marchito? |
|
|
¿O siquiera volar con mi Batilo |
|
|
|
a buscarle del Tormes en la orilla? |
135 |
|
|
Le encontrara; allí está; por siempre inmóvil |
|
|
entre sus ondas deleznables yace |
|
|
mi adolescencia; por doquier mis ojos |
|
|
hallarán restos de sus frescas flores. |
|
|
|
Del Otea, el Zurguén, de la enriscada |
140 |
|
|
aspereza que mira amenazando |
|
|
correr debajo el río hondisonante; |
|
|
doquier me hiriera con dulzura triste |
|
|
la silenciosa voz de lo pasado. |
|
|
|
Aquí, diría, deleitables horas |
145 |
|
|
de cordial amistad en ancho coro, |
|
|
entre las risas del ardiente Baco, |
|
|
se te huyeron; allí las largas noches |
|
|
velando ante las aras de Minerva |
|
|
|
para siempre insensibles te dejaron; |
150 |
|
|
acá, de la Academia en los afanes |
|
|
y las contiendas, intornables días |
|
|
pasaron sobre ti; y allá el Otea |
|
|
de tu Batilo a par te vio mil veces |
|
|
|
correr sus huertas, y arrancar riendo |
155 |
|
|
la lechuga frugal, y a par del Tormes |
|
|
lavándola en sus aguas circulantes, |
|
|
comerla entre las pláticas sabrosas |
|
|
nadando el alma en celestial contento. |
|
|
|
¡Oh inefable placer! ¡Oh hermosas tardes |
160 |
|
|
de mi felicidad!... Fueron, Batilo, |
|
|
para siempre jamás ¡pueda a lo menos |
|
|
vivir siempre inmortal nuestro cariño |
|
|
único resto de tan bellos días! |
|
|
|
|
|
|
|
Un amante al partir su amada
|
|
|
¡Ay! ¡Ay que parte! ¡Que la pierdo! Abierta |
|
|
del coche triste la funesta puerta |
|
|
la llama a su prisión. Laura adorada, |
|
|
Laura, mi Laura ¿que de mí olvidada |
|
|
|
entras donde esos bárbaros crueles |
5 |
|
|
lejos te llevan de mi lado amante? |
|
|
¡Ay! Que el zagal el látigo estallante |
|
|
chasquea, y los ruidosos cascabeles |
|
|
y las esquilas suenan, y al estruendo |
|
|
|
los rápidos caballos van corriendo. |
10 |
|
|
¿Y corren, corren, y de mí la alejan? |
|
|
¿La alejan más y más sin que mi llanto |
|
|
mueva a piedad su bárbara dureza? |
|
|
Parad, parad, o suspender un tanto |
|
|
|
vuestra marcha; que Laura su cabeza |
15 |
|
|
una vez y otra asoma entristecida |
|
|
y me clava los ojos; ¡que no sea |
|
|
la vez postrera que su rostro vea! |
|
|
¿Y corréis, y corréis? Dejad al menos |
|
|
|
que otra vez nuestros ojos se despidan, |
20 |
|
|
otra vez sola, y trasponeos luego. |
|
|
¡Corazones de mármol! ¿A mi ruego |
|
|
todos ensordecéis? En vano, en vano |
|
|
cual relámpago el coche se adelanta; |
|
|
|
en pos, en pos mi infatigable planta |
25 |
|
|
cual relámpago irá, que amor la guía. |
|
|
Laura, te seguiré de noche y día |
|
|
sin que hondos ríos ni fragosos montes |
|
|
me puedan aterrar; tú vas delante. |
|
|
|
Asoma, Laura; que tu vista amante |
30 |
|
|
caiga otra vez sobre mis tristes ojos. |
|
|
¿Tardas, ingrata, y en aquella loma |
|
|
te me vas a ocultar? Asoma, asoma, |
|
|
que se acaba el mirar. Sólo una rueda |
|
|
|
a lo lejos descubro; todavía |
35 |
|
|
la diviso; allí va; tened que es mía, |
|
|
es mía Laura; detened, que os veda |
|
|
robármela el amor; él a mi pecho |
|
|
para siempre la unió con lazo estrecho. |
|
|
|
¡Ay!, entre tanto que infeliz me quejo |
40 |
|
|
ellos ya para siempre se apartaron; |
|
|
mis ojos para siempre la han perdido; |
|
|
y sólo en mis dolores me dejaron |
|
|
el funesto carril por donde han ido. |
|
|
|
¿Por qué no es dado a mi cansada planta |
45 |
|
|
alcanzar su carrera? ¿Por qué el cielo |
|
|
sólo a las aves el dichoso vuelo |
|
|
benigno concedió? Jamás doliente |
|
|
llora el jilguero de su amor la ausencia; |
|
|
|
y yo entretanto de mi Laura ausente |
50 |
|
|
en soledad desesperada lloro |
|
|
y lloraré sin fin. Si yo la adoro, |
|
|
si ella sensible mis cariños paga |
|
|
¿por qué nos separáis? En dondequiera |
|
|
|
es mía, lo será; su pecho amante, |
55 |
|
|
yo le conozco, me amará constante, |
|
|
seré su solo amor... ¡Triste! ¿Qué digo? |
|
|
Que se aparta de mí, y a un enemigo |
|
|
se va acercando a quien amó algún día. |
|
|
|
Huye, Laura, no creas, desconfía |
60 |
|
|
de mi rival, y de los hombres todos. |
|
|
Todos son falsos, pérfidos, traidores, |
|
|
que dan pesares recibiendo amores, |
|
|
¡Almas de corrupción!, jamás quisieron |
|
|
|
con la ingenua verdad, con la ternura, |
