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ArribaAbajoPoema 34


a Camilo Sánchez




ArribaAbajo El poeta
es una guitarra:
con una caja de resonancia, el cuerpo;
con unas cuerdas infinitas, el alma;
pero con una sola diferencia:  5
se ejecuta a sí mismo.

El poeta
moldea su cuerpo frágil,
afina sus cuerdas mudas
y de un suspiro escapa:  10
la poesía.
Como la guitarra,
con madera salvaje
y sedas sonoras
se revienta: en melodía.  15




ArribaAbajoPoema 35


Sentimientos porteños


ArribaAbajo    Una garúa engañosa,
simulando invierno,
golpea mi caja de recuerdos
y pone candados a mi cofre de olvidos.

   Siento tu «adiós», nuevamente,  5
de aquel invierno que fue un día
y me hace sentir de mil maneras:
me siento como un Buenos Aires
sin tango, sin bohemios, sin obelisco;
me siento como la Plaza de Mayo  10
sin palomas, en una tarde gris;
me siento como el bandoneón sin Troilo,
en una noche de cantina en la Boca;
me siento como el tango huérfano,
empedernido, sin Gardel ni Manzi;  15
me siento como el sísmico subterráneo
que añora el traqueteo del tranvía;
me siento como el barrio de San Telmo,
carcomido por la demolición «urbanizadora»;
me siento como las calles empedradas  20
que están llenas de ausencias...
y me siento como el Buenos Aires de hoy
mentiroso, hipócrita y aburguesado,
sabiendo que tu «adiós», mi verdad,
quedó en el pasado, me dejo llevar  25
por este Tiempo Loco, sin compasión.




ArribaAbajoPoema 36


ArribaAbajo   Acurrucado en una esquina sin regazo
de un paso subterráneo
sepultado
en una noche antártica e inhumana.

   Acompañado por dos cajas de ballenitas  5
separándolo del mundo
en soledad
duerme como un gorrión mojado.

    En una estación de eterno «adiós»
pernocta desnudado por la gente  10
en cuclillas
con la cabeza clavada en el pecho.

   Sencillamente
duerme en silencio
para qué despertarlo  15
tal vez esté soñando en mil cosas
cosas que despierto jamás las tendrá
quizás esté andando en la «bici»
o remontando barriletes
o aprendiendo a escribir en la escuela  20
o viviendo en una casa como todos
o durmiendo en una cama como cualquiera
o creyendo en los Reyes Magos
o cantando una canción desconocida
o mirando un mundo bueno y distinto  25
o sintiendo una alegría infinita y real
o sonriendo simplemente
porque olvida su hambre en ese instante
porque no siente el frío del invierno
porque ahí no existe la indiferencia  30
porque olvida todo lo que no tiene
porque olvida que está solo y durmiendo.

    Quisiera paralizar todo el universo
no permitir que los trenes cargados
lo sigan aplastando más y más  35
detener el tiempo en cualquier lugar
juntar todo el viento en mi bolsillo
apagar la mirada de la gente que acecha
su figura y lo hiere cruelmente
parar todo lo móvil y lo inmóvil.  40

    Todo... para que nunca se despierte... en la miseria.




ArribaAbajoPoema 37


ArribaAbajo    La sombra, deliberadamente,
empaña el muro de color inocente
como el implacable tatuaje de sufrimiento
en la frente quemada del labriego.
El sol, incógnito como siempre,  5
muestra solamente su faz crepitante
¿Cómo será la otra, su reverso?
¡O acaso desconoce las opciones azarosas
de cara y ceca, moneda corriente
entre los niños que rifan la suerte!  10
El rocío desborda un pétalo
y gotea en secreto, silenciosamente;
todo el mundo asiste con la indiferencia,
sólo un ermitaño poeta, extático,
advierte el espectáculo y lo disfruta.  15
Las vías paralelas parecen unirse
a lo lejos y un tren, viboreante,
las desune bajo sus chirriantes ruedas;
los brazos humanos se han alargado
de tanto desplegar, como alas de gorrión,  20
para invocar a Dios y sin volar nunca;
y la angustia reboza en mis ojos
como sangre en labios de una herida
y mi mirada se proyecta en sombra
sobre el muro de color inocente.  25




ArribaAbajoPoema 38


Li - ber - tad


ArribaAbajo    El lago, suavemente,
lame sus veras.
El río, ligeramente,
lame sus riberas.
El mar, brutalmente,  5
lame sus peñas.
El perro, inocentemente,
lame a su dueño.

    El sol, diariamente,
enciende su farol.  10
La luna, todas las noches,
acuna al pantano.
Las madres, diariamente,
pierden a sus hijos.
Los obreros, diariamente,  15
se crucifican por el pan.