65 |
|
|
con la pureza y la fogosa llama |
|
|
con que mi pecho enamorado te ama. |
|
|
Te ama, te ama sin fin; y tú entretanto |
|
|
¿qué harás de mí? ¿Te acordarás? ¿En llanto |
|
|
|
regarás mi memoria y tu camino? |
70 |
|
|
¿Probarás mi dolor, mi desconsuelo, |
|
|
mi horrible soledad? Astro del cielo, |
|
|
oh sol, hermoso para mí algún día, |
|
|
tú la ves, y me ves: ¿dónde está ahora? |
|
|
|
¿Qué hace? ¿Vuelve a mirar? ¿Se aflige? ¿Llora? |
75 |
|
|
¿O ríe con la imagen lisonjera |
|
|
de mi odioso rival que allá la espera? |
|
|
¿Y ésta es la paga de mi amor sincero? |
|
|
¿Y para esto infeliz, desesperado, |
|
|
|
sufro por ella, y entre angustias muero? |
80 |
|
|
¡Ah! Ninguna mujer ha merecido |
|
|
un suspiro amoroso, ni un cuidado. |
|
|
Tan prontas al querer como al olvido, |
|
|
fáciles, caprichosas, inconstantes, |
|
|
|
su amor es vanidad. A cien amantes |
85 |
|
|
quieren atar en su cadena a un tiempo, |
|
|
y ríen de sus triunfos, y se aclaman, |
|
|
y a nadie amaron porque a todos aman. |
|
|
¿Y mi Laura también?... no, no lo creo. |
|
|
|
Yo vi en sus ojos que me hablaba ansioso |
90 |
|
|
su veraz corazón; todo era mío; |
|
|
yo su labio escuché, y su labio hermoso |
|
|
mío le declaró; cuantos oyeron |
|
|
sus palabras, sus ayes, sus gemidos, |
|
|
|
es tuyo, y todo tuyo, me dijeron. |
95 |
|
|
Es mío, yo lo sé; que en tiernos lazos |
|
|
mil y mil veces la estreché en mis brazos, |
|
|
y al suyo uní mi Corazón ardiente, |
|
|
y juntos palpitaron blandamente, |
|
|
|
jurando amarse hasta la tumba fría. |
100 |
|
|
¡Oh memoria cruel! ¿Adónde han ido |
|
|
tantos, tantos placeres? Laura mía, |
|
|
¿dónde estás? ¿Dónde estás? ¿Que ya mi oído |
|
|
no escuchará tu voz armoniosa, |
|
|
|
mucho más dulce que la miel hiblea?, |
105 |
|
|
¿que sin cesar mi vista lagrimosa |
|
|
te buscará sin encontrarte? Al Prado, |
|
|
que tantas veces a tu tierno lado |
|
|
me vio, soberbio en mi feliz ventura, |
|
|
|
iré, por ti preguntaré, y el Prado, |
110 |
|
|
no está aquí, me dirá; y en la amargura |
|
|
de mi acerbo dolor, cuantos lugares |
|
|
allí tocó tu delicada planta |
|
|
todos los regaré con largo llanto, |
|
|
|
en cada cual hallando mil pesares |
115 |
|
|
con mil recuerdos. Bajaré perdido |
|
|
a las Delicias, y con triste acento, |
|
|
Laura, mi Laura, clamaré, y el viento |
|
|
mi voz se llevará, y allí tendido |
|
|
|
sobre la dura solitaria arena, |
120 |
|
|
pondrase el sol, y seguirá mi pena. |
|
|
A tu morada iré; con planta incierta |
|
|
toda la correré desesperado, |
|
|
y toda, toda la hallaré desierta. |
|
|
|
Furioso bajaré, y a mis amigos, |
125 |
|
|
de mi ardiente pasión fieles testigos |
|
|
preguntaré en silencio por mi amante; |
|
|
y ellos, la compasión en el semblante, |
|
|
nada responderán. ¡Desventurado! |
|
|
|
¿A quién me volveré? Si sólo un día |
130 |
|
|
durase mi dolor, yo me diría |
|
|
feliz, y muy feliz; pero mis ojos |
|
|
un sol, y otro verán, y cien tras ellos, |
|
|
y a Laura no verán. Sus labios bellos |
|
|
|
no se abrirán, y entre cordial ternura |
135 |
|
|
te amo repetirán mil y mil veces; |
|
|
ni con la suya estrechará mi mano, |
|
|
ni gozaré mirando la hermosura |
|
|
de su expresivo rostro soberano. |
|
|
|
¡Ay, que nunca a mis ojos tan hermosa |
140 |
|
|
brilló cual hoy cuando de mi partía! |
|
|
Jamás, jamás la olvidaré; una diosa, |
|
|
la diosa del amor me parecía. |
|
|
Sí, mi diosa serás, Laura adorada, |
|
|
|
la única diosa a quien mi pecho amante |
145 |
|
|
cultos tributará. Ya en adelante |
|
|
en todo el orbe para mí no existe |
|
|
más belleza que tú, ni más deseo; |
|
|
adorarte será mi eterno empleo. |
|
|
|
¡Oh Guadiana, Guadiana hermoso!, |
150 |
|
|
¡oh río entre los ríos venturoso!, |
|
|
¡oh mil veces feliz! Tú a Manzanares |
|
|
su tesoro robaste. Placenteras |
|
|
mirarán a mi Laura tus riberas |
|
|
|
contemplando cual pasan tus olitas, |
155 |
|
|
y unas en otras sin cesar se pierden. |
|
|
Pensativa al mirarlo, en mí la mente, |
|
|
ocultará en tu rápida corriente |
|
|
con mil lágrimas tristes mil amores. |
|
|
|
¡Oh si después hacia Madrid corrieras!, |
160 |
|
|
a las suyas mis lágrimas unieras. |
|
|
¡Ay!, dila, dila, cuando allí la vieres, |
|
|
que eternamente vivirá en mi pecho |
|
|
su inextinguible amor; que acongojado |
|
|
|
la lloro sin cesar; que lo he jurado, |
165 |
|
|
cuando la sien de abril ciñan las flores |
|
|
iré a exhalar entre sus dulces brazos |
|
|
todo mi corazón, y mil amores |
|
|
en cambio a recibir; que ella constante |
|
|
|
pague mi fe, porque en el mundo entero |
170 |
|
|
no encontrará un amor más verdadero. |
|
|
|
|
|
|
|
A un amigo en la muerte de un hermano
|
|
|
Es justo, sí; la humanidad, el deudo, |
|
|
tus entrañas de amor, todo te ordena |
|
|
sentir de veras y regar con llanto |
|
|
ese cadáver, para siempre inmóvil, |
|
|
|
que fue tu hermano. La implacable muerte |
5 |
|
|
abrió sin tiempo su sepulcro odioso |
|
|
y derribóle en él. ¡Ay! ¡A su vida |
|
|
cuántos años robó! ¡Cuánta esperanza! |
|
|
¡Cuánto amor fraternal! y ¡cuánto, cuánto |
|
|
|
miserable dolor y hondo recuerdo |
10 |
|
|
a su hermano adelanta y sus amigos! |
|
|
Vive el malvado atormentando, y vive, |
|
|
y un siglo entero de maldad completa: |
|
|
y el honrado mortal en cuyo pecho |
|
|
|
la bondadosa humanidad se abriga |
15 |
|
|
¿nace, y deja de ser? ¡Ay!, llora, llora |
|
|
caro Fernández, el fatal destino |
|
|
de un hermano infeliz; también mis ojos |
|
|
saben llorar, y en tu aflicción presente |
|
|
|
más de una vez a tu amistad pagaron |
20 |
|
|
su tributo de lágrimas. ¡Si el cielo |
|
|
benigno oyera los sinceros votos |
|
|
de la ardiente amistad! Al punto, al punto |
|
|
hacia el cadáver de tu amor volando |
|
|
|
segunda vida le inspirara, y ledo |
25 |
|
|
presentándole a ti, toma, dijera, |
|
|
vuelve a tu hermano y a tu gozo antiguo. |
|
|
Mas ¡ay!, el hombre en su impotencia triste |
|
|
no puede más que suspirar deseos. |
|
|
|
La losa cae sobre el voraz sepulcro |
30 |
|
|
y cae la eternidad; y en vano, en vano |
|
|
al que en su abismo se perdió le llaman |
|
|
de acá las voces del mortal doliente. |
|
|
Ni poder, ni virtud, ni humildes ruegos, |
|
|
|
ni el ay de la viudez, ni los suspiros |
35 |
|
|
de inocente orfandad, ni los sollozos |
|
|
de la amistad, ni el maternal lamento, |
|
|
ni amor, el tierno amor que el mundo rige; |
|
|
nada penetra los oídos sordos |
|
|
|
de la muerte insensible. Nuestros ayes |
40 |
|
|
a los umbrales de la tumba llegan, |
|
|
y escuchados no son; que los sentidos |
|
|
allí cesaron, la razón es muda, |
|
|
helóse el corazón, y las pasiones |
|
|
|
y los deseos para siempre yacen. |
45 |
|
|
Yacen, sí, yacen, el dolor empero |
|
|
también con ellos para siempre yace, |
|
|
y la vida es dolor. Llama a tus años, |
|
|
caro Fernández; sin pasión pregunta |
|
|
|
¿qué has sido en ellos? Y con tristes voces |
50 |
|
|
dirán: si un día te rió sereno, |
|
|
ciento y ciento tras él, tempestuosos |
|
|
tronando sobre ti, huellas profundas |
|
|
de mal y de temor sólo dejaron. |
|
|
|
Hórrido yermo de inflamada arena, |
55 |
|
|
do entre aridez universal y muerte |
|
|
solitario tal vez algún arbusto |
|
|
se esfuerza a verdear; tal es la imagen |
|
|
de esta vida cruel que tanto amamos. |
|
|
|
Enfermedad, desvalimiento, lloro, |
60 |
|
|
ignorancia, opresión, este cortejo |
|
|
nos espera al nacer, y apesadumbra |
|
|
la hermosa candidez de nuestra infancia |
|
|
que en nada es nuestra. Los demás ordenan |
|
|
|
a su placer de nuestro débil cuerpo; |
65 |
|
|
y nuestra mente a sus antojos sirve. |
|
|
Si nuestro llanto a su indolencia ofende, |
|
|
manda que pare su feroz dureza, |
|
|
o su bárbara mano enfurecida |
|
|
|
sobre nosotros cae. ¡Niño infelice! |
70 |
|
|
Llora ya, llora cuando apenas naces |
|
|
de la injusticia la opresión sangrienta, |
|
|
y el desprecio, el baldón, y tantos males, |
|
|
¡preludios, ay, de los que pos te aguardan!, |
|
|
|
tus años correrán, y por tus años |
75 |
|
|
hombre te oirás decir; mas siempre niño |
|
|
entre niños serás. Injusto y justo, |
|
|
opresor y oprimido todo a un tiempo |
|
|
de tus pasiones en el mar furioso |
|
|
|
perdido nadarás. En lucha eterna |
80 |
|
|
de acciones y deseos, mal seguro |
|
|
no sabrás qué querer; y fastidiado |
|
|
con lo presente, volarás ansioso |
|
|
a otro tiempo y lugar buscando siempre |
|
|
|
allá tu dicha donde estar no puedas. |