    Un niño haraposo y cara sucia,
una tarde de invierno en el puerto,
pregunta a su padre, mendigo y maloliente:
- ¿Qué es Li - ber - tad? -deletreando,  20
afanosamente, el nombre de un barco.
-¿Qué puede saber de libertad un hombre
que nunca fue esclavo? -contestó el padre
con los ojos perdidos en la lejanía del mar.




ArribaAbajoPoema 39


ArribaAbajo    Las dudas son inquilinas
de mi alma inhóspita
y las rabias, una fruta
entre mis dientes rabiosos.

   Mis puños se han cerrado,  5
implacablemente, al apretón
de manos amigas
y a mis ojos todo es gris.

    Mis labios se han cicatrizado,
herida de boca curada,  10
y la sonrisa es inconcebible
y los besos resultan absurdos.

   Los abrazos me asfixian,
humareda de tizones,
y las caricias me duelen  15
sobre mi piel lacerada.

    Mi mirada se ha opacado,
rendija acechante y cruel,
y mis hombros ya están viejos
para soportar tantas penas.  20

   Mi existencia es un álbum
de ausencias y adioses
y estos versos son resabios
de mis suspiros intermitentes
y los desengaños que, últimamente,  25
se han multiplicado en mi pecho.




ArribaAbajoPoema 40


ArribaAbajo    La amplia avenida:
poblada de automóviles
-con sus bocinazos sordos-
brisa verde, olor a pastos,
y una sirena que llora,  5
sin llanto, por alguien
pero no por el perro
tirado en la cuneta
como un perro cualquiera.

    Un niño pondera, boquiabierto  10
desde un colectivo sin chofer,
y por un momento
se detuvo el tiempo
en aquellos ojos sin espacio
del niño anónimo:  15
un perro tirado en la cuneta
con las tripas
desparramadas al azar.

    Un barrendero lo recoge
sin saber que era un ángel.  20
«Hay hombre que muere como perro
y perro que vive como hombre»,
dijo un borracho una vez.




ArribaAbajoPoema 41


ArribaAbajo Los viajes interminables de todos los días
en tren, ida y vuelta, hacia el trabajo;
apretujados como corderos en un acoplado
que van al matadero para no volver más.
Todo parece -y es- trágico, dramático  5
y macabro, pero también tiene sus encantos
cosas terriblemente románticas y dulces,
como aquella Muchacha -entre unos centenares
de ojos rabiosos que a uno lo acechan-
de ojos llenos de paz y labios heridos.  10
En el trabajo las mismas hojas de ayer
y el mismo árbol de siempre: árbol y hojas
sin otoño ni retoño: i - n - e - r - c -i - a...
El capataz que rezonga por oficio.
El portero que mira como un gato  15
sin ver en los ojos los propios horcones.
El patrón que putea por ser el patrón
o porque pidieron aumentos los Muchachos.
Pero también tiene su polo positivo
como el Abuelo que nos invita, a escondidas,  20
con un mate o con algún sanwichito.
Y están también las cachetadas que no son
de los viajes ni de la fábrica,
sino de la Calle y la casa: los amigos
que se ven sólo cuando brilla el sol,  25
enemigos que nacen con el crepúsculo
y amigos-enemigos que uno tiene simultáneamente
cuando hay un eclipse, ya sea de sol o de luna;
y el alquiler que está por llegar y no perdona
y los sábados que invitan a las parrandas  30
y los sueños que están tristes y muertos
como una guitarra sin cuerdas.




ArribaAbajoPoema 42


a Patricia Oppenheimer




ArribaAbajo    Te conozco sin conocerte
como conozco a la muerte,
porque te siento cerca,
porque te pienso un poema
que espera ser escrito;  5
porque te imagino una hoja seca
que sueña con una gota de rocío.

   Te conozco sin conocerte
como conozco a la luna,
porque te siento amiga,  10
porque te pienso una lágrima
que añora un pañuelo;
porque te imagino un horizonte
que anhela una mirada.

    Te conozco sin conocerte  15
como conozco a Alfonsina,
porque te siento mujer,
porque te pienso una guitarra
que calla una canción;
porque te imagino un campo  20
que ignora un alambrado.

    Mientras, todos éstos los imagino,
tu voz se hace carne en mi alma,
y recuerdo que te dije: «La vida,
es una herida que siempre duele».  25




ArribaAbajoPoema 43


ArribaAbajo    El ciego pregona su desgracia
-al compás de su bastón saltarín-
y pide una limosna de indemnización
como culpando a la gente de su miseria.