85 |
|
|
¿Y qué valdrá que en tu virtud contento |
|
|
goces contigo, si mirando en torno |
|
|
verás la humanidad acongojada |
|
|
largamente gemir? Despedazado |
|
|
|
tu tierno corazón verá los males, |
90 |
|
|
querrá aliviarlos, no podrá, y el lloro, |
|
|
sólo un estéril lloro es el consuelo |
|
|
que puede dar su caridad fogosa. |
|
|
¿Hay pena igual a la de oír al triste |
|
|
|
sufrir sin esperanza? ¡Oh muerte, muerte! |
95 |
|
|
¡Oh sepulcro feliz! ¡Afortunados |
|
|
mil y mil veces los que allí en reposo |
|
|
terminaron los males! ¡Ay!, al menos |
|
|
sus ojos no verán la escena horrible |
|
|
|
de la santa virtud atada en triunfo |
100 |
|
|
de la maldad al victorioso carro. |
|
|
No escucharán la estrepitosa planta |
|
|
de la injusticia quebrantando el cuello |
|
|
de la inocencia desvalida y sola; |
|
|
|
ni olerán los sacrílegos inciensos |
105 |
|
|
que del poder en las sangrientas aras |
|
|
la adulación escandalosa quema. |
|
|
¡Oh cuánto no verán! ¿Por qué lloramos, |
|
|
Fernández mío, si la tumba rompe |
|
|
|
tanta infelicidad? Enjuga, enjuga |
110 |
|
|
tus dolorosas lágrimas; tu hermano |
|
|
empezó a ser feliz; sí, cese, cese |
|
|
tu pesadumbre ya. Mira que aflige |
|
|
a tus amigos tu doliente rostro, |
|
|
|
y a tu querida esposa y a tus hijos. |
115 |
|
|
El pequeñuelo Hipólito suspenso, |
|
|
el dedo puesto entre sus frescos labios, |
|
|
observa tu tristeza, y se entristece; |
|
|
y marchando hacia atrás, llega a su madre |
|
|
|
y la aprieta una mano, y en su pecho |
120 |
|
|
la delicada cabecita posa, |
|
|
siempre los ojos en su padre fijos. |
|
|
Lloras, y llora; y en su amable llanto |
|
|
¿qué piensas que dirá? «Padre, te dice, |
|
|
|
¿será eterno el dolor? ¿No hay en la tierra |
125 |
|
|
otros cariños que el vacío llenen, |
|
|
que tu hermano dejó? Mi tierna madre |
|
|
vive, y mi hermana, y para amarte viven, |
|
|
y yo con ellas te amaré. Algún día |
|
|
|
verás mis años juveniles llenos |
130 |
|
|
de ricos frutos, que oficioso ahora |
|
|
con mil afanes en mi pecho siembras. |
|
|
Honrado, ingenuo, laborioso, humano, |
|
|
esclavo del deber, amigo ardiente, |
|
|
|
esposo tierno, enamorado padre, |
135 |
|
|
yo seré lo que tú. ¡Cuántas delicias |
|
|
en mí te esperan! Lo verás; mil veces |
|
|
llorarás de placer, y yo contigo. |
|
|
mas vive, vive, que si tú me faltas, |
|
|
|
¡oh pobrecito Hipólito!, sin sombra |
140 |
|
|
¡ay!, ¿qué será de ti huérfano y solo? |
|
|
No, mi dulce papá; tu vida es mía, |
|
|
no me la abrevies traspasando tu alma |
|
|
con las espinas de la cruel tristeza. |
|
|
|
Vive, sí, vive; que si el hado impío |
145 |
|
|
pudo romper tus fraternales lazos, |
|
|
hermanos mil encontrarás doquiera; |
|
|
que amor es hermandad, y todos te aman. |
|
|
De cien amigos que te ríen tiernos |
|
|
|
adopta a alguno, y si por mi te guías |
150 |
|
|
Nicasio en el amor será tu hermano». |
|
|
|
|
|
|
|
Zorayda
|
|
En elogio de una señora que en una función particular de teatro, hizo en esta
tragedia el papel de Zorayda. Como su sensibilidad y mérito resalta más que en
ningún otro lugar en el soliloquio que hay en el tercer acto, sobre él recae
principalmente el presente elogio. |
|
|
|
|
|
Era la noche; la modesta luna |
|
|
con rostro melancólico reía, |
|
|
de las selvas calladas visitando |
|
|
la augusta soledad, do la fortuna |
|
|
|
tal vez de algún amante se dolía |
5 |
|
|
sus lágrimas pasadas enjugando. |
|
|
Sueño, placer, amores |
|
|
doquier volaban; y Zorayda en tanto, |
|
|
sola con sus dolores, |
|
|
|
las rosas del jardín regando en llanto, |
10 |
|
|
en la Alhambra se queja, |
|
|
y mientras llora Abenamet se aleja. |
|
|
¿Se aleja? ¿Y es verdad? Su idolatrado, |
|
|
su solo gozo, su única esperanza, |
|
|
|
todo su corazón, su mundo entero, |
15 |
|
|
su Abenamet se aleja de su lado. |
|
|
¿Pudo agostar el soplo de venganza |
|
|
tantas flores de amor tan verdadero? |
|
|
¿Es de otro ya la mano |
|
|
|
que, niña aún, Zorayda balbuciente |
20 |
|
|
le ofreció? ¿Por qué en vano |
|
|
feliz entonces la fingió su mente |
|
|
si iba a nombrarla esposa |
|
|
su verdugo, y su amor vil alevosa? |
|
|
|
Entra esta voz en su inocente oído, |
25 |
|
|
y desmáyase y cae, y el reino odiado |
|
|
de la muerte en su pecho largamente |
|
|
se dilata. El terror despavorido |
|
|
al mirarla caer, yerto, erizado |
|
|
|
el cabello, se arroja omnipotente |
30 |
|
|
a los espectadores |
|
|
y ata sus miembros, y su labio abriendo, |
|
|
los más hondos temores |
|
|
va en sus almas atónitas vertiendo. |
|
|
|
Mudo el espanto vuela, |
35 |
|
|
y el ¡ay!, de todos en las fauces hiela. |
|
|
Ya torna en sí la moribunda amante. |
|
|
Va a respirar, y su primer aliento |
|
|
es un dolor que suena sollozando |
|
|
|
en sus entrañas. Quiere vacilante |
40 |
|
|
la cabeza elevar, y el sentimiento |
|
|
se la abate imperioso. Suspirando |
|
|
la vista en torno tiende, |
|
|
y nada ve sino su odiosa vida. |
|
|
|
Lucha una vez, pretende |
45 |
|
|
otra y otras alzarse, y desvalida |
|
|
cae. ¿Y en su angustia extrema |
|
|
sin amparo se ve? ¿Do estás, Zulema? |
|
|
Con rencorosa voz: ¡bárbaro!, clama |
|
|
|
a su esposo feroz. Luego gimiendo |
50 |
|
|
con el tono de amor más lastimero, |
|
|
por su querido, ¡el infeliz!, exclama |
|
|
y agudo sigue un ¡ay!, cual si, rompiendo |
|
|
su corazón, lanzase el postrimero |
|
|
|
aliento de su vida. |
55 |
|
|
Fija la mente en que su amor traidora |
|
|
la juzgó a su partida, |
|
|
se ahoga en amarguras, calla, llora; |
|
|
y en tanto mil pasiones |
|
|
|
hablan en su semblante y sus acciones. |
60 |
|
|
Odio, deber, amor, miedo, venganza, |
|
|
un volcán de pasiones fulminantes |
|
|
dentro de su alma combaten destrozada. |
|
|
El odio triunfa; con furor se lanza |
|
|
|
del asiento, los ojos centellantes, |
65 |
|
|
la voz hirviendo en la garganta hinchada, |
|
|
blanco y trémulo el labio, |
|
|
incierto el pie, los músculos turgentes, |
|
|
a su esposo en su agravio |
|
|
|
le provoca, y en ansias impacientes |
70 |
|
|
a su querido llama, |
|
|
y más que nunca en su delirio le ama. |
|
|
Tiende los brazos cual si allí le viera, |
|
|
le repite su amor, enajenada |
|
|
|
ya su esposa se juzga, y de repente |
75 |
|
|
su ilusión desparece placentera; |
|
|
en vez de Abenamet halla pasmada |
|
|
que es ya de Boabdil eternamente. |
|
|
Para; sus miembros riega |
|
|
|
frío sudor; su lengua entorpecida |
80 |
|
|
al paladar se pega; |
|
|
vuelve al cielo la vista dolorida |
|
|
y calla y sigue el cielo |
|
|
en su quieto girar, y ella en su duelo. |
|
|
|
En su silencio estúpido la espanta |
85 |
|
|
la imagen de un esposo a quien ofende. |
|
|
Teme; sola se ve; marcha a su amiga |
|
|
y ¡en vano, en vano la rebelde planta |
|
|
en busca suya acelerar pretende!, |
|
|
|
que el rígido pavor sus miembros liga. |
90 |
|
|
Su palpitante pecho |
|
|
fuerza el aliento y a Zulema llama, |
|
|
y muere a largo trecho |
|
|
sin respuesta su voz. Otra vez clama |
|
|
|
y huye, dice al momento, |
95 |
|
|
do no veas mi torpe abatimiento. |
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|
¡Cuál se aflige de amar, y siempre amando! |
|
|
¡De aborrecer, y siempre aborreciendo! |
|
|
¡De faltar a un deber que doloroso |
|
|
|
un sepulcro infeliz le está aguardando! |
100 |
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|
¡Cuán sublime expresión! Está vertiendo |
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|
los afectos en mar tempestuoso, |
|
|
su marcha, su semblante, |
|
|
su silencio, su voz. ¡Ah!, no hay acento, |
|
|
|
no hay pincel que bastante |
105 |
|
|
sea ni a bosquejar tanto portento; |
|
|
ni ya mi pecho aspira |
|
|
sino sólo a sentir; romped mi lira. |
|
|
Rompedla al punto, que jamás mi mano |
|
|
|
la volverá a pulsar. Almas piadosas |
110 |
|
|
no creáis a mi voz; a su presencia |
|
|
venid; ved a Zorayda. ¿Hay labio humano |
|
|
que ose de sus acciones afectuosas |
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|
retratar la volcánica elocuencia |
|
|
|
ni el penetrante acento |
115 |
|
|
que habla en la muchedumbre de sus males? |
|
|
Tan vasto sentimiento |
|
|
no cabe, no, en los pechos de mortales. |
|
|
Basta, Zorayda, tente |
|
|
|
que yo expiro al dolor que tu alma siente. |
120 |
|
|
¿Y quién resistirá? ¡Llámese fiera |
|
|
el bárbaro mortal que no se ablande |
|
|
a tu voz y a tu vista abrasadora! |
|
|
¡Zorayda celestial! ¡Oh! ¡Quién me diera |
|
|
|