   El lustrabotas se pinta a sí mismo  5
-gorrión de pies descalzos y cantor-
simulando zapatos de mil caminos
que quiere brillar bajo el cepillo.

   El linyera trajina sus aceras
-ritualmente todos los días-  10
y busca un milagro en los tachos
herrumbrados y sin contenido alguno.

   El poeta urde sin aguja ni hilo
-tarántula laboriosa y estúpida-
y su tramaje -invisible- atrapa  15
las palabras para su menú de monstruo.

   El rico se deleita en su riqueza
-Alí Babá anticuado y ciego-
y se desespera pensando en la muerte.

   No obstante, la luna -barrilete  20
sin cola de mi desvelo- tirita
alegremente en lo infinito
y se derrama conmovida
sobre el pantano sin dimensión.




ArribaAbajoPoema 44


ArribaAbajo    En esta tarde hipócrita de abril:
pienso qué hubiera sido de mí
si yo fuera un árbol deshojado,
esperando a la lejana primavera
y sin tener pies para caminar;  5
siento, mientras voy caminando
sin destino pero apresurado,
que en mi alma está lloviendo,
siento, al doblar esta esquina
desplumada de historias (modernizada),  10
que en la punta de mi melancolía
está posando una trémula mariposa;
imagino, al extender una anciana
la mano necesitada de monedas,
que el sol está llorando a solas  15
al negársele las nubes abrazar
al mundo con su noche de luz;
siento, al beber un vaso de lluvia
en un bar altruista de Buenos Aires,
que un niño triste se ha instalado,  20
sin saber -desde siempre- en mi corazón.

   En esta tarde hipócrita de abril:
pienso que lo único que hice en mi vida
que valió la pena fue caminar,
y siento que lo único que me queda  25
por hacer, después de este poema, es llorar.




ArribaAbajoPoema 45


ArribaAbajo    Mis manos hacendosas
ignoran la suavidad de las tuyas
y la sabiduría de tu piel;
mis manos silenciosas
desconocen la calidez de las tuyas  5
y la espesura de tu pelo;
mis manos candorosas
imaginan la caricia de las tuyas
y las cimas de tu pecho;
mis manos laboriosas  10
no conocen el huerto de las tuyas
y los límites de tu cuerpo;
mis manos estudiosas
no saben la escritura de las tuyas
y el idioma de tus ojos;  15
mis manos temblorosas
no comprenden la blancura de las tuyas
y la perfección de tus piernas.

    Mis manos te ignoran.
No saben nada, ni tu nombre.  20
Nunca te habían visto,
siempre han estado solas;
pero te imaginan un poema
mientras juguetean juntas
entre las cuerdas de mi guitarra.  25




ArribaAbajoPoema 46


ArribaAbajo    Golpeando puertas y puertas
me paso los días, últimamente,
-como regalando cachetadas-
en busca de un trabajo.
Todas las puertas se abren  5
como bocas de un solo labio
y se cierran rechinando
de indiferencia.
De tanto golpear, inútilmente,
mi mano -ya encallecida-  10
adquirió un ritmo y un compás;
y, de tanto pedir y pedir
a la nada, mi corazón musita
una amarga canción.
¡Cuánto duele extender la mano  15
y pedir! Si duele el pedir
¿¡Cuánto más dolerá el dar!?
No hay trabajo para mi oficio
porque en los diarios piden
para todos los quehaceres,  20
menos para mí. ¡Qué raro!
Hubo tantos -en otros tiempos-
de mi oficio que trabajaron,
aunque la mayoría murieron
de hambre.  25
¿O será que en esta época el mundo
ya no necesita de poetas?




ArribaAbajoPoema 47


ArribaAbajo Una mesa con un mantel sangriento
un pocillo de café amargo,
hiel de esta soledad irremediable
y una tarde que se despide triste.
En contraste, un murmullo de besos  5
provoca una pareja en una mesa vecina
y estos codos gastados que se clavan,
cruelmente, en la piel de la madera.
Y pienso que la soledad es un pájaro
sin alas que ha olvidado el vuelo;  10
y la caricia es un garabato
que utiliza un lenguaje universal;
y la retórica es una sentina de palabras
que respira hediondamente;
y la luna es la hostia del mundo  15
que espera una boca incontaminada;
y la noche es un cuervo hambriento
que acecha tenebrosamente;
y la amistad es una parábola
que todavía no se ha escrito;  20
y la mujer es una luciérnaga apagada
que se venga en pleno sol;
y la reunión en una mesa de café
es un rito telúrico bastante ambiguo
y «la poesía es el último refugio del alma»  25
como dijo un poeta alguna vez.