de Píndaro y de Sófocles el grande |
125 |
|
|
genio eternizador! En cuanto dora |
|
|
el sol, de gente en gente, |
|
|
en alas de mi musa volaría |
|
|
tu nombre eternamente, |
|
|
|
y lágrimas sin fin arrancaría. |
130 |
|
|
Mas, ¡ay!, ¡nací en mal hado! |
|
|
Admirarte y callar sólo me es dado. |
|
|
|
|
|
|
|
En la ausencia de Cloe
|
|
|
Espera, tente, ¿por ventura esquivas |
|
|
mi sincera pasión? ¿Huyes ingrata, |
|
|
de quien nació para adorarte?...¿Adónde, |
|
|
adónde has ido, celestial imagen |
|
|
|
de mi querida Cloe? Ahora, ahora |
5 |
|
|
en este punto, en mis amantes brazos |
|
|
la vi, estreché mi corazón al suyo; |
|
|
y palpitaba, y palpité; y sus ojos |
|
|
en los míos ardieron; mis labios |
|
|
|
en los suyos pegué; y un alma sola |
10 |
|
|
entre los dos erró. Lo ví; no es sueño, |
|
|
no es mentida ilusión: ¿cabe por suerte |
|
|
tanta verdad en la apariencia vana? |
|
|
Aquí ha de estar; la llamaré: ¿mi Cloe, |
|
|
|
Cloe, mi Cloe?... Tenderé los brazos, |
15 |
|
|
y a mis brazos vendrá: Cloe, ¿qué esperas? |
|
|
¿Cloe, mi Cloe?...Pero ¿en cuál delirio |
|
|
así me arrastra mi exaltada mente? |
|
|
La llamo; y ella, en apartado clima, |
|
|
|
mi voz no escucha. ¿Para qué destierras, |
20 |
|
|
sol importuno, las piadosas sombras |
|
|
de la noche feliz? Dichoso en ella |
|
|
yo me gozaba en la mentida magia |
|
|
de un sueño bienhechor; cruel llamaste |
|
|
|
con tu luz a mis párpados tranquilos, |
25 |
|
|
y abrí inocente, y con mi dulce sueño |
|
|
voló mi dicha, y empezó mi llanto. |
|
|
¡Astro de maldición! Huye, apresura |
|
|
tu giro de dolor; cae, y en tu ocaso |
|
|
|
también mi vida para siempre caiga. |
30 |
|
|
¡Puedan los rayos de tu nuevo oriente |
|
|
en el féretro hallar mis yertos ojos |
|
|
cerrados a tu luz, cayendo en torno |
|
|
el llanto de mi madre y mis amigos! |
|
|
|
¡Gocen ¡ay!, gocen de tu hermosa lumbre |
35 |
|
|
los que impacientes con la noche anhelan |
|
|
por tu presencia, y a la aurora llaman! |
|
|
La aurora los oirá, y ellos felices |
|
|
serán de nuevo al rosear la aurora. |
|
|
|
Mas yo ¡infeliz!, que, de mi Cloe lejos, |
40 |
|
|
no puedo ver su idolatrado rostro |
|
|
¿qué es el sol para mí? ¡Triste!, algún día |
|
|
me hizo también su resplandor dichoso! |
|
|
Al asomar su refulgente carro, |
|
|
|
latiendo el pecho, la veré, exclamaba; |
45 |
|
|
y la veía en verdad. Ora risueño |
|
|
a su morada en la mitad del día |
|
|
iba con planta presurosa, y Cloe |
|
|
ya me esperaba. Los amantes brazos |
|
|
|
al verme abría, y en su pecho ardiente |
50 |
|
|
estrechándome tierna, un dulce beso, |
|
|
un beso, todo amor, entre mis labios |
|
|
iba a esconder; y luego me miraba, |
|
|
y sonreía, y de su boca en torno |
|
|
|
mil y mil besos para mí nacían. |
55 |
|
|
¡Ay! ¿Dónde huyeron tan alegres horas? |
|
|
¿Do están los juegos cariñosos? ¿Dónde |
|
|
las lágrimas de amor, los juramentos |
|
|
de una eterna constancia, los desmayos, |
|
|
|
los ayes de placer; las blandas quejas, |
60 |
|
|
los enojos tal vez, nuncios felices |
|
|
de un cariño mayor en nuevas paces? |
|
|
Cloe ¿do estás? Desesperado corro |
|
|
por todas partes en tu busca, y hallo |
|
|
|
en todas partes soledad. Perdido |
65 |
|
|
voy a los olmos, cuyas verdes ramas |
|
|
una vez y otra en las serenas tardes |
|
|
te miraban pasar, y allí sentado |
|
|
esperándote estoy. Pasan las bellas, |
|
|
|
pasan, y pasan, y la noche viene; |
70 |
|
|
pero mi amante no. ¿Qué es ésto, Cloe? |
|
|
Cloe ¿qué es ésto? Cuando sólo vivo |
|
|
al resplandor de tus hermosos ojos |
|
|
¿así permites que en perpetua noche |
|
|
|
me consuma el dolor? ¿Esta es la paga |
75 |
|
|
de tanto amor como mi ardiente pecho |
|
|
anidó para ti, para ti siempre, |
|
|
y sólo para ti? ¿Y eres piadosa? |
|
|
Iré: mis labios en aquesta noche |
|
|
|
el nombre odioso te darán de ingrata. |
80 |
|
|
Iré al instante: en tu mansión ahora |
|
|
entrar furioso me verás. Partamos: |
|
|
la diré... la diré... ¡Poder del cielo!... |
|
|
¡Ay! Las antorchas que en la noche umbría |
|
|
|
la entrada a su mansión iluminaron |
85 |
|
|
todas muertas están: están cerradas |
|
|
en silenciosa oscuridad las puertas. |
|
|
Ha partido: es verdad: partió, y en vano |
|
|
mi amor la busca en su fatal delirio. |
|
|
|
Ha partido por fin, y triste y solo |
90 |
|
|
no habrá en la tierra quien me diga te amo. |
|
|
Ha partido por fin, y a mi me deja |
|
|
cual huerfanito que la sombra pierde |
|
|
de su madre al nacer. Solo en el mundo |
|
|
|
estas lágrimas solas me acompañan; |
95 |
|
|
estas amargas lágrimas que riegan |
|
|
de su morada las paredes frías. |
|
|
¡Paredes de mi amor, ay! ¡Si albergasen |
|
|
entrañas de piedad! Ellas conmigo |
|
|
|
llorarían también, ellas me amaran |
100 |
|
|
como las amo yo; pero mi labio |
|
|
las toca sin cesar, y ellas heladas |
|
|
mis besos y mis lágrimas reciben |
|
|
sin dolerse de mi. Guardad al menos |
|
|
|
tantos cariños, y decid a Cloe |
105 |
|
|
cuando retorne a vos. «Aquí tu amante |
|
|
todas las noches te lloró, y entre ayes |
|
|
mil y mil veces repitió tu nombre |
|
|
al son tal vez de la ruidosa lluvia. |
|
|
|
Aquí le vimos (levantando al cielo |
110 |
|
|
los mustios ojos, que después volvía |
|
|
hacia el lugar adonde tú partiste) |
|
|
mil bendiciones enviar a Cloe. |
|
|
Besaba el aire en su ilusión diciendo: |
|
|
|
Acaso este aire tenderá sus alas |
115 |
|
|
y hacia ella volará, y jugando en torno |
|
|
de sus mejillas, la dará mi beso. |
|
|
Después, clavando con ardor la mano |
|
|
sobre su corazón; hasta el sepulcro, |
|
|
|
más allá del sepulcro, eternamente |
120 |
|
|
suyo todo será, clamaba; y luego |
|
|
«¡pueda un día, una hora, un mismo instante |
|
|
abrazados los dos en nudo estrecho, |
|
|
sus labios y sus ojos en los míos, |
|
|
|
mi pecho y corazón clavado al suyo |
125 |
|
|
vernos así expirar! ¡Pueda una tumba, |
|
|
pueda un solo ataud cerrar piadoso |
|
|
nuestras cenizas en descanso eterno! |
|
|
Aquesto la diréis; mas no: ¿quién sabe |
|
|
|
si entonces ella me amará? ¿Si odioso |
130 |
|
|
ya le será mi desdichado nombre?, |
|
|
nombre que un día recreó su oído. |
|
|
¡Ay! ¡Ay! Tal vez su corazón prendado |
|
|
de otro amante mejor... Ámale, Cloe, |
|
|
|
ámale, sí, como su amor te ría. |
135 |
|
|
Mi lengua callará; mi triste labio, |
|
|
mudo a las quejas, se abrirá tan solo |
|
|
para colmarte en bendiciones. Ama; |
|
|
sé tú feliz, y mas que yo perezca. |
|
|
|
¡Ella es feliz!, exclamaré muriendo. |
140 |
|
|
Y alegre exhalaré, pensando en Cloe, |
|
|
mi último amor con mi postrer suspiro. |
|
|
|
|
|
|
|
La rosa del desierto
|
|
|
¿Dónde estás, dónde estás, tú que embalsamas |
|
|
de este desierto el solitario ambiente |
|
|
con tu plácido olor? Con él me llamas |
|
|
hacia ti más y más, te busco ardiente, |
|
|
|
e ingrata a mi cuidado, |
5 |
|
|
triste me dejas en mi afán burlado. |
|
|
Bella entre flores bellas |
|
|
¿por qué te escondes y mi amor esquivas? |
|
|
¿Temes que yo prefiera |
|
|
|
a tu hermosa franqueza la altanera |
10 |
|
|
pompa del tulipán, o la inodora |
|
|
anémona que al iris desafía, |
|
|
o del clavel la majestad grandiosa? |
|
|
No; todo cede para mi a la rosa, |
|
|
|
la rosa es mi placer, ven, ven, ofrece |
15 |
|
|
tu modesta beldad a mi deseo, |
|
|
oh rosa virginal. ¿Me engaño, o veo |
|
|
su purpúreo color que allí aparece |
|
|
por entre una quebrada? |
|
|
|
Es, es, no hay duda; en los paternos brazos |
20 |
|
|
de su rosal sentada |
|
|
con lentitud se mece |
|
|
al movimiento blando |
|
|
de un cefirillo que la está besando. |
|
|
|
¡Oh salve, salve! ¿Qué mi vista ansiosa, |
25 |
|
|
cansada ya de la aridez penosa |
|
|
que en torno te rodea |
|
|
al fin en tu belleza se recrea? |
|
|
¡Oh flor amable! En tus sencillas galas |
|
|
|
¿qué tienes, dí, que el ánimo enajenas |
30 |
|
|
y de agradable suspensión le llenas, |
|
|
en cada olor que liberal exhalas |
|
|
de tu cáliz ingenuo, un pensamiento, |
|
|
un recuerdo, un amor... no sé que siento |
|
|
|
allá dentro de mi, que enternecido |
35 |
|
|
suelto la rienda al llanto, |
|
|
y encuentro en mi aflicción un dulce encanto. |
|
|
Sola en este lugar, ¿cuándo, qué mano |
|
|
pudo plantarte en él? ¿Fue algún anciano |
|
|
|
que recordó sus días juveniles |
40 |
|
|
pasando por aquí, y al ver su muerte |
|
|
en recogerlos se afanó y guardarlos |
|
|
dentro de tu raíz? ¿O fue un amante, |
|
|
que abandonado ya de una inconstante |
|
|
|