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ArribaAbajoPoema 48


ArribaAbajo La palabra es la flor del6 silencio,
el silencio es un campo monótono
y la música es el fruto del alma.

El día es la mirada acuosa del sol,
el sol es un barrilete incendiado  5
y la noche es la sombra de la luz.

La caricia es el sueño de la piel,
la piel es un horizonte sin montañas
y las manos son dos mariposas cansadas.

El otoño es la pesadilla de la primavera,  10
la primavera es la sonrisa del Universo
y la cigarra es un juglar absurdo.

La lluvia es una diosa para el desierto,
el desierto es un hombre hecho arenas
y la esperanza es un viento que propaga la vida.  15

La muchacha es la flor de la mujer,
la mujer es una alborada impensable
y el amor es un amanecer sin crepúsculo.

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ArribaAbajoPoema 49


ArribaAbajo    En muchas oportunidades he comprobado que:
en mi puño estaba herméticamente cautivado el sol,
en mi pecho agonizaba silente un caballo cansado,
en mi alma trajinaba un gusano de pies espinosos,
en mi espalda estaba tatuado el Arco Iris sin poder mirarlo,  5
en mi pulmón anidaba un gorrión que respiraba una canción herida,
en mis ojos se refugiaba despavorida la noche todos los días
y mis labios eran la sombra de una llaga de mi conciencia pasmada.

   En muchas oportunidades he comprobado que:
mi infancia mediterránea conocía el mar como conoce mi adolescencia,  10
la bronca se enroscaba como una serpiente en mis entrañas,
la alienación eran un concepto que pateaba en mis sienes,
la pobreza era un poema popular y anónimo,
la política era un monstruo que baboseaba sangre,
la justicia del hombre era una pesadilla para Dios  15
y el poeta era una mariposa ebria y de alas resquebrajadas.

   En muchas oportunidades he comprobado que:
por mis venas fluían lágrimas sucias e irredimibles,
la cuenca de mis manos era una laguna de aguas estancadas,
mis brazos eran dos tentáculos pulposos y abominables,  20
la muerte se parecía en su ceguera a una ramera gratuita,
la guitarra era un fantasma que se alimentaba de penas,
mis pies eran dos clavos que caminaban sobre el vientre de una mujer7
y me niego rotundamente a considerarme un loco.




ArribaAbajoPoema 50


ArribaAbajo    La poesía hay que buscarla
en la mirada indescifrable de un loco
como buscando una flor en el mar.

   La poesía hay que buscarla
en el parto del ojo que lanzará una lágrima bastarda  5
como buscando una fuente a la lluvia.

    La poesía hay que buscarla
en los segundos divinos que dura el orgasmo
como buscando la abuela en una muchacha impoluta de tiempos.

    La poesía hay que buscarla  10
en el límite que une y separa a la muerte de la vida
como buscando la brisa en un torbellino.

    La poesía hay que buscarla
en los ojos tirados de un perro callejero
como buscando caricia en la yema de las espinas.  15

   La poesía hay que buscarla
en la tristeza del hombre y en la comicidad del mono
como buscando explicar quién es quién.

    La poesía hay que buscarla
en la sangre de una palabra mordida por el alma  20
como buscando el grito en un silencio verdadero.

   La poesía hay que buscarla
en las manos demiurgas de un dios suicida
y en el alma apuñalada de un hombre cobarde.

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ArribaAbajoPoema 51


ArribaAbajo Quiero agujerear la lona del futuro
y espiar lo que espera impaciente
detrás del biombo de este presente
que se empaca ensangrentado de miedo
como un traidor ante su conciencia herida,  5
como una cigarra ante su cáscara obsoleta
y perpetuarme en esta noche desteñida
por la luna que llueve unánimemente.
Quiero candadear la puerta del pasado
y olvidar lo que llora desconsolado  10
a espalda de este día de cadáver aún tibio
que se apagó y dejó de ser hoy
como deja de ser una mirada en un parpadeo,
como se extingue la vela en un soplo,
como desaparece la distancia en un beso  15
o como pierde actualidad una flor tempranera.
Estoy entre dos puertas obscuras:
una, ya abierta como apuñalada
que sangra caprichosamente,
negándose a la misericordiosa cicatriz,  20
la otra, todavía cerrada como un regalo sin dueño
o como los labios vírgenes de una muchacha
que espera el momento del Momento.
Y comprendí que el pasado y el futuro,
a la sombra de los árboles gramaticales,  25
no existen: porque el pasado cuando existió
era hoy y el futuro cuando exista será también hoy8.