huyó a esta soledad, queriendo triste |
45 |
|
|
olvidar a su bella, |
|
|
y este rosal plantó pensando en ella? |
|
|
Era un hombre de bien del hombre amigo |
|
|
quien un yermo infeliz pobló contigo, |
|
|
|
que en medio a la aridez así pareces |
50 |
|
|
cual la virtud sagrada |
|
|
de un mundo de maldades rodeada. |
|
|
¡Ah! Rosa es la virtud, y bien cual rosa |
|
|
dondequiera es hermosa, |
|
|
|
espinas la rodean dondequiera, |
55 |
|
|
y vive un solo instante |
|
|
como tú vivirás. ¡Ay! Tus hermanas |
|
|
fueron rosas también, también galanas |
|
|
las pintó ese arroyuelo, cual retrata |
|
|
|
en ti de tu familia la postrera. |
60 |
|
|
Del tiempo fugitivo imagen triste |
|
|
él corre, correrá, y en su carrera |
|
|
te buscará mañana con la aurora, |
|
|
y no te encontrará, que ya esparcidas |
|
|
|
tus mustias hojas sin honor caídas |
65 |
|
|
sobre la tierra dura |
|
|
el fin le cantarán de tu hermosura. |
|
|
¡Oh si me fuese dado |
|
|
tus horas prolongar cediendo un día |
|
|
|
en tu favor del tiempo que me toca! |
70 |
|
|
Gozoso más en breve marcharía |
|
|
hacia mi tumba helada |
|
|
porque durase más mi flor amada. |
|
|
¡Imposibles soñados! ¡Ay!, siquiera |
|
|
|
toma, guarda ese beso |
75 |
|
|
de mi amistad sincera |
|
|
y esa parte de mí contigo muera. |
|
|
¿Y qué, sola, olvidada, |
|
|
sin que su labio y su pasión imprima |
|
|
|
en ti ninguna amante |
80 |
|
|
en fin perecerás sin ser llorada? |
|
|
¿No volará en su muerte |
|
|
ningún ay de tristeza |
|
|
de la fresca belleza |
|
|
|
que en ti contemple su futura suerte? |
85 |
|
|
¡Oh Clori, Clori!, para ti esta rosa, |
|
|
bella cual mi cariño, |
|
|
aquí nació: la cortará mi mano |
|
|
y allá en tu pecho morirá gloriosa. |
|
|
|
Guarda, tente, no cortes, y perdone |
90 |
|
|
Clori esta vez; que por ventura injusto |
|
|
bajará a este lugar algún celoso |
|
|
venganzas meditando allá en la mente |
|
|
de una triste inocente |
|
|
|
que amarle hasta morir en tanto jura. |
95 |
|
|
Al mirar esta rosa de repente |
|
|
se calmarán sus celos, y bañado |
|
|
en llanto de ternura |
|
|
maldecirá su error, y arrepentido |
|
|
|
irá a abjurarle ante su bien postrado. |
100 |
|
|
o la verá tal vez algún esposo |
|
|
ya en sus cariños frío; |
|
|
y la edad de sus flores recordando, |
|
|
fija la mente en su marchita esposa, |
|
|
|
clamará en su interior, también fue rosa: |
105 |
|
|
y con este recuerdo despertando |
|
|
el fuego que en su pecho ya dormía, |
|
|
la volverá un amor que de ella huía. |
|
|
¿Y quién sabe si acaso maquinando |
|
|
|
la primera maldad, con torvo ceño |
110 |
|
|
vendrá algún infeliz solo, perdido |
|
|
de pasiones terribles combatido? |
|
|
Al llegar donde estoy verá esta rosa, |
|
|
la mirará, se sentará a su lado, |
|
|
|
e ignorando por qué, su pecho herido |
115 |
|
|
de una dulce terneza |
|
|
amará, de mi flor estimulado, |
|
|
la belleza moral en su belleza. |
|
|
¡Ay!, que del crimen al cadalso infame |
|
|
|
tal vez ese infeliz se despeñara |
120 |
|
|
si esta rosa escondida |
|
|
la virtud en su olor no le inspirara. |
|
|
Queda, sí, queda en tu rosal prendida, |
|
|
oh rosa del desierto, |
|
|
|
para escuela de amor y de virtudes. |
125 |
|
|
Queda, y el pasajero |
|
|
al mirarte se pare y te bendiga, |
|
|
y sienta y llore como yo, y prosiga |
|
|
más contento su próspero camino |
|
|
|
sin que te arranque de tus patrios lares. |
130 |
|
|
¿Es tan larga tu edad para que quiera |
|
|
cortarte, acelerando tu carrera? |
|
|
No; queda, vive, y el piadoso cielo |
|
|
dos soles más prolongue tu hermosura. |
|
|
|
¡Puedas lozana y pura |
135 |
|
|
no probar los rigores |
|
|
del bárbaro granizo, |
|
|
ni los crudos ardores |
|
|
de un sol de muerte; ni jamás tirano |
|
|
|
tus galas rompa el roedor gusano. |
140 |
|
|
No: dura, y sé feliz cuanto desea |
|
|
mi amistad oficiosa; |
|
|
y feliz a la par contigo sea |
|
|
la abejilla piadosa |
|
|
|
que en tu cáliz posada |
145 |
|
|
hace a tus soledades compañía. |
|
|
Adiós, mi flor amada, |
|
|
adiós, y eterno adiós. La tumba fría |
|
|
me abismará también; mas si en mi musa |
|
|
|
llego a triunfar del tiempo y de la muerte, |
150 |
|
|
inseparable de tu dulce amigo |
|
|
eternamente vivirás conmigo. |
|