ArribaAbajoPoema 52


ArribaAbajo A flor de piel llevo
la herrumbre de unas cadenas olvidadas,
las cicatrices improbables de unos dolores soterrados
y en la mirada -indeleble- la noche herida
y en el alma, el día casi apagado.  5

A flor de piel llevo
el reflejo de la sangre prostituida de mi raza,
la sombra de una caricia no consumada
y en el pelo el encrespamiento de látigos remotos
y en los labios, la floración de un tajo del alma.  10

A flor de piel llevo
tatuado el mimetismo de la época vivida,
la huella de la inclemencia de tantos soles
y en las manos -imperdonable- la infancia triste empuñada
y en la espalda, las ilusiones averiadas.  15

A flor de piel llevo
la presencia umbrosa del miedo sembrado,
el cutis teñido por la penumbra de la miseria
y en el pecho una guitarra acallada hace siglos
y en la garganta, una piedra que no se ablanda.  20




ArribaAbajoPoema 53


a Julio Mafud, maestro




ArribaAbajo Como hombre es más sencillo que el pan,
más humilde que una noche sin estrellas,
más sincero que un apretón de manos,
más sereno que un remanso en calma
y más simple que un vaso de agua.  5
Confieso que en un ser humano
siempre me ha llamado la atención
más que la profundidad de su inteligencia
¡la transparencia de su alma sencilla!
De sus labios cansados escapan  10
mandamientos humanos de sed y hambre
y de su silencio, su saber sin palabras.
Su memoria conforma una enciclopedia
de autor anónimo que -tal vez-
nunca conozca la publicación.  15
Sus palabras son capaces
de desnudar una mentira
como pelando una cebolla9
hasta toparse con la verdad.
Transporta muy cuidadosa e infaltablemente  20
una valija como si en ella llevara
su mundo armónico que no cabe en el nuestro.
Así es mi maestro, sin muchas vueltas
y quizás para su sorpresa, de quien aprendí
verdades y sin darse cuenta siquiera.  25
Es un científico por religión
que respeta la ignorancia del discípulo
y un maestro por vocación
que vive encorvado de tantas sabidurías
como un árbol lleno de frutas.  30




ArribaAbajoPoema 54


ArribaAbajo Mientras haya un gorrión sin alpiste
y un hombre sin pan habrá guerra
(Porque el hambre es la guerra misma)

Mientras hayan soldados en los cuarteles
y sacerdotes en las iglesias habrá guerra  5
(Porque la vida corre por las calles)

Mientras hayan cárceles apretujadas de hombres
y hogares abandonados habrá guerra
(Porque la privación del sol es injustificable)

Mientras hayan rejas duras que forjar  10
y pañuelos empapados que escurrir habrá guerra
(Porque la justicia es un duende sin corazón)

Mientras hayan adultos que van silenciosos
y niños que viven llorando habrá guerra
(Porque la indiferencia es una madre sorda)  15

Mientras hayan ladrones con credencial
y víctimas anónimas habrá guerra
(Porque el poder es un ciego peligroso)

Mientras hayan imperios todopoderosos
y pueblos miserables habrá guerra  20
(Porque la opresión es una carreta sin ruedas)

Mientras hayan militares adiestrados
y pueblos ignorantes habrá guerra
(Porque el cansancio es un camino infalible)

Mientras hayan armas para matar  25
y amos para sentenciar habrá guerra
(Porque la piedad es una costumbre ya abolida)

Y la igualdad es una utopía apasionante




ArribaAbajoPoema 55


ArribaAbajo Estoy pensando cómo armar un poema,
un poema a partir de la nada
porque mi ánimo, extrañamente,
está ahogado en soles fosforescentes
y este domingo cuya tarde melodiosa  5
está -pletóricamente- salpicada por una llovizna.

La gente anónimamente cubre la ciudad
y sus pasos son latidos de mis sienes mansas.
Mi alegría en una tumba sin nombre
que existe subrepticiamente de mi angustia.  10
La desesperanza es tan común, entre los pobres
como la tristeza en mis poemas.
La ausencia del sol es innotable
¡cuántas veces me ha quemado los párpados
y sin verlo siquiera!  15
La plaza es una dimensión insólita.
Un señor, con su vozarrón ahuecado,
revienta en su cuello las palabras de Dios.

Un linyera, con su vestimenta en jirones,
abanica su testa al negársele una limosna.  20
Una pareja, gorriones de labios adhesivos,
se injertan en un beso interminable.
Un niño, ángel vencido por el viento,
duerme en un banco sin sábana ni almohada
y yo, en otro, desintegrándome en palabras  25
para darle una forma a mi alma de piedra.

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